Hija,hijo,padre, madre
Una familia interesante en la que suceden cosas calientes...
HIJA, HIJO, PADRE, MADRE
Paula es tan deliciosa como hija que su padre lo sabe y la tiene en alta estima. La ve pasar todos los días delante de él y la escucha y sus ojos arden, los ojos del padre, se vuelven rojos como el demonio. Suponiendo que el demonio tuviera ojos y fueran rojos fuego.
Paula es rubia y de ojos verdes, tiene el cuerpo la madre, es casi un espejo de ella, solo que es mas joven. Es ardiente como la madre, vivaz, simpática y alegre. Un cuerpo del infarto, moldeado en sagradas aguas.
Suele andar por la casa con un pequeño bikini metida en la zanja de un enorme y hermoso culo, al verla el padre babea de manera incontenible, suda, y sus erecciones son realmente calientes y continuas, vive en estado de erección prácticamente.
La muy zorrita de Paula sabe que su padre se pone como loco y eso a su vez, a ella, la hace mojarse hasta el infinito. Cierra las piernas para que no vea que chorrea jugos por la calentura al verlo tan caliente a su propio padre.
Las tetitas de Paula son atractivas, muy duritas y saltonas, eso observa el padre a través de la telita del corpiño, que por otro lao, solo alcanzan a tapar unos pezones, alzados, duritos, y gordos, así los imagina el macho caliente al rojo vivo. Ella anda buscando algo en la cocina y aún anda con la tanguita metida en la zanja del ojete casi perfecto, liso, todavía, casi sin marcas, una belleza por la que suspira su padre, sintiendo el estilete de la pasión llegar a la punta de su poronga que se alza una vez más, deseando.
Los ojos chispeantes de Paula, su cercanía, revuelven el espíritu de un hombre, que es padre, pero que es hombre y el deseo y la lujuria y la pasión lo consumen desde hace tiempo, sabe que llegara el día en que no podrá contener su furia salvaje, sus bajezas, sus perversiones de estar un rato aunque más no sea un momento con su hija, hacerle el amor, acabar en sus mejillas, en su boca y que ella trague todo su néctar.
__¡Papito!¿has visto los dulces que había aquí en la heladera?
__¡No querida!
__¡Ahhh con las ganas que tenía de comer un caramelo, ahhh, un caramelo largo y grande, con mucho juguito!
__¡Ohh de veras chiquita, que tienes ganas de eso!
__¡Siempre tengo ganas de un caramelo!__ dice Paula tocando a fondo el orgullo y las ganas del macho que suda y se pone duro, y se levanta de la silla en donde estaba sentado.
Ariel es un muchachito fuerte de marcados músculos. Tiene los ojos marrones y la barbilla fuerte. Los pómulos salientes, casi un vivo retrato del padre, de brazos fuertes y manos grandes, dedos largos, unos muslos apetitosos, y marcados por la práctica de deportes.
Su madre babea cuando lo ve cerca y en shorts o a veces en calzoncillos sueltos, que le marcan un pedazo respetable y gordo, al menos ella, lo imagina así de esa manera. Casi parecido al de su padre.
El cabello revuelto de Ariel la ponen al máximo. Lo ve pasar siempre de aquí para allá buscando alguna cosa o haciendo algo y sus pezones se ponen duros de inmediato, su vulva empieza a chorrear de manera intensa e incontenible.
La madre de Ariel ve los labios finos de su hijo y quiere morderlos y besarlos, por su lengua por ahí, como lo quiere hacer en sus genitales. Quiere meter esa verga en su boca y tomar la leche de su hijo, una y otra vez, arde en deseos, lo quiere ya, lo necesita. Quiere ordeñar al hijo que se parece tanto al padre.
__¿Mamá no has visto los papeles que estaban aquí en la mesa no?
__¡No hijito!
__¡Los había dejado ayer!¿Los habrá agarrado papá?
__¿Y para qué?
__¡No sé a veces es tan despistado!
__¡Puede ser!__ dice la madre mordiendo sus labios porque su hijo se pasea delante de ella solo en calzoncillos y ella quisiera pasar su mano por el pecho, por los pezones, hasta el vientre.
__¿Quieres una fruta o algo?__ pregunta la madre
__¿Y tu madre quieres algo, un poco de leche quizás?__ pregunta risueño el muchacho que se acerca a la mujer madura, que es su madre y acaricia los cabellos de está. Ella se pone de pie. Temblando de calentura y emoción.
Paula se tira en la cama con su enorme culo hacia arriba, Rubén, el padre se relame, la toca con sus gruesos dedos, ella gime y suspira, y su piel se eriza.
Un aire caliente reina en todo el lugar, Rubén siente la pulsión de su poronga, se pone sobre ella y aprieta su garrote contra la cola de su hija, muerde la nuca.
__¡Ohhh pequeña, me tienes loco, lo sabes no, eres un encanto, estás tan fuerte, eres una hembra hermosa, tu piel, tu olor, todo me gusta…ahhhhh…cariño….eres mi putita!!!__ restriega ya sin pudor, sin control, sin ropas, el garrote por las nalgas soberbias de la muchacha que mueve su cola, sintiendo el garrote duro en sus carnes apetitosas y ardientes. Siente que su vagina chorrea jugos sin control.
__¡Papi, quiero tu lechita, me la vas a dar, no, soy tu nenita, quiero sentirte dentro, ahhh, dame tu verga, papi, ay, ay siiii!!!__ gime Paula y Rubén el padre se vuelve loco. Muerde la nuca de la chica joven. Lame sus orejas. Chupa el cuello y sus manos atesoran las tetitas de la hija.
Arden los cuerpos. El hombre maduro intenta poseer a la chica pero se arrepiente. Quiere gozarla un poco más. Baja por la espalda con algunos lunares redondos y pintorescos.
Pasa su lengua gorda. La moja. La baña con su saliva. El macho, la recorre. La muerde suavemente. Gruñen. Gimen. Ella siente su vagina completamente inundada de jugos.
Llega a las nalgas. Las acaricia. Las besa, las chupa, les clava sus dientes muy despacio, la marca sin lastimar. Las abre.
La codiciosa lengua se mete entre las carnes llegando al rosado agujero, rodeado de una aureola oscura, como una mancha, la chica, se retuerce apretando las sábanas, llena de lujuria y calentura. Siente que la abren del todo, que la dilatan, que la vuelven loca.
Arel levanta el vestido suelto de la madre que permanece frente a él de pie. Lo mira a los ojos, los dos arden, ella lo siente y lo sabe. Ariel acaricia los muslos, su vagina depilada chorrea. Lanza suspiros suaves, a la vez que tira hacia atrás su cabellera cuidada y su nuca hermosa. Los dedos tienen un lugar donde llegar, adonde desea ella que lleguen.
Solo se miran el chico, su hijo, entra en la conchita y ella gime, gruñe, de manera casi silenciosa, traga saliva, se le escapan gemidos entrecortados.
Laura la madre toca los hombros del muchacho y luego pellizca las tetillas erectas ya desde hace rato. Sabe que la verga que la poseerá de un momento a otro ya está dura como hierro. Caliente. Resopla y pasa su lengua por los ardientes labios suyos.
Ya los dedos han entrado en la cuevita llena de jugos, llena de néctar, llena de miel. Tiembla cuando tiene su primer orgasmo. Se sacude como en un terremoto, siempre de pie. Ariel, el hijo, le quita el vestido por arriba de la cabeza. Le acaricia el pelo.
Hace que chupe sus dedos húmedos con sus propios jugos, ella los moja y chorrean el piso. El chico vuelve a clavar los dedos en la almeja, ella tiembla con todo su espectacular cuerpo caliente. Aprieta los dientes y se muerde sus labios. Ariel aprieta los pechos con otra mano, los pezones grandes y gordos, oscuros, se ponen rígidos de forma increíble, es lo que siempre le han gustado de ellos. Ariel los hace vibrar, la madre goza, saca los dedos y los vuelve a poner.
Laura acerca su mano y atrapa por fin el garrote del hijo tan duro que parece fuera a estallar. Lo masajea tiernamente, una y otra vez, Ariel es ahora el que gime con más fuerza, con mas estremecimiento. Laura moja sus dedos y los posa en el garrote febril. Va y viene. Hasta que luego de un ratito , ella va bajando con cortitos besos, por los pezones, por el vientre, el ombligo, hasta llegar al machete recio que se balancea duro, elástico, provocador. potente.
Lo mete en la boca tragando.
La poronga gruesa de Rubén se abre paso en el túnel que ya lo conoce de Paula, ella se retuerce en cuatro patas, la taladran por fin con todo el garrote dentro, se hamaca, gime, pide más, ruega por más, los huevos del padre chocan con sus carnosas nalgas. Hunde el hierro candente hasta el fondo, la toma de las caderas. Se prende bien de ellas y la penetra a fondo con velocidad. Sudan los cuerpos.
__¡Ohhhh papi…soy tu puta…dame tu verga, ohhh si si quiero más…ahhhhh….como me gusta tu verga!!!__ exclama muy caliente Paul. Entregada por completo aquella poronga que la somete, que la sodomiza como lo ha hecho otras tantas veces.
Las manos de Rubén se prenden de las tetas pellizcando los hermosos pezones. Paula tiene un orgasmo y luego otro. Se siente invadida, llena por completo. El perno late dentro de su ojete precioso.
El padre muerde la nuca de la chica. Le besa el cuello, quiere tragarla, quiere que nunca termine aquella penetración.
Laura engulle la vergaza del chico y le come los huevos de forma alternada. Los gemidos del hijo retumban en la casa. Con la punta de la lengua juega en la cabeza del machete, lo recorre de palmo a palmo.
El chico no aguanta y levanta a la mujer, van a un sillón cercano, acuesta a la mujer en el y mete su pedazo entre las piernas abiertas de la madre que gruñe al recibir aquel tronco hasta las bolas.
Bombea y bombea. Acaba otra vez, cuando el hijo acaricia con su pedazo el botón enloquecido y erguido. Al joven le encanta hacer eso, que su madre acabe como perra cuando le acaricia con el pedazo el clítoris.
Lo hunde en la vagina otra vez y su madre lo abraza con las piernas, para que no se quite para que no salga del estuche. Ariel muerde los pezones, y ella lloriquea. Acabando una y otra vez.
Rubén hace fuerzas para contenerse. Sabe que no lo podrá hacer por mucho tiempo. Sigue yendo y viniendo por el ojete de su hija. Serrucha. Gime. Ella también gime. Aprieta con desesperación las tetas, los pezones, veloz, se apura, aprieta las mandíbulas, ya viene, ya llena a la hija, la catarata de semen inunda la cola de Paula que se mueve sin parar. Rubén sigue moviéndose con la verga dura y latiendo, largando hasta el último hilo de leche dentro del ojete explosivo de la hija. Cae sobre ella. Ya casi no se mueve. Suspira entrecortadamente.
Paula gira su cuerpo chorreando semen por su cola abierta, busca la boca del padre y se funden en un beso profundo, enloquecido, caliente.
__¡Ahhh Ari…me pones loca, haz eso…siii. pásalo por allí…ahhhhh…ahhhhh, acabo otra v ez siiii!!!__ el chico vuelve a hundir su daga entre las piernas de la mujer. arremete en un fantástico mete y saca que ella disfruta gimiendo y gruñendo de manera enloquecida. Siente la pulsión de la poronga dentro de su almeja. Siente la inflamación. Siente que se va desmayar de tanto gozo. Siente los chorros de leche de su hijo cuando salen disparados rociando las paredes de su vulva húmeda y abierta.
Las bocas se funden en explosivos besos. Se muerden, se buscan, se desean.
Un rato después los cuerpos empiezan a vestirse de manera un poco decente, es la hora de la cena. Tienen que ponerse a andar.
Así van apareciendo en la cocina Ariel, luego Paula, luego la madre de ambos Laura y finalmente aparece Rubén.
Se miran, se ríen y deciden llamar al delivery.-