Hermanas

Raquel esta enamorada...

Martes 22 de diciembre de 1999

Los vestidos estaban listos, los zapatos de tacón alto y el perfume de mamá también, Celia ve a su hermana y se ve así misma, con la sonrisa dibujada de oreja a oreja, con la mirada extasiada y el hoyuelo en la mejilla derecha, heredado de su madre, que también la luce, viendo a sus hijas tan felices y con solo una toalla encima, esperando su aprobación para vestirse para el quizá día más importante de sus vidas, el día en el que recibirían como primera y única vez, el listón de graduadas de preparatoria. Hoy cambiaria todo, hoy dejarían de ser absolutamente dependientes, hoy saldrían al mundo como adultas, como tantas veces soñaron, como tantas veces alucinaron frente al espejo viejo de su cuarto y cuando se decían "Ya no espero para estar en la universidad, conocer gente mayor que nosotras y también bueno, ya sabes... más experimentada".

Doña Carolina acaba el ultimo trazo que faltaba en el vestido rosa de Raquel y feliz las mira. "Ya es hora hija, vístanse" les dice mientras recoge el hilo de la maquina, y aspira por tercera vez su cigarrillo de menta. Ellas no esperan más, de inmediato dejan caer sus toallas y desnudas buscan ropa interior, miles de murmullos entonces se escuchan, Celia afirmaba que el tanga rosa en este caso es lo más apropiado "no marca hermanita, además es cómoda", Rebeca no sabe si sea lo correcto "Hija y si un viento nos pesca quedamos casi en pelotas", su madre las ve discutir tan amigablemente, tan unidas, tan distintas a la vez, pero con la tolerancia indicada, se siente orgullosa. "Toda la vida serán más que hermanas, amigas" se dice así misma.

Raquel y Celia nacieron el mismo día, pero no de la misma madre, me he olvidado de mencionar ese pequeño gran detalle, ambas se dicen hermanas e hijas de Doña Carolina, pero en realidad... ninguna lo es, Doña Carolina es estéril, se enteró cuando soñaba y soñaba con un par de gemelas en brazos, y fue muy doloroso entonces, lloro meses y mentalmente hasta años, Don Sergio no toleraba ver a su mujer así, sentía que su vida se iba entre lagrimas y veía con impotencia a sus amigos cuando tenían hijos, uno tras uno. Fue cuando pensó en adoptar, consulto con su esposa y luego de pensarlo bien, decidieron ir al orfanato; no tuvieron problemas entonces , eran una pareja de clase alta que además asimilaba virtudes y valores. En primer momento sólo quisieron un bebe, de preferencia mujer, pero luego de meditarlo bien y ya con un poco más de impedimentos adoptaron una más. Al principio eran muy iguales, parecían gemelas, pero el tiempo las hizo disímiles, Raquel era más blanca, con cabellos rubios, y ojos claros, con una sonrisa encantadora y unos cachetitos lindos de peñiscar, Celia en cambio llevaba los cabellos oscuros de la "madre", con ojos cafés hermosos y un color de tez llamativo y armonioso con su cabello, un poco menos blanca que su hermana, ambas lindas, ninguna superior, pero eso sí, distintas, al momento y luego, cuando sus personalidades cambiaron, cuando Celia era más liberal, cuando cambiaba el té con los padres por las fiestas y a Moliére por el chico de la tienda de la esquina.

Raquel, en cambio, siempre había sido pegada a su madre, siempre la ayudaba en las labores y siempre había quedado en un puesto de merito en la escuela, y hoy le tocaba dar el discurso de bienvenida, y eso la tenia más preocupada, lo repetía mentalmente a cada instante, mirando el cuerpo desnudo de su hermana que se probaba los interiores de ella e incluso los de su hermana, esperando el indicado dijo ella - El indicado para qué- preguntó Raquel, su madre se unió a la pregunta, Celia solo sonrió.

Raquel seguía viendo a su hermana, la consideraba más hermosa que ella, con pechos bien formados y cuerpo bien trabajado en el gimnasio que cada mañana acudía, además, su piel se veía más cuidada y suave, como sus pechos, brillosos, con pezones rosas adornándolos, como su vientre, tan plano y tan bien estructurado, sirviendo de apoyo a la mata oscura y bien depilada, pequeños vellos adornando la vagina, esperando el tanga sin el temor de sobresalir por el, pues bien preparados están, miles de infinidades de trajes de baños pequeños y más pequeños han pasado y con ninguno han traicionado a Celia, que sonreía pues... hoy Rodrigo la haría sentirse por primera vez mujer, eso le gustaba, eso le hacia sentir tiernos escalofríos.

Raquel se avergonzó cuando su hermana, un poco cansada de sus miradas volteó sin decir más, sintió como si la hubiera acosado con la vista, pero no pudo entonces evitar ver su pequeño y lindo trasero, tan redondo y rosa, quedo helada cuando su hermana se agacho un poco para ponerse el finalmente escogido tanga blanco, y cuando pudo ver lo más intrínseco de la humanidad de esta.

  • Raquel ya, apúrate que ya vienen los chicos- dijo la madre, con semblante algo cambiado luego de ver el rostro de su hija ante el hecho.

Sí mamá- respondió Raquel, pasando al lado de su hermana, en busca del primer interior que encuentre.

Y fue cuando Celia volteó a ver a su hermana, con senos pequeños pero raramente hermosos, tiernos, llamativamente lindos, con pezones naranjas y puntiagudos, quizá por el frío, quizá por la excitación de ver a su hermana desnuda, la siguió viendo, no tenia curvas pronunciadas, pero eso sí, sin ningún rollo encima, una mujer normal, que no hace ejercicios pero si se cuida en lo alimenticio, con una mata rubia y sin depilar en la entrepierna, tan rustica a veces, mostrando la inocencia de ella en estas índoles, Celia la vio de nuevo, y recordó a las antiguas diosas representadas en su libro de historia helénica, con la inocencia requerida, con un trasero redondo también y según su criterio, más lindo, que inclusive, los de ella. Fue un vistazo rápido, casi invisible, Raquel se puso el braga rosa y ambas terminaron de vestirse.

En la puerta ya estaban Esteban y Rodrigo, chicos de la misma preparatoria y parejas de las hermosas hijas de Doña Carolina, más que parejas, acompañantes, un simple formalismo, pues dentro todos bailarían con todos, aunque claro... siempre sentándose en la misma mesa con sus acompañantes, siempre saliendo en fotos al lado de él, pero sin siquiera sonreírle a la cara, al menos en el caso de Raquel, que muy fuera de haber aceptado a Esteban como acompañante, no le gustaba en nada, lo veía fofo, aburrido, simplón, no veía en él nada que le atrajera ni física ni mentalmente, sólo un chico que apenas sabe fumar para presumir ante sus amigos. Pero... lo raro en ella era que veía exactamente igual a todos los chicos de su edad, e inclusive mayores, no se había enamorado aún, y la verdad, según ella, era difícil que en algún momento lo haga.

El caso de Celia era distinto, luego de haber probado con una cantidad significante de su escuela y alrededores, veía a Rodrigo como el chico indicado para llevarla al baile, veía en él, espontaneidad, soltura, inteligencia, alegría, además que le había prometido a él y solo a él, que esa noche, después del baile, se entregaría totalmente.

Salieron en el auto de Rodrigo, un coche de finales de los ochenta, con lunas polarizadas ilegalmente y un sticker de los Guns en la parte trasera, llamativos como la corbata que lucia orgulloso, con estampado de una guitarra y sangre cayendo de ella. Raquel no pudo evitar reír, lo hizo tan escandalosamente que Celia le peñiscó una pierna para que se callara, así lo hizo y no pudo evitar ver como la veía Esteban, y no pudo evitar poner cara de incomoda.

Rodrigo estacionó el coche, vio por ultima vez en el carro a Celia y apagó la radio que minutos antes hacia sonar una balada de los Beatles, indicada para comenzar una noche que no olvidarían, Raquel incluida.

Ya fuera del auto, Rodrigo fue en busca de Celia, esta lo recibió con un glorioso beso en los labios y abrazados ingresaron al auditorio. Entonces Esteban, un poco indeciso, tomo la mano de Raquel, esta suspiró un poco y acepto el gesto, caminando con él por la alfombra que los llevaba al baile. La bienvenida fue distinta, mientras una buena cantidad de chicas y chicos se acercaron hacia donde Celia, sólo Mariana, única y gran amiga de Raquel, lo hizo con ella, la escena era penosa, las hermanas se dividieron por primera vez en la noche, con los populares y la no tanto, con las miles de risas y choques de copas de champagne con el vaso de ponche que había salvado de milagro Mariana, Esteban lucia aburrido, en realidad había invitado a Raquel porque sólo la conocía de vista, y vio en ella una chica linda, pero de haber sabido como era....

A ritmo de los Back street comenzó la fiesta, una canción pop-romántica la abría, luego vino una más movida del mismo grupo y luego una electrónica, Celia lucia feliz, con su gran amado Rodrigo y miles de copas pasando por sus labios, en algún momento, ambos olvidaron en lo que habían quedado, sólo pensaban en disfrutar esta ultima fiesta pre- universidad, tomando cuanto licor encontraran y luciendo ebrios, y a la hora, totalmente descontrolados, con Rodrigo peleándose con cuanto chico le haya caído mal en su etapa de estudiante, llorando con sus amigos y recordando con dolor ebrio cada instante memorioso , como la vez que conoció a Celia en la clase de historia, como cuando ganó junto a su equipo de basket el campeonato nacional, en fin...

Celia bailaba y bailaba, con cada chico que se lo pidiese, con cada pieza que tocara el DJ, llegó el momento en el que no tenia control de nada, bailaba como se le apeteciese y hasta en algunas ocasiones mostró el tanga blanco, causando vergüenza ajena en su hermana, que dejo la abulia de su meza, y fue en busca de ella; la cargo, la llevo al patio, la recostó en un casillero, vio como sonreía con una mancha roja en los labios, se acercó a limpiarla, pero algo inesperado sucedió... Celia totalmente inconsciente pensó ver a Rodrigo y la beso profundamente, Raquel sintió los labios de su hermana recorrer su boca y su mano derecha jugar con su trasero, le gustó, también la beso, junto más sus labios con lo de ella, y sintió por primera vez lo que era un beso profundo, sintió lo resbaloso del asunto, sintió la experiencia magnifica del chocar de dos labios netamente atraídos... o no?, demonios para ella, demonios para su hermana, Celia reaccionó , Celia miró con cara de espanto a su hermana mientras esta jugaba con sus labios, y fue cuando Raquel pareció entender todo , y fue cuando la miró y corrió.

Jueves 10 de marzo del 2005

Raquel estaba de visita en la ciudad, unos años antes había desertado presentarse a la universidad de su país para estudiar Literatura en La Sorbona, en sus pocos años de escritora había publicado un par de libros en París, y aunque levemente, había ganado un poco de popularidad entre escritores latinoamericanos, que veían en ella un buen proyecto, con influencias fuertes de Virginia Wolf y Julio Cortázar... pero por el momento, y luego de enterarse unos años atrás de la adopción, con un sabor agridulce para ser sincero, decidió visitar a su hermana( luego del beso no se hablaron y luego viajo)

Ella vivía en una calle acomodada del centro de la ciudad, ejercía de relacionista publica en un banco capitalino, luego de la preparatoria había tomado conciencia y termino en el cuadro de honores de la universidad, su vida cambió entonces, las mejores empresas se peleaban por sus servicios y lógicamente terminó en la que le ofrecía más dinero, Rodrigo había quedado en el pasado, se enteró que le era infiel y lo dejó, no supo más de él, salvo que salió en busca del sueño americano, y de ahí nada. Ahora sale con un compañero de trabajo de nombre Marcel, y pues... si todo sale bien, piensa casarse con él. Ella también sabía de la adopción, aunque en su caso lo tomo más dramáticamente, el beso ya había quedado atrás, creyó entender que su aun hermana estaba ebria al igual que ella, y pues... eso explica todo.

La mañana era fría, Raquel caminaba, abrigo en pecho, por la calle de La Armadura, cambiada totalmente, inimaginablemente llena de edificios y fabricas, ¡En tan poco tiempo, Dios! Pensó, e inevitablemente lo relaciono con su madre, cuando las llevaba a un parque en el que hoy es un centro comercial, pobre, nunca llegó a ver a sus hijas profesionales, murió de un paro cardiaco una tarde en la que las nubes cubrían la ciudad.

Tocó el intercomunicador un par de veces, sintiendo el aire frío en la cara, deseando tener más abrigo y una taza de café al lado, estuvo así unos instantes, mostrando el rostro al intercomunicador y esperando que la viera Celia, que se acordará de su hermana, a la que por ultima vez había visto el día del entierro de su madre, el día en el que se saludaron con un frío hola y se despidieron con un ligero adiós, tan separadas entonces, aún meditabundas por el beso.

Pero ahora era distinto, luego de que papá Sergio les contó sobre la adopción, se unieron más que nunca, comenzando por Celia, que apurada llamó a su hermana y entre lloriqueos, le prometió que nunca volverían a distanciar, al menos mentalmente, y que seguirían siendo hermanas y que cuando quiera su departamento estaría a su disposición y que cuando necesite, su mano estará siempre al alcancé, y que cuando tenga sed, su poso siempre estará abierto.

Eso ya hacía dos años, Raquel esperó terminar la carrera para regresar a su tan querida ciudad, dejada tiempo atrás y siempre extrañada, con aires coloquiales y casas virreinales, linda ciudad, acogedora, paraíso de inmundicia y liberalismo, pero con la suficiente familiaridad como para dejarla de lado, con los deliciosos pisco sour y las siempre rápidas líneas de ómnibus, ciudad extraña a veces, con playas hermosas y clima nublado.

Hermana- Gritó Celia, abrazando fuertemente a Raquel- cuánto tiempo Dios

No me apachurres hija, que me desparramas- exclamo Raquel sonriendo, Celia la miró con la típica sonrisa de niña malcriada, la misma de años atrás, subieron.

El departamento era lindo y acogedor, con cocina amplia y un sillón muy cómodo en la sala. Raquel se sintió como en casa, preguntó donde quedaba el café y preparó para las dos.

¿Y papá? ¿sigue de viaje?- Preguntó mientras se sentaba al lado de su hermana y le alcanzaba su taza.

Sí, ahora debe de andar por Nápoles, pensó en visitarte pero le dije que estabas aquí, no sabes cuantas mierdas soltó- Respondió Celia mientras echaba una cuchara pequeña de azúcar a su taza.

Jajaja... pobre, pero bueno...quería venir a verte, luego tendré tiempo de hacerlo con él- Dijo Raquel

Hablaron un poco más, hasta que Raquel notó la impaciencia de Celia, que constantemente miraba de reojo el reloj de madera de la sala, entonces le dijo que vaya a lo que tenga que hacer, que ella estará bien, esperándola quizá. Celia entonces recogió las tazas y las puso en el fregadero, contenta guardo el celular en la cartera y salió del departamento, no sin antes decirle el clásico "estas como en casa".

Raquel se levanto del sofá entonces, y vio con detenimiento el cielo, de a poco aclarándose, merodeó un poco por la casa, caminando por el cuarto de su hermana, y atreviéndose a entrar, era de color rosa con alfombra oscura, llena de ropas finas y elegantes: Versaces, Armanis y Guccis, Carolinas Herreras y Hugos, entre tantos. No pudo evitar ponerse algunos, se deshizo de sus ropas por un momento, y con el cuerpo desnudo se probó los modelos de su hermana, le quedaban bien, en especial el Armani Beige, estuvo con el un buen tiempo, viéndose en el espejo y mirándose algo ególatra, escondiendo de en cuando el estomago y formando con las manos sus pechos, se sentía bien, por un momento se sintió su hermana, elegante, sofisticada, superficial, se imaginaba dueña de una gran empresa transnacional y con influencias fuertes en todo el mundo, luego reaccionó, era contra todo lo que luchaba, sonrió entonces, un poco avergonzada también, sus libros repelían ese tipo de sociedad y ella soñaba con pertenecer a esta, ella...se quitó el vestido rápidamente.

Quedó desnuda, miró su cuerpo en el espejo, cambiado radicalmente a comparación de años atrás, con trasero bien pronunciado y pechos erguidos, yéndose al extremo en relación a su coño, que inversamente al de años atrás, no lucia un solo vello púbico, completamente depilado, suave, tierno, brilloso, resbaloso, se lo tocó un par de veces, lo apretó con fuerzas, sintió descargar en el de mil amperios, sintió a su cuerpo vibrar en su eje, cayo en la cama, y... se lo tocó por ultima vez.

Siguió caminando por la casa, aun desnuda, sintiendo excitación por exponer su cuerpo en ventanas transparentes y algunas veces, abiertas, dejando entrar el frío y dejarlo pasar por su cuerpo, que le respondía con sus puntiagudos senos, siguió caminando, encontró el baño, dejó caer agua caliente en la tina, entró de a poco en esta, sintió una agradable sensación, enjabono un poco su cuerpo, comenzando por los dedos del pie, luego los tobillos, la rodilla, los muslos, masajeando bien estos, siguiendo por el coño, sobando bien su lampiñes, terminó, cerró los ojos y pensó en dormir, y... era difícil así lograrlo, con el agua de en cuando cayéndole al rostro e incomodando su sueño, tomo por levantarse y correr hacia su maleta, sacar un polo lo suficientemente largo para recostarse en la cama de su hermana, y... ahí dormir placenteramente.

Celia había salido de compras después del trabajo y llegó con una bolsa del market, con las mismas chucherías que comían de pequeñas, con los chocolates y la crema batida, un café tal vez, una cajetilla de cigarros de todas maneras, entró al departamento y busco a su hermana, primero en la cocina, luego en la sala, vio también al baño, "Pobre, de seguro llegó cansada" pensó yendo a su cuarto, y la encontró ahí, tendida angelicalmente en su cama, con sus mejillas rosas de toda la vida, y ese aura de paz que siempre le atribuyeron, tiernamente abrazada de la almohada, besándola quizá, con una, para esta ocasión, pequeña ropa encima, que mostraban parte de su hermoso trasero desnudo al estar de espaldas, Celia no pudo evitar ver, era un trasero atrayente, hermoso, un poco abierto también, no sabía que hacer, si levantarla y decirle que se ponga interiores o dejarla así, "total, ya esta grandecita la niña y hasta tiene carrera intelectualona", nunca supo por qué pero siempre el cargo de hermana mayor se le atribuyó a ella, desde pequeñas y a pesar de su rebeldía, siempre parecía la hermana mayor, la que tomaba las decisiones y la que daba la cara, y ahora.... ahora no le podía decir nada, la dejo durmiendo y se fue a hacer la comida.

A la hora se levanto Raquel, estirando un poco los brazos y sintiendo la gratísima sensación de satisfacción, había dormido muy bien en la cama de Celia, y veía ahora como ella hacia el lonche, caminó hacia la cocina y abrió un par de panes, cortó el jamón y lo sirvió en ellos, ante la atenta mirada de su hermana que aun no olvidaba el incidente, pero que trataba de mostrar calma, sonriéndole y cargando un poco más el café.

Se miraron toda la noche las caras, cambiadas y no tanto, y sonrieron, con las bromas solapadas de Raquel, y las carcajadas escandalosas de Celia, sintiendo unirse de nuevo después de tiempo, sintiendo volver a ser niñas y practicar la siempre mentada tolerancia de su madre, gran gestor de sus personalidades, de su manera de ver el mundo, quizá de distintos puntos y circunstancias pero con la armonía necesaria para conjugarse, los ojos de Celia brillaban, miraba a su hermana, y veía a una triunfadora, una chica alegre de lo que hacía y comentando sobre escritores como quien habla de dioses; muy distinta a ella, que aún no había logrado la alegría plena en lo laboral, que aun refunfuñaba una mañana de lunes, pero se le quitara, al menos, eso espera...

Luego de charlar durante horas y ver un programa de televisión, y ya con sueño, decidieron acostarse, dormirían en la misma cama hasta que puedan conseguir otra, y ninguna se opuso a eso. Llegaron a la recamara y Raquel se tiro cual niña en la cama, había dormido toda la tarde pero ni lo notaba, el viaje había sido duro, lleno de escalas y revisiones técnicas. Seguía hablando con Celia, siempre complementadas con los comentarios de su madre que de en cuando una recordaba. Celia, al ver que Raquel ya estaba dentro y sin ninguna inclinación a salir, empezó a desvestirse mientras seguía charlando, primero fueron los zapatos tacón alto, luego el saco y después la falda, con un poco de vergüenza se quito el corpiño y mostró sus pechos, un poco más grandes que la ultima vez, pero con el mismo color rosa y las mismas aureolas puntiagudas y pitonisas, pensó entonces quitarse el braga, pero después desistió, el ver como su hermana miraba de disimulo la asustó, se puso el pijama encima y entró a la cama con ella.

La noche la pasaron chocando sus cuerpos, abrazándose a veces, dándose la espalda otras tantas, sintiendo sus cuerpos calientes en la helada noche, abrigándose ante la odiada nevisca, sirviendo sus alientos de calefacción y sus cortos pijamas que de nada servían, quizá imprevistos, quizá se guiaron del cálido anochecer.

Al amanecer, cuando el sol entraba de a pocos en la habitación y caía también de a pocos en el rostro de Raquel, Celia se levantó de la cama, de a pocos, tratando de no despertar a su hermana; se quitó el pijama y el braga, se puso una toalla encima y entró a la ducha.

Raquel se levantó a los minutos, un poco ida, un poco más, caminó descalza por la alfombra del cuarto y luego la mayólica del patio, iba en dirección del baño, sabía que Celia lo usaba, pero no veía nada de malo, tocó una vez la puerta y luego entró sin más, Celia quedo helada, Raquel recostaba su trasero en el inodoro y la miraba, como quien mira una pared, conversando con ella y sonriéndole de en cuando, viendo su ya no tan depilada entrepierna y sin ningún gesto de incomodes, como su hermana, que no sabia que demonios hacer, que no esperaba la hora en que Raquel se vaya, finalmente lo hizo, jalo la palanca y con la mitad del trasero al aire fue al cuarto.

A los minutos la sensación fue en inversa, mientras Celia había olvidado todo, e incluso llamó a Raquel a tomar el desayuno, esta no pensaba en nada más que en el cuerpo desnudo de Celia, en la vellosidad del entrepierna, no tanto como los de ella en la adolescencia, pero si mucho más que cuando los vio mientras se cambiaban para la fiesta de graduación, pensó en sus senos, en su delicioso trasero, estaba excitada, y no podía evitarlo.

Buenos días- dijo Raquel sentándose en la mesa

¿Cómo has amanecido?- Preguntó sonriente Celia

Bien... ya amoldada a los cambios de clima de mi linda ciudad- Respondió Raquel sirviéndose una tajada de pan

Jajaja... oye, te quería decir que hoy en la tarde viene Marcel- Señaló Celia

¿Marcel?- Preguntó sorprendida Raquel

Ah! Me olvide de hablarte de él... él es.. bueno... esta saliendo conmigo- Indicó Celia

Ah ok- Dijo, a secas, Raquel.

Esta situación me esta matando, realmente no sé que sentir, creo que desde pequeña he sentido una ligera atracción hacia Celia, y hoy, después de tanto tiempo, creo que la atracción se va ensanchando, y luego de enterarme que no somos hermanas, más aun, fue una sensación agridulce debo decir, sentí que pues sí, que sí se podía, pero... no sé, es difícil sentir lo que siento, es difícil saber si ella también siente lo mismo o simplemente un cariño de hermana, que ahora no lo es tanto. Estas ultimas incidencias entre nosotras me han estado matando, en la mañana la vi desnuda y demonios!!! fue lo más hermoso que han visto mis ojos, sus ojos deslizándose de vergüenza, hermosamente tímidos, su voz lánguida ante el hecho, sus erguidos pechos y poblada entrepierna, su manera de abrazarme, de besarme, pero... la confusión se apodera de mí, y creo que es por insistencia mía, pues ella no siente nada, al final ella no siente nada, carajo!!

Esta situación me aterra, por momentos siento que Raquel... no, no puede ser, ella no puede pensar que ... seria tonto además, ja, de seguro que todo esto es una confusión de mi estúpida mente, cómo puedo creer que mi hermana sienta algo por mí, carajo, es mi hermana, yo la quiero mucho, es casi un ídolo para mí, no sé, veo en ella a una chica que lucho por lo que quiso y lo consiguió, que dejo la carrera de economía por la de literatura, y en nada menos que la Sorbona, codeándose con los futuros escritores vanguardistas, refutando a profesores de renombre e inspirándose en el mismo lugar donde Cortázar y el gran Bryce lo hicieron. Es una buena chica, aunque a veces, rara, cómo se le pudo ocurrir entrar al baño mientras me duchaba, y como se le pudo ocurrir ver de tan cerca y con tan soltura mi entrepierna, que bueno, somos mujeres ambas, pero sus miradas parecían guardar algo extraño, un cierto sentimiento que espero sea fraternal, pero no sé...

Raquel regresa a la cama, acomoda bien su cabeza a la almohada, y piensa en diversas cosas, sin olvidar en detalle la mata de su hermana, la esta volviendo loca, de pronto... y de imprevisto recuerda que Celia dejo regada su ropa, interior incluida, en el suelo, su mente le dice que no, algo en el fondo que sí, camina timorata, indecisa, las ve regadas en el suelo, tan indefensas, tan atrayentes, lo piensa bien una vez más, no puede aguantar, se humedece de solo pensar que pueden estar en sus manos, camina un poco más, llega al lugar, temblando coge el pijama, lo huele y siente su olor a rosas, acaricia con el su rostro, se siente tan bien, se quita la ropa y se lo pone, se siente de nuevo su hermana, ahora ve el interior, rosa este, como casi todos los que tienen ambas, color preferido de toda la vida, lo ve, lo ve de nuevo, se anima, luego no, finalmente sí, lo coge temblando escandalosamente, sudando inclusive, lo toca entonces, siente su suave cuerpo y lo delicado de la prenda, se siente sucia, morbosa, pero no puede más, se lo lleva de lleno al rostro, siente un ligero aroma a mujer, se siente en las nubes, huele un poco más profundo, siente tener un orgasmo, siente la necesidad de pasar la prenda por su entrepierna, cierra los ojos, introduce de a poco el interior en el pijama, siente que de a poco le llega al entrepierna, siente ya la ropa dentro de el, lo soba fuertemente, se viene en el, no podía más, gemía, gemía de placer, tantas noches de intimidad, tantas mujeres que pasaron por su alcoba de la calle de Louvre, no pudieron jamás soltar tanta excitación en ella, tanta exaltación, tanta necesidad de tener sexo, con cualquier ser mortal que cruce la puerta, hasta con Marcel; y lamentablemente, hasta con él lo hizo.

Marcel había salido temprano del trabajo al haber concluido temprano con el file que le había encargado su jefe, se despidió de Celia y le dijo que iría a ver a un amigo, luego quizá a la casa de su madre y que pasaría a eso de las diecisiete por el departamento. Pero los planes cambiaron, el amigo no estaba, y lo de su madre fue solo una idea, entonces se le ocurrió ir al departamento y prepararle una sorpresa a su amiga, pero la sorpresa se la lleva, y vaya tal!!, una hermosa chica masturbándose en medio del pasillo y viéndolo excitada.

La cogió sin mesura, la beso fuertemente y la penetró tantas veces pudo, importándole un bledo el gozo de ella, solo importándole su pene y su autoestima, tan elevada ahora, le chupo los senos y... la penetró de nuevo.

Eh.... es totalmente innecesario contar detalladamente el hecho carnal, es totalmente inútil describir algo tan burdo como Marcel, que muy al traje y todo, llevaba un adolescente de 16 años dentro, tan pero tan integrado a él que se sintió orgulloso luego de hacerlo con... ja, el pensaba que era una amiga de Celia y ja de nuevo, torpemente se le enredo la lengua al recibir la noticia en boca de Celia, ya de noche, cuando una Raquel llorosa se encerró en el cuarto, pensando en su hermana, tan fuera de sí en aquel entonces, y tan centrada, para mal, ahora.

En la noche, cuando Celia se cansaba de preguntar sobre el por qué de su estado, Raquel aun llorosa y con un fuerte dolor en el alma le contó lo sucedido, tan generalmente, pero tan flagelante también. Celia, llorosa también, le dijo que se vaya de su departamento, de su vida, ella camino entonces lentamente por los pasillos, sintiendo miles de estacas atravesando su alma, sintiendo los pies pesados, y la cabeza fría, sintiendo la enorme necesidad de decirle a Celia lo que en realidad siente por ella, esperó un poco, empaco levemente, abrió la puerta, vio a su hermana acercarse... no se contuvo más.

Celia, en realidad... yo... pues yo..... te amo con una dulzura que... que....que no puede ser fraternal.

Hasta nunca "hermana"

Raquel sintió centenares de látigos en el cuerpo, sintió como si cada letra pesara, y pesaran tanto que ni podía alzar la frente, suspiró fuertemente entonces, suspiró con el fin que entre aroma y aire vuele todo lo que sentía por Celia, pero no consiguió más que hacer vergonzosa la partida.

Fue la ultima vez que Celia vio a Raquel, fue la ultima vez que le dijo hermana.

"Comparando el pasado y el presente, el corazón se rompe de pesar, pero yo sufro con serena frente y mi pecho palpita eternamente, por la sola mujer que puedo amar "

Lord Byron

Para... bueno, ella lo sabe.