Hermanitos (9)

Me puse frenética, mi hermano se vino en mi culo y yo tuve un orgasmo líquido que me dejó al borde de la inconciencia.

HERMANITOS (9)

LA CENA, LA QUE TE TOCA TE TOCA.

Antecedente: Hermanitos (8).

Al concluir los tres relatos de otras tantas historias incestuosas, Kalena, Verónica y yo (Nayeli) nos abrazamos para felicitarnos y del abrazo conjunto siguieron besos y caricias, cual más de emocionados, cuando sonó el Cel (móvil) de Kalena. Era su papá que no se nos fuera a olvidar la cena de despedida, será a la 8:00 de la noche. –Será sólo para los seis, yo les avisaré más tarde en donde es –dijo Kalena y agregó –Si no tienen inconveniente, llevaremos los vestidos de en la mañana, pues les gustaron mucho a nuestros hombres y no les dimos la oportunidad de quitárnoslos. –Me parece que sí respondí, no los usamos ni media hora y agregó Vero: -las razones que esgrime Kale, me parecen de lo más convincentes.

-Kale nos regresó al hotel. Nos veríamos más tarde. La cena fue en el restaurante principal y estuvo deliciosa, la bebidas generosas y el baile fue de todos contra todos. Lo abrió Huberto sacando a bailar a Vero. Kale sacó a Carlos y yo bailé encantada con César a quien me pegué lo más que pude. A decir verdad, con cada hombre que bailaba, me le pegaba y cuando la estatura era acorde, bailábamos de cachetito y si las circunstancias lo permitían, les sobaba sobre el pantalón la verga, que en todos los casos estuvo parada.

Kalena dijo: -Si les parece, podemos tomar la última copa en la suite de al lado, está todo servido. –Todos de inmediato nos dirigimos hacia allá. Tome del brazo a Carlos y eso propició que nos fuéramos, cada quien con su pareja. Entramos, había una mesa como de juntas con seis lugares con una gran variedad de bebidas al centro. Serví la copa de Carlos y la mía y las chicas hicieron lo propio. Cada quien pronunció su brindis.

Concluida la copa Kale dijo: -los invito a jugar. –Huberto preguntó –¿Qué juego? –Kale respondió: -Se llama, “La que te toca… te toca”. -¿Cómo se juega? –Preguntó César. –Verán -dijo Kale –en la suite de al lado, hay tres recamaras, la puerta de cada una tiene un número y en cada recámara  estará una de nosotras. En esta copa hay tres papeletas dobladas, cada papeleta tiene apuntado en número de una de las puertas. En su momento, los caballeros decidirán como determinan el orden para sacar papeleta. Como hay una recámara king-size y dos queen-size, las chicas, cuando estemos allá, nos las sortearemos. Ahora nos vamos las chicas, nos dan diez minutos y los caballeros entran a la recámara que les tocó en el sorteo. En una hora y diez minutos, a partir de ahora, nos reunimos aquí todos otra vez y las chicas platican quién les tocó y qué hicieron.

-Regresamos. –Kalena preguntó -¿Quién quiere comenzar? –Yo –contestó Vero y habló: -Estaba en la recámara grande, tendida boca abajo, totalmente desnuda, sobre la cama. Oí cuando se abrió y se cerró la puerta, quien entró, lo hizo en silencio. Oí como se desvestía y eso, me llenó de emoción. Sentí cunado se subió a la cama por mi costado derecho. Permaneció en silencio a mi lado, sin hacer nada, supongo que me observaba. Se prolongó el tiempo de observación y comencé a preocuparme, tuve ganas de abrir los ojos y voltearme; pero sentí un beso tierno sobre mi hombro derecho. No tenía bigote, se descartaba mi papito. Los besos continuaron, se fueron modificando de tiernos a más bien lascivos. Llegó hasta mi cintura, saltó a mis pies, subiendo por las pantorrillas, que lamía y succionaba, en un cambio de posición, me rozó, sin proponérselo con   su verga y grité emocionada ¡Huberto! Y me voltee y lo abracé y lo besé con locura. Me fui a su verga. La verga más grande que he visto. La acaricié con las dos manos, la pasaba por mi cara, por mis senos, por mi cuello, la besé con pasión, con lujuria, yo ardía, mi vagina palpitaba, lamí  esa hermosa verga en toda su longitud, introduje el glande en mi boca y lo succionaba con desesperación. Huberto me tomó en sus brazos, Me besó con mucha ternura, me depositó en la cama, se tendió sobre mí, sentía su enorme verga palpitando sobre mi abdomen y en sus movimientos, tocaba mis senos, lo que me hacía estremecer. Por fin me la metió, quería hacerlo despacio, pero yo me empujé hacia él clavándomela de un tirón lo que me hizo enardecer y me movía como loca retorciéndome y gimiendo de placer. Fue tal mi calentura que contagié a Huberto y se vino a raudales dentro de mí, permanecimos así, fuertemente abrazados durante un rato, ya calmados, lo besé y fui a limpiar su verga de los residuos amorosos y lo hice con la boca y saboree la mezcla de mis jugos con su esperma. Y aquí nos tienen.

_Kalena tomó la palabra: -no tenía ni la menor idea de quien pudiera tocarme. Por un lado, quería que fuera mi pa quien entrara por esa puerta, pero por otro y dadas las circunstancias, quería tener una aventura sexual con un hombre, con la anuencia de mi pa. Dejé ligeramente entreabierta la puerta del baño para que saliera algo de luz, muy poca y apagué todo lo demás. Me paré a un lado de la puerta, así cuando abriera mi pareja, no me vería y le daría algo de emoción extra a nuestro encuentro. Mientras esperaba, me sentí nerviosa desde mi escondite, nerviosa y anhelante. Se abrió la puerta y era Carlitos, casi brinco de mi escondite y me le echo encima. Pero aguardé, cerró la puerta tras de sí, sin voltear, se quedó parado, como deduciendo que está pasando, quien me tocó y a qué está jugando. Me aproximé silenciosamente, lo abracé desde atrás e impedí que volteara con mi propia cabeza. Abrazó mis brazos que lo rodeaban y de inmediato dijo –Kale, Kale hermosa. –Lo solté, giró y nos abrazamos y besamos una y mil veces. Acariciaba mis nalgas, bajó las manos, encontró el borde de mi vestido, lo subió y  siguió acariciando mis nalgas ahora desnudas, yo notaba su alegría y me alegré con él, comencé a desvestirlo, me hice un poco para atrás y me saqué el vestido por abajo. Regresé, lo terminé de desvestir, nos abrazamos desnudos y comenzamos a bailar y él me dijo, -que inmenso placer me causa tenerte, tan hermosa que eres y desnuda en mis brazos. –Como yo no sabía que contestar a ese piropo, lo besé.

Nos fuimos a la cama, me tendí boca arriba y vino conmigo, lo recibí con las piernas abierta, tomé su verga y me la metí. Nos movimos lentamente, disfrutándonos, suspirando, amándonos, en una forma de amor diferente. Acaricié su espalda y bajé mis manos y acaricié sus nalgas y vi que le gustaba, encontré su raja y la acaricié y eso aceleró su orgasmo y jaló el mío, que fue largo, profundo, delicioso. Te va Na –terminó diciendo.

-Yo esperaba que fuera César, quería que fuera César, quien me tocara. Así que saqué de mi bolsa las pantaletas que traía puestas en el vuelo México – Oaxaca. Puse una silla, para inclinarme hacia la vidriera y que al subirse el vestido se viera una parte pequeña de mi panti y así me quedé para esperar a que entrara. Por fin se abrió la puerta y en la vidriera vi que era César y mi puchita empezó a manar sus jugos amorosos. Se acercó, se arrodilló y comenzó a chupar mi tanga, mientras acariciaba mis muslos. Me salía más líquido y gemía de placer. Por fin sacó mi calzón y me lamió mi vagina ansiosa palpitante escurriendo… Le pedí a César que fuéramos  a la cama para hacer un 69. Me saqué el vestido, lo ayudé a desvestirse, nos abrazamos muy fuerte y nos besamos con mucha pasión. Se tendió boca arriba y yo me tendió sobre él encontrada. Lamí su verga para saborear su delicioso líquido pre seminal, mientras él sorbía mi vagina para deleitarse con mi abundante flujo erótico. Rodee con mis labios el cuello de su verga, dura como el acero y suave como un plátano y la sorbía sin cesar, mientras mi lengua se daba un festín con su delicioso glande.

Luego, me levanté y me senté en su abdomen, tomando sus manos para que acariciara mis senos y me hacía gemir de placer. Me levanté un poco, vi que dejaba sobre su panza un charquito de mis jugos ardientes y sin que él me soltara los senos, me encajé su verga, lo que me hizo retorcerme y gemir. Sentada en el trono de la reina, exploré ángulos y profundidades de penetración. Eché mi cuerpo hacia atrás y apoyándome con ambas manos sobre la cama, hice mete y saca, mi perrito mordía su presa con furia y la verga a su vez, respondía con igual furia frotando mi punto “G”. Cuando sentí que me venía un gran orgasmo, cambié de posición y sin salirme, fui a besar a mi amor y en esa postura se desencadenaron las convulsiones que acompañan a mi orgasmo líquido, él gemía también pues se estaba viniendo dentro de mí.

Me bajé y toda desmadejada, me acosté junto a él, me abracé a su brazo que estimulaba mis senos y podía sentir en forma muy agradable que su mano estaba pegada a mi pubis. Me guardé para mí que luego que me serené un poco, besaba su rostro agradecida diciéndole te amo César, te amo y que él me dijo que me amaba también y mucho y que yo era la mujer más bella que había abrazado en su vida y la única con perrito que le había tocado.

Cuando terminé mi exposición, Huberto se dirigió a todos: Cuando pensé ampliar el Hotel las Veigas, hablé con quien fuera mi maestro de ingeniería en la práctica, tu maestro en la Universidad César, el papá de Carlos y Nayeli, El Sr. Ing. Héctor Valencia. Vimos que se requería la participación de socios para que juntáramos un 50% del costo proyectado y solicitar así, créditos para cada quien del otro 50%. Lo cual, les notifico que hemos logrado, en cuanto se firme la sociedad ante notario, podremos firmar con ellos los contratos financieros. Por cierto, hay un inversor más, al mismo nivel nuestro, que consiguió el Ing. Valencia, se trata del Sr. Miguel de los Montes –interrumpiendo a Huberto, exclamé: el papá de Caridad, a lo que contestó –Sí, la inversión estará a nombre de Caridad de los Montes. Si consiguiéramos un socio más, nuestros créditos estarían más manejables. –Entonces César dijo, Verónica y yo, hablaremos con su madrina, la Nena Corkera, tiene la capacidad para hacerlo.

-Bien -dijo Huberto –el caso es que, Kalena y yo hemos conseguido, además de socios, a muy grandes amigos y confidentes en ustedes, porque tenemos algo en común, amamos a nuestras hijas y hermana como nadie en el mundo y ellas nos aman en igual manera y ustedes, me refiero a los cuatro, son sinceros, honestos, festivos y cogelones como no he visto. Y mi hija Kale ha estado feliz con ustedes, yo nunca la había visto tan feliz desde su “fiesta de XV años” (expresión común en México para referirse a la fiesta del XV aniversario de nacimiento de una niña que ese día, vestida de largo, comienza a ser señorita).

Como por otra parte estamos enterados que Vero, por ejemplo, quien es totalmente feliz de ser la mujer de su propio padre, necesita un esposo legal para la ejecución a su favor de la herencia de su madre y Carlos y Nayeli que a vista pronto son felices juntos, tienen encima la sombra de la tristeza infinita de su madre y la inconformidad simulada de su padre. De principio, Kale y yo pensamos que si se casaban entre los cuatro, arreglaban su asunto. Pero ahora que los conocemos mejor, hemos pensado en proponerles, que nos unamos entre los seis para constituir una sola familia para que en medio de la felicidad, seamos los dueños y por lo tanto trabajaremos y cuidaremos juntos del nuevo Hotel las Veigas. Entendiendo que los lazos legales serán un complemente y no un obstáculo para las parejas incestuosas que hoy, con tanto gusto formamos.

-Todos aplaudimos a Huberto con mucha alegría, señal inequívoca de la aceptación unánime. De modo que Huberto, se puso de pie, y volvió a tomar la palabra. –Sr. Ing. César Covarrubias solicito formalmente en matrimonio, la mano de la Srta. Verónica Covarrubias. –Antes de que César pudiera contestar, Vero se levantó gritando: Sí papito, di que sí, -fue a alcanzar a Huberto, se colgó de su cuello, Huberto la cachó con los brazos extendidos. César contestó –claro que sí, Vero mi hijita linda, tu felicidad es mi prioridad. Huberto, mi respuesta es sí. –Se besaron muy apasionadamente y todos aplaudimos.

Mi hermanito Carlos, se levantó y con la misma formalidad y palabras semejantes pidió a Huberto la mano de Kalena. Kale se quedó como petrificada, helada, con la cabeza sumida miraba a su papá. Huberto por fin dijo: -Carlos La que te toca… Te toca. Ya te tocó mi Kale, adelante. Kale respiró, se levantó, se fue al lado de Carlos y se dieron un gran beso, que aplaudimos entusiasmados todos.

Se levantó ahora César, pero yo no le solté la mano y dijo algo así, sin tanta formalidad, -Ing. Carlos Valencia, te pido en matrimonio la mano de Nayeli. Carlos se puso de pie y dijo –Claro que sí César; pero sabes que tendrás pedirla a Papá. –A lo que contestó César –lo haré encantado. –Me paré y besé fascinada la boca de César.

-Vamos todos a Michoacán –dijo Huberto -pues además de la pedida de mano y de planear la boda, tenemos que hablar cosas de negocios con el Ing. Valencia. -Como manifestamos aprobación, dijo Huberto: Kale vamos a fletar un avión, para pasado mañana. –Disculpen –intervino Carlos –Na y yo preferimos llegar primero con nuestros papás, para prepararlos y luego les avisamos, seguro que ellos querrán hacer una fiesta para la petición de la mano de Nayeli y para que yo presente a mi novia, Kalena. –Perfecto –dijo César –porque así aprovechamos para ir y platicar con la madrina de Vero, tanto lo de la boda, como lo de su participación como inversionista en este proyecto. –Entonces habló Huberto: -bien, entonces esperamos tu aviso Carlos para ir a Michoacán.

-Nos dimos las buenas noches con abrazos y besos y nos fuimos las parejas incestuosas, cada una a su dormitorio.

Mi hermanito y yo nos acostamos vestidos nos abrazamos muy juntitos y así conversamos:

–Sabes hermanita, mañana en la mañana les hablamos, tú a madre y yo a papi y los ponemos al corriente, aunque se ve que Huberto le informa todo a papi, más vale que lo hagamos nosotros también, desayunamos y vemos con Kale lo de rentar un avión que nos lleve a casa a ti y a m.í

-Sí hermanito. Estoy asombrada de cuánto ha cambiado nuestra vida en un par de días. Dos días en los que he cogido muchísimo, como nunca me imaginé. Eso, además de darme mucho placer, lujuria, dicha y felicidad, me ha servido para encarame a mí misma y saber así, que yo te amo profundamente, que mi amor por ti, es intenso, verdadero y que no te dejaré nunca. Nunca te dejaré de amar,  y sonriendo y con cara pícara añadí: ni de coger hermanito.

-Me pasa algo semejante hermanita. ¿Sabes? El otro día que cogiste tan lúbricamente con César y te sentiste mal y me llamaste. En cuánto oí “manito” en tus labios, en automático pegué un brinco y no me importó nada y fui a tu lado, me di cuenta de lo mucho que me importas, tú, tu salud, tu bienestar, por lo mucho que te amo hermanita. Por eso te digo para que la palabra “manito”, que fue la primera que pronunciaste, será una clave entre nosotros, cuando me necesites para lo que sea, cuando te sientas en peligro o te sientas mal, grítame manito y yo iré a tu lado esté en donde esté.

-Le dije, gracias manito y comencé a  acariciarlo, me siguió el juego, nos desnudamos, me acarició los senos, me los besaba, los lamía y mamaba. Cada acto suyo, me calentaba más y más, sus besos hacían que me estremeciera, su lengua me producía pequeñas descargas eléctricas que recorrían mi cuerpo y repercutían en mi vagina que se humedecía más y más y la succión de mis crecidos pezones, simplemente me volvía loca. Cambiamos de postura, hicimos el 69, como disfrutaba su verga dentro de mi boca, la introducía en mi garganta, buscando los espasmos que éso le producía, luego la sacaba y sólo dejaba el glande adentro para agasajarlo con mi lengua y mi hermanito se retorcía de placer y repetía el ciclo, mientras él besaba y lamía mi vagina y titilaba con la punta de su lengua mis labios mayores, mi clítoris y mi agujerito y en cada caso me ´ponía al borde del desmallo.

Yo estaba calientísima, quería la verga de mi hermano dentro de mí, se lo dije, me puso boca arriba, se tendió sobre mí, me la metió y se movió con gran vigor y velocidad. Cada fricción de su verga en las paredes de mi vagina, me producía un gran placer y mi perrito pulsaba ansioso la verga de mi hermanito. Me pidió que me pusiera en cuatro, lo hice, me la metió por la vagina, me tomó de la cintura y se movió muy rápido, en eso, se salió y me la metió por el ano. Me puse frenética, mi hermano se vino en mi culo y yo tuve un orgasmo líquido que me dejó al borde de la inconciencia. No me importaba nada, estaba cogiendo y brindando placer a mi hermanito adorado. (Continuará).