Heridas sangrantes VI

El Rock&Roll corre por mis venas... y se derrama sobre la mesa.

Andy apenas podía sujetar el vaso de papel que contenía el café. Temblaba de nerviosismo y, muy posiblemente, porque estuviera iniciando un síndrome de abstinencia de esos acojonantes.

  • Algo rápido e iremos a urgencias... - le digo.

  • No es necesario.

  • Lo es porque vamos a acabar con esto. Me has pedido ayuda y la vas a tener pero si vamos a terminar con lo que sea que te está consumiendo vivo te necesito sobrio y en pleno uso de tus facultades. - Vuelve a mirarme asustado.

  • No te acuerdas, ¿verdad? Fuiste el único al que no se atrevieron a tocar y no porque no lo intentarán... Imagino que pensaron que entre sus planes no estaba matarte como no lo estaba que Lizzie acabara igual pero imagino que sabían que siendo como eras si te incluían en sus juegos la única forma de que guardases silencio era tirarte al fondo del Hudson... Y nunca les gustó que sus juguetes acabaran rotos y no poder entretenerse con ellos.

  • No, Andy... no lo recuerdo. Y no sé muy bien porqué...

  • Es imposible seguir viviendo medio decentemente con eso en nuestro pasado. Creo que Demian me dijo que eras psicólogo además de poli... cómo lo llamáis...

  • Mecanismo de defensa. - murmuro mirando al suelo.

  • Sí... mecanismo de defensa. - también mira al mismo sitio que yo en silencio. - Conmigo no funcionó porque aún no me han soltado... porque aún sigo inmerso en todo eso... por eso tengo esos vídeos y te los envíe... porque no participo activamente pero los grabo... No aquel de Lizzie en el que se les fue la mano y acabó como acabó. Entonces tenían a otro tras la cámara. Pero hicieron de mi un desecho que solo pudo acabar atado a ellos.  - Ahora tiembla tanto que Tamara se levanta de donde está.

  • Nos vamos ya mismo. El interrogatorio puede seguir más tarde. - asiento aunque me hubiera gustado seguir un rato más pero es evidente que Andrew no está en las mejores condiciones.

24 horas después me encuentro entrando en mi apartamento acompañado de un débil Andy que ha superado el inicio del síndrome y al que pienso encerrar en mi casa vigilando que no vuelva a caer. Cuando suba al estrado a declarar le quiero todo lo limpio que pueda estar, lo quiero con la mente clara, sabiendo lo que dice sobre lo que vivió, sobre lo que vio. Quiero que señale con el dedo a las personas que le avocaron a esto, le necesito y no pienso perderlo en la bruma de las drogas. Así me tenga que pasar una semana encerrado en casa vigilando que no consuma nada. Así tenga que pasar el infierno de una desintoxicación encerrado a cal y canto.

Bajé las persianas de mi dormitorio, corrí las cortinas del resto de la casa. Eché el cerrojo de la puerta, desconecté el teléfono fijo y dejé para más tarde el poner en modo vibración el móvil. Atrincheré mi casa para una guerra que estaba dispuesto a ganar. Previamente había saqueado el supermercado para llenar la nevera de comida.

Nix el médico-forense que realizó la autopsia de Lizzie me ha proporcionado dos cajas de antidepresivos recetándome la dosis que he de proporcionale en cuanto empiecen los muy probables ataques psicóticos. Andy a de dormir todo lo que necesite para que su cuerpo y su mente, sobretodo esta última, empiece a fabricar su propia dopamina... Y comience de nuevo a hacerse dueño de sí mismo.

Tamara puso el grito en el cielo cuando la dije que me lo llevaba conmigo. Que me riese en su cara no mejoró las cosas. Pero es que nunca la había visto tomare algo tan personalmente. Parece que fuera algo más que la sempiterna preocupación por mi bienestar. Temía por mi estabilidad mental. Temia lo que Andy pudiera contarme. Le tenía miedo a mi idea de aislarme con él, miedo a no saber qué iba a suceder en el interior de mi apartamento. Así que para sosegarla la prometo llamarla al finalizar el día y dar señales de vida. Apunto otra llamada en la agenda mental... a mi no-novio el cual echará la puerta abajo al menor atisbo de que hubiera desaparecido o me encontrase en problemas.

  • ¿Quieres comer algo? - le pregunto dirigiéndome a los fogones. Asiente.

  • ¿Puedo ducharme antes?

  • Claro...

  • ¿No irás a entrar para follarme el trasero, verdad? - inquiere mientras deposita su bolsa de deportes en el suelo.

  • ¡¿Cómo?!

  • He visto muchos depredadores sexuales, Dex... la mirada que le dirigiste al celador que empujaba esa camilla fue demasiado reveladora. - Mira que estoy experimentando cosas nuevas durante este caso, una más que añadir; enrojecer hasta la raíz del cabello. - Aunque supongo que un adefesio como yo no debe ponértela dura... - medio sonrío.

  • Estoy comprometido... - le digo.

  • Ah, ¿sí? ¿Con quién?

  • Conmigo mismo y mi propia mano. - respondo con sarcasmo. - Anda, ve a ducharte, cuando salgas cenaremos algo. - asiente. Viéndole desparecer por la puerta del aseo me pregunto cómo podría haber sido sino se hubiera atravesado el destino en su camino.

Mientras oigo el agua empezar a caer el tono de llamada que uso para mi no-novio empieza a dejarse oír, AC/DC y su

You shook me all night

. Oigo el tono de llamada y espero pacientemente a oír su voz.


Te quiero,

le he dicho que le quiero. Y él no ha respondido más que con un explosivo orgasmo que le ha dejado sin aliento. No dice nada pero cuando se recupera se vuelve, se agacha ante mi y acalla sus palabras comiéndome la polla. Tengo que agarrarme yo mismo a la encimera para no irme al suelo. Esa diabólica lengua me hace estremecer. Sus manos aferradas a mis nalgas, empujándolas hacia su rostro para introducir más mi miembro en su boca. Sofoca una arcada cuando prácticamente debo estar en su garganta y al sacarla lo hace llena de babas. La escena me la pone más dura aún.

La televisión está emitiendo un programa de vídeos musicales. Nunca he mencionado que a Dex le encanta el buen rock&roll y también el heavy. Sonando suavemente porque el volumen no es muy alto suena una canción con un título muy acorde. E irónico,

Edge a broken heart

en la pantalla aparece un epígrafe indicando que es un monográfico de un grupo de tías con pinta de femme fatale, Vixen. No las he escuchado en mi vida... pero no me extraña que al polizonte que me chupa la polla le gusten. Suenan muy bien...

  • ¡¡Deeeeex... - su nombre escapando de lo más hondo de mi garganta enmarca la canción. Capullo, podría dedicarse al porno y ni siquiera lo sabe. Es tan extraordinariamente perfecto. Eso ojos como el chocolate más puro, sus cabellos color avellana, su piel pálida. A veces cuando tiene mucho trabajo y está días sin dormir y sin pasar por casa la barba que le crece aumenta de forma exponencial ese atractivo tan sensual de hombre tremendamente masculino. Su abdomen luce unos marcados abdominales, sus brazos y piernas son poderosos pero no excesivamente musculados. Lo suficiente para volverme loco. Y su trasero... ¡¡debería estar prohibido por ley tener semejante retaguardia!! - ¡¡Joder, Dex...

Su lengua se ha dirigido hacia mi propia área posterior. Me abre las nalgas y se adentra con un claro objetivo. Ahora soy yo el que me inclino sobre la encimera para dejarle el camino libre... Juega, humedece, muerde, lame, sopla, acaricia. Su aliento ardiente me quema la piel. Una de sus manos se aferra a mi erección, me pajea con fuerza unas veces, en otros momentos con lentitud. Aprieta, suelta, la yema de sus dedos rodea la cabeza de mi polla. Gimo, gimo y gimo...

  • ¡Oh, Diosssssss... - abro la boca buscando aire. Se incorpora y en una fracción de segundo su brazo rodea mi cuello, me obliga a echarlo para atrás y me besa. Con furia, con desesperación, al mismo tiempo que sus dedos se apoderan de mi interior y me follan.

Me muerde. Grito. ¿Esto no iba de que sería yo quien tomase las riendas de la jornada?

  • Vas a correrte, ¿verdad, trocito de chocolate? - estúpido apodo puesto en un momento más estúpido aún. Sabe que lo odio, ¿qué pretende? ¿Tenerme sometido? ¡¡¡Santo cielo, me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! Sentirme tan suyo...

Tan protegido bajo su resguardo. Esa frase golpea de nuevo mi cerebro:

te quiero

. Me muerdo los labios para no volverla a decir. No entra dentro del acuerdo. Parece saber lo que pienso.

  • Si lo haces otra vez, no volverá a suceder un día como el de hoy. - ¡¡Mierda!! Un día como el de hoy es lo que más deseo. Días como el de hoy son los que deseo llenando mi futuro.

Ha ido bajando de nuevo. Jalonando mi oscura piel de mordiscos que luego lame. Vuelve a llegar a mi entrepierna. Vuelve a hacerme una felación. La escupe primero, se la come entera. Juega separándose de mi polla y enganchando la misma con su lengua con un fino hilo de saliva. Eleva los ojos... me hierve la sangre. Apunto de explotar. Tan erótico.

  • Córrete... - su boca vuelve a viajar hasta el interior más recóndito de su gaznate. En un abrir y ojos, apretando su cabeza contra mi falo exploto dentro. Y se lo traga... sin dejar escapar ni una sola gota.

Durante la cena ninguno dice nada. Le veo jugar con el tenedor entre el revuelto de huevo con queso que he preparado. No parece muy acostumbrado a comer caliente. Finalmente alargo la mano y le cojo el brazo por la muñeca. Detengo sus movimientos y le obligo a mirarme.

  • ¿Cómo acabó Lizzie muerta? ¿Quién fue? ¿Cuántos están involucrados?¿Sabes cuándo comenzó? - La sucesión de preguntas le hacen temblar. - No es necesario que las respondas todas de una sola vez. Tenemos el tiempo que necesites para limpiarte y adquieras el valor para hablar con la fiscal para acabar con todo esto. Porque por eso me enviaste el primer vídeo y luego los demás... porque quieras acabar con todo esto, ¿no? - guarda silencio unos instantes.

  • Es una red... no sé a cuantos centros de acogida afecta. Pero la volví a ver... - frunzo el ceño confuso. - A Lizzie... en estos años han pasado muchas niñas rubias pero nunca ninguna que fuera como ella y tampoco nadie había vuelto a acabar como ella.

  • ¿Otra niña? ¿Con el mismo final? - asiento. Me estremezco. - ¿Dónde se deshicieron de ella?

  • Kings Park... en el Hospital Psiquiátrico de Kings Park.

  • Está abandonado... - sonríe tórvamente.

  • El mejor escenario... una “granja de lunáticos” para unos lunáticos depravados, ¿no te parece?

  • Exactamente dónde se encuentra...

  • En el antiguo área de veteranos. - me levanto de la silla. Cojo el móvil y llamo a Tamara. Cuando cuelgo apayo las manos encima de la mesa, inclino el cuerpo.

  • ¿Porqué no acudiste antes?

  • Porque te creía muerto... hasta que Demian reapareció no supe que estaba equivocado.

  • ¡A otro policía, Andrew!

  • ¡¡¡Soy un puto drogadicto del que jamás nadie se ha preocupado!!! Cualquiera de tus compañeros hubiera pensado que eran los delirios de un deshauciado. Sobretodo en cuanto hubiera empezado a soltar nombres... que me callarían la boca en cuanto hubiera puesto un pie en la calle. Pero esa niña... y la mirada que la dirigió Demian.

  • ¿Cómo contacto él contigo?

  • ¿El destino? - inquirió. - Uno de los tipos llevó su coche a uno de sus talleres, ese día iba con él... con nosotros iba la pequeña. Vi la forma en que Demian la miró, como fijaba la vista en las fotos que tenía de sus hijos en su despacho y solo tuve que atar cabos. Pude deslizarle una dirección... Dos días después nos encotramos allí y frente a unas cervezas me rogó volver a la sordidez del mundo del que había conseguido escapar. Para evitar hacer daño a sus hijos... fue lo único que se le ocurrió cuando le diste la espalda. No pareció conseguir evitar la tentación de ir a visitar el dormitorio de su niña... - de nuevo esa sonrisa torva que hace que se me hiele la sangre en las venas.

  • ¿Lo mató su mujer? - me mira a los ojos... luego los cierra. Suspira profundamente, mueve la cabeza en señal de negación. - ¿Entonces...?

  • Fui yo...

Y el silencio entre nosotros se vuelve espeso.


La televisión sigue sonando emitiendo música solo que esta vez lo hace a gran volumen. Dex me observa sentado encima del colchón rodeado por la ropa de cama revuelta y desordenada, arrancada y víctima de nuestros fogosos encuentros. El sol del mediodía se cuela entre las cortinas de la ventana de su cuarto, juega sobre su piel, resbala sobre su pelo convirtiéndolo en chocolate derretido. Se lleva la botella empañada y fría de cerveza a la boca y da un largo trago. Me fijo como un cazador en el movimiento de su tráquea al tragar y vuelvo a recordar como eso mismo se repitió cuando se bebió mi semen...

Creedence Clearwater cantan

Proud Mary

y entonan ahora que la rueda sigue girando. Y mi polla excitándose nuevamente. Sonrió acompañando a mi mirada depredadora. Estoy sentado frente a él, con la espalda apoyada en el cabecero. Llevamos un rato observándonos en silencio. Excitándonos con los ojos. Haciéndonos hervir la sangre. Me muevo y avanzo hacia él. Lentamente.

Cambia el grupo... desvió mi vista levemente.

Serenade

de la Steve Miller Band... Mi poli tiene un sentido musical extraordinario.

  • Mi entrepierna te reclama, Sr. Evans... es de mala educación hacer esperar a los invitados. - me río y vuelvo a concentrarme en él. Sigo avanzando los escasos centímetros que nos separan. - Pareces el animal más bello del universo, supongo que lo sabes, ¿verdad?

  • Dispuesto a dejarse cazar por el cazador más condenamente atractivo y caliente de la selva.

Saco a paseo mi lengua, recorro la punta de los dedos de sus pies que durante un rato chupo con deleite. Saben a gloria después de la ducha y el polvo de hace escasamente una hora. Provoco que gima escandalosamente. Subo por el empeine, recorro la pantorrilla izquierda, me detengo en el interior de sus muslos.

Satisfaction

enmarca nuestro encuentro en este mismo instante. ¿Satisfecho de él? Jamás. Lamo cada centímetro de su anatomia desnuda. Acaricio cada resquicio. Empieza a sudar, se tumba y se abre para mi. Le cojo las piernas situándolas sobre mis hombros. Después de los 5 polvos previos y las 3 o 4 felaciones y folladas digitales que nos hemos dedicado no hace falta ningún tipo de preparación.

  • ¿Has probado alguna vez la doble penetración, Dex?

  • ¿Y tu has follado alguna vez con una hortaliza?

  • Sí, con la misma que te voy a joder ahora mismo... - abre los ojos desmesuradamente. Trata de escapar pero le atrapo con mi cuerpo contra el colchón, agarro parte de las sábanas y ato sus muñecas al somier... una vez sometido y a mi merced procedo a sujetas de igual modo sus piernas. Me levanto camino de refrigerador... muevo mi trasero de manera descaradamente obscena.

Cuando vuelvo traigo un plátano y un bote de nata. Me echo a reír ante su cara

  • Esto va a ser asquerosamente pegagoso.

  • Luego te dejo que me la vuelvas a chupar en la ducha.

  • ¡¡Oh, gracias por tan grande sacrificio!!

Pero ahí sigue. Desnudo y expuesto para mi. Abro el bote, coloco la boquilla sobre su pecho y rodeo uno de sus pezones con la espuma blanca que surge al apretar. Lo chupo afanosamente. Muerdo levemente. Grita, una mezcla de dolor y placer.

  • No era que te gustaba el sometimiento, ¿Dex?

  • ¿Me has oído quejarme? - murmura rayando la queja más divertida que le he oído nunca. - Si has decidido devorarme... ¡¡¡hazlo!!! - me río. Dibujo un regero de nata desde la tetilla que no habia degustado bajando por su abdomen. Alrededor de su ombligo trazo un corazón, levanto la mirada intentando que parezca segura y provocativa, temeroso de encontrarme algo que no me guste. Pero no lo hago... lo mira en silencio y con un gesto mudo me apremia para que siga. Y lo hago, limpio el camino desmenuzándolo con la yema de uno de mis dedos, lo voy extendiendo hacia su entrada... la fruta se adentra en él... abriéndose paso por el camino del que luego yo mismo tomaré posesión.

Dexter se retuerce de placer.

  • ¡¡Luuccc... - gime quedamente. Es tanto el placer que le duelen las cuerdas bucales de jadear.

Ahora es Back in black de AC/DC lo que suena en la tele. El grupo favorito de mi poli.

Un nuevo chorro sobre su polla. El mismo procedimiento. Hacia su esfinter. Un gemido repetido. Dejo de follarle con el plátano. Mi lengua se sumerge en su gruta. Una explosión de sabor inunda mis papilas. Dex es un tipo aseado que siempre sabe bien... probarle es degustar el más exquisito de los platos.

Me adentro en él sin más preambulos. Amo este cuerpo, amo ese rostro, amo esos ojos. La forma en que se abre ante mi, la manera en que se despliega y me atrapa. Y por mucho que desee que ocurra, por mucho que pelee por mantenerlo lejos sabía, en lo más hondo de si mismo que ocurriría todo lo contrario. Pero ir contra corriente es algo a lo que ya me he habituado.

Y lo iba a seguir haciendo. Salvo en el día de hoy.


Una confesión de asesinato debería hacer que automáticamente sacara mis esposas para detenerle y llevarlo a comisaría. Desde luego el procedimiento de ponerle delante de las narices una humeante taza de leche con chocolate no es el que enseñan en la academia.

Necesito más antes de cerrar los grilletes entorno a sus muñecas.

  • ¿Cuando contactó contigo sabias que ibas a matarlo? - me miró sorprendido.

  • ¿Cómo, demonios, iba a saber eso?

  • ¿Y porqué sucedió?

  • Porque me encargaron que lo vigilara. Les pareció sospechoso que regresase al redil cuando había conseguido salir. Nadie en su sano juicio desearia volver a una situación asi. Les daba miedo que o estuviera loco o tuviera algún tipo de plan. Así que como fiel perrillo faldero obedecí sus órdenes de mantenerle bajo control. Cuando se incorporaba a alguno de los encuentros era yo quien le devolvía a su casa... vigilar con quien hablaba, con quien salía, lo que hacía o dejaba de hacer...

  • ¿Y habló con quien no debía?

  • Intentó hablar contigo. - fruncí el ceño. - Fue una suerte que te hayas empeñado tanto en alejarte de lo que nos unió..., ¿no crees? - ahora su tono sarcástico se unía a la torva sonrisa que de nuevo adornaba sus labios. Otra vez ese escalofrío recorriendo mi espalda.

  • Eso no explica que esté muerto... y que tu le matases...

  • Se volvió peligroso... para todos, para mis demonios, para su familia, para él mismo, para mi... No me quedó otra...

  • ¿Porqué has pedido ayuda? - guardó silencio aferrado a la ya vacía taza. Finalmente y en el estruendoso silencio de mi apartamento se volvió a oír su voz.

  • Porque las cosas podían haber sido al revés... porque el padre de dos niños podía haber sido yo y mi asesino él... Porque en cualquier caso ninguno merecía acabar con la silueta de su cuerpo dibujado en el suelo. Porque nadie debería ver como la vida de los que quieres es puesta en peligro... Y porque Lizzie murió y esa niña se parecía a ella. Y tampoco merecía acabar con sus huesos enterrados en medio de ninguna parte. Aunque fue inevitable.

  • ¿Sabes cómo se llamaba esa otra niña? ¿Qué sabes de ella?

  • La llamaban Ruthie... - de nuevo guardó silencio. - Es irónico, ¿no crees?

  • ¿El qué?

  • Que Ruthie y Demian estén muertos porque no leíste una carta... y que vayas a ser el responsable de no salvar a quienes te pidieron que protegieses.

Me dejo caer pesadamente sobre el asiento de la mesa de la cocina. Mi hombros hundidos ante la verdad de esas palabras. Cuando me estoy sumergiendo en la autocompasión caigo en la cuenta... Me levantó, le cojo del anodino jersey que le cubre y le acerco peligrosamente hacia mi casi tumbándole en el proceso sobre la mesa. Los platos, los vasos, los cubiertos caen al suelo. Salvo uno del que ni tan siquiera me percato que se apodera mientras le grito:

  • ¡¿Dónde está la familia de Demian?! - Y entonces un flash agónico me recorre cuando el frío del cuchillo me atraviesa a la altura del pecho. Boqueo sobrecogido de dolor... le suelto y antes de que ni tan siquiera pueda moverme le veo abrir la puerta que creía bien cerrada. Antes de desaparecer se vuelve y me mira.

  • Tu también te volviste un peligro a eliminar, detective Dexter White.

La mesa se ha ido manchando con mi sangre, resbalo hacia el suelo dejando la marca de mis dedos sobre la superficie de madera blanca...

Oigo un zumbido mientras yazgo sobre la superficie de tarima... por encima de mi él móvil suena. AC/DC y su

You shook me all nigh

. Mi no-novio...

Lucas. Mi mano alarga las manos hacia él... para caer segundos después como todo mi cuerpo en la inconsciencia.