Hijas de Eva

Primera experiencia lésbica.

Después de tantas noches deseando a una hija de Eva a mi lado aquella pequeña fiera que llevaba dentro me hacía saber que ya no podía esperar más, al principio intentaba ser selectiva, fijarme en las que más me gustaban, en aquellas que poseían los atributos femeninos deseados por cualquier...mujer. Con el paso del tiempo me di cuenta de que eso no podía continuar, necesitaba a toda costa completarme como mujer, llegar al principio de mi esencia sexual y esa esencia se componía de múltiples jardines secretos, entre ellos...este, el desear a una hija de Eva.

La escogí a ella por una simple cuestión de facilidad y de tiempo, llevaba desde octubre insinuándose...creo que entre nosotras nos olemos, somos como las lobas, sabemos cual está dispuesta a cazar dentro de la misma manada y cual no. En mi caso, esa ambigüedad sagrada me hacía ser percibida entre los hombres casi tanto como entre las mujeres...es delicioso poder disfrutar de dos sexos.

Las piernas de mi maestra durante esa primera noche son largas, bien moldeadas, en contraste con unas caderas pequeñas pero deliciosas, cintura pequeña y unos pechos medianos, duritos, redondeados...y sobre todo, su culo, me encanta, nalgas prominentes...

Fue sencillo llevarla a mi terreno, esa era mi noche, la noche de una debutante en aquellos jardines secretos, jardines que solo conocía por conocer mi propio cuerpo y poco más. Llamé a su puerta y con esa voz inconfundible escuché que decía "pasa"...me sorprendió, estaba sentada en la cama, leyendo un libro, la luz sola de un flexo y un par de velas perfumadas. Me senté a su lado y empezamos a hablar...las dos sabíamos lo que queríamos y le pedí lo que siempre pido cuando me aburro de esperar "dame un masaje"...

Me saqué la camiseta, me sentía suave y caliente, mi piel desprendía el olor a deseo, tal vez por eso abrió sus piernas y se colocó sobre mi cintura, notaba su calor, el calor de su entrepierna, mientras me masajeaba me puse a soltar esos gemiditos que se que tanto le gustan, ella me dijo "eres una viciosa de los masajes cielo", yo le contesté rápida..."y de más cosas"...se que eso la excitó.

Siguió untándome de aceite toda la espalda y empezó a palpar los laterales de esta, casi rozando mis pechos, yo la deseaba y deseaba tener sus manos en mis pechos, su boca después...quien sabe lo que deparaba esa noche. El masaje...bueno, magreo diría yo, continuaba. "¿Quién te hace a ti los masajes?", le pregunté...me contestó que nadie y le dije que yo le debía unos cuantos...comencé.

Ella se sacó la camiseta y el sujetador, yo no me puse el mio y la unté de aceite, seguí tocando su espalda, sus pechos de perfil, le bajé un poco el pantalón del chandall, deseaba tocar aunque fuese un poco ese culo tan hermoso, me gustaba su olor mezclado con aquel aceite corporal y no dudé en seguir...las dos sabíamos lo que queríamos, y yo, más que nunca aquella noche debía lograrlo.

Me unté aceite en los pechos, me gustaba con aquella luz ver mis grandes pechos llenos de aceite...poco a poco caí sobre su espalda y me froté contra ella, me asusté cuando intentó darse la vuelta pero ese susto me duró poco, me bajé de la cama y me cubrí los pechos con las manos, ella también se levantó y empezó a acariciarme la nuca con los dedos, yo iba a abrir la boca para decir algo, dios sabe que y ella me puso su dedo índice sobre los labios mientras sonreía. Poco a poco retiró mis manos de los pechos y empezó a tocarlos con una mano mientras con la otra seguía bajando poco a poco hasta mi culo...una vez allí introdujo la mano por debajo de la ropa y me pellizcó tres veces, tres maravillosas veces...

Mi sexo estaba empapado y quería saber si también el de ella, dirigí mi mano directa pero no me dejó, me sujetó de un modo un poco violento y al ver que me asustaba me miró dulce otra vez y me dijo "esta noche el ritmo lo marco yo". Esa frase me subió al cielo, ella sabía que me gustaba que marcasen el ritmo y me tumbó sobre la cama sacándome los pantalones y las braguitas empapadas. Comenzó a bailar su lengua sobre mi cuerpo.

Tenía los pechos más duros que nunca y estaba deseando que abriese mis piernas, siempre había escuchado lo bien que sabían comerlo las chicas...¿sería cierto?...seguro. No tardó en llegar ese momento, mi sexo estaba depilado y eso le gustaba, primero me abrió bien y con la punta de su dedo rozó casi sin tocar mis labios, después quiso mojarlo y así lo hizo, lo introdujo poco a poco mientras yo me estremecía de placer...bajó su cabeza y empezó a hacer que todavía me mojase más.

Recorrió su lengua todo mi sexo, deteniéndose en mi clítoris, haciendo que me corriese una y otra vez, ella tapaba mi boca para que mis gemidos se ahogasen con los suyos, para que no sonasen más altos y cuando creí no poder más me dijo "ahora te toca a ti...vamos a ver si has aprendido".

Me resultó extraño pero no pude parar de besarla, su boca sabía a mi pero me gustaba, bajé a sus pechos, más pequeños que los míos, casi de niña, pero preciosos, los pellizqué, los mordí...los besé. Me entretuve en su cintura, en la parte interior de sus muslos y finalmente llegué a mi meta, su sexo, lleno de humedad, de calor...quise experimentar con mis dedos antes de hacerlo con mi lengua, hice lo mismo que ella, abrirla bien, puse cada pierna en un extremo mientras la escuchaba jadear e introduje un dedo, luego dos, tres...los movía en su interior y notaba como cada vez acudían más flujos, como se corría una y otra vez...era el momento, bajé mi cabeza y comencé a lamer lo que tantas veces había deseado...

Paseé mi lengua por sus labios mientras jugueteaba con un dedo de vez en cuando, con la otra mano tocaba sus pechos y cada vez me excitaba más escucharla gemir, decir que me deseaba, que había aprendido bien de ella. Su clítoris fue el antojo de mi lengua, estaba duro y para cuando llegué a el la escuché ahogar un grito de placer, después otro, otro más...

Nos quedamos dormidas, abrazadas y ese fue el principio de una gran cantidad de noches hermosas junto a más hijas de Eva...