Hermanitos (6)

Por fin, soy la mujer de mi hermano.

HERMANITOS (6),

[REVISADO]

POR FIN, SOY LA MUJER DE MI HERMANO.

ANTECEDENTES:

Soy Nayeli, ciudadana mexicana, nací en el seno de una familia conservadora en una pequeña ciudad provinciana. Somos cuatro: mis padres, mi hermano Carlos, el amor de mi vida, quien me lleva 12 años y yo, claro. Ver Hermanitos (5).

Luego de la primera relación entre nosotros, decidimos ir de Luna de Miel a Manzanillo, Colima. México.

Al regresar del Hotel las Hadas, en Manzanillo, aprovechando la ausencia de Nelly, su esposa, mi hermano y yo vivimos como marido y mujer, en eso, llega Caridad de lo Montes, quien nos platica que ha dejado el convento y vivimos con ella una experiencia inolvidable, [Hermanitos (4)].

REGRESA NELLY, LA ESPOSA DE MI HERMANO.

El día que Nelly llegaba, partimos al aeropuerto. Carlos llevaba el coche de Nelly y yo lo seguía en mi minicooper. El vuelo llegó conforme a lo programado. Vi a lo lejos a Nelly, venía del brazo de un hombre apuesto, elegante, más que maduro, quien prudentemente se hizo a un lado, mientras Nelly nos saludaba. Me dio un abrazo y un beso, se portó muy amable conmigo. Llevó a Carlos a un lado. Algo platicaron.

Carlos le tendió las llaves de su coche junto con el boleto del estacionamiento. Nelly me hizo adiós con la mano. Alcancé a mi hermano y lo abracé muy tiernamente, sin importarme si Nelly nos veía o no. Carlos me rodeó la cintura, mientras me daba un beso apasionado, yo sentía renacer el fuego sexual en mi cuerpo, incrementado por la sensación tan agradable de percibir que el pene de Carlos se erectaba palpitante sobre mi cuerpo. Soltamos el beso y me invito a cenar.

Lo hicimos en el Hotel Camino Real del propio aeropuerto, en donde desayunamos hace dos meses y fue ahí en donde le entregué a mi hermanito el tesoro que le guardaba, mi virginidad.

Carlos me platicó que Nelly se había ido para siempre, pero que no sentía la menor tristeza porque estaba seguro que yo aceptaría ser ahora su mujer, a lo que contesté que era mi momento de mayor felicidad porque al decírmelo, me había probado que él también confiaba en que, juntos encontraríamos la felicidad.

Me preguntó si quería que tomara una habitación, le dije que no, que quería estar en la casa, en nuestra cama matrimonial para pasar en ella nuestra primera noche de marido y mujer.

Cenamos rico, brindamos por nuestra felicidad, en nuestra nueva vida que comenzaba en ese momento. Hicimos planes para nuestra vida en común, que incluía a Caridad. Le platiqué de Marina y le pedí que la conociera, él estuvo de acuerdo.

De regreso me comentó que Nelly le había dicho algo así, -éramos amigos antes de casarnos, muy buenos amigos. Siempre pensé que el casarnos era un acto e amistad tuyo (de Carlos) para que yo obtuviera más rápido mi nacionalidad, lo que así fue, cosa que te agradezco. Entonces, porqué no seguimos siendo amigos. –Dijo además, que le urgía realizar su tesis de doctorado y que por eso se iba a vivir con su asesor. Que quería divorciarse con urgencia para estar libre cuando apareciera el millonario indicado.

Llegamos a la casa, apenas traspusimos el umbral, nos besamos tiernamente en medio de un abraso, estático primero, que fue adquiriendo movimientos, acariciándonos mutuamente las espaldas y las nalgas. Entre beso y beso, nos fuimos desvistiendo y caminando hacia el salón, la ropa quedaba sembrada en el piso conforme avanzábamos, mientras yo sentía que mi cuerpo ardía y temblaba placenteramente; e tanto mi cuevita palpitaba llena de ansía amorosa y fluía incesantemente.

En el salón cayeron las últimas prendas, me levantó en vilo y subió conmigo en sus brazos, hasta que me depositó con toda suavidad en nuestra cama (king size). Se tendió sobre de mí, nuestros sexos quedaron juntos, su pecho sobre mis senos, su brazo derecho bajo mi cuello, su mano izquierda acariciaba la parte lateral de mi seno a su alcance. Cada centímetro de mi piel, cada molécula, cada célula de mi cuerpo, entraba en comunicación con la célula correspondiente de mi hermano, el amor de mi vida; entre ambas generaban una pequeña corriente eléctrica, imperceptible en sí misma, al sumarse, me producían retorcimientos placenteros a lo largo de mi cuerpo, que me sumían en un letargo lascivo, quería más, pero disfrutaba tanto lo que me ocurría que no quería moverme, quería seguir así por el resto de la noche, de la vida.

Fue el pene de Carlos el que rompió esta etapa de sensualidad extrema, comenzó a cabecear sobre mi conchita que hervía y sus líquidos trastumbaban el cáliz que los contenía. Fue ese flujo el que condujo al pene a la entrada añorada. Así que, la encontró y entró muy suavemente, cada milímetro de avance me producía sensaciones alucinantes, el roce de ambos sexos, el erotismo lento y exquisito y el ansia loca de ser penetrada de una vez hasta el fondo; mi perrito por su parte, mordía contento la verga de Carlos que de vez en vez palpitaba en el interior de mi vagina, produciéndome sensaciones maravillosas. Nuestras bocas intercambiaban palabras amorosas con besos cachondos.

Carlos me pidió que cerrara las piernas, lo hice, él también colocándolas sobre las mías. Soportaba yo el peso completo de mi hermanito que me tenía inmóvil y llena de verga. Duramos así, no sé cuánto tiempo, en el que las micro corrientes eléctricas, recorrían mi cuerpo sin cesar, manifestándose en leves convulsiones que arrancaban de mi garganta sonidos indescriptibles, pero supongo que armoniosos, que Carlos secundaba con los suyos más graves. Cuando Carlos se levantaba un poco, llegaba hasta mi nariz el aroma de nuestros sexos excitados.

Me invadió una gran dicha al pensar, que ya no se trataba de la ilusión de adolescente de ser desvirgada por su hermano, ni de la locura de una luna de miel en un lugar maravilloso, ni de la circunstancia de jugar a la esposa de mi hermano, mientas mi cuñada viajaba. Aquí estaba, en la cama marital de la casa de mi hermano, con la verga adentro, convertida en su mujer, su esposa y me sentía feliz, llena de él para siempre.

Percibí entonces, que el pene fraterno se inflamaba y palpitaba sin cesar, comprendí que mi hermano estaba por venirse dentro de mí, las corrientes eléctricas, ahora intensas que recorrían mi cuerpo, hacían que todo me temblara, sentí cuando mi hermano explotaba en un orgasmo que lo hacía gritar, grité también y exploté en chisguetes líquidos copados por la pelvis y los huevos de mi hermano, me apreté fuertemente a él, a la vez que le decía: hermanito, hermanito te amo. Carlos se puso de lado sin sacar su verga, quedamos abrazados y en seguida, con las piernas temblando todavía, me dormí.

Sonó el despertador, cobré conciencia en los brazos de Carlos y me sentí feliz. Le di un beso e la mejilla y me levanté. Me fui desnuda a mi recamara, mientras pensaba, debo traer toda mi ropa a la recamara matrimonial. Me puse la bata, me lavé las manos y bajé a la cocina para meter naranjas al exprimidor. Recogí la ropa tirada por doquier el día anterior. Subí los dos jugos, me senté en la cama, desperté a mi esposo con la frase, jugo fresco hermanito, brindemos.

Me metí a bañar, el baño era grande, dos tasas sanitarias, dos lavabos, dos regaderas sobe una tina y un vidé. Me fui a vestir a la que, desde ahora, será la recámara de huéspedes, pues la otra, como seguramente recuerdan es la de Caridad. Bajé a preparar el desayuno de ambos, en la escalera oí sonar el despertador de Carlos, pues, aunque ya no me llevaba a la facultad, seguía levantándose temprano para desayunar juntos. Me comentó entonces,

-Es viernes, si quieres, nos vemos en la Cava para comer.

-Perfecto, le diré a Mariana para ver si nos acompaña.

-Asunto arreglado –me contestó -¿Sabes? Papá tiene una cabaña en Huatulco. ¿Qué tal si, el siguiente fin de semana, que es largo, nos vamos para tener la segunda parte de nuestra luna de miel?

-Me encanta tu plan, entonces, este fin de semana vamos con madre y papi?

-Eso haremos hermanita.-

Llegué apresurada a la facultad, me extrañó no ver el coche de Marina en el estacionamiento. Distinguí un lugar entre dos coches por el lado de la pared, me fui allá y ahí estaba Marina, esperándome, en vez de bajarme, abrí la puerta del lado del copiloto, Marina subió, no le di oportunidad a que escudriñara en mis ojos, la abracé y le planté un beso apasionado en la boca. Suspiró y la sentí estremecerse en mis brazos, lo que hizo que mi vagina caliente comenzara a palpitar. Cuando solté el besó, la detuve por los hombros, la miré fijamente y le dije:

-Marina, te acaban, de besar.

-Sí Na, estoy emocionada, no sabes cuánto, me siento dichosa.

-Marina, mi esposo nos invita… -Interrumpió Marina:

-¿Mi esposo… Na ?

-Bueno, bueno, mi pareja, pero ahora nos decimos esposos y lo somos, porque su exmujer ya no está. Te decía que nos invita hoy a comer en la "Cava", como parte de la celebración de nuestra nueva vida. ¿Qué dices?

-Claro que sí Na y aquí cerquita (término que se usa en México para denotar un sitio próximo), que bueno que hoy no traje automóvil. ¡Vamos a clase!

-Cinco minutos, después de las 14:30, llegamos a la Cava un (Valet parking) recibió el coche. Entramos y nos preguntaron -¿Tienen reservación, señoritas?- Contesté que sí, a nombre del Ing. Carlos Valencia, a lo que contestaron que ya estaba ahí y nos condujeron hasta su mesa.

Al vernos Carlos, se levantó, me saludó con un beso ligero en los labios y le presenté a Marina, se besaron en la mejilla. Le pregunté a Marina si apetecía un martín y contestó –seco por favor. –Carlos

pidió tres secos. Había lenguado a las hiervas finas, los tres lo pedimos, luego de un entremés de verduras crudas y quesos varios. Tomamos una botella de Blanc de Blancs, finalizamos con Muffins de Banana y café. Carlos tomó un coñac y Marina y yo pedimos Grand maniere.

Medio mareados, llegamos a la casa, puse música instrumental, Carlos sirvió otras copas; jugamos a la botella. Marina fue la primera en quedar desnuda, la tendí sobre la alfombra, la besé apasionadamente y a la vez acariciaba sus hermosos senos que de inmediato reaccionaron. Carlos comenzó besándole los tobillos, Marina abrió las piernas y Carlos subió besando y lamiendo por sus piernas y muslos. Marina jadeaba y se retorcía por el dulce tormento oral que le infligíamos los hermanitos, pues yo lamía y besaba sus senos, cuyos pezones amenazaban con reventar. Carlos llegó a la vagina de Marina, cubierta de un denso pelamen castaño, levantó con sus manos sus bellas y bien formadas nalgas y goloso se dio un banquete de almeja en su caldo. En esta postura Marina tuvo su primer orgasmo en medio de convulsiones, gemidos y gritos ahogados.

Mientras Carlos me besaba para convidarme los jugos de Marina, ésta, apenas repuesta, se paró, se arrodilló a un lado de Carlos, me jalo al otro lado. La hermosa verga nos quedaba frente a la boca, Marina pegó su cachete al pubis de Carlos, indicándome que hiciera otro tanto, entonces, abrió la boca introduciendo el tronco entre sus labios, hice lo mismo, resultado Marina y yo nos dábamos un beso con el pene en medio, nos fuimos corriendo hasta la punta y con una parte del glande entre los labios, nos dimos un beso más intenso, luego, Marina se introdujo todo el pene en la boca, hasta sumirlo en su garganta, para soltarlo lentamente, me lo ofreció e hice lo mismo, saboreando la saliva de Marina untada en la verga de Carlos, lo que me supo exquisito, también introduje el glande en mi garganta, sentí el estremecimiento de mi hermanito marido y lo saqué de mi boca.

Repetimos varias veces la operación, hasta que Marina me indicó que me colocara frente al sofá, apoyada en el borde del respaldo, ofreciéndoles mis suculentas nalgas, mi vagina palpitante, que manaba sin cesar y mi culito ansioso de ser penetrado. Carlos me penetró y podía sentir como Marina lamía mi vagina ocupada y sorbía mis jugos. Marina y yo nos cambiamos de posición. Ahora yo lamía el exquisito coño de marina y la deliciosa verga de Carlos empapada de los sabrosos jugos de mi amiga.

Marina tendió a Carlos en la alfombra, se puso a horcajadas y se encajó el tronco de un solo golpe, me hizo señales para que me colocara enfrente de ella, de modo que mi aromática conchita que escurría sin cesar, quedó sobre la boca de mi hermanito, quien se la comía goloso mientras yo me besaba y acariciaba con Marina.

Carlos rompió la figura. Tendió a Marina en la alfombra y me colocó sobre ella para un 69. Entonces, sentí la deliciosa verga de Carlos hurgando mi culito, facilité la entrada y seguí comiéndome la sabrosísima vagina de Marina, mientras ella hacía lo propio con la mía. Carlos que se moví de principio lentamente, ahora lo hacía como si le fuera la vida en ello. El ritmo y sacudidas violentas de Carlos nos pusieron super calientes a los tres. Sentí el orgasmo enorme de Marina en mi boca, lo que desencadenó el mío húmedo, mis contracciones las trasmitía mi ano palpitante a la verga de Carlos, por lo que se vino también. Marina pretendía tragar los líquidos que mi vagina expulsaba, pero se atragantó y tosió estrepitosamente, por lo que deshicimos la figura.

Mientras Marina se calmaba, limpié el pene de Carlos con mi boca, quien me levantó y me besó apasionadamente, Marina se incorporó y la besamos por turnos. Nos fuimos a bañar y ya serenos, de regreso en el salón, tomándome de ambas manos, me dijo Marina: -Na eres formidables. -Jaló a Carlos, nos abrazamos los tres, Marina dijo entonces, -los dos lo son –y nos besamos por turnos en la boca, ahora muy tiernamente.

La noche del viernes, llegamos Carlos y yo a la casa paterna a eso de las 22:00 Hs. Tanto Papi como Madre, nos recibieron muy contentos y nos dieron muestras de gran cariño que respondimos ampliamente. Madre nos anunció solemnemente: -sus cuartos están listos, si desean asearse un poco, antes de cenar, aquí los esperamos.

-Comprendimos de inmediato que nuestro comportamiento aquí, debía de ser como hermanos. Con una mirada, Carlos y yo tomamos el acuerdo tácito de comportarnos como tales.

Durante la cena, pregunté ¿Y Caridad Madre? A lo que me contestó: -tiene ya su propio departamento, pero hagan de cuenta que sigue viviendo aquí, come y cena con nosotros, pasa buena parte del tiempo conmigo, por lo que le conservamos su cuarto y ahí trabaja por las tardes. En un gesto de comprensión, tan característico en ella, me dijo que no estaría presente hoy para dejarnos conversar, pero mañana vendrá a comer con nosotros.

-El sábado por la mañana, luego de desayunar, Carlos salió con Papi y madre y yo fuimos de compras. Cuando regresamos, ya estaba Caridad en la casa, nos abrazamos y besamos nuestras mejillas con mucha ternura. Al terminar la comida, Caridad nos preguntó si queríamos conocer su departamento. Asentí de inmediato y Carlos dijo, las alcanzo en un par de horas, pues tengo que revisar algunas cosas con Papi.

En el camino puse al tanto a caridad del nuevo estado de cosas entre mi hermano y yo, marido y mujer al fin y de nuestros planes de vida que la incluían a ella. Caridad se puso feliz y agregó: -yo no podría vivir sin ustedes Na.

-En cuanto Caridad cerró la puerta de su departamento detrás de sí, me abalancé sobre ella, la abracé y nos dimos un tórrido beso en la boca, nuestras lenguas jugaban entre sí, como con vida propia, ya fuera dentro de la boca de una o de la otra o fuera de ambas. Yo disfrutaba el máximo la suavidad de la lengua, el perfume de su boca, su sabor inconfundible y delicioso; mientras ambas nos acariciábamos mutuamente en las nalgas y nos desvestíamos lentamente sin soltar el beso, ni cesar las caricias.

Descubrí que la puerta principal del departamento, era por dentro, un espejo de piso a techo y que uno de los muros del pasillo de acceso tenía un enorme espejo, en tanto que el de enfrente era un foto mural de un hermoso paisaje boscoso y florido. Así que quise permanecer ahí en el pasillo. Me coloqué detrás de Cariad, me percaté de su estremecimiento en cuanto sintió mis senos sobre su espalda y mi pubis en sus nalgas abundantes y firmes

Con mis manos acaricié sus dos senos que se excitaban a mis caricias, con su respiración entrecortada, se retorcía excitando mis propios senos y mi región púbica. Mientras seguía acariciando sus senos con mi izquierda, bajé mi mano derecha lentamente, acariciando siempre. Cuando toqué u pelo púbico, soltó un gemido que electrizó todo mi ser.

A la vez que lamía su oreja, acariciaba sus labios vaginales con especial énfasis en el clítoris y en el pequeño chocho que tenía debajo, antes del meato urinario. Caridad enloqueció con está caricia, me derribó y se puso sobre mí en posición 69. Mientra nos chupábamos mutuamente, acariciábamos nalgas, muslos, ano. Las dos nos convulsionábamos y gemíamos, estábamos empapadas. Juntas tuvimos sendos orgasmos de repetición. Al concluir los cuales, nos besamos tiernamente en la boca, limpiando con la lengua y labios los líquidos embarrados en las caras.

Cuando nos entró la paz, me senté con las piernas abiertas sobre el pubis de Caridad y le pedí que abriera las piernas, así podía yo ver, reflejadas en el espejo, amabas vaginas abiertas, muy próximas, palpitantes, hermosas, calientes y húmedas. En eso, abrió Carlos la puerta y se encontró con ese espectáculo como recibimiento. Se quedó contemplando un rato, momento en el que Caridad y yo, como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, abrimos con las manos, cada quien su propia vagina.

Carlos, sin decir palabra, se desvistió rápidamente y se tendió entre nuestras piernas, besado, lamiendo y chupando ambas almejas. Cuando interrumpió su labor, Caridad aprovechó y nos dijo: -vamos al salón. -Pasamos. Frente al pasillo había un biombo con decorado japonés, lo rodeamos y ahí estaba. Frente a nosotros un gran ventanal de piso a techo, asoleado pues daba al Sur, con una cortina cruda ligera cerrada a la izquierda una gran palma kentia, en medio un arreglo de aralias, siboldi, scheflera, mini y elegantísima; en seguida una beukarnia gigante y en el extremo derecho un laurel de la india igual de bello que las anteriores. Pendientes del techo, a cada medio del centro y los extremos, varias plantas de orquídeas en uno, y de violetas africanas en el otro.

Del lado izquierdo había un diván muy sugestivo, enfrente un gran sofá y del lado derecho dos sillones individuales. Todos acabados en swede azul marino, contrastando con la alfombra rojo carmesí, igual que la del pasillo. Los sillones eran unas grandes semiesferas y el sofá tenía los bordes redondeados, lo que se antojaba muy sensual. La mesa del centro, estaba corrida hacía los sillones. A un lado del biombo estaba la central audiovisual. Caridad (recuerden que era como diez años mayor que yo) puso música de Vangelis.

Nos abrazamos y besamos con gran fruición. Caridad se dejó caer de espaldas a la alfombra, abriendo las piernas, Carlos se tendió sobre ella la penetró de un empujón, arrancándole un fuerte gemido. Fui a consolarla, besándola tiernamente, mientras acariciaba sus hermosos senos. Carlos arremetía salvajemente contra ella, me hice un lado para contemplar la escena; Caridad abrazó con desesperación a Carlos hasta que le arrancó un orgasmo gigante, mientras ella clamaba: -hermanito, hermanito, mi hermanito.

-Entonces, lamí gustosa el pene de Carlos, él me llevó hacía el diván se sentó en la orilla y me acomodó, quedando su pecho pegado a mi espalda y me penetró por mi culito palpitante. Llamó a Caridad y ella vino a lamer mi vagina. Luego de un rato encontró mi chocho (pequeña protuberancia entre mi clítoris y el meato urinario) se pegó a él y no soltó, mientras Carlos, desde mi culo, estimulaba mi punto "G". Me volvieron loca. Me movía salvajemente sobre su verga, Caridad seguía mi ritmo para no soltar mi chocho, yo gritaba y bufaba.

El primero en venirse fue Carlos. Explotó en medio de un bramido intenso. Caridad aprovechó la quietud para succionar mi chocho, arrancándome un orgasmo con chorros de líquido que Caridad gustosa recibió en la cara con la boca abierta, tratando de tragar lo más posible.

Carlos me levantó suavemente para sacarse, yo me tendí desmadejada sobre el diván, mientras Caridad limpiaba con labios y lengua el pene de Carlos lleno de su propio esperma que instantes antes había depositado en mi intestino. Caridad vino a besarme y chupé de su lengua esa mezcla suculenta. Luego, fue a mis nalgas y las limpió con la boca. Continurá.