Hermanos
Primera experiencia de mi hermano
Me llamo Carlos tengo 18 años y mi vida sexual era un autentico desastre. Se limitaba a besuqueos de vez en cuando con alguna amiga, que evidentemente me dejaban más salido que el pico de una mesa y a un montón de pajas. Comencé a masturbarme cuando tenía 12 años, me enseño un amigo como suele ser habitual. En aquella época era normal que lo hiciéramos en grupo. Algunas veces hacíamos un corrillo y el que estaba a tu derecha te hacia la paja y tu se la hacías al de la izquierda.
Con el paso del tiempo estas reuniones fueron desapareciendo. Cuando estaba muy caliente iba de cruising y tenía alguna relación rápida, incluso un par de veces me la comieron y fue la leche. Pero de chicas nada de nada.
Compartía mi dormitorio con mi hermano que era dos años menor que yo. Nos llevábamos muy bien, sin problemas y con gran confianza, nos constábamos casi todo, ya que hacía años que dormíamos juntos pero cada uno en su cama. Era normal que ya acostados uno o el otro o los dos nos masturbábamos sin hacer ruido para que otro no se enterara, pero era inútil, estaba convencido que igual que yo oía a Pedro, él me oía a mí.
Una noche vi que Pedro estaba cabreado, se marcho pronto a la cama. Cuando yo fui lo encontré acostado. Me senté en borde de la cama.
-¿Qué te ha pasado para que estés tan cabreado? le pregunte-
-Nada, que las tías son tontas o se lo hacen respondió-
-Cuenta, cuenta.
-Esta tarde he estado con Lucia, ¿sabes quién es?
Era la hermana pequeña de un amigo del instituto.
-Hemos estado dándonos un filetazo, se dejaba tocar los muslos, el culo, bueno llevaba pantalones. He intentado tocarle los pechos por dentro de la camisa y se ha dejado, tío, mis primeras tetas al natural.
-Esto te habrá gustado, eh?
-Mucho, imagina como tenía el rabo, duro como una piedra, sin disimular nada se lo he arrimado para que lo notara y le he dicho mira como me pones. Se ha puesto hecha una fiera, diciéndome que si me creía que era una puta y cosas así. Regañamos y cada uno para su casa.
-Pues ya sabes lo que te toca, no me importa.
-Ya, como a mí no me importa cuando tú lo haces, jajajaja.
Por lo menos se había reído.
-Oye, Carlos me dijo- ¿a ti alguna chica te ha pajeado?
-Pues claro, nano.
-Y ¿te la han comido?
-Si respondí en voz baja.
Era una media mentira. Era verdad que me la habían comido pero no una tía como él pensaba.
-Tiene que ser la leche. No veas las ganas que tengo de probar.
La conversación me fue calentando y mi hermano ya estaba como una moto. No sé cómo se me ocurrió, pero le dije:
-Si te atreves, podemos hacernos una mamada mutua.
-Carlos estás loco. No soy marica
-Yo tampoco lo soy, pero hace tiempo que no me la comen.
-Que no tío, paso.
-Vale, pero al final una boca es una boca aunque sea de hombre.
Me levante y me fui a mi cama.
Era un chaval alto, tanto como yo, pero con una diferencia practicaba deporte con asiduidad, camino por el que yo no había sido llamado. Tenía un buen cuerpo y además a pesar de su edad estaba bien armado, teníamos las pollas prácticamente iguales. Pensé que no me importaría que fuera la tercera verga que me comiera. Me calenté con ese pensamiento.
Al rato empecé a oír los habituales ruidos de cuando mi hermano se la cascaba. Debía estar muy salido por qué no tardo casi nada en correrse. Yo la tenia dura, era la primera vez que la tenia así oyendo como se masturbaba.
Pasaron dos o tres días, estábamos ya acostados y debía ser la una de la madrugada. Cuando oí que me llamaba.
-Carlos ¿duermes?
-No
-He pensado en lo que me dijiste la otra noche.
-¿Qué te dije? no me acuerdo -sabía a lo que se refería pero me hice el tonto-
-Lo sabes, no te hagas el tonto me respondió-
-Quiero escucharte decirlo.
-Lo de comernos los rabos, tío.
-Ahhh dije con un tono falso- te apetece ¿no?
-No sé, pero quiero probarlo dijo-
Hacía rato que yo tenía la polla dura.
-Quítate los pantalones del pijama.
Una vez que cesaron los ruidos y movimientos en su cama, deje pasar unos segundos como si yo estuviera indeciso. Me arrodille junto a la cama y tanteando, ya que no había encendido ninguna luz del dormitorio, busque su pene. Lo tenía duro, comencé a tocárselo, a masturbarle con lentitud, le acariciaba los huevos. Comenzó a jadear. Pare.
Aparté la ropa de cama. Distinguí el perfil poderoso de la polla de mi hermano. Le acaricie el torso, los pezones se le pusieron duros. Continúe con unos cuantos toques con la mano. Luego comencé a pasar la lengua por el glande mientras que seguía masturbándole. Iba a ser una cosa rápida, no tardaría en correrse, por lo que me la metí en la boca y comencé a succionar. Le oía suspirar. Le comía lo mejor que sabía.
Como supuse no tardo en llegar, note como se tensaba y como su pene se ponía aun más duro. Descargo en mi boca entre suspiros y mordiéndose los dedos para no gritar. Como no sabía qué hacer con el semen opte por tragármelo.
Cuando pudo hablar me dijo:
-Joder tío es la leche. Nunca me había gustado tanto.
Estaba eufórico. Y yo con la verga como una barra de hierro.
Me fui hacia mi cama, me desnude completamente y me acosté. No dije nada. Tenía plena confianza en que cumpliría.
Se acerco y le hice sitio para que se tumbara junto a mí. Inmediatamente comenzó a pajearme con rapidez.
-Ve despacio, es mejor si se tarda, las prisas no son buenas. Hay que controlar.
Hizo lo mismo que yo. Me acaricio el torso, los pezones. Le dije que me los pellizcara con suavidad. Seguía tocándome la polla y los huevos. Sin decirle nada comenzó a lamerme los pezones. Me puso como loco.
Luego tímidamente lamio el glande, parecía que tenía miedo o que no se atrevía. Después de un rato se la metió en la boca y comenzó a bombear. Para ser la primera vez no lo hacía mal del todo. Tampoco era que yo tuviera mucha experiencia.
Durante la mamada dos veces le dije que parara. Quería disfrutar al máximo.
A diferencia de él, yo si quería correrme en su boca, por lo que no le avise. Me vacié, le agarre de la cabeza para que no se separara y siguió lamiendo por lo que se trago mi semen, como había hecho yo.
La mejor mamada de vida.
No hablamos mucho, solo que había estado bien, muy bien le dije yo. Nos vestimos y nos acostamos.
No podía dormirme pensado en ser el amante de mi hermano. A Pedro le debió suceder algo parecido, oía como se movía en la cama. Al rato comenzó a masturbarse, ni dije ni hice nada, le deje tranquilo disfrutando de su sexualidad.
Después de esta ocasión, nuestros encuentros se repitieron muchas veces y seguimos avanzando juntos en el sexo, pero son historias de otros relatos.