Historia de Ady (11)
Me mantuve en la fiesta bailando con quien me solicitaba.
CAPITULO XI
Me mantuve en la fiesta bailando con quien me solicitaba.
Cuando la fiesta se dio por finalizada, todavía tardé 10 minutos en despedirme de todos los amigos que habían asistido. Alex, me cogió de un brazo y me separó del último grupo. Creo, que todos lo entendieron. Aunque no era por lo que ellos pensaban.
Entramos en la biblioteca y pude ver a 3 hombres. Su aspecto era algo aterrador. Sus miradas estaban cargadas de lascivia. Y en cuanto el primero de ellos se levantó y avanzó hacia mí, pude ver el látigo que llevaba en el pantalón.
Alex, fue quien se puso a mi lado y dijo :
Os dáis cuenta. Esta es mi nueva esposa. Nuestra compañera de juegos. Nos acabamos de casar. ¿La desnudo, o lo hacéis vosotros?.
Creo, que será mejor que lo hagas tú. Pero, tráela aquí. Así podremos contemplarla en su esplendor.
Fui conducida hasta el centro de la biblioteca. Pude ver a los tres hombres. Sus miradas me producían mucho miedo. Y Alex, me desnudó lentamente mientras sus amigos me miraban.
En cuanto quedé completamente desnuda, uno de ellos se levantó y posando una de sus manazas sobre mi pecho, preguntó :
¿Jugamos una partida o te la vas a follar como a cualquier recién casada?.
Tenemos tiempo de sobra. La follaré mas adelante. Juguemos unas manos y disfrutemos con su presencia, si os parece.
Nos parece bien. Pero, nos gustaría mas permaneciendo cerca de nosotros y con sus manos atadas a su espalda. Sabes, que nos gusta pellizcarlas las tetas y el coño mientras jugamos.
Por cierto, antes de empezar, valoremos el azote.
¿Mantenemos el valor de 10 $ un azote, o lo subimos a 2 azotes?.
Sí, creo que tratándose de mi esposa es justo que se multiplique por 2. Empecemos ya. Reparte cartas mientras la ato las manos a la espalda.
Quedé preparada en pocos segundos. Alex, me indicó que me moviera entre ellos y que me dejara hacer sin oponer resistencia. Estaba deseosa de ser sobada por manos extrañas, pero aquella situación no era de mi agrado.
Dejé que me pellizcaran los pezones y algunas veces la vagina. Alex, me ignoraba completamente y se concentraba en su juego. Había rellenado varios papelitos y que estaban repartidos entre los 4. Si se hubieran jugado cantidades pequeñas, lo mas que hubiera podido recibir eran 20 o 30 azotes, pero como sus apuestas eran muy altas, estas cifras se multiplicaban por 10.
Unos de los hombres, tenía unos 50 papelitos de azotes. Significaban 100 latigazos en mi cuerpo. Otro tenía 20, 40 latigazos más. El tercero con unos 30 papelitos, le corresponderían 60 latigazos. Y Alex, guardaba aún 100 papelitos. Lo cual me suponía un total de 400 azotes.
Una cosa curiosa era, que Alex siempre vendía 50 papelitos a cada uno de sus amigos. Siempre la mujer que estaba en aquella cámara era sometida a 200 latigazos a lo largo de la noche. En mi caso serían 400 latigazos. Tenía ganas de empezar a ser martirizada.
Sin embargo, debía aguardar el momento que ellos quisieran. Durante el primer descanso que hicieron, ataron mis manos a un poste y cada uno gastó 10 papelitos. Alex, se encargó de romper los papelitos de cada uno de sus amigos mientras me azotaban.
Me sentí sublimada con aquella actuación de cada uno de ellos. Cuando terminaron de pegarme, me retorcía de dolor en el poste. No había lanzado mas que exclamaciones y múltiples contorsiones. Me habían marcado la espalda, los costados y las nalgas.
Cuando de nuevo estuve ante ellos, aunque un poco encorvada, volvieron a pellizcar sus partes favoritas.
Uno de los hombres consiguió reunir el total de los 160 papelitos que quedaban y el juego se dió por finalizado. Este, al verse en poder del total de papelitos, dijo :
No me parece justo que la azote yo solo, mientras los demás os quedáis a dos velas. Alex, te propongo que la repartamos en la noche de bodas. Y mañana a primera hora de la tarde volveré para azotarla.
Me parece una idea estupenda, Pierre. Y la casa invita a una tanda de azotes gratuita, mientras la follamos.
Gracias Alex. Elige tú, que para eso eres el esposo.
Elijo su culo.
Pierre, el ganador de la noche eligió mi boca. Y los otros dos se alternarían en mi vagina. Me enteré que una tanda, eran 25 latigazos cada uno.
Alex se acopló en mi ano, mientras Pierre lo hacía en mi boca. No había podido contemplar el pene de Alex hasta ese instante. Era largo y delgado pero muy agresivo. El de Pierre, era algo mas corto, pero más ancho. Los otros dos tenían unos penes similares al de Pierre.
Mientras Alex, Pierre y otro me penetraban, el cuarto me azotaba la espalda con su tanda correspondiente. En cuanto la terminó relevó al que tenía en la vagina. Mientras Alex y Pierre seguían bregando en mi ano y boca.
No podía gritar ante los latigazos, ya que siempre tenía un pene en mi boca. Me encantaba aquella situación y Alex, me estaba empezando a gustar.
Me encantaba aquel tipo de actividad. Aquellos hombres me penetraban sin piedad, sobre todo en la boca. Algunas veces sus empujes eran tan violentos que el pene llegaba a entrar en mi garganta.
Pero esta actividad, acompañada de azotes era una maravilla. Y cuando por fin terminó me sentí desesperada. Había conseguido 2 orgasmos y más de 100 latigazos. Estaba deshecha, pero llena de ansiedad.
Cuando todos se separaron, Pierre dijo :
- Tu mujer es ideal. Es agradable atormentarla. Creo que el resto de amigos piensa igual que yo.
Asintieron y Pierre, siguió diciendo :
Alex, si te parece vendré mañana hacia las 2 de la tarde. Quiero que me prepares un sótano para asestarla el castigo.
Te prepararé el sótano pequeño. Si no estoy e casa, puedes subir a buscarla tu mismo. Mi mujer te seguirá encantada.
Cuando sus amigos se fueron, Alex reparó en mi excitación y dijo :
Parece ser que no te has sentido realizada. ¿Quieres probar un tormento nuevo mientras te sodomizo?.
Me encantaría, Alex.
Bajamos al sótano mas profundo y nada mas entrar, me dijo :
- Te voy a atormentar con espino. En la puerta del fondo hay gran cantidad de cardos y otras plantas espinosas. Ve y coge un montón entre tus brazos y tráemelo hasta el potro. Aquí haremos la cama de tormento mientras te poseo.
Me dirigí hasta la puerta indicada. Al abrirla encontré gran cantidad de espino y sobre todo cardos. Sabía que servirían como colchón sádico de mis pechos y vientre.
Al intentar separar un manojo me pinché y solté el fardo. Me dije a mi misma que era una idiota. Alex me iba a torturar partes más sensibles con esas mismas plantas. Volví a coger el manojo, pero varios cardos se clavaron en mis pechos y vientre. Respiré hondo y salí de aquella sala. Caminé con paso firme hasta el potro en donde Alex me esperaba. Me obligó a extenderlo por el potro y me dijo que serían necesarios un par de viajes más.
Sufrí con cada transporte. Cuando por fin tuve todo el sádico lecho construido, Alex me dijo :
- Se me han pasado las ganas. Te follaré con el mango del látigo. Pero tú si te rebozarás un poco en el espino. Deseo verte sufrir y hacerte llegar al orgasmo. Sé que puedes llegar al orgasmo a base de dolor.
Sólo lo había experimentado una vez con una flagelación sobre mi vagina. No sabía lo que podría pasar con aquel tipo de perversión. A una indicación suya me subí al potro y estudié la forma de dejar mi cuerpo reposar sobre aquel sádico lecho. Alex, insistió en que me tumbara boca abajo. Las púas de los cardos que rozaban mis manos o mis rodillas me hacían estremecer. Me mantuve con los muslos y brazos muy separados, sin atreverme a descender.
Alex fue quien acudió en mi ayuda. Con su mano derecha empujó mi dolorida espalda hasta que las puntas de mis pezones rozaron las púas de los cardos. Fue aterrador el momento. Me empujo varias veces de la misma manera, mientras con su mano izquierda martirizaba mi vagina con un tallo que había recogido.
Las sensaciones eran odiosas y mis lamentos se iban agudizando. Entonces Alex, me dijo :
- O te tumbas por tus medios, o te someto a una sesión especial de cigarrillos y calambres.
No me quedó mas remedio que dejar mi cuerpo reposar sobre aquel lecho. Resoplé y grité con fuerza. Sin embargo Alex, me dijo :
- No es suficiente. Revuélcate sobre las púas. Cuando lo crea conveniente te mandaré parar y te penetraré el ano con el mango de la fusta.
Le obedecí, entre horribles dolores por cada una de las partes de mi cuerpo que eran agredidas por el espino. Sus púas se clavaban en mis carnes sintiendo sensaciones muy dolorosas.
Cuando Alex lo creyó oportuno, me mandó quedarme quieta sobre mis pechos. Las púas estaban clavadas en mis brazos, pechos, vientre, pubis y muslos. Me colocó grilletes en mis muñecas y tobillos y me tensó en el potro, entre enormes dolores. Y de esa forma me penetró el ano con la fusta, hasta que conseguí llegar a un orgasmo.
Después de aquello, me desató y me ayudó a salir de aquel infierno. En cuanto pude controlar mi respiración, le pregunté :
¿A cuantas mujeres has atormentado de esta manera?.
Tú eres la primera. Ahora te curaré esas marcas y te dejaré dispuesta para mi amigo Pierre. Por cierto, ¿qué te ha parecido la noche de bodas?.
Demasiado fuerte para mí, pero me siento feliz.
Me ayudó en el trayecto al dormitorio. En cuanto entramos me ató por las muñecas a dos columnas y después de quitarme las púas que se habían quedado clavadas en mi cuerpo, me aplicó la pomada.
Me dejó en aquella situación mientras se duchaba. Cuando salió, me desató y me indicó la ducha.
En cuanto estuve recuperada y lista salí del aseo. Alex estaba sentado en la cama, ojeando una revista porno. Me acerqué a la cama y me introduje en la misma a su lado. Cerró la revista y me preguntó :
¿Contenta de estar conmigo?.
Sí, Alex.
Me abracé a él y después de unos momentos me quedé dormida.
Al despertar, me ví sola en aquella habitación. No sentía temor alguno, aunque si había algo que rondaba mi mente.
Pocos minutos después, apareció Alex, portando una bandeja con el desayuno. Al verme despierta, se acercó a mí y después de besarme me dió los buenos días. Se separó un poco de mí y me dijo :
Procura desayunar. Recuerda que Pierre vendrá al mediodía para asestarte los azotes pendientes.
Buenos días, Alex. ¿A qué me puede someter, Pierre?.
No lo sé, pero todo lo que él desee de tí, debes dárselo.
¿Incluyendo mi cuerpo?.
Sí, tu cuerpo está incluido en el lote. ¡Bah!, no te preocupes. Es solamente un abuso contra tu cuerpo. A tí te gusta, ¿no?.
Si Alex, me gusta. Pero estoy casada contigo y no me parece bien.
Míralo de este modo. Eres propiedad de Pierre hasta que termine con mi deuda. Si te pide follar, hazlo. Y no le des mas vueltas.
De acuerdo, Alex. Le obedeceré en todo lo que me pida.
Así, está mucho mejor. Te dejaré sola el resto de la mañana. Pierre subirá a buscarte. No opongas resistencia y déjate hacer. Cómo no le dará tiempo a terminar, comerá conmigo mientras tu permaneces en el sótano y luego volverá a terminar el trabajo. Esta noche tenemos una nueva reunión y quiero que estés espléndida y sobre todo agradable con todos mis amigos.
Acataré cuantas barbaridades me haga Pierre. Después, pediré a tu ama de llaves que me sanee el cuerpo y después de asearme y comer algo, bajaré a la biblioteca, vistiendo lo que me digas.
En tu armario encontrarás muchos vestidos. Ponte aquel con el que te sientas mas desnuda y provocativa. Sabes que mis amigos, te manosearán en cuanto aparezcas.
Alex, no te fallaré.
Me dió un nuevo beso y me dejó con el desayuno sobre mis piernas.
Comí con verdadera ansiedad. Luego me duché y me dispuse a llamar a Valeria.
Contestó ella misma y charlamos de muchas cosas. Le propuse entregarme a ella el viernes y aceptó. Seguimos charlando de mis tormentos con Alex, sin que a mí me importara. Antes de colgar, me prometió un suplicio especial junto a su hermana Lea, Roberto, Juan y Martín.
Intenté averiguar en que iba consistir, pero solo me dijo que lo sabría cuando apareciese en su casa. Quedé de acuerdo y la dije que la llamaría para confirmárselo.
Cuando colgué eran cerca de las 13.30 horas. Pierre, llegaría enseguida y vendría a por mí. Me sentía algo cansada, pero tenía ganas suficientes de probar las bestialidades de Pierre.
Para mi sorpresa aparecieron Alex y Pirre juntos. Se acercaron a mí y Alex me dijo :
Querida, Pierre me ha hecho la siguiente proposición. Te perdona los 320 latigazos pendientes, si trabajas para él en un sexshop nuevo que quiere abrir en esta ciudad.
Alex, haré lo que tu quieras. Pero, ¿a qué me obliga ese trabajo?.
Pierre, te lo dirá.
Es muy simple, Ady. Desde hace 3 años estoy probando este tipo de negocio. He tenido tres empleadas, pero todas se han ido por abusos de los clientes.
¿Puedo saber, que artículos exponía en esas tiendas?.
Es muy simple pequeña. Desde revistas, pasando por vídeos, hasta material de sado.
¿Y puedo conocer los atropellos que hicieron con sus empleadas?.
Sí. Abusos sexuales y probar algunas disciplinas sobre sus cuerpos.
Entonces, mi trabajo consistiría en dejar que abusen de mí y me agreda con cualquier objeto de la venta.
Eso es, exactamente.
Dos preguntas más. ¿Qué ropas debo vestir y cuánto me va a pagar?.
En cuanto a la ropa, la que tu quieras siempre que sea algo provocativa. Y en cuando al salario, he pensado que teniendo un marido como el que tienes, me podría salir gratis.
Acepto, si Alex está de acuerdo. Pero las ropas las elegirá él y en cuanto al salario lo que él decida. Y una última pregunta. ¿Cuál será mi horario laboral?.
Ahí es en donde no nos ponemos de acuerdo tu marido y yo. Él propone que sea por las mañanas y yo por la noche. Comprendo que por la noche trastoca nuestros planes, pero he pensado una alternativa a utilizar a cualquier hora del día. Podrías ser mi anunciadora de productos y a la vez mi vendedora durante las mañanas y por las tardes estarías en la tienda. Las noches, las tendrías libres para estar junto a tu esposo.
Eso implica el riesgo que un futuro comprador desee utilizar el producto sobre mi cuerpo.
Sí, es una posibilidad. Pero Alex y yo estamos de acuerdo con semejante situación.
¿Es verdad éso, Alex?.
Sí, capullito mío. Creo que es la mejor solución, siempre que tú desees aceptarla.
Si a tí te parece bien, a mí también. Pero te anuncio que mientras dure esta situación quiero desde la noche del Viernes hasta el Domingo a mediodía, libre.
Cuenta con esos días.
Acepto, Pierre. ¿Cuándo debo empezar?.
Yo creo, que mañana Lunes es el día indicado para empezar. ¡Ah! y venderás tanto a hombres como a mujeres. En las visitas vestirás decentemente, pero provocativa a la vez. Y además, el primer día te acompañará una mujer de mi confianza. El resto de días seguirás sola.
¿Y que sucederá si no consigo vender un solo artículo en un día, en una semana o en un mes?.
Nada. Si no vendes, pues no vendes. No serás castigada por ese motivo.
No tuve que poner objeciones. Había elegido mi camino junto a Alex y sabía de antemano que todo serían malos tratos. Con este trabajo, estaba claro que sería maltratada a domicilio. Pero había conseguido sacar a Alex todo el fin de semana a mi antojo. Eso, ya era un logro.
Cuando se marcharon, me quedé vacía y sola. Sentía necesidad de sexo pero no me atrevía a alejarme del palacio. Lo intenté con algunas doncellas, pero me rehuyeron.
Bajé a los sótanos y descubrí que una doncella era liberada, después de haber sido castigada por el servicio de orden. La ayudé a llegar a su habitación y la curé las marcas. Poco a poco fui consiguiendo que me mostrara como era el mundo en aquel palacio.
Deduje, que si Alex se mostraba perverso conmigo, no lo era menos con las doncellas a su servicio. Las mandaba azotar cada tres noches, sin haber cometido falta. Si además, coincidía que tenían alguna falta el castigo se duplicaba y además había tormento en el potro o la rueda.
Cuando la muchacha se había recuperado un poco y tras ducharse, me fue fácil que se acostara conmigo. La hice disfrutar de lo lindo y ella a mí.
Después de un par de horas de frenesí, salí de la cama y me marché.
Una vez en la habitación de Alex, hice una llamada a Valeria. Respondió casi al instante. Y entonces, le conté todo.
Se alegró al oirme decir que los Viernes los pasaría con ella. Después de unos minutos de conversación nos despedimos.
Faltaban poco menos de tres horas para que llegara la medianoche. Cuando me disponía a cenar sóla, apareció Alex. Al verme, me dijo :
Cenaré contigo. Queda poco tiempo para que te reúnas con nosotros en la sala de juego. Y he de decirte que siento un poco de temor a jugarme tu cuerpo. Me gusta que seas atormentada y azotada por mis amigos, pero perder como lo hice ayer, sin poder optar a intervenir me desconcierta.
Alex. No te preocupes más. Esta noche, reparte los 50 papelitos como de costumbre. Resérvate otros 200 más para tí y empieza jugando dinero. A ellos les gusta tener participaciones para atormentarme. Disponen de 150 entre los tres. ¡Que sufran, intentando ganar la partida!. Y cuando consigas una buena mano, apuesta papelitos contra mi cuerpo.
Ady. Eres una maravilla, pero date cuenta que ellos pueden actuar de la misma forma. Al final tendrías 150 latigazos fijos.
Eso no importa. A tí te gusta azotarme y verme azotada. A mí me encanta esa situación a pesar del sufrimiento. Lo único que puede pasar es que te saquen mucho dinero. O bien, que tú se lo saques a ellos. Si consigues buenas bazas, podrías ponerlos en apuros. Y quizá quieran vender los papelitos, entonces tú deberás comprárselos al 70 % de su valor. Así, ganarás en los dos sentidos. Y la próxima vez que jueguen, si lo que desean es azotarme, primero jugarán dinero.
Ady. Es una idea maravillosa. Creo que les podré derrotar en pocas noches, siempre que tú aguantes.
Soy tu esposa. ¡Aguantaré!.
Cenamos entre sonrisas y guiños de ojos. Y algún que otro beso surcó mis labios. Cuando terminamos miré el reloj y al ver que faltaba una hora larga para que sus amigos aparecieran, le dije :
- Alex. ¿Serías capaz de hacerme el amor a solas?. Necesito sentirte antes de ofrecerme a tus amigos.
Me agarró del pelo cariñosamente y me llevó hasta nuestro común dormitorio. Me tumbó sobre la cama boca arriba y se introdujo para sorpresa mía en mi vagina.
Su pene recorría mi vagina causándome vivísimos placeres. Desde las citas con Roberto, nunca había sentido tanto placer. Durante la hora escasa que duró aquella sesión me hizo alcanzar dos orgasmos, sin que se hubiera corrido dentro de mí. Con tacto, acerqué mi boca a su pene y lo acaricié con verdadero deleite, hasta que se corrió en mi boca.
Intenté tragar todo el esperma, pero fue inútil. Algo de semen cayó por mis comisuras, mientras intentaba tragar la mayor parte. No me regañó y sí, me ofreció toda su ternura.
Después de unos cinco minutos de reposo sobre la cama, me dijo :
Ady. Aséate y prepárate para la reunión de esta noche.
Gracias, cariño. Voy a ponerme muy guapa para tí. Por cierto, ¿hasta qué cantidad puede subir el precio de un latigazo?.
No sé. Nunca hemos subido de 20 $ por latigazo.
Entonces es fácil. Sube el latigazo a 50 $. Luego, repartes hasta 50 papelitos a cada uno, con lo cual si todos compran habrás ganado 7.500 $. Luego, apuesta dinero. ¡Su dinero!. En el peor de los casos recibiré 150 latigazos. Y tú no habrás perdido ni un dólar. En el supuesto que no quieran comprar, tan sólo verán mi cuerpo desnudo, pero no expoliado.
Dices bien, querida. Seguiré tu consejo. ¿Podrías hacer una excepción con Pierre?.
Sí, pero a cambio de 50 latigazos por orgasmo, siempre que tú lo permitas y siempre que sea en secreto.
Por supuesto, Ady.
Alex me besó y se fue a esperar a sus amigos. Yo, mientras tanto, me dediqué a maquillarme ojos, labios y pezones. Deseaba estar encantadora para sus amigos. Después de maquillarme, me dirigí al armario para elegir el vestido con que debería asistir a la reunión.
Encontré uno que se sujetaba con un corchete en los tirantes y que se abrochaba en la nuca. El vestido era muy vaporoso y escotado. Carecía de costados y espalda. Lo pensé mejor y decidí bajar desnuda. No sabía lo que opinaría Alex de mi decisión.
Al aparecer ante ellos, les saludé y dije :
- Deseo que me ates entre esos dos postes. Así estaré a tu espalda y frente a tus amigos, que podrán contemplarme cuanto quieran.
Pierre, al verme se alegró, pero en cuanto hice el comentario, dijo :
Alex, no lo hagas. Eso distraerá el juego.
Lo siento, Pierre. Se trata de un capricho de mi esposa. Y si vosotros decidís como azotarla, también ella tiene derecho a elegir el lugar que quiera ocupar.
Está bien, amárrala a tu espalda. ¿Nos permitirás ofenderla, escupirla, manosearla y azotarla en los descansos.
Por supuesto, amigos míos. Mi esposa se ofrece en cuerpo para vuestras perversidades. Y si una mano no os vá, podéis agredirla. Ella os lo agradecerá por mí.
Me dejé atar entre los dos postes que se hallaban a la espalda de Alex.
Observé que Pierre era el mas perjudicado, aunque los otros amigos no cesaban de mirarme.
La partida se desarrolló con cierto frenesí. El único que compró los 50 papelitos fue Pierre. Y los perdió en dos manos.
Volvió a comprar otros 50 y tardó en perderlos algo menos de media hora. Estaba furioso y malhumorado y se vino hacia mí con una fusta en su mano derecha. Me azotó el vientre, los costados y los muslos ante la contemplación de Alex. Luego, se sentó de nuevo y compró otros 50 papelitos. Tras la compra, Alex dijo :
- Haremos un descanso de 5 minutos, mientras voy a consolar a mi esposa. Serviros lo que os apetezca.
Alex se acercó hasta mí y me acarició las partes recién azotadas. Me sentí fatal, pero a la vez sabía que lo hacía para machacar a sus adversarios. Al oído me preguntó si permitía que sus amigos me dieran algunos azotes.
Estaba atada e indefensa. Mostraba toda mi desnudez sin importarme y me atreví a decirles :
- Ofrezco mi cuerpo, para que me sean aplicados 10 latigazos por cada 100 $ que perdáis cada uno.
Animé el ambiente y las partidas siguientes cobraron mayor intensidad.
Pierre, apostaba dinero en lugar de papelitos. Si seguía así y al final deseaba guardar los papelitos, debería ser azotada con 250 latigazos. Me agradaba la idea, pero Alex los aniquiló en dos manos.
Me dejé azotar de buen grado con 100 latigazos por las apuestas de Pierre, Ernesto y Carlos. Los dos últimos habían apostado 400 $ y Pierre los restantes 600 $.
Pude ver a Alex eufórico y contento. Acababa de ganar cerca de 1.000 $ y había rescatado los últimos papelitos de Pierre.
Una vez hubo terminado la partida y a altas horas de la madrugada, fui azotada en todo mi cuerpo, quedando muy dolorida y maltrecha.
Seguí atada entre aquellas dos columnas mientras Alex se despedía de sus amigos.
Cuando apareció de nuevo ante mí, le dije :
- Ponme una mordaza de bola y azótame completamente. Y después sodomízame.
Se armó con el látigo encerado que tanto dolor me producía y se acercó hasta mí. En su mano izquierda portaba la mordaza. Me la colocó, después de besarme con cierta pasión. Y separándose un poco, comenzó a flagelar mi espalda.
Me sentía viva ante aquel trato. El dolor era intenso, pero a mí me gustaba. Cuando pasó a mis caderas el tormento subió un grado y me debatí ligeramente en mis ataduras. El infierno comenzó cuando el látigo surcó mis nalgas. El dolor eran tan agudo y mis contorsiones tan frenéticas que creí no poder soportarlo. Sin embargo, seguía gustándome ese tipo de castigo. Pocos minutos después alcanzaba mis muslos. Las sensaciones tan horribles como en las nalgas.
Terminó, repasando un poco mis costados, vientre y pechos.
A continuación me quitó la mordaza y pude escuchar mis jadeos y gemidos. Me dejó atada durante unos minutos, para que pudiera sentir los efectos del castigo. Sentía grandes escozores y muchos dolores en todo el cuerpo.
Después de unos 10 minutos me aplicó la pomada y se marchó. Y veinte minutos después volvió para desatarme. Me condujo a la ducha y nos aseamos a la vez.
Una vez secos y en la cama, me introdujo a base de empujones y algún que otro manotazo, el pene en mi conducto anal. Me encantó la sensación hasta tal punto, que a los pocos minutos alcanzaba un orgasmo. Retiró el miembro de mi conducto y lo introdujo en mi vagina y de nuevo las sensaciones de placer aparecieron en pocos segundos.
Me agradaban mucho más las sensaciones en la vagina que en el ano. No sé por qué sería, pero alcancé un orgasmo a los cinco minutos. Resoplé y me contraje extenuada por el placer, pero Alex siguió surcando mi vagina y aunque al principio me desagradaron las sensaciones, volví a coger el sentido del placer y comenzó una nueva y maravillosa etapa.
Disfrutaba con cada acometida. Alex, me surcaba lentamente el conducto de la vagina, ya lubricado, lentamente. Este movimiento lo repetía varias veces, para de repente empujar con fuerza y vuelta a empezar.
El placer era inusitado. Lo mejor era que no se acababa en momento alguno. Y yo me sentía cada vez mejor. El segundo orgasmo en la vagina llegó a los pocos minutos. Exploté llena de maravillosas y alucinantes sensaciones de placer.
Me contraje fuertemente, dejando caer mi cuerpo sobre la cama y Alex, tuvo el buen gusto de separarse lentamente. En cuanto conseguí serenarme un poco, me dí la vuelta y acerqué mi boca a su pene palpitante. Estaba totalmente erecto y congestionado. Abrí mis labios y dejé que se alojara en mi boca.
Permití que el miembro me violara hasta la garganta, a pesar de variadas arcadas. En cuanto podía lamía con verdadera pasión el glande. Mis babas chorreaban por mis pechos, mientras me dejaba poseer por él, que me tenía agarrada del pelo con las dos manos.
Después de varios minutos, en los que también disfruté como una loca, sentí que el momento cumbre se acercaba. Noté cierta palpitación en mi boca y de repente un enorme torrente de esperma invadió toda mi cavidad bucal.
Tragué a toda prisa, pero no pude evitar que una parte se derramara por las comisuras de mis labios hasta alcanzar mis pechos sudorosos. Cuando conseguí dejarle limpio su, ahora, flácido pene recogí con mis manos el semen derramado y me lo llevé a la boca.
Después de un par de minutos, me dijo que me aseara la boca y el cuerpo con rapidez y que volviera a acostarme junto a él.
Corrí a toda velocidad y antes de 3 minutos estaba en la cama junto a él. Me abracé a su cuerpo con verdadero amor. A los pocos minutos dormía dulcemente. Yo lo hice pocos instantes después.
A la mañana siguiente desperté muy cansada. Era el día en que empezaba a trabajar con Pierre. Me estaba desperezando, cuando entró Alex con el desayuno. Me sorprendió aquel detalle y me dio algo de miedo. Pensé que algo me iba a pedir. Sin embargo, me dió los buenos días y me dijo :
- Me gustó lo de anoche y estoy agradecido. Creo que nuestra unión va a funcionar mejor de lo que esperaba. Desayuna tranquilamente. Hasta las 11 de la mañana tenemos tiempo para acudir a la casa de Pierre, para tu nuevo trabajo.
Y después de besarme se marchó, dejándome con un suculento desayuno, que devoré en pocos minutos. Luego, dejé la bandeja sobre la mesita y me dirigí al baño. Me duché y lavé la boca a conciencia, sin olvidar enjuagarme con elixir especial que la dejaba mas fresca durante muchas horas. Me maquillé los ojos, pezones y labios vaginales con carmín indeleble y salí de nuevo al dormitorio. Me puse una bata de seda y salí en busca de Alex.
Lo encontré en el salón leyendo la prensa del día. Me acerqué hasta él y le besé dulcemente en la cara y en cuanto me miró, lo repetí en su boca.
Me dijo que aún faltaba cerca de media hora para salir hacia la casa de Pierre y que la aprovecharíamos revisando los vestidos que había en la casa.
Después de una búsqueda frenética, encontramos un vestido ideal para el trabajo que debía realizar. Se componía de minifalda de suelta y un top de medio largo, sin mangas, amplias sisas y ligero escote, que me cubría hasta la cintura. El tejido de ambas prendas era muy ligero, pero se acoplaba perfectamente a cada curva del cuerpo. Dí varios pasos para ver el efecto, el top era escandaloso, ya que mis pechos al moverse provocaban una gran agitación en el liviano tejido. No obstante, me encantó. Con unas medias negras con ligas y unos zapatos del mismo color, estaba colosal.
El mismo Alex, estaba maravillado de mi presencia.
En cuanto se hubo arreglado un poco, nos pusimos el abrigo y salimos del palacio en dirección a la casa de Pierre.