¿Hice mal? [Parte 2]

Sabía sobre la lucha interna que estaba teniendo...

Sabía sobre la lucha interna que estaba teniendo, – “¡di algo!”- intente hablar otra vez, pero no pude, - “¡sofí la pena ahora no!...”- algo que ocurre cuando me siento expuesta, mi garganta estaba muda, a medida que el silencio se hacía más intenso, me desesperaba mas, – “¡¡haz algo!!…” - así que sólo me quedaba actuar y lo hice… la besé… - “¡ups!” Me encontré con

su boca dispuesta, suave, dulce. Acarició mis labios con los suyos, sacó su lengua, la pasó por mis labios hasta que la metió en mi boca, la absorbí y acaricié con mi lengua en un profundo beso. El sabor de su beso era único y supe que jamás lo olvidaría. Comenzamos a acariciar nuestros cuerpos, sentí su cuerpo excitado, acaricié su nuca, su espada, mientras ella metía su mano debajo de mi blusa, erizándome la piel, subiendo por mi espalda, pegando mi cuerpo al de ella.

Entonces su condenado celular sonó, y nos trajo de nuevo al planeta tierra, nos soltamos bruscamente, ella fue en busca del teléfono, pero cuando llegó había dejado de sonar.

Ana - es Laura… debo irme... – dijo sin mirarme, sólo tomo sus cosas y se fue tras su novia, sin siquiera despedirse.

Y me quedé tratando de entender lo que acababa de pasar – “¡wow, que beso!… ¡dios!.... ¿Qué hice?”

Los siguientes días me la pasé entre tratando de olvidar aquel beso y mirando el teléfono esperando encontrar una llamada, un mensaje de Ana, pero nada… La verdad es que no intercambiamos teléfonos, por eso yo no tenía el suyo, así que tal vez ella no tenía mi número. Me estaba volviendo loca, por lo que decidí dedicarme al trabajo, sin un minuto de descanso, apenas

dormía – “si a eso se le llama dormir” -

Era martes, estaba en casa terminando de acomodar la ropa y los apuntes para viajar en la madrugada, cuando el teléfono sonó, supuse que era Lucas, mi compañero de trabajo, él qué me remplazaba cada miércoles.

Sofía – hola Lucas ¿qué pasa? …

Ana – no, no soy Lucas…

Mi corazón se aceleré de alegría al solo escucharla, pero su voz estaba quebrada, hasta sonaba insegura, y de la alegría pasé a la preocupación. - ¿Ana?…- quería asegurarme de no estar alucinando.

Ana – ¿estás sola Sofía?… necesito… no sé… perdona… no debí…

Sofía – sube…- ella siempre fue una mujer muy segura de sí misma, era la primera vez que la escuchaba así. Algo grave debía de estar pasando – “¿será el beso?...eso quisieras” -

Al abrír la puerta, me encontré con sus ojos chocolates tristes, hinchados, estaba claro que estaba conteniendo un llanto, el mismo que soltó, en cuando me abrazó, podía sentir su dolor, tanto que hasta me dolía a mí, la invité a sentarse en el sofá y le serví algo de agua para calmarla, ahí me contó entre llantos que su relación había tocado fondo, y ya no pudo hab

lar más, la tomé entre mis brazos e hice que apoyara su cabeza en mi pecho, y así nos quedamos dormidas.

Desperté con sus labios rozando los míos, me invitaba a besarla, a quererla, a calmar su dolor. Aunque me dolía que amara a otra persona. Quise detenerme, pero no me dejo, sentí que le hacía falta, quizás para poner a prueba sus latidos, o tal vez para compararme, no sabía qué, pero yo estaba ahí, para cuidarla. Esa noche la robe para hacerla mía y yo ser suya, para descubrir el sabor de su piel, acostumbrarme a su calor, y conocer el camino directo al paraíso, para besarla, acariciarla, susurrarle… que me haz hecho… mientras duerme, para luego dormirme en su boca. Esa noche conocí el placer de amar y de dar placer…

Veinte minutos después de quedar dormida, el despertador sonó, y como pude me levanté, sin despertarla, para apagarlo antes de que volviera a sonar, debía irme, la empresa costeaba el post-grado, era mi responsabilidad. Me bañé, cambié y me fui, no sin antes dejarle una nota: ¨Lo siento debo irme a la capital, vuelvo en la noche, quédate el tiempo que necesites. Cualquier cosa llámame 04246657788 besos. Sofí ¨

Quería escribir más cosas pero el miedo y el tiempo a contra reloj no me dejaron.

Continuará...