Helena

No siempre se esta mal en un hospital.

Hace unos meses, tuve que estar ingresado durante dos semanas en el Hospital. Como en mi casa tenemos seguro médico, me ingresaron en una clínica privada de mi ciudad y fue allí donde conocí a Helena.

Helena era una de las enfermeras de la planta en la que me encontraba y siempre cubría el turno de noche, ella decía que era mucho más tranquilo y que podía estudiar por las noches pues a pesar de ser enfermera seguí estudia estudiando para sacarse la cerrera de medicina.

Yo siempre pasaba las noches solo, pues mi familia no podía a acompañarme de noche. Así que concome pasaban los días fui entablando cierta am mitad con Helena. Siempre nos quedábamos hasta altas horas hablando cuando ella terminaba su ronda, incluso me esperaba y cenábamos juntos en la sala de enfermeros.

Ella era un encanto, muy simpático y risueño y podías hablar con ella de cualquier tema y sobretodo tenía una voz dulce y sexy. Físicamente era increíble, pelirroja, medía no más de 1,60 y unos 65 Kilos de peso, pelo rizado y cara blanca con muchas pecas. El pijama de enfermera le hacía un culo increíble redondito y por lo que intuía muy trabajado en gimnasio, de pecho tendría una 95D que se intuían bamboleantes bajo el camisón con generoso escote que les hacían llevar en la clínica.

Una noche, que Helena tenía mucho trabajo, no pudimos quedarnos charlando así me acosté pronto. Desde adolescente (tengo 30) he tenido la costumbre de masturbarme antes de dormir y a estas alturas se ha convertido en una necesidad, si no me pajeo no duermo, así que puse a ver videos en el móvil y comenzó a meneármela. Algo tenían los medicamentos que me estaba costando horrores terminar así que aumente el ritmo y la presión, mis movimientos eran ya frenéticos y los goterones de sudor caían por mi frente de forma abundante. Justo cuando estaba corriéndome se abría la puerta y Helena entro. Ambos nos quedamos sin saber qué hacer, yo con toda la mano y la polla llena de semen y ella una petrificada en la puerta.

-Perdona, perdona… no sabía que estabas… Lo siento…  Dijo ella, y se fue sonrojada.

Yo me quede allí como un gilipollas con la mano aun en la polla y todo lleno de semen y suda dando, así que me metí en la ducha y me acosté.

La noche siguiente como de costumbre. Cuando Helena termino la ronda por las habitaciones, me dispuse a cenar con ella y a hablar largo y tenido. La situación fue un poco incomoda, pero ese día ella había conseguido colar un par de litronas de cerveza así conforme el alcohol fue haciendo su efecto nos fuimos soltando

-Anoche me quede muy pillada

-Me imagino. Yo también. Verás, le dije, es que tengo un problema, si no me masturbo no duermo.

  • Bueno, no pasa nada, es algo natural. Yo de vez en cuando también me toco.

-Supongo que te habrá pasado nunca eso de entrar y ver a un paciente con la polla en alto

-Pues no. Pero, tú no eres solo un paciente. Y la verdad, la imagen no fue para anda mala… Nunca pensé que tuvieras eso tan grande… (Se rio)

  • Bueno, ya la has visto yo ya no tengo secretos para ti. Ahora te toca a ti enseñarme algo ¿no? Ella se sonrojó y antes de que pudiera decir nada sonó la alarme de una de las habitaciones. Viendo que el tema se animaba me quede a esperarla, pero tardo mucho y decidí que el juego podría seguir mañana y me dispuse a dormir.

Me metí en la cama y comencé mi tratamiento de sueño. Justo estaba empezando, cuando Helena apareció por la puerta y la cerró tras de ella. Esta vez no se ruborizó, sino que se acercó a mí.

-          Puedo ayudarte si quieres

-          Me pongo en tus expertas manos encanto.

Me besó tiernamente en los labios y se retiró antes de que pudiera abrir la boca para que nuestras lenguas se encontrasen. Su mano ya estaba en mi polla y empezó un suave movimiento con uno de sus dedos sobre mi glande, mientras tanto sus preciosos ajos azules no se apartaban de los míos , se mordía tiernamente el labio inferior a la vez que me acariciaba los testículos. Me incorporé para besarla , pero se alejó.

. No , No , No …. ¿ No deciás que ahroa yo tenía que enseñarte algo?

-Si, de momento tu vas ganando.

Me dio un húmedo beso en el glande y se puso en los pies de la cama.

-          Bueno , pues vamos a empatar. ¿No te Parece?

No dije nada. Muy lentamente, se fue quitando la parte de arriba y dejó al descubierto su pecho tapado pos un sujetador negro de encajes, tras el cual se intuían unos pesos pequeños pezones rosados y muy duros. Se dio la vuelta y se quitó el sujetador tirándomelo a la cara. Se tapó los pechos con las manos. Me estaba poniendo a cien, no dejaba de masturbarme viendo como se desnudaba y el ver rebosaban sus pechos entre los dedos al topárselos era una imagen celestial. Se quedó así mirando como me masturbaba haciendo un bailecito sensual. No podía más y exploté en una corrida bestial. Ella se acercó, se tamo los pechos con un brazo y acercó la mano libre a mi polla llena se semen. Tomó un poco un dedo y se lo llevó a la boca.

-Umm… has terminado antes de darte el especial.

-No podía más

-Espero que mañana aguantes más.

  • Pero no puedes torturame como hoy.

-Me gusta hacerte estas cosas. Pero bueno, como te has portado bien te llevarás algo de premio.

Sin soltarse las tetas, lamió mi polla desde la base hasta la punta y cuando llego a esta, succiono todo lo el semen que quedaba. Se fue sin que ninguno dijéramos ni una palabra más.

El día siguiente se me hizo eterno hasta que llego mi pelirroja. Como de costumbre no fui a verla hasta bien tarde y tras cenar juntos y no decir ni una palabra de lo de la noche anterior, me dijo:

-Anoche me fui sin enseñarte una cosa.

  • Ah, sí?

-Si. Tienes poca paciencia, a mí me gusta hacerlo lento así es más excitante.

  • Tú me pones a mil, no puedo contenerme. En ese momento tenía ya una erección de caballo y ella lo notó.

-A mí me gusta ser más directo. Por ejemplo, ahora mismo te quitaba en pantalón y aquí mismo te comía el coño como no te lo han comido nunca.

-No eres capaz.

Acto seguido me abalancé sobre ella y sin darle tiempo a reaccionar la besé mientras le quitaba el pantalón y ella se dejaba hacer.

La cogí en brazos y la puse en el sofá de la sala de enfermeros. Sin decir ni una palabra, me arrodillé antes su entrepierna y comencé a morderle los muslos y a pasar la legua por encima de sus braguitas rosas de encaje. Ella suspiraba y yo me encendía cada vez más con el dulce olor de su coño. Sin poder esperar más aparté la braguita y su coñito rasurado quedó justo frente a mi boca. Metí la lengua dentro de su raja y se le escapó un gemido. Su coño estaba húmedo y sus fluidos resbalaban por mi boca y mi cara sin poder contenerme le daba lengüetazos como un loco sin dejarme ni un resquicio por lamer. Refregaba toda mi cara por su coño, solo me aportaba para tomar aire y me volvía a sumergir en ese vergel de fluidos y saliva. Ella no dejaba de gemir y cada vez me agarraba la cabeza con más fuerza contra su coño para que no dejara de comérselo. Yo seguía comiéndoselo como un desesperado y su cuerpo comenzó a arquease y me apretaba con más fuerza contra su sexo. Se estaba corriendo en mi cara. Se lo comía y refregaba toda mi cara por su coño chorreante de flujos como si me fuera la vida en ello y sus jadeos aumentaban al mismo ritmo. Cuando ya no podía más explotó en un orgasmo bestial y a la vez que me llenaba la cara con su corrida convulsionaba como loca.

Me parte y la deje recuperarse.

Entre jadeos y con la vos entrecortada me dijo:

-Pues tu forma tampoco es mala. Vaya forma de comerme el coño. Nunca me lo han comido así.

  • Te queda la mejor parte pelirroja.

  • no hables más y clavámela ya!

Sin pensámelo la recline en el sofá, separase ese precioso muslo y deje su húmedo y chorreante sexo dispuesto para ser follado. Me quinte el pantalón del pijama y sin miramiento alguno le clave mi polla hasta el fondo. Soltó un profundo y largo gemido, deje mi polla dentro de su coño y comenzó a besarla. Nuestras leguas se enredaban y se buscaban con pasión. Comencé entonces a sacarla despacio de su coñito apretado y caliente. Ella me miraba y antes de que la sacara me abrazo con sus tersas piernas y me empujó de nuevo hacia lo más profundo se su cuerpo. Mi ritmo era cada vez más fuerte y en un arrebato la tomé en brazos y la pude contra la pared y la penetré más fuerte aún.

Sus tetas daban mi garganta y mi boca buscaba con desesperación la suya, el rito aumentaba y nuestros cuerpos sudorosos eran unos solo. Los dos gemíamos, nos mordíamos, besábamos y abrazamos a vez que la empotraba contra la pared.

Ya no podía más y la solté. Caí rendido al suelo. Ella se sentó encima de mí y empezó a cabalgarme frenéticamente. Yo solo alcanzaba cogerle las tetas y me deleitaba viendo como rebosaban en mis manos. Pellizcaba sos pezones, los retorcía y los mordía. Me incorporé y hundí la cara entre sus tetas y las apreté contra mí.

Notaba que su coño estaba cada vez más apretado y empezaban a darle escalofríos. Clavó sus uñas en mi pecho, exploto en un intenso orgasmo y lleno mi polla con su corrida. Nos quedamos tumbados en el suelo uno al lado del toro.

-yo aún no he terminado, le dije.

  • lo sé. Te tengo guardado un regalito.

Acto seguido empezó a comerme lo huevos, se metía los dos a la vez en la boca y mientras me pajeaba. Cuando terminó con ellos, subió muy despacio lamiendo el tallo de mi palpitante polla hasta que llego a la punta y se fue metiendo poco a poco en la boca. Al notar sus labios calientes rodeando mi polla me recorrió el cuerpo un escalofrío. Su lengua caliente jugueteaba con la punta de mi polla, la lamia, me habría el agujerito y le daba pequeños mordiscos y volvía a abrazarla con sus carnosos labios. Yo estaba extasiado. Comenzó a subir el ritmo y me agarro la polla con una mano y con la otra masajeaba mis huevos. Con un momento de cabeza frenético acompaña por un momento de sube y baja de su mano me estaba llevando al orgasmo. No aguante mucho más y exploté en un corrida como nunca antes la había tenido. Ella se lo tragó todo y chupó con frenesí hasta la última gota de mi semen. Tan grande fue mi descarga que me dolían las pelotas. Me había dejado seco.

Como pudimos nos recompusimos, nos vestimos y antes de irnos le di un profundo beso que le pudo el bello de gallina.

A la mañana siguiente me dieron el alta, no lo podía creer. No iba a volver a verla. Busque a su compañera y le rogué que le diera mi número de teléfono.

Cuando empezó el turno de Helena, recibí un mensaje: “María me dio tu número, mañana por la mañana ven buscarme cuando salga”.

Ese fue el principio de una apasionada relación que dura hasta el día de hoy.