Historia - 7

Uno menos...

Capítulo 7

Por suerte, Leticia y Elisa se largaron durante toda la tarde y noche. Cuando volví a ver a mi amigo Antonio le di un abrazo enorme. A pesar de haberlo visto no hace tanto tiempo se le echaba de menos. Decidimos cenar en tranquilidad sentados en el porche trasero de la casa de mi madre.

Muerto de vergüenza le conté la pillada que me hizo Leticia por la tarde. Menuda risa le entró al cabrón, incluso se ahogó con un trozo de pizza. Decidimos quedar el fin de semana y salir de marcha en plan ligones que se comían el mundo y en el que todas las tías estarían babeando por nosotros, si, nada más terminar la frase comenzamos de nuevo a reír como locos. No nos comeríamos ni un colín o como dice el dicho, siempre hay un zapato roto para un calcetín viejo, o algo de eso.

Al día siguiente, viernes, al tener que presentarme en la empresa de España me desperté bastante temprano dejando a mi madre encargada de mi hija. No me la iba a llevar a la empresa, no por otra cosa que por lo que pudiera pasar en ella.

Nada más llegar me llevé una grata sorpresa. A lo lejos, entrando junto a una mujer pude vislumbrar a Leticia. ¿Qué cojones hacia ella ahí? SI, justamente eso me pregunté en el camino hasta la oficina. La vi entrar en uno de los ascensores junto a la otra mujer y las perdí de vista.

Al entrar ya me estaban esperando dos hombres de edad media que sabían quien era yo, demasiado bien diría. Uno de los problemas de ser tan buen amigo de Jack es que siempre me hacían la pelota por ser eso, un buen amigo del jefe. Pareciera que las fronteras no existían o que alguno de la oficina central se fue de la lengua respecto a mí.

Llamé a Jack mientras caminaba tras eso dos tipos;

-¿Jack? Mira que ya estoy en la oficina… -hice una pausa- ¿Qué tengo que hacer? –pregunté sin saber que diantres hacía yo ahí.

-Se ha liado aún más de lo que te conté… -resopló- Hoy mismo salgo para España pero esta reunión no la podía retrasar más, mira –hizo una pequeña pausa- Se van a reunir todas las partes y tu serás mi boca y oídos ahí dentro… haz lo que quieras y lo que tengas que hacer.

-No entiendo… -ni idea de lo que me decía.

-Ellos no te conocen, bueno, si saben que irá un empleado para ver cómo va la cosa y tal, pero no saben que es el jefe de seguridad informática en persona –empezó a reír- Todo lo que el capullo hizo fue por ordenador, bueno, la mayoría… tú debes encontrarlo y sacarlo para que todos lo vean…

-Vamos a ver Jack, ¿me estás diciendo que me ponga en plan Hacker? –pregunté sabiendo ya la respuesta.

-Solo necesitas tu portátil, nada más… es un juego de niños para ti. Sabes que nosotros no podemos obligarle a ningún empleado que nos enseñe su ordenador personal y justamente este hizo todo con el suyo…

Al final no iba a ser tan idiota como parecía. Lo de que usó su ordenador personal para hacer esos chanchullos no lo sabía en absoluto y fue una sorpresa bastante graciosa.

-¿Pero cómo cojones quieres que entre en su ordenador, joder si tuviera un portátil cerca de él pues si se podría intentar… pero coño lo tiene en su casa y todo eso tiene unos preparativos, una investigación…

-El capullo usa su portátil en la oficina, es fácil… -se despidió y me colgó con la palabra en la boca.

La suerte de todo es que yo siempre llevo encima mi ordenador. Y por eso Jack me dio las ordenes en cuanto me encontraba en la oficina, el muy cabrón. Sabía perfectamente que me haría el olvidadizo con el portátil y luego le diría que se me había olvidado en casa por eso no me comentó hasta que supo donde me encontraba.

Cuando entré en la sala de reuniones donde estarían todas las partes se me quedaron mirando todos y cada uno de ellos. Julián no me reconoció o al menos eso pareció en ese momento. Otro cantar fue Leticia que se quedó perpleja al verme allí. Me coloqué en una esquina de la sala y encendí mi portátil para hacer el trabajito que me acababa de encargar mi gran amigo y jefe.

Yo siempre he usado Windows desde que empecé con los ordenadores, me parecía fácil, simple. Cuando creí que ese sistema operativo no tenía nada más que ofrecerme y había aprendido todo lo que entrañaban ese sistema me pasé a Linux.

Para los que no sepan que es Linux, básicamente un sistema operativo que no contiene tanta mierda como los Windows o MAC OS. Ahora está la moda de usar MAC, IPhone y todo lo que lleve una manzana mordida por lo que muchos lo conoceréis. Linux es gratuito, no cuesta nada. Para poder conseguirlo hay dos opciones, descargar la imagen ISO desde la web o encargando el DVD que te envían a tu dirección postal en unos días. Todo gratis, Linux es libre.

Por ejemplo, los que digan que nunca han usado Linux en su vida y que no lo quieren usar porque es una mentira, si estáis usando algún móvil Android deciros que Android está basado en Linux por lo que no es tan caca como pensáis. Es cierto que la primera impresión al empezar a usar Linux te pueda parecer difícil… pero ¿no era difícil Windows cuando lo usaste por primera vez? El código fuente de Linux lo puede tener cualquiera, todo el que quiera, es gratis. Muchos grupos de personas, fans, hacktivistas o lo que sea suelen usarlo y, o modificarlo y lanzarlo para que la gente que quiera pueda instalarlo en su disco duro. En la red puedes encontrar multitud de SO Linux de diferentes grupos. Dedicados a diseño web, para gamers, para pentester. Hay varios Linux dedicados a seguridad e intrusión. Algunos lo utilizan para hacer el bien y aprender, pero otros se dedican a hacer el mal. Digamos que yo soy de los buenos y me dedico a la seguridad con ayuda de varios programas que puedes encontrar en SO Linux dedicados a eso, la seguridad. Eso ya os lo he contado pero quería explicaros un poco más mis herramientas de trabajo.

Justamente el sistema operativo que yo uso es Linux o más bien una beta que he modificado yo de Kali Linux. Este está dedicado para todo lo que tenga que ver con el Hacking en toda la extensión de la palabra. Posee más de quinientos programas dedicados a la penetración de diferentes maneras y colores.

En mi caso iba a utilizar unos programas normalitos para lo que me encargó Jack. Lo primero que hice fue ejecutar un analizador de tráfico de red. Al ser el internet de la empresa gratuito para todo el que esté en la zona y no se necesita ninguna contraseña para poder conectarse fue mucho más fácil. Imaginaros que tuviera primero que saber la contraseña y luego seguir con los paso, era tiempo que no tenía y que se requería para poder conectarme a la misma red wifi que mi víctima, Julián. Al ser gratis eso que me ahorraba.

Fue bastante fácil dar con él y más viendo la marca de su ordenador que tenía a plena vista. Ya tenía todo lo que el ordenador de Julián escondía. Contraseñas, documentos, todo. Y en realidad no es necesario ser un ingeniero para hacer eso. Sabiendo usar los programas adecuados y encima con wifi gratis era de lo más fácil. Que quede claro que yo siempre uso algún proxy hecho por mi o si es necesario navegar por internet usando algún navegador uso Tor que es de lo mejorcito en privacidad que se puede encontrar a día de hoy. Seguiría dando algunos trucos, nombres, pero nos tiraríamos días y días hablando de ello.

Cuando por fin tuve acceso a todo el disco duro de Julián pasé lo que más me llamó la atención a mi ordenador. No tardé ni diez segundos en abrir el archivo adecuado para encontrarme con todo lo que le jodería la vida a ese imbécil.

Al ser el jefe de seguridad de la empresa tenía una biblioteca con cada uno de los correos de los empleados. Dando a la pestañita elegir todos y subiendo todos los archivo que vi eran indispensables que vieran los demás los envié, a todos. No soy imbécil así que en todo momento usé la suficiente seguridad para que nadie supiese quien lo había enviado ni de dónde.

Cuando terminé cerré sesión apagando el ordenador y lo guardé en su mochila. Quizás fueron unos segundos cuando todos los móviles de la sala empezaron a sonar a la vez. Cada uno que miraba el móvil miraba con cabreo a Julián y este solo agachaba la cabeza aterrado.

Disfruté, vaya que lo hice. Como un niño pequeño y su piruleta. Sonreí, dicen que las venganza son dulces pero esta era magnífica. Con mi media sonrisa y mi felicidad, no me di ninguna cuenta que era observado por una mujer que no me quitaba los ojos de encima. Leticia, seria, miraba hacia mí, escrutándome con su mirada. No sé por qué lo hice, tal vez por no pensar, pero le guiñé un ojo sabiendo que ese gesto me delataría ante ella.

Uno de los hombres que me acompañó hasta la sala de junta se acercó a mí gracias a un leve gesto que le hice con la mirada.

-Haz que salgan todos, tengo que hablar con ese hombre. –hice un movimiento de cabeza señalando a Julián.

Con un tono sereno los hizo salir a todos menos a Julián. Más de uno y una se me quedó mirando por no seguirles, luego me enteré que se lo reprocharon al hombre que obedecía la orden.

Cuando todos salieron me levanté de mi asiento acercándome a Julián.

-Cuanto tiempo… -me senté junto a él.

-¿Te conozco? –preguntó chulo.

-¿No me recuerdas Julián? –sonreí- ¿No recuerdas al friki del instituto, del que te reíste junto a su novia? –volví a preguntar-

-No… no lo recuerdo –dijo pensando, el muy hijo de puta no se acordaba de mí.

Su respuesta me sacó de mis casillas. ¿No se acordaba? Pero que hijo de puta era, cabrón. El puto que se dedicaba a aterrorizar a los débiles para hacerse el chulo delante de sus amigos. No se acordaba de mí, el muy desgraciado. Le agarré la parte trasera de la cabeza y la empujé hasta la mesa dándose un golpe bastante doloroso.

-¿Sigues sin acordarte? –pregunté junto a su oído derecho.

-Que no tío, que no sé quién coño… -volví a hacer la misma maniobra, esta vez aún más fuerte.

-Soy Lucas hijo de puta –otro golpe más- Al que le jodiste la vida junto a su querida novia… -volví a darle otro golpe.

Creí que con esos golpes lo había dejado en su sitio, pero nada de eso. Se levantó dándome un empujón para seguidamente pegarme un puñetazo en la mandíbula.

-Claro que me acuerdo –empezó a reír viendo cómo me llevaba mi mano hasta el labio ensangrentado- Menuda zorra era Leticia… lástima que no me la follara nunca… creo que en cuanto salgamos le diré que me haga una mamada en el baño… -sonrió- ¿Quieres ver a la puta de tu ex novia chupándome la polla? Maricón –se acercaba a mí.

Esas palabras me enfurecieron de tal manera que no pensé antes de levantarme y hacerle un placaje al estilo fútbol americano. Los dos caímos en el suelo, yo encima de él. La postura fue idónea para mí. Empecé a lanzar puñetazos a diestro y siniestro dejando a aquel imbécil con la cara bañada en sangre. Era más alto, más fuerte, sabía que podía con él. Ahora estaba solo, no tenía a sus amigos para defenderle, ahora era mi turno. Los gritos de Julián alertaron a los empleados que entraron viendo la escena. Intentaron separarnos pero podía más mi rabia que todos ellos juntos. Al final entre cinco tíos me separaron de ese hijo de puta llevándoselo de ahí.

Leticia llegó corriendo y se acercó a mí. Me agarró del brazo y tocó con sus dedos mi labio ensangrentado. Le di un golpe seco en su mano separándola de mi boca y me largué de la empresa.

Bajé en el ascensor con una rabia tremenda. Me temblaban las manos, el corazón iba a mil por hora, quería seguir dándole de leches hasta el cansancio. Estaba tan fuera de mí que me costó encontrar el coche de mi madre, con el que había ido a la empresa. Cuando lo encontré me subí e intenté relajarme. Se abrió la puerta y entró Leticia dentro del coche.

-¡Sal del puto coche! –grité.

-No voy a salir, tenemos que curarte el labio –hizo una pausa- Arranca.

-¿No me has oído? ¡Sal! –volví a gritar.

-¡No voy a salir! ¡Arranca! –gritó ella.

Era la primera vez que Leticia me gritaba. No sé si fue por ser la primera, o por no tener ganas de seguir gritando, que hice caso a la tía que más odiaba en mi vida, que arranqué el motor. Dijo que parara en una farmacia cercana a nuestra posición. Esperé mientras que compraba lo necesario para curar mi labio. Aparqué en la puerta de casa. Al abrir la puerta Leticia me paró.

-Deja que te lo cura yo… -dijo sacando un bote de betadine junto con algunas gasas.

-¿Vas a curarme el labio? Yo puedo solito –quise quitarle las gasas de la mano.

-No, el labio te lo puedes curar solo, lo sé… yo solo quiero curarte el corazón –dijo.

-¿Mi corazón? –sonreí con tristeza- Ese ya no tiene arreglo y mucho menos tú podrás curarme. –la miré a los ojos.

No me había dado cuenta hasta ese momento de lo guapa que estaba, no había cambiado nada, seguía tan preciosa como siempre. Me fijé en sus piernas envueltas en esa falda por debajo de las rodillas, tan sexy.

-Sé que fui una hija de puta, no tengo perdón… -acarició mi mejilla- Pero quiero intentarlo –se acercó a darme un beso y la paré.

-No voy a caer en tus encantos, nunca más –la aparté lentamente.

Verla de esa manera, tratando de arreglar algo que me hizo tanto daño volvió a encender mi rabia hacia ella. Con un movimiento rápido llevé mi mano hasta su sexo subiendo la falda. Metí mis dedos dentro de sus bragas y la miré.

-¿Qué… Que… haces? –preguntó con los ojos bien abiertos.

-Cobrarme lo que me debes –moví mis dedos masajeando su clítoris- ¿Te gusta? –sonreí.

-Déjame por favor… -suplicó.

-¿Por qué? –pregunté- Estoy sintiendo que te gusta… estas empapada –sonreí de nuevo- Menuda putita tengo aquí… -me acerqué y le mordí el cuello.

Empecé a masturbarla ahí, dentro del coche de mi madre, en la puerta de casa. En cualquier momento podría salir alguien de mi familia, tal vez algún vecino paseando, pero me daba todo igual. Quería ver como esa zorra que tanto daño me hizo se corría con mis dedos en su vagina. Quería que gritara viendo en lo que me había convertido, que viera lo capaz que era en el sexo.

-Ahhh –gemía Leticia suavemente dejándose hacer.

-¿Ves? Te gusta, yo sé que te gusta… -busqué su boca y la besé con rabia.

-Para por favor… esto, esto no está bien… para por favor… -me suplicaba  a la vez que gemía.

-¿No puedo tocarte? ¿Por qué? Yo no pero todos sí, Julián si… -le dije junto a su oído.

Paró de gemir. Apretó con sus uñas mi brazo haciendo que el dolor sacara mi mano de su coño.

-¿Qué coño haces? ¿Estás loca? –pregunté mirando mi brazo.

-Nunca me acosté con Julián… ¡Nunca lo hice! –gritó saliendo del coche y dejándome allí.

Estaba claro que estaría equivocado, o tal vez estaba compinchados. Tenía que saber muchas cosas… y por supuesto tenía que acostarme con Leticia, quería hacerla gritar, quería que gritara mi nombre cuando llegara al orgasmo. La quería hacer mía. Quería que me pagara con su cuerpo el daño que me hizo y tenía que conseguirlo. Ella estaba por la labor y yo tenía todo lo necesario para hacerlo. Estaba claro que Leticia tenía mala conciencia y yo iba a atacar por ahí.