Hetero descubriendo su parte más sumisa. 2
Después de un tiempo, vuelvo a encontrarme con Cris y me cuenta cosas muy morbosas. Un paso más hacia mi conversión en su sumiso.
A Cris lo conocía de twitter. Como conté anteriormente, fue con el primer hombre con el que follé. Bueno, me folló. Con el tiempo habíamos dejado de hablar, especialmente unos meses en los que había estado fuera por trabajo. Su empresa lo mandaba como técnico a instalar estaciones eléctricas, fuentes de energía renovable y temas similares, así que no siempre estaba en la ciudad. Él pasaba la treintena y me sacaba bastante en altura y anchura. Unas entradas marcadas en el pelo le daban un aspecto más viril. Fue eso lo que me atrajo de él, su virilidad. No me extenderé porque ya lo había contado antes, pero resumo: yo me consideraba hetero pero con inquietudes bicuriosas y sumisas, entonces era difícil a las propuestas de Cris. Bueno, me consideraba hetero porque esta historia va de como no está tan claro.
Durante este tiempo de ausencia de Cris había encontrado en Izan un amante sexual esporádico, como también conté anteriormente. Pero no había ido a más. Así que lo de quedar con hombres había quedado aparcado, incluso empezaba a volver a consumir sobretodo porno hetero -lo cual hubiese parecido complicado hace unos meses, donde la temática gay y bi ocupaba mi historial. Todo volvió a cambiar cuando retomé el contacto con Cris. Decidimos quedar para charlar y ponernos al día, al fin y al cabo era un buen conversador y una cerveza con él también era un rato bien invertido.
Estuvimos tomando algo en el local céntrico y hablando de anécdotas divertidas. Aquel sitio estaba distribuído en sofás y mesas, al estilo de los bares americanos, dejando intimidad en algunas partes. Nos habíamos sentado el uno al lado del otro, dejando otro sofá y la mesa enfrente. Por eso no fue difícil acabar hablando de sexo, la comodidad y la disposición invitaban a ello. Le confesé que había quedado con un chico y las locurillas que hicimos, pero que ahora estaba desconectado del sexo homosexual. Él, sin embargo, se había puesto las botas durante este tiempo:
–Y mira, a este también me lo follé –me enseñó una foto –. Es guapo, ¿eh?
–No sé, supongo… Me falta entrenamiento para detectar la belleza masculina –respondí.
–Venga, no digas tonterías –reía y a pesar de eso mantenía un aspecto de seriedad–. ¿O me vas a decir que yo no te gustaba cuando me diste tu virginidad anal?
–Dios, ¿era necesario decirlo así?
–¿Qué le pasa?
–No sé, suena raro –respondí pensativo.
–Venga, después de lo que hicimos no vengas con vergüenzas, chico. Estamos en confianza, que sé qué rollito te gusta.
–Supongo que tienes razón –admití–. Pues sobre lo que preguntabas, supongo que sí, que me atraías, pero no es lo mismo que una atracción romántica. Supongo que dabas el perfil…
–¿Qué perfil?
–Activo, masculino, dominante… –dije un poco avergonzado.
–Cierto y no es la primera vez que me lo dicen. Es mi punto fuerte.
–¿El último que me has enseñado también? Era bastante delgadito, lo habrás rebentado –reí.
–Llegué a follarmelo de pie mientras lo cogía en brazos, con eso te lo digo todo.
–Joder, ¿enserio? –era bastante creíble dado que aquel chico no tenía pinta de pesar demasiado.
–Claro, cuando follabamos sentados, frente a mi, me levanté, lo apoyé un poco en la pared y empecé a meter y sacar.
–Vaya, estás hecho un semental.
Menuda lista de cosas había hecho. Y de escucharlo había terminado por ponerme caliente, lo que me llevaba a preguntarle más. Era difícil disimular la excitación y no pasó desapercibido para Cris.
–¿Por qué quieres saber tanto? ¿Te ha puesto caliente? –dijo con tono pícaro.
–Bueno… A ver, un poco.
–¿De pensar en lo que te he contado con otros tíos o de pensar en la vez que te follé?
–No lo sé, ambas cosas, creo. Eh, qué haces, nos verán –me sobresalté cuando me pasó una mano por encima del paquete.
–Pues sí que la tienes dura –me decía mientras me la frotaba por encima del pantalón.
–Tío, para, nos van a ver, estamos en un bar –dije un poco nervioso y mirando que la poca gente que tomaba algo estuviese distraída y alejada.
–Desde aquí no nos ven –entonces se acercó a mi oído y me susurró rozandome la oreja con sus labios– además, podrías haberme apartado la mano y no lo has hecho.
Me tenía calado.
–Uf, qué más cosas has hecho… –dije.
–¿Quieres saber más? ¿Te pone pensar en como me he tirado a pasivos viciosos como tu?
–Sí…
–Está bien, sacamela y hazme una paja mientras te lo cuento –puse una mano en su paquete–. No, así no, saca la polla fuera del pantalón --obedecí--. Bien, así, es gorda, ¿eh? Ya ni te acordarías de como era, hace meses que te follé.
Con una mano le apartaba un poco el pantalón y con la otra empecé a masturbarlo despacio, con el miedo de que si movía el brazo rápidamente desde la distancia podrían pillarme. Él siguió hablando:
–Hice un trío con dos pasivos. Les puse a cuatro patas al principio y les puse un dildo a cada uno mientras les azotaba –mientras me lo contaba aceleré un poco y vigiliaba que nadie se acercara–. Les puso tan cachondos que acabaron peleando con sus lenguas por comerme la polla y los huevos. Últimamente me encanta correrme en la boca y luego que me coman los huevos mientras me limpió la polla contra la cara del mamón. Eso te gustaria que te lo hiciese a ti tambié, ¿eh?
–Sí, me gustaría volver a repetir…
Tuve que parar de masturbarle porque un chico entró al baño y pasó por nuestro lado. Pero cuando se marchó volví a la faena. Notaba su polla gorda, rojiza y caliente. Del liquido precum sonaba a mojado cada movimiento de su glande, lo cual hacía la situación un poco más incomada por si nos pillaban y a la vez excitante. El prosiguió contándome su experiencia.
–Así que el moreno me cabalgaba de espaldas, mientras se la chupaba al otro. Yo solo me dejaba hacer tumbado. Uf, ya está casi -entonces dejó de relatarme esa historia y me mandó que se la chupara–. Joder, Dan, me voy a correr enseguida. Acáchate y pon la boca.
–Tío, me da palo tragarme la lefa, no es seguro.
–Follo con condón y lo sabes, tranquilo. Venga, zorrita…
Me puedo la excitación y aceleré la paja, y cuando me avisó aguantándose el gemido, empecé a chuparsela mientras nadie me veía y recibí un chorro amargo y caliente en la gargante. Tragué y luego di unos lametones quitando las gotas que habían quedado.
Estuvimos unos segundos en silencio, sonrientes.
–¿Quedamos un día y… ? –propuse.
–¿Mañana haces algo? Quiero follar --habló claro.
–Mañana voy a tu casa –dije–. Me has puesto muy caliente.
–Vaya, tendré que contarte más aventuras –se rió--. Hacía 3 o 4 días que no me masturbaba y entres eso y el contexto me he corrido en pocos minutos.
–La verdad es que has llegado a ponerme celoso y todo. Conmigo no creo que disfrutaras tanto.
–¿Te ha molestado algo que haya contado…?
–No, me ha puesto más cachondo aún. Visualizarte follando es muy morboso --confesé.
–Joder, pues un día tenemos que hacer un trío. Así me puedes ver follando además de follar nosotros. ¿Seguro que no saldrías nunca con un chico? Harías muy contento a tu novio –bromeó.
Yo también reí. Ciertamente no me veía en una relación con hombres, pero Cris ejercía una atracción extraña hacia mí. Pensaba en ser su sumiso y automáticamente ese pensamiento copaba mi mente.
Quedamos en vernos al día siguiente. Por mi parte, llegué a casa y me hice una paja para desahogarme. Era una buena manera de quitarme el tema sexual de la cabeza y centrarme en otras cosas. Esta vez no iba a ser una cita puntual, sino que el morbo empezaría a cambiar mi manera de ver a Cris y me iba a meter de cabeza en algo diferente.