Hisrorias De Oficina T2-9-
Seis meses después...
Capitulo Nueve
El tiempo había pasado muy rápido, me había mantenido alejado de todo y todos. Las noticias de que la enorme fundación Márquez estaba en crisis desde el momento en que su fundadora había sido estafada y robada se había esparcido de forma tan rápida que llamó mi atención.
Mi mirada se fijó en el tablero, su mano se deslizó por sobre la superficie moviendo la pieza.
- Jaque – anunció.
Pensé durante unos segundos, el ajedrez era un viejo conocido que desde hacía años no jugaba, pero dentro del programa contra mi alcoholismo había desempolvado. Tome mi caballo y realice una jugada. Ella sonrió e instantáneamente movió un alfil.
- Jaque – repitió.
- Lo sé – respondí molesto.
Moví otra pieza, obstaculizando el camino al rey, luego me di cuenta de que esa era la peor jugada. Su reina se movió devorando a mi torre y nuevamente…
- Jaque
Observe el tablero buscando cualquier salida, algo que no me haga perder por tercera vez consecutiva.
- Mate – dijo ella tras unos segundos – ¿jugamos de nuevo?
- No – respondí de forma cortante levantándome de mi asiento.
Me acerqué a la mesa de pino sirviendo dos copas heladas, aunque desde hacía tiempo ya no eran de alcohol sino de jugo de frutas.
- ¿Qué planes futuros tienes?
- Por el momento nada – dije volviendo a la mesa poniendo una copa a su lado – recuperar a mi hija, volver a forjar un imperio y destruir a la competencia que aparecerá.
- No será fácil, astutos rivales aparecerán frente a ti.
- Planeo eliminarlos, a todos ellos.
- Tranquilo.
Sonreí al momento que levantaba la fina copa, durante estos seis meses lo único que había hecho era estar sin hacer nada más que leer, asistir al psicoanalista y un montón de paparruchadas más.
- ¿Que pasara si Mariza no colabora según lo pensado?
- Lo hará, Mariza se ha convertido en una mujer de negocios.
Tomé un sorbo de mi copa, dejándola sobre la mesa. La reunión debía terminar, ya no tenía tiempo para seguir hablando, necesitaba cumplir un cronograma.
Mas tarde esa misma noche, tome un avión que me llevaría rumbo a mi país. Abandonar el proyecto no era mi propósito, seguiría estando en contacto con mi psicólogo, sólo es que recordé sus palabras – es importante que te reencuentres con el lugar de tu caída para que conozcas el lugar de tu ascenso – sonreí mirando por la ventanilla del jet privado. Una de las aeromozas se acercó saludándome con mucha amabilidad.
- Disculpe Sr. Vask, estamos listos para despegar.
- Procedan – dije asintiendo.
Volar siempre fue algo que me fascino, esa extraña sensación de creer que al menos por un momento vencemos a la gravedad. Definitivamente aprender a pilotear estaba entre mis tareas pendientes. Los motores aceleraron cada vez más despegando con majestuosidad mientras observaba como el suelo se alejaba de mí. La voz del comandante de la nave pudo escucharse dentro de la cabina – su atención por favor Señor Vask, de no cambiar las condiciones meteorológicas llegaremos a nuestro destino en aproximadamente trece horas. El clima se encontrará soleado por encima de los veinte y cinco grados. Gracias por elegirnos, su presencia sin duda generara algo de polémica, esperamos que se sienta listo a la hora de su llegada al país.
¿listo? – pregunte a mí mismo – hace meses que estoy listo.
Las horas pasaron mientras me seguía informando acerca de las causas y consecuencias de “la caída” de la fundación Márquez. Apenas pude llegar a dormir, solo pequeñas siestas, pero sin llegar a un sueño reparador. Jamás pude dormir bien en los aviones, mucho menos si se trataban de largas travesías. Durante todo el trayecto intente mantenerme lo mas ocupado posible hasta que finalmente se iniciaron los procesos para el aterrizaje. Al llegar me encontré con una pista completamente desierta, a excepción de un pequeño auto. Lucio me observaba mientras poco a poco me acerque a él, sonrió con cara de un niño recibiendo un ansiado regalo y me abrazo con mucha fuerza.
- A mí también me da gusto verte viejo amigo.
- Víctor – dijo con voz quebrada – que alegría que te encuentras bien, tu madre hubiera cruzado los siete infiernos, si hubiera sido necesario volver y castigarme por dejarte partir.
- Mi madre siempre supo dejarme en las manos indicadas – respondí por fin tomando distancia – ¿todo en orden?
- Como siempre señor, la fundación Márquez hará un acto caritativo mañana mismo por la noche, ya me aseguré de conseguir una entrada para usted. Puse en orden sus papeles y vendí la casa al mejor postor, aunque si me permite decirlo en mi sincera opinión fue una equivocación.
- Confía en mí, me trae malos recuerdos. Además, necesito otra cosa de ahora ¿me llevas?
- Para eso estoy aquí.
- Bien me pasaron un dato interesante – dije sacando mi celular, enviando la dirección por mensaje.
- Señor…esto dista mucho del centro, es la parte suburbana de la ciudad, el valor del terreno es bajo y esta muy alejado de su estilo de vida.
- Exacto – dije sonriendo.
La propiedad en si, tal y como había dicho Lucio era una modesta casa, lejos de la enorme urbe a la que siempre había estado acostumbrado. Contaba con solo tres habitaciones, una cocina-comedor, un baño pequeño, un garaje aceptable y lo más importante un jardín de cincuenta metros de largo. El vendedor con el que me había citado estaba más interesado por mi presencia ahí que por el hecho de estar vendiendo la propiedad.
- Bueno ya vieron el lugar, cuenta con tres escuelas por los alrededores, una primaria dos secundarias. Es un ambiente tranquilo, acogedor, seguro. Es ideal para criar niños, su precio de venta es de doscientos setenta mil dólares.
- ¿Quieres esto Víctor?
- Si, es perfecto. Le daré quinientos, encargase de los papeles y quédese con lo que queda. La quiero para hoy mismo ¿queda claro?
- Clarísimo Sr. Vask, me encargare ya mismo.
Saludo a cada uno y se retiró inmediatamente, dejándonos ya las llaves a nuestra disposición. La compra dio como resultado el cuestionamiento de Lucio ante la idea de que estaba tirando mi dinero en una propiedad que no me interesaría a futuro.
- Es una compra perfecta mi amigo, a Ana le encantara tener a Lushu en el jardín para poder jugar.
- Creo que desvaría señor, Ana necesitara tiempo para volver a estar cómoda con usted. Tiempo en el que podrá encontrar una propiedad que se adapte a su estilo de vida, además su casa anterior tenía un jardín trasero mucho más grande.
- Era el escenario de mi caída Lucio, no podía seguir viviendo allí. Quiero cambiar de vida, lejos de todo lo que una vez fui. Acompáñame afuera, aun no terminamos aquí.
Nos paramos frente a la sencilla fachada, para observar cada detalle. Sonreí imaginando las posibilidades y luego volví a mirar a mi compañero.
- ¿Ves las casas vecinas?
- Claro señor, todas tienen un estilo muy similar.
- ¿Cuál te gusta más?
- ¿perdón?
- ¿Derecha o izquierda?
- La izquierda tiene un aspecto más hogareño.
- Fantástico, sígueme.
- ¿Donde?
- Sabes a donde.
Nos acercamos a la propiedad contigua donde los vecinos nuevos ya habían notado nuestra presencia, sin duda los autos estacionados en la vereda habían hecho que salgan a mirar que pasaba con la casa en venta. Nos saludaron con alegría reconociéndome en el momento, nos invitaron adentro donde nos pusimos a dialogar en su pequeño cuarto de estar. El hombre de la casa se mantuvo conversando conmigo en todo momento mientras la señora se desapareció por unos minutos volviendo luego con mate y unas galletitas dulces. Eran un matrimonio de clase media, posiblemente ambos tenían sobre los cincuenta años. Apenas entrabas en la casa podías ver fotos de los que supuse serian sus hijos y una nieta.
- Sr. Vask – comenzó diciendo – estábamos a punto de tomar mate cuando llego ¿le interesaría acompañarnos?
- Por supuesto.
La charla prosiguió entre preguntas y respuestas hasta que el momento que esperaba llegó con la pregunta del hombre la casa.
- Señor Vask tengo tantas ganas de preguntar algo, pero no quiero sonar irrespetuoso.
- Tranquilo imagino que ya se cual es su pregunta, pregunte con confianza
- ¿Qué hace aquí?
- Bueno imagino que sabrán acerca de que estuve casado con la presidenta de la fundación Márquez.
- Ohh si, Mariza Márquez. Es una chica tan buena y hermosa – comento la mujer – fue un tonto en dejarla ir, perdone que se lo diga así.
- ¿Perdonarla? Señora no pasa un día sin que me diga lo mismo – dije sonriente – bueno verá, mi idea es asentarme en un ambiente más familiar, más tranquilo y por eso mismo compre la casa junto a ustedes.
- ¿Y pensó en hacer amistad con los vecinos nuevos? – pregunto el hombre.
- Realmente no, luego de la compra me di cuenta de que necesito también esta propiedad.
- Pero nuestra casa no está en venta.
- Lo sé, pero creí q podríamos llegar a un acuerdo entre ambas partes.
Se miraron el uno al otro quedando en un incomodo silencio, dando como única respuesta un contundente “No”
- Los entiendo a la perfección, disculpe mis modales no les pregunte sus nombres.
- Tito – respondió el hombre – va, disculpe Alberto, pero desde que tengo uso de razón soy Tito
- Susana – respondió la mujer mostrándose distante.
- Tito le hago una pregunta, ¿a qué se dedica?
- Manejo un colectivo de la línea catorce, mi mujer es costurera y a veces le traen algunos trabajos los vecinos.
- ¿no cree que es hora de darle a su familia un mejor pasar? – no respondió – déjeme decirle algo, necesito una propiedad más. Ya sea la suya o la de otros vecinos. Lucio dame papel y lapicera.
Se apresuro rápidamente a buscar entre su ropa entregándomelo, escribí una cifra que duplicaba la oferta en la que había comprado la casa de al lado, lo doble y se lo entregué a Tito.
- esta es mi única oferta, es en dólares. Les aclaro que necesito la respuesta ahora.
El hombre tomo el papel y ambos leyeron el monto quedando evidentemente sorprendidos, al borde de un ataque de nervios.
- Dios santo– murmuro susana.
El matrimonio volvió a mirarme, sus rostros quedaron congelados sin poder mostrar otra emoción que no sea la sorpresa e incredulidad. Poco a poco las sonrisas fueron apareciendo mientras estallaban en jubilo.
- Tito, mírame. Realmente noto que eres un buen hombre, es algo de lo que uno no necesita muchas pistas para poder descifrar. Deseo que aceptes esta oferta por eso te doy esa cifra, ambos sabemos que es la primera y única vez que tendrás acceso a esta cantidad de dinero.
Me dio la mano aceptando la oferta y asintió sin decir ni una palabra, me dio los detalles de la casa. Era muy parecida a otra solo que en lugar de tener garaje se agregaba otra habitación, fue en esa propiedad donde le ordene a Lucio que se encargase de contratar seguridad y un grupo de mucamas que se encargaran de mantener la limpieza de ambas propiedades dándoles esa casa como hogar.
Mariza
Mis cuentas habían sido vaciadas, el dinero estaba separado en cuatro sucursales del American Bank. Dos se encontraban en Suiza, en ellas se encontraban los fondos que eran donados desde compañías e instituciones. Eso fue precisamente lo que algunos medios tomaron como iniciativa para comenzar a decir que todo era una estafa propiciada por mí.
La cuestión es que este ataque contra todas mis cuentas no había hecho otra cosa sino comenzar a destruir los cimientos de La Fundación y con ellos mi reputación.
Seis meses después de eso, la situación no cambio en casi nada. Los negocios como por ejemplo propiedades en alquiler generaron suficiente dinero como para poder pagar algunas deudas. Aunque la verdad es que todavía quedaban muchas cosas en el aire, mi gran comodidad económica me había dado la libertad de darme gustos y privilegios que antes no solo no hubiera podido, sino que no hubiera podido soñar ¿un ejemplo? El colegio de Ana. Eva dijo que ella se haría cargo de eso por el tiempo que hiciera falta, vendí mis cosas una a una. Con lagrimas en los ojos fui despidiendo a todos mis empleados quienes quedaban completamente devastados por el hecho de separarse. Sus miradas eran frías, tristes, incomodas, me abrazaron antes de salir de la enorme propiedad que con el paso del tiempo se había ido vaciando mientras se pagaban las cuentas a medida que se remataban las cosas, hasta que finalmente le tocó el turno a la propiedad en sí. Mire atrás por última vez mientras se la entregaba a uno de los empleados del banco.
- Si de algo ayuda decirlo Srta. Márquez siempre fui su admirador.
No, no ayudaba. Nada podía ya ayudarme, dudaba si ese sujeto podría entender que era lo que yo sentía en ese momento. La verdad en una opinión sincera creo que no y creo que tampoco me importara en ese momento.
Desde que subí a ese taxi para dirigirme a casa de Eva, me convertí en su huésped. Algo que me incomodaba terriblemente ya que me sentía un completo parasito, por más que mi amiga me dijera que estaba todo mas que bien, para mi seguía sin ser así. además de eso había confrontado a los bancos donde se encontraban mis cuentas para intentar sin suerte solucionar algo de todo ese problema. Un golpe increíblemente coordinado había sido asestado a cada una de mis cuentas el mismo día, el ataque se había llevado a cabo a través de las redes del mismo banco, utilizando el sistema SWIFT lograron hacer las transferencias de forma acelerada antes que las alarmas sonaran. Me habían explicado acerca de un malware, puertas traseras y no sé qué más, pero la verdad, no entendí nada de todo eso. Ese día me dirigí a la sede de American Bank ubicada en la ciudad de New York para que pudieran decirme que demonios había sucedido, por parte de las entidades bancarias no obtuve respuestas. Un agente que para mi no tenia ni siquiera veinticinco años se acercó a mi tendiéndome una mano amiga,
- Señorita Márquez, empecemos de nuevo. En el día veintiocho de marzo a la hora ocho de la mañana GMT las cuatro sucursales donde usted tenía el dinero sufrieron un ataque, los servidores quedaron bloqueados mientras el sistema transfería el dinero a distintas cuentas a través del mundo.
- ¿Como puede ser esto?
- Srta. Márquez desde el banco aun no han dado ningún tipo de respuesta, pero hay un dato más que interesante.
- ¿Cual?
- American Bank asegura que las únicas cuentas que fueron vaciadas fueron las suyas. El golpe fue perfecto, entraron extrajeron todo y se esfumaron sin siquiera revisar al resto.
- ¿Y entonces?
- Por como yo lo veo tenemos solo dos formas de ver esto, según mi opinión. Número uno el culpable de este ataque es alguien muy apegado a usted, alguien que tenga el conocimiento de cada una de sus cuentas. Número dos alguien que ha estado espiándola, quizá por meses.
Los abogados del banco determinaron que siendo la única afectada, el caso merecía ser estudiado antes de tomar o no acciones legales, ridículo.
Desperté como era ahora costumbre llena de cansancio, miré la hora solo para darme cuenta de que eran las cuatro treinta de la madrugada, había soñado con parte de mi pasado concretamente cuando fui rehén de Sara. Era algo que odiaba de mi mente, siempre que estaba en un momento de autentica mierda, me recordaba uno peor ¿era acaso una forma de gritarme a mí misma que no valía nada? Negué con la cabeza tapándome hasta con las sabanas ¿era una muestra de lo que ya había superado? Una explicación como esa me haría sentir mejor. Sonreí tímidamente con la idea, si pude con todo eso podría sobreponerme a esto ¿verdad? El silencio de la habitación me recordó que estaba sola.
Me levante luego de intentar por más de media hora volver a dormir, me asome al gran ventanal que estaba frente de mi concentrándome en la enorme vista de la ciudad. Sentía un frio que recorría mi corazón, sentía miedo por saber que la fundación tarde o temprano tendría que cerrar ¿Qué pasaría con todas esas chicas?
Me vestí con ropa deportiva me coloque una gorra con unas gafas de sol y decidí salir a correr, llegue a planta baja e ignorando a la seguridad comencé a entrar en calentamiento ¿Algo que rescatar de esta situación? Si, podía moverme con una libertad mayor. Los rumores decían que me encontraba fuera del país, otros que estaba depresiva en una clínica y bla, bla, bla. Recordé lo que Víctor me había dicho sobre los medios de prensa, siempre había gozado de una especie de favoritismo, pero ahora en estos momentos era atacada desde todos los frentes ¿Dónde estaban mis defensores acérrimos ahora que los necesitaba?
Llegue nuevamente al departamento justo para el momento que estaban sirviendo el desayuno, Eva me saludo con su alegría característica mientras Ana permanecía seria. Guardaba su comida en una pequeña lonchera permaneciendo inerte a mí. La abrace mientras daba un beso en su frente – buenos días amor, cada día falta menos para ese añito más – dije con el mismo entusiasmo de siempre
- Se hace tarde para la escuela – respondió en cambio
Eso era otras cosas que no había cambiado, la gente de Eva llevo a la pequeña a la escuela. Quedando yo sola con mi amiga que me veía derrumbarme entre pequeñas lágrimas.
Esa noche llevaríamos a cabo un evento, una gran cena con pinturas y artículos donados por socios de La Fundación. Como era de esperarse todo era auspiciado por Eva y su increíble apoyo hacía a mí, cosa por la que le estaré eternamente agradecida.
Todo comenzaba con los invitados siendo recibidos por una suave melodía musical interpretada por un conjunto de violines, en un perfecto orden los invitados eran acomodados según iban llegando. El edificio Astrid, donde se llevaría a cabo dicha fiesta. Contaba con amplio espacio, un pequeño escenario y un sector donde ubicar toda una orquesta. El gran salón principal era dividido por la enorme pista de baile central que dividía tanto el recinto como a los invitados. Adornado por exquisitas esculturas de mármol e iluminado por los increíbles candelabros de un dorado intenso que colgaban sobre los presentes, hacían del lugar sencillamente perfecto.
El publico esperaba, la luz fue menguando poco a poco hasta quedar iluminado solo el escenario. El maestro de ceremonias dio un descanso a la tranquila música, vestido con un clásico esmoquin tomo el micrófono. Con una voz grave, cargada de experiencia y energía llenó por completo nuestros oídos.
- Buenas noches damas y caballeros – inicio sonriente – bienvenidos sean a esta noche cargada de alegría, emoción y solidaridad.
Un enorme aplauso lo interrumpió mostrando el apoyo de la gente.
- Gracias, damos la bienvenida al Señor Hernán Prado gobernador de nuestra querida provincia.
El hombre se puso de pie acompañado por su esposa, la gente aplaudió mostrando el respeto debido a la pareja, hasta que luego de saludar volvieron a tomar asiento.
- Entonces ahora, damas y caballeros. Señor Gobernador, señora. Demos inicio a la tan esperada subasta.
El gran salón volvió a iluminarse mientras los asistentes comenzaban a traer todos los objetos donados por los socios y colaboradores que la Fundación Márquez tenía alrededor del mundo.
La música volvió a sonar mientras bocadillos y copas de champagne eran repartidas entre los distintos compradores que poco a poco iban adquiriendo las distintas obras de arte.
- ¿Qué pasa? – pregunto Eva.
- Estoy increíblemente nerviosa.
- ¿Por qué? Esta todo saliendo bien, la noche está saliendo perfecta.
- No, no sale perfecto. No estamos recaudando lo suficiente ¿no entiendes que si esta cena no sirve la fundación deberá cerrar?
- Lo resolveremos.
Sus palabras no me convencían esta vez, muchas cosas estaban en juego. Observe su mirada llena de esperanza que trataba en vano de subir mis ánimos. En momentos como estos me alegraba saber que Ana se encontraba en su casa, cuidada y mimada. Completamente ausente de todos los problemas que pasaban por mi mente – acompáñame – dijo tomando mi mano y arrastrándome al escenario. Subimos interrumpiendo educadamente al maestro de ceremonias que no parecía entender nada cuando mi amiga simplemente tomo el micrófono.
- Damas y caballeros, es un gusto tenerlos hoy aquí. Les agradecemos su ayuda, su comprensión. La fundación les agradece, tanto que en estos momentos me cuesta encontrar las palabras para poder expresarlo.
La actitud divertida de Eva, su carisma y viendo que la mayoría de los invitados era hombre sospechaba que también influenciaba su belleza. Dieron como respuesta un potente aplauso.
El momento de la última pieza había llegado, Eva lo leyó directamente del programa y al momento me miro dejando escapar una pequeña sonrisa que me hizo desconfiar.
- El gran momento llego, nuestra última elección para esta noche es una de las piezas más exquisitas disponibles. Además, como muestra de nuestro increíble compromiso con ustedes el afortunado comprador podrá tener, siempre y cuando que lo desee claro. Una cena con la inigualable Mariza Márquez, dejaré que ella misma se los explique.
Me paso el micrófono aun sin poder creer lo que había hecho, mientras mi mente pensaba a mil revoluciones por segundo. Intentando decir algo que justifique la idiotez que había pasado por su mente, durante años me había opuesto a cosas como esta, precisamente ver a la mujer como un objeto y mi mejor amiga sugería algo tan degradante. En ese momento sentí el más terrible desprecio por ella. Tomé el micrófono apenas con una pizca de aliento, cerré los ojos y tomando una bocanada de aire simplemente hablé.
- Buenas noches a todos, al igual que dijo la Srta. Simmons les digo que es algo difícil encontrar las palabras para poder agradecerles. En cuanto a su segunda idea, en su momento se había pensado en que sean ustedes los que hablen con las integrantes de la fundación, con nuestras chicas, nuestros colaboradores directos y conozcan el pasado, la historia que cada uno puede contar.
Los invitados perecieron en silencio mientras tomaba una bocanada de aire y aceptaba el tonto plan de mi amiga.
- En fin, ya que mi amiga sugirió la idea ¿Quién mejor que yo misma para contarles las historias que me inspiraron a luchar tanto por esta causa?
Un aplauso que para mi estaba cargado de sinceridad, se elevo poco a poco. Le devolví el micrófono al maestro de ceremonias dejando continúe mientras permanecía al margen.
- Bueno querido público – comenzó diciendo – que gran verdad ¿Quién mejor que Mariza Márquez? Una mujer que ha dejado todo por esas mujeres que están, pero no son vistas, que no son escuchadas. Una mujer que sufrió en carne propia el peligro de defenderlas, de proporcionarles esperanza. Peleemos todos junto a ella, prosigamos señores. Porque como la señorita aquí presente lo dijo es la pieza mas exquisita de la selección para esta noche.
Dos de los asistentes subían una delicada caja con una de sus caras de cristal, permitiendo ver que contenía un hermoso jarrón.
- Ante ustedes Damas y Caballeros tienen un jarrón correspondiente a la dinastía Ming, se estima su fecha de principios del mil quinientos por lo que estaríamos hablando que pertenece al reinado del emperador Hongzhi. Su precio inicial será de uno punto siete millones.
A pesar de que comenzó con varias ofertas, todo termino en un acalorado encuentro entre dos de los presentes que se encargaban de subir la sistemáticamente la oferta del anterior. La cifra continúo subiendo poco a poco hasta llegar casi a los siete millones, para ser mas exactos seis punto ocho millones de dólares. Eran excelentes noticias, no me imaginaba que fueran a llegar a pagar tanto por él. El maestro de ceremonias extendía la situación tratando de recaudar algo más, pero los números no se movieron.
- Damas y caballeros quedamos actualmente en seis punto ocho millones ¿alguien quiere llegar a siete?
Se extendió un murmullo por el salón, pero nadie pareció estar interesado.
- Quince millones – anuncio una voz conocida entre la multitud.
Todos quedaron callados mientras Víctor se acercaba lentamente con una actitud seria hacia el pequeño escenario.
- Sr. Vask que enorme gusto saludarlo – comento el maestro de ceremonias.
- Gracias y ahora si ninguno de mis compañeros piensa desafiar mi oferta – dijo señalando con su mano al ahora empequeñecido dúo, ambos se negaron – creo que reclamare mi premio.
- Por supuesto Sr. Vask – respondió sonriente – Damas y caballeros con esto damos fin a la esperada subasta.
Los invitados fueron guiados y acomodados en las distintas mesas quedando solamente una libre, para mi y el ganador del último artículo.
Tome asiento mientras lo veía nuevamente frente a mí, se lo veía mucho mejor. Llevaba una camiseta llena de colores vivos formando un extraño símbolo tribal, un pantalón de vestir de un gris plomo junto con zapatillas. Informal, aunque de alguna manera no desentonaba con el resto de los presentes.
- ¿Cómo es que te dejaron entrar?
- Beneficios de ser un Vask
- Mira si estás buscando hacerme enojar… – dije mientras me ponía de pie
- Uhh que mala idea tuviste, es mi primera aparición publica y acabo de desembolsar una cantidad millonaria en este evento – explico con una sonrisa pícara – sonríe y siéntate nuevamente.
Mire a mi alrededor, la situación no llamaba la atención todavía. Obedecí mostrando mi mejor cara y sonriendo volví a sentarme.
- Muy bien, muy natural.
- ¿a qué viniste? – pregunte sin perder mi cara de niña buena.
- Vine a recuperar a mi hija.
- ¿Tienes como momentos de lucidez donde te acuerdas de que Ana es tu hija o es cosa de cuando estas sobrio?
Sonrió sin decir nada, me miro de una forma tan especial. Casi podía palpar al Víctor de años atrás, cuando era yo quien lo miraba sonriendo sin saber que decir.
La respuesta no llego, fuimos interrumpidos por el maestro de ceremonias que saludándolo nuevamente con respeto se acercó a nosotros. Jamás me gustaron los lame botas, definitivamente este no era la excepción ¡qué tipo pesado! aunque tampoco puedo culparlo, solo hacia lo que le pagaron para hacer.
- Disculpe señor Vask, lamento interrumpir su conversación con la bella Srta. Márquez.
Saco de entre su traje una botella de vino, mientras con actitud sonriente se la ponía enfrente.
- Uno de mis contactos me ha proveído de este hermoso vino, directo de Italia especialmente para usted. Año mil nueve cuarenta y cinco.
- Muy atento, pero no me interesa – dijo sin mirarlo siquiera, su mirada se concentraba en mi – regálaselo a otro.
- Pero señor es muy espe
- ¿no me escuchas acaso? – esta vez con voz desafiante lo miro directamente a el – piérdete.
Fin de la adulación – paso por mi mente – sonreí mientras miraba como el tipo se alejaba seguramente estaría confundido por la negativa, era conocido que Víctor era un amante de los vinos.
- ¿Quieres que me pierda también o vas a contestar a mi pregunta?
- No – se apresuró a contestar – Mariza yo estuve muy equivocado sobre nosotros.
- ¿nosotros? Que increíble que lo digas ¿alguna vez hubo un nosotros?
- Si, antes de que te fueras a encamar con ese lunático.
Me levante de mala gana retirándome, no me importaba que apariencias tuviera que cuidar. Como era de esperarse obviamente se levanto siguiéndome, la gente nos miraba.
- Tranquilos, parece que aun tengo la capacidad de hacerla enojar – comento divertido
La gente lo tomo bien, algunos reían con el otros simplemente cuchicheaban mientras nos retirábamos del enorme salón. Abrí una de las puertas en el momento exacto que tomo mi brazo. Dio un último saludo triunfal a sus pares antes de desaparecer de su vista.
- ¿Me explicas por favor que te pasa?
Como también era de esperarse no vio venir el sopapo, cerro los ojos tomando una bocanada de aire e imagino que busco relajarse. Nuevamente nuestras miradas se cruzaban, la tranquilidad habitaba en la suya. Parecía no estar enojado, ni siquiera molesto ¿pensaba que se lo merecía?
- Lo siento, de verdad. Me pase con el comentario.
- Si, creo que te pasaste – dije tratando de retirarme.
Volvió a tomarme del brazo, se le estaba haciendo costumbre. Me recordaba malos momentos.
- ¿quieres hacerme el favor de esperar? Dame un segundo, por favor.
- ¿Qué debo esperar Víctor? – solté ya cansada – llegas aquí de repente, ofreces una suma desorbitante por algo que se perfectamente que no te interesa y cuando nos sentamos a hablar ¿y lo primero que haces es insultarme?
- Si, empecé mal. Deja que lo remedie.
- Estoy harta de dejar que remedies las cosas, además te fuiste hace poco más de seis meses ¿sabes cuánto lleva un tratamiento contra la lucha de un alcoholismo como el tuyo? Años.
- Lo sé perfectamente.
- ¿Y a que viniste entonces?
- A ver a Ana, Mariza yo sé que me he comportado como un idiota durante todos estos años ¿esta bien? Lo sé, veo las cosas mucho más claras que antes. Solo te estoy pidiendo la oportunidad de volver a ver a mi hija a la cara. Por favor, déjame demostrarle que su padre está presente.
¿Cuántas oportunidades se le pueden dar a un hombre? Si bien era verdad que ahora mismo me sentía en deuda con él, además de sentir pena tal vez también sentía que me decía la verdad.
- Basta Víctor – dije cansada – te pido por favor que pares de una vez ¿Cuántas oportunidades desperdiciaste?
- Es distinto ahora.
- Nunca es distinto, te apareces de repente dices unas cuantas frases y pides una nueva oportunidad, siempre fue igual.
- Déjame ayudarte, por favor. Estoy buscando casa por aquí, si alguna vez quieres pasar con Ana me harías un gran favor.
- Lo pensare.
- Lleguemos a un acuerdo, busquemos un trato.
- ¿trato?
- Si, déjame hablar hasta que termine. Podemos buscar una casa para nosotros tres, habitaciones separadas, solo convivencia. Empezar de cero y de a poco ver si lo resolvemos, aunque sea llegar a una amistad.
- Estas completamente desequilibrado, pero en el sentido más literal de la palabra ¿acaso estas tomando algún tipo de medicación?
- ¿Por qué no intentar? Probamos, un día vienes pasas la noche junto con Ana y se van. No hay mejor forma de reparar una relación que demostrarle a esa persona lo mucho que te preocupas por esta bien con ella. Eso siempre decía mi psicólogo.
- Puede que lo diga, pero no me convence.
- Deja al menos que Ana venga a dormir a veces, conseguiré una propiedad con un jardín enorme para que pueda jugar con Lushu ¿Cuánto tiempo más piensa que podrá estar viviendo en el departamento de Eva hasta que entre en depresión?
- Nunca te dije donde esta Lushu ¿me estas espiando?
- Por favor, seamos sinceros ¿Dónde más podrías llevarlo?
- Me parece que muchas cosas pasaron ya Víctor, muchas cosas se dijeron. Quizá con el tiempo podamos lograr algún tipo de avance, pero con calma.
- Por supuesto, con calma – asintió tranquilamente – ¿me puedes dar la cena prometida?
Arreglamos que debíamos volver a entrar tomados del brazo, me dijo que si se veía una nueva unión entre nosotros. Sus camaradas empresarios podrían mostrar un renovado interés en mí, por lo que a ambos nos convenía ser cordiales con el otro.
La cena transcurrió sin ningún tipo de complicación, era tan raro tenerlo frente a mi tomando una copa de agua. Sonreí discretamente ante las ideas que mi mente imagino y limpie mis labios con la suave servilleta de tela blanca.
- Sabes ahora que lo pienso, tuvimos muy poco tiempo para conocernos en profundidad.
- Tal vez sabrías mas de mi si mi hubieras escuchado – respondí sonriente.
- Si, creo q sí.
La respuesta llego acompañada de una actitud triste, casi tan notable como la que había en su mirada. Sonrió con timidez, mientras quedaba en silencio. En un momento miro a la orquesta y sonriéndome dijo.
- ¿recuerdas esta pieza?
Intente recordarlo, conocía la melodía. Era un vals que mi mente conocía, aunque no lograba recordar de dónde.
- Fue de la primera vez que bailamos, en Alemania ¿recuerdas?
A mi mente vinieron recuerdos sobre todo el viaje, sentí que me ruborizaba. Se puso de pie a mi lado, ofreciéndome su mano para incorporarme.
- ¿me permite esta pieza Srta. Márquez?
- Víctor no hay nadie bailando – susurre
- Impongamos la moda.
- Sigo sin saber como se baila de forma adecuada
- Solo déjate llevar.
Algunas miradas ahora caían sobre mí, tome su mano y nos dirigimos a la pista. La teníamos a nuestra disposición exclusiva, una de sus manos tomo mi cintura marcándome el tiempo con suavidad. Nuestras miradas se cruzaban continuamente, me sentía nerviosa reviviendo ese momento. Su actitud tampoco ayudaba, esta versión de Víctor se mostraba alegre y despreocupada. En un momento dado di un giro sobre mis pies siendo sorprendida por un flash repentino, recién ahí me di cuenta de que ya no estábamos solos en la gran pista de baile. Las personas nos rodeaban, sonreí espontáneamente mientras miraba como todos se animaban a seguir nuestros pasos.
- ¿Lo ves? Lo único que se necesita es dar un ejemplo – susurro Víctor.
- Tomo nota – respondí
La música había finalizado con aplausos de parte de todos los presentes, ahora nuestras miradas volvían a cruzarse, en esta ocasión ninguno de los dos lo evitó. Me sentí rara en ese momento. Sus ojos habían recobrado ese singular brillo de antes, me miraba con calidez, sin ese resentimiento que se había vuelto tan parte suyo ¿Cómo había logrado un cambio tan brusco en solo seis meses?
Beso mi mejilla soltando una gran sonrisa, saludo al publico animadamente y tendió su brazo para que lo sujetara – ¿Volvemos a la mesa? – asentí sonriente. Extrañaba esos momentos de tranquilidad, uno de los camareros se acercó – ¿puedo ofrecerles algo?
- Champagne para un brindis ¿quizás? – le pregunte a mi acompañante.
Sonrió negando con la cabeza, observo al camarero – No, ¿tiene algún tipo de jugo de frutas natural?
- Por supuesto Sr. Vask, tenemos toda una selección ¿Cuál desea?
- Tráigame dos del gusto que usted elija, eso solo si mi acompañante desea lo mismo – dijo ahora dándome a elegir.
- Claro ¿Por qué no?
El camarero lo anoto sonriente, retirándose luego. Tantas preguntas pasaban por mi mente para este nuevo Víctor, parecía que adivinaba mis intenciones de ponerlo a prueba. La idea me amargo, sentí un vacío dentro de mi estomago que se expandió como la peste por mi cuerpo.
- ¿Qué pasa? – pregunto.
- No me has dicho a que has venido aún, dime que esta pasando por tu mente.
Sonrió negando con la cabeza, aunque esta vez se podía notar que el también sabia lo difícil que se hace confiar en un mentiroso.
- Lo sé, debe parecer raro…toda esta situación, es rara. Cuando estuve en mi programa contra mi alcoholismo, pasé días tan solitarios y terribles pensando en una verdad absoluta.
- ¿Qué verdad?
- En este tiempo he conseguido ganarme el odio de todo el mundo, empezando contigo. Recuerdo todo lo que paso antes y pienso… ¡que imbécil!
- Haces bien – dije sonriendo, bajo la mirada.
- Luego esta Ana, mi única hija debe sentir solo odio por mi y lo peor es que es un odio justificado. En estos casi seis años, no puedo recordar un solo momento en los que hallamos pasado como padre e hija.
- Esta excusa es igual que las otras tantas que siempre me diste.
- Esta vez es distinto, de verdad que lo es. Déjame que por favor recupere a mi hija, por favor ¿puedo visitarla mañana?
La antigua mirada que antes se mostraba altiva y desafiante, ahora se mostraba llena de culpa, de arrepentimiento.
- ¿Cuántas oportunidades perdiste?
- Cientos de ellas
- ¿Y qué cambio ahora?
- Que ahora puedo verlo claramente – dijo levantando la mirada – Mariza si volví es porque estoy cansado que mi hija apenas me registre.
Asentí bajando mi mirada ¿se merecía algo más? Por más que me dijera lo que dijera para mi seguía siendo exactamente igual a las tantas otras veces.
- Bien, te daré una nueva oportunidad.
- ¡Bien, gracias!
- Viene con condiciones, numero uno. Estaré presente, permaneceré junto a Ana para asegurarme que no le cuentes ninguna mentira y le crees falsas ideas. Número dos, Si fallas en esta ocasión debes prometer que te alejaras de Ana permanentemente.
- De acuerdo, es justo.
- No lo prometiste.
- Lo prometo.
Di por finalizada la cena, me levanté y con un simple gesto de la mano me despedí. Más tarde al reencontrarme con Eva fui acribillada a preguntas, como suponía. Empezamos a discutir sobre como todo volvía a repetirse una y otra vez, solo al decirle de mis condiciones fue que logre tranquilizarla.
La mañana siguiente comenzó de manera más que curiosa, para empezar, desperté tarde. Eran pasadas las nueve cuando abrí mis ojos. Salte de la cama ¿alguien había llevado a Ana a la escuela? Me dirigí corriendo a su cuarto encontrándola profundamente dormida en su cama, algo se me ocurriría para decir en la escuela mas tarde cuando pudiera por fin despertar del todo. Al llegar al comedor me encontré a Eva que empezó a las carcajadas apenas al verme, sin lugar a duda no estaba perfectamente lista para salir a ningún lado.
- Esa clase de peinado no te sienta muy bien y por lo general la gente suele lavarse la cara cuando se levanta.
- Tonta – respondí simplemente.
Sonreí tomando asiento frente a la mesa, tome una tostada le unte bastante mantequilla y mermelada y di un ansiado mordisco.
- Necesito una excusa que justifique ante la escuela porque Ana no asistió y la necesito ya.
- Tengo una.
- ¿tan rápido? – dije con una mueca – ¿Cuál es?
- Es sábado.
Sin lugar a duda era una excusa bastante buena, sonreí sintiéndome una estúpida mientras ella ponía una taza de café caliente frente a mí. Dio un beso en mi mejilla dándome los buenos días.