Hermanita, ahora me toca a mi follarte
Mi polla lejos de calmarse palpitaba en mi pantalón viendo a mi hermanita llena de semen y llorando después de haber sido follada a la fuerza por mis amigos, estaba cabreadísimo con ellos y conmigo mismo por no haber parado aquello. Pero más excitado que nunca.
Estábamos en un local de moda y las mujeres se fueron al baño, entonces Juan mi mejor amigo soltó de repente:
-Esta tarde cuando he ido a buscar a este, casi me da algo al ver a su hermanita
-A mí me paso lo mismo el otro día –dijo José mi otro amigo-
-¿Verdad que esta buenísima? –Dijo de nuevo Juan-
-Cortaros un poco es mi hermana pequeña
-Chico pues a mí me la pone todo menos pequeña. –dijo riendo Juan de nuevo-
Iba a darles un manotazo para callarlos cuando vinieron las chicas; y no volvieron a sacar el tema.
Al día siguiente por la tarde vino José y me fijé en como miraba a Daniela, es más la invito a venir a la playa con nosotros.
Estábamos jugando con la pelota en un rincón de la playa cuando las chicas, incluida mi hermana se metieron en el agua.
-Mira Ángel, ¿me dirás que no te has dado cuenta de sus tetitas gordezuelas?
Miré hacia Daniela y ciertamente le habían crecido las tetas, llevaba un biquini de esos de triángulos que apenas cubrían sus pezones. Aunque el bañador de mi mujer y las demás eran parecidos sus pequeños pechos no los hacían tan escandalosos como sobre mi querida hermanita.
-Pues mira que culo también –dijo ahora José-
Miré el culo de mi hermana y como la parte de arriba la de abajo no abarcaba todo su culazo, dejando la mitad de sus cachetes fuera.
En ese momento pasaron ante una familia y me di cuenta que el hombre la miraba con lascivia.
-Ves lo que te dijimos, será tu hermana pero a mí me la pone dura.
-Sois unas bestias, estáis más cerca de los cuarenta que de los treinta y ella tiene dieciocho, sois unos pervertidos. Sin contar que además es mi hermana, ¿que pensaran vuestras mujercitas?
La verdad es que viéndola con sus ojos tenían razón, no me había dado cuenta de su cambio. Siempre vi a Daniela como un estorbo a pesar de adorarla.
Mis padres me tuvieron a los veinte y Daniela llego de rebote cuando mi madre ya creía tener la menopausia, entre eso y que nos llevábamos tanta edad; no salimos nunca juntos, en cambio tampoco hubo celos ni nada ya que yo prácticamente no paraba ya en casa cuando ella llegó.
De pequeña Daniela era una bola redonda y mofletuda, con quince aún seguía siendo redondita, pero ahora era un bombón, algo voluptuosa pero realmente estaba de vicio.
Me regañé a mí mismo por pensar eso no solo de una niña sino de mi hermana pequeña, aunque mi polla no creía en parentescos y estaba dura como una piedra.
A la mañana siguiente baje a desayunar, me iba a comprar para una acampada que habíamos organizado los tres matrimonios. Estaba pensando en lo bien que se pasaban las vacaciones allí con mis padres, la playa, mis amigos de la infancia… estaba enfrascado en mis pensamientos cuando Daniela entró en la cocina y tras darme los buenos días se estiró para coger una taza, sus mini short subieron aún más clavándose entre los cachetes de su precioso y redondo culo.
Mi polla volvía a dar señales de vida, mirando como mi hermanita se servía café y se sentaba ante mí, podía distinguir sus pezones bajo la fina tela de la camiseta y desee pellizcarlos. Mentalmente me regañé e intenté dejar de verla como a una mujer y solo como mi hermanita, como antes de que esos cabrones me hicieran darme cuenta.
-Ángel, ¿puedo venir con vosotros?
-No se Daniela –le contesté mientras entraba mi madre-
-Venga hermanito, por fi
-Bueno lo comento con ellos.
Tras llamar a los dos cabrones que tenía por amigos se relamieron ante la idea de que viniera. O sea que al día siguiente salíamos todos hacia la montaña, acampamos cerca de un rio, en un paraje precioso.
Montamos las cuatro tiendas, la de José y su mujer, Juan y la suya, yo y la mía y luego la de Daniela.
La verdad es que ella enseguida se unió a las chicas y paso de nosotros, que pescamos, nadamos y nos divertimos a lo grande ese primer día.
Por la noche bebimos y comimos hasta más de las cuatro de la mañana, luego cada mochuelo a su olivo. Por la mañana al intentar despertar a Daniela y esta no contestar abrí su tienda, ella dormía en braguitas y vi por primera vez sus tetas. Me quede unos segundos mirándola y enseguida note que me faltaba el aire y me sentía oprimido en esa tienda de campaña tan pequeña, mirando como cada vez que respiraba sus tetitas se movían llamando tanto mi atención que no podía apartar los ojos de ellas, sentí toda la sangre instalándose en mi polla y sin ser consciente de mis movimientos estiré la mano y roce esos pezones que tantas veces había intuido esos días anteriores. Todos estaban nadando en el rio, yo me había quedado para terminar mi desayuno y luego despertarla antes de ir con ellos.
Desde el momento que mis dedos atraparon su pezón estuve perdido, su suave piel se erizo por el contacto y ella se giró en la colchoneta con un leve gemidito que me puso cardiaco. Cogí uno de sus pechos en cada mano y empecé a sobarlos sin pensar en las consecuencias. Un ruido de ramas me hizo soltar sus tetas y salir de allí corriendo al tiempo que llegaba la mujer de Juan.
-¿Tu hermana aun duerme? –Me pidió sin sospechar nada-
-Ahora la despierto
Le grité desde afuera y me fui al rio metiéndome antes de que alguien notara mi excitación, al momento estaba arrepentido de haber llegado tan lejos.
Pasamos la mañana nadando y jugando todos juntos en el agua. Al mediodía encendimos el fuego e hicimos la comida y por la tarde después de descansar volvimos al rio y de nuevo pasamos un buen rato, luego dimos un largo paseo antes de regresar al campamento. Cenamos y bebimos más de la cuenta, esta vez aún más que la noche anterior, lo habíamos pasado genial y ya solo quedaba esa noche y el día de mañana.
Habíamos bebido mucho los siete, ellas sin apenas tenerse en pie, tenían menos aguante; se retiraron a dormir, mi hermanita entro en su tienda dando tumbos.
No sé en qué momento me quede dormido sobre las esterillas que habíamos puesto cuando unos ruidos lejanos me alertaron e intenté prestar atención, mientras me acercaba oí a los chicos hablar con alguien.
-Venga esta noche vas a ser nuestra perrita, llevas todo el día pidiéndolo a gritos.
La imagen me dejo de piedra, Juan estaba entre las piernas de una mujer a la que no lograba ver, me tapaba la visión José de rodillas en un lateral.
Entonces vi como Juan bajándose un poco los pantalones sacaba su polla y la paseaba entre las piernas de la mujer, esta parecía retorcerse.
-No luches nena, veras como te gustará mi polla; has estado todo el día pidiendo guerra.
A su lado José decía:
-Si zorra tenía tantas ganas de esto desde que te vi el año pasado follando. Ahora abre esa boquita de mamona que quiero darte mi rica polla.
Movió las caderas y supuse que había logrado su objetivo al oír sus jadeos de placer. Por un momento me plantee irrumpir y mirar que estaba pasando, pero entonces Juan con un fuerte movimiento de caderas se la metió y le oí decir:
-Así puta, pero si estas chorreando. Veo que el negarte a joder solo era una táctica sino no, no estarías así de encharcada. Voy a darte polla hasta hartarte mientras se la mamas a mi amigo.
Volví a tomar conciencia de que sería la mujer de Juan, este se la follaba con ganas, mientras José a su vez no dejaba de mover las caderas hundiéndosela supuse en la garganta.
Me puso a cien y allí entre los matorrales saqué mi polla y empecé a masturbarme ante la morbosa escena que para entonces había cambiado ligeramente, ahora era José quien la follaba y Juan quien se la metía en la boca.
-Es cierto amigo esta puta esta cachonda. Que coñito más rico tiene.
Estaba tan cachondo que tuve que soltarme la polla o iba a acabar enseguida y quería ver todo el polvo, empecé a acariciarme lentamente los huevos y un poco la polla distraídamente. De nuevo la escena iba a cambiar.
-Ponte como la perra que eres, voy a metértela hasta el fondo –dijo Juan agarrado a sus caderas-
Empujó como un salvaje y la penetró hasta los huevos, mientras ahora José de rodillas ante ella agarraba su cabeza y la movía sobre su polla sin dejarme ver su cara, me hubiera gustado ver la cara de puta de la mujer de Juan mamándosela a otro.
-Que rica la mamas golfilla, me estas matando… me encanta tus succiones y tu lengua en mi capullo… sigue guarrilla.
-No puedo más apriétala así… mas… -gimió como un animal-
Al momento sacó la polla y girándola la privó de la otra polla para correrse sobre sus tetas y su cara, mientras José hacia lo mismo y se corría igual meneándosela. Solo les veía a ellos de pie y su semen caer sobre ella. Desde mi sitio veía sus tetas brillar mientras ellos se vestían.
-Espero que te comportes como la golfa que eres, sabes que lo has disfrutado o sea que se buena chica.
Estaba cachondísimo viendo ese cuerpo tendido en la hierba lleno de semen, no se movió ni cuando ellos desaparecieron. Pasaron por mi lado sin verme y regresaron al campamento, vi a lo lejos como entraban en sus tiendas y entonces me decidí.
Yo también quería mi parte, tenía que follármela. Me acerqué en silencio y por primera vez ella me miro y yo a ella.
No era la mujer de Juan… ni la mujer de José… ni mi mujer. Ya sabréis quien era, si era mi hermanita. Me miraba con ojos tristes mientras yo miraba sus lágrimas caer por su cara hacia sus pechos siguiendo el recorrido del semen de esos salvajes.
-Yo no quería…
Mi polla lejos de calmarse palpitaba en mi pantalón viendo a mi hermanita llena de semen y llorando después de haber sido follada a la fuerza por mis amigos, estaba cabreadísimo con ellos y conmigo mismo por no haber parado aquello. Pero más excitado que nunca.
-Lo se
-¿Lo has visto todo? –pregunto llorando-
-Sí; creí que eras la mujer de Juan, que era un juego sexual entre ellos.
La estaba acunando, intentaba consolarla antes de ir a pegar a esos cabrones cuando mi mano se posó en sus muslos calientes, ella gimoteaba y mi polla palpitaba en mi pantalón. En ese momento perdí un poco el control y mi mano se metió entre sus muslos, sentí la humedad que desprendía mientras ella abrió los ojos como platos por la sorpresa. No se esperaba eso y mis dedos la penetraron sin dejar de mirarla, entonces supe que tenían razón. Al principio la habían obligado pero ese coñito encharcado me decía que lo había disfrutado.
Ahí perdí la cordura y empecé a meter y sacar mis dos dedos de su coñito inflamado.
-Dani ¿Cuántas veces te has corrido? Quiero la verdad
-Tres –contesto avergonzada-
-Eres una puta –le di un bofetón-
-Lo se
Me apoyé en el árbol y ella aún estaba apoyada en mí, dejé de acunarla y la coloqué sobre mis muslos, separé sus piernas y bajé sus rodillas al suelo, nuestros sexos solo estaban separados por mis pantalones.
-Danielita saca mi polla y ponla en tu coñito, hermanita voy a darte lo único que te mereces por ser tan puta.
Ella hizo lo que le había pedido y yo agarrándola de la cintura la empalé a mi polla y ella gimoteo, la sentía tan estrecha y caliente que casi me corro al momento. La deje un momento quieta y aproveché para retirar el semen de su cara y su pelo con una mano, cuando noté que ella empezaba a mover las caderas se apoyó en el árbol sobre mi cabeza y empezó a moverse.
-¿Te gusta así hermanito?
-Si; mi vida muévete
Mordí y lamí sus tetitas agarrándola del culo y haciendo que se moviera más deprisa, los dos estábamos como poseídos.
-Para putita o harás que me corra
Pero no paró sentí como su vagina estrecha de por si presionaba mas mi polla y sentí como el semen que había acumulado inundaban su cuevecita, volviéndome loco de placer mordí fuerte un pezón y ella que chilló, creí que de dolor pero su cara era un poema.
-Me corro hermanito, que rico me follas, no pares lléname de lechita rica.
Succionó cada gota de mi semen hasta que paró el mejor de mis orgasmos y su cuerpo cayó laxo y rendido en mi pecho. La abracé y nos adormilamos.
Desperté sintiendo su peso y recordando lo ocurrido casi una hora después supe al mirar el reloj, eran casi las cinco de la mañana. Ella aún estaba sobre mí, apoyada en mi pecho, sentía el árbol clavado en mi espalda. Mi polla había salido de su cuerpo y la empujé un poco dejándola caer entre mis piernas, ella se quejó en sueños.
La miré rendida echa un ovillo en el suelo, despeinada y sucia de tierra y semen estaba divina.
La cogí en brazos y ande con ella hasta el rio, entre despacio y ella se quejó al sentir el frio y se abrazó más a mí.
-Está muy fría hermanito –sonreía al ver que ella recordaba todo lo ocurrido-
-Tienes que lavarte estas perdidita
Miré absorto como el agua mojaba sus redondos pechos y ponía duros por el frio sus pezones, volví a desear poseerla ella me miró y supo lo que quería. Se movió dentro del agua y sus piernas abrazaron mis caderas al tiempo que mi polla dura ya hurgaba en la entrada, sin dejar de mirarnos mi polla la penetró.
-¿Te gusta Dani?
-Si
La cogí del culo y la moví entrando hasta el fondo y empujando más, mientras sus pechos se frotaban con mi pecho, sentía sus duros pezones y bajé la cabeza, ella se estiró y echo un poco hacia atrás y los atrapé, volví a morderlos, succionarlos, lamerlos y besarlos como un loco, no podía pensar en nada más. Sin salir de su interior la lleve a la orilla y la dejé en el suelo.
-Ponte a cuatro patas perrita quiero ver moverse tu culo mientras te follo
Sus gemidos me indicaban que le gustaba ser humillada y supe que por eso había desfrutado con ellos.
-Así muévete, ¿Vas a ser la putita de tu hermano?
-Sí, si, si
Me volvía loco ver su culo mientras mi polla desaparecía entre sus piernas, cada vez arremetía con más fuerza arrancando suspiros en ella, entonces lamí un dedo y presioné su ano.
-Noo, me dolerá
-Calla ahora eres mi putita y te follaré como quiera ¿De acuerdo hermanita?
-Si
Empujé el dedo y ella decía flojito que le dolía.
-Lo se golfilla, relájate y aguanta veras como te gusta.
Poco a poco sentí su aceptación y cuando estaba a punto sentí como ella se corría y de nuevo estrujaba tanto mi polla que casi me dolía, grité al sentir mi semen salir disparado dentro de ella.
Volvimos al agua y luego al campamento sin decir nada cada uno entro en su tienda.
Dormí más que nadie, a media mañana mi mujer me despertó y volvió a irse al agua; me sentía culpable cuando me reuní con ellos en diez minutos.
Todos jugueteaban felices en el agua y nadie diría que la noche había sido tan movida. Dos horas después preparábamos algo de picar vi que Daniela hablaba con esos dos, me acerqué sin ser visto y oí como le decían.
-Daniela de nuevo te pedimos perdón, no sé cómo pasó, lo recuerdo todo vagamente, gracias por no decir nada. –dijo Juan pareciendo arrepentido-
-Cierto yo creo que no volveré a pillar una así jamás, gracias por perdonarnos.
-No os preocupéis y no lo hablemos más, tampoco fue tanto y yo ya lo he olvidado –dijo ella mintiendo-
Cuando me acerqué a ella me dijo:
-No recuerdan casi nada de lo que pasó, creen que solo se propasaron un poco y me valen sus disculpas, quiero olvidar lo que paso la primera parte de la noche.
-¿Qué parte no quieres olvidar Dani?
-La parte en la que se fueron y mi querido hermanito me follo rico
-Eres una golfa hermanita, te olvidas de eso y de que estoy casado
-Sí; lo soy y tú tienes la polla dura ahora mismo con lo cual deduzco que te gusta que sea tan golfa. Y deja que te recuerde que ayer no te acordabas de tu estado civil.
Miré a ambos lados y tiré de ella, nos metimos en el rio. Al verlos llegar le dije a Daniela gritando.
-Venga a ver quién se cansa antes de los dos y vuelve lloriqueando
Eche a nadar y ella me siguió, un minuto después llegamos a una curva que nos mantenía fuera de su vista, la esperé y al llegar a mí la agarré y directamente le metí la lengua en su boquita y ella de un saltito me abrazó la cintura con sus piernas y metiendo la mano entre ambos, agarró mi polla y la meneo dos veces mientras yo desesperado corría su braguita, ella misma enchufaba mi polla y se apretaba clavándosela.
-Muévete zorra, aprieta mi polla. Me encanta tu coñito prieto.
-Si hermanito dame tu polla rica, me encanta…
Jadeaba agarrada a mi cuello cuando yo arremetía con dureza.
-Te voy a partir en dos putita –le dije mordiendo sus pezones-
-Si hermanito párteme en dos reviéntame
De nuevo la lleve a la orilla la tiré al suelo y allí arremetí con más fuerza dentro del coño de mi hermanita que gritaba flojito mientras se corría como la perra que era… mi perra.
La saqué de su coño y le dije:
-Hermanita chúpamela
Vi como mi hermana se metía mi tranca en su boquita y se la tragaba por completo, me agarró las pelotas y succionó mi polla golosa haciéndome una mamada espectacular, apretó mis testículos y los sobó mientras descargaba en su boca, que tragaba como si fuera un manjar.
-Así perrita mía trágatelo todo
Ella me miró sumisa y trago hasta la última gota, luego lamió mi polla para limpiarla bien y de la mano la subí y entramos juntos en el agua. Antes de empezar a nadar le dije:
-Vamos putita ahora hay que volver en casa te daré mas
-Si hermanito. -Regresamos nadando donde estaban ellos-
El resto del día nos miramos sabiendo que lo de antes solo acaba de empezar, no me había saciado de esa golfilla sumisa que había resultado ser mi hermanita y deseaba regresar para tener más espacios y más tiempo para intentar saciarme con su cuerpo lujurioso al que no podía resistirme por mas hermana que fuera.