Heridas sangrantes VII

Días del presente pasado...

Desperté no sé si 10 minutos después o dos horas más tarde. Podía oír el sonido del réloj de cocina en el silencio del apartamento. El sabor a hierro en mi boca me hizo deducir que había sangrado y que muy probablemente seguía haciéndolo. Me levanté como pude.

Una mano sosteniendo primero mi peso, luego una rodilla, después la pierna. Finalmente cogiéndome de la mesa conseguí erguirme lo suficiente como para poder avanzar hacia el baño. Una fugaz mirada antes de dirigirme allí hacia el móvil me permitió ver que tenía dos llamadas perdidas de Lucas y una de Tamara.

Más tarde les llamaría. Cuando me hubiera parcheado a mi mismo.

Frente al espejo del aseo me quité la camiseta empapada de sangre. Me dolía hasta la última raíz del pelo más recóndito de la cabeza. La herida era clara, a la altura del esternón. Notaba que me faltaba el aire, así que muy probablemente la hoja del cuchillo me hubiera herido de alguna manera el pulmón. Daba igual tenía que seguir los pasos de Andy. Mi condición física, mi penosa condición física, podía esperar. Al coger el algodón mojado en alcohol el dolor se intensifica. Cierro los ojos y ciño con fuerza mis dedos entorno al mármol del lavabo para evitar caer desmayado de nuevo. Lo consigo. Poco a poco cubro el corte con gasas y una venda que de manera rudimentaria consigo colocarme. Cojo una camisa negra del montón sin planchar, me la pongo y salgo decidido a patearme la ciudad hasta encontrar a ese grandísimo engendro...

Me agota cada paso. Cuando llego a mi coche y me siento frente al volante apoyo la cabeza sobre el mismo intentando controlar el dolor y que este no me controle a mi. Arranco dirección a King’s Cross. Voy a matarle...

Voy a acabar con todo esto.


Sentado en la repisa que discurre frente a la ventana de su cuarto, completamente desnudo. No me canso de observale. Fumando esos cigarrillos que tanto detesto. ¿No corre ya suficientes riesgos como para exponerse a esa mierda? Me levanto de la cama, me acerco a él y se lo quito con un único y enérgico movimiento.

  • No me gusta como sabes tras uno de estos.

  • Es de los pocos vicios que tengo... podrías callarte y no meterte donde nadie te ha llamado. - le miro con el ceño fruncido.

  • Sabes a cenicero cuando te beso después de que fumes...

  • Pues no me beses... - le miro, le recorro con la vista, pongo los brazos apoyando uno en la pared y otro en el cristal de la ventana, entre su cabeza. Me inclino y atrapo sus labios con los míos. Le beso con avidez, odio ese sabor, pero me importa un carajo. Se va a arrepentir de esa última sentencia. Mi lengua recorre cada recoveco de su boca, mezclando mi saliva con la suya. Sus manos se aferran a mi cuello y me lo devuelve pegando su pelvis a la mía. Durante lo que me parece el minuto y medio más largo de la historia nos fundimos. Cuando nos separamos, le miro, sonrió sarcásticamente y después de recuperar el aliento vuelvo a inclinarle para susurrarle al oído.

  • Ahora dime de nuevo que no te bese.

Esta vez es él quien me asalta. Empujándome hacia atrás mientras me devora vamos avanzando hacia la cama. Le detengo... ese escenario ya está demasiado trillado. Nos vamos a quedar donde estamos para ver si algún vecino indiscreto puede ver como me vuelvo a follar este culo. Sin contemplaciones vuelvo al lugar, inclino su cuerpo hacia delante con su cara mirando al exterior y le penetro de una sola vez.

  • Jodeeeer... - sisea.

  • ¿No quieres que te bese, Dex? ¿No quieres mi polla follándote? ¿No quieres mi lengua dentro de tu puto culo? ¿En tu boca? ¿Recorriendo tu piel? ¿No quieres que mis dedos te pellizquen? ¿No me quieres dentro de ti? ¿No quieres estar en mi interior?

  • Jodeeeeeeeeeeeeer... - parece que es lo único capaz de decir.

  • ¿Quieres que esta sea la última vez de todas esas cosas? - levanta el cuerpo. Atrapa con su brazo derecho mi cuello, echa la cabeza para atrás. Busca mis labios para anclarse a ellos. Antes de hacerlo.

  • No... no estoy dispuesto a renunciar a ello. Jodeeeeeeeeeeeeeeeerrrrrrrrrrrrrrr.... - la eyaculación es tan potente que llega hasta lo alto del cristal empezando a resbalar por el mismo. Sigo socavándole mientras continuó besándole y con una perversa sonrisa observo que frente a nosotros un hombre ya entrado en edad nos observa lívido pero incapaz de apartarse.

  • Tu vecino jamás volverá a verte de la misma manera... - le oigo murmurar un

hijo de puta

en voz baja, se incrusta más en mi polla, ahonda en el beso y exploto dentro de él dejandome caer sobre su espalda. Tan solo sostenidos por la fuerza de su poderosa espalda.

Ya ha oscurecido. El día del secuestro llega a su fin y mi mente solo piensa una cosa entre la bruma del orgasmo:

estoy profunda e inexorablemente enamorado de ti

.


Llueve. La luna delantera está empañada. Mi camiseta se va humedeciendo de sangre. Me cuesta un mundo respirar. Cojo la vieja carretera de Northport camino de King’s Park. El siniestro edificio no tarda en aparecer ante mi. Detengo el coche y salgo al exterior.

De nuevo un escalofrío. Voy a morir en el interior. Y no me importa... cierro los ojos intentando apartar las gotas de agua que resbalan por mi ya empapado pelo. Intentando no llorar. Si me importa. Si lo hace... porque voy a morir y no se lo he dicho.

Me detengo. Marco su número. Lo miro, casi sin batería. Si, hoy todo está preparado para que sea el final. Oigo su voz cuando pasado unos toques no contesta, el contestador. Quiero decírtelo a ti. No a una máquina. Me resigno y sin apenas fuerzas dejo el mensaje que nunca estuve preparado para expresar en voz alta.

  • Estoy completa y estúpidamente enamorado de ti. Te quiero, Lucas... Te quiero, mi amor, te quiero.

De nuevo el distanciamiento. Nuestra relación es como un yo-yo. Un día entero follando y, para que mentirme, haciendo el amor con él y vuelve a alejarme. Vuelvo a desaparecer. Me sumerjo en el rodaje de la nueva película acompañado de un muy buen amigo que parece tan confuso y destrozado como yo. Cesc Baranz es un actor español del cine adulto gay treméndamente atractivo pero también inteligente, buena gente. Y con algo que envidio poderosamente, una relación estable con el que todos sabemos que es el amor de su vida. Algo que secretamente todos deseamos.

Pero durante esos días y sin que me diga qué sucede le veo desmoronarse y sumergirse en una espiral de destrucción. Como he dicho un muy bien amigo. Se me ocurre la peregrina idea de que la única manera de mantenerlo a salvo es permanecer a su lado aunque sea compartiendo cama.

Me siento un traidor. A la pareja de Cesc, también buen amigo mío, y a la que digo que no existe pero que sé que es mentira y sí lo hace.

Tras la caótica escena de la discoteca. Tras acabar follando con él en aquella habitación de hotel. Tras llamar a Alex a altas horas de la noche e ir al amanecer a recogerle, tras volver al lugar en el que le había dejado y comprobar que había desaparecido la desesperación no solo se apoderó de su rubio novio. También de mi. Traidor y culpable.

No me queda otra así que recurro a él. No me da la espalda. Permanece a nuestro lado hasta que damos con él. No me puedo creer lo que me cuenta. El estado en que le encontraron, la situación en la que se había visto envuelto. Le dejé solo y a punto estuvo de no poder contarlo.

Le observo desde la puerta de la habitación del hospital. Alex se inclina sobre él. Abandono el lugar dándoles intimidad y dirigiéndome hacia los ascensores. Junto a ellos encuentro a mi poli. Cuando me aproximo y me detengo a su altura me mira durante unos segundos.

  • ¿Te tiraste a Cesc? - le devuelvo la mirada sorprendido. ¿He creído oír lo que he creído oír? Una débil luz ilumina mi corazón. ¿Celos? Y sin embargo le respondo lo único que no debería haberle respondido.

  • No es asunto tuyo con quien follo o dejo de follar, ¿no crees? ¿No iba lo nuestro, si es que existe algo nuestro, de eso? ¿De no preguntar, ni reclamar, ni exigir?

No responde pero veo la fugaz expresión de dolor que cruza sus hermosas facciones. Acabo de pisotear sus sentimientos.

Culpable, traidor y miserable.

Dejo el lugar dejándolo tras de mi. Abandonándole.


Su voz es tan débil. Pero las palabras están ahí. Lo ha dicho. Un nudo me aprieta la garganta. Marco el único número en que puedo pensar. Mi bebé me necesita. Me necesita.

Lo ha dicho.

  • ¿Tammy? - Tras hablar con ella y exponerle mi preocupación ruego mentalmente porque el departamento de policía tenga algún tipo de dispositivo de localización. Y rezo para que Tamara me haya hecho caso y venga a recogerme. Sea lo que sea, esté donde esté quiero estar junto a él. Mi lugar es estar a su lado. Sin embargo cuando el coche se detiene frente al estudio no es ella quien me recoge. Me detengo sorprendido.

  • Lucas, ¿no tienes un novio que ir a proteger? - Dereck.

  • ¿Qué...

  • Un buen policía no le da nunca la espalda a su primer compañero. Tamara me pidió ayuda anoche. ¿En qué lío se ha metido nuestro chico ahora? - niego con la cabeza mientras entro en el vehículo y le veo arrancar. No tengo ni idea.

  • ¿Dónde vamos?

  • Al antiguo hospital psiquiátrico de King’s Park. No es un lugar agradable y no tengo sé qué está pasando allí pero debe ser algo serio porque los pocos que en el departamento aprecian a Dex están yendo hacia allí ahora mismo. Además de unos cuantos coches patrulla. - me miró con el rabillo del ojo. - Carrie, su amiga del laboratorio criminalístico, se pasó por su apartamento... había mucha sangre. Y una de sus camisetas totalmente empapada de ella. Sea lo que sea lo que ha sucedido es muy posible que esté gravemente herido. - Nos sumimos en el silencio. Me tiemblan las manos. Miro fijamente el salpicadero. Y murmuro.

  • Me ha dicho que me ama. - noto que una suave sonrisa se dibuja en sus labios.

  • Nunca lo habría dicho sino fuera verdad. - asiento pero no puedo evitar la lágrima que escapa de mi ojo izquierdo.

  • Y nunca lo habría dicho sino se estuviera muriendo.

Vuelve el silencio. Solo interrumpido por el sonido del parabrisas limpiando el agua de lluvia.


La primera noche de ese frío invierno que se nos venía encima acabamos durmiendo de nuevo juntos. Incapaces de estar enfadados por mucho tiempo. Mantener las distancias era más fácil si sabíamos que no abandonaríamos la vida del otro.

Hemos follado aunque ya sea incapaz de decir que solo hago eso con él. Hace tiempo que es la única persona con la que hago el amor. La única persona con la que comparto mi cama, el único con el comparte la suya.

El calor de su cuerpo contra el mío es como sumergirse en el más cálido verano. Me dejo acunar por él.

En días como hoy, tras el vídeo de esa niña que aquella mañana encontré sobre mi mesa del departamento, no podía imaginarme un mejor sitio en el que encontrarme.

El frío y el horror de lo que he visto solo lo puede hacer desaparecer él.

Y aún así no me atrevo a decirselo.

Que te quiero, Lucas. Que estoy enamorado de ti.

Y que soy un completo imbécil por seguir negándome a ser feliz contigo. Sé que es algo que deseamos los dos.

Llevamos 4 estupidos años soñando con ello.


Hace rato que estoy en el interior de este desolado lugar que exhala terror por cada uno de sus desvencijados rincones. El corazón me late a mil por hora. La policía debería haber estado aquí hace unas horas buscando el cuerpo de la pequeña Ruthie pero no veo signos de que hayan pisado este sucio suelo.

Oigo ruidos por todos los lados.

Cada vez jadeo más. Me estoy muriendo y lo sé.

Pasos. Tras de mi. En un pasillo mal iluminado por la ténue luz de las farolas exteriores. Avanzo sin miedo. Si todo va a acabar aquí no tiene sentido estar asustado. Desemboco en una enorme sala con el hueco de una puerta al fondo  al lado pintadas en la pared cuatro palabras;

Welcome to infant one (bienvenidos, bebés).

La ironía es cruel teniendo en cuenta lo que está sucediendo en este edificio. Lo que ha venido sucediendo durante tanto tiempo.

Pasos otra vez. Me giro. Andrew me mira a pocos metros de mi. Otros dos hombres se encuentran a su lado. Sus rostros me suenan. Frunzo el ceño intentando recordar.

  • No tiene ni idea de quiénes somos, ¿verdad, detective White? No te acuerdas de la noche que pasé contigo... pensé que había dejado un poso de mi persona en ti pero veo que me equivocaba. - Una ráfaga de imágenes me golpea. En la misma pared en la que están dibujadas esas palabras aparecen desdibujadas unas escenas. Evidentemente hay alguna cámara instalada en la estancia. No son de buena calidad. Pero se ve claramente que soy yo, de niño, en aquel mismo lugar. Vestido tan solo con un calzoncillo y temblando. - Fui el único y tu primer hombre. Tan delicioso que después te destapases como el come pollas que eres, ¿no crees? - Me palpitan las sienes. - Y curioso que vengas a morir al mismo lugar en el que debieron acabar tus días. Demian te salvó esa noche y aún sigues sin recordarlo.

  • ¿Doctor... - si ahora sí... el médico del centro de acogida. Quien se encargaba de los exámenes físicos de salud cuando un nuevo niño llegaba. Aquel primer día en el centro ya noté algo extraño en su mirada pero me encontraba tan desubicado que no le di importancia. Han pasado tantos años de todo aquello. Pero, ¿cómo pude olvidarlo? Me violó, ese tipo me violó.

Y al día siguiente violó a Lizzie. Por eso me encerraron en aquella habitación. Porque sabía lo que la iban a hacer. Porque ya me lo habían hecho a mi.

Cierro los ojos, el mareo se intensifica.

  • ¿Has venido a salvarlos? A todos los que no pudiste salvar porque el bueno del psicológo supo hacerte olvidar... - entre bocanadas de aire reclamadas por mis pulmones recuerdo las sesiones a las que aquel otro médico me sometió. ¿Lo haría por ayudarme o por querer ocultar algo? Algo debió leer en mi rostro porque el tipo que me hablaba volvió a hacerlo. - Era mi hermano... y lo hizo porque se enamoró de ti... ya ves todo un hombre adulto enamorado de un niño. Ridículo y absurdo. Pero lo hizo y procuró regalarte una vida lejos de todo esto. Espero que hayas sido feliz... mi hermano no pudo serlo sin ti. No murió por el cuchillo de nadie... se suicidió porque le faltabas. Tan loco como los pacientes que atendía, como los antiguos residentes de este lugar que siempre le fascinó.

Hasta ese momento ni Andrew ni el otro personaje habían hablado pero el primero se mostraba más nervioso y excitado de lo normal.

  • Fuiste el sustituto del pequeño, Andy. Antes de tu llegada estaba él... era el elegido para tener una vida satisfactoria y tu se la arrebataste... - trago saliva. - era el favorito de mi hermano hasta que apareciste por su consulta y le dejaste sin habla. Lo cierto es que eras un niño bien bonito. Tan guapo. Tan apetecible.

  • ¿Y Demian porqué...

  • ¿Porque consiguió una vida? - asentí. - Por él, por el abogado que llevaba los asuntos legales del centro. Tu eras su caprichito, él del aquí presente letrado. Cuando vio que mi hermano lograba hacerte olvidar le pidió que hiciera lo mismo con él... surtió efecto hasta que vio a la pequeña Ruthie y las barreras mentales que puso se vinieron abajo. También ayudó que se sintiera atraído por sus propios hijos. Me sentí orgulloso cuando lo supe... como lo haría un buen padre viéndose reflejado en un hijo. - me miró y sonrió. - Una pena que tu no lo hicieras. Pero no vivirás demasiado tiempo más para arrepentirte de no haber vuelto con nosotros cuando podías haberlo hecho.

  • Nunca habría sucedido...

  • ¡Así que una puta crío a un mocoso con escrúpulos! -exclamó entre risas.

  • No fue ella... - murmuré agotado.

  • ¡Ah, sí, fue la vieja zorra! ¿Maggie, no? Sí, una zorra...

  • No la llame de esa forma... - vuelve a reírse. Me estremezco. Las imágenes de mi propio cuerpo infantil siendo profanado por el hombre que ese tipo dice estaba enamorado de mi asaltan mi cerebro. Haciéndome rememorar el dolor y la humillación. La soledad, el terror, el pánico. Se aproxima, estoy tan débil que soy incapaz de hacerme con mi arma antes de que él me la quite.

  • La llamaré como considere que tengo que llamarla... - pasa el cañón de la pistola por mi mejilla. - ¿Hace mucho que no folla detective White? Tengo un regalito para usted. Algo que debe contemplar... - Andrew se ha movido hacia la habitación del fondo. Vuelve arrastrando a dos niños, una pequeña de 4 años y un bebé de dos... sus hijos, los pequeños de Demian. La cría agarra firmemente la manita de su hermano. Es preciosa y tiene los ojos de su padre. Me llora el alma cuando veo que la desprenden de la ropa y la separan del bebé. No dice absolutamente nada. Dudo mucho que sea la primera vez que va a suceder.

Un haz de luz azul ilumina las paredes. ¿Oigo sirenas?

¿Voces? ¿Gritos? ¿Mi nombre? Avanzo renqueando hacia los hombres que han dejado indefensa a la niña. El médico levanta mi propia arma.

  • Ni un movimiento más, detective.

  • He venido a morir, doctor. - murmuro cogiendo el cañón con mis manos desnudas. ¿Carreras acercándose?

Forcejeamos. Sí, mi nombre en boca de quienes no me han abandonado. Disparos. Me llora el alma, me arde el corazón. He protegido con mi cuerpo el de ella, el de su hija.

Los he salvado, Demian. Los he salvado. Por favor, perdóname...


El olor de la pólvora lo inunda todo. Mi voz es un alarido gritando su nombre cuando le veo caer. En apenas un parpadeo me arrodillo a su lado. Haciendo caso omiso al caos de mi alrededor. Solo veo la sangre brotar de su boca. Su rostro, su precioso rostro manchado de lágrimas y sudor. Sus ojos apagándose. Grito. Grito con toda la fuerza de mi ser. Le estrecho contra mi llorando y llamándole. Y diciéndoselo.

  • Yo también te quiero, Dexter. Por favor, Dex, te amo. No me abandones. Te lo suplico. No te vayas.