Hermanas castigan a machito

Agatha esta cansada de la prepotencia de su amigo así que lo castigará junto a su hermana. (Ballbusting)

Agatha es una chica de tez morena con un largo cabello de un intenso negro con algunos rizos que desfilaban hasta el final de su precioso pelo. Sus pechos eran lo suficientemente grandes para captar las miradas de cualquiera cuando posaba en bikini en la playa. Su sonrisa también gustaba a muchos pues era de esas que te dejan imagen en la cabeza. Sus caderas al moverse y caminar provocaban hasta duras erecciones que duraban hasta que los huevos eran vaciados. Es muy guapa y tiene un culo que a veces dejaba ligeramente al descubierto cuando se agachaba a recoger algo del suelo.

Al caminar por la playa, de vez en cuando y pasando cerca de unas personas de edad avanzada, se desataba un poco de atrás y hacia como que se le soltaba la parte superior del bikini dejando sus pezones a la vista de los hombres que no sabían si estaban en el cielo o en la tierra. También era vista por mujeres quienes bajaban sus gafas al verla pasar, ella en lugar de sonrojarse, les guiñaba el ojo o les devolvía la sonrisa.

Ese día de verano hacia calor y no tenía muchas ganas de ir a la playa. Su madre se llevaba bien con una amiga quien tenía un hijo llamado Carlos. Este era de su misma altura, cuerpo bien trabajado y con un pene largo, sugerente y vigoroso según había escuchado de sus amigas. Y unos huevos que de darte en la cara, podían dejarte tonta. Eso produjo que su actitud fuese de gallito.

Una tarde en la cual no estaban sus madres, Carlos se acercó a Agatha para pasar su virilidad por su culo ya que estaba en bikini. El roce le aumentaba la dureza de su erección.

—Se que estás en esa edad—ella era algo mayor—pero deberías dejar de hacer eso.

Carlos besó el cuello de la chica mientras sus manos se posaban en los pechos. Ella se apartó de inmediato al sentir las caricias.

—No, he dicho que no—dijo.

—Oh vamos, seguro que te has follado a muchos chicos—le recriminó.

—Y chicas—recalcó ella con una sonrisa.

El chico quería follar con ella a toda costa.

—Vamos, solamente será una vez—dijo.

—No, de eso nada.

Carlos que no sabía como impresionarla, decidió darlo todo. Se llevó las manos a la cintura, tomó la parte del bañador y se la bajó hasta las rodillas dejando su enorme polla a la vista de Agatha quien abrió la boca ante la sonrisa del joven. Era mucho más impresionante vista de cerca, con el prepucio ya listo para meterla en cualquier parte de la mujer.

—¿Qué te parece?, es grande eh—dijo con esa sonrisa.

—Si...bastante—se acercó agachándose para acariciarla.

Las suaves manos y el escote que presentaba desde su posición hizo que Carlos temblase. Bufó como un toro bravo, deseando empotrarse a su yegua. Ante la sorpresa de ella, le agarró de la cabeza y se la metió de golpe en la boca.

—Ohhhh siii, vamos...chupa mi polla—dijo sintiendo el calor de su saliva.

Agatha succionó como una profesional su polla mientras se masturbaba, debía admitir que nunca había tenido una tan grande dentro de ella. Su lengua pasaba por toda la glande mientras sus dedos acariciaban sus testículos que estaban a su merced.

Para mayor placer, la joven sacó su polla y la introdujo entre sus firmes pechos para luego seguir succionando. Carlos dio largos gemidos de placer, aquello era increíble. Lo único que se podía oír eran los ruidos de la boca de ambos, por una parte sus gemidos y por otra la boca que parecía una aspiradora.

—Oh Agatha...voy a...voy a...¡voy a corrermeeeeee!—dejó salir un gran chorro que inundó la cara de la joven quien seguía con la boca abierta, recibiendo las descargas, una tras otra dejando un gran lago blanco que no tardó en lamerse ante la mirada de Carlos, quien estaba cansado tras correrse y veía como la joven se relamía. Su polla volvió a ponerse flácida.

La chica se limpió todo bien y miró al chico.

—Parece que estás cansado—dijo con una risita infantil.

—Joder...que mamada...pufff—sus huevos estaban tan secos que tardarían en volver a rellenarse.

Aquella tarde, sus madres salieron a comprar unas cosas que necesitaban para hacer una fiesta dentro de una semana. Ambos se quedaron a solas. Agatha se despertó de la siesta ya que estaba algo cansada entre el calor y el ejercicio de esa misma mañana. Entonces, pasó por la puerta de la habitación del chico que hablaba por teléfono. Puso la oreja para prestar más atención.

—Si, buah que bien la chupa la cabrona—dijo—pero espera, que en dos días viene su hermana, te juro que voy a hacer un trío con ellas. Voy a darles con mi polla bien duro a esos culitos—comentó entre risas y apretando su polla por encima del bañador.

Aquel comentario enfureció mucho a la joven que no aguantaba ya tanta arrogancia y prepotencia por su parte. Lo siguiente tampoco cambiaba pues hablaba de sus culos y tetas, estaba harta de que la viera como un trozo de carne. Se marchó a su cuarto en silencio y se puso en contacto con una amiga con quien quedo por la noche.

—¿Esto funciona bien?—le preguntó viendo con dudas.

—Si, tu echa esto en la piscina y depura, verás que bien te lo pasas—respondió.

Agatha veía pegas pero su amiga le explicó todo lo que hacia aquella maravilla. Era un bote con un líquido transparente y que no olía nada. Al escuchar lo que ocurre cuando se vierte, ella tuvo un picorcillo de placer en su entrepierna. Le plantó un beso y se despidió feliz, deseando ver el efecto en su amigo Carlos.

Lo hizo aquella misma noche, el efecto tardaba un día entero así que vería los resultados el día que llegaba su hermana. Carlos sin saberlo se bañaba durante horas dentro de la piscina, y cuando no estaba su madre, lo hacia en pelotas, saliendo como en las películas con su tremendo rabo al aire el cual apuntaba hacia arriba cuando veía a la joven en topless.

Agatha, que miraba todo desde sus gafas de sol, no paraba de mirar su pene con una sonrisa.

—¿Qué tal el agua?—preguntó.

—No esta mal pero...

—¿Pero?

—Tú estás mucho mejor, quiero follarte bien duro—dijo sobando su pene.

Ella miró la hora y sonrió.

—Te dejaré que me folles si me comes bien el coño, tienes que...hacer algo por mi ya que yo he hecho antes por ti esa mamada, ¿no crees?—deslizó lentamente su bikini dejando su rosado, lampiño y precioso coño a la vista de Carlos. Este tragó saliva y enseguida se puso de rodillas para comerle bien su vagina.

Ella mantuvo la presión de su cabeza en su coño, sintiendo la húmeda lengua del joven que parecía un profesional. Durante largo rato estuvo chupando y succionando aquello. Agatha daba largos gemidos mientras se acariciaba y apretaba los pezones, haciendo que el pene del chico pareciera un muelle deseando penetrarla.

Tras unos minutos, la joven alcanzó el orgasmo empapando a este en la cara. Pero lejos de molestarse, se limpió enseguida porque deseaba follar de una vez. Su rabo estaba tan duro, que podría partir una roca.

—¿Chicos, estáis en casa?—Carlos enseguida se puso su bañador y se fue al agua a disimular mientras ella se cubrió la parte superior.

Agatha había revisado la hora y sabía a cual llegarían. Vio la cara de rabia en el joven sabiendo que hasta el día siguiente no podrían follar porque sus madres pasarían el resto del día en casa. Se le notaba tenso a Carlos, deseaba follar ese coño y más después de no haberse podido correr. Y como estaban todo el rato preparando cosas para la fiesta, no tenía tiempo de ir al baño a desahogarse.

Al día siguiente, la joven paseaba con un modelito minúsculo provocando que Carlos estuviera todo el rato empalmado, tenía la cara cansada, pero sabía que venía su hermana así que se fue hasta la piscina a darse un agua desnudo ya que sus madres no estaban.

—Ya voy—escuchó desde dentro.

Su corazón se puso a mil, era Cassandra, la hermana de Agatha, que estaba casi igual de buena que ella. Esos dos minutos se le hizo eterno. Al verlas aparecer con sus bikinis, era como ver a dos actrices porno, tenían un cuerpo colosal. Ella saludo al joven.

—Anda, ven a darme dos besos—dijo.

Carlos nadó hasta la orilla y salió del agua, con una sonrisa en la cara. Pero lo que tenía Agatha planeado ya había hecho el efecto deseado. Cassandra se tapó la boca y comenzó a literalmente partirse de risa mientras señalaba su entrepierna. Agatha lloraba y se mantenía como podía en pie mientras imitaba a su hermana. Carlos miró a su polla y su gesto cambió radicalmente. Sus huevos eran muy grandes, como de costumbre, pero su amigo, su tremenda polla, apenas alcanzaba los tres centímetros de longitud.

—¿Pero esa polla tan ridícula?—preguntó Cassandra.

—No veo nada de nada—siguió la hermana.

—No deberías dejar que la gente vea ese pene tan...tan...tan pequeño—dijo haciendo el gesto de los deditos.

Carlos no sabía donde meterse, Agatha se acercó y le dijo que no pasaba nada, que si la tenía pequeña no podía hacer nada. Este enseguida se cubrió.

—¿Sabes?, creo que me bañaré desnuda—dijo desprendiéndose de su bikini.

Agatha también lo vio y se desnudó dejando sus cuerpos desnudos ante la vista de Carlos que quería despertar de esa pesadilla. La chica le quito las manos y le dio unos pequeños toques en su ahora diminuto pene. Pero no ocurría nada de nada, su pequeño pene no se ponía tieso.

—No se despierta ni para atrás—comentó entre risas.

—Por cierto, ¿sabes que me encanta hacer?—preguntó Cassandra.

—Dime—dijo rojo el chico.

—¡Esto!—no pudo evitar la tremenda patada en los huevos que hizo estallar de risas a ambas mientras el joven caía al suelo retorciéndose de dolor.

Carlos se agarraba sus huevos palpando estos por si ya no estaban consigo después de esa gran patada. Lloraba mientras los sobaba, era un dolor terrible.

—Ups, ¿di en mala zona?—preguntó Cassandra.

—¡Espera un momento hermana, ahora vengo!

—Tranquila, no creo que se levante.

El chico pataleaba adolorido mientras seguía en posición fetal. Lo peor fue que él pudo escuchar las risas pero fotos que le sacaba la chica, le quitó las manos para captar su pequeña polla. Aunque temía que la gente viera esa foto, lo que le preocupaba era el dolor que no parecía bajar.

Agatha trajo hielo para aliviar el dolor, lo tuvieron que tumbar para poder aplicarlo. Y lo gracioso además de la imagen, era ver como el hielo bajaba el dolor de pelotas también bajaba otra cosa, su pequeña polla. Ahora era incluso más ridícula ante las risas de ambas que sacaban fotos ante los llorosos ojos de este.

Pasado el rato y cuando estaba algo mejor, vio que estaba atado a la tumbona, con las piernas abiertas y las caderas subidas. Y para su horror, vio a Agatha con un dildo bastante largo, grueso y de color rojo.

—Vamos a darte por culo—dijo con una sonrisa.

—Por favor Agatha...no...no lo hagas—suplicó lleno de miedo.

—Lo siento, pero debo hacerlo. Debes aprender la lección.

Cassandra grababa todo con su cámara. La imagen desnuda de ambas ya no le daba esa excitación sino todo lo contrario, terror. La chica se recogió el pelo, ese hermoso cabello que tanto gustaba a los chicos, puso vaselina en el ano y su pene de plástico.

—Duele al principio, pero...te acostumbras—comentó.

—No, no...—lloraba intentado zafarse.

—Voy a contar hasta cinco y la meteré. Allá va...uno...dos...¡tres!—el peno atravesó sin piedad el ano del chico que dio un largo grito de dolor al sentir el pene dentro suya mientras ellas reían.

Agatha movió sus caderas, cachonda perdida mientras su coño estaba mojado. Sus tetas se movían al compás de sus caderas dando una imagen muy sexy. La imagen de la espectacular joven desnuda bañada por el sol dominando al chico con esa cosa tan pequeña era excitante.

—¿Te gusta que te de por culo verdad?

—No, ¡saca eso de mi culo!—rogaba entre llantos.

—Sino dices que te gusta...enseñaremos el vídeo—dijo ella haciendo de hombre y follando ese culito.

—Me...me...me gusta—dijo finalmente.

Agatha enfadada le apretó los testículos con dureza, aquella cosa tan blanda poco podía hacer con la dura mano de la joven.

—¡Más fuerte cabrón sino quieres despedirte de ellos!—grito excitada por la idea de tenerlo bien agarrado por los huevos.

—¡Me gusta ser follado por el culo!—dijo más alto Carlos.

—Así me gusta—le dijo un puñetazo en los huevos—para que aprendas a comportarte y no a vernos como trozos de carne pedazo de pito corto.

Cassandra puso la cámara fija y poniéndose un dildo se folló a su hermanita quien abrió bien su culo para recibir aquella polla. Ambas hermanas se besuquearon con lengua, de manera muy sensual y soltando gemidos ante la mirada de Carlos que solamente quería que todo terminase.

—Que tetas hermana—dijo agarrando los firmes pechos de ella.

—Si, y pensar que este cabrón metió su polla entre ellas.

Tras unos minutos intensos, ambas llegaron al orgasmo. En sus caras radiaba la felicidad de haber alcanzado el éxtasis. Sacaron la polla de goma, miraron al chico con una sonrisa en sus rostros y se besaron de nuevo.

—Creo que habrá aprendido la lección—dijo Agatha.

—¿Has aprendido la lección Carlos?—preguntó Cassandra.

Carlos solamente pudo asentir, aturdido y con lágrimas en los ojos. Entonces, Agatha puso el pene de goma cerca de la cara del chico, apretaron la base en los huevos. A continuación, unas grandes cantidades de chorros salieron de estas impregnando el rostro del chico.

Agatha trajo el ordenador consigo y activo el skype con unas cuantas personas. Eran fans de su pagina y conocidos con los que mantenía relación sexual. Los chicos, al ver aquella escena sin mostrar sus caras, se deshicieron de sus pantalones dejando sus diferentes pollas al descubierto.

—Este vídeo es muy especial para mis seguidores, espero que os guste. Solamente serán unos cinco minutos máximo así que...aprovechad—les lanzo un beso—vamos a ello.

La joven puso el pie sobre el escroto del chico y comenzó a lanzar comentarios sobre su minúscula polla mientras evitaba que grabase el rostro del chico. Aquella postura dominante mientras se masturbaba y metía sus dedos en el coño hizo que la polla de los presentes se pusiera aún más dura.

Todos y cada uno de ellos se la sacudía rápidamente. Cassandra masturbaba a su hermana por el culo mientras hacia comentarios sobre los distintos penes que veía en la cam. Agatha se besaba con ella y removía su pie provocando gemidos ahogados en el joven.

Carlos sentía el pie arrollador en sus partes nobles, llorando entre quejidos mientras la gente contemplaba su pequeño pene y sus huevos siendo pisoteados.

—Diez...nueve...ocho...siete...seis...cinco...cuatro...tres...dos...uno...¡soltad toda la leche!—se escucharon los gritos de placer y todos eyacularon.

Ella feliz, les lanzó un beso y les prometió mucho más pero ahora debía cerrar. No faltaron los mensajes diciendo que Agatha era la mejor.

—Puede que algún día...os de una patada en los testículos, así que cuidadlos hasta entonces—otro beso y cerró.

Las chicas suspiraron agotadas por todo. Estaban cansadas de tantos orgasmos.

—Me voy a dar un agua, ¿vienes hermanita?—le acarició las nalgas a su hermana.

—Por supuesto—contestó Cassandra.

Ambas fueron a la ducha dejando a Carlos amarrado. No sin antes cada una darle un severo y duro puñetazo en sus huevos haciendo que soltase dos gemidos de dolor. El pobre Carlos no se iba a poder recuperar tan fácil de aquella humillación.

—Adiós picha corta—comentó Cassandra.

—Tal vez el día que la tengas grande follemos—se fueron entre carcajadas.

Las madres regresaron pero las chicas no estaban, se habían ido a dar un paseo por la playa. Hallaron a Carlos en semejante estado y enseguida lo desataron. El joven escuchó las risas de la madre de Agatha y Cassandra por su pene.

—Lo siento, es que es muy pequeño incluso para mi—la madre de Carlos tampoco ocultó sus risas y le dio un azote en las nalgas antes de llevarlo adentro para atender sus pelotas.

Esa noche, Agatha estaba a solas en su cama mientras su hermana dormía plácidamente en la otra. Chateaba con sus fans mientras les enseñaba el vídeo. Alguno de ellos, pidió una sesión con ella para que pateara sus huevos no sin antes recibir humillaciones sobre el tamaño de su pene.

Permaneció hablando con uno de ellos por sesión privada. El chico tenía un pene algo pequeño pero ella sonreía, le encantaba, adoraba ver cualquier pene que se pusiera duro con ella.

—Agatha, quiero que me humille—rogó.

—Bueno, con esa cosita taaaaan pequeña...venga, dale, diez...nueve...ocho...—pero al llegar a ese número, el joven se corrió—¿tan rápido?, creo que si te has ganado una sesión.

Espero que les haya gustado y como siempre, pueden enviarme sus opiniones al respecto.

Un saludo