Hermanitos (12)
Pensó el ingeniero en caer de rodillas y lamer el escurrimiento desde los eróticos muslos de su hija, pero se detuvo por el problema de sus rodillas. Entonces, como un rayo, descargó una leve nalgada en cada cachete. Nayelí quedó des controladísima y antes de que pudiera reaccionar, su papi le metió
LA VISITA DE PAPI.
Antecedente: Hermanitos (11).
Huberto y yo bajamos a comer, nos encontramos a Manolo y ambos le preguntamos: ¿Por qué no vienes a comer con nosotros? -Claro que sí –dijo y caminamos, yo al centro del brazo de los dos. Durante la comida, Huberto nos platicó su idea de la presentación. Manolo que tenía mucha experiencia en eventos de este tipo y que era el organizador del evento de mañana, hizo algunas observaciones y precisiones del programa. Saqué mi tableta y les mostré el guion que tenía preparado. Quedaron complacidos Con el café, saboreamos un coñac, cortesía de Manolo. El primero que tomaba en mi vida, pues siempre había supuesto que era muy fuerte… Y me encantó tomarlo, luego de calentarlo en la mano, desde que toca la boca, pasa por la garganta y llega al estómago, produce un hormigueo delicioso, que repercute en mis pezones y vagina..
Regresamos al cuarto, repasamos el video de la presentación, lo gravé en mi tableta. Con versamos un poco. ¿Cómo se sintió mi monstruo con el palo de en la mañana? -¿Sabes Nayeli? –me respondió –comencé de una forma y terminé de otra muy distinta. Estaba temeroso de lastimarte, a sabiendas que tú eres de las más aguantadoras que me han tocado. Después de que tú sola, cabalgando te lo metiste todo, sin que te doliera; sino muy contenta con cara de triunfo y de placer. Me sentí otro, me sentí seguro. Te cogí con confianza, con entusiasmo, con mi pasión completa, como nunca lo había hecho en mi vida. Ahora sí te puedo decir, el monstruo encontró su cueva, su casa, la única que ha tenido.
-Lo interrumpí para decir, amo a mi monstruo, me levanté, fui a sentarme a las piernas de Huberto, de frente a él, lo más que pude hacia sus rodillas, sin que me colgaran las nalgas para dejar especio y que mis manos pudieran jugar con mi monstruo. Bajé la cremallera del pantalón, me encontré que la verga ya estaba parada hacía la pierna de Huberto, por lo que no podía sacarla, a menos que rompiera el pantalón, por lo que me bajé y en cuclillas saqué el pantalón, Huberto se quitó la camisa, yo me desvestí rápidamente, le dije ven vamos a la cama y lo llevé jalándolo de la verga. Nos cogimos con entusiasmo y sentí a Huberto muy erótico, sensual y pasional, incluso amoroso.
Se nos fue el tiempo sin sentir, entre conversación y acción. Me di cuenta que eran las ocho de la noche. Me levanté de un brinco y mientras decía, me voy, dejé solo a mi hermanito, me metí a darme un regaderazo. Salí del baño escurriendo, reposa para mañana Huberto, dije mientras me secaba el pelo y me vestía, no vemos a las 7:30 para el registro, el desayuno de apertura es a de 8:00; a 9:00, esa hora comienzan las conferencias y a las 10:30 es nuestra participación. –Sí de acuerdo –contestó Huberto. Le di un beso a mi monstruo y otro a Huberto en la boca y salí corriendo, hubiera jurado que Huberto se quedaba triste.
-{En efecto, Huberto pensaba, cuando por fin encuentro a la mujer ideal, la que no padece, sino que disfruta mi verga, se tiene que ir. ¿No será posible, que sea mi mujer, que sea sólo para mí? Entendió Huberto que Nayeli de ser mujer de un solo hombre, sería de su propio hermano, con quien ahora hace vida marital, que pronto regresará César, su prometido, de modo que si quiere a Nayeli, será compartida con César, con Carlos, con Kalena, con y Verónica, cuando menos. Pero, sí, sí la quería y no sólo la quería, la amaba}.
Llegué con mi hermanito, Veía el noticiero y me senté en sus piernas para darle los pormenores de mi trabajo, y mi relación con Huberto. Así que le platiqué con lujo de detalles de cuando había cogido en la mañana y agregué: Pasé esta tarde hermanito una de mis experiencia sexuales más hermosas, verás: Me acosté desnuda, boca abajo y abrí las piernas, Huberto se tendió junto a mí, acarició mis hombros y mi espalda, yo podía percibir como vibraba al contacto con mi piel y eso me calentaba mucho. Acarició mis nalgas, podía sentir su manos fuertes deslizarse con delicadeza por la curvatura de mis glúteos, meter los dedos entre ambos con lo que me estremecía y él temblaba. Besó mis hombros, los lamió y los sorbió, fue bajando este tratamiento hasta la cintura; saltó a los pies, los besaba y los lamía y me hacía gemir y él temblaba, subió por mis pantorrillas, por una, por la otra, por en medio, luego mis muslos.
Leves temblores que nacían con un beso, recorrían todo mi cuerpo. Llegó a mis nalgas, pasó su lengua por mi raja, me estremecí, abrió mis glúteos, besó mi ano, jugó con su lengua y yo me retorcía y gemía. Posó su pecho sobre mi espalda empuñó su monstruosa verga y la metió en mi vagina. Huberto había aprendido su lección, lo hacía muy lentamente para dar tiempo a que mi conducto vaginal, se fuera distendiendo gradualmente. Te diré hermanito que esta postura resultaba de lo más cómoda para mí, pues la verga de Huberto no entraba toda. Como su pubis topaba contra mis nalgas, resulta que su pubis quedaba separado de la entrada de mi vagina, precisamente la altura de mis nalgas, que como sabes no es despreciable, pues las tengo paraditas y redondeadas. Así que, quedaba fuera de mi vagina, como un jeme, pero la sensación para Huberto, porque su pubis topaba con mis nalgas, era que estaba todo adentro.
Luego de que su pubis topó conmigo, se esperó un momento, durante el cual, la vagina ahora, se amoldaba al grosor del tronco y una vez que lo tenía rodeado, se disparó el perrito, lo que tanto Huberto como yo, disfrutábamos llenos de lujuria. El comenzó a moverse, gemía y se retorcía y yo, estaba tan caliente que manaba más y más lubricante, lo que hacía más erótico el mete saca. Hubiera estado en esta pose, toda la tarde; pero imagínate para Huberto que toda su vida al coger, o estaba con la preocupación de no lastimar a su dama y si no se preocupaba, estaba con el remordimiento por haberla lastimado y de pronto se encuentra con una mujer hermosa, joven que aguanta completa su monstruosa verga y no sólo no se queja, sino que la disfruta. Pues el resultado hermanito es que se viene rápido y me jala y nos venimos.
-Nayeli –me dijo Carlos -¿Por qué te bañaste? Hubieras venido con la vagina escurriendo y yo te hubiera limpiado con la boca desde tus muslos, hasta tu nidito de amor. –Te lo guardo para la próxima hermanito, pero mientras te tengo algo… Llévame a la cama. Me encantaba que me llevara así, como novia en noche de bodas, mientras él me acariciaba los muslos y nalgas yo lo besaba, le lamía la boca, metía mi lengua que jugaba con la suya. De pronto le pregunté: ¿Me amas Carlos? –Te adoro hermanita. -¡Manito! ¿Todavía soy tu bebita? –Serás mi bebita toda mi vida. –Y nos besamos apasionadamente.
Llegamos a la cama, nos desnudamos rápidamente, nos volvimos a besar con esa pasión que los dos sentíamos inagotable. Le pedí que se arrodillara frente a la cama y que apoyara pecho y cabeza sobre la misma. En esa postura abrí sus piernas, tomé su verga apuntándola hacia mi cara, la besé, la sorbí, la metí en mi boca, mi lengua jugó con ella y mis labios la succionaban. La solté, abrí sus glúteos con la mano, besé su ano y lo picoteé con la lengua; mi hermano se retorcía y gemía de placer. Luego de esto, nos besamos y él paladeaba sus propios sabores en mi boca. Lo tendí boca arriba y me subí al trono de la reina y cabalgué a mis anchas. Hasta que llegó el orgasmo de los dos, luego hicimos un 69 para recoger la mezcla de nuestros jugos y nos besamos de lengüita muy largamente, intercambiando la mezcla de esperma, mis jugos y la saliva de ambos, una y otra vez.
Luego que nos hubimos calmado, me dijo Carlos: mientras venías, habló Kalena para avisar que pasado mañana van los topógrafos del banco para verificar medidas y hacer un levantamiento de los terrenos, por lo que Kalena consideraba que tanto su papa como Carlos debían estar allá. Por lo que iba a fletar un avión, para ambos nos fuéramos como a las 5 de la tarde y le dijo que me preguntara si quería yo ir, Carlos le dijo que me preguntaría, pero que él sabía que tenía mucho trabajo. Me acurruqué en los brazos de mi hermanito y nos dormimos.
Comenzamos el día muy temprano. Carlos pasaría dejarme al hotel de Manolo, pues no quería manejar para no llegar nerviosa. En lo que esperaba a Carlos me fui al estudio para darle una última repasad a mi material. Sonó el teléfono y oí: -Hijita buenos días. Para que veas que pequeño es el mundo, fíjate que ayer me habló un compañero de la Universidad y enlazó la llamada con otro más. El primero hijita, es el Director de vinculación, me preguntó que si tú eras algo de mí. Le contesté pero por supuesto es mi hija; luego enlazó la llamada con otro compañero, el Director de Ecología. Están encantados con tu proyecto. Finalmente me preguntaron si podía yo ofrecer una comida para unas 30 personas, pues van a invitar al Rector. La comida, mi hita, será en la Cava, cambiaron tu presentación para el viernes para que dé tiempo. Pasado mañana, el jueves estaré en México. Quiero que por favor vayas un momentito a la oficina, quiero mostrarte algo. Me permití dar tus números de teléfono a mi asistente en DF. Te llamará para ponerse a tus órdenes y te podrá auxiliar en lo necesites. A trabajas duro mi hijita allá nos vemos. –Cuántas noticias tan importantes papi. Muchas gracias. Te espero con ansiedad.
En la recepción estaba listo mi gafete. Llegó Manolo, me acomodó el gafete; entré al salón del brazo de Manolo, fuimos a donde Huberto, lo saludé de beso en la mejilla y me presentó al Presidente de la Asociación con quien conversaba. Manolo me presentó con muchas personas. Llegó el momento de mi presentación, cuando me anunció Manolo, apareció en la pantalla del frente, la foto aquella “Tres bellezas, las propietarias del Hotel las Veigas. Me dirigí al estrado en medio de aplausos y comentarios.
Una breve introducción, corrí el video y me calló encima una mole de preguntas. Una a una, fui respondiendo sin titubear, todas las preguntas a ratos me salía del podio para deleitar a los concurrentes con la transparencia de mi falda, luego volvía al podio con el pretexto de consultar mi tableta. Hasta que vino Manolo y dio por terminada la sesión y mientras había grandes aplausos, se acercó y me dijo al oído: -¡Qué chingona eres amiguita, te felicito!
Fui a despedirme de Huberto, salió conmigo para acompañarme junto con Manolo. Les dije de la presentación de mi tema, que mi papi ofrecería una comida en la Cava, que tal vez fuera el Rector. Manolo dijo de inmediato que sí aceptaba, Huberto se disculpó. Llegó corriendo el Presidente de la Asociación, me felicitó por la presentación y me dijo que me invitaba a participar en su planilla, que iba a promover su relección, le dije que sí, pero que necesitaba otra cartera para Kalena y una suplencia para Verónica, me dijo que de acuerdo. Lo invité a la presentación de mi proyecto de tesis y dijo que sí, Manolo le dijo, nos vamos juntos. Llegamos a la puerta, me preguntó Manolo ¿En qué te vas? -En un taxi, respondí. Espera, me dijo, te vas en un coche del hotel y se metió. Aproveché para darle un beso en la boca a Huberto y decirle, cuida mucho a mi monstruo, lo amo, te amo Huberto. Me respondió que él me amaba, que era la mujer más maravillosa que hubiera conocido en su vida. Me dio otro beso y aproveché para acariciar a mi monstruo que de inmediato respondió.
Al otro día, tenía terminada la presentación, pues disponía de mucho material que no ocupé inicialmente. Me preguntaba a qué hora llegará mi papi, para saber si voy o no a la Universidad. En eso, entró una llamada. -¿La Lic. Nayeli Valencia? -Me extrañó que alguien la buscara por mi título, pero consideré rápidamente las posibilidades y contesté. Sí, yo soy. –Mire Lic. Soy Brenda Rosedales, asistente del Sr. Ing. Héctor Valencia, me pongo a sus órdenes para cualquier cosa que le haga falta, un carro, un chofer, alguna compra, una investigación de mercado, lo que sea, usted nos dice. –Gracias Brenda. -Primero, por favor háblame de tú y mándame un carro con chofer para que me lleve a la Uni y luego a tu oficina para saludar a papá. Claro que sí Na, en 15 minutos tienes el carro, va de chofer, Socorro Parás.
A las 12:30 entré por primera vez a la oficina de mi papi. Todo era en un lujo en línea pura, muebles modernos, muy iluminada, bien ventilada. Brenda me saludó de abrazo y beso en ambas mejillas y me dijo al oído que hermosa eres Na. -En cuanto termine tu papá de hablar por teléfono te paso. –Lo que fue enseguida. Nos saludamos demostrándonos mucho cariño, salió Brenda y dijo papi: -Esta es mi oficina de trabajo, por esa puerta se va a una sala de juntas, me la mostró y por esta otra, está mi oficina privada con una pequeña biblioteca. Sonó el secretarial, descolgó y dijo, -horita regreso hijita, me senté en el sillón que había junto a la puerta. Había un espejo grande, del tamaño de la puerta, justo enfrente, en el espejo yo veía la puerta, de modo que quien entrara, aunque yo estaba de lado, me vería de frente en el espejo, así que si subía las piernas, quien entrara, en directo vería mi falda a cuadros, tableada y en el espejo vería mis piernas desnudas flexionadas y parte de mi puchita. Busqué un libro y me senté a esperar.
Quien entró fue mi papi, tuvo una visión fugaz de lo descrito, pues enseguida me levanté para continuar la conversación. Me estiré sobre el escritorio para dejar el libro de donde lo había tomado. Mi papi nos resistió más, me levantó la falda y…
-{Ahí estaba el Ing. Valencia mirando a su amada hija Nayeli, quien estaba empinada sobre su escritorio, con su falda a cuadros tableada, volteada sobre su espalda y sin nada más debajo. Extasiado, contemplaba las hermosas nalgas, las bellísimas, esculturales y muy sensuales piernas y en medio, la sugerente y arrobadora raja de las nalgas que terminaba en la palpitante vagina que estaba escurriendo sus jugos apetitosos. Pensó el ingeniero en caer de rodillas y lamer el escurrimiento desde los eróticos muslos de su hija, pero se detuvo por el problema de sus rodillas. Entonces, como un rayo, descargó una leve nalgada en cada cachete. Nayelí quedó des controladísima y antes de que pudiera reaccionar, su papi le metió la verga de un tirón, arrancándole un grito de asombro más que de dolor y para sorpresa de Nayeli, estaba ahora sintiendo un placer inusitado que le producía, la doble sorpresa la de las nalgadas, que aún le ardían y la penetración abrupta, seguida de sexo violento}.
-Repuesta de la inesperada forma de hace sexo de mi papi, al sentirme ahora penetrada desde atrás por mi progenitor y al deducir por su entusiasmo, gemidos y convulsiones que yo le brindaba un gran placer, el mío se incrementó, mi perrito comenzó a funcionar y yo movía mis nalgas en consonancia con el mete saca de papi, me tomó los senos con ambas manos y me dijo. –Heredaste el perrito de tu madre mi hijita -y se vino, su orgasmo me jaló y tuve el mío, diferente, muy placentero. Se salió papi y antes de que pudiera hacer nada, caí de rodillas y limpié su pene con la boca, temblaba al tenerlo en las manos y pensar que había estado muchas veces dentro de la vagina de madre.
Pasé al baño, había bidet, lo que me facilitó las cosas, humedecí una toalla y me limpié los muslos. Salí, encontré a una chica en el sillón, en el que yo estuve mostrando a papi por el espejo mi panocha. Al verme se levantó, me saludó de mano y me dijo Soy Sara, su papá la espera en la oficina de Brenda. Llegamos, papi dijo –ven hijita, -Sara ya estaba sentada en el escritorio de afuera de la puerta a la que nos dirigíamos, abrió papi, me indicó que pasara, entró Brenda y llamó a Sara. Todos adentro, papi me dijo: -Mi hijita esta es tu oficina, toma posesión y la señorita Sara Tifuentes es tu asistente. -Gracias papi, me va a ser muy útil para mi tesis. Gracias también a Brenda y a Sara por su apoyo. Continuó papi: -Por esta puerta se va a la sala de juntas que ya conoces, la puedes ocupar, de conformidad con la agenda de Brenda. Por esta otra puerta, se va a tu oficina privada -fuimos, no había más que un escritorio y papi dijo –ya la amueblarás a tu gusto mi hijita. –Pues muchas gracias papi y le besé ambas mejillas.
Vimos la presentación, Brenda estaba encantada, le pareció muy bien. De modo que papi quedó muy contento y lo que me pareció más importante, me iba tomando confianza. En cuanto papi se fue, me dijo Brenda. Na, porfa tu lista de invitados. Hoy mismo las tenemos que entregar.
Comimos las tres donde Manolo, quien llegó con nosotras al café con su consabido coñac, Brenda le entregó su invitación. Brenda llevaba su coche, Sara y yo nos fuimos con Soco a mi depa. Las presenté con el conserje, para que las dejara pasar y les diera lugar en el estacionamiento cuando llegaran, pues nosotros teníamos tres cajones y de ordinario, sólo ocupábamos dos.
Fuimos al estudio biblioteca, les señalé, ese es lugar de mi hermano y este el mío. Sara, quiero que vincules esta compu (ordenador), con las de la oficina, con mi tableta y con la tuya. Terció Sara -yo no tengo tableta. –Marqué en mi celular, dije hola cariño, cuando contestó Brenda, quien respondió: -Buenas tardes hermosa ¿Qué puedo hacer por ti? –Mucho Brenda, por ahora quiero saber que debo hacer para que Sara tenga una tableta. –Sólo pedírmela cariño. Tú, sólo tienes que pedirme y hasta nos casamos. –Esa voz me agrada Brenda. Por ahora, sólo la tableta de Sara. –La tendrá en cuanto cruce esa puerta. –Gracias Brenda. Te debo un beso. –Puedes tener la seguridad Nayeli que te lo voy a cobrar. –Estaré encantada, de verdad. Subí, me di un baño, escogí la ropa que me iba a llevar y por el interfono, pedí a Soco que subiera para ayudarme. Al llegar, le pregunté ¿Te has fijado Soco a qué altura del muslo uso mis faldas? Levanté un poco mi falda y le dije, mientras la dejaba caer, a medio muslo, Igual que Sara. ¿Será posible que Tú también las uses así y levanté su falda a la vez que acariciaba, como sin querer, los lados de sus muslos con los bordes de mis manos. Mira Soco, esto es lo que me voy a llevar. Te alcanzamos en el coche.
Llegamos a casa. Senté a papi frente al noticiero y fui a la cocina. Puse en una fuente salmón ahumado con espárragos, aceitunas, jitomate crudo picado, espolvoreado con perejil, salpicado con aceite de olivas. Había una botella de champaña en el refri, la acomodé en una hielera. Puse la mesa con mantel blanco, dos plazas, un candelabro con ceras; subí a la recámara, me di un regaderazo, me puse un vestido con hilos de plata, sin mangas y bajé, alcancé a papi y abriendo los brazos hacia abajo le dije, la cena está lista papi. No sé si captó el doble sentido, se paró, lo vi muy conmovido y un poco turbado me dijo: -Qué bella eres mi hijita, no sé, si eres una princesa, escapada de un cuento de hadas o un ángel del cielo. –Me ofreció el brazo y fuimos al comedor. Mientras él abría y servía la champaña, encendí las velas y apagué las luces. Me entregó mi copa y brindó:- Que esta hermosa noche, mágica, la primera que pasamos juntos tú y yo, hijita, perdure en nuestra mente y nuestros corazones, chocamos las copas, enlazamos nuestros brazos y apuramos el contenido. Pude verme entonces en el espejo, por la variación de las flamas de las velas, mi vestido era una orgía de reflejos y papi estaba embelesado. Me gustó lo que vi. Probamos unos cuantos bocados, bebimos más y del brazo de papi, con una copa de coñac, cada quien el mano, nos dirigimos a la sala.
Enderecé mis pasos hacia la escalera, yo tenía mucha prisa, llevaba a mi papito a la cama. Puse música suave, comencé a desvestirlo: la corbata, el saco, la camisa, bajé el corpiño del vestido, mis tetas brotaron airosas y retadoras, le quité la camiseta a papi, me abracé fuertemente a él para que sintiera mis pezones erectos en su pecho y nos besamos la boca por primera vez, fue un beso largo, apasionado por ambos lados. Nos separamos un poco y mi papi se dio un festín con mis senos, los acariciaba, los besaba, los succionaba. A mi vez, disfrutaba inmensamente los besos incestuosos de papi.
Nos dirigimos a la cama, lo senté en la orilla, le quité los zapatos y calcetines, le pedí que pusiera la espalda sobre la cama, le saqué los pantalones, luego el bóxer y fui a su verga parada, la besé, jugué con ella en mi cara, en mis tetas, la lamí del glande a los huevos y de los huevos al glande, una y otra vez, por fin la metí a mi boca, succioné el glande y lo metí más, topó con mi garganta y lo metí más, papi se volvía loco, así que lo retiré de mi boca, pues no quería que se viniera tan pronto, tenía yo otros planes.
Me saqué el vestido, papi se sentó en la orilla de la cama, me senté en sus piernas, me abracé a su cuello y le decía, papito, tu niña linda ha sido una niña grosera, debes castigarla papito. Me tendí en sus piernas, acarició un poco mis nalgas y lo fustigué: castígame papito, castiga a tu niña grosera y… Me tundió, nalgada, tras nalgada con una y otra mano, mientras yo gemía de dolor y de placer, mi vagina palpitaba ansiosa y soltaba sus jugos a raudales. Nunca me imaginé que el dolor pudiera ser tan placentero. Papi me aventó sobre la cama, se echó sobre de mí, me penetró salvajemente y tuvo un coito fiero, despiadado que me hacía desfallecer de placer, tuve entonces mi orgasmo líquido, alcancé a ver que papi se retorcía también de placer y quedé desmadejada y temblorosa, como ida y papi se preocupó y me preguntaba preocupado: ¿Cómo estás, qué te pasó, cómo te sientes, mi hijita? No te preocupes papi así me pongo cuando tengo un orgasmo líquido, sólo abrázame y dame tiempo para reponerme y caí en sopor. (Continuará).