Hipnotizada

A ojos de todo el mundo, yo era una persona triunfadora y con el perfecto control de mi vida. Algo me hizo perder el control.

A ojos de todo el mundo, yo era una persona triunfadora y con el perfecto control de mi vida. A mis poco más de 40 años dirigía una pequeña empresa que había levantado con mi esfuerzo y ahora me proporcionaba una estabilidad económica envidiable. Físicamente era algo parecido. Nunca, a pesar de las largas jornadas de trabajo, había descuidado mi estado físico. He de confesar que también la naturaleza ha sido generosa conmigo y me ha dotado de un cuerpo y cara bonitos y unas proporciones casi perfectas.

¿Todo era tan perfecto? No!. Para construir todo lo que tengo en mi vida he tenido que descuidar otras cosas, quizás muy importantes, pero que yo había dejado en un segundo plano. Mi vida afectiva, por ejemplo, directamente, no existía. Tenía familia y amigos, sí, pero nunca tuve una pareja. En cuanto al sexo, nunca pasó de encuentros puntuales más bien anodinos y mis masturbaciones no pasaban de un dedo discreto. Pero yo había sido consciente en todo momento de que por lograr otras metas estaba dejando de lado todo esto.

Sucedió que una noche en casa, tras la cena, me entretenía viendo unos videos de estilismo, decoración, belleza... qué sé yo, cosas que me entretienen y logran despejar mi cabeza de temas laborales. En uno en concreto notaba cambios en la iluminación, píxeles que cambiaban de color y ruidos extraños que estaban siendo molestos, pero no sé por qué no pulsaba el botón para cambiar el video. Estaba como absorta en él y algo me impedía dejar de verlo. Antes de finalizar aparecía un mensaje que implícitamente ordenaba a pulsar un enlace.

Automáticamente pulsé el botón y redirigió a otro video con imágenes psicodélicas con cambios repentinos en colores y flashes a modo de introducción. Salían mensajes indicando que no me resistiera, cosa que no había pensado hacer ya que estaba embobada sin poder dejar de mirar la pantalla. Acto seguido comenzaron a salir mensajes en inglés e imágenes de pollas enormes. Los mensajes decían que lo estaba deseando, que no me resistiera, que tenía que chupar pollas mejor que nadie. Cambió la temática y las imágenes eran de mujeres muy sensuales con las piernas bien abiertas en distintas posturas y metiéndose consoladores enormes tanto por la vagina como por el ano. Los mensajes decían que necesitaba buscar una buena polla y metérmela por todos mis agujeros.

Terminó el video con un mensaje que decía que me tocaba a mí. No sabía que me pasaba. Mi vagina estaba húmeda e inconscientemente estaba tocándome un pezón sobre la camiseta de andar por casa que llevaba puesta. Como un autómata me levanté y busqué algo que pudiera hacer las veces de un consolador. Necesitaba tener algo dentro de mí. Encontré en la nevera una bolsa con zanahorias de un buen tamaño. Lavé la más grande de ellas y la llevé a mi boca para chuparla y calentarla un poco. Al rato estaba desnuda sobre el sofá con las piernas despatarradas y la zanahoria en mi coño. Con la otra mano frotaba mi clítoris casi con desesperación buscando el orgasmo. Lo necesitaba. Y al poco rato me contraje al notar como me subían oleadas de placer. Llegué incluso a mojar el sofá al correrme.

Pero a pesar de haber tenido un orgasmo muy intenso no estaba aún contenta. Saqué la zanahoria de mi vagina y la apunté directa al ano. Entre que mis fluidos habían mojado mi ano y que la hortaliza estaba lubricada, con una leve presión comenzó a entrar la punta en mi ano, el cual, hasta ese momento, sólo había servido como agujero de salida.

Presioné un poco más y comencé a sentir un ligero dolor que se acrecentaba conforme iba empujando. Paré un poco pero el morbo que estaba sintiendo me llevaba a no esperar más. Continué introduciendo. El dolor no cesaba en absoluto pero mi intención, casi una necesidad, era sentir como mi ano era profanado. Forcé hasta que buena parte estaba dentro de mí aguantando el dolor y paré cuando llegaba un punto que se me hacía complicado sujetar la zanahoria.

¿Y ahora qué? -me preguntaba ante mi inexperiencia-. Me mantuve un rato hasta que notaba como el dolor iba cesando. Tomé con mi mano flujo de mi coño que seguía empapado y embadurné el anillo de carne que apretaba la zanahoria. Comencé a sacarla y meterla despacio al tiempo que acariciaba mi clítoris de nuevo. Cada vez se deslizaba más suave dentro de mí y el dolor ya no era más que una leve molestia. El imaginarme como las mujeres del vídeo me estaba excitando y la molestia en mi culo pasaba a dejar ciertas señales de placer. ¿Qué me estaba pasando? nunca me hubiera imaginado disfrutar con algo metido en mi culo, pero ahí estaba, despatarrada y acelerando las metidas en mi ano y acompasándolas con las caricias que me daba en el clítoris.

Necesitaba tener los dos agujeros llenos, así que deslicé un par de dedos en ni coño. Jamás había sentido esas sensaciones y notaba como llegaba otro orgasmo. Mi coño de nuevo chorreó casi más que la vez anterior, pero no retiré ni la zanahoria ni mis dedos. Incluso aceleré los movimientos. Al poco rato empezaron a encadenarse orgasmos y llevarme a un estado de excitación para mí desconocido.

Cuando terminó la oleada de placer quedé derrengada, pero me di cuenta de que lo que me invadía el trasero podría salir manchado. Con cuidado me levanté y fui hacia el baño. Notaba como al moverme me seguía transmitiendo sensaciones placenteras. Al llegar al baño ya estaba jugando con mi coño otra vez. Entré en la ducha, me puse en cuclillas y terminé por tener otro orgasmo que me dejó tirada en el suelo. Me recompuse y saqué la zanahoria que salió muy manchada. Me lavé un poco y me deshice de mi objeto de placer.

Nunca solía dormir desnuda pero ese día me pareció lo más natural del mundo.

El día siguiente me levanté con la obsesión de hacerme con un consolador más grande que la hortaliza del día anterior. En la empresa, a pesar de la carga enorme de trabajo que tenía, no podía quitar mi cabeza de lo sucedido anoche y estuve navegando para informarme de algunas cosas. Al salir de la oficina pasé por una farmacia y compré unos enemas y me desvié a un sex-shop que había visto en la carretera para comprar un nuevo amigo.

Entré avergonzada y al preguntar a un dependiente me señalo con bastante desparpajo una zona en la que había un muestrario bastante extenso de consoladores de todos tipos y tamaños. Para no pasar mucho tiempo ahí elegí uno con un tamaño algo mayor que la zanahoria y con aspecto más o menos realista. Pagué en metálico y salí de allí como alma que lleva el diablo.

Ya en la tranquilidad de mi casa me desnudé y me apliqué el enema. Dejé que hiciera efecto y acto seguido, como había leído, dejé mi interior limpito. Mi coño estaba húmedo, y no del agua. Me tumbé en mi cama y acerqué la punta del consolador a mi vagina que se humedeció y esa humedad sirvió para que poco a poco estuviera dentro de mí.

Puse el portátil al lado de la cama y busqué el video del día anterior en el historial del navegador. Apareció el mismo comienzo del video, pero las imágenes y mensajes eran distintos. Todas las mujeres vestían lencería muy sexy y se penetraban con consoladores mayores que el que yo tenía en mi vagina. Los mensajes decían que las zorras como yo debían estar sexys y meterse enormes pollas. Comencé a mover el consolador mientras mentalmente repasaba cuales de mis conjuntos de lencería podrían parecer a los que veía en el video, pero vi que ninguno se parecería. Me dio rabia y me metía el consolador casi con furia rozando con mi dedo mi clítoris con ello.

Las imágenes cambiaron. Las mismas chicas que antes llenaban su coño y culo con enormes dildos ahora chupaban y masturbaban un buen número de pollas que tenían alrededor. Los mensajes decían que deseaba un bukkake, que todas las putas lo disfrutaban. Yo no sabía que qué era eso, pero imaginaba que sería estar rodeada por un montón de pollas a las cuales había que atender. Las imágenes iban cambiando, pero volvía el carrusel a las mismas chicas cubiertas de semen. Eso sí que no lo tengo a mano -pensé-, pero saqué el consolador de mi vagina y procuré tragarlo todo lo que daba mi boca, que no era lo que las chicas de las fotos se metían. ¿Cómo lo harían?

Después de chupar bien el consolador cambiaron las imágenes. Las chicas, en la posición de perrito, recibían las pollas de los chicos que las rodeaban de uno en uno. Instintivamente me metí el consolador en la vagina para lubricarlo y apunté a mi ano. Me costaba bastante más que la zanahoria hacerlo entrar hasta que encontré una posición que me permitió poder llegar a introducir la punta. El dolor era inenarrable. Mucho más que el día anterior.

Seguía con mi vista puesta en la pantalla y no quitaba ojo a como una polla tras otra perforaban el culo de las chicas. No podía parar y con gran dolor el consolador iba entrando. Sabía, eso sí, que ese dolor iba a dar paso al placer.

El video finalizó, pero yo continuaba jugando con el dildo en mi ano. Tenía que ser como esas chicas, necesitaba que mi culo se abriera y pudiera recibir una polla enorme. Al rato el dolor se desvaneció. Las sensaciones eran más intensas que el día anterior. ¿Cómo me podía haber perdido esto? -pensaba-. Al poco rato llegó el orgasmo. Mi mano seguía con el mete-saca y la otra la llevé a mi clítoris. No había pasado el primer orgasmo cuando llegó otro y tan intenso como el primero. Como no cesaba de masturbarme los orgasmos iban sucediéndose uno tras otro hasta que quedé rendida.

Había tenido la precaución de tender sobre la cama una toalla para no manchar. Saqué el consolador de mi ano y salió limpio por completo. Tuve, en ese instante, una sensación de orgullo por el trabajo bien hecho.

Aún era temprano así que me levanté de la cama, me puse algo y me preparé la cena, la cual comí en el sofá frente a la TV. Estuve saltando entre canales hasta que di con un programa que hablaban de juguetes sexuales, pero desde el punto de investigación. Salieron imágenes, de hecho, del sex-shop por el que había pasado y entrevistaron brevemente al dependiente que me había atendido esa misma tarde.

Quedé boquiabierta con la cantidad y variedad de juguetes para adultos. La estrella era un consolador que vibra y que, por lo que cuentan, está haciendo furor entre mujeres ya mayorcitas. Salían otras cosas para atar y amordazar a la pareja, lencería erótica -aquí sí que atendí especialmente- y otras muchas cosas, incluso mobiliario.

No sé por qué, pero ver todo aquello me estaba poniendo caliente de nuevo. Como la tendencia de mi mano en ese momento era ir hacia mi vagina, dejé sobre la mesa el bol de la ensalada para que no se me cayera.

Desgraciadamente el programa terminaba ya y pasaban a otro sobre el tráfico de animales o algo así, que no me interesaba en absoluto. Me fui a por mi portátil para ver de nuevo esos videos. Era casi una obsesión que, en los pocos ratos que lo pensaba fríamente, no entendía en absoluto y que sentía que se adueñaba de mí, pero no me podía resistir a ello.

Volví a reproducir el video y de inicio salían las imágenes psicodélicas de otras veces. Pero en vez de continuar con escenas o imágenes de sexo aparecía una chica de cara angelical, rubia y delgada, pero con unos pechos prominentes y vistiendo un conjunto de lencería muy sexy y elegante a la vez. En ciertas zonas de la pantalla aparecían destellos tenues y como me había pasado ya, no podía quitar ojo de la pantalla a pesar de que la chica estaba parada y en silencio. Tras dos flashes la chica comenzó a hablar, esta vez en castellano:

  • Bienvenida. Has llegado hasta aquí y deseas más sexo. Necesitas disfrutar. Tranquila, yo te guiaré. Seguro que te estás tocando.

Sentí una inmensa calma con las palabras de esa chica y efectivamente mi mano estaba en mi vagina que estaba completamente empapada.

  • Necesitas sentir dentro de ti una polla o varias. Quieres ser follada en todas las posturas. Deseas sentir como tu cuerpo es usado. Has llegado al lugar idóneo.

Parecía que me estaba leyendo el pensamiento. Jamás había sentido un deseo tan profundo de sexo y nunca me había sentido tan insatisfecha como en ese momento, a pesar de llevar varios orgasmos ese día.

Apareció un enlace en el video y la chica me invitó a ponerme en contacto entrando en él. Pero antes, me dijo, podría ver como disfrutaban otras chicas, reales, que habían contactado con ella.

A continuación, salían escenas donde chicas bastante normales (con la cara oculta) chupaban pollas como desesperadas y eran folladas por varios chicos a la vez. Me imaginaba estar en el papel de esas chicas que no paraban de tener orgasmos a tenor de las imágenes. Pasaron una serie de escenas que me estaban poniendo excitadísima hasta que en la pantalla apareció el link y la voz de la chica de antes, en off, que me decía que no lo dudara.

Por supuesto que no tenía la más mínima duda. Seguí el enlace y me apareció un formulario en el que únicamente me pedían una dirección de email como contacto. Puse una dirección privada que tengo y que no me identifica en absoluto y pulsé el botón de enviar. El mensaje a continuación era que revisara mi buzón.

Acababa de llegar un email con una dirección de remitente bastante extraña. Lo abrí y me daba explicaciones de cómo contactar con una "asociación de crecimiento personal" (así lo definía). Aparte salían una serie de enlaces a videos en los que decían que eran como entrenamiento.

Pulse el primero de ellos y me llevó a una página con unas miniaturas de varios videos. Me llamó la atención una que parecía la chica que me había hablado un rato antes. Lo pulsé y no era ella, pero me mantuve viéndolo.

Entraba una chica vestida a una habitación. La cara estaba pixelada. Iba vestida bastante normal, muy de calle. Su físico era también bastante corriente. Parecía una chica normal, no una actriz. En una esquina de la habitación había una caja. La chica la abrió y saco un conjunto de lencería roja. Se desnudó por completo dejando sus ropas en la caja y se vistió la lencería. Sacó de la caja unos zapatos de tacón alto también rojos y se los puso. Cerró la caja y se puso de rodillas en el centro de la habitación mirando hacia la puerta.

Al instante entró un hombre musculoso y muy muy atractivo completamente desnudo. La polla le colgaba y por lo que me pareció, era enorme.

  • Abre la boca y lleva las manos a tu espalda -dijo a la chica-.

La chica abrió la boca y puso las manos como le indicaban. El hombre llevó su polla que estaba flácida a la boca de la chica, que se afanaba porque aquello cupiera en su boca. Poco a poco la polla iba creciendo y el chico agarró de la cabeza a la chica y comenzó a follarla la boca. Mientras esto entró en la sala otro chico también bien dotado, aunque menos que el primero. se situó detrás de la chica y comenzó a sobarla su entrepierna. La chica parecía estremecerse y abría sus piernas para dejarle hacer, y todo esto mientras se tragaba el pollón del primero.

El primer hombre se arrodilló con la polla en la boca de la chica, para lo cual, ésta tuvo que agacharse dejando expuesto su culo y coño. El chico que estaba detrás la agarró de la cintura y la clavó la polla en el coño.

A estas alturas ya frotaba mi clítoris queriendo estar en el lugar de la chica. Pausé el video el tiempo justo que fui a mi dormitorio a por el consolador. Continuaba viendo la escena, pero ya con el consolador en mi interior y yo moviéndole con agitación.

Por fin el hombre sacó el pollón de la boca de la chica. Colgaba entre el pene y la boca un hilillo de saliva. La chica ahora con la boca libre gemía pidiendo más polla. El hombre se tumbó y ella encima de él se metió de un golpe su polla en el coño. El que hasta entonces la estaba follando la echó hacia adelante y se puso tras ella apuntando su polla a su ano. No tardó mucho en introducirla. La chica parecía descompuesta de placer. Se movía compulsivamente y gemía a voz en grito.

Yo en ese momento quería... no, necesitaba, estar así, follada por mis dos agujeros. Mi consolador entraba a un ritmo vertiginoso en mi vagina. Con flujo lubriqué un par de dedos que llevé a la entrada de mi ano y los introduje. Estallé en un orgasmo muy intenso, aunque sin quitar la vista de la pantalla.

La chica parecía que se corría varias veces sin parar, tal y como gritaba. Cuando se recompuso un poco ambos hombres salieron de ella, se puso de rodillas con la boca abierta y los dos hombres se masturbaron para terminar en su boca. Al poco rato ambos cubrieron de semen el rostro de la chica. Yo no pude evitar otro orgasmo justo en ese momento. Humedecí de mis flujos la mano que sujetaba el consolador y me la llevé a mi boca. Repetí esto varias veces y al fin me corrí una tercera vez.

La chica ya estaba vistiéndose con sus ropas y los hombres ya habían abandonado la sala.

En ese momento me sentí muy zorra. Aunque jamás había dejado que nadie se corriera en mi boca estaba deseando recibir las corridas que había recibido esa chica y degustarlas. Solo unas cuantas veces había hecho alguna mamada a alguien y sin especial interés por mi parte, pero ahora... saqué el consolador de mi coño y me lo llevé a mi boca degustando mi propia corrida.

El video finalizó y aparecieron de nuevo las miniaturas. Hubiera visto todos y con todos me hubiera vuelto a masturbar, pero el día siguiente en el trabajo iba a ser duro y preferí acostarme antes.

Como sonámbula, cerré el portátil y con el consolador en la mano me fui desnuda a la cama. Me recosté y me introduje el consolador en mi vagina. Tuve tentaciones de volver a usarlo, pero lo dejé ahí quieto y me puse a dormir.

Continuará...