Hijo de una Diosa (1)

Conociendo a mi madre...

Hijo de una diosa I

Muchas Veces en el colegio me tuve que ir a los golpes por defender el honor de mi madre. No era raro que mis compañeros se fijasen en el exuberante cuerpo de mi madre que sobresalía notablemente ante las otras apoderadas. También me fijaba como los alumnos de cursos superiores, la miraban o hacían comentarios de ella, incluso mas de alguno se congraciaba conmigo para poder sacar alguna sonrisa de labios de ella.

Lamentablemente, mi madre no era una mujer muy tranquila, aunque duela reconocerlo. Le encantaba usar faldas cortas y generosos escotes, luciendo con orgullo sus grandes pechos, sus anchas caderas y su redondo trasero. Mi madre era una mujer alta, rubia, de tez blanca, muy bonita de cara y para colmo un físico escultural, digna de cualquier protagonista de película porno.

Siempre supe que engañaba a mi padre y nunca tuve la valentía de enfrentarme a ella o decirle a mi padre, siempre con conversaciones extrañas en la casa, quizás con algún vecino o conversando demasiada coqueta con algún apoderado del colegio o alguno de mis profesores. Mi padre, mucho mayor que ella, dueño de una prestigiosa y productiva empresa, y socio de varias otras, de una excelente situación económica, con varias casas, fundos, autos, y muchas personas trabajando para el, incluso incursionando un poco en el mundo de la política, fue un buen padre, aunque, como la mayoría de los empresarios dedicado mucho más a su trabajo que a su familia, situación que mi madre utilizaba para dar rienda suelta a sus infidelidades y deseos carnales.

Recuerdo muy bien cuando yo tenia 10 años, que viajamos como pocas veces todos en familia a casa del sur, donde mi padre poseía una parcela de muchas hectáreas, con cría de animales y todo eso. Todo era muy normal, salíamos a cabalgar los 3 por el campo, nos bañábamos en el rió que cruzaba por el fundo, asistíamos a asados que nos preparaban los peones de mi padre, en fin disfrutando de todos los lujos que mi padre nos brindaba, hasta que mi padre por razones de trabajo, siempre volvía antes que nosotros, dejándonos de vacaciones a mi madre y a mi por unas semanas mas. Era ahí cuando mi madre cambiaba su forma de ser. Su vestimenta era más coqueta, y el trato con los trabajadores masculinos se tornaba completamente diferente. Con los viejos o peones era una mujer muy autoritaria, que ni siquiera les dirigía la mirada, solo para exigir algo, mientras que con otros, se mostraba muy conversadora y coqueta, casi siempre hombres de muy buena facha.

Me llamo mucho la atención como se relacionaba con Diego, uno de los hijos del capataz del fundo. Diego era encargado de ver todo lo que a caballos se refería. A sus 19 años, Diego era la mano derecha de su padre, encargado de ver la alimentación de los animales. Uno con 10 años no sabe muchas cosas respecto de la vida, y nunca se me ocurrió que mi madre a sus 38 años, podría fijarse en un muchacho como Diego. Si yo sospechaba del papa de Diego, pero nunca de el. Sin embargo una tarde después de almorzar, invite a mi madre que nos fuéramos a bañar al estero, y rechazo mi oferta diciéndome que estaba cansada y que dormiría toda la tarde, a si que no la molestara, que fuera solo. Me fui al estero, que quedaba como a 1 km. A mitad de camino, me devolví a buscar mi honda para ir haciéndoles punterías a los muchos pájaros que me salían en el camino. Cuando veo a lo lejos a mi madre, caminando rápidamente, mirando que nadie la viera, meterse a uno de los establos donde se guardaba la paja y forraje para los animales. Me pareció muy raro su actuar y al igual que ella, sigilosamente me encamine a este. Lo extraño fue que al tratar de entrar, la puerta estaba trabada por dentro, recorrí silenciosamente todo el contorno de establo, sospechando que mi madre se estaba besando seguramente con uno de los empleados de mi padre y mis sospechas estaban centradas al padre de Diego, con el cual mi madre se comportaba en extremo sensual.

Me tope con una gallina que salía por una tabla faltante del establo y como a esa edad, yo era en extremo delgado, no tuve ningún problema en meterme por ahí. De guata al piso, arrastrándome entre los fardos de pasto, buscaba a mi madre, pero no la veía por ningún lado. Luego siendo que un fardo del otro lado se cae de una pila, por lo que supuse que estaría ahí. Como un soldado en la guerra, sigilosamente avance por el establo, entre los fardos, llegando hasta la parte de atrás de una vieja camioneta que estaba abandonada hace rato sin motor. Me metí bajo esta y desde ahí pude ver las piernas de mi madre y las de su acompañante pegada una junta a la otras, acompañados de leves gemidos. En esa posición me quede a pocos metros de ellos, sabiendo que se besaban, hasta que , con gran dolor veo que los pantalones del hombre que acompañaba a mi madre habían sido bajados. Aguantándome el llanto y la rabia al ver mis sospechas aclaradas, veo como una de las piernas de mi madre se levanta y luego veo como sus calzones son retirados por debajo de sus piernas. Sabía que eso significaba que tendrían sexo, ¡que se extraño se lo haría a mi madre! Y yo sin poder hacer nada.

De repente, una nueva situación dejaría grabada en mi mente infantil por años, la figura de mi madre. Aparece por delante de la camioneta la mitad del cuerpo de mi madre, agachada, aun con vestido, pero con sus piernas abiertas y sin calzones, y en la posición que yo estaba, era imposible no verla por completo. Era la primera concha peluda que veía en mi vida, y tenía que ser de mi madre. Inocentemente no sabía que en esos momentos mi madre había bajado hacerle una mamada al maldito hombre. La imagen era perturbadora y más aun cuando mi madre, con su propia mano se comenzó a tocar sus sexo, sin saberlo delante de su hijo, dándole un espectáculo impactante.

Me entró el miedo atroz de ser descubierto, mas por la cercanía que estaba de ellos y en la posición que estaba mi madre, era muy fácil que ella escuchando cualquier ruido, pudiese bajar la cabeza solo un poco por debajo del vehículo y ver a su hijo de 10 años, de guata en el piso. Solo me quedo quedarme ahí, sin moverme, viendo el triste espectáculo que me daba mi madre y escuchar los gemidos de su amante.

El tiempo se detuvo, al igual que mi corazón. No se cuanto rato habrá pasado mirando esa escena, hasta que de un momento a otro, la imagen cambio. Mi madre se levanto, y se apoyo contra la vieja camioneta, y ahora fue el turno de su amante de bajar. Ante mis infantiles ojos quedo a la vista una enorme verga, dura como un palo, venosa, con la punta roja y en el ambiente los quejidos silenciosos de mi madre. Mis ojos no se contuvieron mas y mi rostro todo sucio, se comenzó a mojar con mis lagrimas. Solo quería desaparecer de ese lugar, pero nada podía hacer, me quede en el más completo silencio viendo y escuchando la infidelidad de mi madre.

Afortunadamente, o desafortunadamente, esa escena no duró mucho y luego el amante de mi madre subió, para penetrarla sobre el capo de la vieja camioneta. Me di cuenta del momento exacto, avisado por un gran quejido de mi madre, en que esa enorme verga seguramente se introducía en la concha de mi madre.

Ya ahí los quejidos de ambos inundaron el lugar, mezclados con los sonidos de los amortiguadores de la camioneta que se movía de arriba abajo. Era el momento exacto para salir de ahí, y retrocediendo muy lentamente, sin hacer el menor ruido, me arrastre hasta que me tapaba una pila de fardos y rápidamente salí por donde mismo había entrado.

Ya afuera no sabía que hacer, y llorando me puse a correr. En mi loca carrera vi a lo lejos al padre de Diego que venía arreando un novillo, a si que el no podía ser el amante de mi madre. ¿Quien entonces? ….

Sacando fuerzas no se de donde, me devolví hasta el establo. Tenía que saber quien era el maldito que se había acostado con mi madre. Escondido entre unos matorrales, permanecí una largo rato, sin dejar de mirar atentamente la entrada del establo. Mil ideas pasaban por mi mente, volviendo a ellas cada imagen como una película de lo que había visto. Lejos de excitarme, lo vivido había sido uno de los momentos más dolorosos de mi corta vida.

Tras mucho esperar veo a lo lejos como la puerta del establo comienza a abrirse, pero sin que nadie saliera. Al cabo de un rato, mi madre. Mirando hacia todos lados, camina rápidamente de vuelta a la casa, mientras su maldito amante permanece oculto en el establo.

Mil ideas pasando por mi cabeza, y el maldito no se atrevía a salir. Paso un rato y cunado me disponía a caminar desde mi escondite hasta el establo, siento a Don Carlos llamando a su hijo. Mi sorpresa fue tremenda al escuchar que de dentro del establo, Diego era el que contestaba los llamados de su padre.

¡Como era posible, que aquel joven, mi amigo mayor, fuese el maldito amante de mi madre! No me cabía en la cabeza que mi madre se pudiese meter con un tipo tan joven y solo cuando Diego salio del establo, me di cuenta que usaba los mismos pantalones que hacía un rato había visto bajo la camioneta.

Ese viaje fue interminable. Mi madre me preguntaba por que estaba tan callado y yo no sabía que responderle. Me preguntaba si estaba enfermo o si me pasaba algo, y yo solo le respondía que me estaba aburriendo y me quería ir.

Esperaba con ansias que llegara el fin de semana, que volviera mi padre a buscarnos para llevarnos a la ciudad. Pero los días no pasaban y solo me acercaba a mi madre cuando esta trataba de quedarse a solas nuevamente con mi ex amigo Diego. Trataba de disimular mi enojo, pero me costaba mucho ver como ambos trataban de disimular ante todos, mientras yo sabía muy bien lo que pasaba entre ellos.

Lentamente pasó la semana, al fin era viernes por la tarde y mi padre llegaría mañana a buscarnos. Salía yo de la cocina, cuando veo por la ventana a mi madre, montada sobre un caballo, alejándose de la casa. Rápidamente salí de la casa y busque a Diego por todas partes, sin encontrarlo, cuando voy a entrar nuevamente a la casa, veo que el pasa también a caballo a todo galope por donde mismo se había ido mi madre. Una nueva amargura se apoderó de mi corazón, ya que sabía que nuevamente se encontrarían ahora lejos del fundo. Salí corriendo al patio y no había ningún caballo ensillado. Hable con don Carlos y le pedí que me ensillara uno. Me dijo que lo esperara un poco. Mientras termino de hacer lo que estaba haciendo ensillar el caballo, paso un buen rato. Salí a todo galope en la dirección que habían tomado, mas no los pude encontrar. Había demasiados lugares donde podía haber ido, y Diego conocía perfectamente el lugar a si que después de mucho buscar, no me quedo mas que devolverme. Al volver veo que el caballo que había salido mi madre estaba amarrado afuera de la casa y Diego ayudaba a su padre.

Al fin llego mi padre y volvimos a la ciudad. Nuestras vidas continuaron, mi padre en su trabajo y mi madre haciendo de las suyas. Nunca tuve el valor o coraje para decírselo a mi padre, o enfrentar a mi madre, sin embargo la imagen de mi madre quedó grabada por siempre en mi mente y desde ese día mi relación con ella cambió rotundamente. Nunca había sido tampoco una madre muy preocupada de mí, siempre a cargo de nanas y luego de ese paseo, nuestra relación empeoró mucho más.

Alexander_5149@hotmail.com