Hipnoterapia de interpretación - parte 5 (Final)

Última parte.

3.3: La personalidad por defecto

Me gustó tanto Susan que decidí sustituir la personalidad por defecto de la esclava por ella. También repasé su personalidad y trasfondo para mejorar el personaje.

Pero primero tenía que medir cuánto tiempo podía durar, así que la puse a prueba como identidad principal y medí el tiempo que duraba la esclava, Susan y Lucía cambiando entre ellas.

Descubrí que la faceta de esclava fue devorada por Susan. Lo que a mi pesar la había convertido en 80% puta y sólo 20% esclava. Aunque invocaba a la esclava duraba pocos minutos convirtiéndose poco a poco en Susan.

Para retener conmigo a la personalidad 100% esclava todo el tiempo posible, necesitaba invocarla con el anillo puesto, pero no duraba ni 30 minutos.

Lo preocupante comenzó cuando descubrí que Lucía tampoco duraba: Estábamos en el salón descansando viendo la tele, y bastó una broma acerca de chupar pollas en una serie para que la mujer a mi izquierda, en modo Lucía, se quedara con sonrisa boba en el sofá, divagando imaginándose chupando pollas.

Cada vez parecía más ida hasta que se convirtió en Susan de forma natural, momento en que recuperó las energías, se giró hacia mí y me la sacó de los pantalones. Me la chupó sin mi permiso con pasión antes de que me diera cuenta de lo que estaba pasando.

-¡¡GGMHHGGOOOHHGGHH!! -Me ponían más cachondo sus gemidos de placer con la boca tapada y llena que lo que sentía en mi polla. Estaba a 4 patas en el sofá sentada sobre sus pantorrillas e inclinada todo lo que podía; no era una postura cómoda pero le daba igual.

Pero sin menciones al sexo Lucía duraba mucho más que Susan, aunque no me molesté en perder demasiadas horas con ella porque Lucía se negaba a hacer nada sexual conmigo:

—Ni lo sueñes. Si quieres este cuerpo ya sabes lo que tienes que hacer. —Solía repetir. Ni siquiera se acercaba a mi entrepierna, de hecho se apartaba. En cierto modo me manipulaba para conseguir lo que quería, porque en mi casa siempre vestía el «Uniforme de puta» de la personalidad esclava sin el menor reparo.

Lo hacía para tenerme cachondo a propósito porque cuando traía de vuelta a Lucía siempre le decía que se vistiera si quería, pero ella siempre contestaba que no le hacía falta más ropa y que se estaba muy a gusto con mi calefacción.

De modo que tanto mi esclava como Lucía como Susan siempre vestían lencería sexy roja incluyendo tanga, medias de encaje con costura trasera, y en lugar de una de mis chanclas o zapatillas de estar en casa, usaba los zapatos de tacón rojo que se trajo en la mochila de la universidad. Lo hizo para darme una sorpresa si la hipnotizaba bien el segundo día (el primer viernes en mi casa).

Además trajo recambios para tener variedad de mudas de ropa interior. En conjunto era realmente poca tela así que le cabían muchas prendas de ese tipo. ¿Por qué trajo tantas? En previsión de pasarse todo el fin de semana y lunes festivo en mi casa esclavizada.

Pero no sólo trajo lencería erótica y tacones rojos: También guardaba en la mochila su vestido rojo favorito de salir de fiesta, el que la hizo famosa, para «animar las cosas» y recompensarme si me lo ganaba… Pero al ver los resultados había decidido que vestir sólo su lencería más provocativa era mejor uniforme de puta.

Trabajé durante horas repasando y reforzando el papel de Susan e intentando formas creativas de mantenerla como personalidad por defecto en lugar de la esclava, y funcionó.

3.4: Cuando el remedio es peor que la enfermedad

Día 15, viernes.

Tras más horas de trabajo al día siguiente estaba bastante seguro de que la personalidad por defecto era la de Susan porque al ponerlo a prueba Lucía se convertía en ella con el paso del tiempo sin ningún tipo de estímulo erótico, sólo por el paso del tiempo viendo cualquier cosa para todos los públicos en la tele.

Después hice pruebas con la esclava: En comparación era mucho más débil y se dejaba aplastar por Susan, además de estar menos definida: Para Lucía era mucho más fácil ser Susan que la esclava, y también era más parecida a ella porque ambas tenían rasgos dominantes y eran muy seguras de sí mismas. Y con el gran soporte de tener casi las mismas fantasías y deseos, solo que Susan «Ya las había hecho realidad», incluyendo que había programado en ella el placer reflejado. Por si no fuera suficiente con todo lo anterior, aquello sólo podría bastar como un incentivo irresistible para el subconsciente de Lucía.

Aunque la versión de la fantasía hecha realidad era lésbica lo importante era la esencia, el concepto de ser esclavizada y reprogramada y ser forzada a disfrutar de ello.

En conjunto Lucía realmente deseaba ser Susan. Lo deseaba hasta tal punto que su mente, sin un punto de apoyo, se deslizaba resbalando fuera de la zona consciente y una vez expulsada sólo quedaba Susan. Ella siempre tomaba el mando incluso en contra de mis órdenes: La paciencia de Susan era limitada, era demasiado ninfómana, y no era lo bastante obediente.

La fantasía de Lucía cruzada con el año de esclava de Susan había hecho a esta demasiado fuerte y por primera vez me preocupó que eso causara problemas.

En días posteriores comprobé que Susan cada vez esperaba menos para imponerse sobre Lucía. Y yo no lo podía cambiar sin arriesgarme a complicarlo todo aún más.

Ya que había seguido el camino de hacer a Susan la identidad principal decidí no echarme atrás, y en lugar de luchar contra ello intenté separar la fantasía de la fábrica ordeñadora de su gusto por el sexo oral, que no fueran de la mano. La versión lésbica ya había comenzado a hacer menos importante el ingrediente de chupar pollas. Pretendía conseguir terminar con su obsesión de que alguien la transformara en La Ordeñadora, de modo que seguí por el camino lésbico:

—Burbuja hipnótica: Mente en blanco. —Sostuve su cabeza en mi regazo; como siempre, no se atragantaba incluso aunque me hiciera un garganta profunda. Podía tenerla hasta el fondo y simplemente esperar apacible y relajada, respirando por la nariz y absorbiendo todas mis instrucciones. Se había convertido en Susan otra vez viendo la tele y volvía a estar hecha una bola, en posición fetal a mi lado izquierdo del sofá, para poder metérsela entera sin que yo cambiara de postura. Me pregunté por qué no se arrodillaba frente a mí. «¿Quizá porque no hay almohada y el suelo está duro y helado?». Quise que estuviera cómoda y levanté con cuidado su cabeza para sacársela de la garganta, y le ordené tumbarse cómodamente en el sofá para que usara mis muslos como almohada. Acaricié su pelo. Reforcé la fantasía lésbica «experimentada» por Susan.

...Pero aún no se me ocurrió que ellas también se pasaban todo el día con sexo y encerradas, igual que en la fantasía de Lucía. Era demasiado parecido y demasiado intenso a su manera, y ella recordaba de la novela muchos más detalles de lo que hacían exactamente con el cuerpo de Susan, haciéndolo cada vez más morboso y encaminándose a superar a la fantasía de Lucía.

Sin darme cuenta agarró con demasiada fuerza la versión femenina de la fábrica ordeñadora en serie. Reforzó mucho más la identidad de Susan debido al paralelismo con Lucía, como dos caras de la misma moneda. Pero además Susan había asimilado a la esclava fortaleciéndose aún más, como si ocupara dos casillas en su cerebro usando una como copia de seguridad, y ya había eliminando la excesiva sumisión de esclava que me había permitido controlarla correctamente al principio.

Compartía la fantasía de la ordeñadora con la esclava absorbida y con Lucía, por lo que ya le daba igual con hombres que con mujeres: Había conseguido disociar las pollas del núcleo de sus fantasías, pero en cambio había reforzado todavía más la obsesión por ser capturada, esclavizada, utilizada sexualmente y forzada a que todo ello le gustara.

Una vez que conseguí disociar las mamadas del resto de las fantasías de la Lucía original (La Ordeñadora y ahora también La Sala de la Lujuria), en la mente de la personalidad de Lucía la esencia de sus fantasías se desacopló del sexo. En consecuencia el trasfondo de lo que la obsesionaba se redujo a ser esclavizada en cuerpo y alma. Sin salida. Sin control. A expensas de los demás, para hacer lo que quisieran con ella, fuesen quienes fuesen y quisieran lo que quisieran, e incluso obligándola a que eso le gustara: Se convirtió en sumisión absoluta. Pero yo ni siquiera me lo podía imaginar todavía.

Y mucho menos que las otras identidades pudieran aprovecharse de ello.

Como Susan era la identidad más fuerte y tan ninfómana como la esclava, y como yo había centrado mis esfuerzos las últimas horas en retirar la obsesión de las mamadas a Lucía, lo que causé fue que la esencia de la sumisión se volcara con todo su peso sobre la personalidad de «Lucía». Su fetiche general de la hipnosis y sus dos fantasías principales se convirtieron en el nuevo fetiche enfermizo de ser encerrada y dominada en cuerpo y alma, donde el sexo en sí era secundario. Comenzó a desear y a fantasear con el lavado de cerebro total.

Por lo tanto lo que conseguí fue debilitar mucho más a Lucía y reforzar mucho más a Susan. Con ello siempre sería la personalidad por defecto, mucho más de lo que conseguí con la personalidad de esclava. Había desaparecido el límite de tiempo, el contexto social y cualquier otra limitación.

El mero hecho de tomar el control suponía que Lucía lo perdiera, tal y como entonces deseaba; un lavado de cerebro total convirtiéndola en otra persona sin poder hacer nada por evitarlo, ni siquiera dejándole la opción de intentar resistirse. Y Susan se aprovechó desde entonces.

Para Susan la lujuria era lo más importante de todo y la fuente de su poder. Lo canalizó como arma para eclipsar la mente de Lucía haciendo realidad la fantasía de esta de ser encerrada y sometida. Pero la celda estaba en su propia mente.

3.5: Parches de características

Día 16, sábado. Ese día me levanté más tranquilo, menos preocupado y mucho más cachondo y con ganas de probar cosas nuevas. De modo que le añadí nuevas características a Susan en cuanto se giró y me miró con sonrisa pícara en la cama; llevaba un rato despierta esperándome.

—Burbuja hipnótica: Mente en blanco. —Dije sin preámbulos ni buenos días.


—Para ti, «Susan la ninfómana», el estado normal es estar excitada y preparada para el sexo de cualquier tipo. Siempre estás lista y disponible para el sexo y deseando que te utilicen.

—¡Hmm! ¡Jijiji!

—Tus dos fantasías más excitantes son la de la fábrica de ordeñar hombres en serie aunque te resistas, y la de la Sala de La Lujuria encerrada con Roxan y Valystar…

—¡HMMM... Síii!

—Tu tercera mayor fantasía, Susan, es hacer tríos, como hiciste con Roxan y Valystar.

—Hmmmm…

— Pero no sólo con mujeres: Te da lo mismo si es con dos hombres, con dos mujeres o uno de cada. Estás deseando que hagamos todos los que yo quiera.

—¡Síii! ¡Hagamos tríos!

—Tu cuarta mayor fantasía es que los hombres te follen por el culo.

—¿Oh?

—Así es, Lucía, uno de los apodos de Susan es «La amante del sexo anal» porque se pone muy cachonda con sólo imaginar que te agarran por detrás, te ponen en 4 patas, y tienen que elegir entre follarte por el coño, al estilo perrito, o follarte por el culo...

—¡Oh! ¡Por el coño, por el coño! —Me interrumpió. Siempre vivía las descripciones bajo hipnosis. Realmente creía estar en esa posición con una polla a punto de elegir agujero.

—...Y aunque desees que te follen por el coño, hacen lo que quieren contigo, te fuerzan y te usan como esclava sexual, te usan y te follan por el culo…

—P-Pero… ¡HHMMM!… N-Nooo! —Respectivamente sintió la penetración, le puso cachonda ser forzada y usada, y dudaba entre resistirse y someterse. Y eso sin sentir placer sexual. Continué:

—...Hasta que al final obligan a tu cuerpo a disfrutar del sexo anal.

—¿Oooh? —Supuse que no sabía lo que sentía y ni se había metido un consolador. Y si le gustaba no estaría tan forzada… Lo que le resultaba menos excitante, al menos hasta que le insistiera en que le gustaba porque le forzaban a gustarle, como al lavarle el cerebro como ordeñadora.

—Así es, siempre que te follen por el culo por su propio placer, forzarán a tu cuerpo a que te guste, Lucía, porque así es el cuerpo de Susan: Sientes una gran excitación cuando te obligan a disfrutar, y ella adora que le follen por el culo, así que Susan, la amante del sexo anal, te obligará a disfrutar siempre que te follen por el culo, Lucía.

—¡Ooooh!

Si no sabía qué placer sentir con la estimulación anal, no tenía más que usar su placer y deseo de ser una sumisa utilizada para el placer de los demás en contra de su voluntad. No sólo la forzaría a disfrutar el hombre por penetrarla, también su faceta de Susan la ninfómana.

Quería saber si lograba que se corriera con sexo anal virtual y le aparté el tanga rojo y le separé sus labios vaginales, y le puse un separador que había encargado por internet. Quería ver sus contracciones. Mientras tanto no le dije nada y esperé a que procesara todo aquello, y las leves caricias y sentir la presión separando sus labios ayudaron a excitarla ante la idea del sexo anal.

—...Y siempre que te follen por el culo te forzarán a que te guste, tanto las pollas en tu culo como Susan. Siempre te obligarán a sentir en tu mente placer y deseo de sexo anal. Aunque no quieras, aunque no te guste, serás completamente esclavizada y utilizada como esclava sexual por los hombres; y por Susan robando tu cuerpo, Lucía.

—¡¡¡AAAAAAAAAHHH!!! —Ya conocía sus reacciones lo bastante bien para saber que estaba cerca del orgasmo.

—La lujuria de tu cuerpo poseído por Susan es mucho más poderosa que tú. Es imposible resistirte a la lujuria de Susan, y con ella siempre tomará el control y te obligará a disfrutar.

—¡¡¡AAAH, AAAH, AAHHH!!! —Empezó a patalear y retorcerse, y trataba de levantar el culo para que no la siguieran penetrando en su trance hipnótico, pero no servía de nada y no podía impedirlo. Al levantar las caderas le aparté el cordón del tanga que pasaba por el culo y vi que su ano tenía espasmos, intentaba cerrarse con fuerza y a la vez abrirse.

—…Y los hombres saben aprovecharse de tu lujuria, y siempre te forzarán y te obligarán a que te guste, no sólo el sexo anal, cualquier acto sexual. Y ahora te fuerzan a que de ahora en adelante te encante que te follen por el culo. Y lo convierten en tu nueva fantasía sexual.

Se calló de repente y dejó de arquear la espalda y cayó sobre la cama.

Dejó de respirar, pálida e hiperventilada. Su ano seguía teniendo espasmos como reflejo a sentirse penetrada por ahí.

—Y nunca pararán de follarte por el culo aunque te corras, sólo cuando ellos quieran.

Tomó aire y entonces convulsionó.

Su coño tenía fuertes espasmos, como si lo electrocutaran.

Su tremendo orgasmo explosivo llegó después de haberse quedado sin aliento. Intentaba tomar aire pero no podía.

—Agh… Gagh… Ah… —Seguía sacudiéndose sin control.

—Y siguen, y siguen, follándote por el culo, robando tu cuerpo, obligándote a disfrutar, obligándote a correrte, poseída, esclavizada, convertida en una puta.

-… —Calló de nuevo sin aliento y arqueó la espalda levantando las caderas. Después volvió a respirar, pero el orgasmo continuaba y su coño y su ano seguían contrayéndose y relajándose a alta velocidad.

—Ggggghhaaagh… —No tenía fuerzas ni para gemir en condiciones durante su multiorgasmo anal y vaginal.

—Ahora que te he obligado a comprender a Susan, te he forzado a absorber sus fantasías y deseos de amante del sexo anal.

—Hhhmm...

y te pone más cachonda que elijan follarte por el culo. Y quieres que se corran dentro de tu culo, igual que te excita que se corran en tu boca y tragártelo, tu fetiche principal.

—Hhgghaagh…

—Siempre que tu cuerpo hace que una polla se corra, tú te corres. Así que también te correrás cuando se corran en tu culo. Y ya falta poco.

—U-Uuh… N-No… Puedo… Más… —Le faltaba aliento para hablar y jadeaba casi con cada sílaba. Me bajé los pantalones del pijama, me destapé y saqué la polla.

—Lucía: Tú despertarás cuando cuente hasta 3… 1… 2… 3, despierta, Lucía.

Estaba en shock.

—¿Q-Qué me has… ¡No! ¡Nunca dije que por el culo! Se incorporó asustada y avergonzada.

—Dijiste que te hiciera todo lo que yo quisiera, que si no no tiene gracia.

—¡No! Por el culo no… Por favor… —Sus ojos se pusieron llorosos y se tapó las tetas.

—Te he convertido en mi puta, en mi esclava, te he poseído y eres mía: Tu lujuria te controla y te somete a mí, Lucía.

Esperaba ponerla de nuevo a cien, pero en vez de eso se asustó y retrocedió.

—¿Qué me has hecho? —Se estaba aterrorizando por momentos andando hacia atrás hasta la puerta del dormitorio. Tenía que hacer algo: ¿Ponerla en trance, llamar a Susan, a la esclava, intentar convencerla, excitarla…?

—Te ordeno que te pongas en 4 patas, te voy a follar por el culo y no lo podrás impedir, incluso te obligaré a disfrutar; te voy a usar y a forzarte a que te guste, y me voy a correr en tu culo.

Su cabeza se sacudió, abrió los ojos como platos, se quedó boquiabierta, y Susan la embistió expulsándola del centro de mando.

—¡Lucía es una mojigata, jijiji! —Por su propio pie se puso en la cama a 4 patas ofreciéndome su culo, con las piernas flexionadas y sus tetas sobre sus muslos. Apoyó la cabeza de lado en el colchón, levantó las caderas y separó sus glúteos agarrándolos con las manos.

—¿Necesitamos lubricante?

—Tengo en el cajón. —No se podía negar que estuviera preparado para cuando me echara novia, también tenía bastantes condones. Mientras lo cogía y untaba mi polla dura y su ano, me habló.

—Lo de antes ha sido increíble… No, legendario. Ni siquiera podía imaginar que pudiera disfrutar tanto del sexo. Ha sido mejor que cualquier fantasía masturbatoria. ¡Mejor que chupártela, incluso! —Le metí delicadamente un dedo lubricado y en lugar de cerrar el ano por reflejo lo controló y lo abrió para mí.

—¿Os ha gustado tanto que Lucía se ha asustado? —Comencé a dar vueltas dilatándolo lentamente intentando que se acostumbrara al movimiento y a dejarlo relajado.

—Es gracioso; verás, al lavarnos el cerebro haciendo que ella no quisiera pero nosotros la forzaríamos a hacerlo y más tarde también a disfrutar, se lo tomó al pie de la letra.

—¡Coño! —Me detuve al comprender mi error.

—¡No pares! Me gusta. Aunque sólo sea el dedo… Son caricias agradables… ¡Jijiji!

—¿Qué pensaba Lucía del sexo anal?

—Siempre le ha dado mucho miedo. Pero no te lo dijo para que todo fuera más emocionante… El peligro de que tal vez te aprovecharas y se lo hicieras por detrás…

—¿Es que Lucía es una adicta a la adrenalina?

—Tal vez. Antes de tomarse en serio la interpretación Lucía hizo puenting y escalada. Tiene buen cuerpo porque es deportista.

No conocía esa faceta suya. Por otra parte comía mucho, iba acorde a sus tetazas pero tendría que quemarlo para que no le engordara el resto del cuerpo.

—¡AAAH, AAAAH, AAAHH!

Sus gemidos fueron muy parecidos al trance anal. Me corrí dos veces seguidas sin sacarle la polla, sólo parando, mientras ella se retorcía y se corría con su coño espasmódico, clavando sus uñas en la cama y soportando cada orgasmo como una embestida.

—¿Me oyes, Lucía? —Pregunté después de recuperarme de la segunda corrida, cuando terminó su multiorgasmo, pero todavía aprisionando la polla cada vez que la movía un milímetro para afuera. Susan no me dejaba escapar de su culo, y apretaba tan fuerte que me hacía daño si lo intentaba.

—…

—Sé que estás ahí. Susan y yo te hemos obligado a follar por el culo. Hemos usado tu culo. Te ha poseído y robado tu cuerpo. Te hemos forzado a disfrutar e incluso a correrte analmente en contra de tu voluntad. Te dominamos por completo. Tú y tu cuerpo y Susan sois mis putas y mis esclavas. Te he obligado a ordeñar mi polla con tu culo. Ahora dame las gracias.

En lugar de responder, su culo y su coño tuvieron nuevos espasmos y tuvo otro multiorgasmo sin que yo me moviera ni un centímetro, con mi polla dentro estrujada intermitentemente.

—...Agh, ah, uf… —Susan jadeaba. —Nuestro culo era virgen, ¡Pero mira lo bien que se siente, Lucía! —Se dijo a sí misma «Susan». Me sentí culpable, no imaginaba que fuera virgen por detrás también, me negaba a creerlo de semejante belleza. Podría entender que protegiera su coño como muchas mujeres en la antigüedad, ¿pero por detrás tampoco? Ella siguió hablando consigo misma:

—...Mira cuánto te obligamos a disfrutar, Lucía. ¡Es la versión anal de la ordeñadoraaaAaAaAAAGGHHAAAAHHH!!!

Lucía tuvo otro multiorgasmo anal que silenció a Susan. Yo estaba cumpliendo su fantasía de la ordeñadora, al menos parcialmente, y en una versión alternativa, la que tanto le asustaba y emocionaba que usaran contra ella, la que nunca me había confesado.

Porque la verdadera fantasía principal de Lucía, juvenilmente curiosa y con su culo virgen, era que la ataran a 4 patas como a una vaca y usaran su culo para ordeñar pollas en vez de sus tetas. La versión con mamadas vino después, una versión que le parecía menos vergonzosa y más fácil de confesar. Sentirse completamente atrapada en cuerpo y alma, sujeta de todas sus extremidades y amordazada, mientras abusaban de su culo y le lavaban el cerebro para obligarle a que le gustara, era su mayor fantasía sexual. Y con Susan inmovilizándola y silenciándola la habíamos hecho realidad.

Por lo tanto agravé la debilidad de la mente de Lucía.

3.6: Medidas de seguridad

Día 17, domingo.

Un efecto derivado de entrenar con el anillo fue que mejoró aún más la intensidad con que se sumergía en sus papeles de esclava y de Susan, y acentuó el contraste entre Lucía y la esclava, que a su vez la convertía en mejor esclava. Ya casi me había olvidado de ella en favor de Susan, pero no la quise dejar atrás.

Con las diferencias respecto a las demás era como si su personalidad quedara mejor definida y Lucía… Quiero decir, Susan, cada vez comprendía mejor el papel de la esclava. De modo que aunque Susan podía tomar el control si quería, me dejaba jugar con ella cuanto quisiera, por tiempo indefinido sin tener que volver a hipnotizarla.

Después de que Susan y yo la barriéramos de su propia mente la noche anterior con el sexo anal, sólo había dado señales de vida al despertar por la mañana, asustada de nuevo, pero Susan tomó el mando sin mi intervención y me lo contó. Me sentí culpable porque no era debido al sexo anal, sino a lo lejos que habíamos llevado todo aquello.

—Realmente se siente encerrada —Me explicó Susan. —Anoche Lucía creía estar de verdad en la celda de la fábrica ordeñadora cuando nos follabas por el culo, después de que yo la secuestrara y la llevara a la cama. La sujeté a 4 patas como a una vaca y le impedía hablar, amordazada. Justo como en su fantasía secreta... —Se excitó tanto al recordarlo que puso los ojos en blanco, sacó la lengua, babeó y se frotó los pezones. —…Yy… Mmmh… como le has lavado el cerebro a Lucía… Aaah… —Se pellizcaba los pezones pero no se masturbaba sin mi permiso. Yo estaba demasiado preocupado para hacerle algo. —Realmente hiciste realidad su mayor fantasía… Pero le aterroriza… Uuhh… Porque ya no la dejo salir… Aaahgh… —Se dio la vuelta y se puso a 4 patas de nuevo en la cama, ofreciéndome el culo, mientras yo la miraba sentado en el escritorio. Su postura era perfecta para follármela de pie, en el filo de la cama.

—¿Por qué no la dejas salir, Susan?

—Porque quiere escapar… —Me asusté de verdad al pensar en las posibles implicaciones legales. «¿En qué lío me he metido?». —Y no le voy a permitir que lo eche todo a perder. Y porque esto es lo que ella quería, estar atrapada a la espera de que usaran su culo o su boca, y que le obligaran a disfrutar con ello lavándole el cerebro en lugar de hacerla disfrutar con normalidad con sexo vaginal.

Ahí estaba, de nuevo la gran sumisión masoquista en conflicto en la mente de Lucía.

—¿Quieres decir que ya que estamos haciendo realidad su fantasía… En el fondo no es nada malo?

—Pues claro, bobo. ¿Si no, no hubiera intervenido yo?

Me dejé convencer por Susan, la que había absorbido todo el interés en el sexo de Lucía.

Ella era toda la lujuria concentrada de Lucía, a la cual había yo desacoplé el interés sexual dejando (accidentalmente) únicamente la obsesión por ser totalmente dominada. «Es natural que sin interés en el sexo en sí Lucía proteste, ¿No? Pero la verdadera Lucía es la suma de sus partes, Susan incluida, no un trozo aislado.» Me dije a mí mismo. Con la ayuda de Susan me engañé lo suficiente y recurrí de nuevo a más hipnosis para intentar controlar mejor a Lucía, a la que consideraba el problema a resolver. Necesitaba asegurarme de que le sería imposible salir de su celda: Hice que la visualizaran detalladamente como la jaula de la fábrica ordeñadora, el lugar que atrapaba en cuerpo y alma a cualquiera en su interior, «Y Lucía siempre estará atrapada dentro de ahora en adelante, como siempre ha deseado en el fondo de su mente». Me llevó toda la mañana.

Si esa era la contramedida pasiva preparé también la activa por la tarde: Tenía que garantizar que fuera imposible que Susan dejara de sujetarla. Hice que visualizaran cuerdas atándola incluso dentro de la celda, y estaban tejidas con el cabello rubio de Susan, «una extensión de toda su fuerza de voluntad. Bastaría un sólo pelo de Susan para dominarte por completo, pero tienes gruesas cuerdas sujetándote por todas partes tejidas con su cabello».

No sólo la paralizaban: «Las cuerdas controlan tu cuerpo como a una marioneta. Susan controlará tu cuerpo interpretando tu papel a la perfección y sólo yo sabré la verdad».

Y por último la amordazaban: «Aunque es imposible que hables dentro de la celda si no te ordeno hacerlo, además las cuerdas del cabello de Susan sujetan tu boca y te amordazan. Controlarán tu boca y te harán decir lo que ella quiera, o impedir que emitas un sólo sonido.»

Por la noche hice pruebas y ya no podía distinguir ni el menor rastro de Lucía.

Nunca más tuve la sensación de no saber si tenía ante mí a Lucía, a mi esclava o a Susan.

—Lucía, sé que me oyes todo el tiempo, encerrada, a la espera de que use el culo o la boca de Susan, es decir, tu boca y tu culo dominados y poseídos…

—… —Sólo al dirigirme directamente a ella notaba un leve cambio en su mirada, y en cómo evitaba hablar.

—…Te recuerdo que una vez me dijiste que «cualquiera debe poder aprovecharse o si no, no tiene gracia».

Vi un sutil rastro de tristeza y arrepentimiento en su mirada.

—¿No me merezco ser el primero en aprovecharse? Ambos salimos ganando porque es lo que tú querías. —Desvió la mirada y luego se serenó y me contestó Susan.

—No te preocupes más. Pronto aceptará la situación.

—Ahora falta lo que acordamos: Voy a mejorar tu interpretación… Aunque realmente Susan será la que se convierta en actriz, y no tú, Lucía.

Su ojo izquierdo brilló lloroso y Susan parpadeó y se lo frotó extrañada.

Le resultaba más fácil si conocía bien al personaje en vez de describírselo bajo hipnosis como una serie de características (Que fue como creé a la esclava), por lo que se sumergía por completo en el papel si era de una serie o película, pero era aún más efectivo con relatos y novelas porque acostumbraba a fantasear que era los personajes que le gustaban, roleando en su mente.

Almacené personajes en el anillo como si fuera una memoria flash, con sólo quitárselo Lucía volvía a la personalidad por defecto de Susan. Sabía que era lo que ella pretendía porque Susan traicionó su confianza y se chivó. Era parte de su idea original sobre el anillo.

Al principio hice sentir más segura a Lucía en algún lugar muy profundo de su mente. Pero no me pude resistir y los traspasé todos al interior de Lucía: El anillo quedó reducido a un mero interruptor para intercambiar personajes, pero siempre con Susan al mando.

Lucía esperaba poder quitarse el anillo como equivalente de una palabra de seguridad de masoquistas, pero si por un momento Lucía recuperaba el control para quitárselo, tan sólo reforzaría la personalidad activada, es decir, Susan como capa principal, y el papel que se estuviera interpretando. Me aseguré de ello.

3.7: Especialización

Susan me dijo que Lucía estaba preocupada sobre faltar tanto a clase. Me negué a que volviéramos «Tan pronto». Como insistió y por un momento vi a Lucía, la formal y responsable, le ordené que se pusiera de rodillas y y me la chupara para callarle la boca.

—¡¡¡AAAAAAHHHGGHHAaaahh...!!!

Me corrí rápidamente dentro porque me la chupó con pasión. No solía tomarse su tiempo con la primera mamada del día, como si fuera una adicta acumulando abstinencia mientras duerme.

Su cuerpo se estremeció y sabía cómo se comportaba su coño, con espasmos cuando tenía un multiorgasmo por mis corridas en su culo, pero recientemente había descubierto que también cuando era en su boca: Desde que Lucía estaba en la celda sentía al menos la mitad de placer chupando pollas que por el culo.

Por supuesto que yo me corriera no era razón para que Susan se detuviera: Aunque bajó el ritmo y trataba de no morderme durante su largo orgasmo, poco a poco aceleró la lenta paja sin sacar el glande de su boca en ningún momento, y después volvió a chuparlo, lamerlo y succionarlo.

No se la sacó en ningún momento desde que me corrí, ella no me dejó y me la agarraba con fuerza y me daba manotazos en la mano si lo intentaba. Resistí y siguió.

Y siguió y siguió, acelerando lentamente, jugando con su lengua, masajeando mis huevos...

—¡¡¡MMGGHOOOHGGHH!!!

Esa vez sí me dejó sacar la polla de su boca, pero dos minutos después de descansar tumbados...

—¿Quieres más?

—Es imposible tan pronto, en serio.

—¿Qué quieres que hagamos cuando te recuperes?

—Puedo follarte por el culo y forzar a Lucía a disfrutar en la jaula ordeñadora anal.

—¡Sí, por favor! Creía que nunca me lo pedirías.

—Absorbiste casi toda la personalidad de la esclava, así que debes hablarme como ella cuando estemos solos.

—...Está bien… ¡Amo! ¡Jijiji!

—Buena esclava. —Vi en su cara que decirle eso la ponía más cachonda, como programé en la esclava. Así que no era sólo Susan siguiéndome la corriente.

La jaula ordeñadora anal y las correas y mordaza de bondage funcionaban a la perfección. Lucía estaba completamente atrapada y silenciada y obligada a disfrutar en contra de su voluntad, como fantaseaba. Tenía mojados los muslos por sus flujos vaginales tan sólo de chuparme la polla y correrse por sí sola, pero en vez de anhelar mi polla en su coño, de lo que se moría de ganas era de que me la follara por el culo. Así que la complací.

Usé mucho lubricante y tuve que dilatarla poco a poco con un dedo y luego con dos. Sorprendentemente su culo virgen reaccionó de forma apropiada, como si realmente fuera una experta en que le dieran por detrás. No se resistía ni se cerraba, se dejaba hacer. «Esto sí que es meterse en el personaje», pensé. «Qué buena actriz eres, Lucía».

Me la follé y me la follé, y ella gemía más que yo. Mucho más.

—¡No pares!

Había bajado la velocidad para no correrme, pero aceleré más que antes.

—¡¡¡AAAAAAHH!!

Se corrió sin tocarle el coño. Tampoco se masturbaba, tan sólo recibía por detrás a 4 patas en la cama. Pero aun así se corrió con otro largo multiorgasmo apretándome la polla con espasmos, como la otra noche cuando desvirgué su culo.

—¿Ya te has corrido, Susan? Qué rápido. —Dije orgulloso sin parar de percutirla. A pesar de haberme corrido poco antes con la mamada no podía aguantar mucho más, especialmente con las contracciones de su culo.

—¿Que me he corrido rápido? ¡Tú te hubieras corrido al minuto de empezar de no habértela chupado primero!

—Muy cierto, lo siento.

—¡Pero no te sientas mal! Te lo digo de broma. Tú sólo relájate y disfruta, ¿vale?

—Vale, Susan.

—¡Jijiji!

Su cálida risita risueña y traviesa me hizo sentir mucho mejor. Sin darme cuenta me propuse no parar de follármela por el culo hasta que se corriera al menos otra vez. No me importaba si tenía que correrme primero, aunque prácticamente me doliera iba a seguir cuanto fuera necesario.

—¡AAAAAH!

Me corrí dentro de su culo, y este se contrajo y palpitó, estrujándome la polla por reflejo.

—¡AAAAAAAAAH!

Grité, más de placer y sorpresa que de dolor. "¡No pares ahora!", me recordé.

-¡¡¡AAAAAAAAAAAHHHHH!!!

—Ella gritó más que yo con su orgasmo causado por el mío. Me retorcí e intenté parar, vi las estrellas, pero seguí.

—Aaah… Aaahh… ¡Eso es, dispáralo todo dentro! —Dijo sensualmente mientras me la estrujaba con su culo, ordeñándome hasta la última gota que me quedaba, como si me pajeara, combinando estrujones con movimiento adelante y atrás, como si me follara ella. No me podía creer tal habilidad ni lo mucho que me gustaba. Comencé a detenerme sin poder evitarlo. Al notar que yo no podía más ella se detuvo lentamente para que la sacara cuando quisiera. Cerré los puños por la alta sensibilidad. "No la saques, no la saques. Sigue", me obligué.

—¿Oooh? ¿Todavía puedes seguir? —Preguntó muy alegre. —¡Al final eres muy bueno en la cama! —Y sacudió de nuevo sus caderas volviendo a follarme, aunque lento, con cuidado.

Su elogio me subió el orgullo, sonreí y aceleré. Nuestra velocidad combinada era bastante alta.

—Huuummmmmmmm.... —Emitió un largo gemido. Por su cambio a una postura más tensa supe que se acercaba a otro orgasmo, esa vez no causado por el reflejo tras correrme yo. "¿Debería poner a prueba la transformación o masturbarla ya?" Pero no me dio tiempo a decidir: Aceleró de repente me hizo correrme de inmediato.

—¡¡AAAAAAAAAGGGGHHH!!

—¡¡¡IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIHHH!!!

Nos corrimos a la vez. Ya no tenía semen que ordeñarme, pero sus espasmos en mi polla dura fueron alucinantes de nuevo. Ella había comenzado a correrse y a contraer su culo con espasmos justo antes de acelerar, así que al correrme yo, se le solaparon los orgasmos de nuevo, aún más explosivos.

Después fui completamente incapaz de seguir. Se la saqué y ella gimió otra vez.

—¡Aaaahh...!

—No puedo más... Agh... uf... Lo siento.

—¡No pasa nada, ha estado genial! —Giró su cabeza para sonreírme y la vi más preciosa que nunca.

—Cuando me recupere si quieres puedo chuparte el coño.

—No, no, olvídalo. Nos duchamos y luego si quieres te la vuelvo a chupar. ¡Pero lávatela bien!

—¡Claro!

—Hoy ya te has corrido 3 veces, ¡la próxima seguro que te la puedo chupar todo el tiempo que quiera sin parar porque te corras! —Me di cuenta de que en vez de decírmelo a mí, hablaba consigo misma, con la mirada desviada, y sus ojos brillaron ilusionada.

"Esto supera por mucho todas mis expectativas", pensé. "Personalidad, reacciones reflejas del cuerpo, correrse dos veces sólo estimulando su culo, deseos y fetiches sexuales..."

Susan me abrazó.

—Gracias. —Me dijo.

—De... de nada.

Me sentí muy culpable y avergonzado por hacerle todo aquello a Lucía. De nuevo había cumplido su fantasía, un cúmulo de emociones contradictorias para ella.

—Era un mensaje de Lucía.

—¿Qué?

—Se muere de vergüenza y es incapaz de reconocerlo, pero se siente agradecida. Ella nunca te lo diría pero yo te digo la verdad. Aunque también nos exige que todo esto termine…

—Mañana os follaré de verdad. Todo lo que pueda aguantar por tu coño, de verdad.

—¡Qué dulce eres! ¿Tan agradecido te sientes?

—...

—No es necesario, de verdad. Prefiero chupártela. O que me vuelvas a follar por el culo.

Vergüenza de nuevo. Ella me tomó de la mano y me miró a los ojos sonriente y feliz.

—Sólo tienes que pedirlo y te la chuparé. ¡Siempre que quieras! —Ojos de ilusión. Empezaba a querer que me tragara la tierra.

—Yo... eh... —"Dí que no, dí que no. Sólo follártela por el coño, vamos".

Susan me besó.

3.8: Novios

Cuando me sentí lo bastante seguro respecto a mi control sobre ella comenzamos a salir a la calle juntos y Susan se convirtió en mi novia formal. Los ojos inyectados en sangre de media universidad me hacían flotar en una nube.

Se adaptó perfectamente a la mezcla de personalidades: Su antigua vida y relaciones familiares y de amistad por un lado y cuando estaba conmigo volvía a ser Susan.

—En realidad siempre soy Susan. —Me dijo un día reflexivamente mientras me la follaba por el culo. Para ella era rutina aunque le encantara, y no le limitaba sus reflexiones. No era la primera vez. En mi fuero interno sospechaba que si realmente le gustara tanto como se suponía, eso no pasaría. Y sin embargo, tenía esa facilidad para correrse por el culo...

—¿Cómo dices? —Pregunté jadeando sin parar. "¿Incluso con su familia es Susan?"

—El poder del anillo me transformó en Susan permanentemente aunque me lo quitaras. Es sólo que con los demás interpreto el papel de ser quien era antes. Es mi mejor papel porque lo he interpretado toda mi vida. Pero Susan no es un papel, es quien soy de verdad.

El impacto del arrepentimiento me provocó un gatillazo. Luego se la saqué. "Esto es muy serio. ¿Dónde me he metido?"

—¿Estás bien? ¿Por qué paras?

—Tengo que volver a hipnotizarte.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Tengo que usar el anillo de transformación de nuevo.

—¿Para qué? —Se alejó de mí a 4 patas sobre la cama y se giró para enfrentarme con el ceño fruncido.

—Tengo que devolverte a la normalidad.

—¡Ni hablar!

—¡Tengo que hacerlo!

—¡No! ¡Es quien soy ahora!

—¡No, sólo es un efecto posthipnótico!

—No te lo permitiré.

Se puso en pie y se vistió, enfadada.

—No puedes jugar así con las mentes de los demás. —Me apuñaló el corazón. —Lo hecho, hecho está. —"Eso es demasiado profundo para Susan. Ella está allí, muy profundo, en algún lugar."

Se puso sus medias de costura trasera, su sujetador negro con la mitad superior de redecilla que le estimulaba sus (Siendo Susan) muy sensibles pezones dejándoselos siempre duros.

—Si vuelves a trastear mi... la mente de este cuerpo, algo podría salir mal. ¿No lo habías pensado? —Dijo poniéndose su vestido rojo de gran escote con minifalda.

—Todo esto fue un error. Tengo que devolverte a la normalidad.

—¡¿Todo esto?! ¿Llamas así a nuestra relación? —Se enfadó y se le saltaron las lágrimas.

—¡No, no! La relación no. Me refiero a... Ya sabes, convertirte en lo que no...

—¡Yo soy SUSAN! —Gritó. Se puso sus zapatos de tacones de 12 cm. color rojo glossy y salió del dormitorio hecha una furia. Salí corriendo desnudo tras ella antes de que abriera la puerta de salida del apartamento.

—¿Vas a salir sin maquillar? Tienes el pintalabios y el rimmel corridos.

Dada su nueva personalidad aquello funcionó. Tras unos segundos de duda volvió al dormitorio para desmaquillarse y luego maquillarse bien ante el espejo.

—Susan, creo que sé cómo te sientes, crees que esta eres tú y te da miedo desaparecer.

Me miró enfadada por un momento y luego se entristeció.

—Yo soy esta... soy lo que ves... —Su voz estaba quebrada, casi llorando. —No puedes obligarme a irme. ¡No puedes!

—Tu antiguo yo está ahí, en el fondo de tu mente. Susan le tiene atrapada y no le deja salir, ni siquiera cuando debería, que es mientras el cuerpo que tengo ante mí hace su antigua vida en vez de estar conmigo. ¿Lo comprendes, Susan?

Detuvo su retoque de pestañas y miró cabizbaja al suelo.

—Ella también tiene derecho a salir. Susan no debería impedírselo. —Intenté.

—...Puede que en eso tengas razón... Pero... —Me miró preocupada.

—Lo entiendo. Tienes miedo de perder el control. De quedar encerrada en su lugar. —Tengo miedo de quedar atrapada en mi propio cuerpo, con una mente que no es la mía haciéndose pasar por mí.

"¿Cómo hemos podido llegar a esto?", me lamenté. Pero finalmente la convencí. Volví a hipnotizarla. Volví a usar el anillo, pero ideé una alternativa: El anillo del Yo Original. Siempre que lo tuviera puesto, se convertiría al 100% en su verdadero yo, con la misma intensidad que funcionó el anillo de transformación.

Después para que la personalidad de Susan no arraigara todavía más, creé nuevas personalidades a través del anillo. La despertaba, las comprobaba, le hacía ponerse el anillo de su antiguo yo, y la hipnotizaba de nuevo.

Finalmente hice que Susan, aunque fuera su personalidad favorita, sólo fuera una más. Y reforcé el yo original para que siempre tuviera claro que en el fondo esa era su auténtica identidad.

La peculiaridad del anillo del yo original era que aunque volvía a ser ella misma, estaba en estado de trance. No me atrevía a enfrentarme a las consecuencias de todo lo que había pasado ante su mente consciente. "Ten cuidado con lo que deseas", decía un refrán. "Cuánta razón."

—Mary, ¿Me oyes?

—Te oigo. —Dijo soñolienta al 90%, tras una breve pausa.

—¿Crees que tu yo original estará enfadado conmigo si te convierto en ella y te despierto del trance?

Tardó en responder.

—No, no está enfadada. No mucho, al menos.

—Me alivia mucho saberlo. —Sabía que antes o después tendría que hacerlo. —Me da miedo que se enfade mucho conmigo por todo esto.

De nuevo meditó una respuesta en su estado soñoliento y lento.

—Pero te queremos. —"¡Lo ha dicho en plural!" —Juntos hicimos realidad tus fantasías, nos lo hemos pasado muy bien juntos, y al final has sido responsable. Creo que te puede perdonar. —"Puede no es lo mismo que haberlo hecho", pensé preocupado.

—¿Qué debería hacer para que me perdone del todo?

—Dale tiempo. Y no la encierres. Susan tenía miedo de quedar encerrada como lo estaba ella.

—¡Fue un accidente, nunca lo pretendí! —Mis temores eran ciertos.

—Lo sabemos. Nosotras te perdonamos... Pero ella necesita tiempo.

—¿Si la saco del trance, completamente liberada, me perdonará?

—No lo sabemos.

Tardé en tomar la decisión, pero lo hice.

—Anillo del yo original activado. Ahora vuelves a ser tu verdadero yo, Lucía. Las otras personalidades sólo eran papeles "De Método" que interpretabas a la perfección. —Esperé a que lo procesara. —Con mi ayuda hipnótica puedes alcanzar la perfección en la interpretación, y nos lo hemos pasado bien con el papel de Susan.

—¡Jijiji! —Con sólo mencionarla le salió la risita traviesa de la medio ninfómana.

—Ahora ha llegado el momento de descansar de la interpretación y volver a ser al 100% tu yo original, Lucía. —Esperé pero no dijo nada. —Ahora contarás hasta 3 y despertarás de la hipnosis por completo. —Cuenta ya.

—1...

—Tu verdadera personalidad es Lucía, no Susan.

—2...

—Lucía está completamente liberada, mientras Susan y las otras personalidades duermen.

—3...

—Despierta, Lucía.

Me miró parpadeando y tardó unos 3 segundos en enfurecerse. Se acercó a mí y me pegó un guantazo.

—¡Irresponsable! ¿Cómo se te ocurre hacer algo tan estúpido?

—Lo siento, Lucía.

Más tarde la invité a cenar, mi primera cita auténtica con mi verdadera novia. Y después volvimos a follar en mi apartamento.

Esa noche descubrí que si Lucía quería podía interpretar de forma aislada porciones de sus papeles "ensayados" con el anillo, especialmente el de Susan. Todo su cuerpo podía interpretarlo como si fuera ella, aunque su mente fuera la de Lucía. No necesitaba hipnosis ni ponerse anillo alguno. Incluso podía quitarse el anillo del Yo Original (por haber salido del trance).

En pocas palabras, ella fue consciente de todo mientras era Susan, y lo recordaba. Recordaba cómo se había sentido y cuánto había disfrutado del sexo. Desde entonces siempre que entramos en el dormitorio su cuerpo es el de Susan, y su mente la de mi novia fingiendo ser Susan.

El cuerpo de Lucía disfrutaba por el culo y con el sexo oral tal y como lo hizo siendo Susan, así que Lucía intencionadamente se esforzaba en interpretar el papel de Susan, y su cuerpo se transformaba en el de ella. Incluso reaccionaba a los fetiches de Susan tan excitada y apasionada como ella.

Pero a veces sus orgasmos eran tan fuertes barrían la mente de Lucía: Me confesó una vez tras ducharse que cuando se corría así de fuerte Susan despertaba y tomaba el control hasta terminar de follar.

—No me había dado cuenta. —Me preocupé. Creía que el problema estaba solucionado.

—No te asustes, bobo. —Me besó en la mejilla. —Lo he estado pensando en la ducha y creo que es mejor así: Siendo Susan disfruto todavía más que cuando sólo la interpreto, aunque al hacerlo mi cuerpo reaccione como si fuera el suyo.

—Supongo que hay un límite en cuánto puedes disfrutar sin tener realmente una mente así de...

—¿Así de pervertida? —Me besó en albornoz. —Cuando se trata de sexo es mejor disfrutar siendo una ninfómana, al menos mientras dure. ¿No crees? —Se abrió el albornoz y me enseñó su espléndida figura de avispa, sus enormes y levantadas tetas de 20 años, sus larguísimas piernas, su piel tersa y suave reluciendo por la humedad de la ducha y perfumada. —¿Sabes que llevas más de un minuto embobado mirándome? —Me dijo al final.

—Me acabas de decir que el problema de Susan imponiéndose sigue estando. Me preocupa.

—Pues no te preocupes. Es diferente de antes, ahora todos los papeles de transformación tienen claro que yo soy la verdadera y que no pueden encerrarme.

—¿Entonces qué pasa cuando Susan toma el control?

Avanzó sensualmente hacia mí y puso las manos en mis hombros mirándome a los ojos pícaramente.

—A Lucía le resulta difícil tener el control pero al mismo tiempo concentrarse en tener mi cuerpo con todo el efecto de placer y excitación y fetiches que supone.

—Su... ¡Susan!

—Así que es natural que Lucía pierda el control cuando le vuelas la cabeza con orgasmos tan fuertes como el de antes.

—¿La que me estaba hablando antes eras tú?

—No. Cuando ha visto cuánto deseabas mi cuerpo todavía, a pesar de habernos hartado de follar hace un rato, Lucía ha decidido no sólo interpretarme, sino cederme el control por completo para hacerte disfrutar todo lo que pueda.

—¿Te ha cedido el control voluntariamente? ¿Puede hacer eso sin hipnosis? ¿Sin el efecto posthipnótico que asocié al anillo? ¿Cómo puedes transformarte por completo en otra persona?

—Ya te lo he explicado, es difícil seguir siendo ella pero a la vez usar mi cuerpo afectando a su cerebro. Acaba de descubrir que es mucho más fácil dejarse llevar por completo y que yo me encargue de todo.

Me besó con lengua pero me aparté.

—¡Otra vez no!

—Tranquilo, esta vez Lucía no está encerrada ni dormida, está despierta y mirando.

—Pero...

—Quiere que te avise de que la próxima vez que folles con ella, si le haces correrse así de fuerte otra vez, volverás a ponerla en trance como antes. Cuando eso pase no estará despierta ni mirando, no como ahora.

Me sujetó la cabeza. Había algo diferente en ella.

—No te creo. Lucía sigue en trance. La que se ha duchado es Susan.

Tras un momento puso cara de pillarle en una trastada.

—¡Cierto, me has pillado! Pero hasta que Lucía despierte sólo quedo yo.

Antes de que pudiera responder me llevó la cabeza a sus tetas y me metió el pezón de su tetaza izquierda en la boca.

—¡Mmmfh!

—¡Chupa mis tetas, lo estabas deseando!

"Hasta que Lucía despierte". Le tomé la palabra.


Estábamos en mi cama. Susan no me había dejado follármela por el coño a pesar de mi insistencia, a diferencia de Lucía cuando le insistía. En su lugar me puso el coño en la boca sólo para que me callara y que ella pudiera concentrarse en hacerme una buena mamada. Era la primera vez que hacíamos un 69 y hasta ese momento Susan nunca me había dejado chuparle el coño, y tampoco se lo había hecho a Lucía.

Detuvo su mamada en seco, con la polla dura quieta en su boca, y se estremeció y tembló.

—¡¡NNFFFHHMMM!!

Se corrió comiéndole el coño.

—¿Qué ha pasado? —Preguntó de repente sacándose la polla de la boca. Yo me detuve.

—¿Lucía?

—Joder... Vaya pedazo de orgasmo, cabrón. Me has volado la cabeza. ¿Cuánto tiempo he estado desmayada?

Se refería a lo que la había hecho disfrutar follándomela por el coño con el cuerpo de ninfómana de Susan, mucho más excitable y sensible. Pero empecé a pensar que también se debía a acumular mucha excitación por todo el tiempo que pasaba entre cada polvo vaginal, y su cuerpo reaccionaba más fuerte. Comparado con aquello no parecía darle importancia a despertar de repente y estar mi polla dentro de su boca y sintiendo cómo le chupaba el clítoris mientras le metía y sacaba los dedos.

—Susan tomó el control y dijo que estabas en trance.

—¿En serio? —Seguía sobre mí, con sus pechos presionando mi barriga.

—No sólo eso, ¿No notas que te has duchado hace poco?

—¡Ostras!

Excitado como estaba observé su coño depilado por Susan, dilatado y palpitante.

—Susan también dijo que cada vez que te haga correrte así de fuerte volverá a pasar.

—¿Ah, sí? —Por la forma de decirlo supe que se lo estaba planteando como algo interesante.

—Intentó hacerme creer que le habías cedido el control pero que lo veías todo.

—Pues no. Acabo de despertar. —Se levantó y se puso en pie. "¿Y ya está?", pensó mi polla.

—Pero dijo algo interesante. Que te cuesta interpretar su papel manteniendo el control y que sería mucho más fácil si se lo cedieras del todo, sólo observando.

—Eso no va a pasar. ¿Qué hiciste para que me corriera tan fuerte?

—Simplemente te follé por el coño... Susan nunca me deja.

—¡Oh! ¡Eso podría ser esa la clave para expulsar a la mente al mando!

—¿Tú crees? Pero yo no programé nada parecido...

—Tampoco intentaste que yo me quedara enterrada y suprimida. No me importa la razón, pero la próxima vez que Susan tenga el control asegúrate de follártela por el coño.

—Te has despertado al hacer que se corra Susan comiéndole el coño.

—¡Entonces no tiene que ser con penetración, se trata de orgasmos vaginales!

—Hasta ahora nunca me había dejado. Pero ahora que Susan lo sabe, tampoco me dejará comérselo más.

—¿Y qué importa?

—Piensa lo que estás diciendo. Estás diciendo que fuerce a una mujer para follármela por el coño o chupárselo, es un disparate.

—Mierda. Tienes razón. Técnicamente sería violación. ¡Pero soy yo quien te lo pide para que no me sustituya!

—Creo que voy a tener que hipnotizarte de nuevo.

—De eso nada. Cada vez que lo intentas te cargas algo más. Seguiremos como estamos.

—Pero eso significa que para que Susan no tome nunca más el control por completo...

—Sí, ni polvos vaginales ni comidas de coño. Lo sé.

—¿Estás segura?

—Me basta con usar sólo el cuerpo de Susan para disfrutar más que con ningún otro hombre en el pasado, y eso sólo chupándote la polla. Si me apetece correrme sólo tienes que follarme por el culo.

—¿Así que quieres seguir recurriendo a Susan?

—Es la solución intermedia. Susan no quedará encerrada y los 3 disfrutaremos más.

—Por cómo lo dices significa que no está encerrada. ¿Está mirando?

—Sí, ya se ha recuperado. Está mirando, como ella te dijo que hacía yo.

—¿Cómo es que ahora lo recuerdas?

Se puso a 4 patas en mi cama ofreciéndome su culo.

—Si interpreto su papel veo sus recuerdos. Recuerdo cómo te ha tomado el pelo haciéndose pasar por mí... —Me miró lujuriosa girando la cabeza. —Me ha encantado cómo has mirado nuestro cuerpo.

Tragué saliva intentando no pensar que era Susan de nuevo y le di el beneficio de la duda. Le reventé el culo a pollazos una y otra vez, y se convirtió en nuestra rutina diaria, después de ordeñarme por lo menos una vez con la boca.

Llegó un momento en que ya no importaba si era Susan o Lucía, el tiempo pasó y ambos coincidimos en que probablemente ambas personalidades se estaban fusionando. Y para ponerlo a prueba, un día Lucía me lo propuso:

—Quiero que me folles por el coño.

—¿Estás segura?

—Pongamos a prueba la fusión.

Fue muy evidente que le gustaba todavía más que por el culo. Cuando se corrió, tras apenas un par de minutos y mucho antes que yo por estar preordeñado, puso los ojos en blanco y le temblaron. Su cuerpo quedó inerte, como desmayado, pero yo seguí. "Debería haber tomado el control Susan. ¿Qué le pasa?"

Paré preocupado y esperé. "Susan dijo que "le volaba la cabeza a Lucía" con orgasmos así de fuertes. ¿Si se han fusionado significa que ahora Susan también está en trance?"

—Lucía, ¿Me oyes?

—...Sí... —Contestó con un hilo de voz. Tragó saliva y carraspeó ligeramente. "¿No debería eso sacarle del trance?"

—Susan, ¿Me oyes?

—Síi... —Ella también estaba hipnotizada.

—¿Estáis fusionadas de verdad?

—Cada vez más...

—¿Quién ha contestado?

—Las dos.

—¿Significa esto que cada vez que os haga correros por el coño caeréis en trance?

Tardaron en responder.

—...¿Sí?

—Así ha quedado demostrado. —Comenté sin pensar en la afirmación que les estaba implantando, reafirmando aquél fenómeno extraño. Sólo más tarde me daría cuenta de lo que había hecho.

—...Sí.

Intenté mejorar las cosas.

—Lucía, a partir de ahora te resultará mucho más fácil acceder al cuerpo de Susan, con todo lo que ello conlleva: Su lujuria, excitación, sensibilidad sexual, placer al dar placer, sus fetiches...

—Sí.

—Te será mucho más fácil que antes. Ya que os estáis fusionando, será como si su cuerpo fuera el tuyo.

—Sí.

—De ese modo no necesitarás concentrarte en interpretar el papel de Susan, te saldrá sin esfuerzo...

—Sí.

—...Con sólo pensar en sexo. Cuando se trate de sexo tu cuerpo y tu papel serán el de Susan sin esfuerzo, sin concentrarte, sin pensar en ello. ¿Entendido?

—Entendido.

Pero yo no lo entendí en aquél momento: Al decirle aquello había fusionado al 100% a Susan en Lucía, y la obligaba a convertirse en ella sin darse cuenta con sólo pensar en sexo, y por lo tanto en cualquier momento del día se convertiría en una ninfómana dispuesta a follarse "a todo el equipo de fútbol" y a casi cualquiera, como correspondía a su cliché de rubia cachonda jefa de animadoras que se acuesta con todos y va provocando.

—Susan, a partir de ahora me dejarás que te folle por el coño.

—...No...

—Sí, Susan, es importante. Siempre que yo quiera te follaré por el coño.

—...

Se lo puse fácil.

—El sexto fetiche de Susan es ser follada por el coño. Después de todo es la típica animadora de instituto americano que se ha follado a medio equipo.

—...¿Oooh?

—Claro, Susan. Siempre has sido así pero no lo recordabas. Ahora lo sabes.

—...¡Oooh!

—Así que siempre que yo quiera te follaré por el coño.

—¡Vale! ¡Jijiji!

—También me dejarás que te chupe el coño.

—No.

—El séptimo fetiche de Susan es que le coman el coño, aunque le gusta muchísimo más chupar pollas. Pero también quieres que te coma el coño, Susan.

—...Ooh.

—Así que cuando yo quiera te follaré por el coño o te lo comeré. ¿Entendido?

—Sí...

Tenía que poner un seguro para Lucía.

—Siempre que yo te llame Lucía, dejarás que Lucía salga y tome el control.

—...

—Es muy importante y así tiene que ser.

—Noo...

—¿Es porque tienes miedo de quedarte encerrada?

—Sí.

—A partir de ahora ninguna os quedaréis encerrada: De ahora en adelante siempre seréis espectadoras, observando, esperando a que os toque vuestro turno.

—Pero...

Debilité a Susan:

—Con el resto de papeles pasa lo mismo: No sólo Susan, también Vicky la dominante, Mary hipnotizada por El Espejo, Mary la guerrera, Valystar la princesa, Roxan la cazadora... Todas esperaréis a ser llamadas. ¿Entendido, chicas?

Tardó en procesarlo.

—Lo entendemos.

—Bien. Así que Susan es sólo una más de las chicas, y Lucía la original y principal y verdadera, la que puede interpretar el papel de las demás si quiere.

—...Lo entendemos.

—Bien, ahora Lucía despertará. Y cuando interprete a Susan para el sexo, no quedará encerrada. No perderá el control y podrá recuperarlo cuando quiera. ¿Entiendes, Susan?

—Lo entiendo.

—Siempre que te llame Susan te convertirás en Susan.

—Entendido.

—Siempre que te llame Lucía serás Lucía.

—Entendido.

—Siempre que te llame como las otras identidades, serás ellas.

—Entendido.

Yo suspiré aliviado pero a ella le faltó decir "Entiendo que Lucía se convertirá en mí sin darse cuenta, así que no perderá el control porque las dos seremos la misma siempre que piense en sexo", que era lo que había programado con torpeza. Tampoco había oído hablar de la cantidad de veces al día que las personas piensan en sexo: Alguien promedio lo hace entre 5 y 8 veces al día, pero nuestra rica vida sexual disparaba el resultado y con ello las veces al día que Lucía se convertiría en Susan sin que se diera cuenta. Mientras tanto las demás identidades observarían preparadas para ser llamadas.

Cuando Lucía despertó la besé.

—Hola, Susan.

—Hola.

No vi cambios.

—Quiero follarte por el coño.

—Vale.

Lo hice, se corrió de nuevo, y cayó en trance de nuevo. Todas y cada una de las veces que le chupé el coño o me la follé por ahí desde entonces, cayó en trance.

Y día tras día quedó cada vez menos rastro de la Lucía original, completamente absorbida por la personalidad de Susan, hasta que los que la conocían acabaron aceptando sus progresivos cambios como algo normal al desinhibirse. Y eso era lo que ella misma les decía, que "antes estaba muy reprimida". Cuando le pedí detalles me dijo que le gustaba más ser Susan porque era verdad: Lucía estuvo muy reprimida. Me pregunté cuánto de cierto habría en ello siendo Susan la que contestó. A esas alturas intentaba no preocuparme pensando en si Lucía no estaría realmente enterrada al fondo de su mente luchando por salir y simplemente Susan fingía a veces. Lo admito, me rendí. Prefería no arriesgarme a romper más su mente.

Así que al final acepté la nueva situación: Mi novia resultó ser Susan, que tenía un modo esclava sexual, caía en trance por comando de voz o al correrse por el coño, era una ninfómana insaciable que adoraba comer pollas y tragárselo hasta la última gota, y que le follaran por el culo. Además no se corría sin mi permiso, no se masturbaba sin mi permiso, sentía reflejado en su cuerpo el placer de chupar pollas... Pero al menos conseguí que se corriera con tan sólo un comando, que de paso la ponía en trance. Fue gracias a eso que se lo pude programar, como otro camino para caer en trance. Pero después de aquello no me atreví a volver a trastear su mente. Incluso cuando la hacía correrse por el coño tan sólo le decía que disfrutara y se relajara.

—¿Todavía echas de menos a la antigua Lucía? —Me preguntó una noche en la cama.

—Lo hice todo mal con ella.

—Yo decidiré eso. Y por ahora, te aseguro que me tienes muy contenta.

—A veces hablas como ella.

—Porque soy ella, y soy Susan. Somos una.

A veces cuando me ponía triste como en aquél momento, sin habérselo programado ni ordenado ni pedido, bajaba hasta mi culo y me acariciaba el ano con la lengua, unas cosquillas exquisitas de "beso negro". (Por supuesto no lo hacía sin haberme duchado antes). Siempre me hacía gemir y estremecerme. Cuando calculaba que ya estaba animado, en lugar de parar me pajeaba a la vez hasta correrme. Estaba seguro de que eso no lo hacía Lucía aunque dijera ser ella por estar mezcladas. Mientras me corría me asaltó la imagen de Lucía en el fondo de un pozo pidiendo ayuda, mirándola desde arriba Susan, y tapándolo para encerrarla para siempre porque yo me rendí.

La imagen volvió en mis sueños.


Cogieron a mi novia para el casting. Susan era completamente el tipo de actriz que buscaban, y además en secreto utilizó el anillo de transformación para convertirse en su personaje, por lo que resultó ser una actriz impresionante y fue el principio de su carrera.

Yo abrazaba la idea de que tal vez lo que quedara de Lucía podría servir para quitarse el anillo si el personaje escapaba de control, y que Susan pudiera volver a la normalidad.

O tal vez fue devorada para siempre.

Todavía pienso en ello durante las largas horas mirando la litera de arriba; no sé si fueron buenos o malos tiempos, pero desde luego tuvieron consecuencias.

—¡Formad, hora del recuento!

El guarda abre la puerta de mi celda y salgo con los otros reclusos. Será otro día muy, muy largo.

FIN