Hermanos (Capítulo 2)

Que mi hermano anduviera desnudo por la casa podría resultar algo natural, pero mi mente calenturienta y mi perversa amiga me empujaban a sentir otras cosas.

CAPÍTULO 2

Una vez que terminé de hablar con Tamara, me di un baño, porque necesitaba relajarme de nuevo... entre lo que yo misma había visto y la conversación con mi amiga, aquello me estaba torturando demasiado, por lo que un baño me despejó la mente y el cuerpo.

Me puse el pijama que esta vez consistía de un pantalón corto muy fino y una camisa ancha de baloncesto donde tendría que tener cuidado con los movimientos porque decidí no ponerme el sujetador para estar más cómoda.

Cuando ya estaba lista me encaminé en dirección a la cocina y vi que estaba mi hermano allí, desnudo como siempre.

-          Ah, hola David, ¿estás en casa? - dije haciéndome la encontradiza.

-          Hola hermanita. - respondió él echando una mirada a mi cuerpo - sí, esta noche no curro.

-          Ah, bien. - respondí poniéndome a su lado para ayudarle con la cena.

Sabía que me había estado observando, que incluso se había pajeado, mirándome a través de la puerta de mi habitación, pero no le dije nada, me gustaba tener ese poder de saberlo sin que él se hubiese dado cuenta de que yo le había visto.

-          ¿Y qué tal el día en el trabajo? - me preguntó.

-          Pues hoy ha sido horroroso estaba ya deseando salir y descansar

-          Vaya ¿y eso?

-          Mucho lio y más reuniones de lo normal.

Dio como una palmada y agarrándome de las dos manos, se puso frente a mí, como nuestra madre le trajo al mundo para decirme:

-          Pues nada, Raquel, yo voy a terminar la cena y tu mientras te vas a al sofá y descansas.

-          ¿En serio?, ¿No te ayudo? - pregunté sin poder evitar mirar a ese pene que colgaba y que me parecía extraordinario.

-          No, hoy tu hermanito te sirve la cena que te lo has ganado. Vete eligiendo una peli y la vemos juntos.

Esa frase me hizo recordar lo que sucedió unos minutos antes, cuando estuvo espiándome detrás de la puerta de mi cuarto y pensaba para mí misma que a lo mejor me lo había ganado por eso.

Me senté en el sofá, desde donde tenía una buena visión del culo de David y me di cuenta de que él había tenido una conversación tan normal conmigo... parecía que no había pasado nada antes, llegando incluso a pensar si yo lo había imaginado todo, pero seguía sin poder quitarme de la cabeza esa enorme polla de mi hermano, que desde luego me pareció muy real. También recordé las palabras de mi amiga y eso no hacía otra cosa que calentarme más. Seguramente todo era fruto de mi imaginación y tanto tiempo en “dique seco”.

-          Me ha dado recuerdos para ti, Tamara. ¿Te acuerdas de ella? - le dije desde el salón mientras él terminaba en la cocina.

-          Claro. Tami. ¿Cómo no voy a recordarla? Estaba muy buena.

-          ¿Ah sí? Mírale...

-          ¿Qué pasa? Es la verdad.

-          Algo mayor para ti... - dije y luego pensé que mi amiga era de mi misma edad.

-          Para mí, vosotras dos erais el prototipo perfecto de mujer, una morena y una rubia, guau, ya sabes para un adolescente....

Aquel comentario volvió a hacer que mis pezones se endurecieran sabiendo que mi hermano en aquella época se fijara en nosotras, especialmente en mí, siendo su hermana, aunque me imagino que una mente adolescente no tenía los prejuicios que tenía yo.

Yo seguía eligiendo una película para ver juntos durante la cena, pero era difícil teniendo a David pasando por allí desnudo y ofreciéndome esa polla balanceante, que a pesar de no estar como la llegué a ver, era grandiosa y preciosa.

-          Bueno, ¿Cuál has elegido? - me preguntó cuando yo tenía la vista clavada en su entrepierna fantaseando en cómo sería tener una cosa tan increíble en mi boca y poder degustarla.

-          ¿Te encuentras bien Raquel? - me preguntó de repente.

-          Si ¿por qué? - dije yo levantando la vista hacia sus ojos.

-          Es que te has puesto de repente roja.

-          Ah, sí... es que me ha entrado calor de pronto. - dije aturdida.

Al decir eso me fijé en la mirada y la sonrisa canalla de mi hermano que, sin duda, sabía perfectamente que él había sido el causante de que estuviera así.

-          Quítate algo para que estés más fresquita. - me dijo.

-          No, mejor no...

-          Vamos mujer, quítate al menos la camiseta que no me voy a asustar, somos hermanos.

-          Es que no sé, me da cosilla...

-          Venga ya Raquel, si yo estoy todo el día desnudo.

-          Ya lo sé, pero es tu casa y tú dices que has estado siempre así y yo no.

-          Joder, que también es la tuya. Me gustaría saber que te encuentras cómoda.

-          Ya, pero no llevo sujetador y...

-          Hermanita, como no te la quites, lo hago yo. - me ordenó serio.

Solté el plato en la mesa y con todo el pudor que de repente me entró y olvidándome lo ocurrido de antes me agarre el borde de la camiseta y me la saque de la cabeza dejando mis pechos al aire que saltaron juguetones, mirando al mismo tiempo a mi hermano que no me apartaba la vista de mis tetas. Me encantó su mirada y su frase posterior.

-          ¡Joder, qué tetas, hermanita! - dijo él mientras yo todavía me sentía algo cortada.

-          Calla, que estoy muerta de vergüenza.

-          Pues deberías estar más que orgullosa. Además, luego te acostumbrarás, ya verás. - dijo sentándose y tapándose con la bandeja.

-          Supongo que estarás acostumbrado a ver tetas... - comenté intentando sacarle información de alguno de sus ligues

-          Pues sí, muchas, pero te aseguro que ningunas como las tuyas.

Volví a sentirme halagada a la vez que avergonzada, pues mi hermano parecía estar tapándose, me pregunté si se habría empalmado y el hecho de sospecharlo, me puso realmente caliente, así que me pasé toda la cena mirando de reojo, viendo que mi hermano no quitaba ojo de mis tetas y yo pensando en si esa enormidad estaba en pleno apogeo bajo su bandeja y aunque no lo podía ver, estaba deseando ver esa polla totalmente tiesa de nuevo. Conversábamos y veíamos la película, pero parecíamos mucho más atentos a nuestros respectivos cuerpos. Creo que el vino me ayudó a desinhibirme, así que me armé de valor, me puse de pie dejando que me viese de frente y en un movimiento aparentemente natural coloqué mi braguita del tanga, ajustándolo a mis ingles de forma lenta y sugerente. Ni me veía a mí misma al estar haciendo eso delante de David.

-          Voy a llevar mi bandeja a la cocina – dije, haciendo oscilar mis tetas inclinando mi tronco.

A continuación, me di la vuelta, para que viera mi culo de lleno durante un buen rato, recreándome en mis movimientos, agachándome de forma más que descarada, dejando que los labios de mi vulva apareciesen por debajo y al darme de nuevo la vuelta me fijé que estaba mordiéndose el labio inferior.

-          Oye, me estoy acostumbrando a esto de ir en tetas. - dije mientras llevaba, mi bandeja hacia la cocina, aunque mi hermano no se levantaba de su sitio.

-          ¿Te sientes cómoda, entonces? - me preguntó cuando regresé de nuevo.

-          Mucho, la verdad, al principio estaba cortada porque me las vieras, pero ahora, no tanto. - dije cogiéndolas con ambas manos y haciendo un movimiento circular con ellas, sin duda del todo provocativo.

Todo parecía normal en una conversación entre hermanos, pero de normal no tenía nada.

-          Pues cuando te quites todo, te sentirás más libre todavía. - dijo él, con la bandeja todavía sobre sus rodillas.

-          ¿Te refieres a que me lo quite todo? - pregunté de forma inocente señalando mis braguitas a poca distancia de él.

-          Claro.

-          ¿En serio, David? ¿No te importaría verme desnuda? - pregunté directamente con una voz de lo más sensual.

-          Claro que no, me encantaría. Tú me estás viendo desnudo todo el día.

-          Eso es verdad, pero me da vergüenza - añadí, aunque lo cierto es que estaba deseando hacerlo. Había algo dentro de mí, en plan exhibicionista, que me empujaba a tomar esa decisión y por sus palabras cuando decía eso de “me encantaría”.

-          Por mí no sientas apuro, somos hermanos, recuerda. - insistió como si tal cosa.

-          Bueno, me voy a dar la vuelta.

Me coloqué enfrente de mi hermano, pero de espaldas a él, me mordí el labio y agarrando el tanga por los costados, jugando a un movimiento oscilante de mis caderas lo fui bajando levantando el culo, lo que le ofrecía sin duda una buena visión de mi coño por detrás. Imaginaba que vería claramente mis dos agujeritos a muy poca distancia. Tras ese movimiento lento, volví a estirar mi cuerpo.

-          ¿Cómo te sientes?  - preguntó y me pareció que le temblaba la voz.

-          Me siento rara, pero bien. - añadí sin atreverme a darme la vuelta y mirándole sonriente volviendo solo mi cara y viendo la suya de alucine.

-          Claro que sí. - respondió tosiendo, no sé si atragantado con algo de la comida o impresionado con mi cuerpo desnudo.

Yo estaba más que encendida, entonces, no sé de dónde saqué el valor, supongo que el vino influyó, pero me fui girando lentamente hasta quedar frente a él, totalmente despelotada. Su mirada se dirigió inmediatamente a mi rasurado coño y recorrió entera toda mi anatomía al desnudo de abajo a arriba y de arriba abajo.

-          Bueno, aquí me tienes. Ni yo misma me lo creo. - dije dibujando mis curvas y abriendo ligeramente mis piernas. Por dentro me repetía a mí misma “Puta, puta, puta...”

-          Estás muy buena, Raquel, así que nada de vergüenza, sino que debes estar más que orgullosa con ese cuerpazo.

-          Vaya, pues gracias.

-          Y yo, por cierto, orgulloso de hermana.

-          Yo también estoy orgullosa de hermano. Bueno, voy a llevar esto a la cocina, que me arden los carrillos – dije resulta recogiendo la bandeja de David y como sospechaba, apreció su polla totalmente tiesa.

Tardé unos segundos en reaccionar y creo que él también, pero no pude evitar admirar ese enorme cilindro que portaba mi hermano, esta vez no era un sueño, ni mi imaginación, su enorme polla estaba muy cerca, totalmente empalmada, mientras su vista seguía contemplando mi desnudez desde bien cerca, especialmente mi coño que estaba a escasos centímetros de su cara. Con esa mirada logró que me mojará aun más, mientras que yo seguía hipnotizada con ese miembro gigante.

-          ¡Guau, hermano! - dije al ver aquella maravilla.

-          Perdona, Raquel, pero al verte desnuda... - dijo él disculpándose por su erección.

-          ¿No decías que éramos hermanos?  comenté yo tapando de forma inocente mi rajita con dos dedos.

-          Ya, pero, ante todo, eres una mujer y preciosa, Raquel. Eres la tentación andante.

-          ¡Qué exagerado! - dije avergonzada, pero al mismo tiempo muy halagada.

-          Es la verdad y me alegro de verte desnuda por primera vez.

-          Ya, es curioso, pero el caso es que yo te he visto otras veces desnudo, cuando eras un crío, pero bueno, ahora puedo comprobar que eres todo un hombre y muy bien dotado, por cierto. Tendrás a más de una contenta...

-          Sí. No hay queja, jajaja - respondió sonriente.

-          Uf, voy a llevar esto. - comenté llevándome la bandeja, no sin antes, echar otro vistazo a esa polla preciosa, grande y venosa que tenía mi hermano entre sus piernas.

Me fui a la cocina, con un temblor de piernas y con un tremendo calentón, con esa situación tan ardiente y al rato llegó mi hermano con unos vasos que posó sobre la encimera, pero al hacerlo, apoyó su mano en mi hombro y su polla dura me rozó el glúteo derecho. Casi me muero al sentir ese contacto. Luego dejó el otro vaso, tomándose su tiempo, algo que me hacía estremecerme, aunque intentase disimularlo.

-          Déjame que friegue yo esto, que estarás cansada. - dijo de pronto agarrándome por la cintura y notando como su polla se ubicaba entre mis posaderas, justo en el medio, sintiendo esa dureza que me hizo suspirar al tiempo que en todo mi cuerpo sentía como un chispazo.

-          Vale. - respondí, girándome lentamente y al hacerlo mi teta rozó ligeramente su torso, al tiempo que la enorme polla dibujó mis caderas y parte de mi tripita, hasta llegar a la parte alta de mi pubis y allí se quedó un rato, llegando a mojarme con su líquido preseminal. Entonces, no sé por qué saltaron las alarmas y al ver su cara, recordé que era mi hermano, así que me dirigí a paso ligero hacia el salón para no tentar más al diablo.

Por el camino notaba como mi coño palpitaba y no dejaba de lubricarse, recordando esos roces fortuitos de nuestros cuerpos desnudos. No podía olvidar que se trataba de mi hermano, pero había algo dentro de mí, que estaba deseando volver a contactar con ese cuerpo de alguna manera, necesitaba ese roce de nuevo. Encontré unos cubiertos olvidados sobre la mesa del salón y se los llevé a la cocina, mientras mi hermano de espaldas estaba enjuagando los platos antes de meterlos en el lavavajillas. Me acerqué a él por detrás, apoyé mi mano en su hombro y pegué mis tetas en su espalda, manteniéndome en esa postura bastante rato y pasando los cubiertos por delante.

-          Ah, toma, David, se nos quedaron estos cubiertos. - añadí pegando mi tripita a su culo y moviéndola oscilante sintiendo esos glúteos fuertes rozándome. Casi me corro con esa caricia de nuestras pieles desnudas.

Al final, me dije a mi misma “¿qué coño haces Raquel?” y volví a serenarme para separarme de ese abrazo que rozaba los límites del bien y del mal, para volver al sofá. Al rato regresó David y seguimos viendo juntos la tele, aunque ninguno de los dos parecíamos prestarle atención. Cuando terminó la película, yo anuncié que me iba a la cama, aunque estaba deseando hacerme una paja a la salud de ese cuerpo y esa polla que casi me mata de gusto con solo mirarla y no digamos cuando me rozó.

-          Buenas noches, David. - le dije levantándome con intención de darle dos besos.

-          Buenas noches, Raquel. - respondió levantándose también frente a mí.

Mi hermano, en cambio, me agarró por la cintura e hizo que nuestros cuerpos desnudos se quedasen pegados durante esos dos besos fraternales, consiguiendo que mis duros pezones se clavaran en su pecho y al tiempo su polla creciera y notara como se aplastaba a la altura de mi pubis. ¡Estaba durísima! ¡Joder, había conseguido que mi hermano se empalmase de nuevo conmigo!

Le empujé ligeramente, pues no quería verme a mí misma en una situación tan complicada. Pero es que era mi hermano pequeño, no podía cruzar esa puerta prohibida. Me acosté y me hice la consabida paja y aunque intentaba relacionar a mi hermano como un desconocido, para no sentirme culpable, aunque era complicado porque ese cuerpo era el suyo y su polla también, por mucho que me pesara y por mucho que intentase cambiarlo en mis pensamientos.

A la mañana siguiente, me levanté y no sé por qué, pero lo hice desnuda. Esta vez ya no me hacía falta el vino para tomar la decisión, al fin y al cabo, David me había visto en pelotas y sería absurdo ocultarme. Al llegar a la cocina me lo encontré preparando el desayuno. Lógicamente él también estaba en pelotas.

-          ¡Humm, qué bien huele! - dije al sentir el aroma de tostadas y café recién hecho.

-          Ah, hola Raquel - respondió girándose y viendo mi cuerpo desnudo. - veo que ya te sientes como en casa –añadió recorriendo mi anatomía observando mi desnudez.

Nos sentamos en la barra de la cocina a degustar el desayuno, pero eran inevitables nuestras mutuas miradas, que iban más allá de la pura observación. Reconozco que me encantaba esa forma en la que me miraba mi hermano, unas veces echándome una buena ojeada a mis tetas y otras a mi entrepierna, cuando yo cruzaba o descruzaba las piernas a su lado, algo que, por cierto, yo hacía de forma lenta e intencionada. Yo también disfrutaba observándole a él con su cuerpo perfecto que tiene. Me excitaba ese juego morboso.

-          Oye David, ¿ganas mucha pasta con ese trabajo en la discoteca? - le comenté mientras charlábamos animadamente, pero yo le colé la pregunta porque estaba realmente intrigada.

-          Pues sí, no me quejo.

-          No, lo digo porque para mantener todo esto. - dije mirando a mi alrededor.

-          Metiendo horas, ya sabes...

-          Pensé que quizás fueras modelo también, con ese cuerpo... - le solté y luego me arrepentí por si pudiese adivinar que yo hubiera podido ver su book de fotos.

-          Alguna cosa he hecho, sí.

-          Ya. Entiendo...

-          Bueno y tú, ¿qué tal tu trabajo? ¿Ya has encontrado a algún compañero o algún cliente que disfrute de esas tetas? - dijo admirando con descaro mis pezones en punta.

-          ¡Oye, guarro! - le recriminé, dándole un pequeño golpe en su brazo.

-          Perdona, pero es la verdad, tienes unas tetas preciosas.

-          ¿Estamos hablando otra vez de mis tetas?

-          Joder Raquel, son espectaculares. Mas de uno quisiera meter entre ellas... - dijo, sin terminar la frase, porque se contuvo.

-          ¿Su polla? - terminé yo.

-          Si – dijo mi hermano riendo.

-          Todos los tíos sois iguales. Veis un par de tetas y perdéis la cabeza. - añadí, pero en el fondo a mí me pasaba igual, deshaciéndome con esos músculos o esa preciosa polla, aunque me hacía la sensata.

-          Sobre todo, si son como las tuyas. Seguro que tienes a tus compis haciendo fila.

-          Pues no, todavía no me he estrenado en América. Además, mis compañeros son casi todos mayores, excepto mi jefe directo, que es el más joven de todos.

-          Y te gusta... - afirmó.

-          Pues sí, no está mal. Pero nada, parece que tiene ojos solo para el trabajo.

Mi hermano y yo seguíamos desayunando como si tal cosa, aunque dentro de esa normalidad de estar desnudos y hablando de sexo tan ricamente.

-          ¿Y no has encontrado a nadie con quién...? ya sabes. - disparó de nuevo.

-          Pues no, David, de momento del trabajo a casa y de casa al trabajo.

-          ¿De verdad no has follado todavía desde que has llegado? - me dijo asombrado.

-          Joder, qué directo. Tampoco hace tanto.

-          Bueno, Raquel, hace más de una semana, más lo que llevaras en España en dique seco... ¿Cuánto hace?

-          ¿Qué no follo? - dije notando como al hacer esa pregunta mi chochito se volvía a mojar.

-          Si.

-          ¿Prometes no reírte?

-          Claro, mujer.

-          Pues tres meses.

-          ¡Joder...! - soltó asombrado.

-          Mucho, ¿verdad?

-          ¿Quieres decir que desde que lo dejaste con José?

-          Si, no he tenido sexo después de eso.

-          Bueno, seguro que aquí encuentras a alguien. - dijo al tiempo que se recolocaba la polla que parecía crecer ligeramente.

-          Seguro. - respondí y no pude evitar volver a mirar ese miembro, que parecía ir tomando tamaño y sin estar totalmente erecto me seguía pareciendo colosal.

-          Perdona, pero me extraña que nadie se haya lanzado aquí, pues les encantan las latinas y las europeas y tú tienes las dos cosas.

-          Pues mira que yo “tiro la caña”, pero nada, no pican... - confesé con toda mi mala intención.

-          ¿Con ese jefe tuyo?

-          Sí, pero nada.

-          Mejor, así no me pongo celoso. - dijo a modo de broma.

Tras el desayuno yo me despedí de mi hermano y de nuevo me agarró por la cintura haciendo que nuestros cuerpos desnudos enfrentados se juntaran y aunque no estaba tan empalmado como la noche anterior, pude restregar mi pubis con ese enorme pene de David. Casi me da algo al sentirlo de nuevo y anduve caliente todo el día.

De camino al trabajo volví a hablar con mi amiga Tamara y aunque estaba loca por contarle todo, no consideraba oportuno desvelar toda la verdad.

-          Bueno, dime, preciosa ¿Cómo van esos polvazos? - me preguntaba.

-          De momento nada, Tami.

-          Hija, pues date un capricho, ese cuerpo tuyo necesita marcha. Por cierto, con tu hermano ¿qué tal?, ¿ya le has pillado en la ducha?

-          Bueno, sí y no...

-          ¿Cómo?, cuenta, cuenta...

-          ¿Sabes una cosa? Ya sabes que David va todo el día en pelotas y yo al principio me cortaba, pero, creo tras hablar contigo, bueno, pues eso, que yo también lo hago.

-          Espera, espera, espera... Raquel ¿Me estás diciendo que tu hermano y tu vais despelotados por la casa todo el día?

-          Pues sí, ayer me animé yo, porque él está todo el día en bolas.

-          ¡Joder tía, que fuerte! Seguro que se la has puesto tiesa...

-          Ni te imaginas... - dije arrepintiéndome de ser tan sincera, pero al mismo tiempo deseosa de contarle a mi amiga lo que había tenido la suerte de ver y de rozar.

-          ¡Qué cabrona eres, Raquel! ¡Ufff, me estoy poniendo como una moto! ¡Creo que acabo de mojar las bragas! ¿Ya te lo has tirado?

-          ¡Qué bestia eres, Tami!, ¡Es mi hermano!

-          Joder, vais desnudos por la casa... ¿y no has probado ese pollón?

-          Mujer, una cosa es ir desnudos, cómodos por la casa y otra eso...

Naturalmente no fui del todo sincera con mi amiga, ni le conté de qué forma me desnudé, la manera tan poco normal en la que me fui insinuando y cómo logré que mi hermano se empalmara por mi culpa, descubriendo esa polla enorme y preciosa que tiene, pero lo peor es que cada vez que ella me animaba a follármelo, más confundida me dejaba y más cachonda estaba.

En el trabajo volví a insinuarme con Richard, mi jefe, pero nada... Llegué a invitarle yo misma a tomar una copa después de la jornada laboral, pero nos limitamos a hablar de cosas intrascendentes. Yo llegué a pensar, como decía Tami, si era gay, porque le lancé demasiadas insinuaciones de lo más directas, ya no solo soltando un botón más de mi camisa, sino incluso con conversaciones de lo más íntimas, pero nada, ni con esas, él no me siguió el juego y muy caballerosamente lo máximo que hizo fue posar su mano sobre mi rodilla y cuando amablemente me acompañó hasta un taxi, pensé que me iba a llevar a su casa para follarme, pero nada, se despidió muy cordialmente con dos besos hasta el día siguiente.

Regresé a casa con un calentón tremendo, pues después de la cena de la noche anterior con mi hermano, ofreciéndole mi cuerpo desnudo y disfrutando del suyo ante mis atormentados ojos, para después sentirlo pegado a mi propio cuerpo, me tenían realmente torturada y para colmo mi sequía sexual estaba empezando a pasarme factura, porque cualquier cosa me calentaba y me excitaba enormemente. Nada más abrir la puerta del apartamento me quedé parada en mitad del hall, porque de la habitación de mi hermano se oían claramente unos gemidos. No cabía ninguna duda, pero era la voz de una mujer, gimiendo mientras mi hermano la estaba partiendo en dos con esa polla. Inmediatamente me metí en la cama, totalmente desnuda y empecé a pajearme, al tiempo que seguía escuchando los gemidos de ella, bufidos y respiraciones entrecortadas de él... hasta que se hizo el silencio. Sin duda se habían corrido y yo también escuchándolos. Buf, a tener por esos gritos, gemidos y demás, supuse que mi hermano además de grande la sabía usar muy bien.

Me levanté a la cocina, totalmente desnuda, pues imaginaba que ellos seguirían descansando tras ese polvo salvaje que se echaron, pero de pronto una voz me saludó a mi espalda.

-          Hola, buenas noches. - me dijo una rubia que tan solo llevaba unas braguitas negras y que por su aspecto se notaba que era más que madurita, pues había pasado con creces los 45.

-          Ah, hola, pensé que estaba sola. - dije yo.

-          No, tranquila solo venía a por agua, David me ha dejado seca. - respondió observando mi desnudez.

-          ¿Con David, bien? - le pregunté yo mirando a esa mujer que claramente podría ser su madre.

-          Si, muy bien... ¿y el tuyo? ¿folla como este?

-          Bueno, no sé... - respondí titubeante, pues ella debía creer que yo estaba en mi habitación con otro hombre.

-          ¿No has follado todavía con David?

-          No... yo... - iba a decirle que era su hermana, pero ella, muy parlanchina, me cortó.

-          Claro, yo también pensé que su tarifa es muy elevada, pero ese chico realmente lo vale.

-          ¿Tarifa? - pregunté confusa.

-          Sí, mujer, no sé lo que cobrará el tuyo, pero a David, por mucho que le regatee no le bajo de los quinientos pavos.

-          ¿Quinientos pavos... son quinientos dólares?

-          Claro, mujer, jajaja.... - respondió la rubia riendo al tiempo daba un trago a su vaso de agua.

-          Vaya. ¡Quinientos! - respondí resoplando.

-          Bueno, a mí me hace rebaja porque soy clienta habitual, ya sabes, pero al principio me cobraba el doble.

Ahora lo entendía todo, ese tren de vida, ese lujo en la casa, en la decoración, en su ropa, hasta en la comida... no era producto de su salario de relaciones públicas, ni tan siquiera de hacer horas extras como modelo. Mi hermano era gigoló y de los caros. Sin duda, mujeres ricas de la zona, seguramente casadas, a las que no les importaba gastarse 500 o 1000 dólares en un polvo con un joven atractivo como mi hermano.

-          Bueno, preciosa, te dejo, que esa polla de David me llena de una manera increíble, nunca lo ha conseguido nadie. Si quieres, le doy referencias para que te haga una rebaja... - dijo la otra en voz baja como si me estuviese vendiendo droga.

-          No, no hace falta... gracias. - dije yo todavía bastante alarmada.

-          Pues cariño, con ese cuerpo, seguro que David te hace un buen precio, eres una monada. - dijo y desapareció en la penumbra del pasillo.

Ahí me quedé yo, en shock y desnuda en mitad de la cocina tras lo que acababa de contarme esa mujer sobre mi hermano y tardé un buen rato en salir de ese estado, hasta que me dirigí hacia mi dormitorio para poder pensar y digerir lo que acababa de descubrir sobre mi hermano, pero de camino a mi cuarto volví a escuchar gemidos y ruidos en la habitación de David, así que aligeré el paso y entré al mío.

Cuando vi mi móvil en lo alto de mi cama no me lo pensé dos veces y sabiendo que en España ya sería de día, llamé a mi amiga Tamara para contarle lo que había descubierto sobre David.

-          ¡Qué madrugadora tía! - me respondió mi amiga.

-          Sí, Dios Tami, no te imaginas lo que he descubierto. - la conté mientras me sentaba sobre la cama, aun nerviosa y aturdida.

-          Pues no, si no me lo cuentas por que adivina no soy, jeje.

-          Es sobre David y te vas a quedar muerta.

-          ¿Ya has descubierto la anaconda que tiene sobre sus piernas?

-          Sí, sí, hija, sí, pero no es eso...

-          Espera, joder, ¿cómo que sí?, ¿es enorme lo que tiene ahí? ¿Se la has visto empalmada?

-          Tamara, tía, déjame hablar, que es otra cosa. - la dije, alterada-

-          Vale, pero luego me tendrás que aclarar eso que le has visto.

Una vez que tenía la atención de mi amiga en mí y su intriga sobre el tamaño de la polla de mi hermano, le empecé a relatar todo lo que ocurrió la noche anterior y esa misma mañana con él, pero también la guinda del pastel que fue lo que había descubierto, apenas unos minutos antes, sobre David.

-          ¡Joder, Raquel qué fuerte! Lo primero que hayáis estado así, en pelotas los dos, con el pedazo de tío que es tu hermano refrotando vuestros cuerpazos y que le hayas visto ese pollón en toda su plenitud. Has logrado que me moje en la distancia y vas a conseguir que vaya al trabajo cachonda perdida. - comentó mi amiga.

-          Yo todavía estoy en shock, Tamara.

-          ¿Por lo de la polla gigante o porque tu hermano se gane la vida follando?

-          Si, tía, por todo, pero ¿te das cuenta? ¿Mi hermano es un...?

-          ¿Puto? - dijo ella riendo.

-          No te cachondees, es muy fuerte, por eso ahora me cuadra todo, lo bien que vive...

-          ¿Y tú crees que me haría un descuento por ser tu amiga?

-          Tamara, joder, te hablo en serio, que esto es muy fuerte

-          Pues yo no lo veo el problema ni nada malo por ningún sitio.

-          ¿Como que no?... pero no te das cuenta de que mi hermano un gigoló?

-          ¿Y qué? Porque sigo sin verle el problema, es más, es que lo entiendo.

-          ¿Qué lo entiendes?

-          Sí, a ver, tu hermano vive como un rey, a un ritmo que ni tú y yo ni soñaríamos... Tiene cuerpo para ello, está buenísimo y según me estás contado está muy bien equipado y encima hace un trabajo que de seguro que disfruta y que lo hace bien así que, si yo fuera tú, aprovecharía y me lo tiraba también. Seguro que no te cobra.

-          Joder, Tami, eres una guarra.

-          ¿Yo?, ¿Por qué?

-          Porque es mi hermano y no podría hacer eso.

-          ¿Por?

-          Porque no... es inmoral, sucio... y seguro que hasta ilegal

-          ¡Qué boba eres! ¿Cómo va a ser ilegal?

-          En algunos estados de este país, lo es... que me he informado.

-          ¿Vaya, así que te lo has pensado?

-          ¡Qué no, idiota!

-          Mira, Raquelita, déjate de tonterías con eso de que es ilegal porque para empezar algunas leyes están para romperse, segundo, nadie se enteraría de lo vuestro y tercero según me has contado, lo que hiciste ayer, delante de él...

-          Calla, no me lo recuerdes, que remuerde la conciencia.

-          Joder, tía, pero si tú estás super cachonda y encima a él le provocaste una erección, olvídate por un momento que sea tu hermano...  me juego lo que quieras que en el fondo de ti te hubiera gustado que allí mismo, en el sofá, te abriera las piernas y te comiera el coño o que te hubiera empotrado en la encimera de la cocina. ¿Me equivoco?

-          Pero...

-          Raquel, déjate de peros y follátelo de una vez, que llevas bastante tiempo sin catar una buena polla. ¿O no?

Seguí hablando un rato más con Tamara sobre David y también sobre mis prejuicios y ella no hacía más que echar leña al fuego, incitándome, diciéndome que al ser David un profesional del sexo y con una polla así, que debía ser algo mágico, único y alucinante... incluso que, si ella misma estuviese en mi lugar, ya se habría lanzado al vacío, sin dudarlo.

Cuando colgué me eché en mi cama desnuda y caliente, pensando en qué pasaría si eso ocurriera, si sería lo correcto, si me arrepentiría... pero de repente volví a escuchar los gritos y gemidos, pero con más intensidad desde el cuarto de mi hermano. ¡Joder, iba ya por el tercer polvo y la tía se había corrido un montón de veces!

Así que cerré los ojos e instintivamente llevé una de mis manos por mi cuerpo y comencé acariciarme lentamente, dibujando mis curvas, mientras rememoraba el cuerpo de David, hasta que las llevé a mi coño donde pude comprobar que estaba caliente y empapada, pero con la otra mano me la lleve a mi pecho y comencé a pellizcarme el pezón imaginándome que era él quien me lo hacía y que era su polla la que rozaba mis labios vaginales en lugar de mis dedos, luego pensé en su boca, en lo que sería sentirla ahí abajo, dándome el mismo placer que estaba recibiendo esa mujer...  y por un momento me olvidé de todo, tan solo proporcionándome placer a mí misma, y que el mundo desapareciera. Alcancé con mi mano en el cajón de mi mesita, mi juguete favorito para casos de emergencia, que es un pequeño vibrador que de inmediato me metí en el coño, soñando con la polla de mi hermano que entraba y salía, aunque mi juguete era mucho más pequeño, solo me oía a mí misma, disfrutando de ese pequeño consolador, entrando y saliendo, sin que nada más existiera a mi alrededor, solo pensando en que David, estaba ahí, entre mis piernas. Y justo, cuando estaba a punto de alcanzar el orgasmo, sentí un ruido abriendo los ojos, olvidándome por un momento de ese mundo de fantasía en el que yo estaba metida pero que parecía muy real.

-          ¿Necesitas ayuda hermanita? - se oyó la voz de mi hermano.

CONTINUARÁ...

Laura & Sylke