Hipnoterapia de interpretación - parte 3

Continuación del mismo título.

2.4 La fantasía de mi puta

—Es increíble lo bien que lo haces. —La elogié.— ¡Gargantas profundas como si nada y sin atragantarte!

—Jejeje… —Tuvo una risita traviesa y algo avergonzada. —¡Gracias, amo! ¡Pero todo es gracias a ti! —Le acaricié la mejilla y me sujetó la mano con delicadeza frotándose casi como un gato, con los ojos cerrados.

—¿Si pudieras estar 12 horas al día chupando pollas aunque no fuera la mía, lo harías de verdad?

—¡Si tú me lo ordenas, claro! Pero… ¿Me gustaría como al hacértelo a ti?

—Eso es la mitad de tu fantasía. Sólo pasaría si pudiera conseguirlo.

—¡¿En serio?! ¡Gracias! ¿Cuándo lo hacemos?

Se había tomado literalmente lo de «hacer sus fantasías realidad». Yo sólo quería comprobar hasta dónde llegaría ella. Pensé que había que echar el freno, así que sólo la distraje comiéndome la polla todas las veces que pude aguantar y retocando algunos detalles de su programación.

Ella no sólo se corría varias veces en mitad de las mamadas, perfectamente controladas para que yo durara todo lo posible (lo cual no limitaba su propio placer). Además se corría siempre que yo me corría en su boca. No importaba que ya estuviera en pleno orgasmo anterior, se solapaban y se convertía en uno muy largo, que además era más potente desde el momento en que me hiciera correrme.

Desde aquél momento las mamadas fueron obligaciones rutinarias, varias al día o se quejaba, y eso que «era una esclava generosa siempre pendiente de que su amo sea feliz. »Ella, siempre dispuesta a hacerme disfrutar sin protestar, comenzó a tener reparos cada vez mayores, hasta que llegó a negarse directamente. Comprendí que era otro cambio accidental:

—No, amo, por favor, déjame que te la chupe. —Me pidió tumbada en la posición del misionero para recibir, conmigo a horcajadas golpeando su clítoris con el glande duro.

—Me lo has hecho muchas veces seguidas, déjame que te folle. —Le froté la entrada, los labios mayores rozando los menores, pero no funcionó.

—Pero… Joo… Bueeno…

—Está bien… Si no quieres no pasa nada. —Después de todo no podía forzarla, así que me puse junto a su cabeza.

—¡Gracias! —Y se lanzó a chupármela de nuevo.

—¡¡MMMMHHOOOOGGHH!!

Estaba muy claro que ella disfrutaba muchísimo más que yo de haberle lavado el cerebro. Tardaría días en ir decayendo la cantidad de sus orgasmos por mamada hasta que le pasara lo que en su fantasía, cero orgasmos por más mamadas que hiciera, pero todavía no lo sabíamos. Pero con cada una de las mamadas el efecto de replicar su fantasía se reforzaba más y más.

Aquella noche soñó que yo la enviaba reprogramada a un baño de hombres con agujeros glory hole, de zona gay, y se ponía a chupar pollas anónimamente con la puerta cerrada sin que nadie supiera que no era un hombre. En su sueño yo la había reprogramado para creer que estaba en la «fábrica ordeñadora» siempre que estuviera ante un agujero de una puerta o pared por el que asomara una polla.

Como resultado que yo le hiciera eso se convirtió en su nueva fantasía sexual, la primera que era realmente de la esclava y no de Lucía. Porque en cuanto despertó me lo contó todo, y me pidió que se lo hiciera. Le dije que era otra vez muy masoquista.

—¡No! Es lo más parecido a hacer realidad del todo mi… La fantasía de Lucía. ¡Mi fantasía es hacer realiad así esa fantasía! Aquella es demasiado exagerada… Pero lo excitante de esta es que podemos hacerlo de verdad. ¡Te lo pido por favor!

Le programé lo del agujero con polla = Ordeñadora en serie y creer que estaba allí. Lo preocupante es que me sacó a rastras de mi casa por la noche para probarlo. Me llevó hasta el barrio gay. Supuse que sabía dónde había glory holes por una búsqueda en internet. Entramos en un local bastante sórdido y esperamos escondidos en el baño entretenidos con el teléfono compartiendo la taza como asiento. Era el inodoro central, con un agujero a cada lado con tapadera de quitar y poner. Cada vez que entraba un hombre ella asomaba la lengua y hacía ruditos, pero ninguno hizo caso.

—Supongo que notan que eres una mujer.

—Por favor, asoma tu polla la próxima vez.

—¡Ni hablar!

—Por favor… —Me miró con ojos de cachorrito.

—Bu—Bueno… —Tragué saliva.

—¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Que te la chuparan?

Prefiero no hablar de lo que pasó después, pero tiene cierto parecido con la película Porkys, solo que con final feliz muy a mi pesar conmigo quejándome todo el tiempo. Mientras tanto ella estaba ocupada en el otro lado, porque los dos amigos sin inhibiciones sexuales habían entrado juntos.

Al menos hizo su fantasía realidad.

—¡GOOOOOOOGGHHH!

Perdí la cuenta de las veces que se corrió chupándosela a un sólo hombre. Eso fue lo único que me animó.

Eso y que como regalo luego me ofreció su coño al llegar a casa.

—¡Muchas gracias, amo! ¡Fue como estar realmente allí! —Me dijo a 4 patas. —Era tan real… Buff… —Puso los ojos en blanco sólo recordándolo antes de que se la metiera, y sin darse cuenta siquiera se acarició sus pezones.

Mientras me la follaba pensé que cada vez tenía menos de esclava y más de puta.

—A veces… Creo que sigo encerrada… —Dijo el segundo anterior a que me corriera en su coño. Su orgasmo explosivo le borró esa línea de pensamientos. Aquello fue otro accidente, pasó sin más. Había desarrollado el reflejo de correrse si hacía que una polla se corriera, pero no era necesario que fuera dentro de su boca.

2.5: Versión 2.0

Era un espectáculo verla gemir cuando yo gemía, pero nada se comparaba con sus orgasmos sincronizados con los míos, eso era especial. Lo malo fue que con cada mamada que hacía se acercaba más al estado final de su fantasía de ordeñadora: Disfrutar más todavía pero correrse cada vez menos hasta ser incapaz. Seguir tan cachonda como correspondía a haberse corrido muchas veces y estar a punto otra vez, en una orgía sin fin, al borde, pero ser incapaz. Ya que chupar pollas era su principal interés sexual, eso significaba una gran frustración. Tan sólo dos días después de la noche del glory hole ya era incapaz de tener orgasmos que no fueran por hacer que yo me corriera. Al menos, sin follármela por el coño.

Estábamos frente a mi cama, ella de rodillas en la almohada y yo en la silla, como era habitual. Como ya me había hecho correrme 4 veces esa tarde con mamadas, llevaba ya más de 40 minutos chupando y no lo conseguía. Por lo tanto ella estaba a cien mil y no se correría sin mi orgasmo, pero yo sabía que ya estaba aburrido de las mamadas.

—Tengo que follarte por el coño.

—¡No! ¡Por el coño no!

—¿Quieres correrte o no?

—¡Quiero chupar pollas! Todas las que pueda.

Intenté convencerla:

—Al no correrte acumulas excitación. Cuando te corras por el coño te va a estallar todo el placer acumulado haciendo mamadas. Ya lo verás.

Pero en lugar de convencerla puso los ojos en blanco y se desplomó en mis muslos. Me asusté pero sabía que sólo tenía que esperar unos segundos. «Otra vez un efecto accidental… Bueno, supongo que ahora sí que estará convencida.»

Pero no lo estaba. De hecho se enfadó al insistirle. Se puso en pie y alzó la voz, casi gritando. Sin duda la oyeron los vecinos estudiantes.

—¡Que no! ¡Debo chupar pollas! ¡Es… mi propósito! ¡Quiero pollas en mi boca todo el día, como en la fábrica ordeñadora! ¡Si no es tu polla serán otras, me da igual quien sea! ¡Ya sabes que todos están dispuestos! ¡Si yo quisiera no tendría ni que buscarlo, me bastaría con colgarlo en mi muro y harían cola! —Y su cara pasó del enfado a la emoción, pensando en hacerlo de verdad, «y que le den a Lucía y su mojigatería, jijiji». Era como si pudiera leerle la mente.Pero me preocupó más que le habrían oído los vecinos. Quizá alguno tocara al timbre en cualquier momento, o bien por la pelea o bien para hacer cola...

...De repente me puse celoso. Y me enfadó que pasara a 100% puta y 0% esclava. No me importaba si la que tenía ante mí no era ya la esclava sino Lucía liberada (Lo más probable), pero decidí traer de vuelta a la esclava y asegurarme de que hacerlo mejor: «Estarás mejor educada y entrenada la próxima vez», pensé celoso. Temía que si no la mantenía bajo control fuera por ahí chupándosela a cualquiera todo el día. Pero en el fondo lo que temía era perderla.

—Burbuja hipnótica: Mente en blanco ya. —Chasqueé los dedos y le tapé los ojos cerrándoselos, y la sujeté para que no se cayera y la puse en mi cama.— Respira hondo. Relájate. Más profundo. Burbuja hipnótica: cuenta hasta diez con cada inspiración que te deja la mente en blanco. Al espirar tus pensamientos se van, limpiando tu mente.

Esperé. Pensaba que no lo contaría en voz alta pero lo hizo, lo que podría significar que el trance era o muy fuerte o muy débil y sólo colaboraba. Sabía que con ella era lo primero.

—10… 9…

Aquella vez me aseguré de reforzar exclusivamente la faceta de esclava sumisa. De hecho fui incluso más lejos y le prohibí masturbarse sin mi permiso: Aunque rara vez lo hacía en modo esclava, ni siquiera chupándomela, la prohibición alcanzaba a Lucía. Ella ya no se podría masturbar más aunque lo deseara. Una parte de su mente se lo impediría.

Entonces realmente la castigué: Programé un seguro antiorgasmos, no se correría sin mi permiso, negado siempre por defecto. Ni siquiera al hacer que yo me corriera.

—Nunca más volverás a correrte hasta que yo te de permiso, y te lo tendrás que ganar. Sólo una buena esclava, muy muy sumisa y fiel, puede ganarse el derecho de correrse. Habías sido buena esclava pero has dejado de serlo. Vas a ser mejor esclava sumisa que nunca. ¿Verdad que sí?

—¡¡SÍII, AMOO!! —Estuve seguro de que los vecinos la oyeron de nuevo.

Después intenté que se corriera a mi orden, pero aunque se ponía en el borde con sólo ordenárselo, tras unos segundos, no llegaba a estallar. Fui tan tonto que no se me ocurrió que el seguro antiorgasmos lo impedía, pero pensé que simplemente no había funcionado.

Después para que fuera más receptiva al sexo vaginal aumenté de forma permanente la sensibilidad genital en modo esclava, amplificando el placer sin necesidad de orgasmos, para que disfrutara y deseara cada segundo.

—Repito, a partir de ahora los orgasmos serán un premio para ti. No los volverás a tener sin mi permiso por muy cachonda que estés, sólo cuando te recompense con ellos. ¿Entendido?

—Entendido, amo.

Por último también aumenté su sensibilidad erógena en los pezones de forma permanente en modo esclava. Le insistí en que incluso los sujetadores de redecilla estimularían sus pezones manteniéndoselos duros todo el tiemp, y man teniéndola excitada.

—Huummm… —Sonrió con ojos cerrados. Llevaba puestos sus sujetadores sexys rojos.

—También afectará a Lucía —Decidí. —De ahora en adelante la ropa interior también acariciará y estimulará los pezones de Lucía, no sólo los tuyos… ¡Incluso las bragas! —Improvisé. —Eso es, las bragas también acarician vuestros clítoris y labios vaginales…

—Ooohhh… —Las llevaba puestas.

—Pero es imposible correrse con las caricias de la ropa interior. De hecho es imposible correrse sin mi permiso. Tan sólo os excitaréis más y más. Sobre todo cuanto más sexy sea la ropa interior. Ahora vas muy sexy, esclava.

—¡MMMMMhhhh…!

—De ahora en adelante aunque finjas ser Lucía y vistas recatada y sin escote, la ropa interior debajo de tu ropa poco atractiva en clase será muy sexy… A ti, a Lucía, a mi esclava, que sois la misma persona… Os encanta saber que vais sexys en secreto… Eso es muy erótico… Tan excitante… Y las caricias de la ropa interior sexy os gusta tanto…

Esperé y cada vez había menos intervalo entre sus pequeños gemidos, que fueron subiendo en intensidad.

—Los sujetadores te mantendrán acariciados y duros los pezones, y las bragas el clítoris. Al crecer y ponerse duros se frotarán más contra la ropa interior… Eso aumenta las caricias… Nótalo ahora.

—¡MMMMMMMHHHOOOHH!

Le describí no sólo su ropa interior sexy sino su ropa de fiesta y sus conjuntos de putón, de auténtica actriz provocativa de Hollywood, casi todos rojos desde los zapatos de tacón alto hasta el pintalabios glossy. Detallé cómo su ropa la excitaría, cómo de putón sería, pero siempre girando sólo en torno a mí: Cuanto más excitada más puta, y cuanto más puta más esclava.

Le describí sutiles diferencias en las sensaciones e hice que las imaginara y deseara vestirse como el putón que era, sólo para mí, en mi casa. Y afectarían exactamente igual a la Lucía original:

—Después de todo Lucía es sólo un papel que tú interpretas a veces, porque mi esclava es la verdadera personalidad principal de tu cuerpo y siempre lo ha sido. Es sólo que aún no habías encontrado un verdadero amo, pero por fin me has encontrado.

Esperé mientras se retorcía excitada por las caricias de la ropa interior y digería todo. Cuando la desperté no le di sexo ni le dejé chupármela, pero le ordené que esperara excitada en la cama por si cambiaba de idea. Normalmente se hubiera masturbado al menos por aburrimiento esperándome mientras veía la tele en el salón, pero también estaba prohibido. Luego me acosté con ella sin ponerle la mano encima y me dormí. Ella sabía que había sido mala esclava y estaba arrepentida.

3: Susan

3.1: El anillo de transformación

El décimo día, domingo, en lugar de sexo me concentré en hipnosis tras el escarmiento de la noche anterior por haberme descuidado en el lavado de cerebro. Me dediqué a ampliar el repertorio de papeles a interpretar, no sólo la antigua Lucía. Al principio eran como piezas para dominarlas y combinarlas en auténticos rasgos de personalidad. Luego de hacer pruebas despertándola y probándolas las ensamblé y refiné creando auténticos personajes completos, y le enseñé el trasfondo de cada uno, y le hice vivir fantasías para "El Método" comprendiéndolos. «Después de todo quería pagarme para mejorar su interpretación», pensé con cinismo.

Por la tarde el sexo se limitó a comprobar las diferencias entre los personajes, dosificando los minutos y reservando mis orgasmos. Hice que los personajes fueran modificables y se pudieran interpretar unos a otros, para construir otros nuevos fácilmente con sólo explicarle qué rasgos de cada uno formaban a otros personajes, y dándoles un trasfondo.

—Eso ayudará al papel de Lucía cuando trabaje como actriz. —Le expliqué.

—Gracias, amo. —Contestó mi esclava con los ojos cerrados.

El undécimo día, lunes, no fuimos a clase. La esclava me contó otra fantasía de Lucía, en anillo de transformación, con el que cualquiera podría aprovecharse de ella transformándola en cualquier personaje incluyendo esclavas ninfómanas. Un anillo que no era mágico sino un anclaje hipnótico. La idea me gustó y le dije que podría servir para mejorar la interpretación. Dado que el concepto ya estaba arraigado en su mente y se había masturbado y fantaseado con él, fue bastante fácil, pero no funcionó al primer intento; requería una construcción cuidadosa y primero coloqué los cimientos del edificio.

Tras almorzar en modo Lucía estábamos frente a mi portátil en el escritorio y nos enseñábamos los relatos eróticos que más nos excitaban, con los que más veces se masturbó, y descubrí que teníamos mucho en común.

—¡¿También te has leído Dentro del laberinto?! —Pregunté sorprendido. Mi esclava me sonrió más.

—Me encanta. Sobre todo la escena en que Mary es reprogramada con el espejo hipnótico. Es tan… ¡MMMHHH!… —Gimió y puso los ojos en blanco recordando sus sensaciones al leerlo, fantaseando con que ella era Mary siendo hipnotizada y reprogramada, metiéndose en la piel del personaje. También recordaba el placer sexual de masturbarse a la vez. Sin que yo dijera una palabra su cabeza cayó suavemente sobre su pecho cerrando los ojos.

—Has caído en trance con sólo recordar cómo imaginabas que caías en trance…

—Mmmmh...

Así de fácil se había vuelto hipnotizarla: Se autohipnotizó con un recuerdo. Pensé que ayudaba estar distraída con las sensaciones físicas de masturbarse, aunque también fueran recordadas. Irónicamente no fue ese erotismo el que sintió sino lo que se filtró hasta su subconsciente sin darse cuenta.

Estaba en lencería sexy como siempre, con la calefacción puesta. Su color favorito era el rojo, pero por variar aquella ocasión iba de negro. Viéndola en trance pensé que a veces no sabía si estaba en modo Lucía o en modo esclava, pero que la diferencia ya no importaba.

—Burbuja hipnótica: Mente en blanco muy profundo… mucho más profundo… Ahora. —Cabalgué sobre el efecto «natural» y lo aproveché para ahorrar tiempo antes de que despertara.

Fue entonces cuando ideé el "Anillo de transformación". Utilicé su anillo del dedo corazón izquierdo para que tuviera el efecto de transformarse en cualquier personaje sin mi intervención. Hice que tanto Lucía como las otras identidades pudieran invocarse unas a otras con sólo decir su nombre. Lucía incluso podría invocar a la esclava sexual si quería, pero una vez transformada quedaba a expensas de lo que la nueva personalidad decidiera hacer; no tendría ningún control.

Cuando la desperté y se lo expliqué se excitó tanto que me pidió emocionada que cualquiera pudiera utilizar el anillo contra ella como quisiera.

—¿Te has vuelto loca?

—Ya te lo dije. Si no, no tiene gracia. ¿Qué sentido tiene acordarlo antes? ¡Eso es lo emocionante!

—¿Pero cualquiera? —Celoso otra vez.

—Es lo emocionante de tener un secreto, ¿No te parece? Que alguien podría descubrirlo.

Sospeché que pensaba en poder quitarse el anillo como una medida de seguridad y que no era tan idiota. De modo que hice lo que me pidió y Lucía quedó a expensas de cualquiera. Quien fuera que conociera el secreto del anillo podría convertirla en su esclava y su puta. O en Susan. O en Mary reprogramada, el siguiente personaje sexual que creé días después.

Pero puse un seguro: Sólo yo podía usar los «comandos burbuja.» Si alguien abusaba de ella con el anillo al menos no podría reprogramarla.

Pero seguía estando el problema de que caía en trance al correrse por el coño… O al recordar cómo era hipnotizada… O incluso al recordar una fantasía masturbatoria sobre que ella era la víctima. No tenía ni idea de cómo solucionarlo sin chocar con todo el trabajo hasta entonces, de modo que no hice nada. Supuse que si alguna vez mi esclava caía en malas manos… Quiero decir, manos peores, se la follarían por el culo tras hacer que le hiciera una cubana y le chupara la polla. Por supuesto fue un autoengaño basado en comentarios que oí una vez por el pasillo: Un chico bromeó sobre cómo le gustaría ponerla a 4 patas y «reventarle el ojete», causando risas de sus amigos; otro le respondió que le bastaría con una mamada y el tercero que le sobraría con una cubana con sus enormes tetazas. Intenté tomármelo literalmente.

Día 12, martes.

Practicamos juntos su capacidad interpretativa aumentada por el anillo de transformación. Para cuando se hizo de noche ya era capaz de interpretar a personajes de películas que había visto varias veces, con la peculiaridad de que realmente creía ser ellos: El Método al extremo. Hombres o mujeres, su mente se adaptaba para autoengañarse y creer que tenía un cuerpo diferente aunque fuera desnuda. Desde los matices de la personalidad hasta sus reacciones emocionales. No quise probar con traumas de personajes y por eso fui muy selectivo con los papeles a interpretar.

Pero lo mejor y lo peor vino cuando programé el papel de Susan el día 13.

3.2: La más fuerte de todas

—Tu nuevo nombre es Susan, el personaje de Dentro del laberinto: Eres una rubia cachonda, estilo jefa de animadoras, un poco pava y pija. Eres muy abierta y sociable. Tienes mucha experiencia y habilidad sexual. Eres una experta en chupar pollas y te encanta que se corran en tu boca, y no paras de chupar hasta tragarte hasta la última gota de semen. Con sólo pensar en hacerlo te excitas mucho. Te pone tan cachonda que es tu fetiche sexual principal, deseas hacer mamadas hasta tragártelo todo...

—¡Aaaahmmm! —Gimió con sólo pensar en hacerlo. Esperaba que esos rasgos en común con Lucía y con la esclava sirvieran como anclaje para reforzar a Susan como nueva identidad principal. Continué.

—...También disfrutas de hacer que las mujeres se corran porque eres muy generosa en el sexo, Susan: Ahora tu segundo mayor fetiche sexual es provocar orgasmos a las mujeres. Para ello usas tus manos y tu boca y tu lengua, les chupas el clítoris, masturbas su coño… —Noté dudas en su rostro. —Justo como hacías con Roxan: Imitas lo que ella te hacía, así aprendiste; ella te enseñó y practicaste con ella en la Sala de la Lujuria. —Entonces se relajó y puso sonrisa boba de nuevo. Esperé mientras fantaseaba poco a poco con sexo oral con mujeres. Que se dejara llevar. Que recordara la novela Dentro del laberinto, los detalles de Roxan trabajándose a Susan. Vi su respiración acelerándose y sus mejillas sonrojadas. Una mezcla de recuerdo, imaginación y alucinación sexual mezclando pasado y presente saltaban a la comba en su cabeza. Bajé la intensidad un momento:

—Tu cuerpo tiene unas tetazas increíbles, y te encanta enseñarlas y excitar a los demás con ellas. Por eso si no hace frío prefieres estar en lencería sexy todo el tiempo, incluso aunque no hagas nada sexual.

-Hmmm… ¡Jijiji! -Gimió con dulzura y se rió traviesamente. Continué con la faceta lésbica por lo importante que fue esa experiencia para el personaje:

—Susan se ha pasado un año encerrada en la Sala de la Lujuria con Roxan y Valystar: Te han hecho correrte millones de veces, y te ha encantado el sexo con mujeres, que ahora también te gusta y lo deseas. Te encanta comerles el coño. Te encanta hacer que se corran. Te encanta que te coman el coño, encerrada con ellas, atrapadas como esclavas sexuales. Pero sobre todo, te encanta sentir que te comen el coño a la vez que chupas pollas.

—¡¡¡GHAAAAAAAGHHH!!! —Gimió mucho más fuerte al recordarle la esencia de «La esclava sexual atrapada en la fábrica ordeñadora». Me excitó mucho y continué insertando piezas de su mayor fantasía:

—El cuerpo de Susan es especial, siente el placer de hacer sexo oral reflejado en su cuerpo, tanto con hombres como con mujeres. Para ella es algo normal y natural, ni siquiera piensa en ello: Es parte de chupar pollas. Parte de chupar coños. También es por eso que te gusta tanto hacerlo, Susan. No es sólo porque es tu acto sexual favorito, y el que más te excita. También es porque el placer se refleja en tu cuerpo.

Mientras dije aquello comenzó un coro de pequeños gemidos sacudidos por algunos más fuertes de vez en cuando, y siguió así hasta el final.

—¡¡AAAAAAHHHH!!

—Susan ha vivido durante un año la versión lésbica de la fábrica ordeñadora, encerrada con Roxan y Valystar, y corriéndose millones de veces. Su mente ha cambiado a la fuerza como si hubiera sido reprogramada con hipnosis.

—¡AAAAAAAAHHH!

—Encerrada con ellas Susan ha sido reprogramada, contra su voluntad, hasta convertirte en bisexual, así que han forzado en ti que ahora te encante comer coños además de pollas.

—¡¡¡OOOOOOHHHGGHAAAAHHH…!!!

Se quedó sin aliento. Parecía impactarle y gustarle más el hecho de ser forzada y reprogramada que lo de sentir que le comían el coño mientras chupaba una polla, lo que técnicamente sería hacer un 69 después de todo. Le excitaba mucho más ser completamente forzada y controlada.

—Ahora que comprendes a Susan, lo que le gusta y cómo es, puedes interpretarla a la perfección convirtiéndote en ella. El hechizo que activa el anillo de transformación es: "Transformatio in Susan." Acepta todos estos cambios en ti pronunciando el hechizo ahora.

—Transformatio in... Su... in...

—Transfórmate en Susan ahora. Di el hechizo.

—Transformatio in... Susan. —Se resignó y suspiró.

—Contarás desde 1 hasta 10 y con cada número serás un 10% más Susan. Cuando cuentes hasta 10 serás 100% Susan. Entonces podrás despertar del trance para ser ella por completo. Y la transformación ya ha empezado: 10%... cuenta 1.

—1.

—20% Susan. cuenta 2.

—2

—Eres 30% Susan, cuenta 3.

—3

—4 tus fetiches sexuales son los de Susan, cuenta 4.

—cu... uuh...

—Tus fetiches YA se han convertido en los de Susan. Y ahora 40%, cuenta 4.

—4... —Sonó resignada de nuevo.

—50% Susan, ahora tu personalidad es la de Susan. Cuenta 5.

—Ciin... cin...

—Tu personalidad es sociable, animadora cachonda, muy generosa con el sexo, muy sexy y provocativa, juguetona y traviesa con el sexo... y un poco pijita... Ya sabes cómo es Susan. Tu personalidad es igual que la de Susan. Cuenta 5.

—5... jijiji. —se rió como si hiciera una travesura.

—60% Susan: eres ella, te has convertido en ella, te has transformado con la magia del anillo. dirás coletillas de Susan como "qué fuerte". Cuenta 6.

—seeiis... qué fuerte.

—70%, el anillo es tan potente que ya te has convertido en Susan al 100% antes de darte cuenta, así que cuando cuentes 7 te reirás traviesamente porque deseas chuparme la polla al estilo de Susan. Cuenta 7.

—sie... ¡jijiji! Hum... Sieetee... jijiji. —Su gran sonrisa me puso aún más cachondo.

—Ya te has convertido en Susan por completo. 80%, ahora seguirás siendo Susan aunque te quites el anillo y eso te excita todavía más. Cuenta 8.

—8... ¡Oh! —Su cara cambió al excitarse, sustituyendo el asomo de preocupación.

—90%, seguirás siendo Susan hasta que use el anillo para transformarte en otro personaje. Hasta entonces todos los cambios son permanentes, Susan. Cuando estés lista para aceptar tu nuevo nombre y tu nueva vida, podrás disfrutar por completo de haberte convertido en Susan, incluyendo todo el placer sexual que vas a dar y recibir. Ese momento llegará cuando cuentes 9.

—¡9! ¡Nueve nueve nueve!

—Muy bien. No es necesario contar hasta 100%, pero aun así, Susan va a despertar del trance después de que ella cuente hasta 10. Susan, ya puedes contar hasta 10.

—¡10!

—Despierta, Susan.

Abrió los ojos lentamente y parpadeó adormilada.

—Oh... ¡Oh! ¡Qué fuerte! ¡Me he convertido en Susan!

—No sólo eso, tú eres Susan. Al 100%.

—¡Superfuerte!

—Tengo el aire acondicionado puesto a tope, ¿No tienes calor?

—Hum... —Sonrió. —Entiendo.

Se levantó y se desvistió con picardía. Me enseñó sus enormes tetazas en lugar de ocultarlas recatada como siempre.

—¿Te gustan?

—Las tetas de Susan son maravillosas, muy excitantes. Con sólo verte las tetas, Susan, me muero de ganas de correrme en tu boca.

—¡Vale!

Sin mediar más palabras se dispuso a hacerlo. Se puso de rodillas sobre el cojín que había preparado frente a mi silla y ella misma me sacó la polla de los pantalones.

—¡Qué bien!

¿Qué puedo decir? Superó todas mis fantasías.