Hijo querido (9)

Novena entrega de las aventuras incestuosas entre una madre muy caliente y su hijo querido, ahora en un tórrido con la tía Edna.

Hijo querido 9

--"Oye Ana... ¿qué tienes?, te noto rara, ¿qué te pasa?", le pregunta Edna a su hermana.

--"¿A mi?, nada, no me pasa nada".

--"Es que te noto extraña, como enojada, conmigo, con Andrés..., ¿ya quieres que me vaya?".

--"¡No mujer!, ¿cómo crees?", dice la madura tratando de fingir su enojo, pero cómo reclamarle a su hermana por su comportamiento con Andy, cómo decirle que la otra noche los espió mientras hacían el amor, cómo recriminarle a Edna sus puterías, eso piensa mientras sale de la regadera para cederle el paso a la hermana, que también tomará el baño matutino. La hermana la mira desnuda mientras Ana se seca el cuerpo.

--"¡Ay Anita!, todavía tienes buen cuerpo a tus... ¿54?".

--"No, no tengo 54, si los tuviera tu tendrías 49, ¿no?".

--"¡Jamás!, tengo apenas 43, no soy tan vieja".

--"Si los tuvieras yo tendría 48, ¿o no?".

--"Bueno ya, dejemos las edades en paz, pero sí... todavía tienes bonitas nalgas, bien formadas y firmes, sin celulitis, yo las tengo planas, siempre fui plana del trasero, en cambió tú..., las tienes bien formadas y buenas piernas, y sobre todo busto, tus tetas ya las quisieran muchas chamaquitas para lucirlas un domingo, ¿no?, y... te depilas la pepita, ¿verdad?, apenas te están saliendo los pelitos de nuevo, en cambio yo, mira... el matorral que me cargo, una pelambrera escandalosa, mira nomás ¡qué peluda estoy!".

Y la madura voltea a ver la entrepierna de Edna, el monte de venus bien poblado de vellos castaños, largos y rebeldes; las piernas largas y bien formadas, el vientre plano y fuerte, la cintura estrecha y los brazos firmes y moldeados; las tetas pequeñas pero firmes, y mientras sigue mirando a la hermana, ésta se abre de piernas como para mostrar la pepa abundante, larga y combada, los labios carnosos que dejan escapar la otra carne, oscura, crecida, colgando fuera de la pepa, de color más que oscuro; Edna comenta:

--"Siempre fuimos diferentes, hasta de la panocha, yo soy muy carnosa de la panocha y la tengo grande..., la tuya es pequeñita y tus labios son combados pero no te salen los otros labios, en cambio a mi... mira... la panochota que tengo...".

--"Ya deja de decir tonterías y métete a bañar", contesta Ana mientras se pone la ropa, mirando de reojo la desmesurada panocha de Edna, la raja larga entre abierta que luce la desmesurada carne interna, deforme y casi negra.

Luego mientras se maquilla frente al espejo escucha a la hermana: "fui a ver a mamá y me encontré con tu hermanito querido, el René, te mandó saludos y besitos, por cierto sigue igual de loco, nomás tuvo oportunidad y me agarró las nalgas, ¿tú crees?, quería que hiciéramos cochinadas de hermanos... la tenía bien parada, ¿tú crees?, ¡tuve que salir corriendo buscando a mamá!, si no me formica el cabrón!".

--"Hummm, si, supongo".

--"Pero no, nada de nada, ya sabes cómo es él, más que caliente, ¿creerás que se anda cogiendo a las cuñadas?".

--"Sí, algo supe", y mientras mira de reojo la ropa interior de su hermana comenta: "oye Ednita, ¿por qué usas esas tangas hilo dental?, ¿no te molestan?".

--"No, ¿por qué?".

--"No se, yo nunca las he usado, pienso que será molestó traer una tira de tela rozándote el culo, ¿o no?".

--"Pues no, es la moda, son lindas las tangas, me gustan y no me molesta el culo, creo que te acostumbras a traerlas y ya, eso es todo".

--"Pues no, yo siempre he usado pantaletas completas, tengo el ano muy sensible, pienso que esa ropa me irritaría la cola, además pienso que el hilo de tela de tanto estar pegado a la cola se llena de caquita, ¿no?, nomás lo pienso y siento cosas ahí".

--"Oye Anita... ¡qué cosas dices!... ¿te puedo decir algo?", dice la mujer mientras abre la llave del agua.

--"¿Ahora qué quieres?".

--"¡Oye no te enojes!,. pues que mi amiga Martha va a hacer una fiestecita y quisiera que... dejaras ir al Andy, que me acompañe, ¿puedo llevarlo?".

--¡Ay Ednita!, tú sabes... Andrés ya es mayor y sabe lo que hace, por lo demás ya se que tipo de fiestas organiza tu amiguita".

--¿Qué tienen de malo?".

--"Mmmm, unas borracheras que se ponen y terminan cogiendo todos con todas, ¿o no?".

--"Mmmm, no siempre, una que otra vez, ¿entonces lo puedo llevar?".

--"Ya te dije que Andy ya es grandecito, a ver si no termina ensartando a tus amiguitas, ¿eh?".

--"No... yo lo cuido que no haga tonterías... a propósito... el chamaco es... muy caliente, ¿verdad?".

--"¿Por qué lo dices?, ¿tú cómo sabes?", contesta Ana sin poder ocultar su enojo.

--"Es que la otra noche... estaba insistiendo en que le enseñara la pepa, ¿tú crees?".

--"¿Y tú...?, seguro lo complaciste, ¿verdad?, mejor ya no digas nada, me voy a trabajar, y si te acuestas con el Andy, procura cuidarte, creo que todavía eres fértil, ¿no?, bueno según tú".

Y Ana sale presurosa del baño, dejando a su hermana con la palabra en la boca. Piensa que lo más seguro es que su hermana y su hijo anden cogiendo, no los ha descubierto plenamente, salvo aquella noche, pero... "¿cómo voy a andar espiándolos?, si cogen... allá ellos, Edna ya está grandecita para saber lo que hace, y el Andrés... cabrón cogelón y mi querida hermanita... tan puta, por cierto, salí tan rápido que ni me fijé si el Andy ya se había ido a trabajar, eso espero, si no a esta hora ya tiene bien ensartada a la tía... ¡par de cabrones!", piensa la madura mientras se dirige al trabajo.


Por la tarde mientras hace el aseo de la cocina se sorprende con la llegada del hijo:

--"¡Hola Andy!, pensé que ibas a ir a la fiesta con tu tía".

--"Es más tarde má... ¿no enojas si voy?".

--"No hijo, claro que no... lo que pasa es que las amigas de Edna son muy locas".

--"¿Muy locas o muy putas?".

--"Ambas cosas, si te las tiras utiliza condón y te lavas bien el pito, ¿eh?".

Y la madura siente los amorosos brazos del hijo rodearle la cintura: "no, Andy, quedamos en que mientras esté Edna aquí, nada de nada, ¿eh?, y no tarda en llegar, capaz que nos descubre", mientras el chiquillo le besa el cuello.

--"Hummm, no creo que llegue pronto, iba a ir a la estética a pintarse el pelo, ¿no echamos un rapidín?".

--"Mejor no Andy, procura contenerte mientras ella esté con nosotros, ¿sí?, a propósito ¿ya andan haciendo el amor?, ¿sí, verdad?".

--"Pues si... mamita, ¿no te enojas verdad?... y yo creo que ella sospecha algo...".

Y mientras el adolescente le acaricia las nalgas pregunta: "¿tú le dijiste algo?".

--"No, claro que no, pero te conoce y sabía que antes dormíamos en la misma cama y...", dice el hijo que palpa los carnosos promontorios del culo materno.

--"Si, tienes razón, pero... ni se te ocurra contarle lo nuestro", dice la madura suspirando, sintiendo que el cuerpo se le llena de calor, y deja que el hijo la acueste en la mesa de la cocina, Ana mira hacia arriba –y se percata de que el techo necesita urgentemente una mano de pintura--, mientras el hijo le alza el vestido y le quita las medias y el calzón azul suspira, impúdica se abre de piernas, suspira más cuando siente la boca del hijo pegada a la panocha, la lengua golosa que lame su intimidad y le titila el clítoris, la madura siente que la entrepierna se le llena de calor, la pucha le palpita y en momentos siente que los jugos internos escapan; Ana gime y siente que el orgasmo le llegará enseguida.

--"Andy de mi vida... ¡que rico chupas!, hummm, me gusta mucho... que lo hagas así, me encanta el sexo oral, pero tú... eres tan... rico al hacerlo... que... hummm, chupa más, así, huy papito lindo muerde ahí, sí, ahí, arribita, en el clit, sí, hummm, más, sí, hijito de mi vida... así, hummm, sigue, sigue, más, chupa más la pepa... mejor... arriba, sí, ahí en el clítoris... ¿y... Edna te coge rico?".

--"Si coge rico, pero tiene la panocha muy usada, casi no aprieta, la tiene muy abierta", contesta el adolescente separando por momentos su boca de la pegajosa panocha materna.

--"¿No aprieta?, ¿te gusta más la mía?, ¿sí, hijito querido?, ¿te gusta mi pucha?, ¿te aprieto rico el palo?".

--"Si, mamita, tu aprietas más, tu vagina está bien rica, me presionas bien rico la verga".

--"Si papacito, todavía aprieto un poco, anda ya mete el pito, métemelo todo... ya lo quiero... sí... así, todo, lo quiero todo, dámelo todo... huy hijo querido que verga tan grande, me llena toda la panocha, hummmm, ¿y Edna te ha chupado el pito?".

--"Sí mami, chupa muy rico, pero creo que esa es un don familiar, tus hermanas, todas son buenas mamadoras, ¿verdad?".

--"Sí, mijito, a todas nos encanta la mamada, huyy, sigue, sigue, hummm, fuerte, así, más fuerte, la quiero toda, dame todo el pitote, lo quiero, más, sí, más, así fuerte, más fuerte, quiero leche, toda tu rica lechita hijito querido, lléname la pepa de leche hijo querido que.... ¡me vengo!, ay, ay, sí, más, más fuerte... hummm... tu leche, quiero tu leche, hummmm, así... ya viene, la siento, hummm que rica leche de mi hijito querido, huy... cuántos mocos, hummm, siento como me echas los moquitos, huyy, sí, más, me llenas la pucha de mocos, quiero todos tus moquitos papito lindo... más... muévete más, sigue... sigue, hummmm, sí...".

Momentos después la madura le succiona el pito al hijo, ansiosa, recogiendo los restos de semen, disfrutando al chupar el garrote que todavía palpita dentro de su boca.

En eso están cuando escuchan la puerta de la calle, alguien ha entrado, presurosa Ana alcanza a subirse los calzones y las medias, y Andrés a guardar el pene dentro del pantalón, ambos tratan de fingir, pero el olor a sexo es persistente en la cocina, Edna entra y:

--"¡Hola chicos!, ¿qué tal?, oigan huele raro aquí, ¿no?".

--"Nnnno, creo que es el olor del fregadero, algo así, yo no huelo nada raro, ¿tú si?", dice Ana.

--"Huele como... como, hummm, no, creo que estoy mal", dice la hermana disimuladamente mirando de reojo al adolescente.

--"Bueno, yo me voy a la recámara, los dejo por si quieren cenar, ya hay algo preparado", dice Ana saliendo presurosa, escondiendo la cara y sintiendo que los chorros de semen le escurren por las piernas, pero se detiene cerca de donde está la pareja a escuchar:

--"¡Ay Andresito!, conque tú y Anita, ¿eh?, haciendo cochinaditas, ¿eh?, ya se me hacía raro, con razón tu mamita anda tan tranquila, contenta y sin buscar novio, si aquí en casita tiene quién le de lo suyo, ¿eh?".

Andrés calla, no hace caso del comentario de Edna, quien se acerca por atrás y lo abraza diciendo melosa: "¿y yo qué?, no alcanzo un chorrito de moquitos, ¿no?".

--"Cállate Edna, mi mami puede oír".

--"¿Qué tiene de malo?, ella ya supone que andamos cogiendo, ¿o no?".

--"Creo que sí".

--"Ven, vamos a tu cuarto un rato, para hacer tiempo antes de irnos a la fiesta, ¿eh?",

--"No, mejor ve tú a la recámara de mami, y allá te alcanzo, ¿si?", dice Andrés.

--"¿Quieres que Anita nos vea haciendo el amor?, ¿eh?, bueno, te espero, me hago la dormida ¿o qué?, ¿y tú llegas y me coges?, ¿sí?".

--No se, pero quiero cogerte frente a mi madre y haber qué pasa".

Cuando Edna entra al cuarto ve a su hermana poniéndose la bata de dormir, algo le reclama:

--"Oye Edna, si lo vas a hacer con Andy, ¿por qué no van a su cuarto?".

--"No se... me parece excitante hacerlo aquí, ¿no te molesta verdad?".

--"¡Ay Edna!, ¿y yo por qué tengo que ver sus porquerías, eh?".

--"¿Porquerías?, no te hagas, si te andas tirando al Andrés, ¿lo vas a negar?".

Ana guarda silencio apenada y se encamina al sanitario, se siente nerviosa, sin saber que actitud tomar: ella, su hermana y su hijo en la misma cama, "pueden pasar cosas, sí, que el cabrón de Andrés nos ensarte a las dos, qué locura, aunque... no sería la primera vez que ella y yo... en la misma cama con... alguien".

Y la madura rememora la experiencia de años atrás y se estremece, ocurrió en San Miguel Allende, en casa de Edna; su novio y Ana primero, luego los tres en la recámara cogiendo de forma antinatural pero... "muy ardiente".

Cuando termina de orinar, al limpiarse descubre que su panocha está húmeda, los mocos de su hijo y sus propios jugos han empapado su pantaleta, con abundante papel higiénico se limpia la pepa y decide cambiarse de ropa íntima y cuando sale del baño los encuentra en el cuarto. Se queda parada junto a la puerta y contiene el aliento, la pareja la mira de soslayo sin decir nada.

Una mezcla de sentimientos extraños se apodera de la madura, siente furia contra Edna que lame la enorme poronga del hijo, y a la vez coraje contra el hijo por prestarse a aquello, pero al mismo tiempo se va contagiando de excitación, siente ligeros temblores en el cuerpo, sobre todo en la pucha y sigue mirando con ojos golosos. Una mezcla de ternura y deseo se apodera de ella de forma lenta al mirar aquella incestuosa escena:

Andrés parado junto a la cama con el pantalón bajado hasta los tobillos, Edna sentada en la orilla del aposento ya sin blusa, ni vestido ni... pantys, agarrada con la mano derecha a la pinga incestuosa, la mano acariciadora, yendo de arriba abajo suavemente, mientras que la boca pegada al glande succiona y los labios golosos rodeando el grueso tronco, suspirando, mamando delicadamente, Edna mirando descaradamente el enorme pito que se traga; y Ana presenciando la escena lujuriosa; la madre recreando todo ello con ansiedad, con lujuria.

Los ojos casi se le salen mirando la depurada técnica de su hermana al comerse el nabo erecto, la hermana titila el grueso glande con la lengua y aferrada al tronco con la mano derecha, sube y baja, acariciando, tratando de lograr la mayor erección; Andrés entornando los ojos, dejando que la madura le mame el pito, las manos de él sobre el cabello teñido de la tía, acariciando suave, entremetiendo los dedos entre la cabellera; Ana que siente que algo caliente le sube por las piernas y la hace temblar, siente que la panocha le palpita, quiere huir, escapar de esa situación incestuosa, pero sus piernas no le responden, el aliento se le torna caliente y entrecortado, la panocha le palpita, como reclamando placer.

La madre no sabe cuanto tiempo ha transcurrido, pero parece que todo el ambiente se ha llenado de erotismo, de lujuria, su mano derecha se ha metido bajo la bata de dormir y se acaricia la pepa metiendo los dedos por la orilla de su calzón rojo mientras con ojos ansiosos contempla a la pareja: Andy ha colocado a su tía en cuatro patas en la orilla de la cama; Edna se abre los glúteos con las manos suspirando, dejando que el sobrino le lama el culo, la mujerona culebrea el cuerpo disfrutando de la sucia caricia, mientras suspira y gime algo como "ya Andy de mi vida mételo ya, por favor, quiero verga, anda papito lindo, dame toda tu verga en... el culo, lo quiero así, ya... por favor, no me hagas sufrir... ya lo quiero".

Pero Andrés se deja querer, sigue en lo suyo, mamando y lamiendo el culo de su tía que gime cada vez de forma más escandalosa, mientras el chico le mete tres dedos en la panocha que escurre babas, en tanto que Ana como sin querer se ha acercado a la cama para presenciar mejor toda la escena, Edna la mira masturbarse agitadamente, la tela de la bata brinca al ritmo de los dedos que afiebrados danzan dentro de la pucha.

Y cuando Ana se percata de que su hijo se apresta a culear a la tía, la madre se acerca para tomar la mejor posición, quitándose de paso la bata de franela. Andrés repasa con lentitud la punta del tronco sobre el valle sonrosado de las nalgas de su tía que suspira esperando la estocada en el ano apretado, pero no la penetra, Ana se repega al cuerpo del hijo y ambos se besan, las bocas lujuriosas removiéndose y la mano de la madre que agarra el enorme pito de su hijo; Ana lo dirige al culo sonrosado de su hermana que gime de placer anticipado y en ese momento la madre exige: "¡Anda hijito, cógetela, dale toda la verga de un sólo golpe!".

Edna no alcanza a contener el aliento ni a aflojar el culo, Andrés, obediente arremete con violencia, el golpe brutal hace gritar de dolor a la tía, el escandaloso "aaaaayyyyy!" resuena en la habitación y ya, la enorme tranca ha quedado sumergida en el culo rojizo, ambos se quedan quietos, Edna llorando y gimoteando de dolor, Andrés aferrado a las nalgas blancas, Ana contemplando la antinatural penetración con ansia y añade: "sí, Andy, dale duro a la puta de tu tía, dale fuerte", y el hijo obediente inicia el furioso trajin, las arremetidas violentas hacen gritar a la tía que solloza agarrada con ambas manos a la ropa de cama y mordiendo con fuerza una almohada.

La madre contempla lujuriosa la cogida fraterna, Andrés arremete con fuerza una y otra vez, el ano de Edna ha dado de sí y el pitote danza con furia entrando y saliendo, el cuarto empieza a oler intenso, el olor a mierda de Edna que gime ahora gustosa, suspira, se mantiene abierta de las nalgas y su hermana la acaricia de forma tierna, como tratando de consolarla, Edna suplica: "Sí Andy, dame más, quiero más verga, más fuerte, así, más, más, ayyy qué rico, me culeas muy rico, dame más, quiero más, así, así, así que me viene, más, huy, sí, me vengo, me vengo!", grita la hermana, en ese momento Ana aparta al hijo, le saca la verga lustrosa del culo floreado de la madura y ansiosa se hinca en el piso y con la boca abierta espera el chorro de semen, quiere el semen de su hijo, que lujurioso le zambute la tranca a la madre; Ana nada renuente mama el pito apestoso a excrementos, momentos después el chorro de mocos la atraganta, quiere quitarse el palo que palpita, pero Andrés la obliga a seguir tragando semen entre suspiros de inmenso placer, las contracciones del pito amainan, el rostro de Ana luce los goterones de mocos y ansiosa repasa la tranca por su cara, momentos después Andrés vuelve a sepultar la tranca en el culo dolorido de Edna que suspira agitada, como agradeciendo la nueva cogida y así siguen por varios minutos para el inmenso placer de la tía.

Un rato después el trío se mete bajo la regadera para eliminar la peste de la cogida anal, los tres se besan y se acarician, Ana le lava el pito al hijo con abundante jabón, Edna gime de dolor al lavarse el culo que expele restos de mocos y otras excrecencias, Andrés trata de penetrar a su madre, pero: "no Andy, ya hicimos cosas, ya déjame, además ya es tarde y ustedes tienen que ir a esa fiesta".

--"Mejor cuando regresemos lo volvemos a hacer ¿sí Anita?", dice Edna.

--"No, mejor otro día, me siento confundida por todo lo que pasó, me da pena sólo de recordarlo".

La pareja acepta conforme la propuesta de la madura. Cuando tía y sobrino se despiden para irse de parranda, Ana insiste: "por favor Andrés, no te cojas a las amigas de Edna, esas viejas son muy putas y no vayas a agarrar una enfermedad, ¿eh?". El chico asiente conforme y se despide de su madre con un tierno beso en la mejilla.

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