Hijo querido (10)

Luego de una larga ausencia, doy a conocer la décima entrega de las aventuras incestuosas entre una madre muy caliente y su hijo querido

Hijo querido, 10

Una tarde sin nada que hacer que ver tv, Ana se siente aflojerada, soñolienta, aburrida, en la tv pasan una peli repetida una y otra vez, pero sin nada que hacer sigue mirando la pantalla, descansando en el sofá. No se da cuenta cuando entra Andrés, seguro viene de ver a la novia, piensa la madura.

--"¡Hola ma!, ¿qué hay, qué haces?", dice el adolescente antes de besarla en la mejilla.

--"Hummm, nada, aquí viendo otra vez esa película, ¿y tú qué tal?, llegas temprano…".

--"Nada, nada, pase a ver a Angy, pero había salido con sus padres, creo que de compras", contesta el hijo sentándose junto a su madre, amoroso se recarga junto a la mujer, Ana deja que su vástago se acurruque junto a ella y cariñosa le acaricia el cabello, ambos siguen la acción de la tv, hasta que de manera lenta la mano derecha del hijo se posa sobre un muslo de la madre, la mano acaricia suave por encima del vestido, así por momentos, hasta que la traviesa mano intenta deslizarse bajo la prenda de vestir y es como una reacción innata, Ana cierra las piernas y con la suya atrapa la mano curiosa del hijo, "¡no Andrés, deja!, no hagas eso".

--"Nomás te quiero acariciar, eso es todo, una caricia tierna".

--"Pues no, no lo intentes, ¿recuerdas?, ya lo platicamos y ambos estuvimos de acuerdo, ese tipo de relación entre tú y yo iba a terminar, y que nunca más lo haríamos, ¿recuerdas?".

--"Sí, má, sólo que… quisiera que…".

--"Pues no, definitivamente no, ¿entiendes?, fuiste muy lejos la última vez, ¿recuerdas?, lo hablamos y quedamos de acuerdo en no volver a tener ningún tipo de contacto… sexual, ¿ya se te olvidó?, lo acordamos ¿si o no?".

--"Sí, pero… esa vez tú aceptaste, estuviste de acuerdo y creo que la pasamos bien, ¿no?".

--"¡Calla por favor!, vas a hacer que recuerde todo eso y… vuelva a enojarme contigo… así que deja ya tus avances… la verdad Andrés no sé como fuiste capaz de…", y la madre deja escapar un leve gemido de ¿tristeza?, ¿de dolor?, y luego cierra los ojos y echa la cabeza para atrás, recargándola en el respaldo del sillón, suspira acongojada.

--"Perdona mamita, pero es que… tu me contaste que… por eso fue que…".

--"¡Calla por dios Andrés!, he sido una loca, tan loca que te he contado cosas prohibidas, secretas, sobre mi vida… sobre todo lo que he vivido y… sobre lo que me gustaba, el sexo en todas sus variantes pero tú… fuiste muy lejos… ¡pasé más de una semana sin poder sentarme!, ¡con la cola toda destrozada!, ¿cómo fuiste capaz de entregarme a todos esos… hombres?, ¡que me cogieran todos por el culo!, ¡las veces que quisieron!, y yo ahí… ¡de estúpida, amarrada a esa cama y con los ojos y la boca tapados!, recuerdo todo eso y siento mucho coraje contra ti, Andrés, ¡no se cómo pudiste disfrutar de eso, ver a tu madre siendo cogida por atrás, de forma salvaje… hasta dos… al mismo tiempo, uno por la boca y el otro atrás, violándome el culo, ¡me violaron Andrés!, ¡todos me violaron!, ¡hasta tú!", y la madre suelta los sollozos lastimeros.

Madre e hijo callan, Andrés trata de consolar a la mujer que solloza y deja escapar sus lágrimas, ella suspira y gime recordando sin querer cómo inició la tremenda experiencia: fue una de tantas noches luego de hacer el amor con su hijo y salió la plática como sin querer, excitada y acariciándole el miembro le contó que alguna vez ella y su esposo acordaron tener esa experiencia: Ana sumisa y atada siendo poseída por varios desconocidos, lo hicieron en la playa de noche, allá en Vallarta, ella atada a un madero con los ojos vendados y desnuda, luciendo sus hermosas nalgas bajo el resplandor de la luna, y el primer ataque, salvaje y furioso, el desconocido la poseía analmente primero haciéndola gritar de dolor, luego gritar de placer; luego vendría otro y la haría lo mismo llevándola a cimas de placer nunca antes experimentadas, luego el tercero cuando Ana desfallecida suplicaba que ya la dejaran en paz, pero el ataque siguió, al final fue el marido quien se la cogió por el culo hasta echarle el semen dentro, cuando sólo el rumor de las olas llegaba hasta ella, y los hombres se habían ido el esposo la soltó y permitió que su mujer defecará semen y excrementos entre dolorosos gemidos, cuando todo terminó ella llorosa tuvo que aceptar que nunca había sentido tanto placer como aquella noche, pero se negó de manera terminante a volver a repetir la traumática experiencia.

Todo eso le contó a su hijo aquella noche –hacía casi dos meses-- en que lujuriosa le succionaba el nabo ya erecto, el hijo preguntando ansioso "¿te gustó mami?, ¿te gustó hacerlo así?, ¿con desconocidos?, ¿qué te cogieran varias por el culo?, ¿si, te gusto?, dime mamita"; y mientras la madre succionaba el tronco con desenfreno le dijo: "si, me gustó, pero fue traumante, terrible, muy doloroso, pero me gustó mucho… me gustó sentir aquellas vergas desconocidas penetrándome con furia y luego los chorros, si, los chorros inundando mi culo, fue… una mala experiencia, pero a la vez algo delicioso y muy excitante, esa fue la última vez que me presté a las perversiones de tu padre, pero lo recuerdo como si hubiera ocurrido ayer", y la madura se apresuró a mamar el pito de Andrés hasta hacerlo eyacular dentro de su boca.

**

Luego de aquella confesión Andy anduvo con la idea dándole vueltas en la cabeza, hasta que terminó por confesarle a su amigo Tony la secreta argucia que planeaba, lo demás fue fácil: el amigo consiguió a tres amigos cercanos, ninguno de los cuales sabría la identidad de la madura que quería coger por el culo con varios hombres, ella no los vería y Andrés y Tony tendrían que guardar silencio para no ser identificados por Ana.

Una noche en que ya en la cama Andy le titilaba el culo con la lengua a su madre que gemía: "¡sí Andy, sigue, me gusta, si me gusta, ay hijo querido que rico chupas mi cola, sí, dame más, hummm, si, mete un dedo, más, huy, sí, que rico, me gusta tanto eso que… ay, ya Andy méteme la verga en el culo, anda papito chulo, dame verga en el culo, sí, hummm", suplicaba la madura, que boca abajo en la cama sube y baja la grupa reclamando el incestuoso acto.

El obediente hijo primero moja de saliva el prieto culo, luego coloca a la madre en cuatro patas, la mujer suspira de placer anticipado, más cuando siente la gruesa y dura cabezota de la verga que está por sodomizarla, "hummm papito lindo, qué rica tu verga, anda la ya quiero, pero hazlo despacio, ya ves que soy muy estrecha de ahí, sí, así, suave, hummm, sí, primero juega con la colita, así, pon la cabeza y repásala por el hoyo, sí, suave, ahora aprieta un poco, hummm, sí, más, más, no, ¡ay, me duele!, hummm", y Andrés poco a poco le empuja el tieso palo hasta que sólo los huevos quedan fuera del apretado conducto anal, ambos se quedan quietos, íntimamente unidos, madre e hijo apareados, ella suspira y el chico mira con ojos golosos como su tranca ha quedado sumergida en las profundidades de su madre, siente la fiera presión del anillo anal lastimando el tieso palo.

Momentos después vendrían las arremetidas, fieras, violentas, el entrechocar de las carnes, la madre gimiendo, primero dolorida, luego con placer, disfrutada de la enculada, la verga de Andrés entrando y saliendo del hoyo, que se vuelve suave y flexible, entra y sale, entra y sale, llevando a la pareja incestuosa a los límites del placer, la madre que grita sofocada "así papito, así hijito querido, méteme la verga, toda, toda, más fuerte, así, cógeme fuerte, así, así me gusta, más, mmmm, siento algo tan… tan delicioso en mi culo, sí, siento tu carne entrando y saliendo, sigue, sigue que me vengo, sí, me vengo, Andy de mi vida, sigue, sigue, más, aaaaaaahhhh, más, sí, más".

Y el flojo agujero palpita acelerando la venida del hijo que suspira y anuncia: "ya mami, me vengo, me vengo, siente mi leche, te lleno el culo de leche, mmmmm, si mami, tu rico culo… mío, sólo mío… si, ¿sientes?".

--"Si papito lindo me llenas la cola de moquitos, sigue, más, dame más leche, sí, así, sigue, no pares de echar mocos, mmmm, Andy… eres delicioso. Mmmm".

Luego vendrían las caricias y los besos apasionados, madre e hijo se sentían tan identificados, tan unidos, como una pareja, como marido y mujer, como amantes lujuriosos.

El ambiente era propicio y el hijo lo supo aprovechar:

--"Oye mami… recuerdas lo que me contaste de aquella vez… tú con varios hombres… que te dieron por el culo, ¿recuerdas que me dijiste?".

--"Si hijo, fue algo espantoso, pero a la vez tan… excitante… tan lujurioso, me sentí como una verdadera puta, siendo usada sin ninguna compasión, quedé muy dolorida, el ano destrozado, pero llena, satisfecha…", dice la madre suspirando y añade: "¿por qué me preguntas eso hijito?".

--"Es que… se me ocurre que… lo podríamos intentar, ¿estás dispuesta?, ¿me dejarías intentarlo?, sería algo muy excitante para mi, yo me encargaría de todo, nadie se va a enterar que tú eres mi madre, ninguno lo sabrá, tú no los verías a ellos, ni ellos te conocen ni saben nada de nosotros, ¿sí?".

Ana guarda silencio, esconde la cara entre sus piernas flexionadas, se estremece, siente que ha caído en las manos del hijo, quiere negarse pero sabe que al final Andrés siempre obtiene lo que quiere, ella secretamente siente renacer la lujuria, pero se contiene.

--"¡Ay Andrés cómo crees!, ¿cómo me pides eso?, sería monstruoso, algo muy feo que tú… y yo, permitiendo, dejando que otros me… usen, ¡ay no!, olvida esa fea idea, por favor".

Por momentos ambos guardaron silencio, ella avergonzada esquivando la mirada del hijo que esperanzado busca una respuesta, luego ella musita:

--"Eso que pretendes es algo indebido Andrés, una cosa es que acepte tus ataques de lujuria y que yo también las disfrute, y otra, muy diferente, que me propongas esa situación horrible, nomás de pensar… tiemblo, no, no Andrés, por favor no insistas".

El hijo, amoroso, se acerca a ella y le da tiernos besos en su rostro, Ana, compungida, intenta no ceder y argumenta:

--"Es que… ¡ay Andrés!, ¿te imaginas?, algo puede salir mal, alguien se puede enterar, me pueden reconocer, me pueden lastimar, ¡ay, no, Andy!, hago lo que quieras, pero eso que propones… no… por piedad no me obligues, además… ¿cómo se que esos… hombres no me conocen?, ¿yo los conozco?, ¿son tus amigos?, a ver dime…".

--"No mamá, ninguno sabe de ti, yo si los conozco, son… digamos amigos, son de confiar… nunca les he hablado de ti, tú irías con el rostro cubierto, y haremos sólo lo que te guste, luego de terminar ellos se van y sólo yo me quedo contigo…".

Ana vuelve a guardar silencio, amorosa acaricia la cabellera del hijo, siente que está por ceder: "¿y… dónde sería?, ¿cómo puedo estar segura que se detendrán cuando yo lo diga?, ¿qué harán cuando yo me niegue a hacerlo por el ano?, ¿y si intentan violarme, forzarme?, no, Andy, luego las cosas salen mal y yo me voy a sentir como cucaracha aplastada, piénsalo por favor, luego hablamos".

Así zanjaron el asunto, pero Andrés sabía de antemano que su madre aceptaría, una noche la madre le dijo: "ya lo pensé Andrés y… acepto, lo haremos como quieres pero… quiero que sepas que lo haré sólo por complacerte, ¿entiendes?".

El plan salió a la perfección, el hijo llevó a su madre a un hotel, Ana se vistió para la ocasión: lencería negra, medias, sostén, liguero de satén y bordados negros; la mujer ansiosa dejó que el hijo le colocará una máscara negra que cubría totalmente la cara; los amigos de Andrés –entre ellos Tony-- excitados llegaron al cuarto y empezó la función, ya desnudos por parejas acariciaron a la temblorosa mujer, las caricias burdas y ansiosas sobre su desnudo cuerpo, sobre sus tetas, sobre sus nalgas, dedos extraños explorando su intimidad, ella gimiendo, primero asustada, luego poco a poco se fue contagiando de aquella lujuria; ella a cuatro patas dejando que un desconocido le mamara la panocha, mientras otro le ponía la dura verga en la boca y otros dos le acariciaban las chiches colgantes, luego vino la primera cogida, así como estaba, como perra, la dura tranca trajinando su sexo viscoso, Ana suspirando contagiada de placer.

Luego de la primera venida alguien le limpio la panocha anegada de semen con una toalla y se dispuso a sodomizarla, la mujer sintió la fiera estocada en el culo y gritó dolorida, luego contagiada de placer se abandonó a la cogida anal suspirando de placer, y luego vino otro que se aferró a sus nalgas mientras le metía la verga en el abierto hoyo del culo, Ana parecía desfallecer a cada momento, sintiendo dentro de su cuerpo a la verga desconocida llenarla de semen, al final creyó reconocer a su hijo, él también la poseyó por el ano, Ana reconoció al instante la verga del hijo y se abandonó a la deliciosa cogida, no obstante ya se sentía fatigada y sumamente dolorida, todo el cuerpo le dolía y ya era incapaz de conseguir otro orgasmo, pues ya se había venido cinco o seis veces, y no pudo evitar empezar a llorar mientras los desconocidos festejaban la deliciosa orgía en la que habían participado, uno le preguntó "¿te gustó mamacita?, ¿disfrutaste?, ¿quedaste llenita de mocos vieja puta?". Ana sólo sollozaba.

Horas después, cuando Ana pudo salir del trauma, y dejó de llorar, pudo hablar con el hijo: "¿sabes Andrés?, esto se acabó, ¿lo oyes?, nunca más, ¿sabes?, ¡nunca más!, hice lo que tu querías, pero lo nuestro ¡se acabó!, nunca más, trata de entender, nunca volveremos a hacerlo, ni lo intentes, déjame en paz, cógete a tu novia, conmigo nunca más, ¿entiendes?", y la dolorida mujer empezó a llorar de nueva cuenta. Andrés tuvo que aceptar la determinación de su madre.

**

De aquella experiencia ya habían pasado dos meses y la determinación de Ana por negarse a ceder a los deseos sexuales del hijo parecía terminante. Pese a ello continuaron llevando una sana y amorosa relación madre-hijo, Andrés había dejado de insistir en sus requiebros sexuales con su madre, quien trataba de ser fuerte y mantenerse firme para no ceder de nueva cuenta a tener sexo con su hijo, y aunque secretamente seguía mirando con cierto deseo a Andrés, trataba a toda costa de ser firme y cuando las ganas le apremiaban se masturbaba a la hora de la ducha. Todo parecía normal, madre e hijo en una sana relación de convivencia.

Así hasta esa tarde en que Ana volvió a recordar la orgía a que se sometió obligada por su querido hijo, el llanto pareció resonar en la habitación, Andrés tratando de consolar a su madre, Ana tratando de contener los sollozos, en tanto la mano amorosa del hijo recorre los muslos carnosos de la madura, ella intenta contener con una mano los avances del adolescente pero su carne es débil, momentos después la mano inquieta ya acaricia la carne al desnudo, bajo el vestido, la mujer sigue sollozando quedo y musitando: "no Andrés, por favor, no quiero, entiende que no debemos, por favor déjame".

Pero las caricias se hacen más intensas, recorren los suaves muslos maternos de arriba abajo, con suavidad, con ternura y la mujer suspende sus quejidos y como sin querer abre las piernas para que la inquieta mano llegue hasta su calzón, donde recorre la comba carnosa del sexo materno. Ana entonces empieza a participar, su mano alcanza la entrepierna del hijo que ya ha sacado el miembro erecto del pantalón; la mano acaricia el duro tronco, mientras Andy repasa con sus dedos la carnosa raja del sexo materno, luego las bocas se buscaron iniciando un apasionado beso, las lenguas juegan lujuriosas.

--"Por lo que más quieras Andy… no me cojas, no, por favor, no quiero, no, déjame por díos, no… hijo, entiende, no debemos, no…, si quieres te acaricio con la mano el pito y terminas ¿sí?".

Pero Andrés sigue acariciando la pepa de su madre, los dedos se contagian de ese viscoso líquido y se afanan en tocar el duro clítoris mientras Ana suspira y su aliento se torna cálido. La mano de ella recorre suavemente la dura pinga, con lentitud, con ternura, mientras las bocas se refriegan con lujuria, luego el hijo despoja a su madre de la pantaleta, ella coopera alzando las nalgas del sillón sin dejar de besar a su querido hijo.

Momentos después el hijo está entre las piernas carnosas y suaves de la madre, la verga erecta repasa con suavidad los labios de la pepa, Ana suspira, mantiene los ojos cerrados y con una mano trata de acallar los gemidos de placer, "por piedad Andrés no me penetres, hummm, no, por favor no, ¿qué haces?".

Andy ha colocado a su madre acostada de espaldas a lo largo del sillón con las piernas abiertas y alzadas, él metido entre los abiertos y acogedores muslos maternos, la pinga apenas metida en la abierta panocha, luego empuja suavemente y el ariete penetra poco a poco, Ana suspira pero "no Andy, no me cojas, no". Unos segundos después el hijo tiene bien cogida a su madre, los dos bien unidos, la madre mantiene los ojos cerrados y se somete a la cogida, suspirando, el hijo inicia las arremetidas, primero suaves, delicadas, sacando con lentitud el enorme tronco de carne, una y otra vez, desatando la lujuria de su madre que gime, "hummm, sí, más, así, más", mientras la verga entra y sale de la húmeda y caliente caverna.

Cuando las arremetidas se tornan más intensas y fuertes el hijo pregunta: "¿te gusta mami?, ¿te gusta mi verga?".

--"Sí, Andy querido, me gusta tu verga, así, más fuerte, dame fuerte, quiero toda tu rica verga, la quiero sentir toda metida, así, toda, más, dame más, sí…".

El hijo mantiene a la madre despatarrada mientras la verga entra y sale del abierto hoyo de la vagina, la madura grita de placer, los "aaahhhh, sí, más", suben de tono y el hijo acelera la cogida llevando a su madre al orgasmo: "me viene, Andy querido, más, más que me vengo, sí, más, quiero los mocos, anda hijo dame los mocos, ya los quiero".

--"¿Sí mami, quieres mocos?, ¿sí?, ¿te gusta mi verga?, ¿volveremos a ser amantes?, ¿sí?".

--"Sí hijito querido, seré tuya cuantas veces quieras, seremos amantes, novios, marido y mujer, pero sigue, no pares, sigue que me viene de nuevo".

Y el hijo obediente arremete con fuerza la panocha floja y chorreante de su madre, las carnes chocan, los cuerpos danzan sobre el sillón, el erótico trajinar se torna más que violento y cuando la mujer grita de placer el hijo anuncia la venida, y ambos gimen y gritan de placer al venirse simultáneamente, los cuerpos se estremecen, madre e hijo disfrutan del enorme placer, luego ahítos se abrazan intercambiando besos, segundos después la madre pudorosa pide: "ya Andy, déjame levantar, siento que la pucha escurre de… tus cosas y las mías, vamos a ensuciar el sillón, anda, ya te dí lo que querías".

--"Sí mami, pero quiero más, ¿sí?".

--"¡Ay Andy!, ¿no te llenas?".

--"No mami, nunca me cansaré de cogerte, además… tiene mucho que no me das el… culo".

--"¿Quieres mi culo?, niñito cochino… mira que querer el culo de tu madre… no se por qué te gusta eso…".

--"¿A ti no te gusta coger así?, ¿no te gusta culear?".

--"Sabes que siempre me ha gustado eso, pero sólo tú me gustas, me excita mucho tenerte metido en mi cola, sólo tú, solamente tu verga enorme en mi culito, nunca más meteremos a extraños en nuestra vida, ¿sí Andy?, anda vamos a la cama, ven".

Y la amorosa madre llena al hijo de la mano rumbo a la recámara.

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