Hetero descubriendo su parte más sumisa. 1

Conozco a un empotrador gay en twitter que me pone mucho

Yo merodeaba frecuentemente twitters calientes gay, pese a que me consideraba heterosexual. Veía a tíos colgar videos cortos de chicos a los que se follaban y me mordía el labio cada vez que me imaginaba en el lugar del pasivo.

No tardé mucho en hacerme twitter, me puse bicurioso pasivo en el nick y subí alguna foto mía desnudo. Por privado empezaban a llegarme mensajes de tíos. A muchos les daba morbo que yo fuese hetero. Me mandaban fotopollas, decían de follarme el culo. A mi me ponía muy caliente y les seguía el rollo, cambiábamos nudes y poco más. No me atrevía a dar el paso de quedar con los que lo pedían. Pero hubo uno, grandote, con tatuajes hasta el cuello, con la polla grande, barba, muy viril. Empecé a charlar regularmente con él. Al principio era yo quien lo buscaba. Porque veía algunas fotos que se hacía follándose a sumisos y sentía envidia. Pero después de unas pocas veces guarreando, él se había propuesto follarme... Y al final lo conseguiría, como voy a explicar.

Me decía que me gustaría, que yo quería ser poseído y él poseerme. Le confesé que era virgen anal, que nunca había estado con tíos. No sólo no le echaba para atrás, sino que le daba morbo desvirgarme. Así que un día por la noche quedé con él, tomamos un cubata y subimos a su casa. Teníamos buena química. Al principio yo estuve muy parado porque no sabía si estaría a su “nivel”, pero él tomó las riendas. Me puso una mano en el culo y me llevó hasta un cajón. Me miró riendo. Lo abrió y ahí había dildos, esposas, un collar negro como de gato, pinzas, etc.

—Selecciona algo, ¿no? Más interesante será la experiencia.

Yo no sabía que escoger, estaba un poco nervioso.

—El collar, de momento… –hice cara de “jeje”.

Me quitó la camiseta y me puso el collar. Entonces me llevó a la cama y me atacó, besándome y mordiéndome el labio. Nos ayudamos a desnudarse hasta quedar en ropa interior. Yo llevaba unos slips negros, el unos boxers rojos. Estábamos en su cama, de rodillas, acariciándonos el cuerpo. El me tocaba el culo, me abría las nalgas, me acariciaba la polla. Yo iba con ciertos nervios y miedo, pero empecé a tocarle la polla. Nunca había tocado otra polla. Estaba jodidamente caliente. Me dijo que me pusiera de pie en su cama y me ayudó a incorporarme.

—Así –me dijo mientras empezó a bajarme la ropa interior poco a poco.

Me cogió mi polla dura y empezó a masturbarme despacito.

—Te gusta eh, está salivando.

—Ponte a cuatro patas.

Le hice caso y me dio un azote.

—Buen chico –dijo.

Se puso frente a mí e inmediatamente supe lo que quería. Le di unos lengüetazos e intenté chupársela por encima de los gayumbos. Después se los quitó y ya pude metérmela en la boca. Yo básicamente intenté imitar lo que había visto en videos. Usar mi lengua para jugar con el tronco, con el glande, metérmela entera en la boca hasta el final, acompañar con mi mano mientras se la chupaba... Y tenía buena polla. Las fotos no engañaban. Larga y, sobretodo, gorda.

—No sé si lo esto haciendo bien, no lo he hecho hasta ahora… –insinué para que disculpara mis posibles fallos.

—Calla y chupa –y sin mediar más palabra me empujó la cabeza contra su polla.

Así estuvimos hasta que decidió que era suficiente después de un rato.

Él cogió lubricante y empezó a ponérmelo por el culo y en su mano.

—Buen culo –dijo y me pegó un azote dejándome pringue de lubricante en la nalga y seguramente una marca de la mano.

Entonces me metió un dedo que entró fácilmente gracias al lubricante y que yo estaba calentísimo y deseándolo. Luego me metió dos y empezó a follarme con los dedos. Luego metió un tercero y empezó a meterlos y sacarlos a gran velocidad. Ahí empezó a doler un poco.

—Ah… ah… –gemí un poco.

Pero enseguida mi culo se amoldó y empecé a balancear yo mismo mi culo hacía delante y atrás, mientras respiraba sonoramente y cerraba los ojos del placer.

—Mucho heteros y tal, pero vaya putas que os volvéis –me dijo–. Venga, chúpamela un poco más, que se ponga bien tiesa.

Me puse de lado en la cama mientras él cogía una goma. Él vino y me volvió a poner la polla en la boca mientras se masturbaba. Enseguida estuvo preparado con el condón enfundado. Me empujó y quedé boca arriba. Ahora venía lo más difícil. Mis nervios volvieron. ¿Y si no entraba? ¿O me dolía demasiado?

Me abrí de piernas mientras él, de rodillas en la cama, se aproximaba a mi culo. Con mi pierna izquierda rodeé su pierna derecha. Él mientras, con una de sus manos me abría la pierna derecha hacia un lado y hacía mi cadera, dejando vía libre hasta mi culo y con su otra mano se sujetaba la polla mientras me la metía poco a poco.

Grité un poco.

—Ya está casi –decía--. Qué hambre tiene tu culo.

Al principio fue lento, pero al final aceleró. Fue echándome hacia atrás las piernas, hasta que mis rodillas quedaron a la altura de los hombros. De su ímpetu y dureza junto al rebote de mi cuerpo en la cama, su cuerpo chocaba contra mi culo haciendo bastante ruido que, sin embargo, no disimulaba mis gemidos y mis quejidos.

—¿Qué pasa? –me preguntó.

—Duele un poco.

—¿No aguantas?¿Quieres que lo dejemos?

—Nooo… Sigue.

—Buen chico.

También me cogió con sus manazas de las caderas, empujándome contra él y metiéndomela hasta el fondo.

Cuando se cansó, cambiamos de posición y me dijo que lo cabalgara. Hubo un momento en el que me consideré completamente suyo. No sé explicarlo. Yo estaba subiendo y bajando, y él me cogió de las manos, las entralazamos y me miró con cara una sonrisa de soberbia. Supe que estaba pensando. Sí, no era muy hetero aquello, que él me estuviese ayudando a mantener el equilibrio mientras yo intentaba hacer movimientos los más sensuales posibles para él y lo más placenteros que podía para su polla. Hasta que noté algo así como un par de sacudidas, como un orgasmo. Aluciné. ¿Eso era un orgasmo? No podía ser. No me estaba corriendo,

—Aaah –gemí fuerte y tuve que parar.

Luego retomé la marcha mientras él me masturbaba. Ni un minuto duré, corriéndome sobre su mano y cuerpo.

Para acabar me tumbé boca arriba y él se puso de pie, fuera de la cama, y empezó a follarme la boca. A mi me lloraban los ojos y mi garganta hacia el típico ruido como de atragantarse

—¿Quieres mi leche? –sacó la polla de mi boca.

—Sí, por favor –saqué la lengua.

Y entonces se masturbó hasta dejarme lefada la cara y la lengua.

Entonces me invadió mucha vergüenza y me tumbé boca abajo, mentalizandome de lo que había hecho y como me había dejado follar, peor que cuando yo me follaba alguna zorra. Notaba mi culo abierto y chorreando lubricante...

Entonces él vino por detrás, me metió dedos por el culo y me dijo con voz natural y muy tranquilo al oído:

—¿Te quedas a dormir aquí? Me levanto muy duro por la mañana y necesito alguna puta para desahogarme.

—Sí.