Hijo de una Diosa (3)
Abusando de mi madre...
Hijo de una diosa III
Al otro día, ninguno de los dos se presentó a trabajar. Solo una llamada muy corta de mi madre ya en la tarde, me avisaba que se tomaría unos días para meditar y que por favor avise que Alicia la reemplazara en todo. Gonzalo nunca presentó la renuncia, y nunca más se presentó en la oficina.
Mi madre volvió a trabajar, siendo completamente ejecutiva en su actuar. Mientras estábamos con otras personas, se refería a mí como hijo y actuaba como si nada hubiese pasado, pero nunca hablamos solos. Sin saber como enfrentarla deje pasar el tiempo actuando igual que ella, como si nada hubiese pasado, y conversando los justo y necesario con ella. Cometía muchos errores en su trabajo, pero era natural que no se concentrara, teniéndome en la oficina del lado y viéndome o escuchándome a cada rato,
Llegó el siguiente viaje de negocios, y me pidió que fuera yo, que no se encontraba de ánimos de asistir a las reuniones. Ya había pasado 3 meses de esa maldita noche y tratando de hacer todo mejor, no puse problemas a sus deseos y viaje yo en su representación.
El tiempo pasó, mi padre luego de un nuevo infarto ya no asistía a la oficina. La relación con mi madre era solo laboral, salvo los días en que yo me aparecía por su casa, para visitar a mi padre. En la oficina, mi madre siempre se veía muy sería, pasaba el tiempo necesario en esta, se retiraba temprano, y andaba con un carácter insoportable. Incluso un par de veces tuve que encararla en la forma como trataba a nuestras secretarias.
Se nos presentó un gran problema en la empresa, donde estábamos a punto de peder uno de nuestros mas importantes cliente, por lo que requeríamos viajar de forma urgente fuera del país. La situación era bastante grave y mi madre tenía mucha mas llegada con este cliente (quien sabe por que), a si que le avise que tenía que viajar de inmediato. Ella nuevamente me pidió a mí que fuera y le informe que no era posible que ella no asistiera a las reuniones y que incluso yo la acompañaría. No tuvo mas remedio que viajar.
Alicia se encargo de todas las reservas y un vehículo de la empresa nos llevó al aeropuerto, cerca de las 6 de la tarde, día abordamos el avión, con rumo a Brasil.
Al llegar nos dirigimos inmediatamente al hotel, el viaje había sido agotador y como ya habíamos comido algo en el avión nos fuimos directo nuestras habitaciones para presentarnos al otro día temprano ante nuestro cliente.
Muy temprano nos juntamos en el comedor del hotel a desayunar finiquitando los últimos puntos de nuestra reunión. Partimos a visitar a nuestro cliente que nos esperaba junto a sus inversionistas. Nuestras propuestas eran bastante convenientes para ellos, y mi madre, con toda su gracia, personalidad y desplante, comportándose como toda una ejecutiva, planteó cada uno de nuestros puntos, logrando toda la atención de los que en la sala se encontraban. La reunión, para nosotros fue todo un excito y solo debíamos esperar la respuesta de ellos al otro día. Uno de los altos ejecutivos de la empresa, Leonardo Dumont, nos invito a almorzar y extraoficialmente nos informo que nos mantendrían como proveedores.
Cerca de las 3 de la tarde, nos dejó en nuestro hotel Ambos estábamos muy contentos con nuestro trabajo y quedamos de acuerdo en ducharnos, cambiarnos de ropa y salir a conocer.
Recorrimos las calles de Sao Paulo, atestadas de gente, con casi 15 millones de habitantes, era una mega ciudad, llena de ruidos y movimientos, conocimos sus playas, y me sorprendió cuando mi madre me dice que visitemos un museo. La verdad nunca siquiera hubiese imaginado que le gustaban ese tipo de cosas, yo la veía mas con vida bohemia, bares, discotecas, no se, y ella se rió cuando le hice el comentario. Me comentó que una de las cosas que había aprendido a valorar con mi padre, luego de muchos viajes, era el arte. Como mi padre le había echo ver las bellezas en las esculturas, las pinturas, la opera y la música clásica. Eso fue algo que me dejó completamente atónito. Nunca de los años había sabido esa atracción de mi madre por esos temas. Si bien es cierto siempre en mi casa se escucho música clásica, yo pensaba que era mi padre. Ella me mostraba esas cosas tomada de mi brazo, indicándome las tendencias, los estilos de pintura, cosa que me dejó completamente sorprendido
Llegamos temprano al hotel, ya que Leonardo Dumont, no había quedado de pasar a buscar en la noche, para mostrarnos los encantos de la ciudad y su vida nocturna paulistana. Nos fuimos a nuestras habitaciones, yo dormí un poco y luego nos vestimos para esperar a nuestro guia turístico que cerca de las 9 de la noche nos pasó a buscar. La ciudad era increible, sus centenas de bares, tranquilos o agitados, discotecas, night-clubs de la "Boca do Lixo", teatros, cines, espectáculos, shows, danzas de todos los tipos, night-clubs con variedades eróticas, cervecerías y todo lo que podía imaginarse ahi estaba.
Pasamos a cenar algo liviano y luego nos llevó a una Salsoteca. El local era increíblemente grande, llenos de mesas y varias pistas de baile. Un excelente ambiente, unos tragos deliciosos. Increíblemente, donde pensaba yo, por la cantidad de habitantes de esa ciudad, que nadie conocido podía encontrarse, se acerca a la mesa un hombre con dos morenas preciosas. Saludó muy afectuosamente a Leonardo y nos presentó como sus amigos chilenos. Los invitó a sentarse a la mesa, y al poco rato este individuo, me pide permiso para sacar a bailar a mi madre. Obviamente no tuve ni un problema, mas una quedándome con esa hermosa morena a mi lado. Sin embargo no pude dejar de sentir celos. Leonardo se mostraba en extremo interesado en mi madre, pero estaba muy lejos de preocuparme, era mucho más bajo y delgado que yo, más su no muy agraciado de cara de personalidad muy amable y para nada entrador. Sin embargo su amigo era completamente distinto a el. De raza negra, de camisa abierta y pelo en pecho, 4ª años aproximadamente, grande, fornido, con demasiada personalidad y un gran vocabulario. En ningún momento dejo de alabar a mi madre, es mas, se le notaba lejos el deseo de estar con ella y al verlos en la pista, como la tomaba de la cintura, como la hacia mover de un lado a otro realmente me hacía hervir en celos. Aun siendo de raza negra era muy apuesto y sabiendo la fama de los negros, más como le hablaba al oído, me comencé a preocupar.
Aun estando muy bien acompañado, mi mirada se dirigía constantemente a la pista. Mi madre se veía preciosa. A sus 48 años, competía en iguales condiciones con cualquiera de las hermosas y jóvenes mulatas que bailaban a su lado, con una blusa muy escotada de color café, unos pantalones blancos ajustadísimos y su gran porte, su cabellera rubia, ojos verdes, destacaba de todas las mujeres que a su lado se encontraban y el tal Humberto Cutti, no dejaba de acosarla.
En eso Leonardo junto a alas 2 muchachas me sacan a bailar y al dirigirnos a la pista, perdí de vista a mi madre. Por un buen rato estuve bailando y no divisaba por ningún lado a mi madre. Era fácil que en ese local tan grande nos perdiéramos y solo mi celular tenía cobertura internacional para ubicarla.
Volvimos a la mesa, y mencioné mi preocupación por mi madre. Leonardo, ya entusiasmado con una de la morenas, me decía que no me preocupara, que Humberto era un gran amigo de el y que en caso de no encontrarnos no tuviese cuidado que la llevaría sana y salva hasta nuestro hotel, mientras ambos podríamos disfrutar de aquellas hermosuras.
El resto de la noche me pase buscando a mi madre por todos lados. En ese ambiente de fiesta, drogas y alcohol, mas el acompañante de mi madre, me imaginaba cualquier cosa. Casi una hora después, ya después de mi cuarto recorrido por las pistas, vuelvo a la mesa y me encuentro a mi madre junto al tal Humberto mas encima con una de sus grandes manos sobre la pierna de mi madre riéndose ambos.
No pude disimular mi rabia y cuando mi madre me pregunta que me pasa, sin responderle nada, me tomo al seco mi vaso y ordeno otro. Ella supo enseguida que me había molestado por que se había perdido con el tal Humberto Cutti y levantándose de su lado, se sentó junto a mí. Trataba de congraciarse conmigo, pero mi rabia estaba al 100% y solo me desquitaba con los vasos de alcohol. Suavemente me hizo un reproche en mi forma de beber, pero mirándola desafiantemente me lleve otro gran sorbo a la boca.
Humberto nuevamente quiso sacarla a bailar, pero ella le dijo que bailaría conmigo. Me tomo de la mano y casia tirones me llevo a la pista. Me pedía que cambiase la cara, mas sentía mucha rabia y celos, por lo que casi ni me movía. Volvimos a la mesa, mi madre igual se había molestado por mi conducta y cunado ordene otro vaso de güisqui, desafiantemente me lo quietó de las manos y lo bebió de un solo sorbo.
Al poco rato me comencé a sentir mal y le dije a Leonardo que nosotros nos retiraríamos. El se ofreció a llevarnos, pero le dije que no era necesario, que se quedara divirtiendo que no teníamos ni un problema en tomar un taxi hasta nuestro hotel. Nos despedimos de la mesa y más encima el cretino de Humberto la toma de la cintura, le da un fuerte abrazo y le dice que piense en su propuesta.
Salí hecho una furia del local, con mi madre detrás mió, callada. Tomamos un taxi y nos fuimos al hotel. En todo el trayecto no intercambiamos ni una sola palabra. En el ascensor nuevamente trato de disculparse por haberme dejado solo, pero mis labios estaban sellados. Me sentía bastante mareado y solo quería llegar rápido a mi cuarto.
La dejé atrás y entre en mi cuarto. Ella siguiéndome entro tras de mi. Seguía tratando de hacerme entender que no había pasado nada con el tal Humberto. Le pedí que por favor se fuera, pero no lo hacía, estaba muy molesta por mi comportamiento y me decía que no podía pensar que con cada tipo que ella conversaba se iba a acostar. Con el coraje y la rabia que tenía, más los grados de alcohol en la sangre, la encaré diciéndole que no me sorprendería que se hubiese ido a un baño y se hubiese tragado la tremenda verga del negro.
¡mas respeto, no se te olvide que soy tu madre!
¿madre? ¡Para mí solo eres una puta en celo!
Tan solo con terminar mi frase, sentí el calor de una cachetada en la mejilla. Ni siquiera la vi venir. Cegado por la rabia tomé a mi madre y la tiré a la cama. Me monté sobre ella y con mi mano entre las piernas la comencé a tocar brutalmente. Ella gritaba pidiéndome que la soltara .
¡imbecil soy tu madre!
¿esto es lo que te gusta?.. ¡Qué te toquen! ¡eres una puta caliente!
¡suéltame!
¡No, no te voy a soltar!..... ¡te voy a dar lo que te gusta puta!
¡Déjame!
¿te gusta calentar? ¿te gusta calentar a los hombres? ... ¡pues yo también soy hombre y ahora te lo demostraré!
¡Te digo que me sueltes!
Mi madre de espaldas en la cama, con su hijo arranchándole a tirones la blusa. Aun siendo una mujer grande, mi fuerza la superaba por mucho y no pudo hacer nada, cuando con una mano le sujeté fuertemente las dos de ella por sobre su cabeza y con la mano que me quedaba libre, le manoseaba a mi antojo sus grandes y exquisitas tetas. Le levanté su sostén sin desatarlo y al fin tuve para mi sus dos hermosas tetas. Tal cual como había visto a Gonzalo hacérselo meses atrás se las chupe fuertemente, bruscamente, saciándome de las tetas de mi madre que luchaba por liberarse. Eran divinas, deliciosas, grandes blancas, con un marcado y gran pezón rozado.
Sin dejar de chupárselas, me corrí a un lado y con una de mis piernas aprisione las de ella, mientras le bajaba el cierre de su pantalón. Ella seguía implorándome que parara, que me detuviera, pero estaba enceguecido por poseerla. Tan solo logre bajarle un poco el pantalón ya que estaba demasiado ajustado a sus gruesas piernas y a su tremendo culo, sin embargo fue lo suficiente para meter mi mano en su entre pierna y encontrando su sexo sin contemplaciones le metí uno de mis dedos hasta el fondo. Ella lloraba y forcejeaba pidiéndome que la soltara, pero con mi dedo en su interior masturbándola, no hacia caso a sus suplicas y no paraba de chuparle una de sus tetas.
La quería tener completamente desnuda, completamente para mí, para tocarla y besarla por todas partes. Me incorporé y le solté sus manos. Ella trató de escapar pero con un gran empujón la mandé de nuevo de espaldas a la cama y tomándola de las piernas con un fuerte tirón le saqué sus ajustados pantalones blancos. Nuevamente se incorporó pero me abalancé sobre ella y la doblegue con mis fuerzas. Afirmando nuevamente sus dos manos con una de las mías, me dedique a pasarle la mano por todo su cuerpo, por sus piernas, por su sexo, por sus tetas. Usaba un diminuto calzón blanco que apenas le cubría su sexo. Tratándola de puta por usar una prenda así, de un solo tirón la diminuta prenda salió volando por los aires. Su sexo apenas estaba poblado por unos cuando vellos. Los acaricie fuertemente y nuevamente mi dedo comenzó a trajinar su vulva. Ella lloraba ya casi sin fuerzas pidiéndome que parara, mas, eso recién estaba comenzando para mi y levantándola del cuello termine por sacar las ultimas prendas y dejarla completamente desnuda.
Aun forcejeando con ella me desnude yo y montándome sobre ella, abriéndole las piernas se lo metí de un solo golpe hasta el fondo. Ella lloraba desconsoladamente al verse violada por su único hijo, y por mas que me pedía que me detuviera, yo gozaba de ese gloriosos cuerpo a mis anchas.
Una y otra vez, mi verga se introdujo en su concha, llenándola por completo, tratando de besarla en los labios, en su cuello, en sus pechos, con mis manos acariciando cada rincón de su hermoso cuerpo. Ella corría la cara y con sus manos en mi pecho me empujaba hacia atrás sin moverme ni un centímetro.
Con gran esfuerzo la puse boca abajo, admirando el majestuosos culo de mi madre, separándole las piernas con las mías. Me coloque sobre ella y afirmándole las manos con las mías, nuevamente la volví a penetrar sin contemplación. Ella lloraba a mares y ya entregada a mi voluntad solo recibía cada estocada de carne, recibiendo el castigo de su infidelidad hacia
No contento con poseerla de esa forma, le coloco una almohada bajo su vientre, haciendo que esta levantara su culo. Le avise que se me la metería por detrás tal cual como sabía que le gustaba a ella que se lo hicieran, incluso irónicamente le dije si se abriría las nalgas como lo había echo con Gonzalo para darme una mejor entrada. Ella aumento su llanto y sus suplicas, implorándome que por favor no lo hiciera, pero ya era tarde, un gran quejido de su boca acompañado de un - ¡NOOOOO! - anunció el momento exacto en que mi verga brutalmente se abría paso a tras de su orto.
Usando sus últimas fuerzas trató de moverse, pero le fue imposible, sus manos afirmadas por las mías, mas todo el peso de mi cuerpo sobre ella le impidieron hacerlo. Ya no le quedó más que resistir mordiendo la sabana y sentir como su hijo la penetraba y abusaba de ella por detrás de una forma animal.
Sentía como ese gran pedazo, de su propio hijo le llenaba completamente esa parte de su cuerpo, sintió que sus manos fueron liberadas pero ni siquiera intentó escapar, ya que estaba agotada y sabía que le sería imposible. Resignada se mantuvo en esa posición, mientras yo saciaba todas mis ganas en el perfecto culo de mi madre. Arrodillado tras de ella la levante un poco mas, dejándola en cuatro patas para que mi verga entrase al máximo. Mis manos aferradas a sus caderas la empujaban hacia mi, se acariciaba el culo, le manoseaba sus pechos colgantes, hasta sin poder aguantar mas, comencé a descargarme dentro del culo de mi madre.
En ese momento mi madre me empuja, saliéndose de abajo mió y tomando rápidamente su ropa, se viste y sale llorando de mi habitación sin decirme nada.
Me quede desnudo sobre la cama, pensando en lo sucedido. Recién en ese momento me percate la barbaridad de mi acto, peso de conciencia y remordimiento, más el placer y el gozo que había sentido con mi madre, era el paraíso.