He perdido la verguenza
¡Cuánto se puede disfrutar cuando se vencen algunos prejuicios!
Rocco comparte nuestro hogar desde hace ya cuatro años, es parte de mi pequeña familia compuesta por mi padre, mi madre y yo. Vivimos en las afueras de una ciudad tranquila, en una casa con gran parque, piscina y entre otras comodidades.
Mi nombre es Andrea, tengo 23 años, estudiante, no me gusta mucho la actividad física si bien desde pequeña practico tenis solo para acompañar a mi padre que es fanático de este deporte. Tengo cabellos castaños (hoy rubia) soy poseedora de una muy buena cola (bien paradita), bellas piernas, cintura pequeña; solo me gustaría tener senos más grandes. Creo ser bonita ya que nunca me a faltado un candidato para elegir. Soy muy cuidadosa de mi estética y trato de estar siempre bonita. Fanática de la electrónica trato de tener todo lo nuevo en cámara de fotos, filmadoras, celulares, compu. etc.
Hoy me siento re mal, hace una semanas terminé mi relación con Gustavo, un chico de mi edad compañero de estudios, del cual primero fui su compañera, luego su amiga, después su novia y hoy tristemente luego de tres largos años soy su ex.
Romper la relación esta vez me ha pegado mal. Descubrí en su teléfono mensajes de textos de una fulana que lo esperaba y lo invitaba a salir con otros destalles más, que hacían referencia a donde encontrarse, etc ,etc, etc, y cuando lo increpo por lo que había descubierto, solo se levanto del sillón y dando media vuelta me dijo: yo busque fuera lo que tú no me das?
-Y que es lo que yo no te doy?
- Sexo como una mujer! Pareces una niña! Y yo quiero que seas mi puta! A mí me gustan las putas! Las que te la chupan la pija, te dan el culo y todas esas cosas que tú, con tus malditos prejuicios, no puedes aceptar! Respondió enfurecido, al tiempo que se iba de la casa pegando un portazo.
El odio y la rabia invadían mi cuerpo, luego me poseyó una terrible amargura y la necesidad de llorar.
No sé si en parte no tiene razón con lo que me dijo, pero no era ni la forma ni el modo ni el momento.
Es cierto que soy muy convencional a la hora del sexo, me da pudor tener que chupársela, cada vez que tenemos sexo insiste en hacérmelo por detrás, me tiene harta pidiéndome el culo. Se pasa el día mostrándome películas pornográficas; eso no va conmigo.-
Ahora estoy sola en casa, mis padres de vacaciones, mis amigas también de vacaciones y yo aquí, abandonada a mi suerte por querer quedarme con el imbécil de Gustavo.
Me he echado al abandono. Desayuno, almuerzo y ceno cualquier porquería que encuentro en la heladera, si no, pido al delivery. No me he bañado por dos días, ni me he vestido para salir, estoy con una tanga negra, y una remera corta que apenas me tapan la tetas. Me la paso mirando tele, echada en el sillón, compartiendo mi tiempo con Rocco.
Rocco es mi perro, cruza con Gran Danés, es enorme, de pelaje rubio si se puede decir de alguna forma. Mis padres lo buscaron en un refugio con el objetivo que cuide el parque y la casa pero se transformo en un integrante más de la familia, es un atorrante, fiaquento, se pasa el día durmiendo y comiendo. Eso si, lo que tiene de enorme lo tiene de bueno, solo ladra para pedirte comida, cuando te ve con algo que le gusta en la mano.
De esta forma transcurrimos los días, Rocco echado junto a mi lado en el sofá mirando mi comida y yo mirando la televisión.
Me he despertado tarde, son como las diez y media de la mañana, y como casi siempre Rocco duerme en la alfombra a mi lado.
Pasé una noche rara; en dos ocasiones soñé con caricias, y con un individuo que me tocaba el sexo en forma suave, lo que al despertar me deja una sensación rara, por decirlo de alguna manera, me puse cachonda. Estoy bastante calentita.
Bajo a la cocina, voy por un jugo a la heladera, enciendo el televisor y me tiro sobre el sofá con la piernas abiertas (en una actitud más masculina que femenina, solo me faltaba rascarme) a ver cualquier cosa que paseen mientras tomo mi jugo. En eso Rocco se acerca y como siempre se intenta subir al sofá con su eterna parsimonia, pero cuando pasa por delante mío, se detiene, me mira con cara de pavo y sin dudar un segundo, clava su hocico en mi entrepierna dándome dos o tres lengüetazos que impactan de lleno sobre mi tanga, justo en mi vagina. Esto me conmueve y me confunde, le retiro la cabeza de un empujón pero el nuevamente insiste y logra darme otro par de lengüetazos más. Salto sobre el sillón, sin entender mucho lo que pasaba y por supuesto le grito al perro para que me deje en paz. Lo único que consigo es que se eche a mi lado como de costumbre y no le de ningún tipo de importancia a las increpaciones que yo le hago.
Yo quedo bastante conmovida por la situación, mientras tomo el jugo pienso que ya era tiempo de bañarme, porque se ve que huelo más a perra que a mujer.
Miro el reflejo de mis revueltos pelos en el vidrio de la mesa ratona del living y se parece más a la figura de una loca que a mí. Los cabellos completamente despeinados, el maquillaje corrido estaba impresentable.
Mientras pienso todo esto siento que Rocco apoya su enorme cabezota sobre mi pierna lo que me desconcentra de mis pensamientos al tiempo que insiste, con su enorme lengua, en pasarla por mi entrepierna.
Esto no era nada comparado con lo que estoy viendo, tiene todo su falo fuera del capullo, es enorme, como de veinticinco centímetros, grueso, venoso, rojo intenso casi morado y sumamente brillante, sin pensarlo y sin dudarlo estiro mi brazo y alcanzo el pene de Rocco con mi mano. El tacto confirmaba lo que mis ojos dicen: es terso, suave, caliente, pero muy muy duro, casi como madera y con mi mano solo podía tomar un tercio de su tamaño.
Justo siento dos lengüetazos en mi entrepierna y reacciono de lo que estaba haciendo. Me incorporo de un salto y luego voy a lavarme las manos. Abro la canilla, pero antes me huelo la mano para saber que olor me ha quedado; no es nada rara. Es casi sin aroma alguno; esto me tranquiliza un poco.
Termino de lavar mis manos al tiempo que siento que desde atrás Rocco, con la cabeza, golpea mi culo, lo que hace que tenga que sostenerme del borde del lavatorio y desde atrás comienza a lamer mi raja. Tal como estoy parada, con las piernas separada desde atrás y desde abajo siento la poderosa lengua de Rocco refregar mi vagina y para ser sincera me gusta horrores. Solo un par de lamidas y estoy como loca, creo que ya me mojé. Con un rápido movimiento me quito la tanguita y me acodo sobre el lavatorio para dejar que Rocco haga su trabajo. Lame de forma brusca; áspera es su lengua, pero poderosa y rápida. Sus lengüetazos separan mis labios vaginales y llegan hasta mi clítoris. Me siento a punto, muy caliente, abro un poquito más mis piernas y acomodo mejor las caderas para que su lengua llegue al lugar justo y me dejo llegar en un profundo, intenso, abundante y espasmódico orgasmo. Apoyo mi cabeza sobre el mármol de la mesada y respiro profundo tratando de dejar de temblar y mordiendo mis labios para no gritar de placer.
Rocco parece saber que necesito recuperarme y se va nuevamente al sofá mientras yo intento recuperar el aliento.
Me siento satisfecha y a la vez sucia. Por un lado siento asco y vergüenza de mi y por otro la rica sensación de estar satisfecha como hacía mucho no lo estoy. Casi inconscientemente camino hacia el dormitorio donde me tiro en la cama para descansar.
Me doy cuenta que estoy solo con la pequeña remera, la tanguita la dejé en la cocina. Bajo una mano para tocar mi entrepierna y la ciento húmeda babosa, caliente.
Es mi primera experiencia zoofilica, estoy aterrada de no haber dudado ni un momento en dejarme lamer, en dejarme satisfacer. Hasta donde soy capaz de llegar?
Me incorporo para ir a tomar una merecida y necesaria ducha pero en el camino me recoge un nuevo, perverso y sexual pensamiento. Prefiero seguir así con mis jugos y su saliva a flor de piel.
Bajo en busca de mi bombachita y veo que Rocco la juntó y está recostado sobre ella.
Se la quieto y voy camino a la habitación de servicio donde tengo mi PC. La enciendo y busco los videítos de zoo que había bajado Gustavo. Necesitaba verlos, tal vez para no sentirme tan culpable, tal vez para no sentirme que soy una perdida, tal vez para buscar algunas respuestas.
Reviso uno por uno los videos y me detengo en cada detalle. Los que veo me impresiona, pero me imagino en ese lugar y comienzo a calentarme. Otra vez estoy hirviendo, otra vez estoy mojada.
Mi mano se desliza entre mis piernas buscando mi sexo, nunca me había masturbado y menos mirando un video de zoofilia.
Sentada delante del monitor de mi PC, me saco la tanga y empiezo a sentir como mi humedad se transmite al asiento de la silla. Ahora la siento en mis dedos que dulcemente acarician mi clítoris.
Me sobresalta ver a Rocco entrar en la habitación.
He perdido la razón y la cordura, estoy loca; pero de calentura.
Llamo al perro, obligo que se acerque a mí con una orden directa y le ofrezco mi sexo abriendo mucho mis piernas y arqueando mi espalda hacia atrás. Rocco clava su hocico en mi vagina y me da solo dos lengüetazos y se deja caer sobre el piso echándose pansa arriba.
Resistencia no violenta es la que usa Rocco. Lo llamo, le insisto en que se levante pero no presta atención. Sera que tal vez ahora él quiere también algo de satisfacción.
No me importa! Necesito que me la chupe un poco más!
Insisto pero no responde. Eso me pone como loca, estoy hirviendo y necesito que me satisfaga y no responde.
Me arrodillo junto a su lado, y lo acaricio intentando reaccione y se levante, pero no pasa nada. Tal vez si le toco la verga lo movilice, cuando estiro mi mano para tocarlo, Rocco ya tiene su poderosa tranca fuera del capullo. El perro recostado pansa arriba y su miembro fuera me dan una perspectiva de cuán grande es; y es enorme!
Tomo su miembro con mi mano y lo siento pegajoso. Entonces refriego mi mano por mi húmeda vagina y uso esa humedad para lubricar mi mano y acariciar mejor su enorme pene.
Lo toco y acaricio y el perro no se inmuta. Esta tranquilo, algo agitada su respiración pero muy tranquilo, disfruta de mis caricias.
Estoy convencida de que debo subirme sobre él y ver cómo se siente su vergota en mi vagina. Mientras me acomodo en cuclillas sobre él, me siento mojar abundantemente, y me invade y una convulsión casi orgásmica. Estoy por explotar de calentura!
Con mi mano acomodo verticalmente su generoso trozo de carne hasta que siento que la puntita raspa con mi vulva. Entonces me quedo solo por un instante en esa posición haciendo que su "glande" suba y baje por mi raja.
En un rapto de frialdad mental pienso que tal vez si me penetra la verga del perro me pueda transmitir alguna enfermedad, pero mi cabeza va por un lado y mi sexo por otro, porque al instante siento como mi cuerpo se deja caer sobre su pene y éste me empieza a penetrar generosamente, deslizándose muy lento y profundo.
El pedazote de carne es muy grande, no entra fácil, tengo que presionar con firmeza para que se vaya clavando en mi interior. Me duele un poco, pero me llena groseramente de placer. Presiono y presiono hasta que ya siento todo dentro de mí y entonces grito de placer y dolor.
Mi escaso vello púbico se quiere enredar con los pelitos de la pansa de Rocco, esto me da la pauta de que ya la tengo toda adentro y entonces decido empezar a jugar y subir y bajar sobre su verga que quema mi interior.
Acaricio sus testículos al tiempo que empiezo a subir hasta que casi se sale su trozo de mi raja, pero luego me dejo caer pesadamente y la tranca de Rocco me vuelve a penetrar hasta el tope. Ahora que lo tengo íntegramente dentro, muevo mi pelvis de adelante hacia atrás, con cuidado y lentitud, tengo miedo que me haga mal, es muy muy grande su aparato y a duras penas lo soporto. Pero el placer es inmenso!
El vaivén de mi pelvis contra su pene me provoca temblores casi orgásmicos, pero me quiero resistir un poco. Lo quiero coger un poco más, quiero gozar su vergota un rato más.
Estoy por tener un orgasmo, pero las sacudidas hacen que mi perro amante se empiece a mover y ahora no estoy cómoda. Es momento de cambiar de posición, entonces me levanto despacio hasta que su miembro abandona mi caverna. Me miro y me toco para ver como estoy. Estoy empapada, sudorosa, dilatada y por sobre todo muy excitada.
Me recuesto de espalda sobre un viejo sillón, dejo mis piernas bien abiertas y en eso Rocco acerca su lengua y lame mi vagina. Casi me hace llegar! Pero yo quiero su tronco dentro de mí.
Tomo a Rocco por sus patas delanteras y las coloco sobre mis hombros, su pene esta justo a la altura de mi vagina. Solo necesita un pequeño movimiento para entrar. Levanto mis piernas en forma de V, con mi mano guio su pene y bajo un poco la cadera. Ya lo tengo dentro de nuevo!
Rocco se mueve como loco, y su pene barrena contra mi interior. Busco sostenerme cruzando mis brazos sobre su cuello. El ritmo que le impone a sus penetraciones es violento y muy intenso. No parece parar, ciento que gozo como una perra y me dejo llevar hasta el fin de un brutal orgasmo que me hace gritar y gritar como una animal y abrazo fuertemente a Rocco por el cuello.
Ya esta, ya llegue.
Pero Rocco no se detiene, intento hacer fuerzas para bajar a Rocco pero es imposible, es muy pesado. Me sigue embistiendo con violencia, su pene se clava con fuerza hasta el fondo de mis entrañas y lo vuelve a sacar de una fracción de segundos. Me sigue cogiendo. Ahora siento que algo quema mi interior, es como un fuego, un acido. Un par de bombazos más y Rocco saca su tranca de mi interior y se baja de arriba mío. Ahora la vagina me duele. Me toco y veo que el hijo de puta me acabo adentro. Estoy chorreando semen del perro por la vagina y me corre caliente por las piernas hasta el piso.
De mala gana me incorporo, voy hasta el baño abro la ducha y cuando el agua esta tibia como me gusta me doy un largo y reparador baño quedándome casi entre dormida dentro de la tina.
Al día siguiente, tal los días anteriores, me despierto tarde, siendo las diez de la mañana, prendo la tele, me tiro en el sofá para tomar el jugo que previamente me saque de la heladera. Se acerca Rocco, se sube al sillón y se acuesta a mi lado. Casi distraídamente lo miro y veo que tiene su pene listo para la guerra.
Yo me siento satisfecha, pero no voy a tolerar que el perro me busque para tener sexo y yo despreciarlo. Ya no soy la de antes! Si me quiere poseer que así sea!
Yo te tengo una sorpresa querido Rocco, pero primero quiero que vos hagas algo por mi (pienso para mi misma). Lo hago bajar del sillón, mientras me quito la bombacha, le acerco su boca a mi sexo y le insisto que me lama la raja. Es un perro obediente, porque al instante responde. Me lengüetea como poseído, yo levanto mi pelvis para facilitarle la tarea. Con su lengua abarca desde mi ano hasta mi clítoris, en cada pasada me humedece y me humedezco. Podría estar así toda la vida!
Lame que te lame, jadeo y jadeo, lame y lame, jadeo y jadeo. Tiemblo un par de veces, le sujeto la cabeza fuertemente con mis manos para que su lengua se clave lo más profundo que se pueda entre mis labios vaginales y entonces grito como loca a medida que me invade un irreprimible orgasmo.
Rocco me mira estupefacto.
Sin demoras lo acuesto en el piso con su tranca apuntando al techo, me subo sobre él y poseída por el mismísimo Lucifer lo miro y le digo:- a vos te voy a dar lo que nunca le di a nadie!
Con una de mis manos reparto la humedad de mi vagina por el esfínter de mi ano y con la otra guio su pene hasta que éste queda pegado a mi culito. Me acomodo un poco en lo que creo es una posición ideal y me dispongo a meter eso trozo en mi estrecha colita. Presiono despacio, pero no es tarea fácil. Ahora siento como se mete en mi culo un pedacito de carne y me duele mucho. Presiono otra vez y entra otro poco más. Me duele horrores!
Lo saco un poquito y vuelvo con la maniobra. Respiro profundo y bajo de golpe entonces un buen pedazo de verga ya la tengo adentro. La sensación es fea, me duele mucho!
Ahora intento subir y bajar hasta que mi culo se acostumbre. Con perseverancia empujo otro poco y otro trecho más del pedazote de Rocco se clava en mi interior. Siento que me llena, me rebalsa.
Mi culo es muy pequeño para tanto pene. Me va a lastimar. Igual insisto en que quiero más verga en mi culo y presiono otro poco y otros centímetros se clavan en mi culo que ya creo esta al límite de sus posibilidades. Me quedo ahí quietita y luego empiezo a jugar con ese pedacito de falo que esta clavado en mi culo, subiendo y bajando, moviéndome con extremo cuidado, pero jugando al fin.
Me veo reflejada en el espejo de un mueble que está delante de mí y me siento una depravada; asquerosa mujer de repugnante moral.
Estoy cabalgando sobre mi perro con su falo clavado en mi culo, desnuda y gozosa. Lo peor de todo, es que no siento remordimiento y no me importa nada.
Hace unos días lloraba por el estúpido de mi novio y en solo unas horas he tenido el mejor sexo de mi vida con alguien que no me pide nada, me da todo y obedece mis órdenes. Tal vez sería el hombre perfecto o tal vez es el amante perfecto.
En esta posición ya mis piernas me duelen y el culo ni que contar; ahora lo quiero hacer por donde a mí me gusta.
Pero antes tengo una morbosa idea. Busco rápidamente mi filmadora, la acomodo en un buen lugar y comienzo la actuación. Busco un par de almohadones, con los que calculo serán suficiente para esta a la altura de Rocco, me pongo en cuatro patas y lo llamo.
El perro parece entrenado. Viene por detrás, me da unos tiernos lengüetazos sobre mi vulva y se dispone a montarme. Un par de embestidas son yerro, pero luego da justo en el blanco y me clava muy profundo su cachiporra llegando hasta el fondo de mi vagina.
Bombea y bombea como loco. Está así un par de minutos sin parar y yo me pongo como loca al sentir que otro orgasmo golpea mis entrañas. Pero de golpe se sale el falo de mi raja, pero al instante y con una impaciente embestida me la pones hasta el fondo, arrancándome alaridos de placer. Y entonces se viene mi orgasmo. Se viene y se viene y es incontenible. Y ahí esta! Exploto en una oleada de placer irrefrenable, al instante que Rocco me abraza fuertemente por mi cintura con sus patas delanteras, tal un amante lo hace con su amada.
Algo paso de repente, siento que me moví por la excitación y su pene se salió justo en la embestida fuera de mi cuevita. Intento volver a acomodarme, pero a la embestida siguiente roza su trozo roza mi ano. Esto es preocupante!
Intento nuevamente acomodarme pero un pinchazo en mi culo me hace pensar que las cosas van de mal en peor y sin tiempo a nada, en esta embestida brutal, Rocco me clava la verga en el centro de mi culo. Por más que grito y me sacudo ya la tengo adentro. Ahora está volviendo a embestir y me la clavó aun más. Por favor quiero salirme! Me está matando!,
Esta poseyendo mi culo sin autorización, sin mi consentimiento!
De nuevo embiste y solo puedo gritar de espanto y dolor. La tengo toda adentro del orto!
Me está matando y no me deja mover. Siento sus testículos golpear contra mis nalgas al tiempo que su pene barrena mi ano.
Me quiero morir! Me quiero morir!
Me duele y el dolor me inmoviliza. El perro saca partido de esa situación ya que me encula a su gusto y placer. Me lo mete hasta el fondo y lo saca todo y me lo vuelve a clavar, en un macabro vaivén.
El culo me debe estar sangrando! Creo que me voy a desmayar!
Aguanto el dolor y busco concentrarme en otra cosa.
Siento que una lagrima rueda por mi mejilla. Este hijo de puta me está haciendo llorar.
Mi imagen se fija en la imagen del espejo y mis ojos no dan crédito a lo que ven. El perro me tiene sujeta de la cintura con sus patas delanteras, todo su peso esta sobre mi espalda que esta tan encorvada que mis tetas están apoyadas al piso y mi culo bien levantado al aire como si se lo estuviera ofreciendo. Si yo fuera perro también me aprovecharía de ese culito, estrecho y virgen.
Entonces, porque me quejo si yo empecé este juego, yo le quise dar el culo al perro? Ahora me la tengo que aguantar!
Otra vez la indescriptible sensación de fuego invade ahora el interior de mi culo que ya esta maltrecho. Me doy cuenta que el perro está acabando dentro de mi colita, y quiero mirarlo y mirarme por el espejo, por un instante me excita lo que estoy viendo. Por al instante noto que el perro hace un par de movimientos raros.
No por favor. Quiere pasar con sus patas traseros por arriba mío! Me quiere abotonar!
Sus bruscos movimientos hacen que yo tambalee y pierda el equilibrio cayendo sobre mi costado, forzada por la influencia del peso del perro, siento que arranca de adentro de mi culo el falo que me tiene estaqueada haciéndome que grite del dolor.
Extasiada me vuelvo a incorporar en cuatro patas para no salir del foco de la filmadora y retrocedo para que ésta, pueda filmarme el culo, tal como me quedo luego de esta afrenta.
Mi morbo esta a la enésima potencia!
Estuve un ratito ahí en cuatro patas intentando recuperarme y chequeando que esté entera.
Sentí que mi culito hacia unos ruiditos y cuando me toco siento salir el jugo de Rocco de mi interior.
Era la segunda vez que me acababa encima. La verdad es que no me molestaba.
Me doy una ducha, y me recuesto hasta recuperarme.
Pasada la siesta me levanto, busco la filmadora y miro lo que había grabado. Es increíble salvaje, poderoso.
Cuando nos caemos con Rocco, que arranca su falo de mi culo y yo retrocedo buscando el foco de la cámara, ver mi ojete terriblemente dilatado, rojo, chorreando esperma canino me pone caliente de nuevo.
Pienso que es el momento de compartir esta filmación con alguien, pero deber ser alguien que no me conozca.
Ya sé! Después de la cena la subo a la web para que alguien la vea.-