Hechiceras: el reto de las zapatillas rojas 5

La personalidad de Phoebe está siendo alterada para ser al fin esclava sexual de su captor, pero el cambio toma un camino inesperado mientras la hechicera pone en marcha su último plan de escape...

HECHICERAS: EL RETO DE LAS ZAPATILLAS ROJAS.

Un consejo: es conveniente, aunque no forzoso leer Cazatesoros: Sydney y las zapatillas rojas , Expedientes X: el regreso de las zapatillas rojas, Alias: La invasión de las zapatillas rojas, Crónicas de las zapatillas rojas: la camarera, Ivanka Trump: El imperio de las zapatillas rojas y Crónicas de las zapatillas rojas: World Wide Web, antes de leer esta historia.

Estoy consciente de que he tardado demasiado en escribir esta continuación pero mi vida se ha vuelto muy complicada y a eso hay que añadir el trabajo, dedico este cuento a aquellos que han sido pacientes.

Por Sigma

Capítulo 5

Cómo en un sueño Phoebe bailaba y bailaba, vestida de bailarina de ballet se movía fluidamente, realizaba elegantes arabescos y saltos parada de puntitas, sus piernas bien extendidas y rematadas por las zapatillas rojas hipnóticas, mientras sus manos acariciaban su cuerpo firme y esbelto de arriba a abajo, su rostro reflejaba miedo y al final tuvo que gritar...

Ella despertó súbitamente, aún mareada y confundida en la gran cama de dosel, sus ojos se abrieron y en un instante se había sentado en el colchón, sudorosa y jadeante como de una pesadilla que sin embargo no podía recordar.

  • Ooohhh... Otra vez... -pensó molesta, últimamente se despertaba sobresaltada, sin un motivo aparente, pero siempre lo hacía asustada, angustiada y frustrada por no poder recordar sus sueños- Maldita sea... Mejor empiezo a moverme...

Rápidamente salió de la cama y antes de ir al baño se miró un momento en el espejo. Odiaba su lencería para dormir: Unas pantaletas blancas similares a un microshort blanco de encaje que se ajustaban y metía entre sus nalgas estimulándola constantemente, su obligatorio corset blanco limitando sus movimientos y respiración mientras forzaba su cuerpo a la forma de un reloj de arena, pero dejando sus firmes senos expuestos, unas medias al muslo semitransparentes y en sus pies sus zapatillas de esclava que ya eran totalmente blancas y de altísimo tacón de aguja. Se sintió asqueada al verse humillada así, tímidamente se cubrió los senos con los brazos e hizo un mueca antes de entrar al baño.

Realizó sus necesidades básicas pero no pudo bañarse, tuve que quedarse vestida con esa exageradamente femenina ropa interior pues tenía prohibido quitársela sin permiso, a menudo la hacían ponerse otros conjuntos, siempre eran variaciones en diferentes colores de las prendas que estaba usando pero nunca faltaban las zapatillas de esclava, ni el corset... Ahora siempre la obligaban a llevar uno, de diferentes colores cada vez, X siempre la quería así, limitada de movimientos y de respiración, de tanto llevar esa prenda hasta había desarrollado una irritación en el centro de la espalda (donde le rozaba el broche superior del corset) que a veces le causaba una comezón insoportable y difícil de rascar.

Por supuesto como ahora ya no tenía que estar encadenada podía quitarse toda la ropa aunque tuviera que despedazarla, excepto por las zapatillas de metal, pero la ocasión que lo hizo fue terriblemente castigada por X, obligada a bailar por horas la hicieron venirse varias veces contra su voluntad, masturbando delicadamente su clítoris o peor aún, bombeando despiadadamente su miembro invisible llevándola al borde de la locura pero sin dejarla venirse, cada vez que notaban que estaba a punto tener el orgasmo la soltaban hasta que se tranquilizaba y luego empezaban de nuevo a darle placer, así la tuvieron durante horas, hasta que para vergüenza de la hechicera les tuvo que suplicar que le permitieran terminar o perdería la razón.

  • ¿Qué puedo hacer? -pensó brevemente mientras se sentaba en la cama a esperar a las esclavas de X- Tengo que escapar de aquí ya, bueno pronto veremos cómo va mi plan de escape.

Durante un momento fijó la atención en sus manos y su cuerpo, desde días atrás le habían colocado en sus muñecas unos grilletes color plateado primorosamente grabados con motivos florales de manera que parecieran un adorno en caso de una revisión casual pero, como bien había comprobado Phoebe, no eran un simple accesorio, sino grilletes de una durísima aleación metálica, para marcarla y controlarla, igual que los de las esclavas favoritas de su captor llevaban ingeniosos y fuertes broches que podían cerrarse uno sobre el otro fácilmente, pero que una vez conectados ya no podían abrirse sin ayuda. Llevaba también una preciosa gargantilla que hacía juego con los grilletes (idéntica excepto por ser más delgada) y así mismo se podía conectar con ellos, igual que la que llevaba en la cintura, y se parecía al cintillo que se usaba para sujetar los ligueros de las medias pero eran del mismo metal plateado. Todas las hermosas piezas estaban diseñadas para facilitar el sometimiento de la hechicera a los antojos de X, aunque hasta ese momento no la había hecho suya... Phoebe aun no sabía el motivo y eso la ponía nerviosa...

Entonces se abrió la puerta y entró Piernas, la linda doncella, con el desayuno en una bandeja acompañada de la pelirroja que llevaba una bata de seda rosa hasta las rodillas y unas altas zapatillas del mismo color de tacón ancho y correas entrecruzándose en los tobillos. Ambas sonreían entre sí, cómplices y coquetas, pero la morena siempre llevaba el control de música en su pequeño delantal, mientras la pelirroja llevaba en la mano el arma de dardos.

  • Hola linda ¿Cómo estás? ¿Dormiste bien? -le dijo amablemente la doncella mientras le servía en una mesita el desayuno, lenta y deliberadamente se inclinó con las piernas bien derechas y su lindo trasero bien levantado, dándole a Phoebe un perfecto vistazo  de sus piernas y nalgas.

Por un instante la hechicera no pudo evitar mirar detenidamente lo que la morena parecía ofrecerle, en tres segundos recuperó el control y se dio la vuelta tratando de evitar las extrañas "tentaciones" que últimamente la acechaban... pero al hacerlo se encontró de frente con la jovencita pelirroja que la miraba sonriente, cuando ella se paralizó al verse sonrojada y descubierta Muñequita simplemente le asintió y le hizo un guiño coqueto y cómplice que solamente hizo que la mujer se sintiera más confundida y culpable.

  • Ooohh... ¿Qué me está pasando? -pensó preocupada mientras empezaba a comer un exquisito menú que parecía también aumentar su excitación y estimular sus sentidos. Para colmo cada cierto tiempo Piernas se acercaba a la mesa y le ayudaba con cualquier tontería o simplemente le preguntaba si podía servirle en otra cosa, siempre lo hacía inclinándose hacia ella, asegurándose de que pudiera asomarse perfectamente en el profundo y atractivo escote del vestidito de doncella, Phoebe trataba de evitar mirar, pero después de unos minutos empezó a dar un vistazo de vez en cuando a ese delicioso y expuesto pedazo de carne, y para el final de la comida ya miraba descaradamente las suculentas bellezas que lucían enmarcadas en el encaje del escote del vestido negro, ella no lo notaba pero Piernas y Muñequita sonreían complacidas ante las atenciones de la hechicera, que hasta ese momento se dio cuenta de lo excitada que estaba observando a la belleza de la morena, lo notaba en la humedad de su sexo... Y en la dureza de su falo invisible que se frotaba contra la sedosa y ajustada tela de sus pantaletas de manera enloquecedora.

  • Espero lo hayas disfrutado querida -le dijo en un susurro la morena al recoger los platos cuando terminó.

En ese momento Phoebe pareció despertar y darse cuenta de que llevaba un minuto mirando fijamente los senos expuestos casi hasta los pezones de la doncella mientras ella limpiada y retiraba todo de la mesa.

  • ¿Qué? No... Lo siento... No quería... No era mi intención mirarte así... -trató balbuceante y sonrojada la hechicera de explicar su comportamiento.

  • Me refería a tu comida tontita... Y no te preocupes, nos gusta que nos mires y nos disfrutes... quizás ya quieras hacer algo aún más íntimo con nosotras ¿No? -le dijo con voz coqueta Piernas mientras acercaba su mano a la ingle de la prisionera.

  • ¡Aléjate de mi... no me toques! -gruño furiosa Phoebe mientras apartaba de un golpe la mano de la doncella- Tal vez no pueda evitar el efecto de estos hechizos pero no permitiré que me toquen mientras pueda defenderme... ¡No mientras sea una de las Hechiceras!

  • ¿En serio? Entonces habrá que cambiar ambas cosas ¿No? -dijo la profunda voz de X desde la puerta, al instante las dos esclavas se pusieron en firmes, colocaron sus manos a la espalda  y bajaron la cabeza de forma sumisa, el hombre vestía únicamente unos pantalones negros deportivos y su cuerpo cubierto de transpiración indicaba que había estado practicando algún tipo de ejercicio, la hechicera tuvo un escalofrío de rechazo al pensar en el tipo de actividad que habría estado realizando el hombre.

  • Ya lo dije antes, tendrá que obligarme...

  • Ya veremos esclava, ya veremos... -le dijo el hombre con una sonrisa siniestra- ¡Empieza a bailar!

Al decir esto sacó un control del bolsillo de su pantalón y lo oprimió dando inicio a una rápida música  de violín, lo que al instante hizo a Phoebe cerrar los ojos y abrir la boca mientras empezaba a mover su cuerpo siguiendo el ritmo, con sus piernas bien extendidas y sus pies en punta con todo y sus tacones de aguja.

  • Aaaaahhhh... Nooo... -sollozó dulcemente mientras el poder de las zapatillas rojas empezaba invadir su cuerpo desde sus tacones hasta su sexo y de ahí a todo su cuerpo-  ¡Oooohhhh...!

Pronto estaba sonrojada y respirando trabajosamente, sus manos habían sido fijadas en el esbelto grillete  de su cintura y estaba cada vez más excitada. Sentía vibrar su clítoris mientras su falo se ponía duro y pulsaba junto con la música. De pronto X dio un par de palmaditas en el sillón de la habitación y la miró divertido antes de hablar.

  • ¡Ahora esclava, toma asiento por favor!

Sin poder evitarlo la hechicera se sentó en el mullido asiento, aún así sus caderas se movían arriba y abajo, luego atrás y adelante, a ritmo con la música, sin poder evitarlo.

  • ¡Oooohhhh! Ooohhh... ¡Maldito... Sea! ¡Maldito!

  • Muy bien preciosa, lo haces maravillosamente... - le dijo su captor complacido mientras ella gemía y volvía su rostro a un lado, avergonzada de lo que hacía y no podía evitar, sus manos en tensión, inmovilizadas en sus grilletes pero esperando una oportunidad de actuar... Sin embargo X no pensaba dársela- Empieza Muñequita...

A su orden la jovencita pelirroja empezó a bailar siguiendo el ritmo, justo frente a la cautiva, movía las caderas en un sensual vaivén de lado a lado o atrás y adelante, mientras deslizaba sus manos por los costados de cuerpo, desde sus muslos hasta sus perfectos senos que se marcaban maravillosamente en la tela de la bata.

  • Más íntimo esclava, más cerca... -la jovencita se acercó hasta que sus bellas piernas quedaron a lado de los muslos de la hechicera sentada, para seguir bailando entonces tan cerca que la cautiva pudo percibir el dulce perfume de la pelirroja, lo que la hizo mirar de reojo a la mujer, sintiéndose asqueada de inmediato volvió su mirada a un costado y apretó los párpados al sentir esa horrenda punzada en su sexo que precedía a una erección, mientras la música y las zapatillas la hacían gemir sin poder evitarlo.

-Aún te resistes... Muy bien, eso me gusta. ¡Esclavas! Que las manos de la bruja no le estorben a Muñequita, la quiero en una postura más sumisa e invitante. Debemos avanzar más profundamente en dominarla y cambiarla... ¡Ahora!

A su orden la jovencita desabrochó los grilletes de la cintura de Phoebe y ayudo a Piernas a abrocharlos en la gargantilla tras su cabeza, haciéndola quedar aún más vulnerable, intentó defenderse pero la música y las zapatillas no le permitían hacer nada más que bailar, solamente tenía control de sus manos, todavía...

  • Aaaahhh... -gruñó la mujer, en parte por ser forzada pero también por el culpable placer que le daba serlo, lo odiaba pero inconsciente lo disfrutaba, gracias a X y su cuidadosa y sutil manipulación.

  • Ahora abre los ojos, mira esclava, mira a tu hermanita... -le ordenó su captor dominante y complacido al ver que sin poder evitarlo la hechicera obedeció al abrir los ojos y ya no poder cerrarlos, aunque se resistió a volver la cabeza hacia la jovencita.

  • ¡No loooohhh... haré! Usted me... Manipuló paraaaahhhh... que me atrajeran así... las mujeres...

  • Oh, pero querida, no hice nada parecido...

  • ¿Qué?... Miente, yoooohhh... No soy tan... Vulnerable aaaaahhh... a mi propio sexo...

  • Bueno no niego que me encanta manipular a mis esclavas para obsesionarse con el deseo lésbico, con una pasión solamente superada por su deseo y obediencia hacia mí... Pero en tu caso no tuve que hacerlo... Es una necesidad que ha brotado de tu propia alma ¿No lo sientes? ¿No adivinas el motivo? Seguramente ya lo imaginas... -le dijo X a su cautiva mientras se movía alrededor del sillón a la vez que la jovencita seguía bailando de forma cada vez más provocativa con sus piernas a los lados de los muslos de la hechicera.

  • ¿Cómo?... ¿A qué se... refiere?... Aaaahhh... No entien... -de pronto Phoebe se quedó sin habla un momento, como pensando, hasta que sus ojos se abrieron al máximo cuando lo comprendió- No... No... El embrujo persa... ¿Trata de... Decirme que... mi cuerpooohhh... Se ve... afectado como el de... un hombre?

  • ¡Exacto esclava! Tu falo fantasmal no solamente te da erecciones cuando te excitas, interactúa con tu cuerpo casi como si fuera real, tus pequeños testículos mágicos llevan semanas bombardeándote con hormonas masculinas invisibles, una suerte de testosterona mágica si lo prefieres...

  • ¡No! No puede... Mmm... Hacerme esto... Por favoooor...

  • Oh, no te preocupes Phoebe, no te cambiará la voz ni tendrás que empezar a  rasurarte, el hechizo puede ajustarse para obtener resultados específicos, yo solamente me asegure de aumentar tu placer sexual, hacerlo algo nuevo para ti... y también lo modifiqué para que eventualmente te domine tu deseo por otras mujeres, digamos que te convertirás poco a poco en una adicta al sexo lésbico, sin tener que usar las zapatillas para eso. ¿No es genial?

  • No... Nooo... ¡Noooooooo! -gritó sin poder contenerse la mujer mientras lágrimas empezaban a salir de sus ojos, sus hormonas convertidas en un caos debido al extraño embrujo y a la siniestra manipulación de X.

  • Bueno, pero basta de explicaciones,  debemos llevarte al siguiente nivel, ahora mira a mi Muñequita... ¡Hazlo!

  • No... Lo haré... Aaaaahhh... -gimió la mujer desesperada pero aún resistiéndose a voltear la cabeza.

  • Piernas, mi querida esclava... ¡Oblígala a ver! ¡Oblígala a rendirse ante mí!

La sexy doncella obedeció de inmediato: usando ambas manos obligó a Phoebe a girar su cabeza y mirar de frente a la pelirroja que seguía bailando sensualmente, Phoebe trató de cerrar los ojos pero ya no podía hacerlo, estaba prisionera de su cuerpo...

  • ¡Maldito...! -gruñó la hechicera furiosa.

Sonriente al tener al fin a su público, la jovencita bailó como una consumada desnudista para un cliente adinerado, sus hombros rítmicamente, sus caderas en círculos junto con su cinturita acentuada por la cinta de la batita rosa, en ese momento la cautiva apretó los dientes... muy a su pesar, empezaba a disfrutar ver a Muñequita bailando, no podía negarlo, la tremenda erección invisible entre sus piernas le impedía engañarse a sí misma, su excitación horrenda por las zapatillas ahora era aún más fuerte, estaba atrapada por una lujuria que le había sido impuesta...

  • ¡Noooooooo... Auxiliooo... Por favoooor! -gritó desesperada por su situación y aterrorizada al sentirse indefensa, mientras sus manos inmovilizadas tras la cabeza se abrían y cerraban incontrolablemente. La joven se acercó entonces aún más y trató de sentarse en el regazo de la hechicera para seguir bailando directamente sobre su falo... Pero la mujer se dio cuenta y empezó tensar sus brazos al máximo, a sacudir la cabeza y a gritar de angustia al sospechar la monstruosidad que intentaban con ella- ¡Nooooo... Atraaaas... Déjenmeeee!

  • ¡Basta! Es hora de avanzar en serio... ¡Muñequita!

Con una sonrisa coqueta la pelirroja desató la cinta de su bata que luego se deslizó suave y provocativamente por su cuerpo, dejando al descubierto una exquisita lencería: un bello y ligeramente suelto vestidito que apenas cubría las preciosas nalgas de la chica, no tenía mangas, unos delgados tirantes mantenían todo en su lugar y presentaba un amplio escote tanto delante como atrás, era de seda pero del color rojo más intenso que Phoebe hubiera visto nunca, como las zapatillas de ballet que a menudo la obligaban a ponerse y aborrecía, apenas segundos después las zapatillas de tacón rosas se habían adaptado al mismo color de la ropa de la chica.

  • ¡Bastaaaaaa! ¡Deeejame! ¡Nooo... No!... No... N... O... Ooohhh... -rápidamente la hechicera se fue relajando, atrapada por el baile de la jovencita y el color rojo intenso de la prenda que, gracias a X, había sido condicionada a encontrar hipnótico, su cuerpo sentado siguió moviéndose rítmicamente con la música y el influjo de las zapatillas embrujadas, dejó de poner atención a la invisible y tremenda erección entre sus piernas, dedicándose simplemente a disfrutar las eróticas sensaciones que le producían. Lentamente Piernas soltó la cabeza de Phoebe y la mujer siguió mirando fijamente a Muñequita, paralizada a partes iguales por la atracción al color rojo intenso, la excitación producida por sus tacones de esclava y por la lujuria hacia otras hembras causado por el grotesco embrujo persa.

Con un suave gemido, sin dejar de bailar,  la jovencita le dio la espalda a su atrapada fan y empezó a mover cadenciosamente sus cintura y hombros, después sacudió sus nalgas rápidamente atrás y adelante mientras que muy despacio bajaba sus caderas sobre el regazo de su cautiva admiradora, ella no podía apartar la vista de un espectáculo tan sensual, sus ojos se abrieron al máximo pues se dio cuenta de lo que iban a hacerle, pero no podía hacer nada para evitarlo...

  • No... -apenas pudo susurrar, luego sus labios se quedaron sensualmente entreabiertos...

Con delicadeza Muñequita puso su mano debajo de ella y se apoderó del falo fantasmal de Phoebe, guiándolo hacia su coño mientras lograba girar su cabeza y sus hombros levemente para darle a la hechicera tras ella una sonrisa y un guiño seductores tras lo que terminó de bajar sus caderas quedando sentada en el regazo de la cautiva...

  • ¡Oooohhhh! -sollozó incontenible la confundida mujer mientras sus ojos se desorbitaban casi poniéndose en blanco de puro salvaje placer, arqueó levemente la espalda y su rostro se volvió hacia el techo con la boca totalmente abierta... Sentía a su miembro fantasmal dentro del sexo de la jovencita, racionalmente sabía que no era verdad, que no había nada dentro de la chica, pero eso no le impedía percibir ese sensible manojo de nervios en su entrepierna rodeado de la más tersa, cálida, húmeda y exquisita sustancia que hubiera jamás sentido, se ajustaba a ella, a su falo, como atrapándola suavemente, deliciosamente, dominándola pero al mismo tiempo sometiéndose a ella, era un gozo puramente carnal y animal que jamás había experimentado- ¡Aaaaahhhh!

Trataba desesperada de no moverse pero la música y las zapatillas la obligaban a seguir ondulado sus caderas suavemente contra el coño de la pelirroja, sintiendo como su miembro se frotaba levemente contra esa carnosa cavidad de forma enloquecedora... Pero entonces Muñequita apoyó las manos en los muslos de Phoebe, se impulsó hacia arriba y luego se dejó caer de nuevo suavemente sobre su regazo, llevando así a la cautiva al borde de la locura...

-¡Nooo... aaaahhh...! -pensó que se desvanecía al sentir como su extraño miembro inexistente se frotaba (¿O se acariciaba?) a todo lo largo de la deliciosa y temblorosa carne de la vagina que aún la apretaba, hasta quedar solamente la punta dentro de la pelirroja, y cuando se dejó caer otra vez sintió como la piel de la punta se movía y frotaba contra ese maravilloso órgano femenino, suave y acariciante... Finalmente volvió su rostro al frente tratando de entender cómo podía sentir tantas cosas, para encontrarse con que el bellísimo cuerpo de la jovencita volvía a subir y bajar cadenciosamente, una y otra vez, trató de mirar a otro lado pero de nuevo quedó paralizada por ese esbelto cuerpo cubierto de seda roja que se movía hipnóticamente, solamente podía observar embelesada esa femenina espalda y cintura mientras se cogía a la entusiasta chica (¿O de hecho la chica era la que se la cogía a ella?) y disfrutaba del gozo más grande y exótico que nunca hubiera experimentado, mientras era dominada y utilizada por el poder de las zapatillas embrujadas- Aaaaahhh... Mmmmm... ¡Nnnnggghh... Aaaaahhh...!

  • Muy bien esclava, lo estás haciendo perfecto -le dijo X a su cautiva, satisfecho y sonriente, luego sacó su control y se preparó para el siguiente paso- Mi linda Muñequita, ahora de frente...

Sonriente, la pelirroja se levantó suavemente del regazo de Phoebe, que a pesar del alivió que sintió al verse libre de ese demente acto sexual no pudo evitar gruñir de frustración insatisfecha.

  • ¡Nnnnggghh! Por favor... -le dijo a la jovencita, para su vergüenza, con voz ardiente y ronca, sin poder saber ella misma si lo había hecho para pedir que la dejara en paz o suplicándole que continuara.

La chica dio un pequeño giró grácilmente sobre los pies entaconados, haciendo que la bastilla de la roja lencería se levantara por un instante, mostrando una pequeñísima tanga a juego, quedando entonces frente a frente con ella para poner entonces sus manos sobre los hombros de la hechicera y luego sentarse en su regazo de nuevo, sus piernas encogidas elegantemente a los lados de los muslos de la cautiva, por un instante volvió a introducir su mano debajo de ella haciendo el gesto de guiar el inexistente miembro a su ya receptivo sexo, haciendo gemir a la mujer de gozo, antes de volver a colocar esa mano en el hombro de su involuntaria amante y empezar a moverse arriba y abajo, atrás y adelante, cadenciosamente, sensualmente, retomando su sesión amatoria donde se había detenido segundos antes...

  • ¡Ooohhh... Nnnngggh...! -empezó a gemir Phoebe sin poder controlarse, el placer era demasiado poderoso, diferente, y además ahora tenía frente a ella las frondosas tetas de la pelirroja, sacudiéndose tentadoramente arriba y abajo, casi saliéndose del escote a pocos centímetros del rostro de la hechicera, ella trataba de resistir pero de nuevo no podía apartar la mirada del cuerpo cubierto de seda escarlata, y siguió cogiendo (para su vergüenza) deliciosamente, sin control, en un momento dado Muñequita la hizo levantar levemente la mirada con el índice en su barbilla, solamente para encontrarse con que los carnosos labios de la jovencita estaban pintados del mismo color rojo intenso, y ya no pudo apartar la vista, mientras la hipnótica boca de su indeseada amante emitía órdenes e ideas nuevas para volverse parte de su mente y personalidad, controlándola mientras seguía las órdenes de X, que muy satisfecho daba instrucciones para crear una nueva esclava bajo su control, Phoebe intentaba débilmente resistirse pero el poder de las zapatillas, el ajustado corset y el inconfesable placer que recibía de su compañera sexual destrozaban su voluntad con insultante facilidad- ¡Aaaaahhh... Aaahh... Aaaaahhhh... Dioseeees...!

  • ¡Otra vez Muñequita! - gruñó impaciente pero complacido X al ver la reacción de la hechicera, tras lo que la jovencita (con un gesto de inmenso placer) empezó  a subir y bajar sus caderas con más vigor sobre los muslos de la cautiva mientras se inclinaba y comenzaba a susurrar roncamente, ahora al oído de la mujer, las nuevas instrucciones de su amo...

  • ¡Noooo... Noooo... Por favor... Noooo... -trató de resistir desesperada, pero X simplemente duplicó el volumen de la sensual música que se escuchaba y la hechicera pareció perder toda resistencia mientras ávidamente gemía al ritmo que su amante le marcaba con sus caderas, ya no podía hacer nada, excepto disfrutar y obedecer- ¡Oooohhhh... Oooohhhh... Oooooooohhh...!

  • ¡Ahora Piernas! -ordenó el hombre con una mueca de placer por el dominio que tenía ya sobre su cautiva, en un instante la doncella liberó las manos de Phoebe del grillete de su cuello y tal como calculó fueron directo a la cintura de la pelirroja, donde empezaron a guiarla para darse más y más placer, mientras la jovencita seguía susurrándole nuevas instrucciones.

  • ¡Si... Siiii... Siiiiiii...! -empezó a gemir cada vez más fuerte, en parte por el placer, pero en parte por su aceptación de las instrucciones que se iban volviendo parte de ella, de su mente y personalidad- ¡Aaaaahhh... Siiii... Si... Lo haré... Haré looooohhh... que quieraaaas...!

En ese momento X detuvo la música, y sonrió al ver que las dos hembras entrelazadas en el sillón seguían bailando a su propio ritmo... La hechicera ya no podía parar, debía seguir, el placer la tenía totalmente obnubilada de todo lo demás, nada le importaba excepto la cosa dura entre sus piernas... Un placer incontrolable e insaciable la arrastraba a un lugar del que pronto no podría volver.

  • ¡Mmm... Aaaaahhh... Me gusta tanto...!

Las hembras entrelazaron los dedos de sus manos con las de la otra, como tratando de volverse una sola, sus pezones duros se frotaban uno contra el otro deliciosamente, mientras aceleraban el ritmo de sus caderas y se separaban ligeramente para mirarse, sus bocas abiertas y jadeantes gemían de pasión, pero mientras la pelirroja sonreía excitada y complacida, Phoebe (aunque reflejaba su gran lujuria) mostraban un dejo de angustia y miedo en sus ojos pues de nuevo no podía dejar de mirar los labios rojo sangre de la jovencita.

  • ¡Oooohhh... Ooohhh... Me vengo... Me vengo amor...! -sollozó casi burlona la chica mientras se movía a toda velocidad sobre la hechicera, sabiendo muy bien lo que conseguiría... La cautiva trató débilmente de apartar a la joven, de detener lo que ocurría.

  • No... Por favor... Espera... Espera... ¡Me voy a venir! -sollozó dulcemente no muy segura de si se lo decía a Muñequita o a sí misma. Pero la chica no lo permitiría, hombre o mujer, nunca nadie se le había resistido antes y esa nueva esclava no sería la excepción.

  • ¡Si... Cariño... Hazlo... Vente... Siiii...! -le dijo con voz ronca mientras se sujetaba firmemente de los hombros de la hechicera y movía sus caderas ahora de forma frenética, más y más rápido que antes, estimulándola más allá de lo que podía soportar...

  • ¡No... Noooo... Noooooo...! -gritó por fin mientras, sin poder controlarse, sus manos sujetaban la cintura de su amante para poder penetrarla más profundamente. Complacida la pelirroja bajo un lado de su vestidito rojo y liberó una de sus tetas cuyo pezón erguido introdujo en un instante en la boca de Phoebe que por reflejo empezó a chupar antes de venirse finalmente.

  • ¡Mmmmmmm...! -gruñó al fin, aun con esa exquisita carne en la boca, al eyacular dentro de Muñequita, sintiendo una vez más como parte de su ser la abandonaba, se perdía, en esa extraña explosión líquida, pero está vez su "semen" tibio y pegajoso, al salir cubría su propio miembro fantasmal duro, dándole una extraña satisfacción, pero sobre todo, cubriendo el interior del sexo de la pelirroja, mojándola, marcándola como suya, y obteniendo de eso un enorme placer... mientras, la jovencita aprovechó para sacar su seno de entre esos labios celestiales, permitiéndole así gemir sin freno- ¡Ooooooohhhhh!

Por un segundo Phoebe se sintió horriblemente humillada al ser seducida por esa jovencita como si ella misma no fuera más que un adolescente inexperto... pero apenas un instante después perdía el sentido por el increíble orgasmo que había tenido y por el pesado sopor que le siguió, su primera vez teniendo un orgasmo masculino, poseyendo a una hembra... Muñequita la sostuvo tiernamente mientras quedaba inconsciente con su cabeza recostada sobre las suaves tetas de la pelirroja. Sonriente, X se acercó a ella, pues al fin sintió que estaba lista, casi era el momento... Finalmente podría poseerla, y someterla a él.

Como en un sueño la hechicera seguía bailando ballet, giraba lánguidamente sobre las puntas de sus pies calzados con esas zapatillas rojas tan eróticas, sus piernas se encogían y estiraban haciendo ondular el tutú a su alrededor, que acariciaba sus muslos, excitándola más y más, ella apretó los dientes tratando de resistir, pero al final tuvo que gritar...

Phoebe despertó de pronto, en la semipenumbra, en la cama, sintiendo como su cuerpo era acariciado por las sábanas de seda, disfrutándolo antes de sentarse, confundida y cubierta de sudor.

  • ¡Nnnngggh... Otra pesadilla! -pensó por un momento hasta que notó que su mano derecha estaba metida en las cobijas y entre sus piernas, viendo cómo subía y bajaba entre la tela, entonces se dio cuenta de la realidad: se estaba masturbando, acariciando y sujetando su extraño falo invisible, para su propio placer...- ¡Uuuggghh...! ¿Pero que estoy haciendo?

De inmediato apartó la mano de su sexo, a la vez asustada y frustrada, para luego levantarse de un salto como queriendo alejarse del ataque. Ahora entendía sus pesadillas. No lo eran.

  • Me... Me estoy masturbando mientras duermo... ¿Cómo no me di cuenta antes? -pensó confundida y temerosa, pensando en que otras cosas le estaban pasando inadvertidas- ¿Qué me están haciendo? ¡Dioses! Tengo que salir de aquí... se me acaba el tiempo... No puedo esperar más...

Se dirigió al baño pero al pasar frente al espejo de detuvo brevemente.

  • Mmm... Que bien, me gusta... -susurró para sí misma. Amaba su lencería obligatoria, era uno de los escasos aspectos agradables de su secuestro: Unas pequeñas pantaletas de encaje azul cielo que casi eran una tanga, su ajustado corset a juego cubierto de pedrerías, odiaba como le dificultaba respirar pero adoraba la figura de reloj de arena que le formaba, los ligueros con medias azules casi transparentes que llevaba la volvían loca pero le encantaba su suavidad, y claro esas increíbles zapatillas malditas de tacón de aguja que la mantenían prisionera... pero debía admitir que le encantaba como hacían lucir sus piernas. Sabía que estaba mal y que no era el momento pero empezó a posar frente al espejo como una modelo de Victoria Secrets, luciendo su cuerpo, sus piernas, sus firmes senos, sus respingadas nalgas...

  • Bueno, basta de juegos -pensó brevemente para luego sonreír complacida por lo que veía en el espejo para de inmediato dirigirse al baño.

Luego de cubrir sus necesidades elementales se dio un largo baño de tina con agua caliente, disfrutando enjabonarse lenta y cuidadosamente, casi de forma sexy, como para un público inexistente. Era agradable poder asearse así, relajarse, casi como estar en un hotel de lujo, excepto claro por sus zapatillas de metal y sus medias que no podía quitarse incluso en la bañera y la marcaban como esclava del perverso de X.

Luego de secarse salió desnuda (excepto por sus zapatillas y medias) del baño  fue a su guardarropa y lo abrió para elegir su conjunto de lencería del día, rápidamente se decidió por un conjunto color rosa, un minúscula tanga de encaje, apenas un triángulo pequeño conectado con delgadas cintas, translúcido, luego su corset del mismo color, adornado de complejas filigranas de otro tono rosa, se lo puso en el torso y lo ajustó, pero sabía que necesitaría ayuda para apretarlo adecuadamente a su alrededor, entonces trató de rascarse la espalda en donde le rozaba la prenda pero era muy difícil, ni siquiera podía verse bien en el espejo, lo que era desesperante y a la vez... excitante...

  • Bueno... Las esclavas aún tardarán en traer el desayuno -pensó con una sonrisa mientras se recostaba suavemente en la cama y abría sus ya ardientes muslos, luego introdujo su mano bajo su pequeña tanga y con dos dedos empezó a acariciarse, su lindo clítoris pidiéndole atención y sorprendiéndola con lo mojada que ya estaba- ¡Nnnngggh...! ¿Por qué estoy... tan caliente? ¡Aaaaahhh...!

Durante un buen rato se acarició, cada vez más deprisa, cada vez con más placer, pero... Por más que lo intentaba no podía llegar al orgasmo, pero no se rindió, continuo dándose placer vigorosamente, empezó a creer que al fin lo conseguiría... cuando de pronto se abrió la puerta y entró la doncella francesa, con la charola de comida, la sorpresa la hizo dar un gritito.

  • ¡Aaaayyy...! -de inmediato sacó la mano de entre sus piernas como si fuera una travesura, y se cubrió a medias con las cobijas.

  • Buenos días hermanita, espero hayas dormido bien... Traigo tu desayuno, te lo serviré en el sillón... Vamos... Te gustará -le dijo amablemente mientras la mujer se destapaba lentamente y se levantaba de la cama, a la vez obediente, frustrada y confundida.

  • Si, gracias... -respondió tímidamente a la morena al sentarse en el sillón, pero nunca perdió de vista a Piernas mientras servía el desayuno a un lado en la mesita, se sentía casi en trance, mientras se complacía en verla inclinarse sirviéndole, le gustaba como lucían sus torneadas piernas con esa minúscula y humillante minifalda que la obligaban a ponerse junto con las zapatillas de charol negro de tacón de aguja, disfrutaba como le mostraba su maravilloso escote cuando le preguntaba si deseaba algo más... Su miembro fantasmal ya estaba totalmente erguido y duro, como una serpiente lista para atacar.

  • Ooohhh... ¿Qué me pasa últimamente con las esclavas de X? -pensó mientras seguía comiendo casi automáticamente pero sin dejar de recrearse la mirada con la deliciosa Piernas ordenando la habitación- Me gustan tanto...

  • ¿Ya terminaste querida? ¿Limpio tu mesa? -le dijo sonriente la doncella de espaldas a ella, luciendo su precioso trasero cubierto con pantaletitas de encaje negro y sus medias con su sexy liguero, inclinada mientras tendía la cama de dosel.

Para ese momento Phoebe no solamente estaba húmeda de excitación sino que su invisible y durísima erección le impedía pensar en otra cosa que no fuera esa hembra morena y provocativa escasamente vestida.

  • Mmmmm... Esa... Esclava... exhibiéndose así, nada más quiere estar provocando al prójimo... Me tiene caliente como una zorra, pero ahora me las va a pagar... -pensó brevemente la hechicera, cuando finalmente tanta estimulación, el poder de las zapatillas y su falo la doblegaron convirtiendo la atracción en algo más...- Si, por favor hazlo...

Piernas obedeció sonriente mientras se inclinaba a un lado del sillón, entonces sin saber bien que hacía, la hechicería se giró levemente y empezó a acariciar la espalda baja de la morena, justo arriba del moño del delantal que lo ataba a su cintura, era cálida y sedosa, la tela se sentía exquisita entre sus dedos, suavemente empezó a acariciarla en pequeños círculos... La doncella pareció congelarse un momento, luego sonrió y siguió limpiando la mesita, al no ver rechazo o molestia Phoebe decidió dar un paso más, siguió pero ahora más abajo del moño, debajo y dentro de la diminuta falda, acariciando y apretando lenta y suavemente la redondez de una de esas lindas nalgas, luego la otra, sobre la sedosa tela de las pantaletas, para ese momento lo único que hacía Piernas era apoyar ambas palmas de las manos sobre la mesita ya vacía y limpia.

  • Mmm... ¿Pero que estoy haciendo? -pensó Phoebe por un momento dudando de su propio comportamiento, entonces la morena se inclinó aún más en la mesita mientras empezaba a gemir suavemente, lo que hizo que la hechicera entrecerrara los ojos a la vez que su extraña erección inexistente enloquecía amenazando con atravesar la tela de sus propias pantaletas e impidiéndole pensar en nada más- Ooooooohhhhh... Siii... ¡Me encanta!

El placer siguió, ahora deslizaba su mano a todo lo largo de las exquisitas piernas cubiertas de medias de la doncella, las suaves y sedosas curvas la obsesionaban mientras que Piernas con su postura, movimientos y sollozos de placer la incitaba a ir más allá todavía, Phoebe ya se había levantado del sillón y estaba en cuclillas detrás de la sexy mucama, sus manos acariciaban esas maravillosas piernas hasta los esbeltos tobillos e incluso los estilizados tacones, a la vez que con su rostro en posición tan ventajosa no pudo contenerse… empezó a besar, y a veces morder, las firmes nalgas de la esclava, deleitándose con sus grititos de gozo, su aroma, su sumisión.

  • Mmm... Con razón X te puso ese nombre de Piernas... Son perfectas... Me fascinan... -le dijo la hechicera con voz gutural mientras se levantaba colocándose justo detrás de la morena en su inclinada, vulnerable y, sin duda, perfecta posición, de un movimiento le bajo sus pantaletas negras y sin pensarlo, por instinto, hizo el ademán de sujetar su fantasmal falo para guiarlo al húmedo coño de la ya sometida doncella que suspiró extasiada cuando sintió las caderas de la cautiva pegarse a sus nalgas en una deliciosa embestida.

  • Aaaaahhhh... Aaaaahhh... -gimió cuando ella entró y luego cuando salió, sin comprender muy bien porque, pues se suponía que Piernas provocaría a su hermanita y fingiría ser cogida por ella... pero descubrió que no fingía, lo estaba disfrutando, y entonces supo el motivo: podía sentirla... Podía sentir ese "inexistente" miembro penetrándola y dándole placer, como si realmente estuviera allí, convirtiendo a la esclava en presa de la bella hechicera que ya la tenía sujeta de los lados de sus caderas haciéndola suya una y otra vez, mientras que seguía hablándole y acariciándola, diciéndole dulces palabras seductoras y lisonjeras- ¡Ooooooohhhhh... ¿Qué... Pasa? Mmm...

El rostro de Phoebe era una máscara de lujuria y agresividad mientras con una mano dominaba a la doncella sujetándola por la nuca.

  • Ooohh... Siii... ya veo... por qué ese... Aaaaahhh... Bastardo te quiere siempre... Aaaaahhh... Cerca y... Disponible... ¡Eres... Deliciosa!

  • No... Oooohhh... Detente... No puedes... Aaaaahhh... Hacerlo... No eres mí... Mmm... -empezó a resistir la morena a la vez que trataba de enderezarse, pero tenía a la hechicera ya demasiado excitada para permitirlo, por lo que le dio un empujón obligándola de nuevo a quedar inclinada a  noventa grados, para luego sujetarse de los preciosos ligueros de encaje de Piernas, como si fuera el correaje de una yegua, y así seguir cogiéndosela maravillosamente- ¡Ooooooohhhhh!

  • ¡Nnnngggh...! Muy bien... Eres exquisita... Linda Piernas... -le dijo Phoebe con voz ronca a la doncella, a la vez que aceleraba su ritmo en el coño de la hembra.

  • Aaaaahhh... Aaaaahhh... No es... Correcto... Mi amo se... molestará... -la excitada mucama trató de resistir débilmente al evitar moverse contra las embestidas de la hechicera, mordiéndose el labio inferior y quedándose casi quieta, inclinada sobre la mesita, pese al placer indecible que la abrumaba con cada penetración que recibía- ¡Nnnnngggg!

Pero eso solamente estimuló aún más a Halliwell que se rió sonoramente ante la débil resistencia de la morena, en un instante obligó a Piernas a poner sus manos tras la espalda, quedando apoyada sobre su esbelto torso, sus preciosas tetas levemente aplastadas contra la mesita, de inmediato conectó los grilletes de la indefensa mujer y pudo controlar ambas manos con una de las suyas, mientras con la otra le dio un fuerte azote al costado de una nalga.

  • ¡Aaaaaaahhh! -gritó de dolor y placer la doncella sin poder evitarlo.

  • ¡Muévete esclava...! ¡Conmigo! -le gruñó dominante Phoebe mientras aceleraba su ritmo de embestidas, pero al ver que Piernas solamente había dado un respingo con el primer golpe decidió darle otro azote igualmente poderoso en la nalga que la hizo al mismo tiempo arquear la espalda, dar un gritito y tener un pequeño orgasmo- ¡Ahora esclava! ¡Más rápido!

-¡Aaaayyy... Siii... Ok...! -chilló la morena y al momento empezó a mover sus lindas caderas atrás y adelante, siguiendo el ritmo, empujando contra la hechicera cuando ella embestía y alejándose cuando ella retrocedía, haciendo así las penetraciones más profundas y exquisitas- ¡Aaaaahhh... Aaaaahhh... Oooohhh...!

  • ¡Nnnnnn...! Eso es... Muy bien... -le susurró complacida la hechicera, mientras con su mano libre acariciaba y arañaba levemente los muslos de la sexy mucama sometida, o le introducía la mano por delante entre sus piernas y la masturbaba vigorosamente con dos dedos mientras seguía cogiéndosela- ¡Así... Sigue... Sigue...!

  • ¡Oooohhh... Esto está... Maaaaal... Mi amooooo va a... No puedes...!

  • Si que... Puedo... Y no vas a... Evitarlo... Esclava... -le gruñó agresiva la hechicera a Piernas sin dejar de poseerla para finalmente darle un nuevo azote en la nalga para forzarla a mover sus caderas aún más rápido- ¡Muévete más... Ya...!

  • ¡Aaaayyy... Está bien... Está bieeeeen...! -gritó al borde del orgasmo mientras movía sus caderas más deprisa para igualar las penetraciones de Phoebe, la que aprovechó su mano libre para desanudar el cabello recogido de la morena sujetándola de la cola de caballo y jalando de ella hacía atrás, obligándola a apuntar su rostro casi hacia arriba lo que finalmente hizo que la mujer estallara incontrolablemente en un gran orgasmo mientras extendía perfectamente sus bellas piernas y ponía sus pies de punta con todo y tacones.

  • ¡Noooonnnnnggg...! -empezaba a gritar cuando Phoebe, sonriendo de forma traviesa y lujuriosa, se inclinó sobre la morena para taparle la boca con la mano, impidiéndole gritar, arrebatándole humillantemente incluso la posibilidad de desahogarse plenamente en su orgasmo, vengándose de todas las veces que la mordaza le había hecho lo mismo, y al igual que en su caso eso solamente hizo que el orgasmo sometido de Piernas fuera aún más poderoso.

  • Muy bien, muy bien querida... Lo hiciste maravilloso -le susurró la hechicera mientras separaba los grilletes de las muñecas de la exhausta morena que yacía débil y vulnerable sobre la mesita.

  • Aaahhh... No podemos... Seguir con esto... Mi amo... -gimió débilmente la mujer para de inmediato ser interrumpida por Halliwell.

  • ¡Silencio zorra! Tu opinión no importa... Aún no acabo contigo... ahora es mi turno de placer... -le gruñó a la mucama mientras metía la mano en sus pantaletas francesas y le pellizcaba suavemente el clítoris haciéndola gemir, no solamente por el dolor sino por que aún podía sentir el falo invisible de la hechicera perfectamente duro y profundamente dentro de ella, lo que la hizo sentir asustada y excitada a la vez- Voy a venirme dentro de ti... Al fin, sin control de X ni de nadie más, me darás placer hasta que yo quede satisfecha y para entonces tú serás...

  • ¡Basta! ¿Qué está pasando aquí? -gritó amenazante desde la puerta del aposento Bombón, se veía furiosa, llevaba su saco de chofer en el brazo y en la otra mano la pistola de dardos.

  • ¡Aaaayyyy! -gritó la hechicera asustada y avergonzada, en parte por ser sorprendida en semejante y comprometida situación pero principalmente por el tremendo impacto de darse cuenta de pronto de lo que había estado haciendo con la mujer.

En un instante se enderezó y se apartó de la doncella que también se levantó, se subió su linda lencería, acomodó su diminuta faldita y puso las manos sobre su delantal.

Bombón las miró molesta por un momento pero rápidamente sonrió divertida ante la situación.

  • ¡Vete de aquí Piernas! Lo que hiciste estuvo mal, ahora ve a tu habitación y como castigo no saldrás hasta que el amo te llame, yo no le diré nada si obedeces, al menos por ahora... -le dijo burlona la chofer, a lo que la morena respondió caminando con la mirada baja hacia la puerta, temerosa... Al menos hasta que pasó junto a Bombón que le dio un delicioso azote que le arrancó un grito mitad de sorpresa y mitad de placer.

  • ¡Aaaaahhhyyyy! -chilló para luego correr a su habitación, odiaba que casi todos le dieran órdenes, pero era naturalmente sumisa (o eso le habían hecho creer) y además esclava de las zapatillas.

Bombón cerró las puertas y se volvió hacia Phoebe que se había subido a la cama y cubierto con las sábanas de forma pudorosa mientras la miraba con incertidumbre...

  • ¡Vaya sorpresa! Si que sabes pasarlo bien querida... Y no te culpo, Piernas es un tesoro y una maravilla solamente de verla trabajando en casa con ese uniforme, pero tenerla vulnerable y a tú merced... Uuufff... Es deliciosa ¿no?

  • Yo... Yo... No sé qué me pasó... No pude controlarme... La... La... Deseaba...

  • Oh sí... Lo noté, lo hacías muy bien, de verdad estabas dominada por tu deseo querida... -le empezó a decir la chofer con media sonrisa burlona a la vez que se quitaba el saco- pero ahora me toca disfrutar de ti, no te preocupes, excepto por Piernas que está encerrada en su cuarto no hay nadie más, estamos solamente tú y yo, ya te quiero ver vulnerable y saber si eres tan deliciosa como ella... y puedes estar segura que lo disfrutarás...

  • Y tú puedes estar segura que esto no lo disfrutarás ¡Asur Kal Baal! -le dijo la hechicera en tono firme a la chofer, que dio dos pasos hacia ella levantando el arma de dardos lentamente, pero al final se detuvo con sus ojos en blanco y su rostro neutro, Phoebe se acercó rápidamente a la mujer mientras pensaba su siguiente movimiento- Bien... Llegó la hora... es mi última oportunidad de escapar, pronto dejaré de ser yo misma y me convertiré en esclava perpetua de ese demente, es ahora o nunca...

La hechicera se inclinó hacia la mujer hablándole con seguridad y calma.

  • Hola Bombón... ¿Sabes quién soy?

  • Eres... Eres... Mi... ¿Amo?

  • Muy bien, eso es, soy X... Tu amo, Dilo...

  • Eres X, mi amo.

  • Perfecto Bombón, buena chica -Phoebe debía elegir con cuidado sus palabras, no podía arriesgarse a que la chica despertara del trance, llevaba semanas manipulándola y condicionándola durante sesiones cada vez más largas conforme había ido convenciendo a la chofer de que ella era X, finalmente ella la había reconocido por si misma sin que tuviera que forzarla, no era suficiente pero tendría que serlo, ya no tenía opción- Ahora abre los ojos para tu amo...

Lentamente se abrieron los ojos de la mujer, ya no estaban en blanco, y apenas la vio brillaron con adoración.

  • ¡Amo! -le dijo roncamente con un fuerte deseo apenas disimulado- ¿En qué te puedo servir?

  • Gracias Bombón, eres un encanto... -empezó a responder la hechicera cuando notó que la chica pareció dudar, confundida al parecer por la respuesta que recibió lo que hizo que la mente de Phoebe trabajará a toda velocidad- Mi control sobre ella es muy frágil, debo tener cuidado o podría "despertar" de la ilusión que hice para ella... ¿Que falta? ¿Qué más requiere mi personaje?

Por un instante meditó hasta que una sonrisa se formó en sus labios rojos.

  • ¡Esclava, en posición ahora! -le ordenó fríamente la hechicera aunque por dentro estaba feliz al ver que la hembra bajaba la mirada y se arrodillaba frente a ella, enviaba sus hombros hacia atrás, sacaba el pecho y sujetaba firmemente con las manos sus propios tobillos tras ella- Excelente Bombón...

  • Gracias amo -dijo mansamente la chofer mientras la mujer se movía a su alrededor lentamente, observándola con satisfacción, de pronto extendió una mano la metió en el escote del corset rojo de Bombón y le dio un fuerte pellizco en su de por sí duro pezón- ¡Aaaaahhh!

  • Ahora escucha esclava... Quiero que me sirvas...

  • Si amo, soy tuya, para siempre...

  • Muy bien, verás necesito quitarme estás zapatillas de esclava, no encuentro mi llave y me urge ponerme otra cosa, ¿Que puedes hacer Bombón?

  • Yo... Quizás...

  • ¿Qué? Habla pronto maldición...

  • No puedo abrir esos cerrojos con mi habilidad... son demasiado complejos... tu siempre llevas la llave colgando en tu cuello... pero yo...

  • ¿Y entonces...? Ya te dije que perdí la llave... ¡Maldición habla!

  • Pero quizás sepa dónde está una copia: creo que la vi en la caja fuerte de tu despacho, sólo dame la combinación...

  • Esclava tonta, ahora mismo no puedo recordarlo, ya levántate ¿Crees que puedas abrirla con tus habilidades?

La mujer se puso en pie lentamente, algo confundida.

  • Sí, creo que sí, pero deberías record...

  • ¡Pues deja de hablar y hazlo de inmediato! -le gruñó Phoebe a la vez que le daba un fuerte azote en las nalgas

  • ¡Aaaaahhh...! -chilló deliciosamente la chofer al tener un pequeño orgasmo por el golpe y el humillante trato, para de inmediato correr sobre sus botas de amazona de altísimo tacón incapaz ya de dudar o de hacer otra cosa más que obedecer a su amo. En minutos Bombón ya estaba en la puerta de la gran cajá fuerte de combinación electrónica desmantelando el panel de los botones para acceder a los circuitos, usando su especializado teléfono inteligente para hackear la caja, para cualquier otra persona  seria casi imposible, pero como exagente de la CIA Bombón estaba preparada para el reto.

  • Excelente, me ha costado semanas de esfuerzo pero al fin logré confundir a esta esclava para que me ayude usando el mismo poder de las zapatillas -pensó complacida la hechicera ante la ironía- por fortuna son objetos hechizados en sí mismos así no necesito usar poderes mágicos, solamente aprender a usar la lengua obscura para utilizarlos, como lo hace X.

Minutos después llegó corriendo hasta Phoebe, se arrodilló frente a ella y con la mirada hacia abajo le ofreció una llave plateada de complejo diseño.

  • ¡Muy bien esclava! Ahora úsala y quítame estos ridículos tacones -le ordenó la hechicera, sonriendo sin saber muy bien el motivo, a la vez que levantaba su pie entaconado y lo apoyaba de punta en el regazo de la arrodillada esclava que obediente y amorosamente besó la zapatilla antes de sujetar el tobillo de la mujer y meter la llave en la cerradura del grillete para luego girarlo lentamente, hasta hacer sonar un clic, con lo que la cerradura se abrió y al fin Phoebe pudo sacar su pie cubierto de media de ese calzado- Excelente, ahora la otra, esclava.

En segundos la mujer estaba libre de las zapatillas de esclava, dando un suspiro de satisfacción se frotó suavemente sus pies apenas liberados sentada en el sillón del cuarto.

  • Muy bien Bombón, ahora tráeme ropa... de la tuya estará bien, nada llamativo, unos pantalones y una camisa color obscuro -ordenó entonces mientras se levantaba y se acercaba a la hembra que seguía arrodillada, disfrutando la textura de la alfombra en sus pies descalzos.

  • Pero amo...

  • Ahora, esclava -le dijo a la chofer de forma dominante mientras la sujetaba suave pero firmemente de la garganta obligándola entonces a ponerse de pie- no quiero tus excusas sino resultados... ahora hazlo...

  • Si amo... -respondió la exagente de la CIA, se dio la vuelta para marcharse y sintió un tremendo pellizco en una de sus firmes nalgas que la hizo chillar, más de sorpresa y placer que de dolor- ¡Aaaaahhh!

  • ¡Muévete! -le dijo Phoebe con media sonrisa, complacida al ver a la mujer correr para obedecer, sin darse cuenta de cómo su personalidad indudablemente estaba cambiando.

Minutos después la hechicera se había puesto una camisa azul obscuro formal y unos pantalones negros demasiado ajustados para su gusto pero cómodos pese a todo.

  • Es suficiente, al menos ahora no voy a parecer una modelo de lencería caminando por la calle -pensó brevemente tras verse al espejo- obviamente no puedo ponerme ningún calzado que encuentre aquí, tendré que irme descalza y tal vez encontrar algo que ponerme afuera... Pero ahora debo salir de aquí de inmediato, no sé cuánto tiempo tardarán en volver X y las demás... Y aún debo evadir a los guardias de afuera.

Luego se volvió a Bombón que estaba arrodillada junto a ella, mirándola embelesada a lado de la cama.

  • Lo hiciste muy bien Bombón, eres muy obediente -le dijo sinceramente a la chofer mientras con la punta de su dedo pulgar acariciaba sus carnosos labios, haciéndola estremecer involuntariamente y gemir- Pero ahora debo irme esclava, no puedes interferir...

Mientras decía esto sujetó con cada mano las muñecas de la chica y a la vez que las ponía tras su cabeza se inclinó, cerró los ojos, y le dio un beso francés sin estar muy segura del motivo...

Bombón gimió suavemente también con los ojos cerrados, escuchó un clic y al volver a mirar se encontró con los grilletes de sus muñecas fijados alrededor del poste de la cama y sobre su cabeza.

  • ¡Oooohhh... Amo... Pero...! -empezó a decir la chofer cuando la hechicera le introdujo suavemente entre los labios una de las mordazas que usaba hasta hacía poco tiempo, por fortuna había quedado olvidada en un cajón y Phoebe estaba feliz y ansiosa de usarla en alguien más aunque no estaba segura del motivo- Mmmm... ¡Mmmmmm!

  • Lo siento Bombón, pero es lo mejor, ya te lo explicaré a detalle cuando logre liberarte de esta locura, o eso espero...  ¡Upalshin! -le ordenó antes de dar un último vistazo al pasillo y salir a paso veloz, descalza y en silencio.

Piernas estaba en su cuarto, una pequeña pero preciosa y cómoda habitación para el servicio, todas las esclavas favoritas tenían su propio cuarto, igual Bombón, Nena, la camarera, la cocinerita, y demás, para X era un placer cogérselas en sus propios lugares, de tal manera que nunca tenían un sitio privado, siempre estaban a merced de sus abusos, además le encantaba jugar con ellas, fingir que era el patrón aprovechándose de las indefensas empleadas, a veces también las hacía olvidar que eran esclavas, luego las sometía y violaba deliciosamente en sus propias camas pero siempre las forzaba a venirse, valiéndose de cualquier truco necesario, mágico o no...

Recostada en la cama y aún vestida como doncella esperaba aterrada temiendo el castigo que podría sufrir si Bombón la acusaba con su amo.

  • Oooohhh... ¿Qué me pasó? Mi hermanita me hizo suya y no pude controlarme, me volví su propiedad... y como lo gocé... Mmm... -inconscientemente metió la mano entre sus piernas y empezó a acariciarse- Aaaahhh... Era como... Como... Oooohhh... Como cuando me coge mi amo X... Aaaaahhh...

Encogió ligeramente sus piernas sobre la cama y las abrió más, mientras dos dedos le daban placer dentro de su lencería su otra mano acariciaba sus tetas sobre el vestidito, luego bajaba, acariciaba sus expuestos muslos y recorría con sus dedos los ligueros de donde la hechicera la había sujetado para poseerla... Sus pies calzados con los altísimos tacones negros se empezaron a poner de punta, clavándose en el colchón...

En ese momento la mucama empezó a escuchar una serie de gemidos apagados que venían del cuarto de Phoebe.

  • Mmm... Que bien... Que... Delicia... -en un instante Piernas se olvidó de toda preocupación y se masturbó lánguidamente, excitándose más y más cada vez que escuchaba uno de los gemidos apagados que llegaban de lejos... Hasta que finalmente alcanzó un exquisito orgasmo rematado por un grito que ella misma no comprendió- ¡Aaaaahhh... Aaaaahhh... Ooooohhhhh... Amaaaaaaa!

En ese instante, con X a cientos de kilómetros de distancia y con Piernas y Bombón indefensas, Phoebe se encontraba ante la puerta del área de esclavas del complejo de Scorpius, ya vestida pero libre de todo calzado...

  • Seguramente será mi última oportunidad de escapar... -pensó la hechicera mientras avanzaba el último paso hacia la puerta...

FIN

LA AVENTURA DE PHOEBE CONTINUARÁ EN EL SIGUIENTE RELATO CRUCIAL DE ESTA SERIE: LA BATALLA DE LAS ZAPATILLAS ROJAS.