Hechos 8

El día que mi hijo aprobo el acceso a la Universidad y como lo celebramos

No sé si es conveniente hacer un inciso en la narración de mi experiencia, para hacer alguna aclaración, que, por otra parte, me parece pertinente: los hechos que narro son totalmente reales y sucedieron como se están contando, como se señala en algunos envases, “sin aditivos ni conservantes”, quiero decir, que agradezco personalmente los consejos que algunos lectores, amablemente, me hacen, respecto a introducir nuevos personajes, nuevas situaciones, para no caer en el tedio o la repetición. Aún a costa de caer en el aburrimiento, tengo que decir que solo me limito a contar mi experiencia vital, tal y como sucedió, tan y como sucede. Que nadie espere otra cosa que no sea la realidad.

En mi primer relato mostré mi voluntad de que la historia no fuera más allá de cuatro o cinco capitulos, no es que haya cambiado de opinión, es que en el camino he conocido gente que me han mostrado su deseo de conocer la historia en detalle, por y para ellos y ellas fundamentalmente se desarrolla de una forma más o menos meticulosa la historia.

Todo surgio como una confesion personal y eso es en esencia: nada mas que una confesion personal, con sus defectos y con sus virtudes. Gracias a todos.

A Susana.

Juan había hecho su examen de ingreso en la Universidad, había aprobado con una buena nota y eso le permitía elegir estudios sin mayor problema en el corte. Eligió una Ingeniería Técnica que estudiaría en Barcelona. Todos en casa estabamos muy contentos. Para celebrarlo, el día que se hicieron oficiales las clasificaciones, propuse que nos fueramos los tres a comer fuera. Mi madre, con los achaques tipicos de una mujer mayor, ya cansada, decidió no acompañarnos.

Cogimos el coche y nos dirigimos al extrarradio, a un pueblecito. Me sentía muy satisfecha, contenta, estaba con mi hijo, a punto de entrar en la Universidad, era un logro importante para mi, que había tenido que criarlo casi sola, con la ayuda inestimable de mis padres.

Ibamos en el coche y Juan no paraba de hablar, de todo, indiscriminadamente. Yo conducía, le miraba y sonreía.

•    estas contento, eh?, yo también -le dije-

•    estoy que me salgo, mama..., por cierto, sabes donde vamos? -me preguntó-

•    no tengo ni idea, si te digo la verdad

Reimos los dos a la vez, mientras el coche continuaba su camino en linea recta. Al cambiar una de las veces de velocidad, Juan apoyó su mano en la mía, me la acarició suavemente, casi rozándome

•    y si buscamos un sitio apartado?

•    pero, niño, tu que te crees? ni que fueramos novios....

•    y no lo somos, mama? no crees que lo somos un poquito?

Tenía razón. Realmente eramos más que madre e hijo, incluso nuestra relación iba mucho más allá de una buena relación de amistad. Follabamos cuando podíamos, muchas menos veces que hubieramos querido, aprovechabamos cualquier momento de soledad para dar rienda suelta a los deseos más profundos, más salvajes. Mi hijo tenía toda la razón: eramos como novios.

A la derecha de la carretera, salía un camino forestal. Dí el intermitente y giré el coche que entró en ese camino. Miré a Juan, pero él no me dijo nada, solo rozaba mi mano, solo me acariciaba. Adentrandonos por el camino, llegamos a una zona de árboles, olivares creo que eran, no demasiado tupida pero lo suficiente para pasar mas o menos desapercibidos.

Era medio dia, la luz estaba a pleno esplendor. Cualquier que pasara por allí podía vernos y eso me intranquilizaba, pero en mi interior también tenia el deseo de poder estar a solas, aunque dentro del coche, con mi hijo. Introduje el vehículo dentro de la zona arbolada y apagué el motor. Me quedé mirando a Juan, el me sostenía la mirada

•    y ahora qué...? -le dije-

•    ahora vamos a pasar un rato de puta madre, mama

Y habiendome dicho eso, se lanzó a mi y me dio un beso. En ese momento sí que parecíamos novios. Nos besabamos y Juan sondeaba mis pechos con sus manos, intentaba desabrochar mi blusa de una manera torpe, a penas quitó un par de botones y su mano fue directa a mi teta por debajo del sujetador. Pellizcaba el pezón, mientras seguía dandome su lengua cada vez con mayor desesperación, cada vez mas lascivamente. Mientras yo posé mi mano en su entrepierna, notaba su erección al completo, correspondia a sus besos con la misma rabia que el me los daba. Era verdad, no eramos madre e hijo, eramos una mujer y un hombre deseosos.

Como pude, y no fue facil, creedme, bajé la cremallera del pantalón y meti mi mano por dentro para tocar en libertad su polla, a Juan se le escapaban leves gemidos de satisfacción conforme mi mano masajeaba su miembro. El a su vez habia metido su mano por debajo de mi falda y habia llegado a mis bragas. Me tocaba por encima de las bragas, haciendo surco con su dedo en mi raja. Estabamos mas que excitados, cachondos perdidos, fuera de cualquier control racional. La posición no era la más comoda y aun asi ni uno ni otro cejaba en los tocamientos.

Los gemidos, los suspiros, los sonidos que emitiamos se mezclaban y eran fieles testigos de nuestro estado

•    estoy que reviento, mama....

•    me quieres follar?

•    necesito follarte desesperadamente

•    y si viene alguien?

•    quien va a venir?

•    no lo sé, pero si viene alguien...?

•    por favor, mama, que no puedo más.... por favor

Su voz era una suplica. Mi niño necesitaba meter su polla en mi coño y yo tambien necesitaba sentirla dentro.

•    vamos atrás

Juan salio del coche como un resorte para abrir la puerta trasera y entrar en la parte posterior. Yo hice lo mismo. Me coloque de rodillas en el asiento y subiendome un poco la falda tiré de mis bragas hacia abajo, hasta quitarmelas. Mire a Juan le vi nervioso, con los nervios propios de alguien que está totalmente salido, eso es muy caracteristico de los hombres, nosotras, las mujeres, quizás sepamos disimular más nuestro estado de ansiedad. Hubiera parecido como si fuera la primera vez que Juan, mi hijo, y yo ibamos a hechar un polvo. No se si se debia a la situación, al miedo de poder ser descubiertos por cualquiera que pasara por allí, por el propietario de esos terrenos, o qué, pero algo de eso, o todo en su conjunto, hacía que aquello fuera distinto a las otras veces, radicalmente diferente.

•    tranquilo, Juan

•    estoy a mil, mamá

•    ya lo veo, pero vamos a tomarnolo con un poquito de calma, vale?

A todo esto, Juan se habia desabrochado los pantalones del todo y se los habia bajado un poco. Yo me coloqué a horcajas en él, nos volvimos a besar y mientras lo haciamos empezo a tocarme de nuevo por dentro de la falda. Jugó con mis pelitos primero y luego fue bajando hasta encontrar mi sexo, donde introdujo varios dedos

•    estas empapada, mama

•    como creias que estaba? estoy tremendamente caliente

•    yo te voy a tranquilizar, te voy a dar placer

Sus palabras todavia me ponian peor, en un estado de ansiedad increible, me hacian sentirme una cualquiera y eso me excitaba y me gustaba

•    me vas a dar tu polla y me vas a llenar de lefa

El muerdo fue entonces mas obsceno que los anteriores, no solo nos restregabamos las lenguas, si no que nos mordiamos los labios y volviamos a comenzar. Cogi con mi mano su polla y la acerqué hasta mi chocho, restregué un par de veces su cabeza contra mi clítoria notando unos escalofrios y una necesidad de tenerla dentro que no podia controlar bajo ningun concepto. Despues la lleve hasta mi cueva y me sente literalmente en ella. Mi coño se llenaba de la polla de mi hijo y yo empezaba a moverme en circulos, de arriba hacia abajo, despacio, incrementando el ritmo. Juan habia conseguido quitarme todos los botones de la blusa que tenia completamente abierta y habia sacado mis tetas por la parte de abajo del sujetador, de forma que éste quedaba formando un ovillo casi a la altura de mi garganta.

Los movimientos cada vez eran menos ritmicos y mas anarquicos, el dialogo cada vez era mas obsceno y excitante

•    como noto tu polla, vida mia...

•    que bien te mueves, zorra... perdoname, mama, no quise decir eso, perdoname

•    no pasa nada, mi niño, me gusta y quiero ser tu puta, lo he sido desde el primer dia

Sonrió, con una sonrisa entre satisfacción y deseo, yo aceleraba los movimientos casi sin poderlos acompasar con los de él

•    toma polla, puta, tomala

•    sí, sí, follame.... meteme un dedo en el culo, por favor

Juan obediente llevo su dedo a mi culo y lo introdujo sin muchos miramientos. Al principio fue desagradable, pero al poco y con los efectos de su polla en mi coño, lo que hacia era proporcionarme un placer superior

•    te gusta así... dime, te gusta?

•    me vuelves loca, cabron

•    no voy a tardar en correrme

•    quiero que me inundes de leche

•    mama, me corro, toma mi leche, tomala

•    sí, sí, damela que yo tambien me corro.... me corro.... me corrooooo

Nos corrimos a la vez, fue una gran corrida por parte de los dos. Me dejé caer sobre él intentando recuperar el aliento, mientras notaba como mi coño palpitaba y su polla iba volviendo poco a poco a su estado natural, despues de que hubiera vaciado toda la carga de sus testículos.

Salí de él y me sente a su lado, notaba con el liquido que habia depositado mi hijo en mi interior se escurría piernas abajo, notaba mis pelos pegajosos. Juan estaba totalmente desmadejado, rendido por el tremendo esfuerzo que habia llevado a cabo, pero feliz

•    joder, que polvo, mama

•    te ha gustado?

•    ha sido la hostia, no crees?

•    no ha estado mal

•    venga, no me jodas, si nos hemos corrido como bestias

•    el hambre, que es muy mala -dije abrazandome a el-

Despues de un tiempo de reposo prudencial, nos arreglamos lo mejor que pudimos y salimos de la parte trasera del coche, para situarnos en nuestros asientos correspondientes delante. Gire el espejo retrovisor, me mire, en mi cara tenia restos de la batalla, la comisura de los labios enrojecida por los impetuosos besos, el pelo desmadejado y una cara de guarra, en el sentido mas pecaminoso del termino. Intenté arreglarme un poco, atusé mi pelo y me pase una barra de carmín que habia sacado de mi bolso que, por cierto, me costro encontrar en la parte trasera del vehículo.

Una vez medio adecentados, era hora de emprender de nuevo la marcha. No me habia vuelto a preocupar si alguien podia vernos o no, no estaba yo, minutos antes, ni Juan tampoco, claro está, por la labor de estar atentos a la llegada de intrusos.

•    bueno, vamonos a comer -le dije, dando un suspiro-

•    no te has quedado harta, mamá?

•    no seas guarro, Juan, por favor....

•    coño, que era una broma, vamonos a comer, tengo mucho hambre

Arranque el coche y salimos de nuevo al camino forestal que nos introdujo finalmente en la carretera general, en unos kilometros llegamos al pueblecito y en su plaza entramos en un restaurante. Comimos opiparamente, habiamos hecho lo suficiente como para que nuestros cuerpos necesitaran un buen reconstituyente. Durante la comida Juan no paraba de hablar y hablar, de gastar bromas, de contar chistes, sin poca gracia, pero bastante picantes. Yo le escuchaba con atención, me reía con él, era una madre feliz, comiendo con su hijo, celebrando sus buenas notas, y despues de haber sido follada a satisfacción.

Tras la comida estuvimos dando un paseo por los alrededores y luego reeprendimos el viaje de regreso a casa, ya sin ninguna parada alternativa. Cuando llegamos a casa mi madre se encontraba, como casi siempre, sentada en el sofá viendo un bodrio cualquiera en la televisión

•    qué tal lo habeis pasado?

•    si te lo cuento no te lo creerias, abuela, ha sido un día maravilloso, verdad mama?

Yo asentí con la cabeza y creo que me ruborice un poco tambien. Efectivamente habia sido un dia maravilloso, extraordinario, insuperable.

Me fui hacia mi habitación y me cambié de ropa, estando desnuda, tan solo con mi ropa interior, me mire al espejo y dije para mi: joder, qué día....