Hermana
Un joven chantajea a su hermana hasta lograr que ella tenga relaciones sexuales con él.
Tenía yo 17 años cuando ocurrió lo que voy a narrarles. Pido que entiendan que en ese momento lo que mas me importaba en la vida era el sexo, y si bien no era virgen, pasaba casi todo el día pensando en ponerla. Bueno, la cosa es que yo estaba muy caliente con mi hermana. Si, entiendo que no es algo del todo "normal", que no está bien que uno ande pensando en cogerse a su propia familia, pero el hecho es que ella, con 19 años, tenía un increíble cuerpo de modelo, era una rubia alta y flaca que impresionaba a cualquier hombre, y por que no, a mi también.
Además, debo decir que ella estaba completamente despreocupada por el hecho de que como soy su hermano, ella no tiene ningún tipo de problema en pasar delante mío en ropa interior o hasta en estar desnuda en la misma habitación que yo siempre y cuando yo mire hacia otro lado. Pero yo me caliento y a menudo me masturbo con su ropa interior cuando me quedo solo en casa, para aplacar las ganas que tengo de cojermela. Bueno, el problema en la familia comenzó una vez que ella me encontró en su pieza, había entrado a la casa sin hacer ruido, y me sorprendió hurgando en su cajón de la ropa interior, y oliendo una de sus bombachas. La muy guacha le contó a nuestros padres y a mí se me armó un lío tremendo en casa. Castigado por tiempo indefinido.
Obviamente con mi hermana en esos días ni nos hablábamos, ella se hacía la ofendida por lo que yo había hecho, y yo masticaba la bronca de que me hubiera delatado. Tal era la bronca que estaba decidido a contarles a mis padres, para vengarme, lo que había visto entre su ropa interior: una buena cantidad de droga. Sin duda era para consumo, pero era mucha, y no marihuana o alguna de esas forradas, mi hermana se estaba metiendo bichos (extasis) y esos los debía tener para alguna fiesta con sus amigos. Podía arruinarle la vida con decírselo a mis padres, ellos nunca tolerarían semejante conducta en su hija.
Aproveché que ese fin de semana nuestros padres se habían ido de viaje. Ese viernes la alcahueta de mi hermana se estaba vistiendo para salir a bailar con sus amigas. Estaba hermosa, con una minifalda roja muy provocativa, medias de red y zapatos de taco alto y un top negro que dejaba ver su ombligo y le marcaba las tetas. A pesar de que ya es grandecita como para decidir como se viste, si mis padres estuvieran en casa no la hubieran dejado salir así vestida por nada del mundo. Yo la miraba maquillarse, y mientras sonreía pensando en el poder que tenía en mis manos y que aún no había sacado a relucir, le pregunté haciéndome el idiota
¿Vas a salir?
Claro
¿Y vas a llevar las pastillitas?
Se quedó seria un momento. Luego trató de hacer como que no sabía nada, pero era una muy mala actriz
¿Qué pastillitas?
Las que guardabas en el cajón
Se puso pálida de pronto. Abrió el cajón donde las había dejado y no las encontró. Claro, esa mañana, cuando ella no estaba en la casa, yo revisé su habitación buscándolas, y ahora estaban guardadas en un escondite en el sótano.
¿Dónde están?
Escondidas. hasta que vengan mamá y papá y yo se las muestre.
No seas alcahuete, dámelas, por favor
¿Cómo? ¿Alcahuete yo? ¿Alcahuete yo, decís? ¡Ah, no! ¿Te olvidás por qué estoy castigado?
Bueno, porque estabas metiéndote con mis bombachas, boludo, y yo soy tu hermana. Así que dame las pastillas y dejáte de joder.
¿Gratis? No.
¿Qué querés?
Me acerqué a ella. No sabía como iba a reaccionar cuando le dijera eso, pero me animé a decírselo. Total, ella ya sabía que yo estaba caliente con ella, si ya me había visto oliendo sus bombachas.
Quiero que cojamos.
La cachetada que me pegó todavía me está doliendo. Después del golpe salió corriendo y se puso a llorar en la cocina. Yo podía escucharla, pero preferí no achicarme, y me fuí a leer un diario deportivo a mi pieza. Al rato apareció, con los ojos rojos pero ya sin llorar. Para mi sorpresa, me preguntó
¿Tenés forros?
No lo podía creer. lo había logrado, mi hermana había accedido a cojer conmigo. tartamudeando le respondí que sí. me incorporé en la cama y me autoconvencí de que debía recuperar el valor, había llegado hasta allí y las cosas me habían resultado extremadamente fáciles, no era cuestión de dudar ahora.
Acercate
Me obedeció. Estaba de pie, enfrente mío, y su conchita estaba a unos 20cm de mi cara. Solo me hacía falta desvestirla. le subí la mini y me encontré con una bombachita negra, que rápidamente le bajé para poder verle la concha. La muy puta la tenía completamente depilada, apenas un pequeño mechoncito corto y rubio asomaba por encima de su tajo. Se la toqué un poco, tímidamente, y luego terminé de desvestirla. Cuando la desnudé por completo le chupé las tetas, que eran riquísimas, y pude tocarle el culo, el culo desnudo de mi hermana, lo abrí y pude verle el agujero del orto, era realmente hermoso poder inspeccionar su cuerpo así. me desvestí yo también y entonces estando los dos de pie, desnudos, yo me acerqué a ella y le di un beso en la boca, de lengua, largo y apasionado.
ella se recostó sobre mi cama y separó las piernas, agarró el forro que yo había dejado sobre la mesa de luz y me lo puso en el pito, sus manos me tocaban las bolas mientras lo hacía, y agarraban mi pija, masturbándome muy suavemente. luego guió mi pija hacia su concha, y se la metió sin ninguna dificultad, se ve que ella también tenía muchas ganas porque estaba completamente mojada.
Se movía muy bien y no paraba de gemir, fue increíble, acabamos enseguida, juntos. Después de eso le devolví las drogas, pero aún así cojimos todo el fin de semana, estuvo bárbaro. Ahora ya no lo hacemos más, yo ya estoy de novio con una hermosa chica y ya no ando tan caliente como antes, pero cada tanto cuando nadie nos ve yo le toco un poco el culo a mi hermanita, y se que vamos a volver a cojer algún día nuevamente.