Hipnotizando a Brianna (1) con una foto real
Escribir trae gratas sorpresas si eres sincero con tus lectores.
Hipnotizando a Brianna (1)
Con una foto real de regalo.
Con frecuencia recibo correos de lectores interesados en varios temas. Algunos quieren conocerme en persona y ser hipnotizados. Generalmente los que me escriben son varones gays y como yo soy heterosexual me es difícil acceder a su requerimiento. Otros son varones que desean que hipnotice a sus esposas. Gentilmente les explico la verdad sobre la hipnosis. Si la persona no colabora y no sigue las indicaciones, es imposible colocarla en trance hipnótico.
A veces también recibo correos de mujeres que desean ser hipnotizadas. Lamentablemente este tipo de mensajes son escasos o provienen de damas que viven en países distintos al mío. He tenido varias sesiones por webcam pero no es lo mismo que una sesión real.
Finalmente, uno recibe correos como el de Brianna. Una joven mujer casada con muchas ganas de ser hipnotizada.
Obviamente ese no es su nombre real. Debo guardar la reserva de caso.
Cuando me escribió, pensé que era uno de tantos correos con remitente femenino tras el cual se escondía algún bromista. Nos estuvimos escribiendo por varios días hasta que me pidió ser hipnotizada. Le pedí una muestra de la sinceridad de su pedido. Esa fue la primera foto que me envió.
Quedé gratamente sorprendido. Era una mujer joven y atractiva. De mi país. Y con ganas de experimentar de nuevas experiencias sexuales.
Su historia era muy común. Se había embarazado muy joven de su novio de la adolescencia. Se habían casado y la rutina se había apoderado de su matrimonio. Su esposo la engañaba con otras mujeres y ella permanecía como esposa fiel y abnegada debido a las convenciones sociales.
Como válvula de escape había empezado a leer relatos eróticos en la web. Por ese medio me conoció y luego de pensarlo durante meses, se decidió finalmente a escribirme. Ser hipnotizada era una de tantas fantasías que deseaba hacer realidad.
Le dije que yo guardaría la discreción del caso. Para publicar este relato cuento con su aprobación. Espero que le guste a ella y a todos ustedes.
Después de enviarme esa foto, el siguiente paso era conocernos en persona. Ella mantenía sus dudas pero yo no la presionaba. Avanzamos con lentitud y eso fue la firme base de una experiencia muy agradable.
Finalmente nos conocimos, en una cafetería del centro de la ciudad. Ella acudió en compañía de una amiga. Conversamos casi tres horas. Las dos tenían cientos de preguntas que traté de responder lo mejor que pude.
La siguiente reunión fue solo entre los dos. En un motel de las afueras de mi ciudad. Ella acudió puntualmente, con lentes oscuros y un sombrero enorme. Parecía estar muy nerviosa pero estuvo más tranquila cuando nos quedamos a solas en la habitación.
Debo confesar que no me esperaba lo que sucedió apenas se cerró la puerta detrás de ella. Brianna se abalanzó sobre mí como una leona. Sus brazos rodearon mi cuello y su boca parecía querer devorar la mía. Me costó un par de segundos retomar el control de la situación.
Nos desnudamos y pasamos a la cama. No me explayaré sobre lo que hicimos pero creo que agotamos las posturas del kamasutra. Brianna era muy complaciente y estaba en dieta sexual desde hace buen tiempo. Un par de polvos después y una ducha rápida, pudimos concentrarnos en nuestro verdadero motivo de reunión.
Hice que se sentara en el borde de la cama y empecé con una técnica de relajación progresiva. Le indiqué que levante la mano derecha a unos centímetros de su rostro y se concentre en el dedo medio. Con un tono de voz monocorde, le indiqué que se concentre en su dedo. Con frases repetitivas la fui relajando cada vez más. Diciendo que su dedo se acercaba más y más a su cara.
Brianna estaba muy concentrada. Tenerla desnuda y siguiendo mis indicaciones tuvo un efecto en mi polla, a pesar del trajín anterior, pero no permití que eso interrumpiese la sesión. Ella había acudido a mí para ser hipnotizada y yo la satisfacería.
Después de unos minutos, la mano de Brianna tocó su cara, se quedó quieta ahí y yo seguí con la profundización. Dije que su mano caería a un lado. Lo cual sucedió de golpe.
La relajé cada vez más. Con el mismo tono de voz. Luego la recosté suavemente sobre la cama. Empecé con órdenes simples mientras continuaba con la profundización.
Tras un cuarto de hora le indiqué que abra los ojos y se ponga de pie. Ella obedeció, pestañeando un poco confundida. La reinduje de golpe para seguir con la sesión.
Mientras la sostenía entre mis brazos, aproveché para hacerle un buen magreo de las tetas y el culo. Era el sueño erótico hecho realidad de todos los hipnotizadores pervertidos.
Luego hice que olvide un número, le cambié de nombre y le provoqué ceguera parcial de objetos. Todo funcionaba a la perfección.
Con la ayuda de una silla y el borde de la cama, hice la prueba de la catalepsia con ella. Funcionó a la perfección. Definitivamente Brianna estaba hipnotizada profundamente.
Continué con las clásicas imitaciones de diversos animales domésticos. Ella estaba muy concentrada en sus sucesivos papeles. Después me dijo que la había pasado de maravilla obedeciendo todas mis indicaciones.
Después de varias imitaciones de animales, la dejé de pie en medio de la habitación. Tenía el rostro completamente inexpresivo y estaba muy despeinada.
Para continuar con los juegos eróticos, le dejé la orden posthipnótica de que si le cogía el seno derecho me haría una mamada y se detendría cuando le tocase el seno izquierdo.
Procedí a despertarla. Le dije que al despertar se sentiría muy feliz. Ella abrió los ojos y me dijo que estaba feliz con la experiencia. Lucía una amplia sonrisa.
Le dije que ya era tarde y debíamos empezar a vestirnos para irnos. Brianna buscó su ropa y empezó a vestirse.
Me senté a su lado, le rodeé los hombros con mi brazo izquierdo y le toqué el seno derecho. De inmediato ella se agachó y buscó mi verga para tragársela entera. Solo se detuvo cuando le toqué el seno izquierdo.
Repetí la sugerencia de que siguiéramos cambiándonos y ella obedeció. Volví a tocarle el seno derecho y nuevamente ella me mamó la polla sin dudar. Parecía que no había chupado un pene desde hace años. Luego de un par de minutos repetí la maniobra para detenerla.
Jugamos así un buen rato hasta que en una de sus mamadas no pude más y me vine en su boca. Ella se tragó mi leche con fruición. Se notaba que le agradaba mucho.
Luego de otra ducha para quitarnos el sudor del pueblo, compartimos un taxi. En el trayecto casi no cruzamos palabra pero ella me hizo un par de guiños y me señaló el móvil para indicarme que nos comunicaríamos por ese medio.
El taxi la dejó a dos cuadras de su casa y luego partimos rumbo a mi domicilio. Había sido la primera sesión de varias que siguieron.
Espero que hayan disfrutado el relato. Escribir trae sus satisfacciones. Como leí en un foro de temas eróticos: “la realidad suele superar a la ficción.”