Hermanitos (3)
Nayeli disfruta el fnal de su luna de miel con su hermano y regresan a su casa para cotinuar sus experiencias eróticas.
HERMANITOS (3).
ANTECEDENTES:
HERMANITOS. Es La historia de de una niña que al nacer es atendida por su hermano que le lleva 12 años. Cuando ella llega a la pubertad, dice que se quiere casar con su hermano. No hay un tinte sexual aquí; lo que ella quiere en realidad, es escoger un modelo de vida, el que ella conoce para no separarse jamás de su hermano a quien tanto quiere. La mamá espantada, la envía internada con monjas a estudiar la secundaria y la preparatoria.
Ahí conoce una maestra que la centra y la guía. Resulta una alumna ejemplar y la superiora recomienda a sus padres que la manden a la capital, en donde vive su hermano que ya está casado.
La esposa de éste, tiene que hacer un Viaje y Nayeli se queda sola con su hermano Carlos, en menos que se los platico, terminan en la cama y viajan al Puerto de Manzanillo a un hotel de lujo, para celebrar su luna de miel.
HERMANITOS (2). En el hotel las Hadas viven muchas experiencias eróticas, maravillosas para Nayeli, quien nos va dejando sus puntos de reflexión. Finalmente, regresan.
EN CASA.
Mientras Carlos tomaba un baño, salí a la terraza con sólo una bata de playa transparente, ligera y muy corta, apenas tapaba mis nalgas. Me acosté en el camastro de playa y flexioné las rodillas, de modo que mi conchita tiesa por el semen seco y mi culito adolorido quedaban expuestos a la benéfica acción de la brisa marina.
Entretanto, pensaba que 26 horas antes, había salido de casa como una señorita tímida con ropaje acorde a una chica recién salida del convento, enamorada en silencio de su hermano casado y hoy, estaba aquí tirada, casi desnuda, con mi sexo al viento, convertida en una puta insaciable y mamadora irredenta, compañera sexual de mi hermano.
Pero feliz, muy feliz de haber cogido con él en una variedad de posturas por todas las oquedades de mi cuerpo. Y saben qué? Dichosa al darme cuenta que si bien yo he amado a mi hermano desde que recuerdo, hoy lo amo más y él también a mí.
Carlos me sacó de mis pensamientos, llegaba en bañador, fue hacía mí, me estrujó contra sí, nos dimos un beso apasionado y me dijo:
-Hermanita ¿Qué te parece si mientras te bañas pido desayuno ligero para que luego vayamos a la playa?
-Me parece muy bien, contesté y Salí corriendo al baño.
Tiempo después, estábamos a pie de playa debajo de una palapa, untándonos mutuamente un filtro solar. A hacerlo, Carlos había metido sus manos debajo de la parte alta del bikini, frotando exquisitamente mis senos, justo en donde no hacía falta el filtro solar, pues no pensaba quitarme el bra. Como el bikini dejaba mis nalgas de fuera, ahí se dio gusto masajeando me una y otra vez, mientras yo gemía casi en silencio.
Nos metimos a nadar un rato y nos paramos en donde el agua casi me cubría, por lo que, me sujetaba de Carlos, mientras él me cachondeba de lo lindo. Así, yendo y viniendo entre la palapa y el mar, nos dieron las tres de la tarde y fuimos a comer ahí mismo. Ensalada del mar a base de caracol y otros mariscos, guachinango a las brazas y una botella de Blanc de Blancs. Por lo cual, fuimos al cuarto a dormir una siesta. Lo hicimos en la terraza.
Despertamos, estuvimos de acuerdo en permanecer ahí apoltronados para esperar y bajar en un rato más para contemplar el atardecer. Disfrutamos el policromo espectáculo, sentados en la arena muy cerca del mar. El movimiento de las nubes hacía más interesante el cambio de coloración que se reflejaba en el mar, amarillo naranja, tintes de naranja y rojo. Quiero meterme al agua de colores le dije a Carlos y me siguió.
Al terminar, caminamos por la playa. Descubrimos una entrada de la arena a la vegetación en donde jugaban varios adolescentes.
Mira me dijo Carlos -regresamos en la noche para ver si está libre, se me antoja acostarnos ahí, mientras, que tal si nos vestimos elegantes y nos vamos a cenar al restaurante más "chic" del hotel.
Me puse un vestido strapples, rojo quemado, que entallaba debajo del busto y de ahí caía libre, pero nada amplio, hasta un jeme debajo de mis nalgas, me quité las bragas. Dejé suelto mi pelo hasta media espalda y me acomodé en la cabeza, el collar de perlas de un hilo que llevaba ayer por la mañana. Al salir del baño así vestida, Carlos me dijo:
-Que hermosa luces hermanita. El llevaba un traje de lino color crudo con una playera negra. Nos dimos un beso y salimos.
En el restaurante, tomamos un vermouth de aperitivo, una sopa de almejas a las hierbas finas y un marlin sahumado procedente de Mazatlán con ensalada verde y aderezo al aceite. Ahora prescindimos de la botella y pedimos sólo sendas copas de vino blanco.
Nos fuimos a la discoteque, "La Palapa", nos asignaron mesa y pedimos tequila derecho. Tomamos y bailamos; bailamos y tomamos, fuera efecto del tequila, del ambiente o del roce involuntario de cuerpos, yo me calenté, así que empecé a bailar lo más cachondo que pude y a rozarme con Carlos, cuando estaba enfrente de él, subía una pierna abriéndola un poco para que viera que no traía calzones. Alcé los brazos para que se me subiera el vestido y quedaran visibles parte de mis nalgas y de mi pelo púbico.
Al verme, Carlos se sobrecalentó, se acercó a mí, palpó la parte desnuda de mis nalgas, en eso, alguien le habló al oído, yo seguía bailando sola, así que se acercó a mí y me dijo: :
-Hermanita, nos invitan a una fiesta privada para parejas, en una casa de la playa. ¿Vamos?
-Vamos rápido hermanito, le contesté y fuimos allá.
La visión me pareció maravillosa, eran muchas las chavas que no traían calzones y se notaba. Algunas parejas bailaban con la verga de él entre las piernas de ella, un muchacho bailaba con dos niñas y las besaba alternadamente en la boca, mientras una de ellas acariciaba los senos desnudos de la otra, quien con una mano frotaba el pene del muchacho y con la otra, la rajita de la primera que traía el vestido alzado como yo. Al fondo había parejas o ternas cogiendo, unas de plano en el suelo y otras con ella recargada en la pared y una pierna levantada.
Mientras bailábamos, Carlos acariciaba mis nalgas y metía una mano entre mis piernas, luego la chupaba y me compartía la crema de almeja que me brotaba sin cesar. Crucé mis antebrazos en su cuello y rodee su cintura con mis piernas. Le costó un poco de trabajo sacarse la verga, cuando lo hizo, me la dejó ir con toda facilidad, mientras yo me retorcía y gemía era el baile más sensual que había probado, pues Carlos seguía balanceándose al compás de la música, mientras me cogía y acariciaba mis nalgas redondas y golosas.
De pronto, me di cuenta que en las caricias de mis nalgas había una tercera mano. No pensé en quitarme, sino en disfrutar la triple caricia. Percibí como la mano acariciaba los bordes de mi vagina penetrada, por lo que también acariciaba la verga de Carlos, quien no supe, si se había dado cuenta o no, pero disfrutaba igual que yo.
En una de esas, la mano negra (no me refiero a su color de piel, sino que me era invisible) bajó a los huevos de Carlos, él no pudo más y se vino en medio de un gruñido ahogado. La mano desapareció, me bajé de mi gancho de carne, caliente a más no poder, deseosa, en ese momento hubiera cogido con la primera verga que pasara. Carlos me tomó de la mano y me llevó a la pared de las cogidas, calló de rodillas enfrente mío, lamió mis muslos y se dedicó a lamer mi rajita.
Todo me parecía fascinante, el que hubiera bailado en la disco oscura con el vestido a las nalgas, el haber levantado mi pierna para mostrar a Carlos mi rajita hambrienta y escurriendo; venir aquí en compañía de mi amado hermano, el ver las múltiple cogidas en esta zona, el que yo hubiera cogido ante tanta gente, (aunque creo que nadie me veía), mientras una tercera mano, para mi desconocida, acariciaba mis nalgas y mi vagina cogiendo; el que Carlos en este momento me estuviera dando lengua delante de todos, a la vez que yo veía a todos, me calentaba al máximo.
Así que no pude más y me vine tan intensamente, que salieron varios chorros de líquido de mi vagina, sobre la cara de Carlos, quien sorprendido, cerraba los ojos y sacaba la lengua para saborear mi líquido caliente, fruto de mi pasión desbordada. Tuve que sentarme en el suelo, pues mis piernas temblorosas no me soportaban. Entonces vi a Carlos con la cara perlada de gotas ambarinas y expresión de sorpresa, el saco y la playera escurriendo, se sentaba junto a mí.
En cuanto me calmé un poco, me acerqué a Carlos para lamerle la cara. Me sugirió que fuéramos al mar para enjugarnos y nos metimos con todo y ropa. Ahí le pregunté:
¿Carlos qué me pasó? A lo que me contestó,
-La verdad no sé. Hay muchas explicaciones al respecto, dos son las más importantes:
1ª Que por la intensidad del orgasmo, se soltó tu esfínter y se te sale lo que traes en la vejiga.
-¿Orina? Intervine.
-Sí, para este caso, pero la
2ª Dice que se trata de una "venida abundante", cualidad que sólo tienen algunas mujeres muy, muy calientes, en cuyo caso, no se trata de orina, sino e un líquido generado en los tejidos esponjosos que rodean la vagina.
¿Vamos a descansar hermanita?
-Vale, contesté y nos echamos a caminar. La disco seguía en todo su esplendor, pues apenas serian las once de la noche.
Desperté entre los brazos de Carlos. Me sentía feliz de la vida. Mis nuevas experiencias, sólo contribuían a solidificar mi amor por él. Me dormí nuevamente, Cuando ambos despertamos, me dijo,
¿Sabes hermanita? Hay un viaje costero por lancha al puerto, Barra de Navidad, en el Estado vecino de Jalisco y Ahí, todavía sirven la iguana como plato turístico. ¿Te gustaría probarla?
-Seguro que sí hermanito. Vamos.
-Bien ¿Te parece si desayunamos ligero y nos vamos?
-Claro que sí, me voy a bañar.
El paseo no tuvo mayores incidentes. La iguana al chile pasilla, me resultó un platillo pasable, con sabor a pollo, algo insípido. A la 9:30 de la noche, el avión aterrizaba en la ciudad e México. Llegamos a la casa a eso de las 11:00 P. M. Carlos llamó a madre, entré a la cocina para ver con qué contábamos para el desayuno de mañana. Sin querer, escuché estas palabras:
-Sí madre decía Carlos enseguida te la paso.
-Lo menos que quería hacer esas horas, era hablar con madre, pues la consideraba mi mayor obstáculo para tener a Carlos en mis brazos, pero, para complacerlo tomé el auricular.
-¿Mi hijita cómo estás?
-Muy contenta madre, a decir verdad, feliz de la vida, pues tengo la oportunidad, ahora que Carlos está solo, de llevar su casa para darle el calor de hogar al que nos acostumbraste. Puedes estar segura madre de que en estos días estaré pendiente de satisfacer lo mejor posible, hasta el más mínimo deseo de de mi hermano. Porque, como solías decir, "nada más justo" ¿Verdad madre?
-Me da mucho gusto Nayeli, oírlos a los dos tan contentos. Comparto su felicidad mi hijita.
-La verdad que me sorprendió madre con esa disposición, por lo que, lo único que acerté a decir fue:
Te quiero mucho madre. Por favor saluda a papá y buenas noches.
Carlos me esperaba parado a mi lado, cuando colgué el teléfono nos dimos un beso frenético y largo, nuestras lenguas jugaban entre sí entrando y saliendo de ambas bocas, me sacó la blusa por arriba de la cabeza y como no traía bra, mis nenas, las casi olvidadas de la luna de miel, brotaron imponentes y retadoras. Carlos las acarició con ambas manos, las besaba, las lamía y mordía mis pezones palpitantes, una y otra vez, como si recién las descubriera. Yo estaba excitada y temblorosa y le dije al oído, vamos a la cama.
Me levantó en sus brazos, me colgué a su cuello y me llevó sonriente, victorioso, como si fuera la primera vez que lo hacía; bueno, lo era en la casa. Me depositó en la cama y volvió a mis tetas; sediento succionaba mis pezones alternadamente; hambriento, abría su boca al máximo y trataba de abarcar todo mi seno, también alternadamente. Me lamía la zona entre ambas tetas, para luego lamer todo mi seno y luego el otro. Mientras yo ardía, gemía, me retorcía, mis pezones palpitaban al mismo ritmo que lo hacía mi entrada vaginal, la que por cierto estaba empapada.
Me quitó los pantalones blancos ajustados con tremenda mancha en la entrepierna y al darse cuenta de que no traía calzones y de que, mi pepa manaba hidromiel, se lanzó como si fuera un caminante del desierto que encuentra un pozo de agua, y lamió y sorbió mis líquidos que con esa acción brotaban abundantes, en tanto que yo casi desfallecía de placer.
Entre palpaduras y jalones le hice entender a mi hermanito que quería un 69, por lo que, sin soltar mi conchita, se dio la vuelta para facilitar mi deseo. Con algo de trabajo, aflojé su cinturón, desabroché su presilla, bajé el cierre y los pantalones hasta debajo de sus nalgas, luego, operación parecida con sus calzones y ahí estaba imponente, su hermosa verga que metí a mi boca de inmediato, saboreando el líquido pre seminal que manaba sin cesar. Así estuvimos brindándonos placer con la boca mutuamente, hasta que me saqué la verga de la boca le dije.
Cógeme hermanito, cógeme, me urge.
Carlos se levantó, terminó de desvestirse. Regresó a la cama, me levantó las piernas, pensé que se las iba a echar a los hombros; pero no, las echó hacía mi cabeza, con lo cual, mis dos agujeritos quedaban disponibles. Empuñó su verga y me la metió en la vagina, me la iba metiendo poco a poco, lentamente, mientras los espasmos me recorrían dulcemente.
Iría a la mitad cuando mi perrito comenzó a ladrar, lo que hacía que Carlos se detuviera para disfrutar esas contracciones involuntarias de mi vagina húmeda, caliente y viscosa. Carlos empezó a bombear muy lentamente, mientras nos veíamos a los ojos y nuestros rostros expresando placer.
No sé cuanto tiempo estuvimos así. Carlos, ahora aceleró los movimientos, cerró los ojos concentrándose y que bueno, porque mi rostro se había congestionado, al igual que mis genitales que estaban a punto de estallar. Carlos bramó en señal de que se estaba viniendo, eso me jaló; los espasmos intensos me recorrían de pies a cabeza y grité embriagada de placer.
Carlos sacó de un golpe su verga chorreando, se quedó y me dejó inmóvil unos instantes y me dijo
-Hermanita si pudieras ver esta belleza, un cáliz vivo, palpitante, rebozando el elixir formado por nuestros jugos sexuales y nuestras salivas.
-Dicho lo cual, se inclinó reverente y sorbió. Vino a mí, adiviné su intención y abrí mi boca, él entonces, depositó la mitad del elixir en mi boca y lo tragamos mientras nos dábamos un prolongado beso intercambiando el contenido residual de nuestras bocas.
Carlos se colocó al lado mío, me acurruqué en sus brazos y de inmediato me quedé dormida. CONTINURÁ.