Hermanos en acción (1)
Primera entrega de la vida sexual de dos hermanos.
HERMANOS EN ACCION (I)
Estábamos ese día en clase, el uno al lado del otro. Recuerdo lo que había sucedido exactamente el fin de semana. Ella, Susana, tenía entonces veinte años y cursaba Derecho en la universidad, igual que yo, y compartíamos la misma clase. Me había invitado a su casa un viernes por la noche. Sus padres habían salido a cenar y en la casa nos encontrábamos ella y yo, una amiga suya recién licenciada de veintitrés años y los dos hermanos de Susana. Susana me había contado cómo a los diecisiete años fue desvirgada por sus dos hermanos. El más joven, Alvaro, tenía por entonces dieciséis años, y el mayor, Javier, no sobrepasaba los veintiuno. Susana me contó que los dos tenían unas enormes pollas y que había gozado tanto al ser penetrada que uno de ellos le había tenido que tapar la boca mientras follaban para que sus gemidos no despertaran a sus padres.
El viernes pasado me invitó a su casa para que me lo montara con ella en su habitación; sin embargo, su amiga de veintitrés años también estaba en la casa, y yo no tenía ni idea de qué es lo que hacía allí. En teoría, Susana le había pedido que fuera para enseñarles algo a sus hermanos. ¡Y bien que lo hizo! Nuca habría podido imaginar lo que estaban haciendo hasta que, ya a punto de irme, de madrugada, escuché gemidos que salían de la habitación del otro lado del pasillo.
Avancé cautelosamente y pude espiar por la rendija de la puerta una escena que me puso la verga a cien. La amiga de Susana, Marta, tenía la cabeza metida entre las piernas de Javier, que por entonces contaba veinticuatro años, mientras Alvaro, recién cumplidos los diecinueve, mantenía su cuerpo pegado al trasero de ella. Yo no conocía personalmente a los dos hermanos; ni siquiera los había visto antes. Descubrí a dos tiazos que me la pusieron más dura que nunca. Javier era moreno, de ojos negros, cabello también negro, lacio y suelto, largo como el de un indio. Era muy guapo, con el cuerpo bronceado, el pecho poderoso, los brazos musculados y en tensión y unas piernas fuertes como robles.
Tenía las piernas velludas y un reguero de pelo no demasiado espeso recorría su cuerpo desde el vientre hasta el pecho, pasando por un abdomen marcado por músculos poderosos. Era un chico muy viril, y su cara, sin afeitar ese día, acentuaba su aspecto salvaje y sexual. Alvaro, si cabe, era aún más guapo, aunque de una belleza distinta. Tenía el pelo corto, también negro, pero sus ojos eran de un verde esmeralda. Su cuerpo era tan musculado y moreno como el de su hermano, a pesar de ser varios años más joven, y su rostro aniñado revelaba no haber dejado aún la adolescencia. Al contrario que su hermano, Alvaro era completamente imberbe, pero con un cuerpo firme, definido, muy esbelto, más alto que su hermano y de apariencia muy juvenil.
Lo que vi se me ha quedado eternamente grabado en la mente. Marta chupaba ansiosamente el falo de Javier, mientras que Alvaro la estaba dando por detrás con toda su energía juvenil. Tengo que decir que Marta es también una chica morena, de pelo largo color castaño, tetas de ramera y un culo redondo y perfecto que haría morir de deseo a cualquiera. Marta besaba y mordisqueaba alternativamente el falo, y de vez en cuando bajaba la cabeza para oler los testículos de Javier. La pollaza de Javi estaba totalmente enhiesta, desplegada en el esplendor de sus veinte centímetros. Marta la cogía, la meneaba de arriba abajo, se la ponía entre las tetas y la apretaba contra sus mejillas para sentir toda su dureza. En aquel momento mostraba todo su enorme grosor, y el capullo color ciruela competía con los labios de Marta, enrojecidos por la saliva y por los fluidos que salían de aquel pedazo de polla. Marta, poniendo el culo en pompa, era ensartada a placer por el cipote de Alvaro, que entraba y salía rítmicamente de su ano.
Cuando Alvaro sacó su cipote del agujero de la chavala me quedé de piedra: era más largo y mucho más grueso que el de su hermano mayor. Ella se dio la vuelta y empezó a lamer la verga de Alvaro. Después los dos hermanos se colocaron frente a ella para que Marta lamiera y acariciara ambas vergas. En ese momento, el hermano pequeño la tomó entre sus poderosos brazos, la colocó a cuatro patas sobre la alfombra y se la empezó a follar nuevamente por el culo. Ella jadeaba y suspiraba, sus tetas balanceándose al aire y todo su culo desplegado para recibir aquel rabo que la martilleaba sin piedad. Alvaro se mantenía en una posición vertical, aunque también de vez en cuando se acoplaba más fuertemente a ella, su cuerpo de efebo culeando potentemente y sus manos magreando las tetas de Marta, que estaba como en trance. Desde donde yo estaba podía contemplar el magnífico espectáculo del culo soberbio del adolescente surcado de pequeños pelillos oscuros agitándose al impulso de su lento pero ferviente movimiento. Entonces Marta se levantó y agarró las vergas de los dos hermanos. Javier, hasta ese momento, había permanecido sentado cascándosela con las dos manos mientras contemplaba cómo su hermanito metía y sacaba su nabo glorioso del culo rebosante de la chica. Marta puso las dos pollas juntas y empezó a mamarlas como una posesa. Seguidamente Javi susurró algo al oído de ella y Marta sonrió complacida, con los ojos dilatados por el deseo. El hermano menor se tumbó en el suelo, con su polla tiesa apuntando al techo, y Marta se colocó encima de él y se la metió de lleno en la raja.
La muchacha empezó a cabalgar con furia sobre los muslos gruesos y potentes del efebo, moviéndose en todas direcciones y dejando que sus soberbias nalgas recibieran lentamente el ritmo embriagador del mancebo guapo y ardiente. El culo de Marta empezó a moverse describiendo círculos sobre la polla, apoyando sus manos en el pecho adolescente y trazando con sus caderas movimientos sinuosos a un ritmo embriagador. Por su parte, el chico arqueaba todo su cuerpo hacia arriba para penetrarla con más vigor, al tiempo que con sus manos atrapaba las enormes tetas y chupaba anhelante y voraz sus rígidos pezones, que ya se habían puesto de piedra. En el punto álgido de la cabalgada, Javier, el hermano mayor, la desplazó levemente hacia delante, y acercando su cuerpo, la enculó por detrás.
En ese momento yo estaba viendo a una mujer joven, hermosa, gozando enajenada como nunca antes había visto a nadie gozar. La chica estaba siendo penetrada a la vez por dos enormes mástiles de carne y se movía frenéticamente, una de las vergas se enroscaba en su coño y la otra en su culo. Las dos pollazas copaban sus dos agujeros del amor. Javier, que estaba detrás, le lamía el cuello y la espalda con su lengua de macho salvaje, y el menor de los hermanos le comía las tetas y copulaba como un dios. Yo podía ver los cuerpazos de los dos jóvenes atléticos, todo músculos, fibra y juventud, atrapando la carne de la muchacha, mojada, lúbrica hasta el límite, jodiendo los tres como panteras en celo.
FIN (de momento. Nuevos episodios de la vida sexual de los hermanos están por venir, así que CONTINUARA)
NOTA: Esto va por un usuario (prefiero no mencionarlo) que ha dicho que uno de mis dos relatos anteriores es una mierda. Bueno, en la vida se puede ser educado o maleducado, se puede ser correcto y se puede ser ofensivo. Puede que mis relatos sean una mierda, pero no aspiro a ningún premio literario, sino a que la gente pase un buen rato y se corra leyéndolos. Acepto cualquier crítica constructiva y me parece muy bien que a mucha gente no le guste lo que escribo. Pero para criticar no hace falta ser insultante. Al que no le gusten mis relatos no tiene por qué leerlos, y está en su derecho de darme una pésima puntación. Gracias por vuestra comprensión.