Hermano gordo, hermana gorda (8)

CAPÍTULO VIII: LA VENGANZA. De pronto llevó su pulgar para hacer las veces de una tenaza con su índice, y apretó mi pene. Lo hice latir y se asustó.

HERMANO GORDO, HERMANA GORDA (8)

CAPÍTULO VIII: LA VENGANZA.

6 AM aproximadamente.

Salí del departamento de Martín antes del retorno de Mónica, bajé por el ascensor, dejé el edificio y me introduje a mi vehículo. Todo como si fuera un autómata.

La agradable experiencia vivida en compañía del gordo, quedaba rezagada por la revelación del comportamiento de su hermana. No por lo primero que me había dicho acerca de su inclinación sexual, sino por el motivo del por qué quería imperiosamente salir conmigo.

Medité unos momentos acerca de ello con ambas manos en el volante de mi automóvil y con la cabeza cabizbaja, y un sentimiento de bronca comenzó a emerger lentamente desde mi interior, el cual hizo que me sorprendiera mi propio rostro reflejado en el espejo retrovisor.

-Esto no está bien... no está nada bien. No voy a permitir que nadie me tome el pelo de ese modo. En verdad, no me lo merezco.

Encendí el vehículo, fui a mi departamento, tomé una ducha caliente, desayuné y esperé a que mi reloj marcara la hora acostumbrada para salir a mi trabajo.

10:15 AM

El llamado de Mónica, que estaba esperando en forma impaciente, interrumpió mi largo proceso de búsqueda de un plan de venganza.

  • Hola, amor- comenzó diciendo en clara posición simpática- Qué hiciste anoche?

  • Como ya te había dicho, tuve la reunión familiar y luego... fui a visitar a un amigo. Claro, como me aclaraste que estarías con tus amigas...- contesté y puse en marcha mi ardid- y tú, qué has hecho anoche?

  • Estuve aquí en casa todo el tiempo y nos divertimos mucho con mis amigas- contestó confirmándome que desconocía que yo había estado con su hermano.

  • Qué bien!- comenté. Si antes tenía alguna duda, ahora se me evacuaba totalmente, ya que confirmaba que Martín era una persona en quien yo podía confiar.- Y cómo te ha ido en el juego? Porque me habías dicho que la reunión era justamente para jugar, verdad?

  • Sí, claro... pues fui la gran vencedora de la noche. Yo he ganado en más oportunidades que cualquier otra en esa jornada.

  • Ten cuidado, no conoces ese dicho que dice "afortunada en el juego, desafortunada en el amor"?- dije y sonreí.

  • Jijijiji! No te preocupes. Eso será hasta que yo misma lo decida.

  • No me digas? Modesta la muchacha, verdad?

  • Bueno, espero que sepas que el comentario fue una broma, eh? O todo lo que digo te lo tomas en serio?

  • No claro, por supuesto... me queda claro que tienes un sentido del humor muy particular- dije en tono irónico.

  • A qué te refieres?- preguntó sorprendida.

  • A nada en especial. Sólo que cada vez te estoy conociendo un poco mejor. Eres una sorpresa constante.

  • Ah... gracias.... ehmmm! Ese comentario fue un elogio, verdad?- preguntó luego de haber pensado un poco más luego del agradecimiento.

  • Por qué no debería de haberlo sido?- dije ya con una sonrisa de oreja a oreja.

  • Oye, no hagas eso... no juegues con las palabras- dijo algo enojada.

  • Qué sucede? Haces bromas y no las aceptas? Eso no es justo, no crees?- dije preparando el terreno.

  • Es que no sé cuando bromeas o cuando me hablas en serio- confesó.

  • Jejejeje! Y eso es mérito o no?- dije consciente de la confusión que debería tener en ese momento.

  • Depende... pero mi llamado no fue para discutir contigo...

  • Quién está discutiendo?- interrumpí.

  • Bueno... como sea- dijo demostrando estar nerviosa o al menos, algo molesta- Quería saber si hoy nos podremos ver.

  • Tú quieres que nos veamos?- pregunté.

  • Sí, claro- apuró en responder. –Y tú? También quieres que nos veamos esta noche?

  • Créeme... no veo la hora en que nos volvamos a ver tú y yo.

HORA DEL ALMUERZO

En realidad modifiqué mi horario de descanso en espera de la llegada de Junior, ya que luego de la conversación con Mónica, le llamé por teléfono para invitarlo a comer.

Apenas llegó el muchacho, salimos al restaurante de la esquina.

  • Cuéntame, qué te sucede?- me preguntó apenas nos sentamos a la mesa y solicitamos la orden de nuestros pedidos.

  • Por qué crees que me sucede algo?

  • Zesna, no atentes contra mi inteligencia, please!- dijo en forma muy seria.

Solté la carcajada.

  • Definitivamente, no puedo contigo, hermano. Sabes que te quiero mucho, verdad?- pregunté, y luego de la respuesta que conocía, comencé a relatarle todo lo que me estaba sucediendo con la mujer con la cual creí haberme enamorado, y parte de lo que su hermano me había confiado la noche anterior.

  • Qué hija de puta!- exclamó.

  • Sí, verdad? Creo que eso es exactamente lo que define a alguien así- dije y estudié el rostro de mi hermano.- Qué sucede, Junior?

  • Y le permitirás salirse con la suya?- preguntó dudando.

  • Por qué me subestimas, brother?- dije en plan jocoso.

  • Porque sencillamente a veces pecas de pelotudo en exceso- contestó con una seriedad digna de cuando quería fastidiarme.

Llegó nuestro almuerzo y comenzamos a comer.

En más de una oportunidad, sorprendí a Junior con el tenedor detenido camino hacia su boca y mirándome seriamente.

  • Qué sucede ahora que miras de esa forma?- pregunté sorprendido.

  • Tú te sientes bien, Zesna?- me sorprendió con su réplica.

  • Sí... sí.... por qué lo preguntas?

  • Mírame a los ojos!- dijo más como una orden que como un pedido.

Sin resistirme ni negarme, lo complací.

  • A ti te sucede algo más, hermano...- dijo seguro de lo que decía.- Me estás ocultando algo, verdad?

Mi sonrisa me delató.

  • La puta que te parió, Zesna!- ladró.

Todo el público presente dirigió una mirada hacia nuestra mesa.

Junior me miraba fijamente enojado, sin percatarse de que todos lo estaban mirando a él, y siguió hablándome como si nadie más existiera en el lugar.

  • No me vuelvas a pedir que te cuente las cosas me suceden nunca más. Veo que sólo exiges, pero nunca das. Todas tus reglas valen para los demás pero nunca para ti, verdad? Pero qué mierda te sucede?

Lentamente comencé a sonreír. Todos los presentes nos miraban como si él fuera mi padre y yo un chiquillo que estaba recibiendo una reprimenda. Mi sonrisa lo irritó aún más.

  • Encima te ríes? Me estás tomando el pelo? La putísima madre que te parió- dijo al borde de montar totalmente en cólera.

  • Hermano... por qué no te calmas un poco. Nos estamos transformando en el hazmerreír del restaurante- dije señalando con la cabeza a las otras mesas.

En ese momento exacto, tomó conciencia de dónde estábamos en realidad, y se puso colorado de la vergüenza.

  • Uy!!! Perdón!- dijo dirigiéndose a los demás.- Es que si no le hablo así, no se le quita lo pelotudo- explicó.

Volvimos a tener intimidad, luego del momento jocoso.

Seguí comiendo, y nuevamente miré al muchacho que estaba cruzado de brazos, esperando.

  • Qué?- pregunté demostrando sorpresa.

  • Cómo "qué"?- dijo en forma seria.- Me vas a decir o no, qué es lo que te sucede?

  • Es que estoy enamorado, hermano- contesté bajando el volumen de la voz.

  • Sí, pero ya me lo terminabas de decir. Estás enamorado de la gorda. Eso no es ninguna novedad... lo que te sucede a ti es otra...

  • No, Junior. Eso era antes- interrumpí.- Ahora lo estoy de su hermano.

Sé que no fue su intención, pero luego de un par de burlas del estilo: "Oye hermano... por qué no vendes los derechos de tu vida a una cadena venezolana? Seguramente harían unos telenovelones de antología con ellos" o "Por qué no me invitas también a mí y a su vecina, y entre los cuatro hacemos una orgía de puta madre?, se le evaporó la risa casi por milagro.

  • Me estás hablando en serio?- preguntó dudando; y como no contesté, continuó- Sí... es verdad lo que me dices. Ay, Dios! Es que tú no vas a cambiar nunca, verdad? Siempre metido en algún quilombo... Te gusta estar en problemas, brother?

  • No... claro que no. Te piensas que mis sentimientos los puedo manejar a mi antojo?

Mi pregunta no tuvo contestación.

Continuamos con el almuerzo y me hizo prometerle que le mantendría informado con las novedades que me sucedieran.

  • Cómo está todo con tu padre, Junior?

  • Me dijo que tú le habías contado la verdad....

  • Sí- interrumpí.

  • Pues, te lo agradezco, pero realmente me hizo enojar. Se está contagiando de ti en eso de tomar las conclusiones apresuradas. Pero no te preocupes... ya está todo bien. Estuvimos platicando por casi dos horas y media. Me dijo que ya no me tenía que preocupar por mi madre; que él se encargaría de todo, y me confirmó que iba a comprarme el departamento que estaba necesitando, pero si yo le prometía que lo utilizaría para coger con mi novia- concluyó con una sonrisa.

  • Ya lo has visto... finalmente sí conozco a tu padre más que tú, Junior.

  • Sí, así parece- reconoció.

Antes de despedirnos, le pedí que me recomendara uno de esos hoteles a los que él solía concurrir con Coty.

  • Ja! Finalmente vas a debutar, hermano?- dijo en voz alta, e hizo que por primera vez en ese mediodía me sonrojara, ya que ahora la vista de todos los presentes se posaron sobre mí, mientras todos, sin excepción, sonreían.

Miré a Junior con bronca y tan sólo sonrió y dijo en voz baja:

  • Uno a uno es un empate!

20:59 PM

Un minuto antes de que el reloj marcara la hora de la cita, mi dedo estaba presionando el botón del portero eléctrico del departamento de Mónica.

  • Quién?

-Yo, Martín.

  • Zesna... te abro. Te aviso que ella no sabe absolutamente nada de lo sucedido anoche, ok?- alertó.

  • Gracias!- dije y escuché el sonido que destrababa la puerta de entrada.

Llegué al piso correspondiente y luego de hacer notar mi presencia, me permitieron el acceso al departamento.

  • Mónica está en el baño. Ya le avisé que subías- me explicó su hermano.

  • Gracias, Martín.

  • No tienes nada qué agradecerme. A qué hora volverán aproximadamente?

Miré sorprendido al gordo.

  • Seguirás controlando a tu hermana?

  • No, ya no. Ahora que tú sabes todo, no necesito hacer eso. Sólo preguntaba porque quisiera hablar contigo cuando vuelvas. Así te espero despierto.

  • Te parece bien a medianoche?- dije y le miré a los ojos.- Sucede algo?- pregunté porque noté algo extraño en su mirada.

  • No quisiera dejar pasar esta noche sin mantener una conversación contigo. Puede ser?- insistió.

  • Sí... sí, claro... por supuesto- prometí.

Mónica salió de su habitación, me saludó con un beso en la boca y noté cierta molestia en el rostro de su hermano.

Cómo se le va a ocurrir a esta pelotuda hacer ese tipo de demostraciones de amor frente a su hermano sobreprotector?

Mientras bajábamos por el ascensor, le pregunté adónde quería ir. Por supuesto que su respuesta era la que yo esperaba.

  • A un hotel!

En menos de quince minutos íbamos camino a la dirección que me había recomendado Junior.

Miré intermitentemente hacia el asiento de mi acompañante, y Mónica sólo sonreía. Cuando cruzábamos miradas, acompañé su sonrisa.

Si tenía que ser sincero en ese momento, no creía poder hacer lo que me había propuesto. Creo que ya no tenía la atracción por ella que había alcanzado hasta antes del encuentro con su hermano la noche anterior. Igualmente decidí continuar para poder medir mis límites, y por supuesto, para conocer finalmente una vagina. Poder verla, tocarla, y cogerla por primera vez.

Tanteé el bolsillo superior izquierdo de mi camisa y reconocí los preservativos que había comprado antes de ir por la gorda.

Llegamos al lugar y solicité un turno. Nos informaron la habitación y fuimos hacia allí.

Apenas entramos, Mónica se encerró en el baño y aproveché para quitarme los zapatos y las medias.

Ah! Me relaja estar totalmente descalzo sobre una moquete tan mullida.

Toqué la cama... se veía muy cómoda, aunque no tanto como la de que solía utilizar todas las noches. Encendí el televisor. Varios canales de videos porno. En ninguno había gorditos, así que apagué el aparato.

Abrí el cajón de la mesa de luz y me encontré con un par de preservativos. No los necesitaba ya que había sido previsor. Igualmente sonreí.

Diez minutos después, pregunté a Mónica si le sucedía algo, porque aún continuaba en el baño. Me informó que ya salía.

Cuando lo hizo, estaba más ligera de ropas.

  • Qué?- preguntó.- Qué estás esperando? Aún no te quitas la ropa...

  • Ah! Es que pensé que íbamos a platicar antes.

  • Vinimos al hotel a platicar? No podríamos hacerlo después? Digo para aprovechar el turno al máximo- dijo y se abalanzó sobre mí.

Perdí el equilibrio y caí sobre la cama. Con mucho cuidado se apoyó en sus brazos para no dejar caer todo el peso de su cuerpo sobre mí.

Abrió sus piernas y literalmente me montó, apoyando sus nalgas sobre mis muslos; se movió hacia delante y comenzó a desabotonarme la camisa. Cuando la tuvo completamente abierta, se incorporó.

  • Quítatela!- ordenó.

No tuve problemas en cumplir con su demanda.

Puso su palma sobre mi ombligo y comenzó a hacer caricias en círculos, llevando su mano lentamente hacia mi pecho izquierdo.

  • Me gusta!- dijo.- Y a ti?

Sólo asentí.

Ahora su caricia comenzó a descender, hasta alcanzar su punto de partida.

Cuando chocó con su propia panza, metió ambas manos por debajo ella, tomó la hebilla de mi cinturón y lenta, muy lentamente comenzó a desprenderla. Cuando lo logró, tiró de una de las puntas del cinto y lo quitó por completo. Sonrió y acto seguido sentí a sus dedos maniobrar en el botón superior de mi bragueta primero, y sobre el cierre de la misma, después.

Una de sus manos rozó mi vientre en forma deliberada y terminó apoyándola sobre él por encima de mi slip.

  • Calentito, está calentito...- dijo sonriendo y pasándose la lengua por su labio superior.

  • Y qué sueles hacer con alguien que está así?- pregunté y me mantuve expectante.

  • Hmmmm... no lo sé... ya te he dicho que no tengo mucha experiencia con respecto al sexo...

  • Pues parecía que sí la tenías...- comenté.

  • Jajajajaja! Lo dices porque soy impulsiva? Mira que también soy muy creativa. Luego de aprender, te sorprenderás de las cosas que puedo ser capaz de inventar y hacer por propia iniciativa- contestó, y debía reconocer que con coherencia.

  • Veo que ya no tienes vergüenza... eso es bueno.

  • Es que como me has dicho la otra noche, cuanto antes venciera ese obstáculo, más tiempo tendríamos para disfrutarnos en forma mutua. Era así, verdad?- dijo sorprendiéndome con su rapidez mental.

  • Sí, era algo así...- dije mientras su mano se introdujo por dentro del elástico de mi prenda íntima y sus dedos se enredaron en mis matorrales.

A pesar de que la atracción por ella casi había desaparecido, el contacto con su piel aún me provocaba sensaciones extrañas. Supongo que por ello, mi miembro comenzó a despertarse.

Su vientre estaba apoyado sobre mis genitales, y apenas comencé a tener una erección, ella lo notó.

  • Se está moviendo, cariño...- comentó- hoy sí me lo vas a mostrar, verdad?

  • Y qué te gustaría hacer con él?- pregunté a bocajarro.

  • No lo sé... tú qué me sugieres?

  • No sé... supongo que aunque nunca hayas estado con un hombre, seguramente debes tener alguna fantasía, verdad?

  • Pues... no sé...

  • A quién le tendríamos que preguntar entonces? A...- estuve tentado de nombrar a Matilde, pero eso seguramente me hubiera impedido continuar con la intención de tener sexo con ella-... tu hermano?

  • No lo nombres que lograrás que me enfríe, amor...- dijo con toda la seriedad posible.

Pensar en Martín, producía el efecto totalmente contrario en mí, tanto que mi verga alcanzó la erección máxima.

  • Ey, está muy duro!- avisó, como si yo no lo supiera- Soy la causante de este estado?- preguntó para escuchar lo que seguramente sus oídos querían en forma desesperada.

  • Acaso ves a alguien más en la habitación?- repliqué con una sonrisa.

  • Pues, no!- y sonrió luego de sacar su conclusión, que ciertamente era errónea.

  • Ajá! Pero aún no me has dicho qué te gustaría hacer con él- insistí señalando mi entrepierna con un dedo.

Abrió la boca, sacó la lengua y serpenteó con ella durante unos segundos. Luego sonrió, mientras se sonrojó.

  • Veo que aún te ruborizas...

  • No te dije que nunca he hecho algo así? Sólo contesté porque tú has insistido con mis fantasías.

  • Bueno, el tiempo corre... veamos cómo lo haces... - dije incentivándola para que pusiera manos a la obra, o más bien, boca a la obra.

Comenzó a bajarme los pantalones. Ella tuvo que salirse de encima mío para poder quitármelos completamente.

  • Wow, cariño... se ve tremendo.

  • Vas a tener que abrir bien grande la boca...- dije sabiendo que lograría hacerla ruborizarse nuevamente.

Bingo! Sucedió otra vez, pero no quitaba sus ojos de mi abultada entrepierna. La lujuria se le observaba en todo el rostro. Estaba seguro que se había sorprendido por la gran carpa que se había formado en mi slip.

Se acercó, tomó ambos costados de mi prenda y lo fue bajando mientras yo levantaba el culo para no impedirle la maniobra.

Sus ojos se abrieron como si fueran el dos de oros. Su respiración comenzó a agitarse de una manera descomunal, y su mirada no volvió a juntarse con la mía. Mi entrepierna tenía toda su atención.

Mi flecha apuntaba al techo de la habitación y ella más que sorprendida, parecía admirada. Todo era coherente. Nunca había visto un pene en su vida. Por lo menos no uno verdadero, al menos en vivo y en directo.

Lo tocó con el dedo índice y mi miembro respondió a su empujón, pero éste retornó al punto de partida como si tuviera un resorte. Repitió la operación. Ahora hizo lo mismo, pero agregó el dedo medio.

Mi órgano se balanceaba, dejándose juguetear con esta inocente criatura.

Jejejeje! En realidad, quería averiguar qué tan inocente era en realidad. Parecía serlo, pero dudaba ante la posibilidad de que estuviera fingiendo.

De pronto llevó su pulgar para hacer las veces de una tenaza con su índice, y apretó mi pene. Lo hice latir y se asustó.

Reí.

  • No seas malo, Zesna... me asustaste!- confesó.

Volvió a realizar lo mismo y esta vez sólo oficié de espectador.

Lo tomó con ambos dedos y fue corriéndome la piel hacia abajo. Dejó al descubierto toda la cabecita.

  • Te gusta?- pregunté, pero viéndole los ojos que ni siquiera se atrevían a parpadear para no perderse de nada, conocía de antemano su respuesta.

-Sí!

  • Soy todo tuyo, haz lo que quieras conmigo... y aprovecha que no es habitual que haga esa invitación muy a menudo- dije alargando mi brazo hasta alcanzar una almohada para ponerla bajo mi cabeza y cruzando mis dedos para tomarme la nuca con la mano entrelazada para mantenerme con la perspectiva de no perderme el espectáculo y tomando la posición de pasivo.

Ella se subió a la cama por mi derecha y vi que se agachó sobre mi entrepierna. Su cabello suelto me impedía poder ver el momento justo del contacto.

No importaba... Ella comenzó a acariciarme el muslo derecho con una de sus manos y a tocar con su lengua la cabeza descubierta de mi verga.

Como no podía ver, sino tan sólo sentía, cerré los ojos... y algo sucedió.

Inmediatamente en mi mente apareció Martín como el que estaba realizando lo que ella.

Fue algo imprevisto... pero alimenté esa fantasía. A partir de ese momento, deseé haber venido a ese hotel con su hermano y no con ella.

Estoy seguro que esto fue por la confesión de su Martín y no porque no me gustara esta gorda.

Nuevamente mi mente estaba en conflicto. Qué debía hacer? Entregarme totalmente a Mónica y gozar lo mejor posible con ella, o simplemente entregarme a mi imaginación que trajo a Martín a la habitación y...

Ey, esto está muy confuso!

Sentía los labios que lentamente se animaban a afirmarse alrededor del tronco de mi falo embrutecido. Comenzaron las chupadas tímidas.

La lengua acariciaba suavemente en forma totalmente arbitraria. Sus movimientos no eran simétricos. De pronto llevaba su húmedo músculo de derecha a izquierda; luego de arriba abajo; más tarde simplemente hacía círculos concéntricos.

Comencé a retorcerme...

  • Ay! No me muerdas!- grité.

  • Uy, perdón!- dijo e inmediatamente recompensó su error.

Comenzó unos movimientos de sube y baja con su cabeza sobre mi pene. Estaba verdaderamente hambrienta de sexo!

Repentinamente, comenzó las succiones y las lamidas más intensas sobre mi glande. Sentí que mi líquido preseminal empezaba a emanar para llenar su boca.

Yo continuaba con los ojos fuertemente apretado y para mí, Martín era el que me estaba haciendo sexo oral. Llevé mi mano derecha hasta que toqué su muslo y fui en busca de su nalga.

  • Corre el culo más hacia aquí- solicité.

Detuvo sus movimientos.

Sospeché que se estaba debatiendo en si acceder a mi pedido o no.

  • No entiendo... qué quieres hacer allí?- dijo totalmente sorprendida.

  • No querías aprender? Hoy tengo mucho para enseñarte- dije intentando convencerla.

Se acomodó para dejar sus nalgas más hacia su izquierda, permitiéndome tenerla más al alcance de mi brazo extendido. Mi mano se coló por debajo de su muslo y alcanzó su raja, mientras retornaba la succión sobre mi glande.

Mis dedos buscaron algún orificio que finalmente encontraron. Acaricié allí y la gordita comenzó a gemir sin detenerse en sus acciones.

  • Ahrggg! Qué estás haciendo?- preguntó sin dejar de demostrar que le gustaba.

  • Sólo tanteando uno de los agujeros que más me gusta- dije en forma perversa, pero sin faltar a la verdad.

  • Pero qué puedes hacer allí?- su pregunta me sorprendió.

Mónica era en realidad una inocente criatura? Para ser honesto, se notaba realmente sincera. No parecía saber a qué me refería cuando hablaba de su orificio trasero.

Para no asustarla, continué con las caricias con dos dedos, sin intentar en ningún momento acceder dentro de su esfínter. Ya habría tiempo para ello cuando ganara más confianza y tuviera la lubricación adecuada.

  • Te gusta mi pene?- le pregunté.

  • Ajá!- contestó sin quitárselo de la boca.

Mis ojos continuaban apretados. Seguía suponiendo que Martín era el que me estaba dando esa satisfacción.

Una de sus manos seguía acariciándome el muslo y la otra se animó ahora a tocarme los testículos. Primero lo tanteó. Luego apretó con dos dedos para conocer la textura. Acto seguido lo tomó temerosamente con toda la palma de la mano, lo sopesó, y se afirmó con los dedos cual pulpo que cierra y abre sus tentáculos alrededor de su víctima.

Me causó gracia, ya que sabiendo que no lo era totalmente, parecía estar en compañía de una persona virgen, en más de un sentido.

Estoy seguro que entre sus experiencias vividas no estaba justamente el conocimiento de lo que sucede cuando un hombre eyacula. Como me quedó claro que nunca había visto los órganos sexuales masculinos, también supuse que jamás había estado en contacto con el semen.

Su mamada la realizaba en forma bastante aceptable, aunque era evidente que estaba improvisando ya que lo hacía de manera algo torpe.

Posiblemente ya hubiera chupado algún consolador, o quizás haya sido asesorada por alguien, o tal vez lo hubiera visto en algún video porno... pero definitivamente esta era la primera vez que lo hacía.

Chupa, chupa, chupa que te chupa... chupa, chupa, chupa que te chupa...

No quería eyacular aún, porque sabía que se me terminaría todo inmediatamente. Estaba seguro que no habría una segunda vez en esta ocasión.

  • Qué te parece si cambiamos de posición?- sugerí.

Sin mediar palabras, me incorporé y ella tomó mi lugar. Aún vestía su ropa interior.

Lo primero que hice fue acostarme boca abajo encima suyo. Ella sonreía.

Fui por el broche de su corpiño y lo destrabé. Ella ofreció ayuda y se lo quitó.

Se veían tremendos, con aureolas impresionantemente gigantes. Me mordí el labio inferior y abrí la boca para ir a por ellos. Sus ojos no querían perderse detalle alguno. Chupé, lamí, mordisqueé, besé, apreté con mis dedos... en realidad lo hice con tal ímpetu que no recuerdo realmente el orden de todo lo que hice. Mientras tanto, mi pie derecho acariciaba uno de sus muslos y lentamente lo fui subiendo hasta quedar sobre su bombacha.

Ya la notaba mojada completamente. Con el pulgar de mi pie, intenté meterlo por debajo de la prenda. No lo logré ya que estaba muy ajustada. Apliqué el plan B: fui por arriba, por el elástico de la misma y allí encontré el ingreso.

Mi pie descendió por uno de sus grandes rollos. Llegó a otro más pequeño y más abajo tanteó su delicada y espaciada vellosidad. Continuó hacia su destino y arribó a su parte más húmeda. Allí insistió hasta llegar a su cueva. El pulgar fue engullido por esa abertura que destilaba fluido abundante.

Su primer temblor no se hizo esperar, seguido de un alarido que no pudo contener.

Mis labios continuaban succionando su pezón erecto que me llenaba literalmente la boca.

Rápidamente su estado se transformó en algo parecido a la desesperación. Notaba que su mano tomaba la sábana, la apretaba y retorcía.

  • Te gusta?- pregunté como si no supiera.

  • Sigue... sigue... no te detengas...

Mis chupadas se tornaron más salvajes, el dedo gordo de mi pie comenzó directamente a coger a esa vagina. Entrando y saliendo y una vez bien adentro, moviéndose en todas direcciones. Calculo que sería como un consolador multidireccional. Existe algo así?

No lo sé realmente... pero de lo que sí estoy seguro es que la gordita se estaba muriendo de placer.

Comenzaron los espasmos cada vez más fuertes y de pronto una porción de líquido bañó todo mi pie. Se notaba pegajoso y abundante y su calma posterior fue la conclusión provisoria de una vorágine de excitación que la abrasó súbitamente y que no pudo evitar. Aún así, su respiración continuaba muy alterada.

Dejé por un instante tu teta para ir al encuentro de su rostro.

  • Te gustó?- pregunté.

  • Por qué esa pregunta? Ya terminó?- replicó sin dejar de sonreír en forma por demás pícara.

  • No... para nada. Tengo muchísimo más para enseñarte esta noche.

  • Wow, Zesna... y lo que tienes es más o menos parecido a esto? Casi me matas!- dijo mordiéndose el labio inferior primero, y mostrándome la punta de su lengua después, en señal de estar abrasada por la lujuria en forma total.

  • Ni te puedes haces una idea de lo que tengo preparado para ti esta noche.

Le dejé un beso en la mejilla.

Miré el reloj rápidamente; faltaban 5 minutos para cumplir los 45 minutos de estadía en esa habitación.

  • Y ahora que estás un poco más suelta y se te ha ido la timidez, dime qué es lo que quieres?

  • No lo sé... pero por favor, haz algo con esto que me sucede... no me dejes así- dijo desesperada y atropellándose con las palabras.

  • Ni lo pienses, no tengo idea de dejar inconclusa mi labor. Aún falta una hora y cuarto de nuestro turno, tú crees que alcanzará?- dije con una gran sonrisa de oreja a oreja.

  • Jijijijijijiji! Y si no llega a alcanzar, se podría extender el tiempo, verdad?- preguntó con ansias.

  • No lo sé realmente, pero supongo que no habrá inconveniente alguno.

Toc, toc, toc toc!

Alguien comenzó a golpear a la puerta en forma desesperada.

Toc, toc, toc toc!

La sorpresa en el rostro de Mónica se asemejaba a la que yo tenía en el mío.

Toc, toc, toc toc!

  • Y esto?- preguntó con evidente molestia.- Es habitual que te molesten en momentos como este?

Toc, toc, toc toc!

  • No lo sé... no tengo ni idea qué es lo que sucede!- dije.

Toc, toc, toc toc!

Me bajé de la cama, tomé una sábana para cubrirme y fui hacia la entrada del lugar.

  • Quién es?- pregunté elevando el tono de mi voz.

  • Yo, Zesna... soy Junior. Por favor ábreme, necesito tu ayuda... no sabes lo que ha ocurrido!- contestó del otro lado de la puerta.

  • Pero, qué...?- dijo Mónica aún desnuda y abierta de piernas boca arriba sobre la cama y a mis espaldas.

  • Ponte algo encima!- le aconsejé- voy a abrir la puerta.

Una vez que acomodó una sábana sobre su humanidad, permití a Junior entrar a la habitación.

  • Qué pasó hermano?- pregunté.

  • Zesna, por suerte te encuentro... no tengo tiempo para dar explicaciones ahora... por favor, debes acompañarme.. es muy urgente!- dijo en forma desesperada.

Sin decir palabras, tomé mis ropas y me las puse lo más rápido posible. Saqué la billetera de mi bolsillo, tomé dinero y se lo di a Mónica.

  • Lo siento, amor... toma el dinero para un taxi. Espero que me disculpes, pero lo urgente es lo primero- dije y le di un beso en la mejilla.

Su rostro estaba prácticamente petrificado.

Sin palabras, sin ninguna emoción más que una sorpresa inaudita, y sin poder reaccionar, me vio dejar la habitación junto con Junior como si ambos fuéramos los otros yo de Barry Allen, alias The Flash.

CONTINUARÁ.

Si te gustan los relatos de gorditos, no dejes de leer de Renan, un querido amigo (y gordito): "Zacek, el gordo amistoso (parte 1)":

http://www.todorelatos.com/relato/41365/