Hermanas intercambian maridos
De como dos hermanas sin querer incitan al mismo tiempo al marido de la otra y terminan en una gran sesión de sexo.
HERMANAS INTERCAMBIAN MARIDOS
Hola, tal como lo he contado antes mi nombre es Carlos y les voy a contar algo que me pasó hace poco con mi esposa. Tengo 37 años, soy de contextura atlética. Tengo siete años de casado y me llevo muy bien con mi esposa Ana. Ella anda alrededor de los treinta años, tiene pelo oscuro y se conserva muy bien, tiene un cuerpazo increíble.
Hace poco nos fuimos un fin de semana a la playa con mi cuñada Sandra y su esposo Juan. Ella es dos años más joven que mi esposa y de piel más clara. Ambas mujeres son muy unidas y se llevan de lo más bien. Su esposo Juan es un tipo bien parecido y muy buena persona. Alquilamos un chalet de dos habitaciones, con sala amplia y con una vista increíble.
A mi cuñada tenía tiempo de no saber de ella por lo que al verla me sorprendió, pues la última vez que la vi estaba pasadita de peso, pero ahora estaba más delgada y lucía un cuerpo tremendo que no había notado antes.
Bueno, llegamos al chalet nos acomodamos y nos fuimos para la playa. Ellas se pusieron unos buenos bikinis; mi cuñada estaba preciosa, era inevitable no quitarle la vista, principalmente a sus tetas. Ese día lo disfrutamos mucho y los cuatro la pasamos bien.
A la segunda noche después de cenar nos quedamos en traje de baño conversando en la mesa de la sala. Después de un rato, cuando todos estábamos bien pasados de tragos empezamos a hablar de la publicidad en las carreteras y de cuanto anuncio había donde aparecían mujeres con poca ropa. Ellas decían que eso se debía a que los hombres son unos excitados y así las compañías vendían más. Juan y yo nos defendíamos a como podíamos. En eso mi cuñada se dirige a mí y dice:
Claro que los hombres son así, tú por ejemplo cuñadito, tu te mueres por verme las tetas... acaso crees que no me he dado cuenta!
Yo, yo... pues no apenas pude responder por lo sorprendido que estaba.
Es cierto Carlos, yo he visto como has mirado a mi hermana en estos días. Y sin ir más lejos, tu Juan, no has parado de mirarme el culo también. dijo mi esposa.
Pues la verdad y sin ofender... tienes un culo muy rico!, es para manosearlo y morderlo todo! respondió Juan en tono alegre.
Ante esa respuesta yo esperaba la tormenta, pero fue todo lo contrario, "así son los hombres" respondieron las dos en dúo y ambas se rieron. Aunque lo tomaron a bien, me pareció notar que mi cuñada se molestó un poco con su esposo, tal vez por lo atrevido su comentario. "Esto merece una lección", dijo mi cuñada con un tono retador y levemente teñido de venganza contra Juan.
Ella se levantó y se quitó la parte de arriba del bikini, mostrando dos hermosas tetas levemente puntiagudas y con pezones rosaditos. Yo quedé admirado de tal complacencia (de seguro se me vio en el rostro), pero creo que mi esposa no aprobaba del todo lo actuado por su hermana, por lo que se levantó de la silla y volteó su trasero hacia Juan, quien lo acarició tímidamente. En fin, ambas nos estaban dando gusto y pensé que la cosa no pasaría a más.
Debo confesar que yo soy un hombre muy celoso y no permitiría que nadie tocara las nalgas de mi mujer, pero siendo Juan el esposo de mi cuñada, en mi mente él ni suma ni resta, por lo que no me afectaba en nada lo que él estaba haciendo.
Volviendo a mi relato, la cosa es que ambas mujeres empezaron a decir que eso confirmaba lo excitado que eran los hombres, que ni a su cuñada respetaban, que de seguro les habíamos sido infieles y ese bla bla bla; nosotros negamos todas esas afirmaciones y Juan dio una explicación muy buena que convenció a todos (incluso a mí) pero que no me acuerdo el detalle, pero en resumen lo que dijo fue que más que sentirse ofendidas ellas como hermanas debían sentirse halagadas de que sus cuñados las miraran con deseo.
En fin, ya con el ambiente calmado seguimos tomando y hablando tonteras, hasta que mi cuñada comentó que se había quedado con la duda y quería saber que opinaba yo de sus tetas... entonces mi esposa le preguntó a Juan que opinaba de su culo... yo contesté que me faltó más tiempo para apreciarlas y que tal vez con una miradita extra podía dar un comentario más certero, a su vez Juan comentó que mi esposa tenía un culo muy rico pero que le encantaría volverlo a tocar...
Tal vez por el exceso de tragos, tal vez por la explicación que Juan había dado, o tal vez por ambas razones, la cuestión es que ambas mujeres se levantaron y nos volvieron a complacer. Al verlas juntas pude ver que parecidas y que diferentes eran, ambas con tremendo cuerpo pero cada uno con lo suyo.
Mi cuñada nuevamente me mostró sus tetas y esta vez las encontré más apetecibles. Juan empezó a tocar el culo de mi esposa. El punto era que Juan no paraba de manosear el culo de Ana y cada vez era más atrevido, incluso ya le había metido la mano debajo del vestido de baño y ella ni se inquietaba por esto.
Mientras mi cuñada y yo los mirábamos en silencio y con un poco de asombro, ella involuntariamente se fue acercando poco a poco donde yo estaba sentado, cuando estuvo a mi lado, sus tetas estaban a la altura de mi cara. Me quedé viendo fijamente esas dos hermosuras, titubeé un poco de que hacer, para finalmente agarrárselas con ambas manos y empecé a acariciarlas... que ricas estaban!, todas firmes, sentí como sus pezones se pusieron duros entre mis dedos!
Volví a ver a Juan y ya le había quitado a mi esposa la parte de abajo del bikini y estaba de rodillas detrás de ella mordiéndole las nalgas. Yo por mi parte empecé a mamarle las tetas a mi cuñada, le succionaba el pezón, lo rodeaba con la punta de la lengua, se lo mordisqueaba, mientras a la otra teta le pasaba la palma de mi mano por el pezón para tenerlo duro. Le agarraba ambas tetas y trataba de mamarle los pezones al mismo tiempo. Para ese momento ya mi cuñada había apoyado sus brazos en el respaldar de la silla donde yo estaba sentado para facilitarme mi labor y yo ya también le estaba acariciando su culo.
Volví a ver a Juan y había hecho que mi esposa, aún de pie, abriera un poco las piernas y él de rodillas por detrás le estaba acariciando su sexo. Veía el movimiento de su mano y sus dedos que iba lentamente del clítoris al ojete del culo, donde jugaba un poco, para luego volver a ese movimiento lento y largo. De vez en cuando le metía los dedos en su sexo y sacándolos totalmente mojados.
Mi cuñada abrió las piernas y se sentó sobre mi polla, que estaba por reventar la pantaloneta, yo seguía mamándole las tetas mientras ella empezaba a restregar su sexo sobre mi polla en movimientos lentos y circulares. Su cara cada vez reflejaba más placer y sus ojos se mantenían cerrados, de vez en cuando los abría para ver a su hermana.
Volví a ver a Juan y tenía su cara pegada en medio de las dos nalgas de Ana y sus dedos no dejaban de hundirse en su sexo cada vez más mojado. Por las sacudidas en aumento de mi esposa era evidente que le estaba metiendo la lengua en su ojete. Juan iba aumentando el ritmo de su mano hundida en el sexo de Ana, hasta que logra provocarle un orgasmo que hace que ella pierda el equilibrio y busque la mesa para apoyarse y no caer.
Juan se levanta y se quita su pantaloneta, liberando una polla con tremenda erección y con su punta mojada y brillante. En ese momento ambas hermanas se miraron y cruzaron miradas como intercambiando placer entre ellas. Mi esposa se agachó y se tragó de golpe el tronco de Juan, haciendo que este último se estremeciera.
Sandra por su parte, me quitó la pantaloneta pero sin dejarme levantarme de la silla y se metió mi polla en su boca. Mientras nos daban unas mamadas de película no dejaban de mirarse entre ellas, de tal forma que lograron una sincronía en las mamadas, ambas mujeres se engullían nuestras pollas al mismo tiempo y ritmo... era extraño y excitante ver a mi Ana mamándole a Juan y ver a su esposa mamándomela a mí.
Sandra se levanta, se termina de desnudar y se sienta encima mío clavándose la polla de golpe... la sensación fue tan fuerte que ella queda quieta y deja escapar un gemido y un orgasmo recorre y sacude todo su cuerpo!... se queda quieta por un momento recuperándose y empieza un mete y saque lento pero profundo y de vez en cuando estrellando sus tetas en mi cara.
Por su lado Juan ha hecho que mi esposa se levante y apoye su pecho sobre la mesa y está cogiéndosela por detrás salvajemente, el placer que ella está sintiendo es evidente pues se ve como desparramada sobre la mesa con una cara de entrega total.
Yo sigo en la silla dominado por los movimientos de mi cuñada, quien se mueve como puta de película, mostrando su maestría y no dejo de pensar en la suerte de Juan de tener semejante zorra.
Me desespero y agarro a Sandra y la acuesto en el sofá de la sala, le levanto las piernas y la empiezo a coger como loco. Que sensación más increíble era tener a mi cuñada entregada a mí, con sus ojos cerrados y cabeza para atrás, gimiendo y yo estrellando mis bolas contra su sexo, el ver como sus tetas se movían con cada sacudía mía era tremendo.
Al rato oigo a mi esposa decir "despacio, despacio", por lo que vuelvo a ver y veo a Juan apoyando su polla en el ojete del culo de mi esposa y presionando para entrar. Ella se muerde los labios y pide que siga, veo como la polla de Juan empieza a perderse en las profundidades del culo de Ana lentamente mientras su gesto de placer va en aumento, cuando ya casi estaba toda la polla adentro Juan la termina de meter de golpe, provocando un brinco de placer en mi esposa. Luego empezó un mete y saque que cada vez era más violento provocando gemidos en mi esposa y que tiene que agarrarse con fuerza la meza para soportar los embates de Juan.
En eso mi cuñada me dice "no pares, no pares!.... me estás cogiendo riquísimo!", haciendo que yo volviera a concentrarme en ella y seguir cogiéndomela. Ella gemía y decía "si, si, no parés, te lo suplico no parés!".
La verdad es que yo estaba pronto a venirme pero me concentraba para extenderlo, para seguir disfrutando de esta hembra tan rica. En eso oigo como mi esposa explota en un orgasmo provocando que Juan también se viniera. Esto hizo que yo ya no pudiera aguantarme más y dije "cuñada me voy a venir, Sandra me voy a venir!!" y ella me respondió "si vente, vente!... quiero tu leche adentro mío, si adentro mío!!". Con estas palabras exploté adentro de Sandra como hacía tiempo no lo hacía!... y ella al sentir mi sacudida final respiró profundo para luego venirle un orgasmo acompañado de un largo gemido!.
Yo caí agotado a su lado y al momento me quedé dormido. Al día siguiente desperté y me acordé lo sucedido, me asusté de pensar el problema que se armaría, sin embargo, al escuchar a las dos hermanas riendo a lo lejos me tranquilicé y me volví a dormir pensando cuando se repetiría lo vivido.