Hijo querido (7)
Séptima entrega de las aventuras sexuales de una madura con su querido hijo y... ahora con el amigo de éste en un erótico trío.
Hijo querido, VII
Al día siguiente, mientras Ana preparaba el desayuno siente el doloroso escozor en el ano, la refriega le dejó más que adolorido el culo, y mientras en la sartén se fríen los huevos y la cafetera deja escapar el delicioso aroma del café recién hecho, nerviosa piensa: "¡maldita calentura!, ¿por qué seré tan caliente?, ¿por qué seré tan puta?, ¿por qué todos los hombres que se cruzaron por mi camino me hicieron lo que quisieron?, ¿por qué no soy capaz de mantener cerradas las piernas?, ¿por qué basta una mirada para desatar mi calentura, mi lujuria, mi putería?, ¿por qué no soy capaz de decir "NO" y mantenerme en esa decisión, como señora que soy?, no, no soy capaz, aunque lo niegue me gusta la pinga, ¡me encanta la verga!, así me enseñaron y no hay marcha atrás, ahora tengo que sufrir las consecuencias ", en tanto una lágrima parece escapar de sus ojos.
Parece que los fantasmas del recuerdo regresan otra vez, los hombres que conoció y que fueron muchos, las primeras mamadas de verga, las primeras culeadas, sus inicios en la sexualidad con los hombres de ¡la familia!, ¡sí!, su familia, y entre ellos ¡su padre!, que la inició en los placeres anales y ya de viejo, enfermo, cuando acudía a cuidarlo le suplicaba:
--"Anda Chiquis , una mamadita, por amor de dios, sólo una más , para irme feliz"; ella negaba con la cabeza comprensiva del estado del viejo: "no, apá, usted ya no está para eso, tiene que componerse y levantarse de la cama, luego veremos "; y el viejo insistiendo: "es que nomás te veo, miro tus nalgotas y se me para la pinga y quiero ahora".
Y ella temblorosa levantando las sábanas de la cama para descubrir el miembro del padre que intenta levantar el vuelo, y amorosa se lo acaricia escuchando a su padre: "¿recuerdas?, eras casi una niña, pero me gustabas mucho y tu culo, tan rico, qué rico te culeaba, aprietas tan sabroso, qué hay Ana, chúpalo un poco", y la mujer nada renuente, primero va a la puerta y pone el seguro, luego regresa ante el viejo enfermo para succionarle el pito que casi no da leche, pensando "pinche viejo, al borde de la tumba, pero todavía quiere porquerías conmigo". La mujer vuelve a sentir palpitaciones dolorosas en el culo.
Y mientras coloca rodajas de tocino sobre la ardiente sartén medita: "pero a estos cabrones chamacos tengo que ponerles freno, si no ¡capaz me matan de tantas cogidas!, al Andrés le voy a poner un escarmiento y su pinche amigo cogelón también, ¿qué se creen?, ni modo tengo que hablar con ellos, ¡qué les quede bien claro que quien pone las nalgas soy yo!, ¡qué no voy a ser su lujurioso juguete!, ¡hijos de su mal dormir!, y Andrés ¡me las va a pagar!, ¡cabrón cogelón!, ¿qué se cree?, ¿qué soy su pendeja, una puta cogelona?, ¡ni madres!, ¡me las van a pagar!".
Mientras coloca los platos del desayuno entra Andy: "¡hola mamá!, ¿cómo amaneciste?".
--"¿Cómo va a ser?, con el culo roto y toda apestosa a semen, así amanecí Andrecito, y todo por tu culpa, ¡cabrón!, ¿cómo fuiste capaz de planear esto?, de verdad parece que ¡no tienes madre!, y así amanecí, cogida por todos lados y asqueada y sucia y sufriendo, me arrepiento de haber cedido aquella noche a tus cosas horribles, hijo de tu madre, anda, desayuna, que ya se me hizo tarde para ir a trabajar, de paso le dices a tu amigo que ya estuvo bien de cogederas, que se vaya pa´su casa, ¿eh?".
Andrés mira los tres platos con comida y busca los ojos de su madre y reacciona: "pero mamá hoy es sábado no vas a trabajar los sábados, ¿o sí?, pero si vas a salir está bien por lo de anoche perdona, por favor perdona, lo siento mucho pero fue maravilloso, nunca imaginé que fuera así de rico, nunca, nunca sentí tanto placer y creo que tú también", y el chico baja la cabeza como fingiendo arrepentimiento.
La madura siente enrojecer su rostro recién maquillado y reacciona pensando: "¡cierto, hoy es sábado!", y: "bueno, como sea, tengo cosas que hacer, hay ropa por lavar y limpiar el departamento, con eso de que tu ayudas mucho, ¿verdad?, además me duele todo el cuerpo, que tengo lleno de moretones, sobre todo en las nalgas, y me duele el culo, voy a buscar un medicamento para untarme en el hoyo, ¡hoy cagué sangre Andy!, ¡no tienes madre cabrón!, y todo por tu pinche calentura, anoche Tony y tú me usaron como quisieron, pero eso ¡se terminó!, ¿entiendes?", y furiosa la madura salió de la cocina.
Alcanzó a escuchar al hijo "es que mami, Tony se va a quedar el fin de semana aquí, ¿escuchas?".
Ana no se atrevió a contestar pensando: "si estos cabrones piensan repetir su teatro erótico conmigo, ¡están pendejos!, me voy a casa de mi madre y vengo hasta mañana por la noche, sino a ver que hago, pero no me quedo en casa, capaz que me vuelven a echar montón, ¡que se chinguen!, ¡par de chamacos cabrones!".
Poco después del medio día la madura termina sus labores en el lavadero, entra en la casa y el silencio le indica que los chiquillos salieron fuera.
Se decide por llamar a su madre, el teléfono llama y no contesta nadie, "seguro salió al mercado, o se la llevó Hugo a algún lado, ¿quién sabe?" y sin más decidió salir a la calle, "de ninguna manera me quedo en casa, esos cabrones capaz me hacen sándwich otra vez, hijos de su madre". Sin saber que hacer, la madura decide primero darse una ducha y luego salir un rato, "tal vez ir a la iglesia, no a confesarme, ¿cómo voy y le digo al padrecito: padre hago el amor con mi hijo, o: fíjese que mi hijo y su amigo me cogieron?, no, quizás a escuchar misa, tiene mucho que no voy a escuchar misa, si, tal vez".
Ya dentro del baño, mientras empieza a salir el agua caliente, la madura toma el espejo pequeño y empinándose un poco, se abre las nalgas y escudriña con ojo atento el estado de su culo, mira con detenimiento ahí donde todavía las dolorosas punzadas le recuerdan la refriega del día anterior, y si, ve el culo floreado, casi sin pliegues, irritado, bastante dolorido y contraído, pero nada del otro mundo, puja un poco y el hoyo parece abrirse con cierto dolor, pero lo que ve la reconforta, si culo, salvo la irritación luce como siempre, se dice doña Ana. Momentos después bajo la regadera, piensa sobre lo ocurrido:
--"¡Malditos chamacos?, ¿cómo fue posible que planearan una cosa así?, ¡seguro fue el caliente del Andy quien le dijo a Tony sobre nuestras cosas!, ¿será?, si es posible".
Y sigue con sus pensamientos: "bueno, pero como sea me hicieron gozar como nunca, o más bien como hace mucho no gozaba, pero si comparamos Andrés le gana al Tony en verga, si mi hijo se carga una tranca más grande que la del otro, pero Tony la tiene más gruesa, más cabezona, y los dos con esas terribles ganas de sexo pero ¿por qué conmigo?, ¿por qué yo?", y una fugaz lágrima escapa de sus ojos.
Ya limpia y refrescada sale rumbo a su recámara, la casa sigue en silencio, el plan es vestirse y salir a la calle, "quizás voy a la iglesia", piensa la madura, pero algo ocurre cuando pasa cerca de la recámara del hijo, la puerta abierta y alguien acostado sobre la cama, la madura regresa sobre sus pasos y silenciosa echa una mirada, el "¡jesús!" parece escaparse de su boca, ahí, acostado boca abajo y al parecer dormido esta Antonio.
El sorpresivo descubrimiento la hace dar la espalda al momento para huir del sitio, la madura se pregunta "¿dónde estará Andrés?, ¿habrá salido?", y sigilosa recorre el diminuto departamento sin encontrar nada, regresa hacia su recámara, se detiene nerviosa y no puede contener las ganas de ver de nueva cuenta a Tony, llega junto a la puerta y ahí está el muchacho dormido boca abajo, desnudo, la musculosa espalda, las nalgas perfectas y bien formadas, las piernas velludas.
La madura no puede contener el nervioso estremecimiento que invade su cuerpo, su aliento se agita, sigue mirando al adolescente que tiene parcialmente doblada una pierna, como en ángulo recto, las piernas separadas, haciendo más ostensible su desnudez. Ana con aliento contenido da unos pasos hacia dentro de la habitación.
Por su posición Tony muestra su entrepierna, las nalgas velludas en la juntura, abajo el paquete sexual, las bolas gordas y peludas y el grueso tronco parcialmente parado. Ana siente que todo su cuerpo tiembla por el inesperado pensamiento: "¿y si ?", y cuando se da cuenta ya está sentada sobre la orilla de la cama, mirando con ojos lujuriosos al adolescente que duerme profundamente, y no puede contener el impulso: la mano derecha que va hasta la entrepierna del adolescente y con dedos temblorosos acaricia el grueso tronco.
Siempre mirando a la cara de Tony, tal vez para comprobar que él sigue dormido, sus dedos siguen con sus atrevidas caricias, la madura siente que su cuerpo se invade de lujuria y de ganas, "es algo que no puedo controlar", se dice mientras suspira, y siente en sus dedos la textura de la verga, gruesa, dura, que poco a poco adquiere mayor erección.
Luego Ana hace malabares para acostarse, sigilosa, entre las piernas del adolescente, su mano sigue acariciando el tronco erecto y ansiosa busca con la boca el moreno glande, hasta estas alturas el chiquillo ya debe haber despertado, se dice ella, mientras su boca golosa rodea la cabeza de la verga, los labios rodean la gorda cabezota y ella suspira con lujuria, sigue lamiendo y mamando la pinga gorda de Tony, pero por la posición no puede hacer más que tragarse el glande viscoso, mientras su mano rodea el tronco y empieza un suave frotamiento, lento, delicado, con amor, con ternura, mientras la lengua sigue titilando la cabezota, y así sigue, Ana se contagia de ensoñaciones eróticas: "yo, aquí chupándole la verga al amigo de mi hijo", y sigue mamando con fuerza, tratando de tragar más verga, disfrutando del indebido acto, y Ana suspira, cierra los ojos, cuando siente palpitar la verga y siente el chorro de semen, la madura se pega más al pito que sigue eyaculando dentro de su boca golosa.
--"Sí, más, quiero más leche, anda Tony de mi vida quiero leche, me gusta tu leche, ¡qué ricos mocos, por dios!", piensa y siente que se atraganta, y los mocos escapan de su boca.
Para entonces el adolescente ha despertado, gira su cuerpo para dar más facilidades a la madura que sigue mamándole el pito, él suspira con cada chorro, Ana gime de placer al sentir los fuertes embates de la verga que sigue llenándola de semen. Y cuando alza la vista se sonroja al ver a Tony que la mira con lujuria, pero ella sigue con la verga metida en la boca, recogiendo los últimos restos de semen.
De repente se siente avergonzada, estúpida, por haber cedido a su lujuria. Al momento se levanta de la cama, trata de huir, pero el chico se lo impide, la alcanza en la puerta y la toma del brazo para obligarla a ir de nuevo a la cama, Ana apenas pregunta:
--"¿Dónde fue Andrés?, ¿hace cuánto que salió?".
--"Dijo que tenía que ver a su novia, creo que la iba a acompañar de compras o algo así, no te preocupes Ana, estamos solos, anda ven a la cama", y el chico la besa apasionado.
--"Si, pero por atrás no, ¿sí?, todavía me duele mucho la cola, por favor Tony, no me lastimes".
Momentos después la madura esta desnuda sobre la cama, las piernas abiertas y alzadas y entre ellas Tony que le hace sexo oral; la madura siente las delicadas caricias, los labios que recorren la raja abierta y viscosa, la lengua que recorre desde arriba, en el clítoris, hasta abajo, en la entrada de la caverna entreabierta. La madura suspira y gime disfrutando del delicioso acto y cuando el orgasmo esta por llegar Tony la monta y de un solo empuje la penetra.
El "aaaahhh" placentero escapa de su boca, Ana rodea la cintura del adolescente y siente dentro de ella la dura verga, atrapa con los brazos al chico y le dice amorosa: "así quédate así, pegado, no te muevas por favor", e inician los apasionados besos, las caricias atrevidas del chico sobre sus flojos senos, y la pinga dentro, bien clavada, minutos después es ella quien se mueve, la pelvis gira, se alza buscando mayor penetración, y suspira gozando de la cogida y así siguen, pegados y cogiendo con delicados movimientos circulares, hasta que ella no puede más y con un profundo gemido anuncia el orgasmo, pero no suelta a su joven amante, sigue refregándose contra él, que poco arremete con su duro ariete inyectando de semen la panocha que chapalea de jugos, y la madura sigue gimiendo, más y más, hasta que desfallecida siente perder el conocimiento.
Cuando todo termina Tony quiere desmontar a la madura, pero ella lo impide, "no, no te vayas, quédate así, dentro de mi, así, quiero tenerte así", y vuelve a abrazarlo amorosa y satisfecha. Ambos parecen dormitar ahítos de placer.
Minutos después Ana despierta por algo placentero que la penetra, la verga de Tony repuesta para una nueva refriega, la madura lo mira lujuriosa y levanta las piernas abiertas hasta muy arriba y suplica, "sí, Tony, quiero más, dame más de tu rica verga, anda papacito lindo, quiero más", y las intermitentes metidas de miembro se sincronizan con los "aaahhhh!, Ah, aaahhhh", así, más, más duro, quiero más", y la madura se abandona a la cogida, cierra los ojos y siente como el miembro duro entra y sale de su panocha anegada y viscosa, produciendo el delicioso chapaleo.
Cuando ambos se reponen del orgasmo, Ana suplica: "por favor Tony, que Andrés no se entere, que no sepa que volvimos a hacer esto, por favor".
--"Como quieras Ana, pero él se va a dar cuenta".
--"¿Cómo sabes?, ¿eh?".
--"Cuando venga más tarde tal vez quiera hacerte el amor, no se pero pienso que va a querer más, ¿tú no?".
--"No lo se todo esto me parece tan horrible, pero a la vez tan delicioso, como un sueño, como una pesadilla, no se tal vez pero de todas formas no le diremos nada, ¿sí?", y besa amorosa al adolescente.
Ana escapa al baño a quitar de cuerpo el olor a sexo, a semen, y resignada piensa que no podrá escapar de "estos chamacos calientes".
Por la noche Andrés regresa a casa y la busca: "hola mamá, ¿cómo estás?".
La señora esconde el rostro y "hummm, bien, más o menos, ¿cómo te fue con tu novia?".
--"Bien, la acompañé a hacer unas compras para su mamá, ¿oye mami podríamos?".
Ana lanza la fingida mirada de enojo: "no, Andy, déjame en paz, ya hicimos muchas cosas prohibidas, hoy no por favor, además no quiero que esté Tony presente siento mucha vergüenza, contigo, con él hoy no por favor".
Minutos después Ana cede ante la insistencia del hijo querido, "bueno Andrés, si quieres te lo hago oral, y nada más, todavía me duele mucho el cuerpo, ¿sí, hijo querido?".
Y amorosa le saca la verga del pantalón y se apresura a la mamada; momentos después el hijo gime de placer, la mujer se afana el chuparle el pito y está tan ensimismada que no se percata de la llegada de Tony, que le ofrece su verga erecta.
Ana, primero duda, su rostro enrojece, pero se somete, toma una pinga con cada mano y alterna las mamadas, primero a Andrés y luego a Tony, así, alternadamente, lamiendo, succionando, tragando lo que puede de verga, primero una y luego otra, hasta que ambas pingas le cubren el rostro de semen, ella golosa lame los chorros de mocos, su placer es inmenso, y el goce de los chicos más que mayúsculo, los oye gemir y suspirar, las pingas salpicando su cara, escupiendo los chorros de semen.
Momentos después, mientras Ana se limpia el semen de la cara con una toalla, sentencia a los adolescentes:
--"Bueno ya, ya lo hicimos, ahora se largan al otro cuarto y me dejan en paz, por favor, quiero estar sola, dormir sola, sin temor a que me lo quieran hacer otra vez, por favor Andy, por favor Tony, váyanse".
Los chicos obedientes salen del cuarto. Ana cierra la puerta con seguro y se refugia en la cama, pero el sueño tarda en llegar, ella pensando: "¡qué locuras!, ¡qué porquerías!, yo, una madura haciéndola de puta de mi propio hijo, y lo peor, la puta de su amigo", y siente que las lágrimas la traicionan. Un profundo sentimiento de culpa la invade, y así se queda, pensando arrepentida, hasta que el sueño la vence.
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