Hermanitos (5)

Caridad les platica que ha dejado el convento y vive con ellos una expriencia maravillosa para los tres.

HERMANITOS (5)

CARIDAD DE LOS MONTES.

ANTECEDENTES: HERMANITOS, HERMANITOS (2 a 4).

Estábamos sentadas en el salón conversando, cuando oímos que Carlos llegaba, me levanté como bólido y me fui a alcanzarlo, lo recibí con mi abrazo de niña olvidado, al rodear su cintura con mis piernas, la falda se me subió, de modo que, cuando me sujetó por las nalgas, tocó falda, bragas y nalgas. Luego de besarlo apasionadamente, me bajé y le dije:

-Te tengo una sorpresa hermanito, tenemos visita, es Caridad, ya no es monja, es profesora. Le decía mientras lo jalaba al salón. Entramos y se desarrolló este triálogo: -

Na: Mira Caridad, te presento a mi hermanito. Carlos, ella es La profesora, Caridad de los Montes.

Car: Mucho gusto hermana, mi Madre me había platicado de usted y Na también, sea bienvenida y por favor, siéntase en su casa.

Cari: Muchas gracias señor, cuando su señora madre supo que venía yo a México, me dijo, l

que podía venir aquí con ustedes y me dio su dirección. Espero no causar demasiadas molestias.

Car: Vamos, Hermana no diga eso. Además, por lo que me platica Na, usted es como el ángel protector de nuestra relación, de modo que, en cierta medida a usted debemos la felicidad, que disfrutamos.

Na: Voy a preparar la cena, pero antes escúchenme los dos: ustedes son las personas que más amo, así que por favor, hagan un esfuerzo y háblense de tú.

Car: De mi parte, cuenta con ello, hermanita, sin ningún esfuerzo, si Caridad está de acuerdo. Pero, No prepares cena, las invito, busquemos un lugar tranquilo en donde Caridad se sienta a gusto.

Cari: Acepto, voy a donde ustedes me lleven y con gusto. Na, sí puedo tutear a nuestro hermano.

-Salimos a cenar al Sanborns de San Ángel, Ya ahí:-

Cari: A poco de que Na salió del colegio, mi padre me buscó. Me pidió perdón por no haber intervenido a mi favor, dejando que mi madre hiciera de las suyas. Le dije que yo había perdonado a los dos y que en realidad estaba contenta con mi vida y que de hecho, yo era quien le pedía perdón ahora, pues no había tenido oportunidad de hacerlo. Nos abrazamos muy fuerte y yo sentí que recuperaba el amor por mi padre y me sentí feliz.

Verás me dijo,-hablé con la madre superiora, allá en la Laguna, le firmé una carta en la que doy mi consentimiento para que abandones el convento cuando mejor te parezca, te dejo una copia. Esto, porque el documento que firmó tu madre para tu ingreso, dice que sólo puedes salir con su autorización por escrito o la mía.

Me comentó también, que por intervención del prelado que tomó tu profesión, hiciste tus votos, bajo reserva hasta que cumplieras la mayoría de la edad y que por una cosa o por otra, no haz renovado votos, de modo que puedes salir cuando quieras.

Trato hija mía de remediar todas las injusticias que cometimos contigo. Aquí te dejo también una copia de mi testamento. Mira, esta es una tarjeta de debito. Con ella, puedes disponer en un mes, hasta cien mil pesos y el primero del mes siguiente, encontrarás el nivel repuesto.

Debo decirte además, que formo parte del Patronato del Colego "Artemisa" para señoritas y que en breve recibirás una invitación para trabajar en él. Cuenta ya con 15 campus, aquí mismo hay uno, seguro que habrás oído hablar de él. Pronto hija mía recibirás una invitación para trabajar en él. Digo, por si decides salir del convento.

-Luego de platicar algunas trivialidades, nos despedimos y quedé en paz.

Al poco tiempo, me invitaron a trabajar en el colegio "Artemisa" como orientadora del Campus local para el siguiente curso. Inicié mi trámite de salida, la obtuve, vuestra madre me invitó a vivir unos días en su casa, m ayudó a conseguir un departamento y me instalé.

Como a la semana, me llamó la Directota General del Colegio "Artemisa", quien me dijo que tenía un nombramiento mejor para mí, en el ámbito general, aunque mi sede seguiría siendo el campus "Michoacán", por su cercanía con el D. F. Sede de la Secretaría de Educación.

Me presenté y me dijo la Directora General, la estamos proponiendo para Subdirectora Académica General de los 15 Colegios "Artemisa", su nombramiento está en vías de registro en la Secretaría de Educación, órgano ante el cual, usted será nuestra representante. Hemos dispuesto que su Sede sea en nuestro campus Michoacán, por su cercanía con la capital; pero, a partir de mañana, todos los días sin excepción, usted me llamará a las 9:00 en punto para informarme de sus actividades y tomar nuestro acuerdo.

-Terminamos de cenar, nos dirigimos a la casa, los tres íbamos muy contentos y chispeantes por el vino blanco que habíamos tomado, felicitando a Caridad por su rápido ascenso. Llegamos, entramos al salón y Caridad seguía con la lengua suelta:-

Cari: Soy como ustedes Carlos, sólo que lo mío fue un drama, que Na ya conoce, verás, era yo muy joven, estaba enamorada de mi hermano, mayor que yo tres años. Un día, mis padres iban a una comida con amigos, lo que significaba que llegarían al anochecer. Le dieron dinero a mi hermano para que fuéramos a comer al Burger Boy de la vuelta de la casa. El no salía de su cuarto. Para ver que pasaba, fui a verlo pues yo tenía mucha hambre.

Entré y mi hermano estaba desnudo, yo no sabía que hacer, era la primera vez que yo veía a un hombre sin ropa, pensé en salir corriendo; pero algo dentro de mí, me decía es tu oportunidad, no la desprecies. Mis jóvenes y vírgenes genitales, empezaron a latir y humedecerse, los pezones me punzaban, me quedé como clavada al piso, mi hermano se acercó muy lentamente, blandiendo su hermoso pene que en ese momento, me parecía monstruoso por sus dimensiones.

Me abrazó, yo temblaba entre sus brazos, sentía una emoción creciente dentro de mí, nos abrasamos besamos, para mí, era la primera vez de un beso en la boca, sentí que su lengua se abría paso entre mis labios, me estremecí, tenia a mi hermano dentro y una gran dicha me embargaba, me di cuenta de de la suavidad de su lengua, de que nuestras salivas se mezclaban y que yo tragaba esa mezcla con verdadero deleite. Ahora, nuestras lenguas jugaban, se acariciaba una a la otra.

Sentí como las manos de mi hermano levantaban mi vestido, yo no me resistía más, había tomado la decisión de entregarme totalmente a mi hermano, así que lo dejé hacer. Cuando lo levantó hasta mi cintura, ocurrieron dos cosas simultáneamente, sin soltar el beso delirante, acarició con ambas manos mis nalgas, sobre y bajo mis bragas, a la vez que su pene se abría paso entre mis muslos, por debajo de mi braguita humedecida. La sensación del fierro caliente, duro y palpitante, junto a mi pepita, tan sólo separado por una tenue tela húmeda, resultaba para mí alucinante, me parecía que iba a desfallecer y apreté con todas mis fuerzas esa parte bendita del cuerpo de mi hermano.

Soltó el beso, dándome un respiro y caminó pasito a pasito, para que su pene no se saliera de su bastión y sin dejar de acariciar mis nalgas, llegamos al borde de la cama. Me tendió con el vestido arremangado, me quitó mis braguitas, se puso sobre de mí, entre mis piernas, sentí su pene hirviendo sobre mi pelo púbico, me besó apasionadamente, yo trataba de deslizarme hacía arriba, para que su pene quedara entre mis piernas, pero me tenía inmovilizada con el peso de su cuerpo, él captó mi intención. Se bajó un poco y ahí estaban nuestros genitales juntos.

El pene de mi hermano me topaba una y otra vez en mi clítoris, entre mis labios mayores, en mi ingle; hasta que él, empuñó su pene, lo untó una y otra vez a lo largo de mi pepita, lo colocó en mi entrada vaginal, topando con mi himen; entonces, metió los brazos por debajo de mi espalda, rodeó mis hombros con sus manos y empujó fuertemente jalando mis hombros hacia abajo y "plock" mi himen cedió, sentía yo su enorme glande dentro de mí, la vagina me punzaba, sentía yo un dolor ensordecedor, me sentía llena por el intruso, sin saber que decir, ni que hacer; pero en medio del dolor, brotó una dicha que a partir de ahí invadía o más bien llenaba todo mi cuerpo.

Sentí alivio cuando lo retiraba, eso pensaba yo, pero, tan sólo lo retiró un poco para impulsarlo con más ímpetu, el dolor fue terrible, sentía como el pene se iba abriendo paso en mi vagina contraída, pero a mí me parecía que la iba rompiendo, me preguntaba si lo iba metiendo por el lugar correcto.

En eso, se abrió la puerta del cuarto, lo que me espantó y expulsé sin querer el pene de mi hermano. El grito de mi madre me aterrorizó, mi hermano se levantó y me dejó ahí con la falda arremangada, las piernas abiertas, escurriendo sangre de mi entrepierna. Mi madre me levantó a tirones y me sacó a empujones del cuarto gritándome: -"eres una puta, cómo se te ocurre meterte al cuarto de tu hermano cuando se va a bañar. Basta, esto se acabó, pondré remedio ahora mismo.-

Llegamos al convento. Yo iba descalza, sin calzones con la sangre seca en mis muslos y sobre todo, tremendamente desconcertada. No entramos a la escuela como siempre, sino, directo al claustro, que yo desconocía. Mi madre se metió a una oficina, supongo que hablar con la directora. Llegó una monja conmigo, para mí desconocida, me tomó de la mano, me llevó por un pasillo, llegamos a un dormitorio, me señaló una cama, me dijo que tomara el uniforme, era el de la escuela y me llevó al baño. Me bañé con agua fría, me puse el uniforme sin ropa interior, entonces me di cuenta, estaba presa. Lloré inconsolable por tres días.-

Me levanté lentamente, le di la mano a Carlos para que se levantara conmigo, nos acercamos a Caridad que estaba abatida, la abracé lo más fuerte que pude, Carlos nos abrazó a los dos. Muy rápidamente Caridad recobró su habitual entereza, me sonrió con dulzura, entonces la besé en la boca, me respondió apasionadamente, con una mano, yo acariciaba sus nalgas y con la otra su seno.

Me hice un lado para que Carlos la abrazara y la besara, fui a poner música suave, regresé y sin interferir en las caricias de Carlos, los iba y me iba desvistiendo lenta y paulatinamente. Me acerqué desnuda a sus cuerpos sin ropa, traté de abrazarlos, pero se abrieron y ambos me abrasaron. Por turnos, nos besábamos en la boca y nos acariciábamos unos a otros.

Pedí a Carlos que se tendiera en la alfombra y Caridad se lanzó par besar y lamer su hermosa verga, yo me fui a comer la pepa de Caridad y la fui impulsando de modo que mi hermanito, me pudiera comer a mí. Luego, cambiamos de posición Caridad y yo. Ahora, yo podía comer la verga de mi hermanito impregnada de saliva de Caridad, lo que me resultaba un delicioso manjar. Caridad lamía mi concha, arrancándome gemidos y pequeños temblores; en tanto que, mi hermanito se comía la pepa de Caridad; quien tuvo un leve orgasmo, así que deshice el triángulo de mamadores.

De inmediato, coloqué a Caridad boca arriba y pedí a Carlos que la penetrara, en el primer intento, mi hermano logró meterle el glande, pero a partir de ahí, a Caridad le dolía mucho, así que le dije:

No olvides Carlos, que Caridad trae atorado el palo fraterno, déjame lubricarla bien y tú, lubrica tu verga en mis abundantes jugos vaginales.

Metí mi cabeza entre las bien formadas y blancas piernas de Caridad, puse mis dos manos debajo de sus hermosas nalgas para levantarlas un poco, de modo que su conchita quedó al alcance de mi hambrienta boca y experta lengua y me la comí, a la vez que le metía saliva, lo más posible. Mientras

Tanto como yo había quedado en cuatro, levantando el culo, Carlos pudo penetrarme de lo lindo, de un solo empujón y bombear a su gusto, haciendo splash cada vez, pues yo tenía inundada la vagina de lo caliente que estaba.

Recuperamos la posición anterior y ahora Carlos que traía la verga escurriendo de mis jugos, pudo penetrar a Caridad, no sin esfuerzo de su parte, ni sin dolor por parte de Caridad que lo reflejaba en un rictus de su bella cara. Carlos se quedó quieto, moviendo sólo la verga dentro de Caridad, y yo me acerqué para besarla en la boca y acariciar sus bellos, torneados y duros senos.

Cuando Caridad se hubo relajado, le hice la señal a Carlos para que empezara a moverse. Así estuvimos un buen rato, me percaté de que Calos estaba a punto de venirse; así que, para darle tiempo, paré la escena, le pedí que se tendiera boca arriba y senté a Caridad a horcajadas sobre el pene recto y resbaloso de Carlos, lo empuñé para sostenerlo mientras Caridad se lo encajaba en su concha. Esta vez entró con facilidad. Le dije a Caridad:

Estás sentada en el trono de la reina, en esta posición, tú dominas, eliges el ritmo, la fuerza de la penetración, el ángulo de la misma y yo, sentada aquí (coloqué mi vagina ardiendo, escurriendo y palpitando) sobre la boca de mi hermanito), puedo acoplarme a ti, para besarte y acariciar tus hermosos senos que me vuelven loca. Caridad se dio vuelo experimentando cada ángulo posible, variando la velocidad y la fuerza de la auto penetración. Yo veía como su rostro se volvía más hermoso, entre gemido y gemido, convulsión y convulsión, mientras mi hermanito sostenía mis hambrientas nalgas con ambas manos y me chupaba el culo que era un gran gusto para mí.

Por fin, Caridad tuvo un gran orgasmo entre gemidos, gritos y convulsiones y fue a acostarse a un lado de mi hermano, en tanto yo lo monté, me ensarté su glande en mi culo, lo que me causó un enorme placer, le apreté el cuello lo más que pude, luego aflojé y me di el sentón, metiéndome su hermosa verga hasta el fondo, en tanto yo sentía desfallecer de tanto deleite, me quedé quieta un rato, pero apretaba y aflojaba el culo, produciéndole un gran placer a mi hermanito quien gemía y se convulsionaba levemente.

Inicié el mete saca muy lentamente, disfrutando cada centímetro que salía o entraba, apreté el paso, caridad besaba a Carlos y él acariciaba mi clítoris y mi panocha escurriendo. Más y más fuerte, hasta que sentí que la verga que tan a gusto estaba comiendo, se engrosaba más todavía y al sentir el líquido quemante dentro de mi culito, tuve un gran espasmo que hacía que Carlos se retorciera por lo apretones de verga que le ponía.

Al concluir mi orgasmo, me bajé de la silla de la reina y fui a mamar la verga de mi amado, hasta dejársela limpia, luego me jaló para besarme en la boca, cuando me soltó, besé a Caridad quien me correspondió con mucha pasión y luego besó a Carlos. Los tres nos tumbamos un rato, hasta que Carlos, mientras se levantaba nos dijo:

-Vamos a dormir preciosas.-

Por respuesta, me paré, levanté a Caridad, le rodee la cintura con la mano derecha, ella depositó su brazo sobre mis hombro. Rodee la cintura de Carlos con mi mano izquierda y él puso su brazo sobre el que Caridad tenía posado sobre mis hombros. Así desnudos, nos dirigimos al cuarto de mi hermano. Para mí, eso tenía un gran significado, si los tres íbamos a dormir desnudos en la cama marital de la casa, era que los tres, sin haberlo dicho, estábamos aceptando, que a partir de ese momento, habíamos formado un trieja formal.

A llegar a la facultad al otro día, Marina me esperaba como siempre, en donde Carlos me dejaba. Me vio a los ojos y me dijo:

-¿Cogiste, verdad? –Si,

le respondí, reímos ambas de muy buena gana, como ya era costumbre, iba a besar mi comisura de los labios como saludo, pero yo corrí un poco la boca y nos besamos los labios fugazmente, ya había decidido, darle una oportunidad paulatina a Marina y responder poco a poco a sus coqueterías.

En menos que se los platico, entre nuestras cogidas diarias con Carlos, las apetecidas visitas de Caridad, los avances de Marina y la compra del Mini Cooper para mí, se me fueron los dos meses de ausencia de Nelly, la esposa de mi hermano; estaba por llegar, faltaba una semana y Carlos desde su oficina estaba hablando por teléfono con ella.

-Hay una cosa que no te había comentado hermanita. Verás, mi relación con Nelly se fue deteriorando casi desde que empezó, en realidad ella se casó conmigo para obtener la nacionalidad mexicana. De pronto me di cuenta de que se acostaba con otro, la encaré y lo aceptó, se trataba de su asesor para el doctorado y lo hacía por conveniencia, igual que se casó conmigo. Yo perdí el interés y aunque nos acostábamos juntos, ya no cogíamos.

Su viaje nos facilitó la operación de separación. Dejó todas sus cosas que no se llevó, empacadas en su coche. No te lo había dicho hermanita porque ella es muy voluble, sino que esperaba que regresara y se llevara sus cosas para iniciar el trámite de divorcio. Ahora que habló me pidió que le lleve el coche al aeropuerto y que de inmediato va a iniciar los trámites el divorcio de común acuerdo, pues le urge.

Así, que hermanita, ¿Quieres formalmente, ser mi mujer?

-Claro que sí hermanito,-

Contesté, a la vez que lo abrazaba con pies y manos, él tuvo que sostenerme de las nalgas y lo besé apasionadamente, así se fue caminando hasta nuestra recamara, me depositó en la cama y me desvistió rápidamente, besando, acariciando o lamiendo cada parte descubierta de mi cuerpo. Dejó al último mis bragas, cuando las retiró, estaban escurriendo, las olió y las chupó.

Aproveché esta circunstancia para desvestirlo, cuando terminé, él seguía chupando mis bragas, lo empujé a la cama y me coloqué para un 69. Nos dimos un festín comiéndonos mutuamente, yo estaba súper caliente, así que supliqué. Cógeme hermanito, cógeme. Me volteó bruscamente, se echó sobre de mí, metió su verga de un solo golpe, haciéndome gritar de placer y se movió frenéticamente, le rodeé la cintura con mis piernas y lo seguí en el frenesí del movimiento, gimiendo, gritando, convulsionándome y gozando a mares de esa violencia sexual de la que yo era partícipe.

Me calenté tanto, que presentí que me iba a venir en líquido, así que me di la voltereta y solté el chorro sobre la verga de mi hermano, lo seguí por todo su cuerpo hasta llegar a su boca, ahí terminé y me dejé caer en la cama, mis piernas temblaban sin control, yo berreaba, Mi hermano me perforó la vagina de un solo golpe y al primer movimiento, se vino en medio de estertores y se dejó caer sobre mí, yo lo abrasé con todas mis fuerzas. Al cabo de un rato, empecé a reírme a mandíbula batiente. Cuando mi hermano me preguntó qué me pasaba, le contesté, como bestia salvaje, he marcado como mía esta cama.

Al otro día en la Facultad, Marina me esperaba en el estacionamiento. Llegué, fui a saludarla, se paró enfrente mío y me dijo muy entusiasmada:

-¿Cogiste verdad?

-Sí, le contesté y de plano la saludé con un beso fugaz en sus labios carnosos, rojos y apetitosos me retiré y le pregunté. ¿Cómo lo sabes? Las vece que me lo haz preguntado, ha sido cierto. La verdad Marina, es que estoy cogiendo a diario, peo no siempre me lo dices.

-¿De verdad amiguita? ¡Oye, que padre! Cuéntame.

-Creo que ya sé la respuesta Marina, pero dime antes, qué es lo que ves, me tiene intrigada.

-Tus ojos Na los tienes muy brillantes y expresivos, te ves más linda, como más sensual e inquietante.

-Mmmm. Las veces que me has preguntado, han coincidido con que he tenido un orgasmo líquido.

-¿Cómo, Cómo está eso? Haber, cuenta, cuenta.

-Sí Marina, cunado me caliento mucho, tengo un orgasmo, digamos que exagerado y me salen por la vagina chisguetes de líquido, a la vez que siento que ahí se me va la vida y las pierna me quedan temblando un buen rato. Al pasar el efecto, me siento revitalizada, con nuevos bríos y por lo que veo el efecto me dura hasta el otro día.

-Qué padre Na, yo quiero ver eso. Bueno, verlo y sentirlo, palparlo, que me bañes. ¿Se puede Na?

-Claro que sí Marina. Te lo haz ganado. Tú haz sido muy paciente conmigo, además de que eres una excelente amiga. Nos dimos un fuerte abrazo, juntando nuestras mejillas. Y sentía sus grandes senos oprimiendo los míos, sus pezones, queriendo perforar mis senos y mi vagina inundándose en este bello y tierno abraso. Y le pregunté: ¿Estarías dispuesta Marina, a coger con mi pareja y conmigo?

-Me encantaría hacer un trío con ustedes Na. ¿Cuándo?

-Déjame preparar las cosas, yo te aviso. Un poco más de paciencia Marina. Dicho lo cual, nos fuimos a clases. PROXIMO: HERMANITOS (6).