Herencia amatoria (2)

Aunque tarde (ruego encarecidamente que perdoneis mi demora ya que la 1ª parte se publicó en todorelatos el 29/6/03) aquí os presento una nueva entrega de la vida de Eric, el protagonista de la saga que tras la muerte de su padre empieza una relación con el amante de éste. Pero como ya os comenté en el prólogo del primer episodio puede que nada sea lo que parece, o quizas si...

Herencia amatoria (I)

3ª parte: la hora del café

Aunque el echo de ir de compras había sido una mera excusa para salir de casa; una vez allí, y después de comprar un par de cosillas de estilo deportivo, me decidí a afrontar cuanto antes mi nueva realidad: tras la muerta de papá había pasado a ser el accionista principal del mayor grupo empresarial catalán y de uno de los primeros del mundo; mi momento había llegado y ya era hora de empezar a rentabilizar mis estudios en las mejores universidades europeas.

Salí en busca de Sergio y le pedí que me acompañara a la zona más exclusiva de la ciudad donde me dispuse a elegir mis nuevos "uniformes de trabajo": media docena de trajes, un par de smokings, camisas de diversas tonalidades con sus corbatas a juego, pañuelos de seda, unos gemelos de oro, ropa interior adecuada, complementos diversos...

Sergio, en medio de la vorágine de probadores y dependientes, se mostró más comunicativo; me ayudó a elegir algunos de los modelos y se convirtió en un participativo admirador de mi "desfile de moda particular" entre el probador y el espejo de pared que había en la tienda. Me miraba con recriminación cuando algo no le parecía bien o con aprobación en el caso contrario y demostró tener un muy refinado sentido del gusto. Yo por mi parte me sentía excitado sintiéndome admirado por un pedazo de hombre como Sergio y en un par de ocasiones tuve que demorar mi salida del probador intentando, sin demasiado éxito, controlar una incipiente erección, que se hacía evidente bajo los finos pantalones de mis nuevos trajes. Problamente, Sergio, se dio cuenta ya que muchas veces lo serprendí mirando mis bajos de reojo. Su semblante, no obstante, permanecía siempre sereno y su sola presencia exhalaba una tranquilidad y una seguridad que me hacían disfrutar de cada momento.

Las horas pasaron volando y cuando llegamos a casa ya era prácticamente de noche. Jonás, el viejo mayordomo, nos abrió la puerta inmediatamente, y nos ayudó a cargar con parte de los paquetes hasta mi habitación

  • ¿A que hora desea el señor que sirva la cena?

  • Déjame solo unos minutos para asearme. ¿Ha llegado ya Toni?

  • Si señor, creo que le está esperando en la biblioteca.

Mientras me aseaba volví a imaginarme a Toni en la cama con mi padre y recordé el episodio de esta mañana cuando nos habíamos convertido en amantes. Al fin y al cabo era como si Toni fuera una parte de la herencia de papá: su amante clandestino que, después de su muerte, se metía en la cama con su heredero.

Crucé la puerta de la biblioteca y me encontré de sopetón ante el cuerpo imponente de Toni que se abalanzó sobre mis labios para besarlos y succionarlos como si le fuera la vida en ello, mientras nuestros cuerpos se pegaban el uno al otro como atraídos por un potente imán que deseara fundirlos en uno solo.

Después del beso, acarició mi sexo sobre el pantalón, me guiñó un ojo, me susurró al oido: "voy a recuperar fuerzas para que esta noche puedas hacer conmigo todo lo que quieras" y, sin darme tiempo a reaccionar, cruzó la puerta que nos separaba del comedor donde Jonás ya estaba sirviendo la cena.

Entre plato y plato, le conté a Toni mi decisión de empezar a trabajar en un par de días, a lo que respondió de manera un tanto fría con un seco "Eres tu quien debe tomar la decisión, para eso eres el jefe". No le hice caso y proseguimos la cena calladamente. Cuando Jonás salió de la habitación, después de servir el postre, noté el pie descalzo de Toni subiendo lentamente por mi pierna derecha. Me relajé, lo miré a los ojos, le tiré un beso y le dejé continuar hasta que llegó a mi entrepierna donde comenzó un lento masaje sobre mis testículos y mi pene ya erecto. Su pie recorría suavemente arriba y abajo los 19 centímetros de mi polla reposando de vez en cuando sobre mi glande que empezaba a humedecerse con diversas micciones de líquido preseminal.

De repente, una sonoro carraspeo rompió la magia del momento y me despertó de mi placidez. Toni retiró su pie y lo metió nervioso dentro de su zapato. "¿Sirvo el café aquí mismo o desean tomarlo en el salón?" preguntó respetuoso. "No, sírvénoslo en el despacho. Toni debe ponerme al corriente de algunos asuntos empresariales", contesté mientras me ponía en pié e indicaba a mi amigo que me siguiera.

Entramos en el despacho, seguidos de Jonás con el servicio de café y me senté en el sillón de papá. Despedí a Jonás serví yo mismo dos tazas de café. Toni se puso detrás de mi y me abrazó con fuerza presionando su pene contra mi culo y besando suavemente mi cuello. Dejé la cafetera sobre la mesa y me rendí a sus caricias mientras el empezaba a desabrochar mi camisa pasando sus manos por todo mi cuerpo, acariciando mis escasos bellos y refregando mis tetillas. Pude notar que Toni no usaba calzoncillos y me apreté tanto como pude a esos 18 centímetros de carne con los que había desayunado esta mañana.

Me arrancó la camisa, se puso delante de mí y mientras se arrancaba su camisa empezó a besar mis tetillas y a lamer cada parte de mi pecho. Mi polla estaba a mil cuando Toni empezó a sobarla con una mano mientras con la otra tapaba mi boca y me susurraba al oido: "¡Shitt! ¡No hagas nada, solo déjate llevar y prepárate para la mejor follada de tu vida!". Probé de acariciar sus nalgas pero me retiró la mano repitiéndome "Solo, dejate llevar!".

Acto seguido se agachó y empezó a pasar su lengua caliente por encima de mi pantalón mientras una de sus manos se introducía entre mis ropas y empezaba a masajear mi trasero. Por fin deabrochó mis pantolones, los arrastró hasta el suelo junto con mi ropa interior y me arrancó los zapatos y los calcetines con movimientos muy rápidos. Me agarró por el pene, totalmente endurecido y me condujo hasta el sillón del escritorio. Me sentó en el escritorio, se dirigió a la mesita, se desnudó completamente y se puso a andar a gatas hasta regresar de nuevo a mi lado.

Aún en su postura de perrito, agacho la cabeza y empezó a lamer uno a uno los dedos de mis pies. Me cogió el pie derecho y se fue introduciendo cada dedo en su boca, succionándolos con voracidad y mordisqueándolos suavemente. Cuando terminó con el pie derecho empezó con el izquierdo. Yo estaba calentísimo, ese masaje podal, unido a la imagen de Toni, desnudo y en esa postura de sometido me ponia a tope. Deseaba besarlo, tocarlo, acariciarlo con todas mis fuerzas pero cada vez que intentaba hacerlo el retiraba mi mano y continuaba jugando con mis pies y empezaba a subir por mis piernas lamiéndolas como si fuera un cachorro y poniendo, a cada lenguetazo, todos mis vellos de punta.

Se detuvo en mi rodilla, se puso en cuclillas y agarró mi mano, permitiéndome acariciar su cabeza mientras lamía cada uno de los dedos de mi otra mano. Finalmente se volvió a colocar a cuatro patos y con un gesto rápido engullo mi pene hasta que su barbilla chocó con mis testículos. Acercó su mano a mi boca y fui lamiendo sus dedos uno a uno mientras él jugaba con mi polla en su boca, la sacaba, se la volvía a introducir, mordisqueaba la punta...

Cuando ya estaba casi a punto de correrme dejó de mamármela. Se puso de espaldas a mi, y áun a gatas empezó a dilatar su ano con sus propios dedos empapados en su saliva. Yo probé de acariciarle, de levantarme para penetrarle pero no me dejó. Se giró, se acercó de nuevo a mi y, sin sacar, tres de sus dedos en su agujero empezó a lamer de nuevo mis tetillas y a bajar por mi abdomen hasta llegar de nuevo a mi polla que se mostraba en todo su esplendor.

Se la tragó un par de veces, y continuó jugando con mis huevos, lamiéndolos, succionándolos con deleite. Hasta hacerme llegar de nuevo casi al punto de reventar. Entonces se levantó, se puso de espaldas a mi y se sentó en mi regazo introduciendo lentamente mi pene en su agujero. Su culo muy dilatado por sus tres dedos se encajó en mi a la perfección y en cuestión de segundos sus huevos chocaron con los míos. Nos quedamos immóbiles mientres su culo se acostumbraba a su visitante y al cabo de un par de minutos empezó a subir y a bajar sobre mi polla mientras agarraba mis mano y las iba pasando por su pecho depilado.

Al cabo de unos minutos paró su frenético sube y baja y, aun siendo penetrado fue girando su cuerpo hasta quedar cara a cara conmigo. Empezó de nuevo a follarme con fuerza mientras nos fundíamos en besos apasionados y su polla, sin tocarla, estallaba con fuertes borbotones de semen que cubrieron mi abdomen. Ávidamente empezó a lamer mi torso capturando cada gota de su semen y besándome a continuación para compartir su néctar.

De repente, algo me despertó de mi ensoñación. Me pareció escuchar un ruido cerca de la ventana, levanté la cabeza y miré hacia allí al tiempo que una sombra parecía desvanecerse en el jardín. En principio, la idea de poder ser observados por alguien me horrorizó pero enseguida me di cuenta de lo excitante de la situación y me fundí en un apasionado beso con Toni quien no se dio cuenta de nada.

Mi pene empezó a contraerse indicando la proximidad de mi eyaculación y Toni se levantó de él, volvió a ponerse de cuatro patas y de una zampada se lo introdujo todo en la boca al tiempo que mi esperma inundaba su garganta. Mi corrida, con lo excitado que estaba, fue descomunal y mi semen se corrió en hilillos por la mandíbula de Toni que hacia todo lo posible por no perderse una sola gota de su postre particular.

Mantuvo mi pene totalmente succionado hasta que éste empezó a perder su flacidez, lo sacó y caí rendido y satisfecho sobre el sillón. Cuando abrí los ojos Toni se estaba vistiendo lentamente. Se acercó a mí, me besó lentamente compartiendo los últimos resto de mi corrida conmigo, me susurró al oido un tierno "¡Felices sueños mi vida!" y salió de la habitación cerrando la puerta de la habitación tras de sí.

Me levanté, me serví una taza de café frío y una copa de brandy y me puse ante el ordenador completamente desnudo y sudado.