Hipnotizando a vero
La semana pasada fue la primera vez que hipnotice a una amiga cariñosa, Verónica, o Vero para los amigos, después de una tarde de sexo apasionado. Todo sucedió sin planificarlo, y eso es lo que lo hizo más excitante.
Esta historia es completamente real. La cuento tal y como ocurrió hace aproximadamente unos cinco años.
La semana pasada fue la primera vez que hipnotice a una amiga cariñosa, Verónica, o Vero para los amigos, después de una tarde de sexo apasionado.
Todo sucedió sin planificarlo, y eso es lo que lo hizo más excitante.
Estábamos desnudos sobre la cama, descansando después de haberla pasado muy bien. Yo dormitaba un poco y ella veía la televisión. Estaba viendo un programa de variedades y en eso apareció un hipnotizador que hipnotizó e hizo un par de bromas con los presentadores. Ella se río y me dijo que todo era fingido.
Yo le dije que quizás sí, que a menudo hay farsantes entre los que se presentan como hipnotizadores, pero que la hipnosis en sí era real. Conversamos un rato y le propuse que si ella aceptaba, yo podía hipnotizarla. Ella lo dudó un poco, pero al final, cuando yo le dije que mejor lo dejábamos para otro día, aceptó. No sabía que esa era la última decisión que tomaba por voluntad propia ese día.
No fue fácil, me demoré más de media hora, pero lo conseguí. Como era mi primera vez no sabía si ella estaba fingiendo o no, por lo que empecé a “jugar” con ella, para descubrir si fingía o estaba realmente hipnotizada.
Pero me estoy adelantando, estoy seguro que ustedes quieren saber cómo lo hice. Para empezar les repito que era la primera vez que hipnotizaba a alguien. Siempre me había interesado el tema y me excitaba ver videos eróticos al respecto, pero nunca lo había intentado en serio.
Para hacer que Verónica tenga más confianza en mis “dotes” de hipnotizador, le dije muy suelto de huesos que ya antes había hipnotizado a varios amigos, ella me preguntó a quienes y le mencioné a varios nombres de amigos míos que ella no conocía.
Me preguntó si ella corría algún tipo de peligro y le dije que no. Que era como dormirse normalmente, y que en el supuesto caso de que yo no pudiera despertarla, ella lo haría sola en un rato. Nada del otro jueves.
Como les dije, ella accedió a ser hipnotizada porque tenía curiosidad de vivir esa experiencia. Quería saber si era real o era un fraude. Le dije que no sería posible hipnotizarla contra su voluntad así que le rogué que siguiera mis indicaciones y colaborara.
Les confieso que yo no estaba completamente seguro de poder hipnotizarla pero estaba sereno y no tenía nada que perder, a diferencia de los relatos fantasiosos, ya había follado con Vero y simplemente quería saber sobre mis posibilidades y hasta donde era posible llegar con la hipnosis.
Antes, unas palabras sobre ella. Vero es una amiga mía a la cual conozco hace muchos años, casi desde la época del colegio, con la que empezamos a salir desde la universidad y aunque nunca hubo nada serio entre nosotros, tenemos nuestros encontrones cada mes o algo así. Es delgada y no es ni fea ni bonita, como toda mujer es femenina y atractiva. No llama mucho la atención por la calle cuando se viste normalmente, pero cuando se arregla es llamativa. Yo sospecho que así como conmigo, también es la amiga cariñosa o amiga con derechos desde hace años de otros dos ex compañeros de la facultad, pero ese es su rollo. Cada uno con su vida privada.
Regresemos al tema. Yo había leído libros sobre hipnosis durante mucho tiempo y siempre veía los programas de televisión donde aparecían los más conocidos hipnotizadores. Así que muy campechano le dije que se concentrase en mi voz. Ella me preguntó si usaría un péndulo y yo le dije que eso era para los aficionados. Una pequeña muestra de lo confiado que estaba yo.
Como ya mencioné, estábamos desnudos sobre la cama. Para no distraerme con su desnudez, la cubrí con la sábana hasta el cuello. Apagué la tele y le dije que se concentrase.
Felizmente ese día habíamos elegido un hostal alejado del ruido del centro de la ciudad. Además estaba casi anocheciendo así que no hubo necesidad de atenuar la luz, todo el ambiente era propicio.
Le indiqué que levante la mano derecha y se concentre en el dedo medio. Ella estaba muy seria y colaboraba en todo momento.
Con voz suave pero muy segura, le indiqué que se concentre en su dedo. Con un tono monótono y frases repetitivas le dije que se concentre, que se relaje, que toda su atención esté fijada en ese dedo. Obviamente estaba usando el método de fijación de la mirada que había visto muchas veces en la televisión y había revisado en libros especializados. En realidad, sin saberlo, me había estado preparando todos esos años para ese preciso momento.
Como cualquiera puede comprobar, tener la mano levantada mucho tiempo produce cansancio y poco a poco se cae, es algo fisiológico, ahí no interviene la hipnosis, pero eso no lo saben todos. Y no se cae de golpe, se dobla por el lado del codo. Así que ella tenía la palma hacia delante, de modo que cuando se empezó a doblar el brazo por ese fenómeno de cansancio, dirigiéndose hacia su cara, seguro que lo atribuyó a mis indicaciones.
Ella seguía concentrada en mi voz y yo seguía con un tono monótono y tranquilizador diciéndole que pronto quedaría en trance. Cuando la mano tocó su cara, se quedó quieta ahí y yo le dije que se relaje y seguí con otra técnica de profundización.
Le dije que unas soguitas levantaban sus manos jalándolas desde el techo. Ella tenía los ojos cerrados y obedecía mis indicaciones. Ambas manos se elevaron lentamente. Yo continúe profundizando. Repetí el proceso varias veces. Sus manos se elevaron y bajaron según yo la guiaba.
Entonces, en eso que subía y bajaba sus manos y sus brazos, la sábana empezó a bajarse dejando ver el nacimiento de sus senos. No pude resistir la tentación y le quité toda la sábana. Vero no se movió ni protestó, siguió donde estaba, ya completamente concentrada en la hipnosis.
Obviamente me dejé llevar por la situación y pronto tenía una erección bastante sólida. Vero estaba quieta y obedecía órdenes simples: levanta la mano, baja la mano, tócate la oreja, abre los ojos, cierra los ojos, etc.
Le dije que abriera las piernas y obedeció. Que abra la boca y sacara la lengua y obedeció.
Como es algo común, le dije que olvidara el número cuatro y luego de despertarla momentáneamente le dije que cuente sus dedos. Cuando lo hizo, en su cara se veía su contrariedad y extrañeza por tener once dedos.
Volví a dormirla y luego le hice un par de pruebas más y cada vez me convencía yo mismo de que había logrado hipnotizarla, pero no tenía la seguridad total, tenía que hacer unas pruebas más.
Primero probé la anestesia de algunas zonas de su cuerpo. Con la ayuda de un mondadientes le hinqué en varias partes del cuerpo. Esa prueba no me convenció porque se notaba que le dolía cuando presionaba con fuerza. Yo había visto que en la tele inclusive le clavaban agujas a los que estaban hipnotizados y hasta hacían colocación de piercings sin anestesia, así que estaba medio en duda.
Quizás no estaba completamente hipnotizada así que profundice más con las técnicas de visualización. Cada vez la llevaba más profundamente a un nuevo nivel del trance. Como la prueba de anestesia había resultado fallida, finalmente se me ocurrió hacer que se ponga de pie y se acerque a la ventana, así como estaba, completamente en pelotas.
Le indique que corriese las cortinas y viese por la ventana. Le dije que no sentiría vergüenza porque estaba completamente vestida, que no había motivo para avergonzarse.
Ante mi sorpresa, ella lo hizo. Completamente en pelotas abrió la cortina y miró por la ventana como si estuviera completamente vestida. La dejé ahí casi como medio minuto, tiempo suficiente para saber si fingía estar hipnotizada y no tanto como para que algún curioso se percatase de su presencia y generase algún alboroto.
Ya más convencido, le dije que caminara como un mono, luego como una gallina y finalmente que ronronee como una gatita. Ella obedecía torpemente al principio, pero luego con más soltura. No se rió en ningún momento y estaba concentrada en seguir mis indicaciones.
A veces parecía que se iba a despertar por lo que yo la detenía un minuto o dos para hacer otra profundización.
Después de varias imitaciones de animales, le dije que se siente en la cama. Se la veía muy tranquila, con el rostro inexpresivo y completamente despeinada. No pude resistir la tentación y le dejé dos órdenes posthipnóticas, que al besarle los senos ella hablaría sin parar, de cualquier tema pero seguiría hablando. Y si cogía sus tetas con las manos, ella me chuparía el pene.
Nos volvimos a acostar, tal como estábamos al inicio y le hice la técnica de despertarla. Le dije que al despertar se sentiría feliz y contenta, completamente feliz y que le gustaría repetir la experiencia cuanto antes. Entonces la desperté, ella despertó algo confusa pero me dijo que la había pasado muy bien. Que estaba contenta.
Dejé que pasase un rato y luego empecé a besarle los senos. Y tal como se lo había indicado, empezó a hablar de lo que había hecho el día anterior. Traté de que se calle, tapándole la boca suavemente pero nada, seguía hablando como una lora.
Cuando tomé sus senos con las manos, de inmediato ella se incorporó y buscó mi pene para metérselo a la boca. Luego de un rato, la aparte con delicadeza y volví a besarle los senos y me empezó a contar de una telenovela de moda. Le indiqué un par de veces que se concentrase en mis esfuerzos bucales pero ella seguía hablando.
Así estuvimos un rato más, ella callaba o me chupaba el pene, alternativamente si yo le besaba las tetas o las manoseaba, finalmente la acomodé en su pose favorita y acabé dentro de ella.
Luego de ducharnos la llevé a su casa. Antes de bajarse de mi carro, me dijo que la había pasado muy bien y que “deberíamos repetir lo de la hipnosis cuanto antes.” El día había resultado realmente muy entretenido.
Espero que la hayan pasado bien leyendo este relato que no es producto de la fantasía y pongan comentarios para saber si debo seguir contando lo que paso después.