Hechos 11

El final de la historia

La vida iba transcurriendo con normalidad, con una normalidad relativa, dadas las circunstancias. Quiero decir, que tanto Juan como yo viviamos, de puertas para dentro como pareja y de puertas para afuera como una madre y un hijo. Pero en el fondo, y en la forma incluso, eramos eso: una madre trabajadora y un hijo que estudiaba, que se divertía jugando a futbol o saliendo de vez en cuando con sus amigos, aunque en algunos momentos la pasión que se vivía dentro de la casa era la propia de un hombre y una mujer.

Eramos conscientes de nuestra condición y tampoco jamás nunca hizimos nada por dejarla a un lado. En algunos relatos he leido que llegados a este punto, la madre y el hijo mantenian una relacion de pareja total, como si fueran marido y mujer. No es mi caso. Nosotros sabíamos, sabemos que nos une algo mas que una atracción física, o que unos puntos de coexion como personas. Somos más, porque tenemos algo básico en común, que es la sangre. Eso no lo hemos olvidado. Hemos sido conscientes de ello siempre, para bien o para mal.

Nunca hemos hecho de nuestra relación una burbuja aislada, un mundo independiente o paralelo a la realidad. No hemos pretendido ser mas que una madre y un hijo que se aman en la máxima expresión, que han tenido sexo, sí, pero en la base fundamental y cierta de un amor superlativo. Es dificil, a lo mejor, de comprender esto. Posiblemente, después de tanto capítulos publicados, algunos de vosotros o bien no podais entenderlo u os sigue pareciendo algo ficticio o novelado. No lo es, para nada. Como dije en un primer momento la publicación de esta historia tenia un unico objetivo: exponer los hechos, los acontecimientos, tal y como se desarrollaron, poner sobre la mesa mi historia, sin buscar aprobación alguna, sin evitar posibles críticas o desacuerdos. Montrarme ante vosostros, amigos, compañeros, lectores, tal y como soy. A lo más, intentar converger con alguna persona que pudiera ver reflejada en la historia, que pudiera haber sentido los mismos deseos que en ella se cuentan o con las mismas dudas, miedos, reparos, deseos y sensaciones. Nada más.

Tampoco he querido llevar a efecto ninguna tesis doctoral, ningun ensayo filosófico, sobre el incesto y sus consecuencias. Esta historia, que concluirá con este capítulo ya lo anticipo, solo ha tenido como meta contar la historia simple, pero rotunda, del amor de una madre y un hijo. Un amor unico, pero no definitivo.

Tanto Juan como yo teníamos claro que más allá de nosotros mismos, de nuestra experiencia, de nuestro goce, teníamos que continuar con nuestra vida, deberiamos intentar crecer como personas, al lado de otra gente, con otras experiencias, incluso deberiamos amar con pasión y sin complejos a otros y otras. Esta premisa era tácita, nunca hablada, no establecida de antemano, no era un pacto ni siquiera un condicionante. Pero lo teniamos claro, cristalino.

Juan salía habitualmente con su grupo de amigos y amigas, como era natural y normal en un chico de su edad. Yo tambien tenía mi pequeño circulo de amistades que tambien frecuentaba, con los que salía al cine, al teatro o simplemente a tomar cualquier cosa.

Un dia Juan llegó a casa y me dijo que habia conocido a una chica en la Facultad a la que no habia visto antes, se llamaba Montse. Recuerdo que estabamos comiendo y Juan no paraba de hablar de esta chica, de su simpatía, de su belleza. En seguida me di cuenta que esa tal Montse, a la que se referia mi hijo, representaba algo más que una simple amiga

•    y como es que hasta ahora no te habias fijado en ella?

•    es que no hemos coincidido en la misma clase, viene de otro turno, no sé

•    vaya, vaya, pues parece que te gusta mucho, no?

•    pues la verdad que sí, mamá, sí que me gusta

•    habeis salido alguna vez solo, quiero decir, como pareja, vamos solos

•    un par de veces -lo dijo como con vergüenza como creyendo que no debía de decirmelo-

•    eso está bien.... cuando quieras la traes un dia a comer y asi la conozco

Se le iluminó la cara al oir mi propuesta, era como si le hubiera quitado un peso de encima, como si su madre le abriera la puerta a una nueva relación, puerta que, como he dicho anteriormente, nunca estuvo cerrada ni siquiera entornada.

También yo tenía mis amigos, con los que salía, si no de una forma regular, sí exporadicamente. Si debo decir que por mi parte consideraba tener cubierta, y bien cubierta, la faceta sexual con los encuentros con Juan, que eran plenamente satisfactorios y a pesar de que me he definido como una mujer que siempre ha deseado disfrutar del sexo, morbosa y de mentalidad abierta, tampoco he sido ni soy nada promiscua.

A la farmacia empezó a ir una nueva clienta, una chica más o menos de mi edad, algo más joven quizás, pero no mucho. Nos caimos bien mutuamente y cada vez que iba por el establecimiento nuestras charlas eran mayores, si estabamos solas. En un par de veces coincidimos en el mismo bar al que yo solía ir, en mis minutos de descanso, a tomar café o algun pincho.

Se llama Beatriz. Es una chica de estatura mediana, con el pelo castaño con reflejos rubios, casi siempre en cola de caballo, ojos azules, muy bonitos, una boca perfectamente modelada, extemadamente simpatica y agradable de trato, muy abierta, con una conversación interesante y una cultura y conocimiento que se adivinan amplios. Da gusto escucharla hablar, pausadamente, expresiva en sus gestos los suficiente, sin estridencias.

Como digo poco a poco fuimos cogiendo confianza, cada vez nos llevabamos mejor. Asi me enteré que no tenía hijos, que se habia separado no hacia mucho de un marido con el que no era feliz y que incluso le maltrataba, si no fisicamente si anulandola como mujer, como persona, que es otra forma de maltrato tan grave como el fisico. Se había mudado recientemente al barrio, por eso no la conocía con anterioridad, que como yo, era foránea en Barcelona, aunque ella provenia de Extremadura. Nos hicimos amigas, confidentes, nos contabamos casi todo y la opinión de la otra era importante para una.

Soliamos salir los fines de semana de compras, a ver escaparates o a merendar. Algunas veces ella venía a mi casa a pasar la tarde o yo iba a la suya. Conocío a Juan y se cayeron bien reciprocamente. Incluso creo que para mi hijo la incorporacion en mi vida de Bea representó una liberación para dedicarse a su cortejo particular de Montse. Consciente o inconscinetemente era así, estoy convencida de ello.

También Montse se dejaba ver cada vez mas por casa. La habia llevado un dia a comer Juan, me la presento como una compañera de Facultad, pero se notaba a la legua que la relacion entre ambos iba mas alla de los libros y las cátedras. Evidentemente eran un chico y una chica que comenzaban a salir juntos, como cualquier chico o chica de su edad.

Montse era una joven simpatica, con la belleza insultante de una chica de 20 años, extrovertida, amable, educada, generosa en sus muestras de cariño tanto hacia Juan como hacia mi. En resumen, me gustó enormemente que Juan estuviera saliendo con ella.

Un dia regresaba de casa de Bea, donde habiamos estado merendando y hablando de ciento un temas distintos que iban desde la actualidad política del pais hasta la actualidad social, entendiendo por social los cotilleos que salen en las revistas del corazón, al entrar la puerta de la habitación que había sido de mi madre y que ahora era de estudio de mi hijo, se cerró de golpe. No le di mayor importancia en un principio, hasta que al rato salio de ella Juan, medio arreglandose la camisa, introduciendola por dentro del pantalón. Se acerco a la cocina, donde yo estaba y en voz muy baja me dijo:

•    joder mama, nos has pillado, podias a ver tardado un poquito mas.... -lo dijo entre una sonrisa y un tono de ofuscación-

Sonreí yo a mi vez y no tuve menos que decirle:

•    te he jodido el polvo?

•    no estabamos hechando ningun polvo, pero....

•    pero que?

•    joder, que estabamos enrrollados.... ya me entiendes

•    y Montse?

•    en la habitacion, mama, donde va a estar

•    anda sacala de alli... o si quieres me vuelvo a ir

•    pues si no te importa....

Me volvi a poner el abrigo y sali a la calle, me di una vuelta, riendome yo sola. Me parecia surrealista tener que haberme ido de mi casa porque mi hijo, con el que follaba regularmente, se estaba “enrrollando” con una chica que era compañera de estudios, pero a la vez con la que salía. Surrealista total.

Estuve algo mas de media hora dando una vuelta por el barrio, pense incluso en acercarme a casa de Bea de nuevo, pero finalmente volvi a mi casa. Cuando reentree no estaban ni Juan ni Montse, lo cual sinceramente me alivio en parte. Me desvestí y me fui a la cocina a preparar la cena. Al rato llego Juan

•    hola -dijo asomandose a la cocina-

•    hola, hijo -me di la vuelta y le pregunte con un poquito de sorna- qué? terminasteis el rollo?

•    que va, Montse se asusto y lo dejamos

•    vaya, pobrecito.... te has quedado a dos velas?

•    pues mas bien

•    si quieres luego te ayudo, para compensar mi error de llegar antes de tiempo

•    de ayudarme nada, mama, luego me follas

•    halaaa... mas claro agua

•    joder es que no veas como estoy

•    y como estas?

•    cachondo perdido

Nos reimos los dos con ganas. Pero asi fue, tras cenar, sentados en el sofa, empezamos a “enrrollarnos” nosotros, enseguida mi hijo se envalentonó tocandome las tetas, sacandomelas del sujetador para chuparlas y metiendome mano indiscriminadamente. Se notaba que estaba caliente, que el corte no le habia sentado nada bien, pero yo recibia sus sobeteos tan bien con deseo y finalmente nos fuimos a nuestra cama a hechar un polvo como Dios manda, un polvo que le calmara su excitación y a mi me diera el placer que empezaba a necesitar. Un polvo acompañado de sus correspondientes mamadas, de sus correspondientes caricias, de sus correspondientes frases y expresiones de placer. Fue una follada total, casi indecente, notaba perfectamente la excitación de Juan reprimida, cortada por mi presencia anterior, y ahora desbocada, con ansias por terminar, por correrse, por soltar su leche liberadora, pero a la vez sin abandonarme, queriendo darme placer, intentando que yo tambien disfrutara al maximo, como asi lo estaba consiguiendo.

Introdujo su polla por mi coño, por mi culo, por mi boca. Me llenó completamente. Me hizo terminar en varias ocasiones, cada vez mejor que la anterior. Me folló con impetu, con vigor. Me dejo plenamente saciada.

En cierta forma, en determinada medida, me senti un poco usurpadora de los sentimientos de Juan. Me habia aprovechado del calenton que se habia cogido con Montse para mi satisfaccion personal. Era lícito? Estaba mal?. No lo sé, aun hoy no lo sé. Follé esa noche con mi hijo de la misma manera que lo había hecho tantas y tantas veces. Lo mejor era no pensar. No creia que fuera una depravada, ni una mala madre, ni que estuviera robando nada a nadie. Es dificil de explicar la cuestion, seguramente porque sea inexplicable, pero no me sentia mal por hacer lo que habia hecho. Tampoco estaba orgullosa de ello. Era algo raro y extraño, ciertamente.

Con todo, y por aclarar, las relaciones entre mi hijo y yo se fueron espaciando, conforme se afianzaba su relacion con Montse. Era logico y normal. Yo lo entendia perfectamente y lo asumia con enorme naturalidad, sin reclamar nada, consciente de que la vida me habia dado un regalo y que tambien me lo podia quitar.

No se trataba de compartir a Juan con nadie ni de ponerle a el en una encrucijada que le pudiera representar una decision dificil. Las cosas serian como surgieran, de la manera que se fueran desarrollando. Sin más.

Mi amistad con Bea se reforzo, no debido a lo que acabo de explicar, si no simplemente porque fue evolucionando, y me vino bien, asi no me sentia sola o desplazada. Bea me aportaba una amistad leal y gratificante en muchos sentidos.

Bea y yo cada vez teniamos un grado de complicidad mayor, mayor confidencialidad y nuestras conversaciones eran cada vez mas intimas, mas inhibidas. Un tarde en su casa, no se como, salio el tema de nuestra sexualidad.

•    yo hecho de menos el sexo -me dijo Bea muy seria-

•    anda, pero eso es normal

•    lo que te quiero decir es que de un tiempo a esta parte mas, tu no hechas a faltar un buen polvo?

Habia tocado mi punto de flotacion. Estuve dudando si decirle la verdad, contarle que no, que no lo hechaba de menos porque lo tenia, porque follaba, cada vez menos, es verdad, con mi hijo, que me quitaba cualquier necesidad que pudiera tener. Opte por seguir el tema como si en casa no tuviera esa valvula de escape.

•    mujer, pues si, claro que lo hecho de menos, pero ten en cuenta que yo llevo muchos años sin nadie

•    claro, es verdad. Yo es que de un tiempo a esta parte no dejo de masturbarme

•    bueno, eso no es malo

•    pues no se que decirte... hay dias que lo hago dos y tres veces...

•    supongo que eso va por rachas, en cualquier caso siempre te puedes buscar un novio

•    es que tampoco me apetece cargar con un tio

•    pues si quieres follar sin un tio....

•    pues ahi esta la cosa, que quiero follar sin un tio

•    no te entiendo, Bea

•    que quiero hacerlo contigo, joder, que te quiero

Me quedé helada. No me lo esperaba. Bea me estaba diciendo, por lo directo, que queria follar conmigo, así, a las claras. Intente reaccionar como pude, malamente, supongo

•    Bea... yo.... es que no soy lesbiana

•    ni yo tampoco, Tere

Dicho esto se acerco a mi y posó sus labios en los mios. Fue un beso liviano, suave, dulce, a penas un roce. Me miro a los ojos

•    te he ofendido?

•    no, claro que no

Volvio otra vez, ahora con mayor decisión, note su lengua en las puertas de mi boca, como pidiendo permiso para entrar. Abri un poco mi boca, su lengua traspaso el umbral, entro y juego con la mia. Nos estabamos morreando, ahora sí nos morreabamos. Bea me tocaba mi teta derecha. Yo no hacia nada. Bea amasaba mi teta y me gustaba, o, al menos, no me disgustaba.

Los besos cada vez se hacian mas apasionados. Uno detras de otro. Un respiro y un beso más, y otro y otro. Sus caricias tambien se hacian mas y mas osadas. Me mordisqueaba el cuello, me tocaba las piernas, me volvia a comer la boca, su mano avanzaba por debajo de mi falda, llegando a mi braga, haciendo surco en ella por mi raja. Yo estaba excitadisima y Bea se daba cuenta

•    vamos a la cama -me dijo-

No la respondi, agarré su mano y nos fuimos a su habitacion, a su cama. Alli me desnudó, me lamio toda, me toco cuanto quiso. Yo poco a poco tambien empecé a participar, tambien la tocaba y la besaba, la lamia y la mordia dulcemente.

Bea bajo hasta mi sexo lo lamio, lo chupo, lo succiono. Me proporcionaba un placer inmenso y necesitaba corresponderle. Gire mi cuerpo, lo ubique de tal manera que me permitiera a mi hacer con ella lo mismo que estaba recibiendo. Fue un 69 apasionado, que nos brindo a ambas un placer supremo, que nos llevo a corrernos a la vez, dulcemente, completamente.

Fue la primera vez que me corri con Bea, la primera vez que Bea se corrio en mi boca. Despues intercambiamos en un ultimo beso nuestras salivas, mezcladas con nuestros flujos. Maravilloso.

Aquí termina la historia, amigas y amigos, deciros que Juan, con el paso de los años, se caso con Montse, que son felices y tienen un niño precioso. Bea y yo seguimos acostandonos de vez en cuando, pero sobre todo somos grandes amigas.

Actualmente sigo follando, alguna que otra vez con Juan mi hijo, y tambien con Bea.

No se si sere una mujer viciosa, solo se que intento vivir a mi manera.

Besos a todos