Hermanos en acción (10)

Javier y Alvaro se lo montan solos

HERMANOS EN ACCION (X)

Un mes después de aquella noche memorable en que Javier y Alvaro desvirgaron por delante y por detrás a su hermana, el mayor era presa de una febril excitación. No podía alejar de su mente la imagen de su hermano pequeño, el adolescente de dieciséis años con su precioso pelo negro, sus enormes y radiantes ojos verdes y ese cuerpazo casi comparable al suyo propio. Se meneaba la pollaza pensando en joder con su hermano, metérsela por el cuelo y comerse nuevamente su sabrosa verga. La polla de Alvaro era realmente colosal, sus más de 20 cm. enfundados en un glorioso pedazo de carne, y era más larga y más gruesa que la de Javier, a pesar de que el chiquillo sólo tenía dieciséis años. Javi sentía un inmenso placer cuando paladeaba el vibrante cipote de su hermano; y a Alvaro, al parecer, le encantaba que se la chupase una y otra vez. Empezó a hacerlo cuando Alvaro tenía catorce años, y ya entones su hermanito gastaba una polla enorme. Sin embargo, ahora quería más: quería montar a su hermano como antes había desflorado por el culo a su hermana Susana; y, secretamente, en lo más íntimo de su conciencia, deseaba que el cipote de Alvaro lo desvirgase a él.

Un día se encaminó decidido al cuarto de su hermano, cuando ya no podía controlar más su deseo y la llama lo consumía de forma abrasadora. Alvaro estaba sentado frente a un pequeño escritorio, junto a su ordenador, aparentemente estudiando, aunque en realidad no era capaz de mantener la concentración. Era a comienzos de mayo y el calor bochornoso que ya se dejaba sentir de forma irregular, unido a la inestabilidad del tiempo, lo mareaba y le impedía mantener fija la atención en los libros, ni siquiera en la pantalla del ordenador. Javier entró despacio en la habitación. Con su mano derecha apartó a un lado la exuberante melena negra que le caía por la cara y sonrió a su hermano. Alvaro le devolvió instantáneamente la sonrisa y le tendió la mano. Javier tomó su mamo y la besó. Alvaro intuyó de forma inmediata el estado de excitación de su hermano y le dejó hacer. Era un muchacho que por instinto intuía el deseo sexual en las personas, y su instinto nunca fallaba. Tenía una especie de radar que captaba la libido de las personas en cada momento. Sabía lo que deseaba cada cual y además tenía los dones naturales necesarios para satisfacer esos apetitos. Las mujeres habían comprobado hasta la saciedad lo que el muchacho, ya desde muy joven un hermoso ejemplar de macho, ardiente y absolutamente entregado a la pasión del momento, era capaz de hacer. Javi se acercó a Alvaro por detrás, le acarició el cabello con una mano y empezó a besarle el cuello. Alvaro sentía el aliento de su hermano en la nuca, sus húmedos y calientes labios recorriendo su cuello, su nariz aspirando el perfume que emanaba del pelo del adolescente. Javi palpaba el torso, el abdomen y los poderosos brazos morenos del chiquillo ceñidos por una camiseta blanca.

-¿Te gusta? – preguntó Javi, mimoso.

-Sí, me encanta. Alvaro empezó a suspirar, sientiendo el gozo de saberse deseado por su hermano mayor, aquel tiazo de veintiún años al que, al igual que él, le entusiasmaba el sexo y le entusiasmaba gozar y hacer gozar a los demás con su cuerpo.

Javi iba recorriendo con su cálida lengua el cuerpo cada vez más excitado de su hermano. Le abrió los labios, se los lamió, los mordisqueó y le metió la lengua en la boca. Alvaro respondió inmediatamente con la suya, saboreando los hermanos en sus fluidos su propia carne y su propia sangre. Empezaron a devorarse sus bocas como posesos, a beber sus salivas, sintiendo con ello una punzada de un placer tan agudo y exquisito que pronto empezaron a jadear, embriagados por la dulzura de sus jóvenes cuerpos, que probaban ahora en toda su plenitud el fruto delicioso y prohibido.

Alvaro echó la silla a un lado para que Javi se situara delante de él. El hermano mayor le quitó la camiseta, exploró con sus grandes manos el soberbio cuerpo del Alvaro, su ya poderoso pecho de atleta y sus bien marcados abdominales. El adolescente reflejaba una intensa sensación de placer en el rostro, que refulgía ruborizado por el delicioso goce. Estaba experimentando por primera vez el deseo sin límite de su hermano en todo su cuerpo, y saboreaba por vez primera la saliva de Javier. Este le fue desabotonando el ceñido pantalón vaquero, del cual surgió todo el inmenso paquete bañado en la negra tela del slip. Javi pasó la palma de la mano con suavidad una y otra vez por el turgente paquete de Alvaro, rozando la polla de su hermano con la mano derecha por encima del slip, mientras Alvaro cerraba los ojos y se pasaba la lengua por los labios.

-Ummmmm, hmmmm, así, así, Javi, vamos.

Javier le acariciaba también los brazos y el pecho con mucho mimo, sacando finalmente la pollaza enhiesta del adolescente de su apretada jaula. Verdaderamente, todo el cuerpo de Alvaro esplendía, pero aquella soberbia polla era el definitivo distintivo de su virilidad, la guinda de un pastel elaborado a la perfección. Javi fue acariciando el inmenso pollón, moviéndolo con su mano derecha en todo su grosor y extensión, adelante y atrás, arriba y abajo, a todo lo largo y ancho del arpón que le iba a abrir el culo por primera vez en su vida. A continuación, se lo llevó a la boca y lo fue saboreando con calma, con exquisito cuidado, con delectación, dejando expandirse su ansia, su deseo animal, mordiendo el cipote, babeándolo, oliéndolo, succionándolo casi con gula.

-Ahhh, qué gusto, Javi, qué gusto. No pares. Ahhh…Chúpamela bien, cabrón. Diosss! Cómo me la comes, cabrón…Nadie me la come como tú.

Entretanto, Alvaro deslizaba sus manos por la exuberante melena de su hermano, atrapaba sus mechones, oscuros como ala de cuervo, y no paraba de gemir.

-Así, hijoputa, muy bien, trágatela entera. Uahhh!! Qué gusto, tío, qué de puta madre!

Javier se levantó. Estaba radiante y lleno de lujuria. Con un ansia salvaje pero al tiempo con exquisita dulzura, preguntó a su hermano:

-¿Quieres que follemos?

-Me encantaría.

Javi besó de nuevo a su hermano en la boca. Lo miró con ternura y le acarició el rostro.

-No tienes por qué si no lo deseas. No lo hagas sólo por complacerme.

-Sí que lo deseo, Javi. Quiero que me montes. Hace tiempo que sé que quieres joder conmigo y a mí me hará feliz. Me encantará sentir tu polla dentro de mí.

Javi tomó entonces a Alvaro de la mano. Este se levantó, tiró la ropa a un lado y se quedó completamente desnudo. Javi empezó a pajear la verga de su hermano al tiempo que con la otra mano se sacaba la suya de la bragueta y se la cascaba sin parar. El también se despojó de su ropa, y así, los dos hermanos, con sus poderosos cuerpos morenos, los dos magníficos sementales, quedaron el uno al lado del otro, sus potentes vergas al aire, cogidos de las caderas como dos amantes, una imagen nostálgica y evocadora de un pasado perdido pero no olvidado, la antigua magia de Esparta o de Tebas

Alvaro se arrodilló ante su hermano mayor y empezó a comerle la polla con frución, insaciablemente, con un ansia de gato salvaje. Era una auténtica delicia chuparle la polla a su propio hermano.

-Me encanta el sabor de tu polla – decía Alvaro, mientras no paraba de darle largos lametones y meterse las bolas de Javi en su boca. El muchacho también se dedicaba a acariciar las velludas piernas de su hermano, fuertes como columnas, cubiertas de sedoso y espeso vello negro, al igual que la soberbia mata de pelo que cubría sus sexo y el excitante reguero que descendía sinuoso hasta su ombligo.

Después de lubricar la picha de su hermano, Javier se sentó en la silla, cogió a Alvaro y lo sentó sobre sus poderosas piernas. Con una mano se agarró la tranca, mientras Alvaro se inclinaba hacia delante, la grupa inclinada sobre el escritorio. Javi tomó entonces el soberbio trasero de su hermano, levemente surcado de un vello oscuro, y le abrió las nalgas con las dos manos. Se llevó una de ellas a la boca, la llenó de saliva y empezó a lubricar el ojete del adolescente, metiendo y sacando lentamente un dedo. Después recogió una buena porción de vaselina de un tubo y con ella acabó de lubricar perfectamente el ano del chiquillo. Alvaro no paraba de gemir y suplicar.

-Vamos, Javi, méteme el rabo ya.

-Vale, móntate ahora.

Alvaro se montó en la picha de Javier, de espaldas a él, subiendo y bajando su cuerpo a lo largo del cipote de Javi, el culo prieto y musculado del adolescente hendido por la palpitante polla de su hermano mayor. Al principio sintió algo de dolor, como un pequeño desgarro, pero poco después crecientes oleadas de placer afluyeron a su rostro. Notaba cómo la polla de su hermano lo golpeaba, sentía el latir del cipote dentro de él cuando la sangre inundaba la verga que perforaba su trasero. Alvaro se echó hacia atrás, mientras los poderosos brazos de Javi lo abrazaban con la fuerza de unas tenazas, y chupaba con gula casi infantil el dedo que de tanto en tanto Javi metía en su boca. Los dos hermanos estaban ahora bien acoplados, la pelvis de Javier moviéndose hacia arriba con golpes cada vez más frenéticos que martilleaban el culo del muchacho a medida que le envergaba el grueso cipote hasta el recto, su boca lamiendo y chupando el cuello del adolescente, sus brazos constriñendo el pecho de Alvaro y la espalda de éste pegada al torso de su hermano mayor, el culo del chaval atornillado por el potente rabo de su hermano veinteañero.

-¡Uhhh, ohhh, sí, siiiiií! Dios, cómo me gusta! Vamos, dame fuerte ¡Más fuerte, cabrón! Me encanta cómo me la metes

Javier se sorprendió de la ligereza con que su hermano se había acoplado a su picha. Le estaba cabalgando la polla como si ya antes le hubieran dado por detrás. El culo de Alvaro invitaba a aquella polla a alojarse en él con una increíble facilidad, a lo cual contribuían, además de la vaselina, naturalmente, los propios fluidos que manaban de su verga. Después Alvaro cambió de posición y empezó a cabalgar a su hermano frente a frente, las robustas piernas del adolescente cruzadas sobre las de su hermano, pecho contra pecho, cara contra cara, las bocas unidas, devorándose frenéticamente y bebiendo el uno la saliva del otro mientras el cipote de Javi no paraba de penetrar el delicioso culo de Alvaro, cada vez con más furia. Alvaro se sobaba la polla con la mano derecha, se la cascaba al ritmo endiablado de la embestida, y su cara se ocultaba en la profusa melena de indio de su hermano, embriagándose con el olor a sexo y a sudor que éste despedía, al tiempo que Javi le chupaba y mordisqueaba el cuello y la barbilla.

Alvaro creyó que su hermano deseaba correrse dentro de él, pero entonces éste sacó la polla de su trasero y le dijo: - Ahora quiero que tú me des por el culo a mí. Me encanta joder por detrás, pero aún nadie me la ha metido. Tú serás el primero y el único que me penetre.

-¿Cómo quieres que te folle?- preguntó Alvaro, temblando de excitación y acariciándose la polla.

-Como tú prefieras. Sea como sea, me correré con tu polla dentro de mí.

Los dos se miraron y sonrieron complacidos. Javier se mostró obediente en todo a los deseos de su hermano pequeño, adoptando una actitud sumisa totalmente ajena a él. Alvaro colocó el cuerpo de Javier junto al escritorio, situándose él mismo donde antes estaba la silla, que apartó a un lado.

-Inclínate sobre el mueble y te follaré de pie.

Javier, sin decir una palabra, inclinó su cuerpo, colocó las manos abiertas reposando sobre el escritorio, los músculos tensos, fuertemente marcados, los brazos en posición paralela; separó las piernas y echó el culo hacia atrás, dispuesto a ser penetrado, como la yegua cuando espera la embestida del semental. Alvaro llenó primero de saliva, y luego de vaselina, el ano de Javi, metió un dedo en el ojete peludo de éste mientras se ensalivaba la palma de la mano derecha y se abrillantaba con ella la verga.

-A lo mejor te duele, Javi. Mi polla es mayor que la tuya.

-No importa, Alvaro. Hace mucho que sueño con que seas tú precisamente quien me rompa el culo.

Dicho y hecho. Alvaro empuñó su soberbio falo y enculó a su hermano de golpe, iniciando una follada salvaje. Las piernas de Alvaro se acoplaban perfectamente a las de Javi y su potente verga entraba y salía con furia de las nalgas del veinteañero, atizándolas con vigorosas embestidas, el pollón del adolescente acoplándose en el mete-saca al peludo trasero de su hermano mayor. La enculada proporcionó a Javi un punzante dolor cuando el cipote se su hermano se abría paso hacia su recto, pero unido a una inimaginable radiación de excitación por todo su cuerpo. La brutal enculada a que le estaba sometiendo su hermano adolescente lo estaba llevando al éxtasis, y entonces perdió por completo el control de sí mismo. Se abandonó por completo a aquel gigantesco falo que le estaba machacando el ano sin piedad, pero que al mismo tiempo lo transportaba al séptimo cielo. Pronto el trasero de Javi, agradecido, empezó a moverse lascivamente, con movimientos circulares y acompasados, pero frenéticos, en torno a la estaca de su hermano pequeño, el cual se mantenía totalmente erguido, sus manos asiendo con fuerza las caderas de Javi y descargando sus furiosas embestidas sobre las nalgas vírgenes del veinteañero. Alvaro también follaba como un poseso, delirante, embriagado con el olor a sexo que se expandía libremente a medida que ensartaba el culo de su hermano.

-¿No querías que te jodiera? Pues toma polla!

-¡Sí, sí, Alvaro, clávame, dame duro, reviéntame el culo!

Los dos sementales rugían de placer en el delirio de la pasión; los dos hermanos acoplados profiriendo toda suerte de obscenidades en el calor de la pasión. Alvaro puso fin al frenesí de golpe. Asió violentamente las caderas de su hermano y alojó todo su potente rabo en el trasero de éste, quedando por unos instantes suspendido dentro de su culo, estático, inmovilizado, con todo el inmenso pedazo de carne dentro de Javi, que agonizaba de placer. Todo concluyó cuando Javi sintió un potente chorro dentro de él, una cálida y abundante lluvia anegándolo. Era el semen de Alvaro, que, brotando de su pollaza, metida a presión en el agujero del culo de su hermano, regaba las entrañas de éste y después se abría paso hacia el exterior como una riada, dejando tras de sí los efectos de la inundación, las nalgas y las piernas de Javi empapadas de leche, resbalando el líquido por el espeso pelaje oscuro de su trasero.

El semen es la vida.