Hijos y mamás

El reto se hizo realidad para la alegría de dos hijos y sus respectivas mamás

Esta historia ocurrió en 1991, mi nombre es Pablo y tenía 18 años cuando pasó lo que voy a describir ateniéndome al máximo a lo sucedido. Vivía con mi madre, Elisa, que tenía 39 años, mi padre hacía años que había desaparecido de nuestras vidas, residíamos en un piso de la zona alta de Barcelona, ella trabajaba en la empresa de mi abuelo y nuestra situación económica era de posición bastante alta. Mamá se conservaba más que bien, era una mujer guapa que añadido a su elegancia en el vestir la convertía en objeto de deseo de los hombres que la conocían, morena de piel y de pelo mantenía una figura perfecta que realzaban sus vestidos normalmente muy ajustados a su cuerpo.

En aquellos años mi mejor y casi único amigo era Daniel, él vivía con su madre y su hermana no lejos de nosotros, su padre había fallecido en accidente de automóvil unos años antes, era una familia que vivía de las rentas que producían diversas propiedades que poseían por toda España. El padre había sido heredero de una saga andaluza de alto abolengo. La madre se llamaba Carmen, era una malagueña guapísima aunque no se cuidaba como la mía y la hermana Clara, de la que yo estaba enamorado sin hacerlo saber, era dos años mayor que Daniel.

Daniel y yo nos conocíamos desde los ocho años y él era un mes mayor, estudiábamos juntos, jugábamos en el mismo equipo de baloncesto y compartíamos los sueños y deseos por las mismas chicas que conocíamos. Tan era así que nuestro estreno sexual con una mujer había sido el mismo día y con la misma chica, la hermana de un jugador del equipo que tenía fama de ninfómana y que se tiraba a todo aquel que se le ponía a tiro. Los dos teníamos 16 años y ella más de veinte.

Yo a Daniel no le ocultaba que estaba enamorado de su hermana y él a mí que sentía lo mismo por mi madre, evidentemente intentaba hacerle comprender que su sueño era imposible de realizar por motivos obvios y él por su parte insistía en que su hermana tenía puestos los ojos en un vecino con el que acabó casándose años más tarde.

Una tarde de sábado después de haber jugado un partido de baloncesto, como teníamos por costumbre fuimos a su casa con intención de esperar la noche para salir de juerga, yo acostumbraba los fines de semana a dormir en su casa ya que no me gustaba ver a mi madre acompañada por hombres en nuestro piso.  Doña Carmen miraba la televisión y después de saludarla fuimos directamente al dormitorio de Daniel para jugar una partida de ajedrez que se alargó durante horas, cuando nos percatamos era las once de la noche y decidimos quedarnos en casa para mirar alguna película por video. Volvimos al salón y esperamos a que doña Carmen acabara de ver un concurso  de televisión que no se perdía nunca. Una vez finalizado se levantó del sofá y dijo que se iba a duchar para ir a dormir, despidiéndose de su hijo con un beso.

Daniel no se decidía a poner el video a pesar de mi insistencia y dejó pasar el tiempo hasta que bajando la voz me pidió que le acompañara, tomamos el camino de los dormitorios y al pasar por el pasillo se detuvo delante de la puerta del baño y con sumo cuidado la abrió lo justo para permitirnos ver a su madre duchándose tras una mampara casi transparente, cuando la vi primero me asusté y después intenté disfrutar de la visión que tenía ante mis ojos. Podía distinguir claramente la redondez de su cuerpo, sus grandes pechos que bailaban al ritmo de sus movimientos mientras frotaba los muslos con una esponja y sobretodo la negrura del triángulo que la cubría el pubis en medio de unas caderas amplias pero firmes. Quedé embobado y por un momento con la boca abierta.

Con cuidado Daniel cerró la puerta y volvimos al salón, ya allí comenzó a decir que se me había quedado cara de tonto y en broma puso la mano encima de mis pantalones diciendo que se notaba claramente que la tenía dura, lo cual era mentira. Sin darme tiempo a que yo hablara dijo que me iba a hacer una proposición y que si tenía cojones no podría rechazarla, me sentí retado y desconociendo de que se trataba le dije que aceptaba el reto:

¡Te propongo una cosa: yo te ayudo a que te folles a mi madre y tú me ayudas a que me folle a la tuya!

No acababa de creer lo que había oído y lo tomé como una broma soltando una carcajada justo en el momento en que la señora Carmen aparecía ante nosotros envuelta en un albornoz que cubría su  rollizo pero todavía bonito cuerpo.

¿Qué tontería te ha dicho mi hijo para que te rías de esa manera? soltó inocentemente

Un chiste muy malo, se me ocurrió decir

Pues, explícaselo a ella, que seguro se reirá como tú, dijo Daniel que comenzó a reír cínicamente.

Pensé como salir del apuro y solamente se me ocurrió decir: soy muy malo explicando chistes

La conversación se terminó cuando ella se despidió diciendo que se iba a dormir y pidiendo que no hiciéramos ruido, Daniel puso una película erótica y ambos fijamos la mirada en el aparato de televisión, a los pocos minutos Daniel dijo

Seguro que estás pensando en la propuesta que te he hecho y mejor que hoy no lo vas a tener nunca, estamos solos con ella y seguro que está durmiendo en pelotas.

Joder tío, no seas pesado, ¡no me quiero follar a tu madre y mucho menos que te folles a la mía!

¡eres un gilipollas i un cagado! , dijo algo exaltado y elevando algo la voz, mi madre seguro que te agradecerá que te la folles , insistió bajando  la voz, además aunque no te la folles yo pienso  follarme a la tuya igualmente, dijo con una tranquilidad que me pareció ofensiva.

Se estaba poniendo pesado y comenzaba a molestarme por tanta insistencia, estuve a punto de levantarme y marcharme a mi casa pero de repente recordé la imagen de la ducha y envalentándome  y sin pensarlo suficientemente le solté:

Vale, me la follo pero con una condición

¿Cuál? Contestó él rápidamente y poniendo cara de sentirse vencedor en la disputa

Tú tienes que ver como me follo a tu madre y yo estaré presente cuando te folles  a la mía

¡Hecho!Contestó con una firmeza casi ofensiva mientras me chocaba la mano.

Nos levantamos y fuimos directos al dormitorio donde dormía doña Carmen, la puerta estaba cerrada y Daniel la abrió evitando hacer ruido, entré tras él y cruzamos la habitación en medio de la oscuridad solamente rota por la tenue claridad que ofrecía la luz que entraba desde el pasillo, sobre la cama el cuerpo de la señora estaba totalmente estirado durmiendo de costado y llevando solamente un corto camisón que apenas cubría una parte mínima de su cuerpo sus nalgas quedaban a nuestra vista y evidentemente no llevaba puesta ropa interior alguna, me asusté cuando Daniel acercó su boca al oído de su madre y susurrando pero para que yo pudiera oirlo le dijo:

¡Mama! Pablo dice que quiere dormir contigo!

Ella no se inmutó y contestó como si no diera importancia a la frase de su hijo : ¡pues que se acueste, si tiene tantas ganas de dormir conmigo!

A Daniel se le escapó una carcajada mientras me guiñaba un ojo y hacía gestos con las manos intentando hacerme saber lo que me iba a venir encima.

Me desnudé en silencio y evitando hacer ruido, miré a mi amigo como si le pidiera permiso para entrar en la cama donde su madre dormía, asintió con la cabeza para que me apresurara y me acosté junto  a la madre de mi amigo, no sabía bien que hacer y observé como Daniel se sentaba en el suelo apoyando su espalda en una de las paredes de la habitación mientras moviendo su cabeza de arriba a abajo me animaba a tomar la iniciativa, decidí olvidar la timidez que me embargaba y en  acto de valentía rodeé el cuerpo de la señora con uno de mis brazos mientras pegaba mi sexo a su culo. Ella debió notar la dureza de mi pene pues se movió tenuemente, introduje una mano entre la sabana y busque el pezón de una de sus tetas que comencé a acariciar suavemente pudiendo notar que el pezón crecía y se ponía duro.

Llevaba un buen rato magreando las tetas de la señora y apretando mi polla contra su culo cuando  ella se movió enérgicamente y dijo: ¡te decides a continuar o tomo yo la iniciativa!, el  invite acabó por hacerme perder cualquier resto de vergüenza y me lancé  a  besar su cuello mordisqueando el lóbulo de una de sus orejas, ¡ ya era hora! la oí decir en tono muy bajito. Mi polla había alcanzado el máximo de dureza  dando la sensación de estar a punto de rasgar la fina tela que la separaba de las carnes de mi acompañante, ella que debía estar más impaciente que yo se liberó de mi abrazo despojándose de la pequeña pieza de ropa que llevaba puesta, cuando volvió a mi lado lo hizo llevando su boca a mi polla tragándosela de golpe y dando inicio  a una mamada que me hizo estremecer de gusto al primer contacto de su lengua que comenzó a deslizarse de arriba abajo  entreteniéndose en apretar el glande con sus labios, lo succionaba y rozaba con los dientes dándome un placer indescriptible, yo jadeaba e intentaba controlar el gusto que me estaba dando para no correrme tan pronto, aguanté cuanto pude y cuando noté que estaba a punto de soltar todo el semen que llevaba dentro la avisé, ella dejó al instante de lamer y con sus manos estrecho mi polla para evitar que me corriera, sentí dolor pero mi ego aumentó por haber aguantado sin correrme.

Se estiró y abriendo sus piernas tanto como pudo dijo: ¡todo tuyo! mientras señalaba con el dedo índice su coño que me ofrecía para que la devolviera el placer que ella me había dado, mientras lo alcanzaba con la boca pude ver a Daniel que sentado en el suelo ponía cara de satisfacción supuse que contento por lo que estaba  viendo, el primer contacto de mi lengua con el coño húmedo y totalmente abierto me supo a gloria, el sabor salado de los jugos vaginales y el aroma que desprendía hicieron que mi deseo se hiciera incontrolable por satisfacer aquella mujer que se me ofrecía como un manjar de dioses, puse todos mis sentidos en cumplir sus deseos  e inicié el roce de mi lengua con el interior de su húmeda cueva, ella no tardó en demostrar el placer que estaba sintiendo moviéndose descontroladamente mientras daba gritos entre jadeos y ruegos de que siguiera comiéndole el coño.

Sus muslos apretaban mis mejillas y yo los sujetaba con mis manos manteniéndolos elevados para facilitar el acceso de mi lengua en su interior, los suspiros eran continuos y de vez en cuando apretaba mi cabeza contra su entrepierna pretendiendo que la metiera  entera en su coño ya totalmente abierto y mojado, los gritos de placer eran continuos en demostración de que estaba  disfrutando de un orgasmo tras otro, varios espasmos seguidos provocando que sus muslos golpearan mi rostro fue la señal  que  había llegado  al clímax máximo y terminé mordisqueando su clítoris que erecto podía distinguir con mi lengua en el interior de su coño ya inundado de flujos vaginales que no paraba de segregar.

No nos tomamos mucho tiempo de descanso, sabiéndome vigilado constantemente por su hijo quería demostrarle que no solo había aceptado su reto sino que era capaz de ponerle el listón muy alto pensando en el día que hiciera lo mismo con mi madre, me hice sitio entre las piernas de la mamá del voyeur ocasional, clavé las rodillas en la cama y agarrándola por los muslos la atraje hacía mi penetrándola de un solo golpe hasta notar mis huevos aplastarse contra sus nalgas, estaba tan mojada que el pene la atravesó como un cuchillo se hunde en una tarta de mantequilla, el mete y saca se hizo constante y algo violento, sus ojos estaban clavados en los míos dando la sensación que agradecía lo que la estaba haciendo, yo por mi parte la miraba fijamente intentando hacerle saber que me estaba  haciendo disfrutar, controlar el cuerpo de aquella mujer que doblaba de largo mí edad haciéndole sentir placer a la vez que ella correspondía de la misma manera me producía una sensación especial que aumentaba la ansiedad por ella.

Mis movimientos eran controlados y  busqué la mirada del hijo de mi amante que desde el suelo miraba a su madre siendo poseída por su amigo de toda la vida, le sonreí y  su respuesta  fue un signo de admiración por lo que estaba viendo, yo seguía metiendo y sacando la polla del coño inundado haciendo que los gritos de la señora fueran cada vez más altos, ninguno de los dos articulábamos palabra limitándonos a gritar entre jadeos muestra de placer. Noté que estaba a punto de correrme y como pude se lo hice saber a ella que dijo gritando que lo hiciera en su interior,  lo tomé como una orden y me deje ir hasta aliviarme de tal manera que vacié hasta la última gota de semen en  el interior de su coño que se desbordó rebosante de la mezcla de sus líquidos vaginales y mi leche.

En agradecimiento a tanto placer como me había hecho sentir quise demostrárselo juntando mi boca a la suya, ella aceptó el detalle y nuestras lenguas retozaron juntas por unos minutos cada una en la boca del otro. Hacía tiempo que tenía olvidado a Daniel y lo encontré sentado en el mismo sitio donde la última vez, estaba  relajado y su mirada reflejaba un estado de estar feliz por lo que acaba de ver, su madre todavía respiraba con dificultad mientras descansaba con los ojos cerrados, mi amigo se incorporó y poniéndose en pie se acercó hasta mí  y hablando muy bajito junto a mi oído, dijo: quiero que la folles el culo, usando el imperativo, yo le miré con intención de darle a entender que no lo iba a hacer pues creía cumplido el reto que me había propuesto, pero insistió: ¡clávasela por detrás porque yo se la meteré a tu madre y no quiero ser más que tú!.

El tono de sus palabras me ofendió y decidí obedecerle no por hacer caso sino por la rabia acumulada, sin pensarlo dos veces  agarré a su madre por la cintura y la volteé colocándola de espaldas, separé sus piernas y busqué el agujero  metiéndole dos dedos sin consideración alguna, ella soltó un grito de dolor pero no hizo nada para evitar que continuara con mí acción , la zona estaba todavía muy mojada y no tardé en comprobar como su agujero se dilataba cada vez más, movía en forma circular dos dedos de una mano en el ano que ya parecía abierto al máximo  mientras con la otra mano me acariciaba el pene para volver a ponerlo duro, cuando creí que había conseguido mi propósito  miré a  mi amigo mientras invadía el agujero negro de su madre sin compasión alguna, un grito desgarrador salió de su garganta seguido por una exclamación entre muestra de dolor y placer a la vez y siguió con ruegos histéricos de que  no parara de metérsela exigiendo que lo hiciera hasta el fondo, su hijo en ese momento aplaudió el ruego de la madre mientras jaleaba con gritos de ánimo .

El mete y saca era continuo, para  evitando cualquier movimiento  violento pues poder disfrutar al máximo del placer que mi amante me estaba dando, la corrida de minutos antes había sido abundante y estaba seguro que tardaría en  llegar al clímax, Carmen ya totalmente con el ano dilatado no mostraba signo alguno de dolor y su comportamiento era relajado en clara muestra de que disfrutaba el momento que estaba viviendo, los dos sudábamos y cada choque de mi pubis con sus nalgas era un estallido producido por nuestras carnes al encontrarse, la sacaba y  metía haciendo que mi polla se deslizara en su ano como si estuviera lubricado con mantequilla, yo respiraba cada vez más fuerte y  ella jadeaba mientras no dejaba de repetir una y otra vez que quería más, mis manos no paraban de manosear sus tetas que colgaban de su rollizo cuerpo

Por el esfuerzo que estaba haciendo y el cansancio acumulado cerré los ojos y como Carmen había dejado de gritar los abrí advirtiendo que Daniel se había acercado hasta el rostro de su madre que le comía la polla, la escena me impactó y entendí  porque la mujer hacía tiempo que no articulaba palabra, yo comenzaba a tener síntomas de  estar a punto de descargarme  y no quise esperar más, saqué la polla del culo de mi amante y fui junto a mi amigo dirigiendo la polla hacia el rostro de su madre que tenía la boca ocupada por la polla su hijo que daba muestras de estar aliviándose en el interior de su querida mamá, yo hice lo mismo y abundantes chorros de líquido blanco quedaron colgados por el rostro que daba muestras de extenuación. Ella todavía tubo ganas de rebañar ambas pollas acariciándolas con su lengua mientras sus ojos giraban mostrando la imagen de haber quedado complacida totalmente.

Los tres nos quedamos dormidos en un instante y  fui el primero en despertar cuando comenzaba a amanecer y tímidamente la habitación se iluminaba por los primeros rayos de sol del día,  no esperé a que ellos lo hicieran y abandoné la casa sin tan siquiera ducharme, mientras bajaba por la escalera me crucé con la hermana de Daniel que caminaba con evidentes muestras de haber pasado  una larga noche de juerga, pensé que  había tenido suerte de  no me haber sido descubierto durmiendo con su madre y hermano en la misma cama, también pensé como explicarían  el hecho compartir la cama aunque enseguida tuve la sensación que esa no había sido la primera vez,  una sensación de envidia cruzó por mí cerebro de repente pensé en mamá. CONTINUARA