Hermanas y amantes

Dos hermanas conocen las delicias del amor lésbico.

Autor: Salvador

Dirección: demadariaga@hotmail.com

Hermana y esposa

Alana y yo tendremos un hijo. Alana ya tiene siete meses de embarazo. Alana y yo somos hermanas. Alana y yo nos amamos. Somos pareja.

Vivimos fuera de nuestro país, donde se desató un escándalo familiar de proporciones cuando nos decidimos a decirle a nuestros padres que sus hijas eran lesbianas y que vivían juntas. Ello no nos permite hacer vida de pareja en nuestra tierra natal, por lo que decidimos hacerlo en otro país, donde el lesbianismo es más aceptado.

El acercamiento entre ambas lo inicié yo, después de una sesión de sexo virtual que me dejó muy excitada. Ya antes había tenido algunos encuentros sexuales con compañeras de colegio y, ocasionalmente, algunos muchachos, pero se me dio más el sexo con mujeres, sin que yo lo buscara, atraída por lo extraño de sentirme deseada por una persona de mi mismo sexo.

Recuerdo bien esa noche, en que Alana y yo encontramos el verdadero amor. Esa tarde me había conectado con Ricardo, mi amigo cibernético, con el que teníamos diálogos sexuales que inevitablemente terminaban conmigo en el baño de la oficina masturbándome para lograr calmar mi calentura. Pero esa tarde había sido particularmente excitante y aunque me masturbé como poseída, alcanzando un exquisito orgasmo, éste no terminó de calmarme.

Las instrucciones de Ricardo fueron particularmente explícitas y me dejé llevar por ellas hasta que mi calentura fue insoportable:

Ricardo: Sube la falda hasta que puedas ver tu bikini.

Eilynn: Lo veo. Es blanquito y tiene manchitas por mis jugos.

Ricardo: Bien. Pon tu manita sobre tu paquetito.

Eilynn: Se siente rico, amor.

Ricardo: Toma una carpeta y ponla en tu falda, como si estuvieras leyéndola.

Eilynn: No entiendo, cariño.

Ricardo: Haz como si la lees, pero que una esquina de la carpeta toque tu cuquita.

Eilynn: Ah, ya te entiendo. Es ricooooo.

Ricardo: ¿Nadie se ha dado cuenta?

Eilynn: No tienen idea de lo que estamos haciendo. No pueden ver bajo mi escritorio.

Ricardo: Entonces, pajeate con la punta de la carpeta.

Eilynn: Guauuuuuuuuuu. Es exquisitooooooooo

Ricardo: Ahora cambia la carpeta por una regla. ¿Entiendes?

Eilynn: Si, cariño. La estoy pasando sobre mis labios vaginales.

Ricardo: Apreta la punta de la regla sobre la entrada de tu tunel.

Eilynn: Ricooooooooooooooo

Ricardo: Cariño, deja la regla y acercate a una esquina del escritorio.

Eilynn: ¿Y?

Ricardo: Haz como tuscas algo en el escritorio, pero acércate a la punto de este

Eilynn: Siento la esquina del escritorio en mi cosita y es exquisito.

Ricardo: Así, muévete lentamente, cariñito.

Eilynn: Se siente rico, amor. Ricoooooooo

Ricardo: Ponte frente al computador y apoya un brazo en la cubierta de tu escritorio

Eilynn: No entiendo

Ricardo: Tranquila. Estás mirando atentamente la pantalla de tu pc, ¿correcto?

Eilynn: Si, pero. . .

Ricardo: Y tu otra mano la llevas a tu entrepierna y se mete dentro de tu bikinni.

Eilynn: Ya. Metí un dedito en mi cuquita, mijito

Ricardo: Bien. Pero lleva la otra mano hacia atrás y levanta un dedo y siéntate encima.

Eilynn: Espera un poquito, para que nadie me vea debo hacerlo con cuidado.

Ricardo: Hazlo con calma. La idea es que metas un dedo delante y otro atrás.

Eilynn: ------------

Ricardo: ¿Lo estás pasando bien?

Eilynn: -------------

Ricardo: Cariñitoooooooooo

Eilynn: ¿Con qué mano voy a escribirte? Las tengo ambas ocupadas, amor. Espera.

Ricardo: Bien. Calma, amor. Goza, métete ambos dedos. Siiiiiiiii


Ricardo: Sigueeeeeeee, gozaaaaaaaa, asiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.


Eilynn Ufffffffffffff, estoy completamente caliente, amor

Ricardo: Entonces ahora puedes ir al baño, a "calmarte"

Eilynn: Esta paja te la dedicaré con todo mi cariño, amor.

Ricardo: Cuando toques tu cosita piensa que mi verga está dentro tuyo.

Eilynn: No sigas, que puedo acabar aquí mismo.

Ricardo: Ve al baño y goza, amor.

Eilynn: Después te cuento. Chao, amor.

Cuando entré al baño ya sentía los primeros jugos corriendo por mis piernas. Tal era mi calentura. Me metí en un privado y sin sacar totalmente mi bikini me senté en la taza tapada e introduje dos dedos en mi cuca, moviéndolos como poseída. Inmediatamente acabé y seguí metiendo y sacando mis dedos en procura del segundo orgasmo el que me llegó con una deliciosa sensación de alivio. No contenta con mis dos acabadas, continué en procura de la tercera, para lo cual me ayudé metiendo un dedo en mi culo. Como no era la primera vez que lo hacía, no me fue difícil introducirlo en mi parte posterior. Ricardo me había acostumbrado a encularme yo misma.

Ahí estaba: sentada en la taza del baño, con dos dedos en mi cuca y otro en el culo, toda sudorosa mientras mi cuerpo se retorcía de gusto. Y llegó el tercer orgasmo, mucho más intenso que los anteriores, dejándome totalmente agotada y casi satisfecha. Casi, porque mi calentura de ese día no se satisfaría fácilmente. Y obviamente no lo haría con la ayuda de mis dedos solamente. Necesitaba algo más tangible. Pero en ese momento creí que no necesitaba más que lo que había hecho y me retiré a continuar trabajando.

Cuando llegué a casa, mi hermana Alana me esperaba con la cena preparada y cenamos en silencio, para después ir a mi dormitorio a ver las noticias nocturnas.

Alana había ido a mi departamento a vivir para compartir gastos. Y como ambas estábamos lejos de nuestra familia, nos pareció la mejor solución vivir juntas para ahorrar y hacer vida en familia. Aunque de niñas no tuvimos un acercamiento mayor, ya que yo soy dos años menor que ella y era más retraída para las amistades, ella pasaba mucho tiempo con sus amigas y compañeras de colegio en tanto yo prefería quedarme más tiempo en casa.

El asunto es que hacía un mes que compartíamos mi departamento y ya habíamos hecho una rutina el cenar y ver las noticias por la tv. Para posteriormente ir a acostarnos cada una en su pieza. Esa noche parecía que iba a ser todo igual que las veces anteriores, a no ser por mi estado de permanente excitación en que me había dejado mi chateo con Ricardo.

Mientras mirábamos las imágenes que desfilaban en la pantalla, yo pensaba para mis adentros que cuando Alana se retirara a su dormitorio yo me haría otra paja para poder dormir bien, ya que era la única manera que veía de calmarme. Pero mis pensamientos fueron interrumpidos por mi hermana, que me hizo un comentario del libro que yo tenía sobre mi velador. Al darme vuelta para responderle vi que mi hermanita que estaba sentada en la cama con los pies cruzados se había echado hacia atrás para alcanzar el libro, con lo que sus piernas quedaron expuestas a mi mirada. Y no solo sus piernas, pues lo que quedó a mi vista fueron sus muslos y un bikini blanco diminuto que apenas tapaba el bulto que había entre sus piernas.

Mi estado de excitación se acrecentó de inmediato y sentí que deseaba a mi hermana, que era una mujer a la que podría hacer feliz y que ella podría hacerme feliz. Mi deseo por ella fue casi como una revelación, pues mis incursiones anteriores con mujeres siempre fueron casuales y siempre pensé que no pasarían de ser encuentros ocasionales que después olvidaría por los hombres, lo que yo pensaba era lo que mi naturaleza pedía. No eran más que niñerías típicas de la época escolar que una buena verga me haría olvidar. Pero vino mi hermana a echar por la borda todo lo que pensaba al respecto.

Sin pensarlo, me acerqué a ella y empecé a comentarle acerca del libro que le interesaba, poniendo una de mis manos en su rodilla más cercana, como por casualidad.. El libro trataba de las aventuras amorosas del Marqués de Sade, lo que en ese momento ví como un echo afortunado pues me permitiría llevar la conversación por derroteros más íntimos y así explorar la posición de mi hermana respecto al sexo entre mujeres.

"Fue un tipo fascinante el Marqués"

"Por lo que sé tuvo una vida amorosa intensa"

"¿Amorosa? No, Alana, lo de él era puro sexo, nada de amor"

"¿En serio?"

"Si, y no tuvo empacho en traspasar todo tipo de límites para hacerlo"

"Guauuuuuuuuu"

"Incluso llegó a cometer incesto"

"Momento, Eilynn, al Marqués de Sade no se le conoce familia. ¿Cómo pudo ser eso?"

"Hizo que dos hermanas se amaran y tuvieran sexo"

"No me digas"

"Si, pues. Aquí tengo un libro de él en que se relata cómo las hizo tener sexo"

"¿Los obligó?"

"No. Como se te ocurre. Solo que las interesó y ellas no pudieron resistirse"

"¿Y de qué se valió para interesarlas?"

"Es que el incesto por sí mismo es fascinante, así que no es mucho lo que él hizo"

"¿Fascinante?"

"Es el morbo que contiene, Alana"

"¿Morbo?"

"Es cosa de imaginar que dos hermanas o hermanos terminan teniendo sexo"

"Mmmmmmm, no dejas de tener razón"

"Es que todos llevamos una cuota de morbo en nuestra mente"

"Parece que tienes razón"

A estas alturas mi mano apretaba su rodilla y después de un rato había subido hasta su muslo. Alana estaba tan fascinada con el giro que había tomado nuestra conversación que no se había percatado de que mi mano apretaba su muslo. Pero cuando se dio cuenta no hizo nada por hacerme desistir. Al contrario. Sus piernas se apartaron casi involuntariamente, mientras me miraba intensamente.

"¿Alguna vez tuviste alguna experiencia con mujeres?"

"A decir verdad, un par de veces. En el colegio"

"¿Y como fue eso?"

"Mira, Eilynn, debo reconocer que fue rico, pero no había vuelto a pensar en ello"

"¿Hasta ahora?"

Esto último lo dije mientras apretaba mi mano a su muslo y la subía hasta alcanzar su entre pierna, dejándola sobre su bikini.

"Hasta ahora"

Respondió ella con la decisión reflejada en sus ojos. A partir de este momento nuestras vidas no serían las mismas, pues lo que viniera nos convertiría en amantes. Eso era claro.

"¿No te arrepentirás?"

"Creo que no"

Acerqué mis labios a los suyos, que se abrieron para recibir nuestro primer beso, mientras mi mano en su paquete lo apretaba suavemente y uno de mis dedos intentaba penetrar su gruta de amor, a estas alturas humedecida por el deso.

"Te deseo, Alana"

"Y yo a ti, Eilynn"

"Déjame desnudarte"

"Y yo a ti, por favor"

Cuando nuestras prendas cayeron y nuestros cuerpos quedaron totalmente desnudos, nos miramos con aprobación, como si nos viéramos por vez primera, como si recién nos estuviéramos conociendo. Y así era de cierta forma.

"Eres preciosa"

"Y tu tambien"

"Acuestate, que quiero hacerte gozar"

"Mejor hagámoslo las dos al mismo tiempo, para las dos gocemos juntas"

"Bien"

Nuestros cuerpos se unieron por vez primera, besando nuestros sexos en un 69 que nos brindó el primer y esplendoroso clímax, que nos llegó casi de inmediato. Fue tan increíble el orgasmo que nos brindamos la una a la otra que ambas quedamos sin aliento en la cama, unidas en la misma posición en que habíamos hecho el amor pro vez primera: nuestros rostros sobre el sexo de la otra.

Repuestas de tan increíble experiencia, nos dedicamos a investigar todas las maneras posibles del goce lésbico, los que nos llevó toda la noche, al punto que al día siguiente nos fuimos a trabajar sin haber dormido ni un minuto ninguna de las dos y con la promesa de continuar haciendo el amor en la noche. Afortunadamente, teníamos un fin de semana por delante, así que teníamos tiempo suficiente para experimentar todos los vericuetos del amor.

Ese día, por vez primera en mucho tiempo, no quise conversar con Ricardo por el Chat. No tenía deseos de hacerlo ya que mi hermanita me había dejado completamente satisfecha. Y esperaba que lo siguiera haciendo.