Herencia amatoria (7)
Pese ca sus temores iniciales Eric inicia con muy buen pie su trayectoria como heredero de una de las importantes empresas multinacionales. Pero su apretada agenda de visitas le permite pequeños huecos donde experimentara de nuevas sesiones de placer desbocado.
8ª parte: jornada de éxitos y de pasión
Después de leer el correo firmado por mi presunto "aliado" me sentí totalmente indefenso ante ese desconocido que invadía mi intimidad y nuevamente violaba las nuevas y más avanzadas medidas de seguridad de la intranet de mi grupo empresarial. Mi primer impulso fue llamar a Aleix, poner el grito en el cielo y despedir a medio departamento de informática y de I+D; pero algo en mi interior, una contención hasta ahora desconocida, me impidió comportarme como un león en celo y tras reflexionar un momento la preocupación y el temor inicial que despertó en mí ese hacker se convirtieron en una sensación casi revanchista; aunque se lo propusieran, ni nada ni nadie iba a interponerse en mis futuros éxitos en el mundo de los negocios.
Respiré hondo, fui al baño, me lavé la cara, comprobé que mi aspecto fuera impecable, convoqué a todo mi equipo de dirección y nos dirigimos los ocho a la sala de juntas donde debía enfrentarme a los representantes de los pequeños accionistas de las diversas empresas del grupo y convencerlos de que mis capacidades directivas respondían a sus expectativas.
Al pasar ante su despacho, Toni se unió a la comitiva que más bien parecía un certamen de belleza masculina que el equipo de dirección de una de las más importantes empresas del mundo. Intentaba ofrecer una imagen de seguridad y una gran confianza en mi mismo pero en mi interior era un amasijo de nervios consciente que iba a enfrentarme a mi primera gran batalla en el despiadado mundo de los negocios.
Todos mis temores se desvanecieron cuando entré a la sala de reuniones y me encontré con unos 30 hombres y mujeres de distintas edades y razas sentados a ambos lados de la gran mesa ovalada presidida por un gran retrato de papá. Al contemplar la imagen de mi progenitor una extraña sensación recorrió mi cuerpo y me inyectó una seguridad y una elocuencia que hasta ese momento no estaba seguro que formaran parte de mi carácter.
La reunión fue un éxito rotundo y una hora más tarde abandonaba la sala envuelto en aplausos, felicitaciones, palabras de elogio sincero. Media hora más tarde repetía ese mismo triunfo en una rueda de prensa multitudinaria a la que siguieron las noticias de un record histórico de cotización en bolsa. En definitiva, en mi primer día al frente de SCI (Sugranyes Corporación Internacional) conseguí superar con creces las expectativas más optimistas.
Organicé un almuerzo informal en el comedor privado de la empresa con mi equipo de dirección para conocer mejor a cada uno:
El muy bien dotado Aleix era un brillante graduado en Dirección y Gestión de empresas a parte de, como había podido comprobar a primera hora, un desinhibido amante.
Joan, secretario de recursos humanos, como buen catalán parece un hombre introvertido pero sorprende siendo un afable conversador y mejor escuchador; sus ojos de color azul intenso reflejan una gran inteligencia; su semblante sereno solo se torna nervioso y escrutador cuando Txema interviene con sus sarcasmos en la conversación.
Txema -el contraste personificado, un mocetón del norte, el típico pelirrojo irreverente, dicharachero y casi prepotente pero a la vez muy crítico consigo mismo y, en ocasiones, hasta tímido, alocado y bohemio pero a la vez serio y responsable en lo tocante a su trabajo- lleva a su cargo el departamento de relaciones públicas. Parece sentir una debilidad especial por Joan aunque en un par de ocasiones le dirigió comentarios burlones y finos sarcasmos. En un momento en que la relación trató temas familiares, frunció el ceño, se excusó bruscamente y regresó a los pocos minutos con los ojos enrojecidos mientras Joan le miraba con una ternura estremecedora.
Andrei, de nacionalidad ruso-española y responsable de la secretaria de contabilidad y recursos financieros, es un hombre de una belleza extraordinaria con un cuerpazo que quita el hipo. Hombre introvertido y solitario, mantiene una relación estrictamente profesional con el resto de los miembros del equipo y elude con finas ironías cualquier conversación referente a su mundo personal.
Aisha, un excelente ejemplar de belleza árabe pese a su baja estatura, secretario de relaciones internacional, es un hombre extremadamente presumido, elegante y que irradia un atractivo que lo hace irresistible. En reuniones informales es un gran orador y tiene un brillante sentido del humor pero es muy serio, responsable e incluso irascible en lo tocante a su trabajo.
Sean mestizo norteamericano hijo de una mujer de raza blanca y de un indio sioux y dotado de una belleza salvaje y de un gran magnetismo animal que lo convierten en objeto de deseo de hombres y mujeres- ya había trabajado con el padre de Eric como responsable del departamento de publicidad y marketing.
Ángel, responsable de relaciones internacionales; a primera vista, y por su extrema delgadez, tiene un aspecto frágil pero que a los pocos minutos de conversación se revela como una persona muy segura de si misma y muy competente en su trabajo. Posee unos ojos de color verde muy intenso que reflejan una gran tristeza y una especie de duelo personal. Asume con cierta resignación su origen gitano pero dice no relacionarse con los de su étnia por divergencias de carácter.
La comida fue muy cordial y quedé totalmente complacido de la elección de Toni en lo que se refería a mi equipo de dirección. A las 3 y media volvimos todos al trabajo. Aisha i Aleix se reunieron conmigo para poner al día mi agenda. La lista de reuniones y actos diversos donde se me requería era impresionante así que seleccionamos las más importantes y derivamos las otras a cada uno de los miembros del equipo.
A media reunión Toni se personó en el despacho con los principales diarios económicos de la tarde. Todos destacaban mi credibilidad como empresario y auguraban una nueva época de éxitos para SCI bajo mi responsabilidad. Diversos estadistas y economistas internacionales valoraban como muy positiva mi aparición ante la prensa y ante los accionistas al tiempo que alababan mi plan bianual de inversiones. Incluso las páginas de sociedad hablaban de mí y resaltaban mi belleza y mi condición de soltero de oro.
- El fenómeno de la "ericmania" acaba de empezar -dijo Eric con cierta socarronería- ocupas más páginas tu que Beckham.
No echemos las campanas al vuelo contesté haciéndome el disgustado por su comentario- ahora tenemos que empezar a cumplir esas expectativas; o sea que, todos al trabajo. Toni, a ti te veo en casa y ya hablaremos le dije mientras le giñaba el ojo discretamente.
Vamos chicos dijo refiriéndose a Aisha i Aleix- el jefe manda.
Por favor Aleix, dile a Sean que quiero verle en cuanto pueda.
Ahora mismo, jefe dijo siguiendo la broma de Toni y saliendo tras los otros dos.
A los pocos minutos, y tras llamar respetuosamente a la puerta, Sean se personaba ante mi.
Dígame Eric
Por favor Sean, os he dicho antes que me tutearais. No soporto ese protocolo social trasnochado. Somos un equipo, ¿de acuerdo?
Tienes razón, perdona. En realidad lo prefiero así. Tu dirás.
Sonó el teléfono. Aleix me informó de que el ministro de economía deseaba hablar conmigo personalmente. Le rogué a Sean que me perdonara, aclaré mi garganta y atendí la llamada.
Mientras el ministro, intimo amigo de la familia, me felicitaba, me transmitía sus mejores deseos y me invitaba a almorzar un día de la semana siguiente, contemplé con atención el cuerpo majestuoso de Sean.
Su filosofía naturalista, su dieta vegetariana, las duras sesiones de ejercicio físico y esos extraños rituales sioux que practicaba según había comentado durante la comida daban como resultado un cuerpo de excepción. Sumando a eso la belleza salvaje heredada de su mestizaje y su lacia melena negra, me encontraba ante un ejemplar masculino de 1,90 m prácticamente irresistible.
Vestía una camisa con transparencia que mostraba al detalle toda la musculatura de su torso y un pantalón de algodón de talle bajo que pese a su anchura en el pernal se ajustaba a su culo como una segunda piel. Nada denotaba la existencia de ropa interior y un bulto muy, muy generoso se dibujaba en su zona púbica.
En definitiva, agradecí que la amplia mesa de mi despacho ocultara la impresionante erección que se escondía dentro de mi propio pantalón e hice el máximo esfuerzo para no sonrojarme mientras mi mirada se clavaba, de reojo, en su majestuosa entrepierna.
Cuando colgué al ministro, descubrí en la cara de Sean una ligera turbación. Sin duda se había percatado de mi escrupulosa y, seguramente, libidinosa exploración de su cuerpo.
Por donde íbamos, Sean dije para cortar la tensión.
En lo de que te tuteara.
A sí. Pero no te he llamado por eso. He sabido que antes de la muerte de mi padre estabas trabajando en el desarrollo de varias actuaciones de Marketing con Causa a beneficio de diversas ONGs. Me interesa mucho esa faceta humanitaria empresarial y te agradecería que concluyeras tu estudio de oportunidades en ese campo y lo presentaras ante el equipo de dirección tan pronto como sea posible.
Mañana puedo presentarte el esbozo y semana que viene puedes tener el estudio definitivo sobre tu mesa.
Gracias por tu celeridad Sean, no esperaba menos de alguien que impresionó tan positivamente a mi padre en su primer encuentro.
Te agradezco el comentario y ahora que estamos solos quiero expresarte mi más sincero pésame por su fallecimiento. Trabajé solo unos meses con él pero apreciaba sinceramente a tu padre
Lo agradezco de veras, Sean le contesté mientras observé como sus ojos se enrojecían como si fuera a llorar.
Él nunca me miró como un pedazo de carne me espetó casi sollozando y haciendo que me ruborizara- valoró mi currículo, sacó lo mejor de mí y me convirtió en casi todo lo que soy ahora.
Me acerqué a él, agarré su mano temblorosa y el se levantó de repente abrazándome con fuerza por cuestión de segundos. De repente, tragó saliva, cambio su semblante, se separó de mí y me dijo:
Lo siento Eric, normalmente no acostumbro a dejarme llevar por mis sentimientos. Lo siento.
¡No lo sientas! Me encanta saber que trabajo con verdaderos profesionales que además son personas que no dudan en mostrar sus sentimientos.
Perdona repitió-
Ven y abrázame de nuevo campeón, no te reprimas.
Gracias Eric dijo echándose a mis brazos abiertos.
Estuvimos abrazados varios minutos hasta que notamos nuestros respectivos penes endurecidos por su contacto con el del otro Sean y yo éramos de la misma altura- y nos soltamos bruscamente.
Perdona -me dijo de nuevo Sean- no sé si sabes que aunque vegetariano en cuestiones de sexo prefiero la carne al pescado.
Si lo sé. Y, en confianza y como secreto de confesión, a mí me sucede lo mismo.
¿De verdad? Pero si los todos los periódicos digitales hablan de tu romance con esa princesa centroeuropea.
¿Desde cuando crees todo lo que se publica en internet?
Pu , puedo decirte algo balbuceó- Quiero que me hagas tuyo solo una vez. Siempre desee que lo hiciera tu padre pero nunca me atreví a pedírselo dijo mientras desabrochaba su pantalón que caia al suelo y mostraba un pene semirrecto de tamaño considerable y una bolsa testicular de tamaño considerable.
Quedó frente a mi cuerpo casi inmóvil por el espectáculo y se fue despojando lentamente de su camisa, sus zapatos y sus pantalones hasta quedar totalmente desnudo ante mí.
Solo una vez, por favor. Deseo sentirte dentro de mí
Eh, eh!!!!!!! fue lo único que balbuceé mientras mis labios se acercaban a los suyos como el hierro a un imán y nos fundíamos en un apasionado beso.
Sean aflojó lentamente el nudo de mi corbata de seda italiana con una mano mientras con la otra desabrochaba lentamente mi camisa y entre botón y botón masajeaba mi torso con movimientos lentos y circulares. Me quitó la camisa y comenzó a pasar su lengua por cada centímetro de mi torso mientras yo acariciaba su culo prieto e iba introduciendo uno de mis dedos en su orificio anal que se abrió con deleite para recibir a su nuevo visitante. De repente, pasó mi brazo izquierdo sobre su cabeza y empezó a lamer mi sobaco totalmente depilado como si le fuera la visa en ello.
Dios mío exclamé sin ser creyente mientras mi pene amenazaba con reventar el pantalón.
Te gusta me contestó Sean.
Sigue, por favor -le dije mientras mi mano abandonaba su culo y desabrochaba mi pantalón para liberar a mi sexo.
Cuando se percató de que mi pantalón y mi bóxer resbalaban por mis pantorrillas de futbolista se puso a cuatro patas y empezó a desabrochar los cordones de mis zapatos con la boca. Me los quitó ayudado de sus manos y empezó a lamer con fricción los dedos de mis pies sobre los calcetines. Su atención se concentró en el dedo gordo que lamió durante minutos haciéndome estremecer de placer y soltar mis primeras gotas de líquido preseminal. Valiéndose solo de su boca arrancó mis calcetines y empezó de nuevo a lamer los dedos de mis pies mientras guiaba los de mis manos a su cavidad anal.
Le introduje un primer dedo sin compasión, luego dos y hasta tres mientras su ano se humedecía y se dilataba de manera sorprendente y, al unísono, ambos emitíamos apasionados gemidos de placer.
Su traje de saliva continuó por mis pantorrillas hasta llegar a los testículos que de un golpe y sin importarle el tamaño se tragó mientras su lengua los exploraba centímetro a centímetro.
De golpe dejó mi sexo, se puso de espaldas a mí y dejó su culo en pompa para que mis dedos continuaran jugando con su orificio. Le metí tres dedos de golpe y luego un cuarto y posteriormente y ante la dilatación sorprendente de su agujero introduje el pulgar y parte de mi mano en ese culo sediento. A los pocos minutos, Sean empezó a contraerse y me pidió que parara sino quería que se corriera de placer sobre la moqueta del despacho. Lo levanté. Pegué mis 19 cm. a su culo y empecé a acariciar sus tetillas, su abdomen y sus impresionantes testículos mientras él introducía lentamente dos de sus dedos en mi esfínter.
Le di la vuelta bruscamente, me agaché y empecé a lamer su pene, más o menos del mismo tamaño que el mío pero de un color mucho más oscuro como si me fuera la vida en ello. Sean se tumbó en el suelo y yo fui agachándome con su pene en la boca, me giré 180 grados y empezamos un excitante 69. Su lengua era una fuente inagotable de placer que pasaba de mi pene a mis testículos y se detenía en mi orificio anal penetrándolo con una dulzura que me estaba haciendo plantear mi actitud de activo convencido. De repente Sean se incorporó. Giró hasta que nuestras caras quedaran a escasos centímetros una de la otra y me susurró al oido un expresivo: ¡Fóllame!
Me levanté y lo puse violentamente en forma de cuatro y sin más preámbulos le endiñé de golpe mi pene mientras el lanzaba gritos entrecortados de placer y yo agarraba su pene y lo empezaba a masturbar violentamente.
A los diez minutos de mete y saca frenético lo tumbé en el suelo, levanté sus musculosas piernas hasta apoyarlas en mis hombros y lo follé de nuevo quedando los dos frente a frente mientras acariciaba sus grandes testículos y él se masturbaba frenéticamente. Poco después su pene empezó a soltar semen a borbotones y en grandes cantidades. Hasta quince trallazos consecutivos que se depositaron, como un gran pantano helado, en su vientre plano y arqueado. La imagen de esa corrida prodigiosa precipitó la mía. Saqué el pene de su agujero y me corrí también sobre su vientre plano mezclando mi semen en menos cantidad- con el suyo. Sean pasó su mano por el vientre y como si de un cuenco lo llevo a su boca para engullir los dos efluvios mezclados. Repitió la escena un par de veces y finalmente me ofreció su mano llena de líquido blanquecino para que lo deleitara con placer. No me hice de rogar y sorbí cada gota como si mi vida dependiera de ello.
Cuando su vientre estuvo limpio, se acomodó entre mis brazos, me besó con pasión, miró mis ojos verde azulados, lamió mis orejas y me susurró un sentido "Gracias".
Me levanté para ir al baño y él me siguió. Nos aseamos, me besó de nuevo y salimos al despacho para empezar a vestirnos lentamente. Ajustó de nuevo el nudo de mi corbata y salió del despacho diciendo:
El viernes tendrás lo que me pediste sobre la mesa.
Gracias Sean le contesté, mientras de nuevo sonaba el teléfono.
Era Aleix que me avisaba de que los compromisarios kuwaities ya habían llegado.
Hazlos pasar en cinco minutos y que entre Àngel con ellos.
De acuerdo Eric.
Por cierto, Aleix, mientras estemos con ellos no me pases ninguna llamada.