Hielo en las venas XIII: Invierno

Con reflexión del autor

Hace un año, en 2012 casi 2013 a falta de pocos dias, me encontraba aun escribiendo CD. No quiero recordar pasadas glorias, que lo fueron, pero nunca viene mal saber de donde procede cada uno y a donde va. He cambiado desde entonces coomo "escritor" (entre muchas comillas), tanto en fondo como en forma; TR nunca fue el mejor lugar para empezar a publicar, la pagina estaba regida por un estilo muy claro; con pinceladas de otros. Pero era la unica pagina en la que minimamente podía encajar lo que hacía.

Fue un respiro, a mi modo de verlo. Por razones de la vida me puse de moda, cosa que nunca entendi; y como consecuencia durante un periodo bastante prolongado de tiempo proliferaron los relatos del estilo, ojo que no plagio, de CD. Lo cual me alegraba sobremanera, pero TR nunca fue sitio para el estilo que ponía en practica aquí; siempre fue algo que pense, aunque no lo plasmara en mis relatos

Ahora la pagina se reajusta a si misma, como un organismo. Los relatos por día menguan al igual que las visitas y por extensión los comentarios, la tematica también lo hace, dejando paso a nuevos estilos o reinvención de los antiguos o quiza no es que la tematica cambie, simplemente que dos "lineas creativas" con el paso del tiempo ha dado lugar a la desaparición de una, razón por la que la otra logicamente se nota mas. Y eso es bueno; yo mismo me he hecho fan de sagas o de relatos que hace uno o dos años me hubieran espantado como repelente

"Hielo en las venas" no intenta aun asi ajustarse a eso. Muchos me habeis escritos correos, los cuales agradezco enromemente y trato de responder, o por mensajes del face diciendome que debería volver al estilo de Carpe Diem, no lo voy a hacer. En el futuro, con otros relatos quiza, pero no cambiare el estilo de una saga a la mitad. "Pero Rofa" me decis "Asi te leera mas gente", los escritores no somos estrellas de cine ni futbolistas, no somos una imagen y por eso no se nos juzga como a ellos. Los escritores cambiamos con cada relato, poco o mucho, pero la gente lee la obra y no al escritor

Si si, me doy cuenta de que han bajado mis visitas y mis comentarios, me apena quiza pero no me preocupa ya que no es algo que me este afectando a mi en exclusiva y, ademas, la propia naturaleza de las sagas largas hace que se vayan perdiendo lectores por el camino, aun hay gente que me lee y por ellos no puedo dejar HV. Ojala pudiera llevar dos sagas a la vez, quiza cuando consiga mas tiempo lo haga; de momento no

El tema del plagio fue duro, pero escribo por amor al arte; aunque haya aprendido la lección y ahora registre todos mis relatos antes de subirlos aquí. Aun así gracias por vuestro apoyo y dedicación

No quiero soltar una ristra de nombres, porque siempre me dejaría alguno por falta de tiempo pero os tengo en cuenta; tanto a los escritores que me leeis cono los que se deleitan simplemente leyendo. Tengo los nombres y los comentarios grabados a fuego en mi mente. Y tambien gracias a todos los que me leeis pero no comentais, vuestro apoyo se nota tambien y que sea silencioso no quiere decir que sea peor

Gracias a todos por leerme, de verdad.

Feliz Navidad y prospero año 2014!!

Rofacale, aprendiz de escritor a 26 de Diciembre de 2013

P.D: Al Rofacale que dentro de un año entre aqui y lea de nuevo esto, seguramente te de corte pensar que lo escribiste; tienes razon. Pero sabes que tevendra bien, de una forma u otra, en el futuro.

Hielo en las venas XIII: Invierno (Fin del primer libro)

Heath y Jem eran británicos de nacimiento, aun cuando fueron criados en el país de Gales; considerado tierra extranjera por naturales y foráneos, en realidad nacieron en el condado de Essex, de padres que por circunstancias no pudieron hacerse cargo de ellos y entregados a los orfanatos estatales, de los cuales solo los galeses tuvieron espacio para hacerse cargo. Toleraban el frio, se habían criado en el, en tierras montañosas que escondían verdes bosques cargados de humedad, en lagos gélidos que se volvían de cristal con el invierno… Y aún así, como todo en los gemelos, uno lo amaba y otro lo odiaba.

En ese caso concreto Heath intentaba espolear a su hermano para que saliera con el a la terraza, barrida por un viento que arrastraba copos sueltos de una nevada próxima. James por su parte clavo firmemente los pies en el suelo

-No, no quiero. No me gusta el frio-

-Pero ya casi viene la nevada, nos vamos a perder los primeros copos-

Jem hizo un gesto desinteresado a todo el nido de cálidas mantas que había compartido segundos antes con su gemelo, delante de los ventanales que daban a a la terraza

-Desde aquí lo puedes ver también-

Heath soltó a su hermano y retrocedió los pasos justos y necesarios como si hubiera sido golpeado por una mano invisible. Miro a su hermano con dolor fingido

-Hazlo por mi- dijo mientras arrastraba las palabras y alargaba las silabas

El viento, al uluar a varios metros de distancia, fingió la invisible tonada de un violín melancólico

Jem entrecerró los ojos, cansado. Heath siempre había sido perezoso por naturaleza, le gustaba sentarse a leer libros toda la tarde mientras Jem sentía el cuerpo inquieto por explorar y salir en busca de aventuras mas tangibles que la de los libros. Empero, todo eso cambiaba cuando el frío se adueñaba del ambiente; Heath nunca había podido resistirse a la llamada de la nieve, y no sería la primera ni la última vez que esa atracción por los copos blancos les costara a ambos un resfriado contagiado de uno a otro. Pero había que fingir ser firmes, y además Jem con el frío siempre tendía a buscar los lugares mas secos y cálidos posibles. Jem se acercó un par de pasos, hasta ponerse a la altura de su hermano

-Pero aquí estamos bien…Con las mantas calentitas y la calefacción subiendo desde el suelo- contraatacó- Y siempre nos podremos dar calor-

Heath sopesó el comentario, nunca dudaba del afecto que su hermano sentía por el; si bien a veces el miedo a que no fuera tan intenso como la devoción que Heath le profesaba le quitaba el sueño, eso nunca había supuesto mas que una mala noche de cada mes. Aún así Jem no era cariñoso por naturaleza, tendía a poner barreras entre el mundo y él, incluso entre ellos dos. Por eso desconfiaba de esas repentinas muestras de afecto, pero retrasar su plan una hora o quizá dos por la oportunidad de coger a Jem de buen humor era demasiado tentadora. Sonrió, deslizando su abrigo por sus hombros hasta que cayó al suelo. Jem ladeó la cabeza levemente, sabiendo lo que Heath pedía a cambio de no salir de momento al frío.

Tampoco es que el precio le desagradara

-¿A si que mantas calentitas no?- dijo Heath colocando las manos en la cintura de su hermano

-Eso es- respondió Jem dejándose llevar

Cuando de nuevo ambos llegaron al discreto revoltijo de mantas que habían tenido por refugio provisional, Heath hizo presión para que Jem comenzara a bajar. Después comenzó a inclinarse con el

-¿Calefacción desde el suelo?- siguió preguntando

Jem asintió agarrándose al cuello de su hermano, entrelazando ambos las miradas de bronce y dorado. Las manos de Heath se metieron debajo del jersey de su hermano, explorando con los dedos la cálida, tersa y tirante piel sobre el plano estómago. Recorriendo los tímidos canales que lo partimentaban levemente. Los dedos de Heath subieron, escalando desde por el estomago hasta rozar el pecho, siguió la curva con las yemas hasta que encontró los pezones. No los veía pero era capaz de dibujarlos en su mente si cerraba los ojos, rosados contra la piel blanca, como islas pedregosas sobre un mar blanco y erizado, duros por el frio; tensos. Sus dedos capturaron las cimas. Jem se estremeció pegándose a Heath, era uno de sus puntos débiles. Uno que conocían muy pocos pero que volvía loco a su hermano, Heath apretó y tiró con delicadeza pero sin perder ímpetu.

-¿Darnos calor?- acabó de preguntar mientras subía los brazos para quitarle ese jersey a su hermano, que voló junto a la camisa oscura que había llevado debajo; sin perder tiempo Heath se desprendió de la parte superior de su vestimenta

-Nos pueden ver- dijo Jem en voz baja, sin tono alguno de miedo o reproche

-Que miren y aprendan lo que es hacerlo de verdad- respondió Heath que no había apartado la vista del cuerpo de su hermano, se agacho para lanzarse a mordisquearle los pezones

Eran iguales, pero diferentes. Eso siempre había fascinado a Heath; a simple vista era imposible decir para un tercero quien era quien. Tal era el grado de su parecido físico, pero mientras que Jem se retorcía sin poder contenerse por la estimulación a su pecho Heath de haber estado en su lugar solo habría suspirado levemente; de forma inversa hubiera pasado con esos mordiscos en otras zonas, como los lóbulos de sus orejas o su cuello. Pero era todavía más, cualquiera podría pensar que al ser sus cuerpos iguales ninguno tendría misterios para el otro, era cierto en parte, si bien la piel, los tendones e incluso los fibrados músculos que se movían debajo de ella pudieran ser casi simétricos a los del otro, cada uno reaccionaba de forma distinta. Se movían y actuaban de forma distinta, tenían necesidades diferentes.

Heath se levantó, queriendo reclamar la boca de su hermano para sí. Jem le mordió los labios, Heath le apretó el cuello para pegarle a él. Luego ambos se separaron, por un segundo ninguno dijo nada. En su relación ese era un momento crucial, no por nada en especial, si no porque obviamente uno tendría que ser activo y otro pasivo. No tenían preferencias y solían llevar la cuenta, pero la ultima vez que lo habían hecho fue durante un trío con un cliente y habían acordado que esas no contaban. Le tocaba a Jem… Pero los ojos de Heath hubieran podido fundir el hielo al clavarse en su hermano. Jem alzó las caderas para enroscar las piernas entorno a la cintura de su hermano, este sonrió levemente, como un crío en navidad

Se separó de Jem, para desprenderle de los pantalones y poder quitarse el los suyos. Lo mismo con los bóxers. Pronto estuvieron desnudos bajos las mantas cubriéndoles solo hasta la cintura. Antes de empezar Heath como siempre se paró un segundo, para grabar a fuego la imagen de su hermano, desnudo debajo de el, mirándole con esa intensidad que le desarmaba, con ese pelo rojo fuego y esos ojos de oro y bronce fundidos. No pudo evitarlo, pocas veces podía:

-Dios, me duele verte, de lo guapo que eres-

Jem sonrió levemente, mas incomodo que complacido por el comentario de su hermano. Como siempre sentía agridulces los sentimientos por él; pero decidió ignorarlos, como siempre hacía. Heath movió las manos para agarrarle el culo, separó los glúteos firmes y fuertes, como gajos de naranja. Comenzó a bajar con besos y mordiscos por su pecho, luego sus caderas, soltando un lametón rápido en la entrepierna. Medio dura por la situación, después consiguió alzar del todo las caderas de su hermano, que se recolocó sobre las mantas para facilitarle la tarea. Después Heath comenzó con uno de los entretenimientos favoritos de los gemelos: el rimming .

En realidad era Jem el que no podía soportar esas sesiones, al sentir la lengua de su hermano activar uno por uno los sensibles nervios de esa parte de su cuerpo, tenía que contenerse para no gemir y sobretodo vigilar las manos que tan desesperadas estaban siempre en esas situaciones por pajearle y duplicar ese placer. Heath por su parte adoraba poder provocarle tanto placer y el tiempo y la costumbre habían provocado que se convirtiera en un vicio ritual. Jem se mordió los labios, sintiendo las suaves cosquillas que luego acabaña en un último coletazo de placer; y solo estaban comenzando. Heath comenzó a hacer presión con la lengua, desde la base de los huevos, recorriendo la extensión de carne y haciendo que Jem suspirara en su esfuerzo por controlarse. Heath notaba el sabor de la piel, salado y el leve del sudor, que le impulsaba a seguir. Porque, como siempre pensaba, su hermano no estaba solo en la etapa final de la adolescencia, ya era un pequeño hombre. Su pequeño hombre.

Cuando llegó al final hizo presión con la lengua, venciendo la suave resistencia del esfínter, tanteando el terreno con una suave pasada. Jem se coloco las manos en el estomago, comenzando a acariciarse a sí mismo para refrenar las ganas de masturbarse. Heath le conocía y veía imposible que pudiera controlarse, porque estaba dispuesto a seguir hasta prepararle lo suficiente. De modo que se movió, en una especie de 69, para que Jem se pudiera entretener. Pego mel pecho al estomago e hizo descender las caderas para que su polla quedara contra el pecho. Dejando claro sin decirlo que tipo de 69 quería esta vez

Enseguida noto las manos de Jem, cogiendo desde delante los muslos y rodeándole con los brazos, para hacer que las manos escalaran hasta los glúteos, que separó y comenzó. Tenía una técnica errática, porque tenía que parar periódicamente a gemir por culpa de la boca de su hermano. Se limitaba dejar besos por la zona, usar la lengua muy ocasionalmente y soltar algún mordisco esporádico. Heath por su parte jugaba con su nueva posición, lamía los huevos de su hermano para después dejar que la gravedad moviera su cabeza; era mas complicado mantener las nalgas separadas y obligaba a su lengua a estirarse mas, pero la penetración era mas intensa y los nervios estaban mas receptivos. Jem estaba ya casi listo, ambos lo sabía pero ninguno quería parar. Heath siguió con la comida, como un buen invitado en territorio extranjero. Siendo metódico, obligando a ese culo a abrirse a el como una flor

Pero Jem le paró, diciendo en un inglés atropellado y renqueante que se detuviera o se correría allí mismo. Heath sopesó la idea, pero la descartó. El quería correrse también y la única manera era follandose a Jem.

Se separo y se dio la vuelta. Colocándose entre las piernas de su hermano, agarrándole las caderas y separaron de nuevo sus nalgas, trufadas de sus mordiscos y besos. No necesitaban condón, a ninguno de los hermanos le gustaba correrse dentro. Siempre paraban para acabar sobre el otro, era algo de mutuo acuerdo y que les evitaba viajes innecesarios al baño. Con los clientes ya era otra cosa; pero aguantaban el tipo bien.

Heath se la agarró, estaba a reventar igual que la de su hermano. Iba a ser una follada intensa pero corta, aunque intentaría retrasar el orgasmo todo lo posible. Entro suave, hizo falta un poco de fuerza y presión, pero entró de forma continua, sin tirones y sin necesidad de empujones. Mientras Heath se fue acercando a la boca de su hermano, y cuando consiguió rozar la próstata sello los labios de Jem con un beso, para que gimiera contra sus labios. Después retrocedió, perdiendo terreno, para después ganarlo de forma rápida y contundente. Llegando de nuevo a la meta y estrellándose literalmente contra ella y contra las caderas de su hermano. Se coloco mejor sus piernas en torno a la cintura y después se alzó, cogiéndole de los hombros. No podía estar cerca de sus labios, porque entonces no podría resistir el besarle y eso inevitablemente relentecería  el ritmo. Y ahora mismo quería pasión y fuerza.

Gracias al apoyo de los hombros a la vez que Heath empujaba con las caderas podría hacer fuerza sobre Jem, para ensartarle y poder follarle de forma mas intensa. El ruido de las caderas y las pelotas chocando era algo que a Heath le encantaba, sin saber porque, era algo que apelaba a sus instintos mas bajos y a su espíritu mas animal. Apretó los dientes, aumentando la fuerza, normalmente intentaba ser juicioso con al fuerza, Jem podía aguantar de largo una follada intensa pero siempre trataba de controlarse. Esa vez no, esa vez quería poder tenerle por completo, ser quien pusiera la llama en la mecha, el hierro ardiente en la fragua.

Jem gemía, pero cada gemido siempre era cortado a la mitad, cuando el empellón le sacudía el cuerpo. Aun así movía las caderas al compás, para aumentar el ritmo y la cadencia. Porque necesitaba más, porque quería mas.

Pero estaba ya demasiado excitado, las mantas hacia tiempo que habían resbalado de sus cuerpos y el sonido de la piel contra la piel y el recuerdo de la sesión de rimming había sido demasiado. Se agarró al cuello de su hermano y con un gemido que se fue convirtiendo progresivamente en grito acabó por correrse encima. Heath al ver eso dio un par de empujones mas y luego con rapidez salió de su hermano, masturbándose con fuerza hasta que acabo corriéndose también. Encima de su hermano, este suspiro, relajándose y estirando el cuerpo, Heath se tiró a su lado, parpadeando adormilado y acurrucándose sobre las mantas.

Acarició el rostro de su hermano, que tuvo finalmente que levantarse para ir al baño y librarse de todos esos restos. Era la parte negativa de estar abajo, siempre tenía que limpiarse. Caminó rápido para evitar gotear sobre el suelo, cuando llegó al baño entró mirándose el estómago de modo que cuando Elías se giró para verle no se dio cuenta. Por eso la voz le sorprendió

-¿Nos lo hemos pasado bien eh?- le dijo en ingles, la única lengua que Heath y Jem entendían

El británico alzo la vista sorprendido. Elías estaba vestido simplemente con unos pantaloncitos cortos, sobre el fregadero descansaban dos mancuernas de peso medio.

-Iba de camino al estudio, para hacer un poco de ejercicio a solas; cuando os vi en las mantas- Elías sonrió, colocándose descaradamente el duro paquete bajo la tela

-¿Ahora te gusta mirar?- preguntó Jem caminando hacia el váter y el papel

-No desde luego, pero fue inevitable; os pille justo a mitad y necesitaba pasar por allí para subir al estudio-

-¿Y que haces en el baño?- preguntó, Elías no le desagradaba aun que tampoco le gustaba, toleraba fríamente su presencia. Por algún razón a Fabio siempre le cayó bien el mexicano, siempre supuso que porque se conocían desde hacia mas tiempo

-Bueno uno no es de piedra, y no iba a ir a entrenar con este calentón- Elías se metió la mano, haciéndola resbalar por el estomago- Como comprenderás-

Jem asintió encogiéndose de hombros, fue a salir de la habitación pero Elías le corto el paso

-¿Me dejaras así?- pregunto con tranquila arrogancia, sabia que si, pero le gustaba tocar las narices a la gente

-Haberte unido- comentó Jem con ironía- Ahora ya se han ido las ganas-

Elías coloco la mano en la puerta cuando Jem fue a abrir, flexionando el brazo e hincando el bíceps a la altura de su cabeza. Jem no se molestó en girarse. La mano libre de mexicano descansó sobre su cadera, luego se pegó a el. Contra su espalda Jem sintió la pesada respiración del amplio pecho de Elías. El británico se esperaba muchos comentarios y preguntas, la mayoría relacionadas con el sexo, contra su pierna sentía la dura polla del mexicano. Este por su parte se pasó la lengua por labios.

Sabía que podía decir, tenía miles de comentarios sarcásticos bulléndole en el cerebro. Pero no era eso lo que quería decir; llevaba varios días sopesándolo, escogiendo las palabras para no mostrarse débil pero a la vez pedir la ayuda que necesitaba. En el momento crucial, sin embargo, tuvo miedo y su pregunta se diluyó en el aire, reemplazada por una frase pronunciada con desgana

-Que os lo paseis bien- concluyó apretando los dientes con rabia

Luego se apartó de la puerta, Jem que no había esperado esa frase tardó un segundo en reaccionar. Luego acabó abriendo la puerta, Elías cuando se fue se dio la vuelta apoyándose en la suave barra de piedra pulida. Suspiró cansado, diciéndole al espejo lo que realmente había querido decir:

-Quisiera hablar contigo sobre Fabio-

Hubiera sido tan fácil, de hecho pensaba que lo iba a ser; pero desde luego no contó con esa presión en el pecho. Quería hablar con Jem porque había sido el mas cercano a Fabio. La muerte del italiano en principio no le había afectado tanto como pensaba, pero los días habían hecho notar su ausencia y pronto Elías empezó a echarle de menos. Siempre había sido callado y distante, pero cuando Elías había necesitado alguien con quien hablar el italiano siempre había estado allí.

Estaba Lazhar si, que le había cuidado en aquella casa cuando no era mas que un saco de huesos desconfiado y asustadizo; pero Elías creía conocer bien al ruso, de haber hablado con el de la muerta de Fabio habría tenido que soportar su mirada, dura e inflexible, echándole en cara de forma pausada y tranquila que nunca debería dejarse afectar por la cobardía de Fabio…. Y estaba Laos, pero desde luego no quería hablar con el pequeño de eso.

Y estaba Jack, que había entrado a la casa casi a la misma vez que el italiano. Pero por alguna razón que no sabía Jack le odiaba. Lo que necesitaba era hablar de Fabio, había pasado varios años a su lado, se habían acostado y habían compartido momentos juntos pero como todo allí eso carecía de importancia. Los chicos preferían una buena conversación a una caricia.

Entrecerró los ojos, tenía que ir a entrenar. Cogió sus mancuernas, no quería bajar al gimnasio porque seguramente estaría Lazhar allí, normalmente disfrutaba viéndole ejercitarse pero llevaba varios días huyéndole, para no cometer el error de confesarle su debilidad. Salió al pasillo, no pudo resistir la tentación de echar otro vistazo, volviendo hacia atrás por el pasillo, allí en el inmenso salón abierto a la terraza había un revoltijo de mantas, desde allí era incapaz de distinguir nada pero por la forma sabía que debajo de esa tela seguramente estarían los gemelos, hablando o simplemente estando callados y mirando al techo. Suspiró, en el fondo quería eso con Lazhar, pero el preferiría salir fuera con el viento y la nieve para contemplar la ciudad.

Se encaminó de nuevo hacia el estudio, confiando en no cruzarse con nadie. Por ahí estaban Jack y el chico nuevo, quizá le animara hacer enfadar al danés pero no le haría gracia estar cerca del chico, no sabiendo que Jack era consciente del poco tiempo que se esperaba que el español estuviera en la casa. Y tampoco quería ver a Laos, la explosiva alegría despreocupada que siempre exhibía ahora mismo solo conseguiría amargarle

Y los gemelos estaba claro que no querían compañía.

Y no quería ver a Keigo.

Mientras subía por las escaleras se preguntó que sería del mestizo, hacia mucho que no le veía. Se estría trayendo algo entre manos, cuando empujo al nuevo delante de las cámaras, Elías sonrió levemente, era inteligente el dar a conocer al nuevo. No tenía muy claro si llegaría a buen puerto el plan que quería llevar a cabo el mestizo, pero al menos se estaba preocupando de salvar al nuevo. Mas de lo que desde luego parecía que iba a hacer Jack.

Al llegar oyó un ruido distante, amortiguado por la madera y las paredes. Frunció el ceño, imaginándose a juzgar por el ruido lo que podía ser, pero aún así se pegó mas. Abrió la puerta lentamente, ahora el sonido era mas claro. Metal contra metal

Soltó un par de insultos por lo bajo, estaba claro que no iba a tener descanso ese día. Iba a darse la vuelta cuando una figura pequeña pero rápida subió corriendo las escaleras. Cuando llegó hasta arriba del todo un medio jadeante Laos le cogió el brazo, antes de que Elías pudiera preguntar nada el pequeño le dio la respuesta apresuradamente.

-Otaigo…esta aquí… y esta subiendo al…estudio-

Ambos se quedaron helados cuando los pasos de unos zapatos exquisitamente caros comenzaron a sonar contra el suelo de madera, camino a las escaleras. Elías masculló por lo bajo, cogió a un paralizado Laos y le pegó contra el metiéndose el hall del estudio y después en la pequeña puerta que daba a los almacenes de esa planta.

Le tapó la boca, por miedo a que dijera algo. Ninguno quería cruzarse con él, les aterrorizaba. Otaigo no solo era el jefe de Gianni, también era el dueño de todos ellos.


Como siempre Keigo estaba llevando las de perder, Tagayama se estaba divirtiendo obligándole a defenderse continuamente. Sin espacio para la ofensiva, los hombros le ardían y comenzaba a sentir entumecimiento en las manos, muñecas y codos por todos los golpes que sus articulaciones debían absorber para mantener el pulso firme.

En el suelo cerca de ellos estaba la vaina de la katana de Tagayama, la suya a varios metros de distancia. Si consiguiera acercar al yakuza allí sin que se diera cuenta…Podría quizá…

Tuvo que bloquear el filo de la katana a escasos centímetros de su rostro. Trabó bien las piernas, no podía pensar tan rápido y a la vez estar atento al duelo. Apretó los dientes, para obligarse a calmarse. Tagayama apenas sudada, pero Keigo estaba al borde del colapso físico. Hacia skate a propósito para ejercitar todo el cuerpo a la vez, para ganar coordinación, velocidad y aguante. Y aún así Tagayama con una sola mano, con la camisa arremangada por debajo de los codos y sin una muestra de cansancio visible le estaba dando una paliza.

Keigo no podía rendirse, aunque era la salida más lógica. Eso hubiera decepcionado al yakuza, que estudiaba sus movimientos con atención. Tendría que aguantar hasta el fallo inevitable y entonces confiar como siempre que Tagayama parara el filo a milímetros de su piel. Al menos cada vez alargaba mas la pelea hasta ese momento.

Parpadeó con fuerza, para quitarse el sudor que le producía escozor en los ojos. Era el fallo que estaba buscando Tagayama, que ya movía los pies para colocarse en el ángulo perfecto, no iba a matarle desde luego, pero las lecciones así no se aprendían sin dolor.

-Espero que no le dejes marcas- sonó una voz tranquila y autoritaria desde el extremo de la sala

La espada paró en seco, los músculos de Tagayama actuaron solos hasta la voz, inclinándole en una reverencia cortes. Los pasos de Otaigo comenzaron a acercarse, Keigo por su parte se apoyó la espada en el hombro y respiró con dificultad.

Otaigo era mas de lo que aparentaba, a simple vista parecía un hombre de unos treinta años, pulcramente vestido de un modo informal. El pelo corto negro, en una cara afable y unos ojos que contemplaban todo con tranquilidad. Aún así, ese hombre había vadeado lagos de sangre para controlar una de las mayores organizaciones criminales del mundo. Llevaba unos zapatos Oxford, caros y reluciente, una chaqueta negra al igual que los pantalones y una camisa blanca.

Si bien era evidente su origen asiático en realidad, al igual que Keigo, los rasgos estaban atemperados por una sangre extranjera que le daba a la piel un saludable bronceado y redondeaba sus ojos a la vez que afilaba sus rasgos levemente. Eso le había ganado no pocas dificultades para ascender y, en consecuencia, le habían vuelto un hombre astuto. No un asesino, ni un sádico; como era el defecto de muchos yakuza… Ni un obseso del honor y las tradiciones, como solían pecar los Cabezas de Casas. Otaigo era un superviviente, haría lo que hiciera falta.

- Oyabun - dijo Tagayama servilmente, usando el titulo honorifico para un Cabeza de Casa

-Anda mira quien ha decidido venir un día antes- continuó Keigo poniendo una mano en su cadera y clavando la mirada directamente sobre los ojos de Otaigo

Este por su parte aceptó con respeto el tratamiento de Tagayama y sonrió sesgadamente al mestizo. Tagayama apretó los dientes, antes esa falta de respeto.

-El tiempo te ha hecho perder modales- observó Otaigo con tranquilidad, extendió la mano hacia Tagayama que lentamente le tendió su katana

-Que yo recuerde cuando deje la banda no le dabas tanta importancia al tratamiento- Keigo ya había normalizado su respiración y el sudor por su piel comenzaba a enfriarse

Otaigo observó el filo. Con tranquilidad

-Puedes retirarte Tagayama, tengo que discutir unas cosas con Keigo-

Sin preocuparse por su katana, ni hacer preguntas. En el mas absoluto silencio Tagayama abandonó el estudio

-Gianni me ha contado un par de cosas- continuó Otaigo cuando la puerta se cerró a sus espaldas, la amable afabilidad que había mostrado delante de Tagayama se convirtió en impenetrable frialdad, cortante y acerada- Y algunas tenían que ver contigo-

Keigo se encogió de hombros, con tranquilidad cambió el peso de un pie a otro. Sabía que hacer enfadar a Otaigo era muy peligroso, pero también sabia que le gustaban los juegos.

-Siempre miro por el bien de la banda- respondió- Si mis actos han parecido sospechosos es porque obedecen a un bien mas elevado-

-¿Mi bien?-

Keigo asintió

-¿Por qué empujaste a ese chico?-

-El calor del momento-

-Eso es mentira- respondió Otaigo pasando una mano por el filo- Prueba otra vez-

-Era bueno que cogiera un poco de practica-

-Otra vez-

-Hacia que ganáramos mas dinero-

-Otra vez-

-Me aburría-

-Eso esta mejor- Otaigo sonrió- ¿Cómo van las cosas por aquí? ¿Todos contentos?-

-¿Gianni no te ha informado?-

-Oh si, me ha dado muchos números para que los comprobara, todo beneficios… Por eso el esta al cargo aquí… Y por eso te mande a ti aquí-

Keigo suspiro, dándole la espalda para ir a recoger la vaina de su katana mientras meditaba. Se supone que estaba allí como enlace con Otaigo, no era que este dudara de Gianni, al contrario, el italiano era en la rama internacional de la organización una de las piezas claves. Pero desconfiaba de que el frio automatismo de Gianni hiciera mella en la moral de los chicos bajo ese techo, por eso estaba Keigo allí. Para controlar los movimientos y evitar las crisis

-Fabio se suicidó- Keigo ladeó la cabeza

-¿Te pilló por sorpresa?- preguntó Otaigo a su espalda

-No, pero era mejor que pasara; se estaba volviendo inestable- el mestizo suspiró- Y el chico nuevo… ¿Es temporal no?-

Otaigo alzó levemente las cejas, sorprendido

-¿Por qué lo crees?-

-No tiene su propia habitación, Gianni no se gastaría dinero en amueblarla para dejarla vacía… No sale rentable-

-Quizá… El que le pidió es exigente y hay que mantenerlo contento-

-Deberías dejar salir a los gemelos ya- siguió Keigo, sin dejar que un interés excesivo por el tema le delatara- Son fiables-

-¿Tu crees?-

Keigo por fin se dio la vuelta para encararse a el

-De Jace y Lazhar como siempre no se nada- siguió ignorando la pregunta- Viven en sus mundos particulares-

-¿Y los que quedan?-

-Jack no ha vuelto a salir desde que llegó el nuevo, de Laos no hay novedad y Elías sigue como siempre-

-Bien bien… Buen chico- Otaigo sonrió- Hice bien haciéndote caso cuando me dijiste que te metiera aquí-

Keigo sabia que eso no tenía nada que ver, que estaba alli por que sabia jugar muy bien sus cartas. Y ahora necesitaba jugar de nuevo

-Aun así… Hay un tema que me gustaría tratar-

Otaigo entornó los ojos con curiosidad


Elías y Laos estaban en el pequeño almacén, pegados a la pared. Sudaban por el calor que allí se concentraba. Ninguno de los dos entendía nada de lo que allí se estaba diciendo, ya que estaban hablando en japonés. Pero los dos tenían claro que espiar a Otaigo, aun cuando no sacaras nada de ello, era muy peligroso


-Demasiado complicado- dijo Otaigo cuando el mestizo acabó su explicación- Si, podría moveros a todos a Tokyo para ganar influencia allí… Pero la perdería aquí- negó con la cabeza- Me conviene más mantener buenas relaciones con el exterior que con el interior-

Keigo se encogió de hombros, la idea de consolidar el poder de Otaigo en Japón con los chicos estaba destinada al fracaso, allí la extorsión y el tráfico de influencias eran más útiles. Pero ya había cumplido el objetivo, que era plantar la semilla, ahora solo debía crear lluvia y suelo fértil.

Y para eso estaba Álvaro. A Keigo le encantaba cuando todo parecía encajar a la perfección

Le daba la sensación de que era invulnerable


Álvaro y Jack iban a salir a la terraza. El español necesitaba que le diera el aire, aunque fueran ráfagas de frió cortante. Subieron por las escaleras y caminaron hacia la salida. Pasaron al lado de un revoltijo vacio de mantas y Jack se agacho para coger una. Estaba acostumbrado al frío, no como Álvaro. Por eso el rubio iba menos abrigado que el español. Pero aun asi era preferible ir preparado

Estaban allí por varias razones. La primera era distraer a Álvaro de sus penas, mañana ya llegaría su cliente y aunque no dijera nada; de hecho cada hora que pasaba estaba mas metido en un mutismo casi hermético. Y Jack también necesitaba distraerse, todo el nerviosismo que no mostraba el español

La terraza estaba oscura, por eso cuando entraron los dos ninguno se fijó en la figura de la esquina de la terraza.

Si a Heath y Jack les gustaba el frío, Lazhar lo adoraba. Para el era como el abrazo de una madre amantísima, llevaba ropa oscura y pegado a la pared se fundía en las sombras. Miró distraídamente hacia los chicos, a Jack ya le tenía muy visto y tampoco le interesaba, estaba mas en la zona de influencia de Jace. Pero al chico nuevo nunca le había visto, sus horarios eran mas exigentes que los del resto.

Si Jace no paraba de viajar Lazhar no paraba de ir a fiestas, era su coto de caza. Era guapo, inteligente y elegante; era la persona que todo el mundo quería llevar bajo el brazo en una fiesta, mujeres u hombres. Gianni le había dado libertad para actuar sobre los dos sexos; aunque Otaigo siempre elegía a quienes ofertar el servicio porque luego, si la cosa se torcía, podía extorsionarles. Era mas fácil extorsionar a un hombre cuando se acostaba con chicos que cuando lo hacía con chicas

Pero Lazhar tenía libertad, porque era lo que quería. Estaba allí por propia decisión y podría irse de allí cuando quisiera. No estaba atado a nada

Suspiró cansado. No le interesaba Jack, ni le interesaba ese chico nuevo.

A varios metros de distancia los dos chicos contemplaban la ciudad, sin darse cuenta de la distante sombra que también la contemplaba.

-No…no tengas nervios- dijo Jack, rompiendo el silencio entre ambos

-¿Cuál es esta ciudad?- preguntó Álvaro inspirando el aire

Jack se mordió el labio, no pasaba nada por romper una pequeña regla y decírselo

-Nueva York-

Álvaro asintió, lentamente

-¿Crees que algún día podre salir de aquí?-

Jack cerró los ojos durante un segundo, cogiendo fuerzas

-Claro que si….claro que si-

Álvaro se apoyó con los codos contra la barra de metal. Pensando… Sabía que Jack le mentía, no se engañaba a si mismo; pero le reconfortaba que otros estuvieran dispuestos a mentirle. Delante suya pasaron danzando un grupo de copos de nieve, en seguida el viento los separó esparciéndolos por la ciudad que dejaba a sus pies

Entrecerró los ojos, quería volver a casa… Quería volver con su familia. Era esclavo, aunque Jack se hubiera esforzado tanto en enseñarle todo el lujo y las comodidades, era esclavo de su propio cuerpo. Había perdido la cuenta de los días, pero lo que cuando le secuestraron había sido un agradable frescor en el ambiente ahora se había convertido en un frío gélido.

Había cambiado, desde que estaba allí. Era inevitable darse cuenta, empezaba a notarlo. No solo a nivel superficial si no como algo mas profundo y extenso. No era el mismo y aun le quedaba mucho por cambiar. Para bien o para mal, no era como el decidía ser si no como las circunstancias le obligaban a ser

El tiempo pasaba y el mundo continuaba girando, por eso sabía que debía aguantar y tener paciencia. Porque acabaría encontrando su oportunidad, para poder salir de allí. Álvaro tenía claro que haría lo que fuera para poder escapar

-Que no te de miedo- empezó Jack tragando saliva, sin saber muy bien a donde quería llegar- Que no te de miedo no poder controlar tu propio destino, todos estamos aquí por alguna razón o por alguna decisión, generalmente tomadas por otros. Todos somos esclavos de algo- se pasó la lengua por los labios- Cuando llegue aquí recuerdo el miedo que pase, las noches que pase llorando y la sangre que me provoque en las muñecas y tobillos por intentar romper las esposas… Jace, el que se encargo de mi, me dijo una vez que aunque me costase creerlo nosotros éramos mas libres que el resto…. Nunca lo entendí bien, espero que tu lo puedas hacer… Pero lo que si se es que hay dos fuerzas en este mundo: el poder y el control. Uno es fondo y otro es forma, cualquiera puede tener poder pero solo unos pocos tienen control; eso es lo que realmente importa… Cuando estes delante de…- tosió para aclararse la garganta- Cuando estés delante de quien te pidió recuerda que el tiene el poder pero tu el control y que cuanto antes te des cuenta de ello antes podrás superarlo-

Poder y control, a Álvaro le recordó al Honne y al Tatemae que le había explicado Keigo. La realidad y la apariencia. Entrecerró los ojos

-¿Cómo se llamaba el chico que se suicidó?-

A Jack le sorprendió la pregunta

-¿De verdad quieres saberlo?-

Álvaro meditó la pregunta, luego pensó que quizá no merecía respuesta y se perdió de nuevo en sus pensamientos. Jack entrecerró los ojos, confundido. Pero opto por quedarse callado


Jem estaba de nuevo en la habitación de Fabio. Heath dormía plácidamente en su habitación, por eso Jem había decidió escaparse allí. Para tener algo de paz y de tranquilidad. Se sentó de nuevo en su silla, mirando a la monacal habitación. Intentando encontrar algo, contentándose solo con una pequeña chispa de quien había sido su mejor amigo y a quien conocía tan poco

Quería pensar en él, necesitaba pensar en él. Para sentir que el mundo no le había olvidado, Jem se levantó paseando la mirada por la habitación. Abrió los cajones vacios, intentando encontrar algo a lo que poder agarrarse. Pero no encontraba nada

Cuando se iba a ir vio un pequeño destello blanco de uno de los cajones abiertos, se acercó más. Viendo que ese destello en realidad era una ligera línea blanca, que sobresalía por debajo de él. La presionó con la uña, y vio como cedía, deslizando un trozo blanco de lo que parecía cartulina al suelo. Al cogerlo vio que estaba satinada y al darle la vuelta la limpia y reluciente superficie de una foto le saludó.

En ella había un chico sonriendo, se le veía muy feliz. Jem volvió a dar la vuelta a la foto, pero no aparecía nada. Volvió a mirar a aquel chico que no conocía, al fondo de la foto había un cartel con lo que parecía una frase escrita en italiano o español. Jem torció la boca, pensativo

No sabía que significaba todo eso, pero si estaba así de escondido es que era importante para Fabio. Así que decidió que también iba a ser importar para él.


Gianni en su despacho colgó el teléfono, pasando de nuevo la mano por los papeles que tenía extendidos sobre la mesa. Había sido el cliente del Taken nuevo, preguntando si estaría listo para mañana. Era indiscutible que lo estaría, lo que Gianni no tenía claro era cuantos días podía aguantar “listo” antes de sucumbir. El cliente tenia fama de brutal, pero también de influyente y poderoso. Era un importante lazo para Otaigo

Todo parecía ir bien

El teléfono volvió a sonar. Gianni ni se molestó en hablar, si alguien tenía ese número era porque sabía perfectamente a quien estaba llamando

-Buenas…Soy Claude Anger- la voz era titubeante y parecía no tener muy claro que decir, Gianni conocía a ese hombre, era de los que pagaba por mirar por las cámaras, la parte mas inocente del negocio- Este fin de semana volveré a contratar sus mmmmmm servicios, me gustaría que estuviera de nuevo “el chico”-

Gianni frunció mínimamente el ceño, todos los clientes se conocían el nombre de todos los chicos excepto el de Laos, al que mantenían escondido. Y Anger siempre era muy meticuloso con quienes quería que apareciesen y haciendo que. Gianni se aclaró la garganta

-¿Chico? ¿Qué chico?-


¿Un chico nuevo? , pensó para si mismo el agente Kennett mientras seguía manteniendo el auricular pegado a su oído, varios pisos por debajo del despacho de Gianni y de toda sospecha

-Esto interesará a los jefes- dijo mientras echabaa mano a su taza de chocolate caliente, pulcramente colocada al lado de dos pistolas cargadas


De nuevo feliz Navidad y gracias por leerme

Y dentro de 15-20 días tendreis el nuevo capitulo y una nueva temporado. Es hora de ensanchar los horizontes del reducido mundo de la casa y darse cuenta de que el mundo es mas complicado de lo que parece y que no todo es lo que aparenta ser.