Hembra y suegra como ninguna

Mi hermosa suegra vivía depravada.

Mulata clara de labios carnosos, piernas de modelo, cintura de avispa coronada por dos tetas turgentes y terminada en las nalgas más gloriosas que el mundo ha visto, la triste faz de mi suegra cambió de súbito de una expresión de tristeza ("mi marido hace años que no hace nada...") a una de desafío ("estoy segura de que muchos hombres todavía se agarrarían con gusto de estas carnes...").

Mi polla reaccionó simultáneamente con mi cerebro al oír semejante ofrecimiento desde el otro lado de la mesa donde mi suegra disfrutaba un vaso de vino blanco que yo mismo le había servido hacía pocos minutos. Con las piernas cruzadas, su vestido había resbalado imperceptiblemente hasta medio muslo y se podía entrever la parte superior de sus medias negras. Las lágrimas incipientes de sus ojos me alentaron a levantarme, ofrecerle un poco más de vino, y a depositar mi mano sobre su hombro ("me da pena verla tan triste, Doña...) con lo que mi bulto quedó a la altura de su cara.

Me miró con tristeza y apoyó su cabeza contra mi cadera mientras me abrazaba flojamente por la cintura, yo botella en mano y con mi bulto perfectamente visible a sólo a centímetros de su boca ("la vida pasa tan rápido..., y uno se pasa los mejores años de la vida sacrificándose por los hijos..."). No pudiendo, o queriendo contribuir a la conversación, deposité la botella sobre la mesa y, abrazándola levemente por los hombros, forcé el contacto de mi bulto con su mejilla. Cerró los ojos y entreabrió los labios lanzando un suspiro de alivio o de resignación mientras su brazo derecho fue deslizándose lentamente hasta quedar con la mano encima de mi bulto. Tiempo era lo que necesitaba para decidirse a medir mi polla por encima del pantalón seguido de una tímida maniobra destinada a liberar mi polla de su prisión temporal. Su boca se abrió simultáneamente con la aparición de mi capullo y se fue tragando mi polla poco a poco a medida que se iba deslizando hacia fuera. Empezó a gemir calladamente, con todo mi pollón en su boca caliente, sus labios pegados de mi pubis y mis huevos, saboreando más que chupando esa verga con la cual obviamente ella había soñado previamente. No sé cuanto tiempo pasó hasta que decidí poseer a esa hembra aunque fuera la única vez que pudiera en mi vida. Poco a poco fui extrayendo mi polla de su boca ("relájese un poquito Doña...") y le desdoblé las piernas con suavidad. Ella seguía con los ojos cerrados y la boca entreabierta pero obediente a mis instrucciones ("deslícese un poco hacia abajo Doña..."). Me coloqué entre sus soberbias piernas, decoradas a la perfección con zapatos negros de tacón alto y medias negras hasta la parte alta de sus muslos satinados que poco a poco se iban abriendo revelando unas bragas semitransparentes tras las cuales se escondía su tesoro más preciado: una chocha celestial, capaz de coger polla sin cuartel y orgasmear hasta la demencia, como iba a descubrir dentro de poco.

Totalmente entregada a su lujuria, acabó de levantarse el vestido hasta la cintura mientras yo le quitaba las bragas dejándole las piernas hacia arriba, completamente abierta, con los labios de la chocha entreabiertos y el botón del culo pidiendo lengua. Su chocha rezumaba un liquido blanquecino que fue aumentado en cantidad tan pronto coloque mi lengua sobre su enorme clítoris de hembra insaciable. La primera corrida vino acompañada de un alarido fenomenal y la eyaculación de todo el jugo que había estado acumulando durante tantos años de no ser follada. Trate de bebérmelo todo, incluso el que iba resbalando culo abajo pasando mi lengua de abajo arriba entre sus nalgas poderosas. De vez en cuando me detenía a enterrar la lengua en su culo con lo que provoqué un segundo orgasmo de una intensidad inusitada con el que empezó a gemir entrecortadamente y a proferir blasfemias propias del infierno ("cabrón!!!, porque no me has cogido antes!!!, tanto tiempo perdido desde que te casaste con mi hija!!!, seguro que ella no te suficiente chocha!!!, seguro que no es tan buena y caliente como la mía!!!, yo te voy a dar todo el amor y la chocha que tu quieras y cuando quieras!!!, fóllame ya hijo de la gran puta!!!, méteme ese pollón mal aprovechado!!!...). La clavé como la puta que quería ser, sin contemplaciones, hasta el fondo de su chocha deprivada. Sus orgasmos iban creciendo en intensidad, cada vez más ruidosos, mientras su chocha sufría unos espasmos perfectamente perceptibles por mi polla enhiesta pero completamente enterrada en su chocha hambrienta. En algún momento gritó ("quiero beber leche de macho!!!", quiero beberme toda la leche de macho del mundo!!!") con lo cual saqué mi polla de su chocha y se la enterré en la boca ardiente y expectante. Cerró los preciosos labios pintados de carmesí alrededor de la base de mi polla como había hecho durante la mamada original mientras con su lengua acariciaba la parte inferior del glande. La cantidad de leche que solté nunca será conocida pero se la tragó toda con fruición sin abrir ni la boca ni los ojos. Cuando ya no salía más leche de mi polla, empezó a gemir dulcemente algo ininteligible ("más..., más..., más, por favor, más...???"). Le prometí darle toda la leche de que mis huevos fueran capaces de fabricar si ella me prometía ser mi hembra incondicional. Acuerdo sella, me hizo prometerle no darle mucha leche a su hija (mi mujer), sólo la necesaria para evitar problemas de matrimonio.

Tan o más fetichista que yo, accedió a todas mis órdenes de comprar lencería cara con tarjetas del marido hasta poseer una gran colección de medias, negligés, crotchless pantyhose, braguitas cucas, zapatos de puta, etc. con los me recibía en casa siempre que podíamos estar sólos, lo cual era frecuente. Mis conjuntos preferidos eran los que resaltaban sus hermosas piernas y hacían ondular sus perfectas nalgas mientras caminaba al frente mío hacia el folladero. Sus conjuntos preferidos eran los que dejaban su chocha libre de impedimentos para ser clavada por detrás o sentada en un taburete de cocina, con el culo y la chocha sobresaliendo por detrás, a la altura perfecta para mi polla. Me la follaba en cualquier lugar, la cocina, el lavadero, su cama, mi cama, mientras hablaba por teléfono con su marido, etc pero siempre atentos a las cámaras que tenía la gran casa donde vivíamos para evitar ser sorprendidos. De todas formas, ella había ideado una forma de cubrirse rápidamente con un delantal largo de cocina que cubría bien nalgas y muslos con lo cual muchas veces iba por la casa con los muslos chorreando de jugo de chocha después de que yo tuviera que haber retirado de súbito mi polla de su coño si alguien había llegado a casa de improvisto. Siempre que esto ocurría, ella restregaba los muslos mientras comíamos o mirábamos televisión para dejarme saber que todavía estaba caliente y que le debía un lechazo.

Poco a poco la fui convenciendo de que mediera su culo. Una vez puteada por culo, se convirtió en adicta y no había forma de mantenerle los tres agujeros satisfechos. Quería litros de leche para su boca, para su chocha y para su culo. También aprendió a correrse por el culo, con lo cual llegó el momento que no importaba por donde me la estaba follando y ella se corría sin cuartel, diez ó doce veces por follada. En una ocasión también la convencí de que me dejara mirarla mientras orinaba. Cuando terminó, le impedí que se secara, la tumbé boca arriba encima de su cama y le di una mamada de coño y culo que casi la mata. Días mas tarde me confesó que le había causado mucho morbo y que se había corrido. Desde ese día, me mamaba la polla mientras orinaba, luego yo le limpiaba el coño con la lengua, saboreaba sus jugos mezclados con su dulce orín, le causaba dos o tres orgasmos anales con mi lengua, y luego la follaba hasta que pedía tregua.

Cuando murió, sufrí de una prolongada tristeza, no solamente porque la quería como suegra y como amante, sino porque acababa de desaparecer del mundo una hembra como de las que no pueden haber dos (o por lo menos que yo haya conocido).

Que Dios la tenga en su seno.

Chulo33133@yahoo.com