Hermano de un capullo

Un día descubrí al capullo de mi hermano masturbándose y mi vida se convirtió en una pesadilla

Me llamo Eduardo y soy de una ciudad de España. Tengo 18 años, estoy en mi primer año de Derecho y soy un chico bastante normal, guapete, o eso dicen, y con un cuerpo bastante marcado porque suelo hacer mucho deporte.

Mi hermano se llama Álvaro y tiene 23 años. Estudiamos en la misma Universidad, en nuestra ciudad, por lo que continuamos viviendo en casa de nuestros padres. Álvaro es un capullo, con todas las letras. El típico tío cachas, que se sabe guapo y del que van detras todas las chicas de la univerdad. Nunca nos hemos llevado muy bien, pero desde que estamos ambos en la Universidad (él no es un gran estudiante) se preocupa bastante de dejar claro que es mejor que yo en todo lo que puede.

El día en que mi mundo se vino abajo empezó bastante normal, yendo a clase y luego a correr 10 km. Cuando llegué a casa me di una ducha caliente para relajarme y me metí en mi cuarto a escuchar música con los cascos puestos mientras me leía un libro. Cuando llevaba bastante rato leyendo necesité ir al baño. En nuestra casa hay 2 baños, uno en la habitación de mis padres, tipo "suite", y otro que tiene dos puertas que dan a la habitación de mi hermano y a la mía, es decir, el baño unía ambas habitaciones.

Era bastante cómodo, pero había un problema: para tener algo de intimidad tenías que acordarte de echar ambos pestillos, y además sólo se podía cerrar por dentro del baño, por lo que mi cuarto no tenía pestillo, ya que se podía acceder al mismo desde el baño.

El caso es que todavía con los cascos puestos entré al baño y nada más abrir la puerta me di cuenta de que tenía que haber llamado, ya que estaba mi hermano con el móvil en la mano viendo a una tía con unas tetas enormes comerse un par de rabos del tamaño de mi brazo, y con la otra mano frotándose el glande cubierto de jabón. Hacía mucho tiempo que no veía el rabo de mi hermano y eso había crecido bastante. Yo no calzo mal, pero eso me superaba.

No supe reaccionar y me quedé mirando cómo le palpitaba la polla durante 5 segundos, hasta que me di cuenta y cerré la puerta de un portazo y me volví a tumbar en la cama. A los 5 minutos entró mi hermano con la cara roja (entiendo que del sofoco del pajote que se acababa de hacer) y se quedó mirándome.

  • ¿Qué haces? - Me dijo.

  • Leer, ¿no lo ves? - dije quitándome los cascos.

  • Pues sigue leyendo, y no sé qué habrás visto, pero como si no hubieras visto nada, ¿Eh, pequeñín?

Odiaba que me llamara pequeñín. Así me llamaba mi madre siempre y él lo utilizaba para dejar claro que era menos que él, más abajo en la cadena alimenticia. Así que lo siguiente que dije marcó un antes y un después en nuestra relación:

  • Vale, ... pajero - Conforme lo decía me estaba arrepintiendo, pero ya fue tarde. Se abalanzó sobre mí y empezó a pegarme pescozones.

  • ¿Qué me has llamado, enano? - decía sin parar de pegarme - ¿Tanto te ha marcado verme machacádomela? No sabía yo que tenía un hermano mariconcete.

  • Álvaro, déjame en paz!!!

Lo tenía encima y sabía que tenía todas las de perder.

  • Mira mariquita, vas a darme un besito en el rabo que acabo de ordeñar, ok? Sino no te dejaré en paz.

  • Tú estás loco! Déjame en paz o te vas a arrepentir! - dije intentando marcarme un farol, que ninguno de los dos nos creímos.

  • ¿Acabas de amenazarme? - Y se quitó el pantalón del pijama, sacando el rabo dormido por la apertura del calzoncillo - Vanga, que en vez de un besito vas a pasarme la lengua por el glande, que todavía debe saber a leche calentita.

Estaba sentado sobre mi pecho y con sus rodillas me sujetaba los brazos, por lo que me tenía a su merced. Acercó el rabo a mi boca, me tapó la nariz hasta que no pude respirar y me metió la punta durante unos segundos. Cuando abrí los ojos ví el flash del móvil, se guardó la polla, se levantó y salió de la habitación mientras decía:

  • Esto acaba de empezar - Y cerró la puerta de la habitación.

Yo no supe a qué se refería ni para qué quería la foto, pero tampoco le dí muchas vueltas. Nos habíamos peleado otras veces y, aunque nunca había hecho una guarrería así, siempre intentaba dejarme de marica (nunca hablé con nadie de mi orientación sexual, pero un chico de 18 años que nunca había tenido novia siendo guapete, cantaba un poco).

Repasé un poco los apuntes de esa semana y me metí en la cama temprano.

A la mañana siguiente me desperté y miré el móvil como siempre. Tenía un correo electrónico de Álvaro con la foto del día anterior y un mensaje que decía: "Como no me hagas caso la verá toda la facultad, a mi no se me ve la cara, pero a ti se te ve comiéndote un rabo... tú mismo"

Mi cabreo era monumental. Me levanté y fui a la cocina. Estaba en calzoncillos desayunando cereales tan tranquilo.

  • ¿Qué cojones crees que haces mandándome ese email?

  • Tranquilízate o te vas a arrepentir - Decía sonriendo.

  • ¿Pero tú te crees que esto es un juego o qué? ¿Sabes cómo me dejarías si envías esa foto?

  • Claro que lo sé, por eso sé que vas a ser obediente, empezando ahora mismo. Recoge la cocina y ve a hacerme la cama mientras me ducho. - Y se levantó dirigiéndose hacia el baño.

Yo me quedé con toda mi rabia, pero preferí seguirle el juego un poco, a ver si se cansaba. Recogí la cocina y fui a su habitación. Se oía la ducha abierta, por lo que me puse a hacer su cama. Una vez hecha me disponía a salir de su habitación cuando se abrió la puerta del baño y salió con la toalla alrededor de la cintura, pero se veía claramente que su rabo estaba empujando por debajo. El tío cerdo estaba empalmado y sonreía.

  • Que estaba en el baño pajo la ducha y mi polla ha cobrado vida. Iba a pajearme pero me he acordado de que a ti te gustó mirarme, así que te vas a sentar en la cama y me vas a mirar como me la machaco - dijo quitándose la toalla, por lo que su polla saltó como un muelle.

  • Tú estás chalao - dije dándome la vuelta y dispuesto a irme de la habitación.

  • Tú sabrás lo que haces, pero o me haces caso o le mando la foto a Juan, que sabes que te tiene ganas.

Juan es el mejor amigo de mi hermano y un cabrón de los grandes. Un día se metió conmigo en el instituto y yo le dejé en ridículo, por lo que me la tiene jurada desde entonces.

Me volví a sentar en la cama mirando al suelo.

  • He dicho que me mires mientras me pajeo - dijo el capullo de mi hermano.

Levanté la mirada y empecé a ver cómo le daba a la zambomba.

  • Te gusta, eh pequeñín? Sabía que te gustaban las pollas. Te voy a enseñar lo que es una buena corrida. - Decía mientras jadeaba. Tenía la polla a mil, creo que le ponía el humillarme tanto, pero no imaginaba lo que pasaría a continuación. - Tengo la polla muy reseca y me estoy haciendo daño, ve a por jabón.

Me levanté para entrar al baño, pero al pasar por su lado me agarró y me dijo: - Pensándolo mejor, bastará con un poco de saliva - Y de un tirón me puso de rodillas dejando su rabo en mi cara.

  • Mira gilipollas, no soy marica ni nada, pero estoy a 100 y estoy harto de pajas, así que saca la lengua y lubrícamela un poquito para que pueda terminarme la paja rápido. Venga, saca la lengua y procura que tenga babas de sobra.

Yo me asusté porque nunca pensé que fuera capaz de eso, así que instantáneamente abrí la boca y saqué la lengua. Él empezó a pasar el frenillo por mi lengua frotándose el glande con los dedos y sin dejar de mirarme.

  • Buah chaval que calentita está tu lengua, venga lame un poquito el glande anda, que esto da gustito - Y empezó a  mover la polla sobre mi lengua, lubricándosela. Le gustaba este juego de dominación porque tenía el capullo todo rojo. - Venga putita que en vez de terminar con una paja creo que vas a seguir lamiendo tú, que estoy a punto, vamos mueve la lengua sólo por el capullo, así, así, sigue frotando. Mira qué brillantita está mi polla gracias a mi hermanito.

Yo ya ni pensaba en nada, sólo movía mi lengua sobre su rabo mirando abajo.

  • Edu, mírame mientras me lames el rabo. - Se la cogió fuerte y empezó a frotarla duro sobre mi lengua, sin metérmela en la boca. La tenía durísima y sabía que aquéllo iba a terminar mal para mí.

  • Ahora vas a hacer exactamente lo que te diga: Vas a seguir lamiendo muy rápido centrándote en la raja por donde sale la lefa. No pares por nada del mundo. Venga empieza rápido mientras te sigo explicando.

Yo le hice caso, no tenía más opción.

  • Así putita, así. Muy bien zorra, sigue lamiendo. Cuando vaya a salir la lefa te voy a avisar y vas a cubrir con tus labios sólo la raja por donde va a salir la lefa, sin dejar de pasarle la lengua. No quiero que se salga ni una gota, pero no te metas mi polla en la boca, que eso lo dejaremos para otro día. Buff, qué lengua tienes enano, me tienes a mil. Venga anda, sigue que casi desayunas ya.

Me echó un gapo en la lengua para mojarla un poco y siguió sujetando su polla para que la lamiera. - Ya enano! venga lame y pon bien la boca que te voy a dar tus vitaminas, CHUPA ZORRA OHHHH SIIIIII NO PARES NO PAREEEESSS AHHHHHH!!!!

Empezó a echarme chorros de lefa en la boca, uno detrás de otro. Al menos fueron 10 chorros de leche caliente y espesa.

Cuando terminó sólo me dijo: - Traga

Me tragué su leche, me levanté y me metí en mi cuarto mientras le oía decir: - Si lo llego a saber, lo hago antes. Vete a clase.

CONTINUARÁ...