Historia de...
¿Quién será el personaje?
Mis queridos lectores y autores amigos, una vez terminado el diario, os traigo una pequeña historia que espero os guste…
Historia de Tavo [AON]
Una advertencia al lector: normalmente, yo, Anderson, dejo que mis personajes hablen y expresen todo tal como lo sienten, en esta historia, que será algo así como una crónica, seré yo quién narre todo, Tavo es el protagonista, pero yo mismo seré el narrador…
A mi esposo, Camilo Andrés, a mis hijos Roth Halliwell, Joseph Mery y NoE, a mis hermanos Axell, Inexperto, Unlinked, Nahúm, Skymoon, Samdr y dos más que no menciono porque no tienen cuenta en esta página: os amo
Un día, a finales del siglo XX, casi en los inicios del siglo XXI, una mujer de la alta aristocracia costarricense, a quien daremos el nombre de Flor le anunció a su esposo, a quien llamaremos Rodolfo, que tendrían su sexto hijo, cinco hijos eran ya suficientes, pero tal parece que la vasectomía de don Rodolfo no funcionó, para alegría nuestra.
Nueve meses después, en la Clínica Santa Rita [para los que no son del país, hasta hace poco en esa clínica nacían los niños de “alta alcurnia” jejeje] nacía un varoncito, un niño hermoso (dentro de lo que cabe con la sangre y demás “adornos” que tienen los recién nacidos) al que decidieron llamar Gustavo Enrique Rojas Jiménez. El niño fue, como se esperaba de él, ya desde bebé, muy listo y curioso, lo que hizo que en su familia tuvieran miles de anécdotas de él de bebé, en la escuela fue un alumno ejemplar, ya en primer año y con seis años, recién aprendiendo a leer y escribir, salió en el desfile del día de la independencia de su natal Curridabat representando a su escuela como el mejor alumno de la institución, a los ocho años, como era costumbre en la zona, entró en la, por aquel entonces, Tropa 27 del Movimiento Guía & Scout de Costa Rica y pronto destacó, no sólo por su físico, sino porque supo ganarse el afecto de sus compañeros.
Unos años después, ya en la secundaria (para los españoles, la ESO; en México se le dice escuela, al igual que la de los niños), cuando tenía 14 años, hizo un gran descubrimiento: en un campamento de los habituales en los Scouts, el joven Tavo, según la práctica habitual, ayudaba a bañarse a su mejor amigo, de nombre Eduardo, pero lo que no fue habitual fue que Tavo, en lugar de mirar la cantidad de agua que derramaba sobre su compañero (hay que ahorrar), miraba el trasero de Eduardo y, al estar en bóxer los dos, su erección fue más que evidente y Eduardo lo solucionó preguntándole si querían ser novios, a lo que el chico no se negó y, como me contaría después, ese fue su primer beso; si tuvieron sexo, no lo sé, pero si sé que ese noviazgo duró hasta que Tavo cumplió 16, o sea, dos años, fue por aquel entonces lo conocí y ya tenía el físico con que lo conocimos: un chico de estatura normal, 1,75m, y moreno de piel, con el pelo negro y los ojos de un azul que parecen zafiros; su cuerpo siempre ha sido fácil de tonificar y con sólo el ejercicio que implica el grupo scout es suficiente para que esté algo fibrado. Tuve el honor de estudiar con él durante el bachillerato y puedo decir que siempre fue un alumno de honor, siempre el primer promedio de la institución en que estudiase, tenía ofertas de todas las universidades del país e incluso de fuera para estudiar lo que quisiera. Cuando Tavo tenía 19 años se celebró el esperado evento scout “Camelot V”, que por fin fue internacional, tal como pretendían sus creadores y, como era de esperarse, la patrulla de Tavo sobresalió, porque su misión era proteger al Rey Arturo y lo lograron: pudieron guiarlo indemne a Merlín.
Un año después, Tavo llegó a mi casa porque necesitaba hablar conmigo urgente, me contó cómo el imbécil de Pedro le inyectó con VIH y que sus padres le echaron de casa, le dijeron que tenía sólo ese día para desalojar y que no sabía dónde ir; por supuesto que le ofrecí mi casa y Tavo vivió conmigo hasta que pudo dar término a los trámites de su beca en España, le insistí en que llamase antes de irse, pero dijo que prefería dar la sorpresa, así que se fue sin nada más que la poca ropa que llevaba en la maleta, una matrícula universitaria y ganas de ser feliz.
Ese primer día lo dejé tranquilo, pero en cuanto Tavo se reintegró en su trabajo me fui a casa de sus padres y les dije un par de cosas, fui a mediodía calculando que todos estarían para comer y así fue, con lo que tuve la oportunidad de cantarle sus cuatro verdades y que me contestaran que ellos no iban a aceptar nunca tener a un maricón sidoso en la familia, que capaz y además de la vergüenza que era para la familia los contagiaba de cualquiera de sus dos enfermedades tan peligrosas. Me dio tanta ira que los mandé al demonio, pero les hice la promesa de tenerlos al tanto de cómo Tavo era feliz pese a ellos. Mientras salía de la casa pude ver que todas las fotos habían sido retocadas eliminando a Tavo de ellas, al igual que todo lo que recordara su existencia había sido eliminado, el árbol genealógico que exhibían en la entrada también fue rehecho eliminando a Tavo; ver eso sólo hizo que me sintiera peor, cuando llegué a casa, Tavo estaba allí con la comida preparada y una sonrisa en la cara: le habían dado un ascenso y ahora además de sus gastos podría ayudarme con los gastos de la casa e incluso darnos algún lujo de vez cuando. No pude menos que abrazarlo y, debo confesarlo, un par de lágrimas escaparon de mis ojos. Le dije que era por la emoción de ver que todo le iba bien, no podía decirle que había hablado con sus padres, no me lo perdonaría.
Todos sabemos lo que pasó después, de cómo llegó y conoció a su esposo, de cómo se casaron, de cómo adoptaron a sus niños y todo lo pasado en ese año maravilloso, pero no se había dicho que Tavo terminó la carrera cum laude, al punto que hizo un doctorado en Canadá, y fue un gran médico, no fue famoso porque no quiso, porque Tavo se dedicó a atender a los pobres, a los que no tenían para pagar un médico, su fama fue entre los gitanos, peruanos y todos esos que no podían costearse la seguridad social o que no tenían dinero para el tratamiento, Tavo los fines de semana atendía en su consultorio privado de gratis, llegara quien llegara, en su labor era muy noble y si sé todo esto es porque me fui a vivir a España invitado por él, dijo que para mi novio y yo sería más fácil. También puedo decir que es muy feliz por su familia, Dani estudió periodismo y se colocó en RTVE y al menos tiene un horario que le permite disfrutar de su familia; Joseph ahora está en el Instituto de la Excelencia, en Madrid, el insti para los chicos más inteligentes que lo que exige el sistema educativo y Mariana está siguiendo sus pasos.
Respecto a la enfermedad de Tavo, puedo decir que el tratamiento fue un éxito, Tavo ahora es portador del VIH, pero no le desarrolla SIDA, así que, aunque no puede donar sangre, no lo matará, eso fue una gran alegría para mí, tanto que llamé a doña Flor y a don Rodolfo y les conté todo, la cirugía, la boda, las adopciones, les conté también del tiempo que Tavo estuvo en coma y que gracias al amor de su vida encontró el camino de vuelta. Luego les llamé para contarles que Tavo tenía dos hijos y entonces fue cuando me pidieron algún número dónde contactar a Tavo, porque no les contestaba los correos ni nada, entonces les dije que le iba a preguntar porque no tenía permiso para darle sus datos a unos desconocidos, que ellos habían renunciado a él y ahora tenían que cargar con las consecuencias de sus actos. Lo que sí hice fue llamar a Tavo y preguntarle si le habían escrito de su casa, le inventé que Eduardo (su primer novio y amigo mío también) me había escrito preguntándome como me iba y en el correo me decía que sus padres lo habían contactado para ver si él sabía de Tavo, porque no les contestaba los correos. Tavo me dijo que sí, que él veía los correos pero no sabía cómo contestar, porque todavía estaba dolido. Al final contestó a como pudo y vinieron sus padres y sus cinco hermanos a verle, conocieron a sus amigos, a su esposo y a los niños, le pidieron perdón y le prometieron no volverlo a abandonar. Estuvieron casi un mes y antes de irse don Rodolfo le dio a Tavo una tarjeta de débito con la promesa de poder encontrar ahí lo que necesitara y, mucho más importante, don Rodolfo le confió su testamento, en el que le dejaba todo a los pequeños Joseph y Mariana.
Y así llegamos al presente, a lo que sólo puedo agregar que estamos aquí porque quiero reconocer a Tavo como mi personaje favorito de todo lo que he escrito hasta ahora, gracias por leer, espero que os guste, por favor, valorad y comentad.
Esperando vuestros comentarios,
Anders