¿Hice mal?

Un reencuentro que lo cambia todo.

Hola, me llamo Sofía, tengo 26 años y soy Licenciada en Administración de Empresas, trabajo en una empresa multinacional, en la que por esos días, me habían otorgado un permiso especial para realizar un post-grado de gestión, al que debo asistir todos los miércoles.

Era Septiembre, hacía calor, me regresaba a casa luego de viajar durante tres horas hasta la Capital, d

onde cursaba el post-grado. Al salir de la terminal de micro, la vi, se veía más hermosa de lo que la recordaba. Ana una ex compañera de la universidad con la que siempre tuvimos muy buena química, varias veces nos juntamos a estudiar, nos divertíamos mucho entre nosotras cuando los libros se volvían tediosos, nos la pasábamos riendo y buscando modos para recordar mejor y realmente nos funcionaba.

Ana era una persona divertida, abierta y suelta respecto a su homosexualidad, y evidentemente sabe cómo hacer sentir bien a una mujer, y yo, que salía solo con hombres, disfrutaba mucho siguiéndole el juego del coqueteo. Ana era la persona que al llegar a clase buscaba con la mirada, con quien siempre trataba de armar grupo, o cualquier escusa valía para chatear con ella, pero lo tomaba como algo normal, nos entendíamos y la pasábamos bien juntas, nada más. Además yo tenía novio y ella novia.

Cuando nos reencontramos la alegría fue inmensa y evidente en ese abrazo fuerte que nos dimos, me hizo sentir un hormiguero por todo el cuerpo, al que decidí no darle importancia, hacia un año que habíamos terminado la universidad y si bien nos comunicábamos por MSN, Facebook, no nos habíamos vuelto a ver en persona. La invité a casa, anhelaba aquellos días de estudios juntas, y para mi sorpresa ella aceptó con ganas, sin dudar. Y empezamos a contarnos cosas de nuestras vidas; cosas sin importancias.

Ya en mi departamento nos sentamos en el sofá frente al ventanal que da una vista preciosa de la ciudad y nos tomamos un café, mientras veíamos caer el atardecer, me contó sobre su trabajo, yo del mío, después le hable de lo triste que andaba, pero sobretodo frustrada porque una vez más, había terminado con el idiota de mi novio y ella me contó que su novia le habí

a metido los cuernos, aunque seguían juntas, las cosas no andaban bien. A todo esto estábamos sentadas bastante cerca, tanto que podía oler su exquisito perfume, sentir su latir, me tenía inquieta, en constante alerta, sentía una mezcla de curiosidad, miedo. Siendo consciente de ello –“sofí necesitas un buen novio”, me dije– traté de calmarme y volví a réstarle importancia

Ella se levantó a calentar más agua, yo simplemente la seguí con la mirada, estaba de espalda y puede apreciar su figura armoniosa, algo subida de peso pero sencilla y a la vez, elegante. Vestía con una camiseta blanca sin manga ajustada, y un jeans que marcaba su culo bien formado, su pelo lacio desmechado castaño, lo traía atado con varios mechones rebeldes suelto que caían sobre sus hombros, y vi que bajo la nuca había un tatuaje, era de un sol y una media luna. Me imaginé besando ese tatuaje y sentí una delatadora humedad entre mis piernas, vi que estaba por volver así que me acomodé lo más casual y bonita que me pudiera ver. Ella se acomodaba para seguir con los cafés, mientras yo me preguntaba… ¿Qué hice?.... Ana –¡que silencio! ¿En qué piensas? “¡ay! si supieras…” Al entregarme el café, nuestros dedos se rozaron, y sentí una electricidad que recorría todo mi ser, al mismo tiempo que me encontré con su mirada, tan intimidante como hermosa y sexy, por unos eternos segundos, era evidente que mis sentidos estaba a mil, así que me dije; tranquila; no es más que uno de sus interminables juegos, ella sabe que eres hetero… ¡uuhh si muy hetero!… ¡¡Dios!!

Ana – oye... ¡Sofí! - Buscó mi mirada y tocó mi pierna, queriendo llamar mi atención, me sobre salté y volqué el café. Ella reaccionó más rápido que los bomberos, en un abrir y cerrar de ojos estaba junto a mí, con un paño para limpiar el desastre, nos agachamos al mismo tiempo para juntar el café, nuestras cabezas se chocaron fuertemente y caímos sobre el sofá.

A

na – ay…¿estás bien?

Sofía – ay…. Si ¿y vos? – la miré preocupada, entonces comenzamos a reírnos sin parar, de forma tal que su cuerpo termino sobre el mío, y sentí sus pechos sin sujetador, mi corazón se acelero – “uy estás grave” - al mismo tiempo que se calmaba nuestras risas, y me dejaba sin aliento, sintiendo su calor, su respiración, su mirada en mi rostro, pero no la miré. Solo me estire para levantar el café. Entonces vi de reojo a Ana levantarse con desgana y algo de decepción – “no… ¡qué hiciste!...discúlpate…”- Mientras ella en un par de movimientos, limpio con el paño, el desastre que yo había hecho. Luego se dirigió al lava platos de la cocina, la seguí, me paré a su lado esperando a que terminara con lo que hacía. Tenía que decirle algo, este silencio me estaba torturando, pero fue ella quien volvió a hablar.

Ana – ¿Qué pasa sofí? - preguntó, dejando lo que estaba haciendo y me miró con eso ojos tan tiernos, que siempre fueron capaces de derribar, cualquier muro que se interpusiera entre nosotras. Supe en ese momento que lo sabía…

Continuará...