Hielo en las venas: Principio robado

Tu cuerpo tiene un precio, quien lo paga, es tu dueño

"Tu cuerpo tiene un precio, quien lo paga, es tu dueño"

Algunos principios son difíciles de contar. Me gustaría empezar esta historia con un " érase una vez" o un " hola, me llamo...". Me gustaría empezar esta historia presentando a un chico, deportista, hetero convencido, rozando la universidad con los dedos, sin preocupaciones más allá de la cita de esa tarde con su novia.

Me gustaría decir que, en su instituto de Madrid, al entrar el primer día de curso descubriría un nuevo compañero de clase. Me gustaría contar que, gracias a ese chico, empezaría un viaje lleno de hormonas, lágrimas y sexo para descubrirse a si mismo.

Me gustaría contarlo, pero hoy la silla que debería ocupar nuestro protagonista esta vacía, nunca conocerá a nuestro chico nuevo y el principio que debería haber sido suyo se diluye dejando paso a uno mucho más oscuro:


De todas las cosas que Alvaro odiaba, la lluvia sin duda encabezaba la lista y, de todas las lluvias que había sentido, esta sin duda encabezaría la de las peores. Era fría, pesada, cada gota era un balazo en su piel. Intentó tragar el aire, cargado de humedad, buscando despejarse, sin embargo la cabeza le daba vueltas, sentía como sus pies se arrastraban sobre piedras lisas y mojadas, pavimento supuso.

Entreabrió los ojos y una simple llanura gris y empapada fue lo primero que salió a recibirle. Lo primero que pensó fue que no aguantaba los inviernos en Madrid.

Movió la cabeza sintiéndola destrozada, como golpeada por un martillo, la frialdad de la lluvia solo hacía mas latente el ardor atroz de su sien. Sentía manos en sus brazos, tirando de ellos como si quisieran arrancárselos del cuerpo y sus pies, con sus zapatillas nuevas, empapándose al no parar de arrastrarse de charco en charco.

Sintió una presión en su barbilla.

En el mundo de grises y blancos adormilados en el que se había despertado el negro de aquella gabardina se alzo como una ola gigantesca.

-Este es- la voz rebotó contra sus congelados oídos- Bien hecho-

-¿Don...- empezó a preguntar nuestro joven- Por favor...- a pesar de que la luz era tenue se le clavaba como miles de agujas, su mente estaba embotada en miel- Suplico-

Oyó una risa ahogada de parte de la gabardina negra.

-Pues claro que suplicas, y mas que lo harás- luego un silbido ahogó su voz.

Lo siguiente que los embotados sentidos de Alvaro sintieron fue la fría superficie de la furgoneta y el sordo crujir de sus helados huesos cuando le lanzaron dentro. Con esfuerzo se hizo un ovillo mientras sentía el rugir del motor, el adormecimiento llegó demasiado pronto como para ser natural y mientras se dormía sobre sus empapadas ropas, sin ser aún consciente de todo lo que le estaba pasando, Alvaro se sintió feliz de no volver a sentir la fría mordedura en su piel.


Despertarse era un proceso progresivo, más rápido en unos casos, más lento en otros, pero que siempre en algún momento dejaba suspendido en éter a la persona. A mitad de camino entre la oscuridad total y el caótico mundo de los sentidos.

En estos momentos, mientras giraba suspendido en éter, Alvaro supo que estaba en una cama. La superficie en la que descansaba era demasiado mullida y demasiado cómoda como para pertenecer a la furgoneta de sus recuerdos.

Una pesadilla pensaba, mientras estiraba su cuerpo sintiendo la caricia de la seda. En ese momento se dio cuenta de que tampoco llevaba ropa, sentía una presión en la cadera seguramente de unos boxers pero aparte de eso nada impedía el roce entre su piel y las sábanas. Extraño, cuanto menos, ya que Alvaro tenía la costumbre de dormir con un pantaloncito de pijama.

Entreabrió los ojos preparándose y recibiendo el dolor de sus retinas al ser quemadas por la nueva luz.

La mente sin duda era algo curioso, los recuerdos próximos habían sido archivados de golpe como sueño, sin mayor consideración y mientras se despertaba no tenía interés en volverlos a recordar, en vez de eso, su mente resbaló de detalle nimio en detalle nimio buscando, tal vez, evadirse.

La siguiente conclusión a la que llegó fue que ni era su cama ni era su habitación, sin ninguna duda al respecto. En primer lugar el orden en el que todo estaba colocado distaba mucho del que solía hacer gala él, en segundo lugar todo respiraba un aire demasiado caro como para ser suyo.

La cama en la que descansaba era enorme, los muebles estaban hechos de madera negra y de otra rojiza, ahora mismo la palabra palisandro estaba muy lejos de su vocabulario, que reflejaba perfectamente las luces de una lámpara bastante grande en el distante techo. Había un equipo de música plateado y negro encima de una de las cómodas laterales y justo enfrente de su cama una enorme pantalla de plasma en la pared.

Todo tenía un corte demasiado moderno y minimalista, frío en cierto sentido, como para pertenecer al cálido y hogareño mundo del que gustaba su madre.

Cuando fue a levantarse, cada vez más despierto, Alvaro llegó por fin a una conclusión importante: estaba esposado a la cama.

Por suerte el desconcierto general que sentía bloqueó cualquier posible acceso de pánico que pudiera haber tenido, remplazándolo por una inactividad reflexiva. Las matemáticas elementales de la vida se pusieron en marcha:

El sueño + cama y habitación extraña + esposado a la cama = secuestro

Y mientras el sueño dejaba de ser sueño Alvaro hizo el gesto inútil, que todo el mundo haría, de tirar con fuerza para ver si podía romper la esposa o, en su defecto, la barra del cabecero a la que estaba sujeta. Como era de esperar no pudo con ninguna de las dos.

Tiró de las sábanas grisáceas que le cubrían para dejar su cuerpo al aire. Efectivamente, solo un sencillo bóxer blanco le cubría, el resto de su cuerpo estaba al descubierto. En contraste contra el tono natural de su piel se fijó en una serie de moratones por toda su cadera, que ascendía por su costado perdiéndose en la espalda. Recordó cuando le habían lanzado en el interior de la furgoneta.

Por fin Alvaro comenzaba a inquietarse, era un chico práctico pero un secuestro superaba a cualquiera de modo que su respiración empezó a acelerarse al igual que los latidos de su corazón.

Probó su cuerpo, buscando alguna herida o algún dolor pero solo sentía un entumecimiento leve. Volvió a mirar por la habitación e intentó llegar a la mesilla de noche del otro lado de la cama de matrimonio en la que descansaba, solo consiguió rozarla con los dedos.

De nuevo intento forzar la barra de madera del cabecero pero resultó en vano. Se deslizó por el borde de la cama sintiendo un poco de dolor en la muñeca esposada, ponerse de pie en el fondo no le iba a servir de nada pero tenía que agotar todas sus posibilidades.

En la pared de enfrente había una puerta mezcla de madera y cristal translucido semi opaco. Obviamente demasiado lejos de su reducido alcance.

A lo lejos oía música, se sorprendió al descubrir el ritmo pulsante de la que le gustaba, aún más se sorprendió al descubrir que no hacía mucho él mismo había bailado esa canción en una fiesta.

Intentó calmarse pero le costaba, empezaba a sentir un picor por todo el cuerpo fruto de la tensión y de la adrenalina contenidas. Mientras intentaba recordar todo lo que podía de las películas y series de secuestros que había visto la puerta de la habitación se abrió.

Mas rápido de lo que se creía capaz se zambulló en la cama buscando cubrirse las espaldas y encararse totalmente a quien fuera. Por un segundo la música que inundaba el pasillo se derramó en la habitación, cuando la puerta (que resultó ser corredera) se cerró volvió a sonar amortiguada.

Para su sorpresa ante Alvaro se encontraba un chico de su edad y, un hecho mucho más sorprendente, vestido de traje.

Era rubio con el pelo pulcramente peinado, tenia gesto tranquilo, tal vez levemente curioso con respecto a Alvaro al que apenas miró al entrar, su piel era tenuemente morena. El traje que llevaba era un pantalón negro, con unos zapatos de aspecto impecable así como una camisa azul oscuro tapada por un chaleco del mismo tono que los pantalones. Concordaba con el aspecto general de la habitación, el también destilaba un aire moderno, minimalista y caro.

Movió con agilidad su mano lanzando una manzana verde al aire y recogiéndola cuando terminó su ascensión y bajada en arco. Mientras su otra mano se perdía en su pelo despeinándolo se sentó en una silla cerca de la cama, levantando los pies cruzó las piernas y las apoyó sobre las sábanas. Por primera vez miró a Alvaro a los ojos y, mientras el castaño de la mirada de nuestro joven se cruzaba con el negro de los del chico rubio, éste último habló.

Lo hizo tranquilamente, pareciendo arrastrar cada palabra, como si hablara a alguien de quien no estaba seguro que fuera muy listo. Primero lo hizo en una lengua extraña que Alvaro no entendió pero que le sonó a alemán, luego recurrió al inglés pero su mente estaba demasiado afectada por todo como para entenderlo, finalmente lo hizo en español con un suspiro cansado.

-¿Me entiendes?- dijo para después morder su manzana.

Alvaro asintió. El chico apoyó la barbilla en su mano para contemplarle.

-¿Sabes dónde estás?-

Nuestro joven no estaba muy seguro de poder hablar sin que sus nervios le traicionaran y entrar en un ataque de pánico, de modo que solo negó con la cabeza.

-¿Sabes porque estás aquí?- de nuevo negó con la cabeza.

El chico tenía un acento muy tenue, le era incapaz identificarlo. Su pelo ahora lucía desordenado, curiosamente cuadrando mucho mejor con su cara que el pelo pulcramente peinado, suspiro desabotonándose el chaleco y, con la manzana en la boca, arremangándose después.

-Azul oscuro con negro- empezó cuando hubo liberado su boca- Hay que tener mal gusto para elegir una ropa así... Pero el corte de la ropa lo salva- volvió a morder la manzana, luego miro al chico.

-¿Estoy secuestrado verdad?- el chico rubio asintió.

-Para empezar es una explicación medianamente buena de tu situación- se desabotonó la camisa hasta la mitad del esternón, dejando al aire más piel del mismo tono levemente moreno, luego su mano agarró las sabanas de la cama tirando con fuerza de ellas- No estás mal...pero podrías estar mucho mejor- comento después de observarle durante unos segundos.

El chico se giró lanzando lo poco que quedaba de manzana a una pequeña papelera que había en un lado. Suspiró levantándose, se desprendió de su cinturón.

-¿Te llamas?- preguntó el chico, Alvaro no respondió- No importa, ya lo sé, sólo intentaba quitar tensión- se rió de forma triste- Bueno Alvaro... Vamos a follar, aunque como supongo que no estarás por la labor supongo que en realidad me va a tocar violarte-

Los segundos que tardó Alvaro en reaccionar fueron los segundos que necesito el chico para lanzarse sobre él. El traje le entallaba un cuerpo delgado pero que sorprendió por la fuerza de la que hizo gala, en apenas medio segundo dio la vuelta a Alvaro tumbándose encima de él.

-Esto lo podemos hacer bien o lo podemos hacer mal- le susurró al oído el chico, su aliento tenía el aroma de la manzana que había estado comiéndose mezclándose con el de una colonia bastante turbadora.

-Suéltame joder- gruñó Alvaro revolviéndose bajo el cuerpo del chico, su mano esposada se debatió frenética mientras a la otra la atenazaba una mano del chico contra la cama.

-Mal entonces- dijo el otro, se movió sobre Alvaro que escucho un leve sonido metálico, momentos después su otra mano estaba esposada al cabecero de la cama, igual que la otra- No te muevas, ahora vuelvo- la presión de su cuerpo desapareció, Alvaro intento girarse, había jugado al futbol desde que era pequeño, su cuerpo si bien delgado disponía de fuerza pero sobre todo de flexibilidad, aun así apenas pudo girar la cabeza para ver que sucedía.

El chico estaba buscando algo en las cómodas, se había desprendido del chaleco y la camisa estaba totalmente abierta pero al estar de lado no podía ver nada, ni tampoco quería. Finalmente pareció encontrar lo que buscaba, separándose del cajón abierto se giró mostrando en sus manos una barra de metal con dos presas de cuero en los lados.

Al girarse Alvaro, al cual el cuello ya le estaba gritando de dolor por el esfuerzo, le miró. Por un segundo hizo una pequeña mueca con la boca pero se acercó haciendo bailar la barra en sus manos. Alvaro dejó caer la cabeza contra la almohada de la cama, con el cuello ardiéndole, de nuevo volvía a respirar de forma entrecortada y por tercera vez intentó forzar sus esposas sin conseguirlo.

Contra la piel su espalda sintió de nuevo el cuerpo de Alvaro, sin embargo esta vez el roce no fue contra la tibia tela si no contra una piel caliente. Un torso se estaba inclinando sobre él, Alvaro intento resistirse y moverse para evitarlo pero lo único que consiguió fue frustrarse más, como había supuesto el cuerpo del chico era algo más que simplemente delgado, sentía una superficie dura como una piedra si bien delgada, con pequeños altibajos propios de los músculos que están pensados para correr, saltar y hacer deporte de verdad y no para lucirlos en una piscina en verano. Un cuerpo de atleta que a todas luces tenía más fuerza que el suyo propio.

Sintió que le cogían el tobillo y lo atenazaban con una de las cintas de cuero, luego, aunque intentó resistirse en vano, fue el siguiente, finalmente con un pequeño sonido de piel curada tensándose la barra quedo firmemente sujeta a la parte anterior de la cama, atada a la parte superior de sus patas, tensando las esposas de sus muñecas para que apenas pudiera moverse hacia delante o hacia atrás, todo sucedió con insultante facilidad por parte del chico rubio.

-A esto lo llamamos Molly , las cintas de cuero han aguantado más fuerza de la que eres capaz de hacer y la barra se puede extender y encoger lo suficiente para mantenerte las piernas totalmente abiertas o solo cómodamente abiertas- Alvaro oyó el temido sonido de la bragueta- Si intentas liberarte solo conseguirás hacerte daño y créeme no vas a impedir que te viole por mucho que creas, solo conseguirás que te sea muchísimo más doloroso-

Sintió las manos del chico en sus boxers, bajándoselo hasta medio muslo. Una de sus manos le inspeccionó tranquilamente.

-Buenas piernas y buen culo, firme, ¿haces deporte?- preguntó.

-Por favor no...- empezó Alvaro.

El chico pareció titubear.

-Va a pasar, puede que a ti no te guste pero va a pasar... Lo mejor que puedes hacer es relajarte y resignarte- escucho sonido a sus espaldas, un pequeño sonido de succión y luego una caricia fría en su piel- Esto es lubricante, si te estas lo suficientemente quieto te lo podré dar bien y te dolerá menos, si no, solo me lo daré en la polla y te abriré a base de empujones-

Alvaro odiaba sentir frío, desde siempre lo había odiado, la nueva experiencia con el lubricante solo sirvió para reafirmarlo. El chico parecía tener mucha experiencia porque sus movimientos eran firmes extendiendo el lubricante, sus dedos tantearon la entrada intentando meterse pero ya fuera de forma consciente o inconsciente Alvaro estaba haciendo demasiada fuerza.

El chico no dio muestras de fastidio, solo paro para volver a hacer cosas a espaldas de Alvaro, esta vez tardo más y tras el sonido de un par de cajones abriéndose y cerrándose de nuevo volvió a estar colocado sobre el cuerpo de nuestro joven.

-Primero el pequeño- dijo

Casi al segundo Alvaro sintió como algo le invadía, se iba abriendo paso dentro de él una especie de ariete. Por un segundo temió que fuera la polla del chico pero el mismo le sacó de dudas.

-Ahora mismo tengo tres consoladores, el pequeño, el mediano y el grande... Este es el primero- se inclinó más sobre el cuerpo de Alvaro, metiéndoselo- Ves, no cuesta tanto- hizo una especie de amago de mete saca, la sensación era extraña para Alvaro pero apenas duró un segundo ya que enseguida se lo sacó- Ahora el segundo, el que dilata de verdad-

De nuevo la misma sensación invasiva, solo que esta vez no paró cuando lo había hecho el otro. Esta vez siguió entrando, ensanchando el camino por el que discurría hasta un punto que comenzaba a ser doloroso.

El chico se inclinó del todo contra Alvaro, sus dientes capturaron la oreja comenzando a estimularla. Ya había perdido la cuenta de cuentas veces había intentado liberarse pero lo intentó de nuevo, las esposas y la barra de metal no cedían y era incapaz de cerrar brazos y piernas. Alvaro había decidido no gritar ni quejarse, una especie de apuesta contra su amor propio, pero sintió las lágrimas anegando sus ojos, más de dolor y frustración que de otra cosa.

El proceso fue creciendo en dolor e incomodidad haciendo que redoblara sus esfuerzos por luchar contra el metal que le aprisionaba. Finalmente cuando entró del todo el chico volvió a empezar el proceso de bombeo, solo que esta vez lo alargó más, intentando introducirlo del todo y haciendo movimientos circulares para dilatarle.

Alvaro gemía por lo bajo, pero no de placer, sólo de furia y orgullo heridos. Intentaba revolverse pero estaba demasiado bien atado y apenas si conseguía incomodar un poco al chico que no había vuelto a hablar. De vez en cuando sentía la propia polla del chaval, rozándole las piernas o las nalgas y temía que llegara el momento en el que finalmente tuviera que alojarla en su interior.

La violación con los dildos se extendió al siguiente, en el que el dolor fue demasiado y Alvaro tuvo que morder la almohada mientras lloraba para no gritar. Se revolvió con todas sus fuerzas pero ni la barra ni las esposas le dieron tregua. El chico de nuevo volvió a reclamar su oreja y Alvaro, por miedo a desgarrarla, bajó el nivel de su lucha, que no dejaba de revelarse inútil.

Sus mejillas estaban surcadas por los cauces de sus torrentes de lágrimas, ni recordaba la última vez que había llorado, como la lluvia las lágrimas eran de las cosas que más odiaba. Aún más estas lágrimas, que no nacían de la tristeza, sino de la frustración y la impotencia de una violación.

La mano del chico se hundió en su pelo, amarrándoselo y haciéndole alzar la cabeza, le saco el ultimo consolador y su cuerpo se movió sobre el de Alvaro colocándose en posición, el chico comenzó a besarle el cuello, mordisqueándole los hombros  mientras le mantenía alzada la cabeza por el pelo. Las lágrimas pasaron de caer en la almohada a resbalarle por el cuello para ser captadas por los labios y la lengua del chico.

La primera acometida llego por sorpresa y pareció que le clavaban un hierro al rojo vivo, Alvaro se revolvió pero la polla del chico retrocedió un poco para de nuevo ensartarle. Los dildos en comparación habían parecido punzones de hielo comparados con el extremo calor de lo que ahora le horadaba como un taladro.

La mano del chico dejó su pelo para agarrarle de la barbilla y el cuello por delante, haciéndole alzar la cabeza todavía más, la barra de metal impedía que cerrara las piernas y las esposas impedían que pudiera desplazarse si quiera un par de centímetros para escapar.

La violación de verdad había comenzado una vez que alojó dentro toda la polla del chico. Apenas se tomó un descanso, la respiración de Alvaro era entrecortada, como si estuviera corriendo una maratón sin embargo la del otro era tranquila y pausada como si estuviera paseando. El chico le mordió el cuello mientras comenzaba a violarle, su polla avanzo centímetros dentro de Alvaro hasta detenerse para luego volver de nuevo a la carga.

La fuerza del chico se puso de manifiesto en el potente empuje de sus caderas y en el pecho que se pegaba a la espalda de Alvaro, que se hinchaba y desinflaba como un fuelle de fragua, constante y tranquilo. Las lágrimas de nuevo llegaron a sus ojos cuando se dio cuenta de que, efectivamente, estaba siendo violado.

No sentía placer, solo dolor y una furia sin límites, solo comparable a la impotencia que impregnaba cada músculo y célula de su cuerpo. Intentó agachar la cabeza para esconderla en la almohada pero el chico no le dejó, manteniéndola subida. Comenzó a gemir por lo bajo en una lengua que Alvaro no comprendía, la otra mano del chico se movió para recorrerle el pecho y luego descansar en el cama para ganar un punto de apoyo.

La cama golpeaba rítmicamente contra la pared, era el único sonido aparte de la respiración entrecortada de Alvaro y sus quejidos, junto con los gemidos bajos del otro. Apretó los puños y la mandíbula, intentando de nuevo liberarse pero el metal era demasiado duro y sus fuerzas demasiado exiguas, finalmente entrecerró los ojos y simplemente se dejó follar.

Varios bombeos después el chico empezó a dar señales de la corrida, volviendo el ritmo mucho más lento y profundo. Alvaro cerro del todo los ojos esperando la corrida pero cuando el delator gemido del chico llegó no sintió nada, tras un suspiro el chico le soltó el cuello, deslizándose sobre su espalda para después separarse.

Alvaro se sintió estúpido por dar gracias de que hubiera usado condón. Escondió la cabeza en la almohada y de nuevo comenzó a llorar aunque esta vez más lentamente, sin sollozos ni quejidos, solo derramaba lágrimas de frustración puro al sentirse tan usado.

Sintió como la presión de sus piernas se relajaba, probó a cerrarlas aunque no pudo. El chico solo había reducido el largo de la barra un poco, oyó ruidos a su alrededor pero Alvaro seguía con la cara firmemente pegada a la almohada.

-¿Hambre?- preguntó el chico.

Alvaro no dijo nada, a los pocos segundos oyó ruido de cubiertos. Levantó y giró la cabeza levemente, sobre una pequeña bandeja sobre sus piernas cerradas el chico comía. Parecía ser una ensalada con trozos de pollo, maíz y picatostes repartidos. Había otra igual sobre la bandeja, así como una pequeña botella de agua.

-No te aconsejo que te mates de hambre, no servirá de nada, al final te obligarán a comer aunque sea a golpes- con su tenedor revolvió entre las hojas de lechuga hasta encontrar un trozo de pollo que pinchar- Sé lo que piensas, yo también estuve donde tú estás ahora, pero si no comes ni bebes se te van a hacer muchísimo más largos los días-

Alvaro no respondió, volviendo a hundir la cabeza en la almohada.

-Te voy a volver a follar- comenzó el chico- O supongo que violar hasta que dejes de resistirte, no es algo que me haga gracia pero lo haré... Y bastantes veces además, deberías plantearte el hecho de dejar de resistirte o solo te harás daño-

De nuevo el joven secuestrado siguió en silencio.

-Me llamo Samwell, pero puedes llamarme Jack que es mi segundo nombre, Sam no, que no me gusta y mucho menos Samy o dejaré de ser amable contigo-suspiró.

Alvaro oyó como dejaba su bol en la bandeja y como abría la botellita de agua para beber.

-Yo estoy aquí para...- dejo morir la frase- Bueno, puede que sea demasiado pronto para contarte todo- Alvaro sintió como la cama se combaba ligeramente, segundos después sintió de nuevo el cuerpo de Jack sobre el suyo, sus labios le besaron la nuca- Venga campeón, segundo asalto-

La ira creció en el joven esposado, se revolvió como una bestia para sacarse a ese chico de encima. Jack se hizo levemente a un lado para dejarle desahogarse, Alvaro giró la cabeza para mirarle a los ojos.

-No me vuelvas a tocar- le advirtió.

-¿O qué?- pregunto Jack entre la arrogancia y la curiosidad, gateó por la cama hasta él, acomodándose de nuevo en su espalda- Dime, ¿o qué?-

Alvaro sólo dejó caer la cabeza en la almohada, Jack se reclinó de nuevo sobre él, dejando que sus caderas se acoplaran sobre las de Alvaro mientras le ensartaba, Jack cogió aire por lo bajo y colocando las dos manos a ambos lados del esposado comenzó a follarle de nuevo. O a violarle, según como se quisiera ver.

Alvaro volvió a sentir la frustración y la ira sin embargo esta vez fue más suave, Jack ya no le cogió el cuello ni le hizo alzar la cabeza, tampoco le mordió los hombros solo se limitaba a follarle una y otra vez mientras Alvaro hundía la cabeza en la almohada y se revolvía bajo el cuerpo de su violador. Seguía luchando y en consecuencia el dolor se multiplicaba y con el la sensación de derrota.

Cuando Jack intentó cogerle las caderas para alzárselas y follarle a cuatro patas Alvaro hizo fuerza pegándolas a la cama. Jack chasqueo la lengua pero simplemente se limitó a seguir.

De nuevo los delatores gemidos y la bajada de ritmo correspondientes a la corrida y de nuevo la misma parada por el condón. Esta vez Jack se recostó contra la espalda de Alvaro mientras lentamente salía de él.

-Hetero supongo- dijo Jack peligrosamente cerca de su oído.

Alvaro asintió lentamente mientras hundía la cara en la almohada impregnada de lágrimas.

-Vaya, lo siento- dijo Jack, luego hubo un silencio mientras el chico se movía sobre él para levantarse- Te la puedo chupar si quieres- propuso- Por hoy hemos acabado pero, bueno, si quieres te la puedo chupar-

Alvaro no dijo nada, reservaba todas sus fuerzas para luchar contra la próxima violación, mientras tanto hasta hablar era una pedida de energía. Tras unos segundos de silencio, sintió a Jack deslizarse sobre él, al poco una de sus doloridas muñecas quedaron libres, cayendo junto con la esposa aun colgada sobre la cama.

-Así estarás más cómodo esta noche- oyó la voz de Jack- Intenta dormir, lo de hoy solo fue un calentamiento-

Alvaro movió la mano intentando agarrar al chico rubio, que con tranquilidad se había quedado fuera de su alcance. Luego se movió para soltar uno de los enganches de cuero que habían sujetado la barra de metal y una de sus piernas a la cama

-Así podrás girarte para dormir-

Alvaro seguía en silencio, Jack le dejo la botella de agua a medio beber en la cama junto a él. Luego se vistió sus propios boxers y sin preocuparse de su ropa salió de la habitación sin mirar atrás.

En el silencio que siguió Alvaro se dio cuenta de que, a pesar de que no habían pasado más de dos horas a lo sumo, estaba terriblemente cansado. Los ojos le ardían y pesaban por todas las lágrimas derramadas, su cuerpo gemía por el doble esfuerzo de ser follado y de resistirse a la violación

Con esfuerzo tomó la botella de agua para beber un pequeño trago, acostándose de nuevo en la cama mientras reflexionaba sobre su situación. Apenas pudo, en cuanto apoyo la cabeza en la cama el cansancio acabo reclamándole, se durmió esposado a la cama pensando que quizá mañana despertaría y descubriría que todo había sido un sueño.

Hasta él mismo se dio cuenta de que se estaba mintiendo miserablemente.


Bueno, al final nadie puede resistir el gusanillo de escribir. Empezamos una nueva saga con el recuerdo de CD aun reciente, sera una mas madura, que tocara muchos mas palos y rompera muchos mas limites aunque con mi toque personal, como siempre jajaja

Comienza mi andar por hielo quebradizo, cualquier consejo o critica es bien recibido. Este es solo el prologo de la historia, la punta del iceberg, aunque queda mucho mucho mas

Gracias a Ella por escribir las lineas que me dieron el empujon necesario para escribir

P.D: Si, la historia ira sobre prostitución por si no ha quedado claro, aunque con enfoques que intentan escapar de los habituales ;)